UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560
CAPITULO IX-LXXIV
Eduardo Pedro García Rodríguez
1570 marzo 7.
BALTASAR
FULLANA ARRIENDA A JUAN DE ÁVILA MEDIA SUERTE DE AGUA EN LA ACEQUIA REAL DE AGUATONA.
Ingenio de la villa de Agüimes. “Baltasar Fullana, v.º de la villa, arrienda
a Juan de Ávila, v.º de la villa, media suerte de agua en la acequia real de
Aguatona conforme a su repar- timiento,
que es un día y una noche, que entra por sus dulas, y que es de una suerte que
tiene arrendada de Tomás de Aríñez, su cuñado, por tiempo de dos años que corre
desde mediados de este mes y precio de 4 dbs. al año, aunque si en el segundo
de los dos años subiere el arrendamiento
de la suerte com- pleta, entonces también subirá el de esta mitad. Se obliga a que
cuando esta media suerte haya cumplido el arrendamiento que le tiene hecho Aríñez, dará a Ávila otra
media suerte, que le ha de salir de Jorge Pérez y que es del otor- gante.
Ts.: Rodrigo Álvarez, alcalde,
Diego Gutiérrez, vs. de
la villa, y Pedro
Gutiérrez, v.º “en la ciudad”,
palomero.- Juan de Ávila.- Baltasar Fullana.”
(Rafael Sánchez Valerón y Felipe
Enrique Martín Santiago. Génesis y
desarrollo de Ingenio durante el siglo XVI)
1570 mayo 13.
DEUDA
POR CENIZA PARA EL INGENIO DE LA VILLA.
Ingenio de la villa de Agüimes. “Lucas de Zamora, v.º de la isla, debe al Dr. Ángel Lercaro 1.404 mrs. de resto de
la ceniza que dio este año para el ingenio de la villa, pues hecha cuenta entre
ambos resultó alcanzado
en dicha cantidad
una vez sacado todo lo que ha
recibido en dinero y en diversas partidas de lo que montó la ceniza. Los pagará por el día de Pascua de
Navidad de este año.
Ts.: Cristóbal Díaz de la Garza, Blas Hernández y Pedro de Escobar.- Por
testigo, Pedro de Escobar.” (Rafael Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín Santiago. Génesis y desarrollo de
Ingenio durante el siglo XVI)
1570 mayo 13.
FINIQUITO DE UNA DEUDA POR DESBURGAR LA CAÑA QUE SE HABÍA DE MOLER EN EL INGENIO DE AGÜIMES. Ingenio de la Villa de Agüimes. “Pedro Gutiérrez, Juan González y Juan Bique,
por cuanto se obligaron a desburgar al
Dr. Ángel Lercaro toda la caña que había de moler en el inge- nio de Agüimes la
zafra de este año, a precio de 3 rls. y ? la caldera, y en con- secuencia han
desburgado toda la caña que se ha
molido en dicho ingenio (cuarenta y
nueve tareas y dos calderas); y todo lo
que ha montado y des- burgado se los ha pagado en diversas partidas, en
dinero de contado y en otras cosas. Por tanto, se dan por
pagados y libre y quito al Dr. Lercaro.
Ts.: Pedro de Escobar,
Cristóbal Díaz y Diego Díaz, vs. de la
villa.- A ruego y por testigo, Francisco Díaz.” (Rafael Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín Santiago. Génesis y desarrollo de
Ingenio durante el siglo XVI)
1570 Julio 15.
El corsario
francés Jacques de Sores, teniente de Pie de Palo que dirigió el desembarco y
saqueo de 15 53 y que el año anterior se vio elevado al mando supremo de la
flota protestante, se dirigió con ésta hacia las islas del Océano, llevando
como inmediatos subordinados a los capitanes Jean Boucard y Jean de Capdeville,
el 15 de Julio de ese año conociendo la ruta de la nave Santiago, donde iban el jesuita Ignacio de Azevedo con 44
misioneros hacia Brasil, cerca de la punta de Fuencaliente frente a Boca
Fornalla, le cortó el paso con su navío de guerra Le Prince, situándose en posición de combate y disparando su
artillería para intimar la rendición.
El capitán del Santiago demandó de Azevedo autorización,
dada su escasez de hombres útiles, para armar a los novicios, mas el provincial
se negó a ello, exhortando a cada cual a cumplir con su propia misión, y
ordenando a los novicios, con el maestro Bento de Castro, descendiesen a sus
camarotes para orar, y cuando él regresó a cubierta para auxiliar espiritual y
materialmente a combatientes y heridos, ya se había iniciado la lucha.
Los hugonotes
intentaron por tres veces el abordaje, mas fracasaron en su intento ante la
enérgica resistencia de la tripulación lusitana, y concentrada toda la flota,
pudo dar la orden de abordaje y asalto general cayendo los cinco navíos
franceses sobre su presa en grupos de 40 hombres por babor y estribor,
adquiriendo la lucha un hondo dramatismo y en medio del fragor de la pelea se
distinguía la voz de Azevedo animando a sus compatriotas a morir por la fe, en
lucha contra sus más declarados enemigos, hasta que atravesado su cuerpo de
tres lanzadas, cayó exánime en los brazos de su compañero Diego de Andrade,
escena que ha inmortalizado un famoso pintor francés, Jacques Courtois el
Borgoñón, con sus pinceles; los supervivientes de la tripulación y pasajeros,
unos 28, se rendían a discreción. El maestro de novicios, Bento de Castro, fue
acribillado a arcabuzazos, desfalleciendo en el sollado mientras sus labios
proclamaban a gritos su calidad de hijo de la Iglesia romana; Manuel
Álvarez que tuvo la noble osadía de hacer ver a los franceses su ceguera, fue
apuñalado; el padre Diego de Andrade, que cumplía misión espiritual de confesar
a sus compañeros, irritó de tal manera a los luteranos, que se abalanzaron
sobre él apuñalándole, e igual fin tuvieron Braz Riveiro y Pedro Frontero. Los
corsarios lanzaban por la borda a los heridos y cada ola de sangre parecía
renovaba el fervor y la fe de los supervivientes, que en constante emulación
alcanzaban la palma del martirio; dos padres, Gregorio Escribano y Alvaro
Mendes, que yacían enfermos postrados en el lecho, tuvieron fuerzas para subir
descalzos y semidesnudos al sollado desde donde los lanzaron al agua.
Detenidos y
apresados los demás padres y novicios, quisieron los corsarios que antes de su
muerte les rindiesen alguna utilidad, obligándoles a trabajar en las bombas,
con las que se proponían salvar de un seguro naufragio al galeón Santiago, mientras ellos recorrían los
aposentos registrando sus cofres y talegos para profanar reliquias e imágenes,
haciendo escarnio de sus ornamentos y objetos de devoción. Consultado el
corsario con sus esbirros sobre la suerte que les preparaba, ordenó una matanza
general al grito de ¡Mueran! ¡Mueran los papistas que van a sembrar fa falsa
doctrina en el Brasil!
Sus feroces
verdugos -dice Rumeu de Armas- cayeron entonces sobre la humilde hueste y sin
perdonarles humillaciones de todo género, fueron sucumbiendo, unos a puñaladas,
y otros a tiros en confuso montón de ancianos, jóvenes y casi niños sacerdotes
y novi-cios, muertos y heridos. Es de mencionar la actuación de Simao de
Acosta, joven de 18 años que no vistiendo todavía los hábitos y sintiendo Sores
conmiseración hacia su persona, se declaró a gritos hijo de San Ignacio para
alcanzar la palma del martirio. Así terminaron sus días coronados por el
martirio aquella primera legión misionera de hijos de San Ignacio a los que la Iglesia conoce con el nombre
de los Mártires del Brasil, aunque más apropiado sería llamarlos de Canarias o
de Tazacorte, en cuyas aguas sucumbieron.
Estos habían
salido en la flota que se dirigía al Brasil el 7 de Junio de 1570, compuesta de
siete galeones, en la que se dirigía a la colonia el nuevo gobernador Luís de
Vasconcelos de Menezes, Cotnendador de Villada en la Orden de Cristo, los
jesuitas se distribuyeron en tres de ellos, al Padre Azevedo con 44 misioneros
en el galeón Santiago, el Padre Dias
con otros 20 en el navío almirante de la escuadra, y el Padre Francisco de
Castro con los restantes en el Os Orfaos.
Llegaron a la isla de La Madera
el 14 de Junio y el Santiago alzó
velas en el puerto de Funchal el 7 de Julio, que tenía que dirigirse a Santa
Cruz de la Palma
a descargar mercancías, pero una borrasca le obligó a arribar al puerto de
Tazacorte donde permaneció varios días, celebrando el 13 misa el padre Azevedo
en la ermita de San Miguel de Tazacorte, y cuenta la tradición que en el
momento de sumir la sangre en el cáliz, vio la corona del martirio pendiente de
su cabeza por revelación divina; en el cáliz, que aún se conserva, es fácil
distinguir la huella de sus dientes grabados por obra milagrosa como reflejo de
la impresión y arrobamiento por el futuro mártir recibida. Estuvo este cáliz en
Tazacorte durante 175 años, desde 1570 a 1745, hasta que el Obispo D. Juan
Francisco Guillén, en visita pastoral realizada a dicha villa, lo extrajo de la
ermita regalándoselo a los Padres Jesuitas de Gran Canaria.
La relación de
estos asesinados es como sigue:
Padre Ignacio
de Azevedo, de Oporto (provincial de Brazil)
Maestro de
Novicios Bento de Castro
Padre Diego de
Andrade
Manuel Alvarez
Braz Ribeiro, natural de Braga
Amaro Vas
Gregorio Escribano, español
Alvaro Mendes
Simao de Acosta
Francisco Alvaro Covillo
Domingo Hernandes
Alfonso Baena, natural de Castilla la Nueva
Gonsalo Henriques, diácono
Joao Fernandes, de Lisboa
Joao Fernandes, de Braga
Juan Mayorga,
aragonés
Alejo Delgado
Luis Correa
Manuel Rodrigues
Simao Lopes
Pedro Nunes, Muños o Frontera
Francisco Magallanes
Nicolá Dinys, de Braganza
Gaspar Alvares
Antonio Hernandes, de Montemayor
Manuel Pacheco
Pedro Fontaura
André Gonsales, natural de Viana
Diego Peres
Juan Baeza,
español
Marcos Calseira
Antonio Correa
Manuel Hernandes,
de Oporto
Hernando
Sánchez, español
Francisco Pérez
Godoy, español (de Torrijos en Toledo)
Juan de San
Martín, de ll1escas
Juan de Zafra,
español de Toledo
Alonso Lopez,
español.
Esteban
Zudaire, español de Vizcaya.-
Este último,
antes de abandonar Plasencia donde vivía, dijo al
Padre José Acosta, su confesor,
que partía alegre y contento por tener la certeza de que alcanzaría el
martirio. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)
1570 Julio 18.
También fue visitada esta isla
por el famoso capitán francés Jean Bontemps -Juan Buentiempo-, que había nacido
en El Havre y desde muy joven se dedicó ala navegación en la que adquirió gran
pericia y destreza, tomando parte en 1562-1563, a las Órdenes de
Francisco Le Clerc, en las guerras de religión; partió de La Rochela en 1569 y llegaron
a San Sebastián de la Gomera
en Marzo de 1570, y sin cometer actos de hostilidad desembarcó para hacer
aguada, refrescar víveres y llevar a cabo transacciones comerciales; movido sin
duda por la hospitalidad que le dispensaron, puso al corriente a los vecinos de
los peligros que corrían ante la proyectada visita de Jacques de Sores «...que estavan para salir de la Rochela unos navíos
luteranos, y que avían de venir a esta ysla; que se guardasen dellos que era
mala gente y que para más señal traían en la
popa del galeón grande una señal de almagre...», según consta en la
declaración del Regidor Martín Manrique ante el Licenciado Ortiz de Funes, el
25 de Agosto de 1570, en el proceso contra D. Diego de Ayala, Señor de las islas
de La Gomera y
Hierro.
El pirata francés Jacques de
Sores, teniente de Pie de Palo, dirigió en 1553 el saqueo de Santa Cruz de la Palma y, en 1555, rompió con
su jefe, lanzándose por su cuenta al Océano imprimiendo a la piratería un sello
nuevo de fanatismo religioso hasta entonces
desconocido, según dice Rumeu de
Armas, adquiriendo entonces la guerra entre franceses y españoles un carácter
religioso de cruzada entre católicos y protestantes hugonotes, pues estos
marchaban a las Indias no tan sólo a robar, sino a herir los sentimientos
religiosos de sus moradores. Después de varias navegaciones entró al servicio
de la Reina Isabel
de Inglaterra, volviendo después al del Monarca francés, y en tiempos de la
segunda y tercera guerra de religión, se le concedió el mando supremo de la
flota francesa, y al objeto de conseguir fondos para proseguir la guerra
aprovechó su experiencia de pirata, para robar el oro de Méjico y Perú,
saqueando las colonias españolas en ultramar. Una vez finalizados los trágicos
sucesos del martirio de los jesuitas de La Palma -que mencionaremos al tratar de esta isla-,
Sores dirigió la flota calvinista a La Gomera, réfugio y asilo de piratas por esos años,
pues el Señor de ella consciente de su propia debilidad, en lugar de hacer dejación
de su Señorío en la Corona,
prefería entrar en relaciones con aquellos. Avistó la isla el 18 de Julio de
1570, en medio de una gran tormenta, que impedía a sus navíos acercarse
ccmodamente a tierra, y durante tres días la escuadra francesa -al parecer de
cinco navíos-, estuvo barloventeando como a media legua de la costa, sin poder
tomar el puerto, por lo que dieron tiempo a que se reuniesen los hombres útiles
de la isla; Juan de Ocampo, Gobernador, se puso al habla con los navíos
preguntando lo que pretendían, a lo que contestaron que « ...hacer aguada y 3 pipas de
vino, y que se las diesen por bien por que si no que las tomarían por (la)
fuerza ya que trayan poder muy bastante...». El 24 de Julio saltaron a
tierra los luteranos, realizando grandes excesos y actos de agravio contra la
religión, como represalia a los innumerables crímenes que contra los luteranos
cometía la Inquisición
española en la colonia de Canarias, y el
27 se despidió Sores del Conde de la
Gomera, entregándole 28 portugueses que llevaba cautivos.
(En: José María Pinto y de la
Rosa. 1996)
No hay comentarios:
Publicar un comentario