Que se clavan en la aurora los cabellos del volcán. Que se llena de hojarasca la luz partida del crepúsculo. LLega la vida en la lava ceñida de cristales negros en la cañada de la grieta; violetas azules, tajinastes encarnados; bajo el cuerpo quemante la diosa Guajara se viste de puñales de obsidiana. La diosa pregunta por el príncipe guanche prisionero en tierras de Castilla. Guajara araña la roca buscando al doncel; doce caballos ambarinos galopan el cielo Canario. Tormentas de ventisqueros, la diosa se calma en vano.
LLuvia de oro y diamante, llanto de monte y agujas
de hielo que matan el corazón de la montaña.
Bucio que clama en la costa, grito de su llamada; llega tal vez la ola con salitres y marejadas a la Corte de la Reina, costa rubia de trigales, acentos de llanuras cuando la luna y su carro se bañan desnudos en la cima de Guajara. La diosa está triste y levanta mares de tierra, llamaradas por las bocas de siete volcanes, la diosa se abriga en la bruma y navega por los cielos de Canarias.
Publicado por María Gómez Díaz.
Octubre de 2015.
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