LOS PERROS EN TENERIFE EN LOS
PRIMEROS TIEMPOS DE LA CONQUISTA
Es un hecho conocido el que los
mercenarios castellanos se servían de perros mastines en sus mesnadas. Estos
perros perfectamente amaestrados para atacar causaban verdaderos estragos entre
los combatientes del bando contrario, siendo por consiguiente un arma terrible
y mortal en manos de los conquistadores, quienes la emplearon profusamente en
las conquistas de Canarias y América. En ocasiones azuzaban a estos perros
contra mujeres y niños por simple divertimento, cruzando apuesta sobre que
perro sería el primero en descuartizar a su indefensa victima.
Estas prácticas de utilizar a los
perros como animales de combate, subsiste hoy en día, en la "civilizada
Europa" y en otros países donde de manera tolerada o clandestina se
celebran combates a muerte de perros, siendo un "deporte" que mueve
miles de millones en apuesta clandestinas y legales.
,
Los cronistas de la conquista de
Canarias, nos han legado algunas sucintas referencias sobre los perros que
existían en el país, limitándose a decirnos que los habían chicos y grandes,
sin especificar razas.
El pueblo guanche criaba una raza
de perros pequeños denominados "Canchas" y que hoy conocemos como
"Satos" son animales de pequeña alzada, pero dotados de una
extraordinaria bravura. Estos perros eran criados no sólo como auxiliares para
el cuidado de los rebaños sino que, además se empleaban como fuete de proteínas,
para lo cual los que se destinaban para consumo humano eran castrados y después
cebados ( como hoy se practica en China, Japón, Tahilandia etc.) utilizándolos
también como elementos terapéuticos, estaban indicados como remedio en
determinadas afecciones, cocidos o aprovechando su grasa para curar heridas y
dolores reumáticos. También se suministraba un caldo elaborado con la carne de
estos pequeños perros, a enfermos convalecientes y parturientas, de manera
similar a como los castellanos empleaban el caldo de pichones de palomas o de
gallinas, incluso los excrementos secos y cocidos eran administrados para
determinadas dolencias del pecho
En cuanto a los perros de mayor
porte -los presas canarios- llegaron a constituir un grave problema para los
conquistadores. que una vez "pacificada" lestructuras sociales
guanches quedaron desmembradas con la consiguiente pérdida las estructuras
organizativas, y sociales y además, el hecho de haber sido despojados los
guanches de manera inmediata de sus rebaños de ganados y el natural
desconcierto de los primeros tiempos, conllevó el abandono y descuido de los
perros, dejando de prestar a los mismo los cuidados habituales, como
consecuencia inmediata, los animales se asilvestraron de tal manera que
llegaron a ser un verdadero peligro para los rebaños y, especialmente para los
conquistadores y colonizadores, poco habituados a tratar a esta indómita raza
de perros conocida posteriormente como presa canario.
Es admitido por la mayoría de los
cronistas de la conquista e historiadores que las luchas en las islas-
especialmente en la de Tenerife-, sirvió como campo de experimentación de las
técnicas de guerra (por ejemplo, la denominada "modorra" consistió en
el envenenamiento de los manantiales y eres por parte de los mercenarios
españoles, siendo el primer antecedente conocido de guerra química) que después
fueron llevadas a la practica en las posteriores conquistas de los pueblos
americanos. Siendo así, no es descabellado afirmar que los españoles emplearon
en América métodos de guerra previamente ensayados en canarias y, si bien éstos
métodos no fueron recogidos en las crónicas de la conquista de las islas, sí lo
fueron en la de los pueblos americanos por Fray Bartolomé de Las Casas, de cuya
obra entresacados algunas notas que exponemos más adelante.
Los españoles habituados como
estaban al uso de perros amaestrados para la guerra, y ante [««posibilidad de
que los guanches "alzados" que aún resistían a los invasores en las
escabrosas cumbres de la isla, decidiesen utilizar los abundantes canes que
habían, amaestrándolos para embestirles y
conociendo los mercenarios castellanos la efectividad de estos perros
como arma ofensiva, optaron por la eliminación de los mismos con el burdo pretexto
de que causaban daños a los ganados.
Es comúnmente admitido que la
conquista de las islas canarias constituyó el ensayo y preludio de la conquista
de América, por tanto debemos admitir que los métodos de guerra empleados en
las "indias" fue previamente ensayado en canarias, por ello, no deja
de ser interesante algunos pasajes que sobre la misma nos ha trasmitido Fray
Bartolomé de las Casas a través de su obra » Brevísima relación de la
destrucción de la Indias», de los husos y abuso que de los perros hicieron los
salteadores españoles, veamos algunos ejemplos: ...por lo cual todas "sus
guerras con poco más que acá Juegos de caña e aún de niños); los cristianos con
sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades
extrañas en ellos. Entraban e los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni
mujeres preñadas ni parida que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si
dieran en unos corderos metidos en apriscos. Hacían apuestas sobre quien de una
cuchillada habría al hombre de por medio, o le cortaban la cabeza de un piquete
o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de la madre,
por las piernas y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas
en ríos por las espaldas, riendo e burlando, e cayendo en el agua decían:
bullís, cuerpo de tal; otras criaturas metían a espada con la madre juntamente,
e todos cuantos delante de si hallaban. Hacían unas oreas largas, que juntasen
casi los pies a la tierra, e de trece en trece, en honor y reverencia de
Nuestro Redemptor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los
quemaban vivo. Otros, ataban o liaban todo el cuerpo de paga seca pegándoles
fuego así los quemaban. Otros, y todos los -que querían tomar a vida,
cortábanles las manos ambas manos y dellas llevaban colgando, y decíanles:
"andad con cartas." Conviene a saber, lleva las nuevas a las gentes
que estaban huidas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles
desta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre orquetas y atábanlos en
ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos
en aquellos tormentos, desesperados, se les sallan las animas.
Una vez vide que, teniendo en la
parrilla quemándose cuatro o cinco principales y señores (y aún pienso que
habían dos o tres pares de parrillas donde quemaban otros), y porque daban muy
grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los
ahogasen, y el alguacil, que era peor que verdugo que los quemaba (y sé cómo se
llama y aun a sus parientes conocí en Sevilla), no quiso ahogallos, y antes les
metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizóles el fuego
hasta que se asaron de espacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba
dichas y muchas otras infinitas. Y porque toda la gente que huir podían se
encerraban en los montes y subía a las sierras huyendo de hombres tan
inhumanos, tan sin piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales
enemigos del linaje humano, enseñaron y amaestraron lebreles, perros bravísimos
que en viendo un indio lo hacían pedazos en un credo, y mejor arremetían a él y
lo comían que si fuera un puerco. Estos perros hicieron grandes estragos y
carnicerías. Y porque algunas veces, raras y pocas, mataban los indios algunos
cristianos con justa razón y santa justicia, hicieron ley entre sí, que por un
cristiano que los indios matasen, habían los cristianos de matar cien indios.»
(págs. 42 y 43)
Continua este autor narrando las
aportaciones "civilizadoras" de los cristianos y, refiriéndose a un
conocido conquistador expone: ...Este gobernador y sus gente inventó nuevas
maneras de crueldades y de dar tormentos a los indios, porque descubriesen y
les diesen oro. Capitán hubo suyo que en una entrada que hizo por mandado del
para robar y extirpar gentes, mató sobre cuarenta mil ánimas, que, vido por sus
ojos un religioso de Sant Francisco, que con él iba, que se llamaba Fray
Francisco de San Román, metiéndolos a espada y quemándolos vivos, y echándolos
a perros bravos, y atormentándolos con diversos tormentos...» (págs. 57 y 58).
El fraile continua narrando las
"heroicas" acciones bélicas de los españoles contra los pueblos
indígenas, los cuales cierta historiografía nos ha venido mostrando como
pueblos salvajes y crueles, de la siguiente manera: ...Enviaba españoles a
hacer entradas, que es ir a saltear indios a otras provincias, e dejaban llevar
a los salteadores cuantos indios querían de los pueblos pacíficos e que les
servían. Los cuales echaban en cadenas porque no le dejasen las cargas de tres
arrobas que les echaban a cuestas. Y acaeció vez, de muchas que esto hizo, que
de cuatro mil indios no volvieron seis vivos a sus casas, que todos los dejaron
muertos por los caminos. En cuanto algunos cansaban y se despeaban de las
grandes cargas y enfermaban de hambre e trabajo y flaqueza, por no desensartarlos
de las cadenas les cortaban por la collera la cabeza e caía la cabeza a un cabo
y el cuerpo a otro. Véase que sentirían los otros. E así, cuando se ordenaban
semejantes romerías, como tenían experiencia los indios de que ninguno volvía,
cuando salían iban llorando e sospirando los indios diciendo: "Aquellos
son los caminos por donde íbamos a servir a los cristianos y, aunque trabajamos
mucho, en fin volvíamos al cabo de algún tiempo a nuestras casas e a nuestras
mujeres e hijos; pero agora vamos sin esperanza de nunca jamás volver ni verlos
ni de tener más vida."
Como los pueblos que tenían eran
todos una muy graciosa huerta cada uno, como se dijo, aposentáronse en ellos
los cristianos, cada uno el pueblo que le repartían (o, como dicen ellos, le
encomendaban), y hacían en él sus labranzas, manteniéndose de las comidas
pobres de los indios, e así le tomaron sus particulares tierras y heredades de
que se mantenían. Por manera que tenían los españoles dentro de sus mesmas
casas todos los indios señores viejos, mujeres e niños, e a todos hacen que les
sirvan noches y dias, sin holganza; hasta los niños, cuan presto pueden tenerse
en los pies, los ocupaban en lo que cada uno puede hacer e más de lo que puede,
y así los han consumido y consumen hoy los pocos que han restado, no teniendo
ni dejándoles tener casa ni cosa propia; en lo cual exceden a las injusticias
en este género que en la española se hacían.»
Siguiendo el relato de Bartolomé
de Las Casas, no nos queda otro remedio que admitir que el susodicho gobernador
fue un digno discípulo de su homologo en Gran Canaria Pedro de Vera, quien
practicó similares métodos no sólo en Jamaran sino que los aplicó con mayor
dureza si cabe en la represión que llevo a cabo contra los gomeros sublevados
contra el tirano Herrera, actuación que llevó a cabo a petición de la muy
noble, cristianísima y ninfómana Isabel de Bobadilla, viuda del ajusticiado
Hernán Peraza, señora de horca y cuchillo.
El temor que estos perros
infundían en los conquistadores era tal que, en diversa sesiones del recién
creado cabildo de la isla de Tenerife, se tocó el tema como cuestión de estado,
dictando una serie de medidas tendentes a la erradicación de esta raza de
perros, sin que las disposiciones tomadas tuviesen mucho efecto a juzgar por las
veces que los regidores tuvieron que volver sobre el tema.
En sesión del cabildo celebrada
el martes 14 de Mayo de 1499, la cual estaba presidida por el adelantado se
trató entres otros temas, de los perros, ordenando al alguacil Pero Fernández
que dé muerte a todos los perros de la isla, dejando solamente uno macho en
cada hato.
Dos años después el día 8 de Mayo
de 1501, el cabildo vuelve a la carga sobre el tema de los perros,
y...Ordenaron y mandaron que una ordenaga que está fecha antes désta que ninguno
tenga perra ni perros salvo un perro en cada hato, macto, questo se faga e
cumpla asy so pena de DC mrs. Como puede observarse tanto les pastores como el
resto de los habitantes hacían caso omiso de los pregones del cabildo, por lo
que éste tuvo que tomar medidas más drásticas en un intento de conseguir
mejores resultados en su cruzada contra los perros.
El Gobernador Alonso de Lugo,
incita a los regidores en la sesión del 1 de Noviembre de 1501, para que
extremen el celo en el exterminio de los canes, aumentando las penas a 600
maravedís. Ordenando una vez más que, todos los que tengan perros y perras en
sus hatos y en sus casas que los maten, y da de plazo hasta el mes de
Septiembre para cumplir el bando, quienes no lo hagan así serán condenados a la
pena antes indicada, pero además ordenan que si fuere menester será enviado un
hombre, o dos o tres a costa de los propietarios rebeldes para matarlos (a los
perros) allí donde quiera que los encontrasen, eceptuando de esta medida a los
perdigueros, recuerdan de nuevo la tenencia de un solo perro por hato, pero si
hato es de puercos se autoriza a tener uno de los grandes, permitiéndose la
existencia para conservación de la raza, solamente dos perras de las grandes,
las cuales además debían esta en posesión de Cristóbal de Valdespino una, y la
otra en poder de Juan Méndez...mientras en la tierra estuvieren, y si non que
sea la de Fernando de Llerena (guanche). Estos animales debían estar cuidados y
vigilados por los datarios, de los contrario serían sacrificadas sin
conmiseración.
A pesar de la dureza impuesta por
el cabildo con animo de eliminar a los perros, sus esfuerzos no se veían
coronados por el éxito apetecido por el adelantado, y como consecuencia
arremeten contra los gomeros en un intento de expulsarlos del país. Así en la
sesión de cabildo celebrada el 20 de Diciembre de 1504, el regidor Lope
Fernández...dixo que es pública boz e fama que los dichos gomeros son ladrones
y estruyen los ganados y que sabe que venden cera y no tyenen colmenas, quebrantando
las ordenanzas que cerca desto está fecho; y que tryan puercos, de noche, en
casa de Antón Martín sardo el hortelano; y que siembran dos o tres e que los
otros non siembran y que tyenen perros y andan a monte por los ganados y se
destruyen, y que son vagamundos, que por tanto es su voto que salgan de la
tierra porque es servicio de Dios y de sus Altezas.
En los primeros tiempos de la
conquista, los naturales de Tenerife, eran denominados indistintamente como
gomeros o guanches, el echo de ser condenados a la expulsión de la tierra,
equivalía a ser vendidos como esclavos en
los mercados españoles de Sevilla o Valencia. Una de las excusas
empleadas por el adelantado y sus acólitos para continuar las razzias entre los
bandos que fueron de paces, era precisamente el acusarles del incumplimiento
por parte de éstos, de los bandos dictados por el cabildo, sabiendo de antemano
que los guanches ni entendían el castellano ni se acercaban por los poblados de
los conquistadores, empleando éstos, este ardid para continuar su comercio de
rebaños humanos, -única fuente saneada de ingresos con que contaban en aquellos
momentos. Como ejemplo de lo expuesto nos puede servir el echo del apresamiento
por parte del adelantado Fernández de Lugo, de doscientos guanches de Adeje,
que, fueron atraídos con el pretexto de que iban a ser bautizados, prestándose
uno de los secuaces de Lugo, en asistir a la farsa disfrazado de Obispo. Así
pagó el adelantado a sus aliados Adejeros, que eran uno de los "bandos de
paces", y habían contribuido a la conquista de la isla apoyando a los
españoles, los capturados fueron
vendidos en los mercados esclavistas de Sevilla y Velencia. El 25 de Marzo de
1505, continua insistiendo el adelantado sobre el tema de los canes, lanzando
otro pregón recordáíido de nuevo la tan consabida ordenanza sobre los perros,
dando un plazo de 15 días para que maten a todos los perros de la isla, excepto
claro está de uno por cada hato. Quedando una vez apercibido...que no se pueda
eximir el señor-del perro aun que diga que sus esclavos o criados los trayan
en t trava.
El adelantado continua su
personal cruzada contra los perros con una perseverancia digna de mejor causa,
así en la sesión del 23 de Noviembre de 1506 insiste sobre el tema, en esta
ocasión decide que parte del dinero de las multas aplicadas a los infractores
se destine al pago de salarios para quienes oficien de verdugo de los canes. El
23 de Octubre del mismo año habían decretado que, cada persona que matara a un
perro salvaje se le pagara una dobla de oro, a pesar de estas medidas
continuaba siendo infructuoso los intentos del adelantado por erradicar a los
perros de la isla, incluso algunos regidores se niegan a matar a los suyos, tal
como deja expuestos el regidor Guillen Castellano(Canario), en reunión del
cabildo del 15 de Noviembre de 1507 manifiesta su deseo de abandonar la empresa
que le fue encomendada, con los siguientes términos:...Guillen Castellano dixo
que por cuanto él tenya cargo de fazer matar los perros desta isla juntamente
con Alonso de las Fijas e que los regidores non quieren matar sus perros, quél
desistía del dicho cargo que tenya e que non lo quiere más usar. Pidiólo por
testimonio. A pesar del alegato de Guillen Castellano los regidores no le
permitieron renunciar al cargo obligándole a continuar en el mismo, a pesar de
que éste insistía en que: “..él es onbre honrrado e que non quiere ser juez de
los perros...Como el posible lector puede” apreciar por los renglones que
anteceden, la saña desatada por el adelantado Alonso Fernández de Lugo, contra
los perros de Tenerife, sólo fue comparable a la que le animó contra los
guanches. ¿Le abría mordido algún perro de presa Canario?
Eduardo Pedro García Rodríguez
Miembro de la Asociación Sociocultural
Kebehi Benchomo. (La Laguna) Febrero
de 2001
(Archivo personal de Eduardo
Pedro García Rodríguez)
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