martes, 27 de octubre de 2015

APUNTES EN TORNO A LAS HIGUERAS DE CANARIAS-VI





HIGUERA CANARIA, LA (TELDE)

Topónimo que recibe un caserío situado en la rampa septentrional del barranco Real de Telde, entre La Lombarda y Las Mesetas, al Suroeste de Los Caserones Altos, junto a la carretera de Telde a Santa Brígida  (GC-080).




De los frutales existentes antes de la conquista de las islas, destaca la higuera canaria. Sus frutos están presentes en los yacimientos arqueológicos y en las crónicas de la época. En las fuentes primarias del siglo XVI, para mencionar cualquier pared, camino, obra o casa construida por la población aborigen, al referirse a las mismas los protocolos las citan añadiendo el nexo del origen «de los canarios», o «del tiempo de los canarios». Así se mencionaban «cuevas de los canarios», «acequias de los canarios», «caminos del tiempo de los canarios», «paredes de los canarios», etc.

Con esta argumentación, algunas fuentes sostienen que el topónimo haría mención a la presencia de higueras que ya existían antes de la Conquista, de ahí el topónimo La Higuera Canaria. Las crónicas de los primeros exploradores que arribaron a las islas y las de aquellos que posteriormente documentaron su conquista, dejaron constancia de la presencia de higueras y de su aprovechamiento por parte de la población aborigen de la isla. En ellas, se menciona incluso la existencia de diferentes términos para distinguir los higos: arehormaze cuando la fruta se encontraba fresca y tehaunenen cuando ya estaba pasada.

En la actualidad los hallazgos arqueológicos han confirmado la veracidad de estas informaciones tempranas. En excavaciones realizadas recientemente en la isla, se han recuperado carbones y semillas de higueras cuya antigüedad llega a superar en algunos casos los 1.500 años. Excepcionalmente, se han recuperado semillas en los dientes cariados de algunas momias que demuestran, sin lugar a dudas, su ingesta. El volumen de tales hallazgos y los estudios sobre la dieta prehispánica, en la que se constatan elevados porcentajes de caries, indican que los higos fueron un recurso indispensable dentro de la alimentación de los aborígenes canarios.

Probablemente en este lugar se diera lo que se conoce como  “Gigera salvaje” o “higuera salvaje”, sustentando tal tesis en que «Asimismo, en Gran Canaria se ha registrado también idéntico término, en alusión a las higueras de los antiguos canarios. Estos antiguos registros resultan realmente interesantes, pues no abundan en los numerosos estudios realizados sobre la flora del Archipiélago Canario referencias claras a la presencia de formas silvestres de Ficus carica. Sin embargo, sí hemos localizado durante nuestras campañas de prospección ejemplares de higuera creciendo en lugares donde no existe la menor posibilidad de que fueran plantados por el hombre.

El estudio de las fuentes documentales y bibliográficas continúa aportándonos datos valiosos para la comprensión de lo que ha podido acontecer en Canarias en relación al cultivo de la higuera.

En este sentido, merece la pena reproducir un fragmento de un documento que data de 1523, apenas 27 años después de completada la conquista de la isla de Tenerife, donde se expone la sustitución mediante injerto de las higueras hasta ese momento radicadas en la propiedad:

[Juan de Castañeda, hortelano […] Se obliga a plantar en la heredad [se refiere a tierras situadas en el ‘término de Tegueste’, en la isla de Tenerife] 100 pies de almendros, 15 pies de morales y todos los que pueda de membrillos, duraznos y ciruelos; y a enxerir [injertar] todas las higueras que están puestas en la heredad; a cavar y podar la viña y arboleda, según hubiere menester…] (JAIME GIL, A. Y OTROS: "Las higueras canarias y su diversidad: Bases orales y documentales para su estudio", Revista Rincones del Atlántico, nº 3, 2006).

Algunas crónicas manifiestan que la higuera fue introducida por los mallorquines. Es el caso de Abreu Galindo: «Había en esta isla gran abundancia de higuerales, los cuales habían puesto los mallorquines, de los que habían traído para mantenimiento y provisión, que en pocos años se dieron; y, como los canarios gustaron de la fruta, dieron a plantarlas por toda la isla, y con el vicio se multiplicó. Y, como nacían silvestres, tenían la cáscara gruesa y dura, pero muy sabrosos; y haylos hoy en gran abundancia de estos (árboles) salvajes, en muchas partes de la isla.

Cuando verdes, los llamaban a los higos arehormaze, y cuando maduros y dulces y pasados tehaunenen. Era principal mantenimiento de toda la isla. Guardábanlos después de pasados en grandes esportones como seras, que llamaban carianas; después los prensaban y hacían llanos, y los ensartaban en juncos y los colgaban y así guardaban todo el año. Otros los majaban y hacían grandes pellas y así los guardaban todo el año. Esta fruta no la hubo en otra isla, sino en esta de Gran Canana; y en ella los hubo desde que a ella aportaron y arribaron los mallorquines, que dieron la orden y traza de plantarlos”.

Pero la fuente difiere de tal afirmación de Abreu y Galindo «La presencia del higo en Canarias como algo autóctono está demostrada por otros escritores del siglo XIV Véase, por ejemplo, el historiador luso Gomes Eanes da Zurara o de Azurara: [Tienen trigo y cebada, pero carecen del ingenio para hacer pan; sólo hacen harina, la que comen con carne y manteca. Y tienen muchos higos, sangre de drago, dátiles, que no son buenos, y hierbas que comen; y asimismo ovejas, cabras y cerdos en abundancia». Véase Alvise da Cadamosto: «No tienen casas de paredes ni de paja; viven en grutas, en las cuevas de las montañas y se alimentan de cebada, de carne y de leche de cabra, las que tienen en abundancia, y de algunas frutas, especialmente de higos]» (NOLASCO LEAL, P:"¿Fue la higuera introducida en Canarias en el siglo XIV por los mallorquines?", Revista Bienmesabe, nº 163, 2007).

Volviendo al topónimo teldense, las referencias documentales del siglo XVI nos dicen que las tierras próximas se destinaban al cañaveral, y los grandes propietarios de Telde tienen tierras en este lugar, como el cosechero de azúcar Bartolomé de Medina, que poseía suertes de cañas en Las Higueras y en otros lugares de Telde como en El Palmito de la Vega Mayor, en La Hoya de Xaraquemada, en La Fuente y en el Malpaís, propiedades que fueron heredadas por su mujer, Leonor González Camacho, quien vendió, en 1552, a su hija Ana González Camacho la suerte de La Higuera con dos horas de agua de la Vega de la Fuente.

El lugar conserva el topónimo, pero se ha hecho más famoso por las buenas naranjas que allí se dan lo que de alguna forma acreditaría el buen sustrato del habitat natural donde pudieron darse las higueras salvajes que formaba parte de la alimentación de los aborígenes canarios. Humberto Pérez)

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