UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1571-1580
CAPITULO X-XII
Eduardo Pedro García Rodríguez
1572 febrero 19.
VENTA
DE UNA CASA Y UN CERCADO SOBRE LA ACEQUIA QUE SALE DE LA BAGACERA. Agüimes.
“Bartolomé de Tovilleja, v.º de la villa, vende a tributo y censo perpetuo de 2 dbs. anuales a Lázaro
Martín y María Caballera, su mujer, vs. de la villa, una casa baja pequeña que hizo Lope Gil y está dentro de un cercado
de pan sembrar en que podrá
haber una fan. y media
de sembradura, y un pedazo que linda con este cercado a la parte de
abajo sobre la acequia que sale de La Bagacera, que podrá ser media fan. de
tierra; en total, dos fans. de tierra
en el Ingenio de la
villa, todo lindando por la
parte de arriba y de un lado con tierra que dicen [roto] de los herederos
del Fiscal, por abajo
[roto] Martín Castellano, solares y tierra del
otor- gante. El pedazo
de media fan. lo
han de cercar
conforme vienen las albarradas de dicho cercado [roto] y otra
a dar sobre dicha acequia de La
Bagacera. El tributo
comenzó a correr desde 1 de mayo
de 1571.
Ts.: Martín Pablos, Jorge Pérez, Diego Gutiérrez y Alonso Ortiz, vs. de la villa.- A ruego y por testigo,
Martín Pablos.”
(Rafael Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín Santiago. Génesis y desarrollo de
Ingenio durante el siglo XVI)
1572 febrero 19.
VENTA DE UNA CASA EN EL
INGENIO DE LA VILLA, JUNTO
AL CERCADO DEL fISCAL.
Ingenio de Agüimes.
“Amador Lorenzo
vende a Alonso Hernández, mercader, v.º de la villa, una casa en el Ingenio de la villa que fue de María Luis, viuda de
Manuel Hernández, que
linda por una
parte con casas
de Blas Francisco, por
las espaldas con el cercado
del Fiscal, por abajo
con la casa de los herederos de
la dicha María Luis y su marido, y por
la puer- ta con la
cocina, con todo
lo demás anejo,
en precio de
22 dbs. en dineros
de contado.
Ts.: Diego de Tovilleja, [roto] González Marrero y Rodrigo
Álvarez de León, vs. de la isla.
NOTA: Siguen el acta de toma de posesión de la casa el mismo
día, y reconocimiento de Hernández
de no
haber pagado y adeudar
las 22 dbs. Pero, en
escritura de 5 de agosto de 1572,
Hernández devuelve la casa a Lorenzo
por no quererla
sin que se obligase
a la venta Martía Rodríguez,
mujer del vendedor, cosa que no se ha
hecho y, por tanto, no ha pagado las 22
dbs.”
(Rafael Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín Santiago. Génesis y desarrollo de
Ingenio durante el siglo XVI)
1572 Marzo 19. El segundo
proceso no sacado en auto de fe, digno también de llamar la atención, fue el
seguido á Dña. Ana Cibo de Sobranis, respetable y virtuosa Señora, que solo
tenia el defecto, muy común en su tiempo, de creerse iluminada por el
Espíritu-Santo, de estar en comunicación con Dios y dotada del don de hacer
milagros. Esta buena Señora, como todas las que tienen la desgracia de estar
sujetas á esa clase de alucinaciones, buscaba ardientemente los medios de
obtener su perfección, destruyendo su salud corporal para fortalecer la
espiritual. Resulta de su proceso, que el 19 de Marzo de 1572 se presentó
espontáneamente al Inquisidor Fúnez, aconsejada tal vez por su tío el presbítero D. Cristóbal de Sobranis, y
declaró: que hacía tres años había encontrado en Guía, donde vivía entonces con
su hermana Dña. Gerónima, á un fraile de la orden de San Francisco, llamado
Antonio del Jesús, quien, conociendo su religiosidad, le había ofrecido unas
cuentas benditas, y una cruz negra, que tenían la facultad de sacar a1mas del
purgatorio, cuyos objetos le regaló al día siguiente, en el acto de darle la
sagrada comunión. Que posteriormente siguió una larga correspondencia con el
fraile, y en ella le indicaba el religioso, que Dios se le había aparecido y
hablado, mandole, que le enviase algunas formas consagradas, para que en un
relicario las llevase siempre consigo. Que no habiendo podido hacer el
relicario, el fraile le remitió en una cajita de madera, nueve hostias,
advirtiéndole, que allí iba encerrado el niño Jesús; por lo cua1, desde
entonces, creyendo en su sencillez no cometer sacrilegio alguno, le acompañaba
la cajita, llevándola. siempre consigo, hasta en los instantes que consagraba
al sueño, y dirigiéndole cariñosas palabras.
Esta estraña relación, hija de un
cerebro enfermo, fue consignada en el libro de testificaciones, recogiendo el Santo oficio las especies
consagradas, y dejando olvidado el suceso, sin darle más importancia.
Pero, algunos años después,
creciendo en santidad la fama de Dña. Ana, el Sr. Obispo que era entonces D.
Cristóbal Vela, la escudó con toda su autoridad, y se constituyó defensor y
encomiador de sus virtudes.
Por este tiempo, esto es, en 1576
y 1577 el Sr. Obispo tuvo serios encuentros con el Inquisidor, porque se había
permitido procesar y encerrar en una prisión al Canónigo Alonso de Valdés, que
ejercía el cargo de notario de secretos del Santo oficio.
Tanto el Inquisidor como el
Obispo pretendían corresponderle el conocimiento de la causa, y en este
conflicto se acudió al Consejo Supremo, de donde vino una instrucción para
proceder contra el Prelado, que Fúnez recibió con gran satisfacción, y de la
que se dió pública lectura en el Tribunal, el 11 de Abril de 1577.
No nos parece aventurado suponer que
el Fiscal, que lo era ya el Bachiller José de Armas, instigado por los
Inquisidores, deseosos de mortificar al Sr. Obispo, le mandaran, sacase a su
proceso la testificación anterior, y armado con esta declaración de sacrilegio,
presentase un escrito furibundo como en efecto lo hizo en Junio de 1580, en el
cual acusaba á la pobre é ilusa Sra, de autora y receptadora de herejes, y
aprobadora de herjías.
No seguiremos la causa en toda su
tramitación, porque ese trabajo lo dejaremos para ocasión más oportuna, y solo
diremos ahora, que declararon en su favor las personas principales, que la
defendió el Doctor Lercaro; que calificó el proceso el célebre fr. Basilio de
Peñalosa; y que enviada á la
Suprema, recayó auto absolutorio el 17 de noviembre de 1580,
que se comunicó y llegó a Las Palmas en Mayo de 1581.
Preveníase en el auto, que se la
pusiese inmediatamente en libertad, y se la restituyese en su buena opinión y
fama, de manera que el pueblo entendiera que
en ella no hubo culpa ni otra causa para prenderla, y se añadía en el
oficio que acompañaba la resolución del proceso, que se leyera ante las
personas más respetables de la ciudad.
Así tuvo lugar en efecto, en los
salones de la Inquisición
el 24 de Mayo, á presencia del Tribunal, del Fiscal Armas, y de los
eclesiásticos D. Pedro de León Maestrescuela, D. Cristóbal del Castillo
Maldonado, Prior, D. Pedro Salvago, arcediano de Fuerteventura D. Bartolomé
Cairasco, D. Ambrosio López, Licenciado Gustillo, y Alonso de Valdés,
canónigos, y de los vecinos Gaspar de Olivares regidor, Bernardino Riveról,
Bernardino García y Lorenzo de Palenzuela.(Agustín Millares Torres; 1981)
Como éstas versaban, con pocas
excepciones, sobre atentados contra el pudor, y abuso en el ejercicio de sus
tareas espirituales, no nos es posible entrar en pormenores, que sin embargo, podrían adivinar fácilmente nuestros
lectores.
Más, para que nada de lo que
adelantamos en esta obra pueda quedar sin compro-bación, diremos, con relación
á esta época, y á esta clase de procesos, que uno de los más notables fue el
que se siguió al padre fray Pedro de Hinojosa, del convento de San Francisco de
Las Palmas, por solicitaciones en el confesionario.
Dió principio la causa por denuncia del fiscal, en echa 15
de Diciembre de 1579, quedando concluso en los días siguientes; oyéronse
algunas testigos, hijas de confesión del fraile, entre las cuales las había
solteras, casadas y viudas. En sus declaraciones no vacilaron todas en dirigir
estupendas acusaciones al reo, que siempre calificó sus dichos de odiosas
calumnias de sus enemigos.
Por las razones que antes hemos
expuesto, nos abstendremos de insertar aque1las declaraciones, ni aun los
versos que constan en la causa, y que les dirigía a algunas al- dar la absolución, concluyendo por decir,
que estuvo siempre negativo, aunque á pesar de ello fuera condenado por el
Santo oficio, a que, en presencia de los Prelados de las órdenes, de sus
compañeros y de los curas de la parroquia, se leyese su sentencia.
En ésta se mandaba, que fuese
severamente reprendido, que abjurase de levi, que se abstuviese de confesar
hombres y mujeres; que estuviese recluso tres años en un convento, privado
dicho tiempo de voto activo y pasivo; que fuese el último del Coro y
refectorio, y por último que se le diese disciplina en el Capítulo de su
convento, á presencia del Guardian y de los frailes, sus hermanos.
Consta de la causa que e12 de
Mayo de 1584 cumplió su reclusión en el convento de San Francisco de la Laguna, pero no que saliera
en ningún auto.(Agustín Millares Torres; 1981)
1572 Abril. Siguen las correrías de los Corsarios franceses en las
Islas Canarias. En Abril, un Corsario Hugonote desembarca con 70 hombres en las
isla de Titoreygatra (Lanzarote) y se enfrenta a las Milicias de la isla las
cuales estaban bajo al mando del colono Don Agustín de Herrera. El Corsario
lleva la peor parte, el conde le da muerte y 20 de sus hombres son capturados,
siendo los demás puestos en fuga, huyendo hacia su barco.
En el mes de mayo del mismo año, 4 Naos francesas desembarcan 300 hombres en la misma isla con el objeto de liberar a sus camaradas, que mientras tanto habían logrado fugarse robando una embarcación. De Titoreygatra (Lanzarote) pasan a la Gomera con la esperanza de sorprender a alguna de las naves de la Flota de Indias que al mando del Capitan General Juan de Alcega había arribado al puerto de la Villa de Ipalam (San Sebastián).
Tras verse frustado este proyecto ya que la Flota había partido hacia el Puerto de Winiwuada n Tamaránt (las Palmas de Gran Canaria), capturan en el sur de esa isla al barco del Capitán Juan Gallego donde viaja el inquisidor español Pedro Ortiz de Funes, comisionado para el rescate de cautivos en el continente.
1572 Abril 2.
Volvieron a reanudarse las
operaciones militares contra el Archipiélago por parte de los corsarios
hugonotes. En abril de 1572 un navío corsario se presentó delante de la isla de
Lanzarote, en cuyas costas desembarcó 70 hombres. Al instante las milicias,
capitaneadas por el conde don Agustín de Herrera y Rojas, acudieron al
palenque, y en breve espacio de horas dieron muerte a su jefe, mientras
capturaban 20 prisioneros y obligaban a reembarcar a los restantes. Sin
embargo, el buen trato de los lanzaroteños con los franceses fué una vez más
escasamente agradecido, pues los corsarios supieron aprovecharse de él para
preparar días después la fuga, que fué coronada por el éxito.
Un mes más tarde, en mayo de
1572, otras cuatro naos francesas atacaron la isla de Lanzarote, poniendo en
tierra 300 hombres que penetraron hacia el interior, hostil izados sin tregua
en sus flancos por las milicias isleñas. Parece ser que el objeto de los
expedicionarios, aparte las acostumbradas depredaciones y robos, era rescatar a
los 70 franceses de la anterior incursión, que juzgaban todavía prisioneros, y
que al enterarse de su liberación decidieron reembarcar para seguir merodeando
por las aguas insulares en busca de alguna buena presa. De Lanzarote los
corsarios se dirigieron a La
Gomera, en cuyas costas capturaron algunas barcas de
pescadores, siendo testigos de la parsimoniosa entrada en San Sebastián de la
imponente flota de Indias, que, al mando del capitán general Juan de Alcega,
fondeó con sus 11 navíos en la bahía al resguardo
de sus propios cañones y los de la Torre del Conde.
En efecto,
habiendo zarpado Juan de Alcega de Sanlúcar de Barrameda en los primeros días
de junio de 1572 (mientras quedaba rezagado en el puerto andaluz su almirante
don Antonio Manrique de Lara con el resto de la flota), la citada división de
la misma fué divisada por los atalayeros del Puerto de la Luz en la madrugada del sábado
21 de junio del año citado, mientras en la ciudad, con motivos sobrados de
alarma por la reciente presencia de corsarios y piratas en sus aguas, eran
dadas las señales acostumbradas de rebato, y acudían al puerto todas las
compañías de milicias, llevando a su frente al gobernador Juan Alonso de
Benavides y al capitán general Pedro Cerón.
Tropezando la flota de Indias con
tiempo adverso no pudo ganar el Puerto de la Luz, pues permanecieron los navíos en maniobras
por espacio de dos días sin alcanzar su propósito, dando entonces órdenes el
capitán general Alcega de dirigirse a San Sebastián de La Gomera para hacer la aguada
de costumbre y reponerse de víveres.
De esta manera, las milicias de
Gran Canaria no supieron la verdad de lo ocurrido hasta el martes 24 de junio
de 1572, día en que el almirante de la flota, don Antonio Manrique, fondeó en
el Puerto de las Isletas con otros cuatro navíos, mientras otros cinco más,
procedentes de Cádiz, lo hacían el miércoles siguiente. La presencia de la
segunda división de la flota despertó el mismo temor y alarma que la primera,
aunque pronto las señales pacíficas de los navíos llevaron de nuevo la calma a
las aguerridas huestes movilizadas por el capitán general Cerón.
Mientras tanto, el capitán
general Alcega permanecía en San Sebastián de La Gomera, espiado de cerca
por los piratas franceses, impotentes para atacarle en conjunto, pero siempre
avizores para caer sobre alguna embarcación rezagada. Ello dió pie al almirante
Manrique de Lara para proseguir la travesía por el Atlántico, mientras dejaba
en Las Palmas pliegos secretos con el derrotero a seguir, aunque bien es verdad
que pocos días más tarde Juan de Alcega, después de haber rendido por cansancio
a los corsarios, pudo seguir también sin contratiempos su travesía abandonando
el puerto gomero. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1572 Abril 10.
CONTRATO PARA MATAR TRES PERROS SALVAJES QUE ANDAN EN
EL BARRANCO DE GUAYADEQUE.
Agüimes. “Juan Rodríguez de Cubas, Cristóbal
Hernández, Bartolomé de Casorla y Juan
López el Mozo, como criadores y vs. de la villa, deben pagar a Juan de la Peña, v.º de la villa, 12
dbs. para que mate a tres perros salvajes (dos machos y una hembra –uno
de color encerado, el otro y la hembra
de color bermejo) que matan
el ganado salvaje
y andan en
el Barranco de Guayadeque. Ha de matarlos de hoy en
treinta días, entregándoles los cueros
de las cabezas, con las orejas, de los perros. Si no los mata a los tres en ese
plazo, sino uno o dos de ellos, sólo le pagarán a 4 dbs. por cada uno.
Ts.: Martín de Mireles, Alonso Casado, Francisco
Hernández, vs. de la villa.- A ruego y
por testigo, Martín de Mireles.” (Rafael Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín Santiago. Génesis y desarrollo de
Ingenio durante el siglo XVI)
1572 Mayo.
Conocemos por un proceso de la Inquisición que por el
mes de mayo de 1572 zarpó de la isla de Wigth un navío de 30 toneladas apodado El Dragón propiedad, según la confusa ortografía
española, de Enrique y Tomás Huic y de Enrique Cleitrquey, con el propósito de
dirigirse a las Indias Occidentales. A su paso por Canarias los ingleses
desembarcaron en Tenerife para hacer aguada y recoger vituallas dirigiéndose
seguida-mente aun puerto inidentificable, Florin, al parecer en las cercanías
de Cartagena de allí los ingleses establecieron relaciones con otros
compatriotas suyos naturales de Plymouth, a los que llaman los documentos
españoles Francisco Egrey y Juan de Egrey (¿acaso Francis y John Drake?) que con otras dos embarcaciones se dedicaban
a iguales menesteres. Los piratas, después de robar dos o tres fragatas
españolas y recorrer las costas de Nicaragua, arribaron a la isla de Cuba, en
la que desembarcaron algunos de los prisioneros, prosiguiendo su navega ción de
retorno con dirección a Inglaterra.
A la altura de las Canarias un
fuerte temporal separó al navío británico de una de sus presas, y entonces,
confabulados los prisioneros de la fragata española contra sus guardianes, lograron
en un golpe de audacia desarmar a los ingleses, dirigiéndose entonces a
Lanzarote y Fuerteventura, en cuyo Puerto de Cabras desembarcaron con el único
superviviente inglés, Robert Octon, a quien entregaron a las autoridades.
La posesión del navío, trasladado
al puerto de Salinas, en Gran Canaria, dio luego pie a las disputas del juez de
Registros de Indiag y de los inquisidores, interesados en incautarse por
contrapuestas razones de la embarcación apresada.
Por esta misma fecha tres navíos
ingleses de piratas luteranos hostilizaron en distintos días a las poblaciones
costeras de la isla de El Hierro, robando y profanando imágenes y objetos del
culto. Además, distrisbuyeron por doquier panfletos protestantes en los que
recomendaban a los naturales "que
fuesen evangelistas y no papistas". En: A. Rumeu de Armas, 1991)
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