UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1571-1580
CAPITULO X-III
Eduardo Pedro García Rodríguez
Viene de la entrega anterior
En la instrucción que el Guzmán adjuntó a poderes, dejó traslucir que no
ignoraba la mala condición de Gordejuela. Salvando la imprudencia de
haberle asignado salario, sin poner límite al contrato, advirtió: “habéis
de llevar entendido que dicho asentamiento será por 10 años, no declarando yo
otra cosa”. Manifiesta la ineptitud del administrador, por los nulos resultados
obtenidos, tras ocho años de trabajo y gastos, pues continuaba en la fase de
“procurar” sacar y juntar las agua de los Ríos Abona y Abades, con el caudal de
las fuentes que pudiesen “entrar”, llevándola al estanque, “a la parte donde se
puedan bien aprovechar”, se resignó a invertir otros 2.000 ducados, “y menos si
menos pudieseis, con vuestra buena industria”.
Terminada la canalización, el administrador haría “diligencias” en
Tenerife, Gran Canaria, la Palma
y otras islas, de considerarlo conveniente, para que “los vecinos
sepan que las aguas están en las tierras, donde han de aprovechar”,
pregonado las condiciones en que se ofrecía, en venta o a tributo, el regadío
y el sequero, útil para pan, “de manera que venga a noticia de
todos”. De no encontrar tributarios, arrendaría las suertes, “lo
mejor que se pueda”.
En orden de prioridades racional, terminada la traída de aguas, “muy bien
sería” construir ermita, en el sitio del pueblo, bajo la advocación de la Santísima Trinidad,
, en la esperanza de que sirviese de señuelo.
Ordeno al administrado que en el primer barco con Andalucía por destino,
mandase a la contaduría de Sanlúcar las escrituras que tuviese, en especial las
que tocasen a la propiedad Abona, “para que se guarden en mi archivo”.
Sabiendo a Gordejuela indigno de confianza, apoderó a Martín
Hernández Moreno, “hombre que tiene inteligencia y experiencia de la hacienda
de esas islas”, vecino de Gran Canaria y administrador de los ingenios y bienes
del real factor, Francisco Duarte, para que de tener ocasión de vender la
heredad, examinase las ofertas con Gordejuela, redactando informes que
enviarían al duque, firmados por ambos, absteniéndose de tomar decisión “sin
comunicarlo conmigo, no embargante que lleváis poder bastante, juntamente con
Moreno”, para enajenar la propiedad, siendo el mismo Moreno, quien habría de
señalar el sitio para el molino y la caballería, concedidos a Guedejuela.
Comprometido y molesto el encargo, Martín Hernández Moreno se
excusó, alegando que exceso de trabajo y falta de salud, le impedían
trasladarse a Tenerife. Informado el duque estando en el Bosque de las Rocinas,
a 11 de diciembre de 1586, en presencia de Diego Caballero, arrendatario de los
pastos del Coto, que actuó como testigo, apoderó y requirió como autoridad al
capitán Juan Núñez, gobernador de Tenerife y Palma, para que señalase el
sitio en que habrían de ubicarse el molino y la caballería, regalados a
Gordejuela.
Visiblemente arrepentido de la solución adoptada, a 3 de abril de 1587,
el Guzmán apoderó al gobernador, en términos que hacían irrenunciable su
presencia en la heredad de Abona, en el acto de señalar el molino y
deslindar la caballería.
Teniéndolo elegidos Gordejuela, en parte que no coincidía con el interés
ni el mandato del duque, retrasó la posesión, hasta estar seguro de que el
Capitán Juan Núñez, no podría trasladarse al Reino de Abona. Enterado de que el
gobernador se encontraba en Santa Cruz, a más de 12 leguas del heredamiento,
esperando embarque para regresar a España, en el navío que traería
a su sucesor, le condicionó el ánimo con regalo de harina y vino, antes
de presentase en la villa, seguido de escribano.
Lamentando que habiendo pasado cuatro años desde que recibió el poder del
duque, no hubiese procedido al señalamiento, personalmente o a través de
representante, el administrador consiguió que a 23 de septiembre de 1591,
contraviniendo leyes y ordenanzas, el gobernador aún en funciones, le
diese posesión sobre plano, situando caballería de tierra, en el “cercado
que dicen de Juan Alonso”, pasando la linde por el “lomo”, en que estaba
proyectado el “estanque”. La continuó derecha, siguiendo las aguas hacia la Granadilla. Subiendo
al alto del Sejo del Risco, bajó a las “moradas” de Juan Alonso,
siguiendo por el lomo y caserón, “aguas corrientes al barranco”, de donde
“cortando”, iba a la mar. Adjunto al señalamiento mandato, para que
se diese la posesión a Gordejuela, con licencia para los "majanos" o
mojones, cerrando la tierra de manera que no pudiesen “entrarse” en sus
sembrados, “por un lado ni el otro”, la caballería partió la finca,
inutilizaba la “tierra útil y de provecho” que quedaba..
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1577 Por falta de riego, únicamente se puede sembrar pan
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Requeridos el alguacil y el escribano de Realejo de Abajo, el
administrador legitimó la ilegalidad a 19 de diciembre, en el
“Valle de San Juan de las Vegas”. Presentada y leída la donación del duque,
otorgada a 10 de julio de 1585, el señalamiento y orden, rubricados por
Juan Núñez de la Fuente,
“gobernador que fue de la isla”, el alguacil dio a Gordejuela la posesión de
cuanto abarcaba la linde antedicha, en los cercados de Juan Alonso. Adjudicado
el predio "aguas vertientes al barranco y al valle", por ambas
orillas del Río de Abona, hasta la Cueva de Suárez, el administrador se
apropió del sitio, señalado para formar el pueblo, las ruinas de lo que
se edificó en tiempos del 3º duque y las mejores suertes. Pasada la noche
junto al tomadero del Río de Abona, el 20 de diciembre, tomó posesión del
agua, para regar las 60 fanegas "e para la molienda del molino”.
A 23 de junio de 1586, víspera de S. Juan, completó la apropiación en el
valle de San Juan de las Vegas, o Vegas de Juan Alonso, en presencia del
alcalde de Villaflor, con quien Gordejuela tenía hermandad. Presentada la
escritura de donación y la posesión, le fue entregada “la tercera y
cuarta parte” del valle, con banda de tierra que bajaba hasta el mar. Así
se hizo con el curso y agua del Río Abona, pasándolo “de una parte a
otra”. Cruzando la propiedad, a la “parte” de Adexe se hizo con del Río de los
Abades, sacando agua de fuentes y manantiales, para terminar recibiendo la
fuente de Pedro Báez, sita en el mismo valle. Cerrada la caballería
con sus “majanos”, al duque no le quedó más agua que la de los Escuriales
y parte del curso bajo de los ríos, sin utilidad para el riego.
Juan de Vega, el último administrador
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1595 De San Cristóbal a Villaflor
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No habiendo rendido cuentas Gordejuela, ni dado apenas señales de vida,
por espacio de 10 años, a 12 de enero de 1595, en el Bosque de las Rocinas, el
duque le revocó los poderes, otorgándolos de igual amplitud a Juan de Vega,
escribano del rey de la Casa
de la Contratación
y del Juzgado de las Indias, en la
Isla de Tenerife.
Tomada posesión de la heredad, podría vender, dar la tierra a tributo,
abierto o perpetuo, “con cláusula de sustituto y obligación de saneamiento”,
exigir cuentas a su predecesor desde 1585, por vía de justicia de no rendirlas
espontáneamente y contestar o anular las mercedes de molino y caballería, de
haber incumplido el compromiso.
Al no poder entrar en contacto con Gordejuela, pese a intentarlo
reiteradamente, Juan de Vega acudió al Alcalde Mayor el 25 de mayo,
para que le comunicase, por vía de justicia, la revocación de poderes,
advirtiéndole que se abstuviese de utilizarlos y la obligación en que
estaba de rendir cuenta cumplida, en el plazo de 30 días, son pena de que le
fuesen reclamadas por el Alcalde Mayor, comunicando a los tributarios y
renteros, que tuviese en Abona, Las Vegas y el término de Granadilla, que
en adelante pagasen a Juan de Vega, advirtiéndole que de no hacerlo, tendría
que abonar la renta de su bolsillo.
Juan Martín, alguacil en San Cristóbal, salió de la ciudad con vara alta
el 27, en busca de Gordejuela, portando el auto. Comunicado a 29,
en Realejo de Abajo y a domicilio, el administrador respondió a 31, a través del procurador
Jorge Macedo, con declaración escueta: el duque tenía mucho que
agradecerle. Y nada que reprocharle. Enterado Juan de Vega de la original
contestación, pidió que fuese encarcelado, permaneciendo en prisión en tanto no
entregase los libros. Al mismo tiempo solicitó que la posesión del
heredamiento, pues urgía poner orden, cobrando y pidiendo las debidas fianzas,
a los que llevasen tierras, con facultad para embargar o expulsar
al moroso.
Actuando con celeridad asombrosa, a 2 de junio el Alcalde Mayor ordenó
que Gordejuela “fuese preso”, en las casas del Ayuntamiento de San
Cristóbal, dando al mismo tiempo mandato a Juan de Vega, para que pudiese tomar
posesión de los bienes del duque. El sábado 3 de junio, sin perder
tiempo, Vega partió de San Cristóbal, seguido de alguacil y escribano.
Haciendo noche en la Orotava, el domingo 4 llegó a Villaflor. Ultimados
trámites burocráticos, en presencia de Fr. Francisco de Carvajal,
de la orden de S. Diego, que aparece como testigo, el 6 de junio entró en la
heredad, por el barranco del Alar y Lajas Caídas, lindando con las tierras e
ingenio, "que dicen" de Gonzalo González, de Granadilla.
Restablecida la mojonera a la parte de Agache y Adexe, a partir de la posesión
que tomó Cabrera, en 1555, continuó por el barranco de Tajao, a la Fuente de Tajo. Subiendo a
la costa, pasó por el puerto de Guaharal, para bajar a Montaña Gorda.
Presentados los poderes y el mandato emitido por el Alcalde Mayor, en
nombre del gobernador, Vega pidió la entrega de tierras, aguas casas y
sementeras, celebrando el primer acto de posesión, que se había de repetir a lo
largo del camino, hasta las Aguas de los Escuriales, de donde siguió
al Río de los Abades. En un "saltadero" próximo a las
fuentes, le fue entregado el río, del nacimiento hasta el mar, yendo al Abona,
junto a cuya corriente pasaron la noche.
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1595
Durmieron en Abona
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El miércoles 7 de junio, tomó posesión de su curso, pasando a “un
agua que dicen de Pedro Báez”, en Las Vegas, situada entre los ríos, el
alguacil recabó testimonios de los presentes, junto a unos edificios.
Confirmado que como las aguas, se encontraban dentro de las lindes, continuó la
ceremonia en ermita pequeña, “de 12 pies”, en cuyo interior había una imagen de
Ntra. Sra. de la
Encarnación.
Gonzalo González y otros presentes, declararon que Juan de Gordejuela,
regidor de la isla, hizo el templo, por orden del duque. Entregada la posesión,
pasaron a casa cercana, “terrera” “de piedra y teja”, una de cuyas puertas
estaba cerrada. Se buscó a Mateo de las Casas, que “solía” tener la llave. Dijo
que el día anterior Miguel González, criado de Gordejuela, se presentó
pidiéndola, por orden del amo. Por no perder tiempo, alguacil y escribano
dieron por buena la posesión, con entrada de Vega en la sala, que estaba
abierta. Entregada atahona y horno pequeño de pan, “que está
allí junto”, se dio por conclusa la ceremonia, en lo tocante a edificaciones,.
A demanda de Juan de Vega, el escribano leyó las lindes en voz alta,
confirmando labrador, vecino de Realejo de Arriba, que ermita, atahona, casa y
las “cuatro aguas”, pertenecían a la heredad. Vecino de Realejo de Abajo,
declaró la propiedad del duque, alcanzaba del barrando de Alar al de
Tajao y los testigos en general, que las aguas, edificios y tierras de
que se dio la posesión, estaban dentro de la finca.
Reunidos los presentes en el interior de la ermita, Juan de Vega
pidió al alcalde, que le hiciese dar los nombres de las “muchas personas”, que
llevaban suertes, consignando la cabida y la renta que debían, “como lo tiene
mandado la justicia“. Requerido Francisco Jorge, que pese a ser
analfabeto, ejercía como cobrador de Gordejuela, declaró bajo juramento, que
desde hacía 3 años, su amo arrendaba, suertes de 1 fanega cuando más,
repartiéndolas en pedazos. De primera calidad la tierra, al no llegar el agua,
los que las tomaron perdieron la cosecha y “escamparon”, pagando los pocos que
resistían, en relación con la cosecha, salvo las 2 fanegas de trigo y 3
de centeno, que pusieron los “mozos” de Gordejuela, declaradas
exentas. Restablecido Francisco Jorge en sus funciones, el alcalde le advirtió
que en adelante daría las rentas a Juan de Vega, exponiéndose a parar ante los
tribunales, de no hacerlo.
Colonos de Abona
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Nombre
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Lugar
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Tributo
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Antonio Hernández
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1 fanega trigo
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Diego Fernández de Realejo y Gaspar Martín
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19 almudes
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Antonio González
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Realejo
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1 fanega trigo
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Antonio González de Tigarga
|
1 fanega trigo
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Melchor Bernal
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|
1 fanega trigo
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Juan Pérez
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|
8 almudes trigo
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El hijo de Bravo
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El yerno de la Damiana
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Melchor Rodríguez
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Jorge Fernández
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Gaspar Delgado
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Juan Francisco
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½ f trigo y ½ centeno
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Pedro Martín Pedriañez
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|
1 fanega de trigo
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Pedro Yánez
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15 almudes de trigo
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Uti, hija de Jorge
Fernos
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Orotava
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Francisco Bellotero
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|
1 fanega trigo
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Felipe Machado Becerril
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Francisco Gil
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1595
Posesión de ermita y casa
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1595 La Iglesia, centro de
propaganda
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El 10 de junio, de regreso en Villaflor, cabeza del Reino de Abona, Juan
de Vega pidió al beneficiado de la iglesia parroquial de S. Pedro, Baltasar
Mendes, que el domingo 11, “día del señor San Bernabé”, en la
estación de la misa mayor, “en haz de mucha gente”, anunciase la oferta de
tierra en Abona, informando de las condiciones del arriendo. El clérigo
“dijo que lo diza”, siendo fijado bando, a la puerta de la iglesia y
lugares públicos, firmado por el duque, en el que anunciada la toma de
posesión, por Juan de Vega, de unas “tierras, que yo he e tengo”, en término de
Montaña Bermeja y Atalayas, que por la parte de Agache iban del barranco de los
Escuriales, a las Eras del Brezo. Y por la de Adexe, al barranco de Aracache y
Silvestre, siguiendo por arriba el camino, que va de Asia a las Arenas
Prietas, y por abajo, hasta las tierras de Juan de Vera y Jorge Díaz, el
Barranco de Alar, Lajas Caídas, Barranco de Tajao, Lagacha y el puerto de
Guahara, las cuales tierras se ofrecían a quien quisiese cultivarlas, a
cambio de entregar, al propietario, tributo o participación a determinar, en la
cosecha obtenida, Según estaba convenido, el sacristán mayor, Salvador
Hernández, leyó el bando a “altas voces”, suscitando protesta de Gonzalo
González, el de Granadilla. Habiendo corrido la linde, ocupando tierra de
duque, se dijo propietario, por el “justo título” de 40 años de ocupación, de
los parcelas liberadas, al restablecer los mojones.
Teniendo solicitada Gordejuela nueva posesión de caballería y molino, el
gobernador la suspendió. A 21 de junio, por orden del Alcalde Mayor, el
alguacil se encaminó nuevamente a Realejo de Abajo, con mandato terminante,
dirigido al administrador cesado: de no entregar las cuentas de inmediato, “le
prendan el cuerpo y preso lo poned en las casas del Cabildo de esta ciudad, y
le comunicáis no quebrante la carcelaria, so pena de 200 ducados”. Pero
Gordejuela no estaba en su casa. Al “habérseme escondido y haberse ido a
las partes de Abona, no pude ejecutar el mandamiento”, escribió el alguacil,
añadiendo a 28: “se escondió de manera que no pudo ser habido”.
Influyente, con amigos y avisado, el administrador se había
escurrido, para defenderse con ataque inteligente. Lo inició a 15 de
junio, compareciendo ante el gobernador, a través de procurador. A la escritura
en que el duque le hacía “merced” del molino y la caballería, adjuntó la
posesión que le dio Juan Núñez de la Fuente, gobernador que fue de la isla, el poder
de 1585 y las cuentas de la administración de Abona. Modelo de contabilidad
creativa, habiendo hecho poco más que nada, arrojaban un saldo a su favor de
656.558 maravedís o 1.804 ducados, más 180.000 maravedís de los salarios,
corridos, de 1 enero 1585 a
finales de1594. Como medida inmediata, el gobernador hizo embargar las
propiedades del duque, a más de confirmar la merced. Pasando por Villaflor sin
detenerse, a 23 de junio Gordejuela estaba otra vez en Las Vegas, tomando nueva
posesión, ahora como acreedor, ante el escribano de Realejo.
Continúa en la entrega siguiente
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