En San Miguel de Abona, Tenerife.
Si observamos el paisaje
rural del Sur de Tenerife es fácil percatarse de la existencia de tuneras e
higueras diseminadas por doquier. Estos son vestigios de una época en la que
estos cultivos jugaron un papel muy importante en la economía insular, sobre
todo a lo largo de los siglos XIX y XX.
La tunera es originaria
de América y fue introducida en las Islas Canarias a raíz del descubrimiento de
este continente. La higuera por contra es el único frutal que existía en
Canarias antes de la conquista. Existen evidencias arqueológicas que demuestran
que los higos de leche eran consumidos por los aborígenes canarios en la época
de la preconquista.
Es a partir del primer tercio del siglo XIX cuando se inicia el cultivo en masa de la tunera en el sur de Tenerife. Son las Sociedades Económicas De Amigos del País las impulsoras de este proceso, movidas por el deseo de buscar en el cultivo de la cochinilla una alternativa para el desarrollo de la empobrecida economía insular. La cochinilla, utilizada como tinte natural para la industria textil, se recolectaba, se secaba al sol y se enviaba a destinos tan distantes como Inglaterra, el Extremo Oriente o los Estados Unidos de América.
Las economías de algunos
municipios sureños como Granadilla de Abona, San Miguel de Abona o Guía de
Isora experimentaron un auge muy importante al amparo del comercio de la grana.
Esto fue así hasta el primer tercio del siglo XX, donde la aparición de los
colorantes sintéticos provocó la caída de la cotización de la cochinilla en los
mercados internacionales, llevando posteriormente al abandono de su
explotación.
El secado de los frutos de la tunera y la higuera también fue muy importante para el sustento de la población insular en los años de mayores penurias y dificultades económicas. Así, los frutos se recolectaban en verano y eran consumidos frescos en el momento, o bien se secaban al sol o en hornos, los de la tunera previamente pelados, y se almacenaban para comerlos más tarde en invierno, cuando la escasez de alimentos era mayor.
El secado de los frutos de la tunera y la higuera también fue muy importante para el sustento de la población insular en los años de mayores penurias y dificultades económicas. Así, los frutos se recolectaban en verano y eran consumidos frescos en el momento, o bien se secaban al sol o en hornos, los de la tunera previamente pelados, y se almacenaban para comerlos más tarde en invierno, cuando la escasez de alimentos era mayor.
Los frutos
frecuentemente se utilizaban como moneda de cambio. Así, en el Sur de Tenerife,
los higos pasados se daban en trueque a cambio de pescado de la zona, castañas
o lechones procedentes del norte de la isla. En ocasiones, parte del pago a los
peones de las fincas hacía con los frutos de la tunera.
El Área de Aguas y
Agricultura del Cabildo Insular de Tenerife, consciente del importante papel
que en el pasado jugó los cultivos de tunera y la higuera, organiza junto con
el Ayuntamiento de San Miguel de Abona las "I Jornadas sobre la Tunera
y la Higuera", las cuales tendrán lugar del próximo 30 de octubre al
de noviembre en el salón de actos del museo Casa El Capitán de San Miguel de
Abona.
El objetivo de estas
jornadas es doble. Por un lado rendir tributo a los agricultores que hicieron
posible y mantuvieron estos cultivos, los cuales contribuyeron al sustento de
personas y ganado durante mucho tiempo. Por otro, dar una visión de las
posibilidades presentes y futuras de los mismos, de tal forma que estas sirvan
con punto de encuentro de todas aquellas personas con las mismas inquietudes,
para lograr crear un grupo de trabajo que estudie las posibilidades de transformación
y comercialización de los diferentes productos que se pueden obtener tanto de
la higuera como de la tunera.
(Redacción BienMeSabe / Desarrollo Rural. Publicado en el número 125)
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