jueves, 1 de octubre de 2015

LOS MAJANOS DEL REINO DE YCODEN






 Mucho se ha escrito, de un tiempo a esta parte, entorno al  polémico tema de Los Majanos o Pirámides Canarias.           Fundamentalmente existen dos posturas encontradas sobre su origen. De una parte la ciencia oficial, liderada por arqueólogos e historiadores, defensores a ultranza de que su origen se encuentra en el amontonamiento de piedras, que hacían los campesinos, con el objeto de limpiar los terrenos circundantes para ser utilizados posteriormente para su uso agrícola. De otra parte, llamémosla  postura heterodoxa, áquella que lejos del corporativismo académico, con el apoyo de arqueólogos e historiadores disidentes de la ortodoxia oficial, y formada fundamentalmente por investigadores independientes, no subvencionados y no alineados con tesis oficiales, que defienden el origen prehispánico para los Majanos.

 Pirámides de Chacona – Güímar
A decir verdad, y a partir de la publicación del libro Las Pirámides de Güímar mito y realidad de Antonio Aparicio Juan y César Esteban López, se abrió paso una tercera vía para explicar el posible origen de las pirámides, eso si, circunscrita a los Majanos de Chacona (Guímar), puesto que no explica el origen de las pirámides del resto de las Islas, que adjudica una autoría masónica de las misma.
Desde el redescubrimiento de las citadas Pirámides de Chacona (Guímar) y posterior publicación del libro Las Pirámides de Canarias y el Valle Sagrado Guímar,  de Emiliano E. Bethencourt, Francisco P. de Luca y Francisco E. Perera, mucho se ha escrito a favor y en contra del argumento central que se expone y desarrolla en este libro “La autoria guanche en la construcción de los Majanos Piramidales”.
Llegados a este punto cabe señalar que existen, entre otras pruebas a favor de su origen prehispánico, la siguientes: Mediciones astronómicas serias de estas construcciones piramidales, que apuntan a su uso a modo de reloj astronómico, referencias en las Datas de Tenerife a las mismas, cuando se repartidas las tierras de la recién conquistada Isla de Tenerife entre sus nuevos dueños, además, son citadas por cronistas cercanos al momento de la conquista de las Islas, como es el caso de Fray Juan de Abreu y Galindo. Muchas son las referencias y cada una de ellas necesitarían un trabajo de investigación separado.
 En el caso concreto de Icod de los Vinos, tenemos hermosos ejemplos de estos Majanos Piramidales en distintos puntos del Término Municipal. Ejemplos de ellos son: La elegante Pirámide pentagonal de Santa Bárbara, situada en la que fuera santidad vieja de Icoden, el conjunto piramidal, formado por tres construcciones de este tipo, que se encuentra enla zona de La Centinela, y que aparecen alineados a una especie de terraza o plaza ceremonial, las pirámides de San Marcos, a escasos 20 metros de  la cueva funeraria de los Guanches de la Playa, las pirámides del Amparo, en la cabecera del Casco de Icod, los restos de la desgraciadamente desaparecida Pirámide del Almendral de La Mancha – la de dimensiones más grandes de todas las conocidas – aquella que mencionara R. Verneau en su libro Cinco Años de estancia en las Islas Canarias, tan cercana al auchón del Cardonal, y que junto a otras pirámides de menor tamaño, compartían espacio con ese conjunto habitacional, y que por otro lado, es firme candidato a ser morada del último Mencey del Reino de Icoden Belicar.
Hay varias más a lo largo y ancho del municipio, que serían el objetivo de un trabajo más largo y profundo  y que por falta de espacio no es momento de extenderse sobre el tema.
A modo de conclusión, y sin que suene a reproche, solo dos apuntes más: uno,  y con arreglo a lo dicho anteriormente, creo sería deseable una investigación seria, pública o privada, sobre estas construcciones piramidales, al igual que en Güímar. Y dos, aún admitiendo la autoria campesina de los Majanos Piramidales de Icod de los Vinos, me pregunto ¿No son acaso monumentos exépcionales, erigidos por nuestros antepasados? Es decir  un patrimonio etnográfico, de belleza singular, que merece, por tanto, ser conservado, protegido y , en algunos casos, restaurado. (Miguel E. Delgado López)
          

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