domingo, 11 de octubre de 2015

EFEMERIDES CANARIAS






UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1571-1580

CAPITULO X-III



Eduardo Pedro García Rodríguez

Viene de la entrega anterior

En la instrucción que el Guzmán adjuntó a poderes, dejó traslucir que no ignoraba  la mala condición de Gordejuela. Salvando la imprudencia de haberle asignado salario, sin  poner límite al contrato, advirtió: “habéis de llevar entendido que dicho asentamiento será por 10 años, no declarando yo otra cosa”. Manifiesta la ineptitud del administrador, por los nulos resultados obtenidos, tras ocho años de trabajo y gastos, pues continuaba en la fase de “procurar” sacar y juntar las agua de los Ríos Abona y Abades, con el caudal de las fuentes que pudiesen “entrar”, llevándola al estanque, “a la parte donde se puedan bien aprovechar”, se resignó a invertir otros 2.000 ducados, “y menos si menos pudieseis, con vuestra buena industria”.

Terminada la canalización, el administrador haría “diligencias” en Tenerife, Gran Canaria, la Palma y otras islas, de considerarlo conveniente,  para que  “los vecinos sepan que las aguas están en las tierras, donde han de aprovechar”,  pregonado las condiciones en que se ofrecía, en venta o a tributo, el regadío y  el sequero, útil para pan,  “de manera que venga a noticia de todos”. De no encontrar tributarios,  arrendaría las suertes, “lo mejor que se pueda”.

En orden de prioridades racional, terminada la traída de aguas, “muy bien sería” construir ermita, en el sitio del pueblo, bajo la advocación de la Santísima Trinidad, , en la esperanza de que sirviese de señuelo.

Ordeno al administrado que en el primer barco con Andalucía por destino, mandase a la contaduría de Sanlúcar las escrituras que tuviese, en especial las que tocasen a la propiedad  Abona, “para que se guarden en mi archivo”.

Sabiendo a Gordejuela indigno de confianza,  apoderó a Martín Hernández Moreno, “hombre que tiene inteligencia y experiencia de la hacienda de esas islas”, vecino de Gran Canaria y administrador de los ingenios y bienes del real factor, Francisco Duarte, para que de tener ocasión de vender la heredad, examinase las ofertas con Gordejuela, redactando  informes que enviarían al duque, firmados por ambos, absteniéndose de tomar decisión “sin comunicarlo conmigo, no embargante que lleváis poder bastante, juntamente con Moreno”, para enajenar la propiedad, siendo el mismo Moreno, quien habría de señalar el sitio para el molino y la caballería, concedidos a Guedejuela.

Comprometido y molesto el encargo,  Martín Hernández Moreno se excusó, alegando que exceso de trabajo y falta de salud, le impedían trasladarse a Tenerife. Informado el duque estando en el Bosque de las Rocinas, a 11 de diciembre de 1586, en presencia de Diego Caballero, arrendatario de los pastos del Coto, que actuó como testigo, apoderó y requirió como autoridad al capitán Juan Núñez, gobernador de Tenerife y Palma,  para que señalase el sitio en que habrían de ubicarse el  molino y la caballería, regalados a Gordejuela.

Visiblemente arrepentido de la solución adoptada, a 3 de abril de 1587, el Guzmán apoderó al gobernador, en términos que hacían irrenunciable su presencia en la heredad de Abona,  en el acto de señalar el molino y deslindar la caballería.

Teniéndolo elegidos Gordejuela, en parte que no coincidía con el interés ni el mandato del duque, retrasó la posesión, hasta estar seguro de que el Capitán Juan Núñez, no podría trasladarse al Reino de Abona. Enterado de que el gobernador se encontraba en Santa Cruz, a más de 12 leguas del heredamiento, esperando embarque para regresar a España,   en el navío que traería a su sucesor, le condicionó  el ánimo con regalo de harina y vino, antes de presentase en la villa, seguido de escribano.

Lamentando que habiendo pasado cuatro años desde que recibió el poder del duque, no hubiese procedido al señalamiento, personalmente  o a través de representante, el administrador consiguió que a 23 de septiembre de 1591, contraviniendo leyes y ordenanzas, el gobernador aún en funciones, le diese  posesión sobre plano, situando caballería de tierra, en el “cercado que dicen de Juan Alonso”, pasando la linde por el “lomo”, en que estaba proyectado el  “estanque”. La continuó derecha, siguiendo las aguas hacia la Granadilla. Subiendo al alto del Sejo del Risco, bajó a  las  “moradas” de Juan Alonso, siguiendo por el lomo y caserón,  “aguas corrientes al barranco”, de donde “cortando”, iba  a la  mar. Adjunto al señalamiento mandato, para que se diese la posesión a Gordejuela, con licencia para los "majanos" o mojones, cerrando la tierra de manera que no pudiesen “entrarse” en sus sembrados, “por un lado ni el otro”, la caballería partió la finca, inutilizaba  la  “tierra útil y de provecho” que quedaba..

1577 Por falta de riego, únicamente se puede sembrar pan
Requeridos el alguacil y el escribano de Realejo de Abajo, el administrador legitimó la ilegalidad a 19 de diciembre, en el   “Valle de San Juan de las Vegas”. Presentada y leída la donación del duque, otorgada a 10 de julio de 1585,  el señalamiento y orden, rubricados por Juan Núñez de la Fuente, “gobernador que fue de la isla”, el alguacil dio a Gordejuela la posesión de cuanto abarcaba la linde antedicha, en los cercados de Juan Alonso. Adjudicado el predio "aguas vertientes al barranco y al valle", por ambas orillas del Río de Abona, hasta la  Cueva de Suárez, el administrador se apropió del sitio, señalado para formar el pueblo,  las ruinas de lo que se edificó en tiempos del 3º duque y las mejores suertes. Pasada la noche  junto al tomadero del  Río de Abona, el 20 de diciembre, tomó posesión del agua, para regar las  60 fanegas "e para la molienda del molino”.

A 23 de junio de 1586, víspera de S. Juan, completó la apropiación en el valle de San Juan de las Vegas, o Vegas de Juan Alonso, en presencia del alcalde de Villaflor, con quien Gordejuela tenía hermandad. Presentada la escritura de donación y la posesión,  le fue entregada “la tercera y cuarta parte” del valle, con banda de tierra que bajaba  hasta el mar. Así se hizo con el curso y agua del Río Abona, pasándolo  “de una parte a otra”. Cruzando la propiedad, a la “parte” de Adexe se hizo con del Río de los Abades, sacando agua de fuentes y manantiales, para terminar recibiendo la fuente de Pedro Báez,  sita  en el mismo valle. Cerrada la caballería con sus “majanos”, al duque no le quedó más agua que la de  los Escuriales y parte del curso bajo de los ríos, sin utilidad para el riego. 


1595 De San Cristóbal a Villaflor
No habiendo rendido cuentas Gordejuela, ni dado apenas señales de vida, por espacio de 10 años, a 12 de enero de 1595, en el Bosque de las Rocinas, el duque le revocó los poderes, otorgándolos de igual amplitud a Juan de Vega, escribano del rey de la Casa de la Contratación y del Juzgado de las Indias, en la Isla de  Tenerife.

Tomada posesión de la heredad, podría vender, dar la tierra a tributo, abierto o perpetuo, “con cláusula de sustituto y obligación de saneamiento”, exigir cuentas a su predecesor desde 1585, por vía de justicia de no rendirlas espontáneamente y contestar o anular las mercedes de molino y caballería, de haber incumplido el compromiso.

Al no poder entrar en contacto con Gordejuela, pese a intentarlo reiteradamente,  Juan de Vega acudió al Alcalde Mayor el  25 de mayo, para que le comunicase, por vía de justicia, la revocación de poderes, advirtiéndole que se abstuviese de  utilizarlos y la obligación en que estaba de rendir cuenta cumplida, en el plazo de 30 días, son pena de que le fuesen reclamadas por el Alcalde Mayor, comunicando a los tributarios y renteros, que tuviese en Abona, Las Vegas y el término de Granadilla, que en adelante pagasen a Juan de Vega, advirtiéndole que de no hacerlo, tendría que abonar la renta de su bolsillo.

Juan Martín, alguacil en San Cristóbal, salió de la ciudad con vara alta el 27, en busca de Gordejuela, portando el auto.  Comunicado a 29,  en Realejo de Abajo y a domicilio, el administrador respondió a 31, a través del procurador Jorge Macedo, con declaración escueta: el duque tenía mucho que agradecerle. Y nada que reprocharle. Enterado Juan de Vega de la original contestación, pidió que fuese encarcelado, permaneciendo en prisión en tanto no entregase los libros. Al mismo tiempo solicitó que la posesión del heredamiento, pues urgía poner orden, cobrando y pidiendo las debidas fianzas, a los que llevasen tierras, con facultad para embargar   o expulsar al moroso.

Actuando con celeridad asombrosa, a 2 de junio el Alcalde Mayor ordenó que Gordejuela “fuese preso”, en las casas del Ayuntamiento de San Cristóbal, dando al mismo tiempo mandato a Juan de Vega, para que pudiese tomar posesión de los bienes del duque. El sábado 3 de junio, sin perder tiempo,  Vega partió de San Cristóbal, seguido de alguacil y escribano. Haciendo noche en la  Orotava, el domingo 4 llegó a Villaflor. Ultimados trámites burocráticos, en presencia  de  Fr. Francisco de Carvajal, de la orden de S. Diego, que aparece como testigo, el 6 de junio entró en la heredad, por el barranco del Alar y Lajas Caídas, lindando con las tierras e ingenio,  "que dicen"  de Gonzalo González, de Granadilla. Restablecida la mojonera a la parte de Agache y Adexe, a partir de la posesión que tomó Cabrera, en 1555, continuó por el  barranco de Tajao,  a la Fuente de Tajo. Subiendo a la costa, pasó por el puerto de Guaharal, para bajar a  Montaña Gorda.

Presentados los poderes y el mandato emitido por el Alcalde Mayor, en nombre del gobernador, Vega pidió la entrega de tierras, aguas casas y sementeras, celebrando el primer acto de posesión, que se había de repetir a lo largo del camino, hasta las Aguas de los Escuriales, de donde siguió  al  Río de los Abades. En un  "saltadero" próximo a las fuentes, le fue entregado el río, del nacimiento hasta el mar, yendo al Abona, junto a cuya corriente pasaron la noche.

1595 Durmieron en Abona
El miércoles 7 de junio, tomó posesión de su curso, pasando a  “un  agua que dicen de Pedro Báez”, en Las Vegas, situada entre los ríos, el alguacil recabó testimonios de los presentes, junto a unos edificios. Confirmado que como las aguas, se encontraban dentro de las lindes, continuó la ceremonia en ermita pequeña, “de 12 pies”, en cuyo interior había una imagen de Ntra. Sra. de la Encarnación.

Gonzalo González y otros presentes, declararon que Juan de Gordejuela, regidor de la isla, hizo el templo, por orden del duque. Entregada la posesión, pasaron a casa cercana, “terrera” “de piedra y teja”, una de cuyas puertas estaba cerrada. Se buscó a Mateo de las Casas, que “solía” tener la llave. Dijo que el día anterior Miguel González, criado de Gordejuela, se presentó pidiéndola, por orden del amo. Por no perder tiempo, alguacil y escribano dieron por buena la posesión, con entrada de Vega en la sala, que estaba abierta.    Entregada atahona y horno pequeño de pan, “que está allí junto”, se dio por conclusa la ceremonia, en lo tocante a edificaciones,.

A demanda de Juan de Vega, el escribano leyó las lindes en voz alta, confirmando labrador, vecino de Realejo de Arriba, que ermita, atahona, casa y las “cuatro aguas”,  pertenecían a la heredad. Vecino de Realejo de Abajo, declaró la propiedad del duque, alcanzaba del barrando de Alar al de Tajao  y los testigos en general, que las aguas, edificios y tierras de que se dio la posesión, estaban dentro de la finca.

Reunidos los presentes en el interior de la ermita,  Juan de Vega pidió al alcalde, que le hiciese dar los nombres de las “muchas personas”, que llevaban suertes, consignando la cabida y la renta que debían, “como lo tiene mandado la justicia“. Requerido Francisco Jorge, que pese a ser analfabeto, ejercía como cobrador de Gordejuela, declaró bajo juramento, que desde hacía 3 años, su amo arrendaba, suertes de 1 fanega cuando más,  repartiéndolas en pedazos. De primera calidad la tierra, al no llegar el agua, los que las tomaron perdieron la cosecha y “escamparon”, pagando los pocos que resistían, en relación con  la cosecha, salvo las 2 fanegas de trigo y 3 de centeno, que pusieron los  “mozos”  de Gordejuela, declaradas exentas. Restablecido Francisco Jorge en sus funciones, el alcalde le advirtió que en adelante daría las rentas a Juan de Vega, exponiéndose a parar ante los tribunales, de no hacerlo.

 Colonos de Abona
Nombre
Lugar
Tributo
Antonio Hernández

1 fanega trigo
Diego Fernández de Realejo y Gaspar Martín
19 almudes
Antonio González
Realejo
1 fanega trigo
Antonio González de Tigarga
1 fanega trigo
Melchor Bernal

1 fanega trigo
Juan Pérez

8 almudes trigo
El hijo de Bravo


El yerno de la Damiana


Melchor Rodríguez


Jorge Fernández


Gaspar Delgado


Juan Francisco

½ f trigo y ½ centeno
Pedro Martín Pedriañez

1 fanega de trigo
Pedro Yánez

15 almudes de trigo
Uti, hija de Jorge Fernos
Orotava

Francisco Bellotero

1 fanega trigo
Felipe Machado Becerril


Francisco Gil



1595 Posesión de ermita y casa
1595 La Iglesia, centro de propaganda
El 10 de junio, de regreso en Villaflor, cabeza del Reino de Abona, Juan de Vega pidió al beneficiado de la iglesia parroquial de S. Pedro, Baltasar Mendes, que el domingo 11, “día del señor San Bernabé”, en la estación de la misa mayor, “en haz de mucha gente”, anunciase la oferta de tierra en Abona,  informando de las condiciones del arriendo. El clérigo “dijo que lo diza”, siendo fijado bando, a la puerta de la iglesia y  lugares públicos, firmado por el duque, en el que anunciada la toma de posesión, por Juan de Vega, de unas “tierras, que yo he e tengo”, en término de Montaña Bermeja y Atalayas, que por la parte de Agache iban del barranco de los Escuriales, a las Eras del Brezo. Y por la de Adexe, al barranco de Aracache y Silvestre, siguiendo por arriba el camino, que va de Asia a  las Arenas Prietas, y por abajo, hasta las tierras de Juan de Vera y Jorge Díaz, el Barranco de Alar, Lajas Caídas, Barranco de Tajao,  Lagacha y el puerto de Guahara,  las cuales tierras se ofrecían a quien quisiese cultivarlas, a cambio de entregar, al propietario, tributo o participación a determinar, en la cosecha obtenida, Según estaba convenido, el sacristán mayor, Salvador Hernández, leyó el bando a “altas voces”, suscitando protesta de Gonzalo González, el de Granadilla. Habiendo corrido la linde, ocupando tierra de duque, se dijo propietario, por el “justo título” de 40 años de ocupación, de los parcelas liberadas, al restablecer los mojones.

Teniendo solicitada Gordejuela nueva posesión de caballería y molino, el gobernador la suspendió. A 21 de junio, por orden del Alcalde Mayor, el alguacil se encaminó nuevamente a Realejo de Abajo, con mandato terminante, dirigido al administrador cesado: de no entregar las cuentas de inmediato, “le prendan el cuerpo y preso lo poned en las casas del Cabildo de esta ciudad, y le comunicáis no quebrante la carcelaria, so pena de 200 ducados”. Pero Gordejuela no estaba en su casa. Al  “habérseme escondido y haberse ido a las partes de Abona, no pude ejecutar el mandamiento”, escribió el alguacil, añadiendo a 28: “se escondió de manera que no pudo ser habido”.

Influyente, con amigos y avisado, el administrador se había escurrido,  para defenderse con ataque inteligente. Lo inició a 15 de junio, compareciendo ante el gobernador, a través de procurador. A la escritura en que el duque le hacía “merced” del molino y la caballería, adjuntó la posesión  que le dio Juan Núñez de la Fuente, gobernador que fue de la isla, el poder de 1585 y las cuentas de la administración de Abona. Modelo de contabilidad creativa, habiendo hecho poco más que nada, arrojaban un saldo a su favor de 656.558  maravedís o 1.804 ducados, más 180.000 maravedís de los salarios, corridos, de 1 enero 1585 a finales de1594. Como medida inmediata, el gobernador hizo embargar las propiedades del duque, a más de confirmar la merced. Pasando por Villaflor sin detenerse, a 23 de junio Gordejuela estaba otra vez en Las Vegas, tomando nueva posesión, ahora como acreedor, ante el escribano de Realejo.

Continúa en la entrega siguiente

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