miércoles, 18 de junio de 2014

VICENTE JORGE DORTA





1928 abril 23.

Nació en la cuesta de Chacaica de Güímar, a las once de lamañana, Vicente Jorge Dorta (1923-2013), coadjutor de Guimar, párroco de Arafo, Fátima y Lomo de Mena, profesor de religión, arcipreste, capellán de las misioneras de Nazaret, promotor de un monasterio, medalla de plata de Guiumar e hijo adoptivo de Arafo.

Recientemente nos han dejado dos sacerdotes de gran carisma en el Valle de Güímar y en toda la isla: el grancanario fray Jesús Mendoza González, prior de los dominicos, rector del Santuario de la Virgen de Candelaria, párroco de Santa Ana e Hijo Adoptivo de la Villa Mariana, donde da nombre a una calle; y el güimarero don Vicente Jorge Dorta, párroco emérito de Arafo, al que vamos a dedicar el presente artículo.

No es frecuente que tres hermanos decidan seguir la misma actividad profesional y, menos aún, que coincidan en la vocación sacerdotal. Este es el caso de los sacerdotes güimareros don Hipólito2, don Vicente y don Juan Jorge Dorta3. El amor de estos hermanos por la ciudad natal ha quedado patente, en un rasgo de desinterés y entrega, al donar una hermosa finca de su propiedad situada en la parte baja de la ciudad de Güímar para construir en ella un monasterio, que ellos mismos impulsaron hasta dejarlo en pleno funcionamiento; ello les valió la Medalla de Plata de Güímar y la nominación de una calle.

La vida sacerdotal de Vicente Jorge Dorta transcurrió en su Valle natal, en el que desempeñó los cargos de coadjutor de San Pedro de Güímar; capellán y profesor del colegio “Santo Domingo”, regentado por las Misioneras de Nazaret; párroco de San Juan Degollado de Arafo (durante 53 años); párroco de Ntra. Sra. de Fátima (22 años); párroco fundador de la Santa Cruz de Lomo de Mena (un año y medio); profesor de Religión del Colegio “San Pedro” (15 años), del Colegio “Santo Domingo”, regentado por las Religiosas de Nazaret, y del Instituto “Mencey Acaymo” de Güímar (24 años); arcipreste del distrito de Güímar (6 años); etc. En todos ellos se ganó el cariño de sus feligreses y discípulos, por su sencillez y bonhomía, y así se lo manifestaron en diversos homenajes tributados durante su largo ministerio. Además de las distinciones que recibió conjuntamente con sus hermanos, como reconocimiento a su labor en Arafo se le nombró Hijo Adoptivo de dicha villa, donde también se le dio su nombre a una calle. Asimismo, se le concedió la Medalla de la Virgen del
Socorro, por la que siempre sintió una profunda devoción.

Coadjutor de Guimar, capellan de las misioneras de Nazaret y profesor del colegio “Santo Domingo

Nació en la cuesta de Chacaica de Güímar el 23 de abril de 1928, a las once de lamañana, siendo hijo de don Vicente Jorge Pérez y doña María del Carmen Nicolasa Dorta García, natural ésta del barrio de La Medida. El 5 de mayo inmediato fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol por el párroco propio don Domingo Pérez Cáceres, arcipreste del distrito; se le puso por nombre “Dionisio Vicente” y actuó como padrino don Haroldo Marrero Martín. Y el 31 de diciembre de 1933 fue confirmado en el mismo templo por el obispo Fray Albino González Menéndez-Reigada.

La vida de los hermanos Jorge Dorta estuvo siempre muy ligada a la del recordado obispo Pérez Cáceres4, que era primo hermano de su padre, pues el matrimonio de éste con doña María del Carmen fue el primero que aquel celebró. Además, tanto don Vicente como don Juan nacieron en la misma casa que el recordado obispo.

Volviendo a nuestro biografiado, cursó sus estudios primarios en la escuela graduada de su villa natal, instalada en el edificio del Ayuntamiento, siendo su primer maestro don Leopoldo Mansito. Luego pasó a la escuela pública del barrio de San Juan, donde tuvo como maestro a don Domingo Chico González, quien lo calificó como uno de sus mejores alumnos, a pesar de ser un niño bastante tímido. También fue alumno del Colegio “Santo Domingo” regentado por las Reverendas Madres Hijas de la Santa Casa de Nazaret, en cuya capilla actuó como monaguillo.

Siguiendo la tradición familiar, y gracias a las gestiones del párroco de San Pedro don Matías Batista Díaz, en 1942 don Vicente Jorge ingresó como alumno interno en el Seminario Diocesano de Tenerife, junto a su hermano don Hipólito, tras superar el correspondiente examen  de  ingreso;  contaba  14  años  de  edad.  En  este  centro  cursó  todos  sus  estudios eclesiásticos: ingreso y cuatro años de Latín y Humanidades (1942-1946), tres de Filosofía (1946-1949) y cuatro de Sagrada Teología (1949-1953); a lo largo de su carrera obtuvo  Meritissimus o Matrículas de Honor (entre ellas Religión de 3º de Humanidades, Historia Natural, Música, Derecho Canónico, Pastoral e Historia Eclesiástica) y 24 Valdemeritus o Sobresalientes, en otras tantas asignaturas (Latín, Castellano, Geografía, Religión, Historia Universal, Aritmética, Teodicea, Historia de la Filosofía y Francés, entre otras). Durante esos años le encomendaron la portería del Seminario, estando encargado también de la correspondencia; asimismo fue tornero del comedor y fámulo del rector. Además, recibió los nombramientos  de:  distributario  del  Seminario  Menor,  durante  tres  años;  prefecto  de disciplina del Seminario Mayor, en los últimos años; y responsable de la Obra Misional de la Santa Infancia.

Perteneciente al reemplazo de 1949, no se llegó a incorporar al servicio militar, pues el
4 de julio de dicho año la Junta de Clasificación y Revisión de la Caja de Recluta nº 72 de Santa Cruz de Tenerife le concedió los beneficios de “prórroga de incorporación a filas de 2ª clase por razón de estudios”. El 5 de febrero de 1953 la misma Junta acordó conceder de nuevo a este mozo “los beneficios de Prórroga anual como comprendido en la O.C. de 14 de Diciembre de 1.950 (D.O. nº 285) por hallarse cursando los estudios de la carrera eclesiástica”.

Mientras estudiaba Teología, el 10 de diciembre de 1951 recibió la Tonsura de manos de su ilustre pariente don Domingo Pérez Cáceres; tres días después, el 13 de ese mismo mes, recibió las Órdenes Menores de Ostiariado y Lectorado; y el 23 de agosto de 1952 las de Exorcistado y Acolitado. El 28 de septiembre de 1952 obtuvo el sagrado orden del Subdiaconado; el 20 de diciembre del mismo año, en las Témporas de Navidad, el Diaconado; y finalmente, el 21 de marzo de 1953, antes de acabar el 4º año de Teología, fue ordenado de Presbítero en La Laguna por el mismo sacerdote que lo bautizó, don Domingo Pérez Cáceres, quien también le había conferido las restantes órdenes sagradas.

Pocos días después de su ordenación, el 29 del mismo mes de marzo, recibió el nombramiento de coadjutor o vicario cooperador de San Pedro de Güímar por un período de tres años. Ese mismo día, confiando en sus “dotes de piedad y ciencia” se le nombró capellán de la comunidad de religiosas Misioneras Hijas de la Santa Casa de Nazaret, con sede en la misma localidad. Ambos nombramientos fueron expedidos por el obispo Pérez Cáceres. No obstante, tuvo que continuar en el Seminario hasta el mes de junio, en que acabó sus estudios, siendo ya sacerdote.

El día 5 del inmediato mes de abril de 1953 (festividad de la Resurrección del Señor), a las seis de la mañana, don Vicente Jorge celebró solemnemente su primera Misa en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de su villa natal, siendo su presbítero asistente el párroco de San Pedro don Matías Batista Díaz; actuaron como padrinos de Altar sus hermanos sacerdotes don Hipólito y don Juan Jorge Dorta; padrinos de Honor lo fueron don Radamés Polegre Socas y doña Ángeles García de Polegre; y padrinos de Mano don Manuel Cejas Rodríguez y su hermana doña Emelina Jorge Dorta; ocupó la tribuna como orador sagrado don Leopoldo Morales Armas.

En el período que permaneció como coadjutor de San Pedro de Güímar, don Vicente Jorge colaboró con dos párrocos, don Matías Batista Díaz y don Miguel Hernández Jorge. Asimismo, estuvo al frente de su parroquia natal en varias ocasiones: cura encargado el 26 de julio de 1953; cura sustituto del 6 al 11 de julio de 1954 y el 29 de agosto inmediato; y de nuevo cura encargado del 20 de septiembre al 17 octubre de ese mismo año.

El 1 de octubre de 1953 recibió el siguiente nombramiento: “teniendo en cuenta las dotes de ciencia y virtud del Pbro. Don Vicente Jorge Dorta, y hallándose vacante el cargo de Profesor de Religión del Colegio de Enseñanza Media denominado San Pedro, lo nombramos Profesor del mencionado Colegio de Enseñanza Media por el presente curso y sucesivos”. Perteneció al claustro de profesores de este centro durante 15 años, hasta su cierre definitivo en el verano de 1968, al inaugurarse la Sección Delegada de Güímar (posterior Instituto “Mencey Acaymo”).

La vinculación de don Vicente Jorge con el barrio de Fátima se remonta al año 1954, en que donó para su proyectada iglesia la imagen de la Virgen de Fátima, que fue bendecida el 13 de mayo de dicho año, actuando como padrino el propio donante; tras la bendición fue llevada en procesión hasta el lugar donde se puso la primera piedra del futuro templo del barrio. Pero mientras éste se construía, dicha imagen permaneció en un salón particular. Asimismo, mientras estuvo de coadjutor en Güímar se trasladó con frecuencia a Arafo, para auxiliar a su anciano párroco don Hildebrando Reboso Ayala.

El 25 de junio del citado Año Mariano, 1954, se le concedió licencia para participar en la peregrinación que se organizó por diferentes ciudades europeas, expidiéndosele además certificado de que era “sacerdote de buena vida y costumbres, y que se hallaba en el uso corriente   de   sus   licencias   ministeriales”.   En   ese   viaje   visitó   Italia,   deteniéndose especialmente en Roma, Suiza, Francia, con emotiva visita a Lourdes, y parte de España, en especial Santiago de Compostela, aunque también recorrió otras localidades del Norte y Cádiz en el Sur.

Párroco de Arafo y responsable de las vocaciones sacerdotales del arciprestago

El 19 de septiembre de 1954 quedó encargado de la parroquia de la Degollación de
San Juan Bautista de Arafo, por enfermedad y avanzada edad de su párroco propio don Hildebrando Reboso. Tres meses después, el 4 de diciembre de ese mismo año, el obispo Pérez Cáceres expedía en La Laguna el siguiente nombramiento:

Hallándose gravemente enfermo el Sr. Cura Párroco de la de San Juan Degollado del pueblo de Arafo, Arciprestazgo de Güímar, y confiando en las dotes de virtud, ciencia y prudencia del Pbro. D. Vicente Jorge Dorta, por la presente venimos en nombrarlo y lo nombramos Cura Regente de la expresada parroquia de San Juan Degollado de Arafo, con todos los derechos y obligaciones que competen a los párrocos, incluso la de aplicación de la Misa pro populo, a tenor del Canon 475, párrafo 2.5 Comenzaba así la dilatada y fructífera etapa de don Vicente Jorge al frente de la parroquia de Arafo, en la que permaneció como cura regente durante cinco años, mientras continuaba desempeñando la Capellanía de las Monjas nazarenas. Además, en estos primeros años asumió la presidencia de la Hermandad del Santísimo Sacramento que existía en dicha parroquia, y que se disolvió hacia 1957.

El  1 de octubre de 1956 se le nombró profesor de Religión del Colegio “Santo Domingo” de Güímar, regentado por las religiosas de Nazaret, en el que había estudiado, ratificándosele igualmente como capellán de éstas.

El 9 de mayo de 1958 se le concedió licencia para realizar un segundo viaje al extranjero, pero esta vez como capellán del barco “Begoña”, que hacía viaje a América cargado de emigrantes canarios. Partieron de Santa Cruz y arribaron al puerto de La Guaira; de allí pasaron a Curazao, Jamaica y a las islas caribeñas de La Antigua y San Cristóbal; de éstas regresaron a Tenerife. Pero no concluyó aquí el viaje, pues el barco se hizo de nuevo a la mar y se dirigió a Vigo y Southanthon; de aquí regresó a La Coruña, donde don Vicente Jorge desembarcó e inició un recorrido por la Península. De este modo visitó Madrid, Andalucía, Aragón y Extremadura, de donde pasó a Portugal, con escalas en Fátima y Lisboa. Mientras duró este periplo fue sustituido en la parroquia de Arafo por su hermano, don Juan Jorge Dorta.

En agosto de ese mismo año organizó una Asamblea eucarístico-misional, con motivo de la primera misa del sacerdote-misionero arafero don Héctor María Rodríguez Fariña. La prensa de la época recogió el esfuerzo del párroco, destacando que su “labor sacerdotal, por su alto espíritu, por su tenacidad en el trabajo, es meritoriamente conocida en los pocos años que regenta su parroquia, pues existen en su haber contundentes obras, fruto de un esfuerzo sano y progresivo”6. Al mes siguiente, del 16 al 21 de septiembre de 1958, se ausentó nuevamente de la parroquia, siendo sustituido por el citado presbítero arafero, don Héctor María Rodríguez Fariña.

El joven sacerdote con sus primeros ministros de la parroquia de Arafo, varios de los cuales fueron luego seminaristas. De izquierda a derecha, detrás, don Jerónimo Monje, don Pablo Gutiérrez, don Antonio Mesa, don Vicente Jorge Dorta, don Andrés González Monasterio y don José Díaz. Delante: don Tomás Fariña, don Cándido Mesa, don Tomás Fariña y don Juan Antonio Ruiz.

El 6 de julio de 1959 se le nombró cura ecónomo de San Juan Degollado y años más tarde, en junio de 1976, cura párroco de la misma parroquia, a cuyo frente continuó hasta su jubilación. A lo largo de su dilatada labor ministerial obtuvo importantes logros para su parroquia. Así, gestionó la donación de un solar en la Playa de Lima para la construcción de una ermita dedicada a San Juan Bautista, que fue donado por los hermanos don José Agustín y don Pedro Modesto Campos Rodríguez, en escritura pública otorgada el 1 de junio de 1959. En el año 1961 se bendijo y puso la primera piedra de la ermita de San Andrés en La Hidalga, en solar donado por don Ignacio Rivero y doña Francisca Delgado.

El 21 de abril de 1961 el pro-vicario general de Tenerife le concedió a don Vicente Jorge, como presbítero de la Unión Misional del Clero y mientras estuviese aprobado para oír confesiones, las  siguientes gracias  espirituales:  “bendecir  con  la  sola  señal  de  la  cruz” coronas, rosarios, cruces, crucifijos, pequeñas estatuas religiosas y sagradas medallas; crucifijos hechos en metal o de otra materia sólida; cruces con la imagen de Nuestro Señor Jesucristo; coronas hechas según el tipo de las coronas del Rosario de la B.V. María; así como el “indulto personal de Altar Privilegiado cuatro días a la semana, siempre que no tuviese otro indulto semejante para algún otro día”. Dichas gracias valían por un septenio. Y el 20 de julio de ese mismo año se le autorizó, además, a decir misa en el Colegio “Santo Domingo”, dirigido por las Misioneras de Nazaret, “en Domingos y fiestas de precepto”, por enfermedad del coadjutor don Domingo García Gil.

El 29 de abril de 1962 asistió en Madrid a la Consagración de don Luis Franco Cascón como  obispo  de  la  Diócesis  Nivariense,  que  tuvo  lugar  en  la  iglesia  de  los  Padres Redentoristas de dicha capital, de la que era su rector; actuó como ministro consagrante el nuncio del Papa Juan XXIII, monseñor Antoniutti, ya elevado al Cardenalato.

El Ayuntamiento de Arafo lo nombró “Vocal representante de la iglesia” en la Junta local de Enseñanza Primaria, mientras ésta existió; así ocurrió, por ejemplo, el 27 de marzo de 1963. Desde su toma de posesión y hasta 1974 contó con la incansable colaboración del alcalde don Jerónimo Monje, quien le secundó en sus proyectos con eficacia y equilibrio. El Ayuntamiento, que luego presidió don Domingo Calzadilla Ferrera, continuó manteniendo una estrecha colaboración con la parroquia.

En 1964 fue nombrado por el obispo colector para el mes de octubre en la peregrinación de la Virgen de Candelaria a través de la isla de Tenerife, con el fin de recaudar fondos para la construcción del nuevo Seminario, “con autoridad y responsabilidad exclusiva y de acuerdo a las Normas por Nos dadas, deberá tomar las medidas que crea necesarias en relación con las colectas, recoger cantidades recaudades y donativos y oblaciones de los fieles, llevar el libro correspondiente, dar los recibos a que hubiere lugar, depositar todo lo recaudado y darnos informe de lo obtenido en cada parroquia”. En el citado mes acompañó a la imagen de la Virgen por todos los pueblos del Sur hasta Granadilla de Abona; pero dicho cometido se le prorrogó en el siguiente, por lo que continuó por el Oeste insular hasta el Norte,  recorriendo  todos  los  municipios  comprendidos  entre  Vilaflor  y  San  Juan  de  la Rambla. En esos meses quedó encargado de la parroquia don Prudencio Redondo Camarero.

Al regresar a su parroquia, en ese mismo año 1964 fue nombrado responsable de las Vocaciones Sacerdotales del Arciprestazgo, cargo que desempeñó durante ocho años. Años más tarde, el 3 de marzo de 1982, “confiando en la idoneidad y suficiencia” de nuestro párroco, se le nombró conciliario de “Ultreya” y, por tanto, responsable del Movimiento “Cursillos de Cristiandad” en el municipio de Arafo.

Entre las fechas más emotivas de su largo ministerio, el párroco Jorge Dorta destacaba las Bodas de Oro y Diamante de la llegada de la Virgen María Auxiliadora al pueblo de Arafo, así como el I Centenario de la misma, en 1957, 1982 y 2007, respectivamente, con motivo de las cuales, en el primer año se organizó su solemne coronación; en el segundo año fue nombrada Alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa, por el Ayuntamiento de dicha localidad; y en el tercero se procedió a su Coronación Canónica por el obispo don Bernardo Álvarez; actos que se constituyeron en tres de los acontecimientos más grandiosos vividos en Arafo.

Es de destacar asimismo su trabajo en la potenciación de vocaciones, fruto del cual fue el ingreso de varios feligreses en el Seminario Diocesano, uno de los cuales alcanzó el sacerdocio, don Domingo Albertos, quien ingresó en dicho centro en 1959 y el 21 de octubre de 1972 fue ordenado de Presbítero en la iglesia parroquial de Arafo, en la que al día siguiente cantó su primera misa.

Párroco de Ntra. Sra. Del Roario de Fatimka (Guimar)

La primera vez que don Vicente Jorge estuvo al frente de la parroquia de Ntra. Sra. del
Rosario de Fátima en Güímar fue en el año 1966, pues el 15 y el 17 de julio de ese año se le expidieron sendos nombramientos de vicario sustituto de dicha parroquia, por ausencia del cura ecónomo don Prudencio Redondo Camarero. Años más tarde, el 29 de septiembre de 1970, se le designó cura encargado de esa misma parroquia de Fátima, permaneciendo a su frente, ininterrumpidamente, durante más de dos décadas.

El 5 de diciembre de 1973, el obispo don Luis Franco Cascón le concedió facultad “para poder celebrar una Misa más en los Domingos y días Festivos, pudiendo celebrar tres en los Sábados o Víspera de Fiesta o bien cuatro en los Domingos o Días festivos”, por el tiempo de un año, tal como había solicitado.

Con respecto a su labor en la mencionada parroquia güimarera merece destacarse, en lo material, y a pesar de la modestia del entorno, las mejoras en la ornamentación de la iglesia,  así  como  la  construcción  de  un  espacioso  salón  parroquial.  En  1973  adquirió vestiduras sagradas (albas, capas, etc.) y persianas para el templo. En 1974 se reparó la techumbre de la iglesia; y se adquirieron nuevos altares para el Altísimo y la Virgen de Fátima, adornados con seis candeleros, dos capas (morada y blanca) y elegantes maceteros. En 1975 comenzaron a recaudarse fondos para construir un salón parroquial y una vivienda para el párroco; las obras del salón comenzaron en los años siguientes, de tal modo que en
1980 ya estaban levantadas las paredes, se techó en 1983 y en 1985 se le pusieron puertas, ventanas y luz eléctrica, y se le dotó de bancos. En 1986 se adquirieron mesas para realizar la Catequesis, así como nuevos ornamentos sagrados. En 1987 se compró un nuevo equipo de sonido para la parroquia. Durante su regencia se adquirió por suscripción popular la imagen del Cristo de los Milagros o de la Buena Muerte y las cinco de un Belén; asimismo se trasladó a esta parroquia desde la de San Pedro el Sagrado Corazón de Jesús, primero que se venera en el municipio de Güímar.

En 1973, el párroco Jorge Dorta gestionó la adquisición de un solar para la futura ermita del barrio de San Francisco Javier, que fue bendecido por el obispo don Luis Franco Cascón. Y en 1987 donó al mismo barrio una pequeña pero bella imagen del Santo que le da nombre, en talla de madera.

Nuestro biografiado destacó asimismo en la organización de los actos de las Bodas de Plata de la parroquia, con un nutrido programa de actos religiosos celebrados entre el 26 de noviembre y el  3  de  diciembre de  1988, en  los  que se  vivieron momentos emotivos  y solemnes, como la celebración de la confirmación, varias eucaristías, vigilias, charlas, etc. Sin embargo, no pudo ver hecha realidad la casa parroquial de Fátima, a pesar de las infinitas gestiones encaminadas en tal sentido.

El 12 de octubre de 1992, tras casi 22 años al frente de la parroquia de Fátima (pues sólo faltaron 17 días para cumplirlos), don Vicente Jorge cesó en ella. Con este motivo, el corresponsal oficial de Güímar don Domingo Chico González publicó el 30 de octubre de 1992 en El Día una emotiva semblanza, bajo el título “Vicente Jorge, el párroco que se nos fue”, de la que entresacamos los siguientes párrafos:

Don Vicente es, desde hace muchos años, párroco de la iglesia de San Juan Degollado, de Arafo, pueblo lindero con Güímar, en cuya ciudad nació, y precisamente en la misma casa en que también vino al mundo su otro hermano, don Juan, canónigo recientemente  fallecido,  así  como  nuestro  bien  llorado  obispo  don  Domingo  Pérez Cáceres, familiar cercano en sangre a los dos sacerdotes mencionados.
[...] Don Vicente, este cura nuestro que ahora, siguiendo órdenes superiores, nos deja, continuará siendo siempre un recuerdo bien querido. Su amplia y paternal sonrisa, su mirada franca y ese porte humano y familiar que recuerda, pensando en Evangelio, la llaneza de los que siguieron a Cristo, continuará entre nosotros como una íntima claridad lúdica. Bendeciremos a Dios por haberlo puesto aquí como conductor de almas y seremos suyos en justa contrapartida por tanto amor como nos dio, El y nosotros, de corazón a corazón, mostramos cierta tristeza en esta hora [...].

El cura don Vicente, a Fátima voy, de Arafo vengo, conduciendo su cochecito viejo para recolectar mejor tantas espigas, nos seguirá siendo familiar estampa. ¡Qué cosa más bonita, nacida del rincón del alma donde siempre se engendran los misterios! [...].7
Uno de sus mayores éxitos como párroco de Fátima consistió en la captación de vocaciones, al apoyar y animar la de uno de sus feligreses, don Pedro Jorge Benítez, para que ingresara en el Seminario. El 15 de agosto de 1985, a las siete de la tarde, fue ordenado de diácono por el obispo de Tenerife don Damián Iguacen Borau, en la iglesia parroquial de la Degollación de San Juan Bautista de Arafo; y su ordenación sacerdotal se verificó el viernes
15 de agosto de 1986, en la festividad de la Patrona de Canarias. A los tres días de su ordenación, el joven sacerdote celebró su primera Misa solemne en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, donde había sido bautizado. La repitió al día siguiente en la iglesia de Fátima, a la que había estado vinculado desde su creación, primero como monaguillo de don Vicente y luego como catequista; asimismo celebró una tercera misa en la parroquia de Arafo, a la que acudía con frecuencia siendo seminarista, y en la que se había ganado el aprecio de los feligreses. Tras diferentes destinos, hoy desarrolla su labor de apostolado como cura párroco de San Juan Bautista de La Orotava, así como profesor y bibliotecario del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias “Virgen de la Candelaria”, en la sede de Tenerife.

Párroco fundador de Lomo Mena y profesor de religión en el Instituto de BUP “Mencey Acaymo” de Guimar

El 27 de noviembre de 1970, “teniendo en cuenta el celo apostólico del pbro. D.
Vicente Jorge Dorta”, el obispo don Luis Franco Cascón lo nombró responsable de la Obra de Vocaciones para todas las parroquias del Arciprestazgo de Güímar.

En el citado año 1970 fue nombrado, además, profesor auxiliar de Religión en el Instituto  de  B.U.P.  “Mencey Acaymo”  de  Güímar.  El  1  de  octubre  de  1978  quedó  en propiedad como profesor agregado de dicha asignatura, plaza que ocupó hasta el 30 de septiembre de 1994, en que se le concedió la jubilación, tras 24 años de actividad docente en dicho centro.

Esporádicamente,  en   cortos  períodos,  nuestro  biografiado  regentó   como  cura encargado varias parroquias del municipio de Güímar. Así, desde el 20 de marzo hasta el 17 de agosto de 1976 estuvo al frente de la parroquia de San José de El Escobonal, que incluía el barrio de Lomo de Mena. Entre el 21 de agosto y el 3 de octubre del mismo año quedó encargado de las parroquias de San Pedro Apóstol de Güímar y San Antonio de Padua de La Medida, por ausencia del cura párroco. Y del 1 de febrero de 1977 al 6 de septiembre de 1978 ejerció como primer párroco de la Santa Cruz de Lomo de Mena.

Bodas de plata con el sacerdocio

En el mes de septiembre de 1978 realizó un nuevo viaje al extranjero, esta vez a Tierra
Santa, con motivo de sus Bodas de Plata en el sacerdocio, en los que ya había acumulado un enorme amasijo de proyectos, frustaciones, alegrías, tristezas, desalientos, ánimos, logros y esperanzas. El día 8 de dicho mes se le expidió en Jerusalén el certificado de haber visitado la Ciudad Sagrada. Y el 23 del mismo el de haber recibido la Bendición Apostólica del Papa Juan Pablo I, que había sido elegido cuando don Vicente Jorge se encontraba en Estambul. También estuvo en Roma y, a su regreso, pasó por Las Palmas de Gran Canaria, para visitar a un compañero enfermo, don Isidoro Cubas, que había sido ordenado con él.

Celebró  sus  Bodas  de  Plata  en  la  iglesia  de  San  Juan  Degollado,  que  fueron organizadas por el matrimonio Flores Gutiérrez, vecinos de La Victoria de Acentejo, y con la asistencia del obispo don Luis Franco Cascón. Con dicho motivo, su antiguo maestro don Domingo Chico publicó un emotivo artículo, que transcribimos a continuación:
Recientemente celebró sus bodas de plata con la Iglesia el venerable sacerdote, hijo de Güímar, D. Vicente Dorta, párroco de San Juan Degollado, de Arafo.

D. Vicente es un hombre de religión. Completamente de nuestro tiempo. Culto, reposado, austero, generoso [...] con tantas virtudes que lo hacen ejemplar. Digo la verdad porque lo conozco muy a fondo. El fue de niño uno de mis mejores alumnos (yo actué como maestro en el barrio de San Juan de esta ciudad), y siempre llevó el sello de lo que un día habría de ser.

Sacerdotes como D. Vicente dignifican el ministerio en que ejercen. En estos días aciagos en que tanta estridencia y tantos desaciertos se dan, un alma con nobleza en puesto clave como es el del sacerdote nos resulta grata bendición. Mucho bueno puede hacer y, en definitiva, esto es lo que él realiza. Su comunidad y feligresía de Arafo lo
saben entender y de ahí la gran estima para con su párroco, persona que además ha querido y podido adaptarse al medio de tal suerte que en todo es ya un arafero con solera.

D. Vicente Jorge Dorta lleva veinticinco años como sacerdote, y en este largo período se ha templado fina y fuertemente, presentando así hoy un valor definitivo y demostrado. El afecto que derrama le ha sabido granjear generales simpatías, no sólo en Arafo, sino también en Güímar, de donde es motivo. Con la sonrisa en los labios y el corazón abierto, a todos atiende, y para todos es lenitivo en sus muchos calvarios.

Joven aún, posee la experiencia de los viejos. Y ello le vale en los consejos, en su comportamiento y en su andar por la vida. Nació para los demás, constituyendo ejemplo. Su medio le da bríos y calma a la par, actitudes con las que va venciendo en la lucha marcada por el signo de una vocación cimentada en algo que Dios le impuso al venir al mundo: su mundo de almas, de dolores, de padeceres, que es preciso afrontar con un infinito amor y desinterés para hacer obra.

Ojalá tenga muchos años por delante este cura sureño para seguir sembrando aunque sea en pedregales, que así es la existencia de dura. Ojalá Dios nos lo conserve mucho tiempo, sus bodas de oro lo encuentren dispuesto todavía, entre el bien y los pecados amorosos. Así su paso será fructífero en extremo por lo dilatado, pues por su intrínseco valer lo ha sido de siempre.

Vaya mi felicitación como cariñoso apoyo en su difícil andadura. Desde aquí le doy mi adhesión más sincera, y desde aquí también le pido su bendición como padre de
almas, esperando del ideal en que se sustenta una contestación de íntima solvencia espiritual que me alce a Dios, igual que sabe hacer siempre con cualquier semejante que lo necesita.

Y enhorabuena, mi querido sacerdote, por esos veinticinco años de camino andado.8

Arcipreste del distrito de Guimar

El 22 de junio de 1980, el párroco Jorge Dorta asistió en la Basílica de San Pedro en Roma a la Beatificación por el Papa don Juan Pablo II de dos tinerfeños: el Hermano Pedro de Bethencourt y Fray José de Anchieta. Con ese motivo, los peregrinos tinerfeños se pudieron poner en contacto con la madre general de las religiosas Bethlemitas, fruto de lo cual fue el establecimiento de dicha orden en Vilaflor, en su rama femenina.

El 27 de octubre de 1986 alcanzó uno de los puntos culminantes de su carrera, al ser nombrado arcipreste del distrito de Güímar por el obispo don Damián Iguacen Borau, en sustitución de don Antonio Pérez García, “con todos los derechos, obligaciones y facultades inherentes a dicho cargo”. Casi al mismo tiempo de su toma de posesión fue sometido a una operación en el Centro Médico de Santa Cruz de Tenerife, de la que se recuperó rápidamente para reintegrarse a su ministerio. Permaneció en este importante cargo durante seis años, hasta finales de 1992, en que lo sustituyó don Juan Ramos Concepción, párroco de Agache y El Puertito.

Durante este período, estuvo en dos ocasiones encargado de la parroquia de San Pedro Apóstol de Güímar, por ausencia de su titular don Antonio Pérez García, expidiéndosele los respectivos nombramientos el 2 de julio de 1987 y el 16 de agosto de 1991.

Don Vicente Jorge Dorta. A la izquierda en el Monasterio de Santa Clara de La Laguna, en el homenaje tributado a la abadesa arafera Sor María de San Buenaventura Quintero y León, y con el báculo ésta. A la derecha, en 2007, el año de su jubilación.


Promotor de un monasterio de clausura con hospedería, medalla de plata de y calle en ciudad natal.

Su amor por la ciudad natal ha quedado patente recientemente, pues junto a sus dos hermanos  sacerdotes,  don  Hipólito  y don  Juan  Jorge  Dorta,  este  último  fallecido  hacía algunos años, en un rasgo de desinterés y entrega donaron una hermosa finca de su propiedad de 12.000 m2 en la parte baja de la ciudad de Güímar (en La Asomada) para construir en ella un monasterio, que ellos mismos financiaron en gran parte con sus bienes patrimoniales, hasta el punto de haber vendido otras propiedades para hacer realidad esa obra.

La idea, que surgió con motivo del Año Santo Mariano, se comenzó a consolidar el 6 de mayo de 1992, cuando se puso la primera piedra del edificio por el obispo de la Diócesis don Felipe Fernández, actuando de padrinos don Pedro Modesto Campos Rodríguez y su esposa doña Antonia Domínguez Sierra. El acto fue seguido por numerosas personas, entre las que se encontraban sacerdotes, religiosos y fieles; la representación municipal la encabezó el primer teniente de alcalde, don Rigoberto González. El obispo alabó la iniciativa de los tres hermanos y su voluntad de dedicar la herencia de sus padres a “crear iglesia”. Fue don Hipólito Jorge Dorta el encargado de pronunciar unas palabras en nombre propio y en el de sus hermanos, en las que reflejó su profunda satisfacción.

El proyecto fue redactado por el arquitecto don Antonio Jorge Bilbao, bajo la supervisión del abad del monasterio de Silos, y abarcaba una superficie total construida de 2.233 m2; la dirección de las obras la llevó el aparejador güimarero don Ángel Estévez Díaz.


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El  edificio  cuenta  con  un  claustro,  alrededor  del  cual  se  desarrollan  las  diferentes dependencias, como la sala capitular, biblioteca, talleres de trabajo, comedor, cocina y lavandería. En la planta alta se sitúan 13 habitaciones para descanso y estudio de los monjes. Completa la construcción una capilla-iglesia de aproximadamente 400 m2, con sacristía y sagrario, y una hospedería completamente equipada, compuesta de 20 habitaciones con baño individual. El presupuesto total de la obra superó los 200 millones de pesetas, cantidad que el Patronato  Pro-Construcción  constituido  al  efecto  obtuvo  de  donativos  particulares  y estamentos oficiales, dado el interés público y social de la obra.

Este centro de trabajo, reflexión y oración, el  primer convento de Canarias para monjes de clausura, lleva por nombre “Monasterio de Nuestra Señora del Socorro”, por la gran devoción por esta Virgen que sienten los sacerdotes güimareros que lo promovieron. La ambiciosa obra se logró concluir con la colaboración de numerosas almas caritativas. Y se hicieron cargo de él los Religiosos del Verbo Encarnado, procedentes de Argentina, dedicados a la vida contemplativa y a la oración.

Güímar correspondió a la entrega de estos hermanos y, en Pleno celebrado por el Ayuntamiento el 24 de mayo de 1995, acordó por unanimidad concederles conjuntamente la Medalla de Plata del municipio y dar el nombre de “Hermanos sacerdotes Jorge Dorta” a la calle de acceso al Monasterio que promovieron. Dicha medalla les fue entregada el 9 de junio de 1995, en el transcurso de un acto solemne celebrado en el salón noble del Ayuntamiento con motivo de las Fiestas Patronales de San Pedro Apóstol.
El 8 de septiembre de 2000, con motivo de la tradicional Subida de la Virgen del Socorro, la venerada imagen paró a la entrada de la calle que conduce al Monasterio de Nuestra Señora del Socorro, donde se procedió al descubrimiento de la placa que le daba el nombre de los sacerdotes Jorge Dorta. El acto contó con la asistencia del alcalde de Güímar y miembros de su Corporación, y dos de los homenajeados, don Vicente y don Hipólito Jorge Dorta, pues el tercero, don Juan, ya había fallecido. Fue don Hipólito el que dirigió unas palabras a los presentes, en las que expresó “la gratitud, el reconocimiento y la deuda moral que  nos  hace  sentir  y  asumir,  a  mi  hermano  Vicente  y  a  mí,  el  alto  honor  que  el Ayuntamiento, en nombre de nuestra ciudad, nos otorga en la dedicación de esta vía”. Añadió que en sus sentimientos estaban presentes también su hermano Juan y sus padres, por haber arropado amorosamente su vocación sacerdotal.

Obras y mejoras en la parroquia bajo mandato

Muchas son las mejoras que se realizaron en la parroquia de San Juan Degollado de Arafo durante la larga regencia de don Vicente Jorge Dorta, desde su toma de posesión a finales de 1954. Dotó a esta iglesia de numerosas imágenes y promovió la construcción de las capillas de La Hidalga y Playa de Lima, tras haber gestionado la compra o donación de los terrenos. También fue el responsable de la apertura de una escuela parroquial, así como de una biblioteca parroquial, salón parroquial y cripta. Además, promovió la restauración de la iglesia de San Juan Degollado y la reconstrucción de la casa parroquial; etc. etc.

Esta etapa fue la más rica en adquisición de imágenes y tronos, pues el templo se enriqueció más que en el siglo y medio anterior. Entre las adquisiciones destacaron: el grupo de la Piedad, Nazareno con su Cruz, el Niño Jesús de Cuna; la pequeña imagen de María Auxiliadora, que está en La Hidalga; Ntra. Sra. del Carmen; el juego de Vía Crucis para la iglesia  parroquial;  el  Cristo  de  la  Humildad  y  Paciencia;  el  paso  de  Jesús  entrando en Jerusalén o “el Señor en el burrito”; y la Virgen de Fátima con palomas; San Andrés para La Hidalga; la Purísima Concepción, con traje, manto, peluca y corona; Santa Cecilia; María Magdalena, con traje y peluca; un monaguillo limosnero; dos bellos ángeles para el altar mayor, con sus columnas; San Martín de Porres; San José; la Dolorosa; las figuras del Nacimiento; las Lágrimas de San Pedro (donada por don Vicente); y el Señor Resucitado. Se restauró la imagen de San Juan Degollado y la Virgen de Fátima, así como el Cuadro de Ánimas. También se adquirieron: un corazón de oro para la Virgen; la corona de plata sobredorada para la solemne coronación de María Auxiliadora, más la corona para el Niño, igualmente  de  plata  sobredorada; el  cetro  para  la  imagen  del  Cristo  de  la  Humildad  y Paciencia; un hermoso trono o andas en madera, con sus adornos, para la imagen de San Juan Degollado; las andas del grupo de la Piedad; el nicho de la Purísima; pedestales o mesas de descanso para las imágenes; la carroza para transportar el trono de San Juan Degollado, con sus correspondientes cuelgas; nuevas andas para la Virgen de los Dolores; un carro para el trono del Señor; una urna para el Señor Difunto; y un trono para San Agustín. Asimismo, se restauraron los cuadros de San Juan Bautista, San Agustín en su estudio y la Virgen del Rosario con Santo Domingo y San Francisco, así como la mayoría de las imágenes, entre ellas la de María Auxiliadora.

Entre otros objetos para la iglesia y capillas se adquirieron en estas décadas: jarras y jarrones de plata y de cristal para los altares; arañas; dos comulgatorios; un equipo de sonido y varios juegos de altavoces para el interior de la iglesia; numerosos candeleros plateados y dorados; nuevo sagrario de metal dorado; varal y anagrama; cuatro juegos de vinajeras; farol para el viático; un purificador dorado; un confesonario; un nuevo copón dorado de 2.000 formas; una concha plateada para el bautismo; lámparas de metal y plateadas para los altares; 44 bancos para la iglesia; una pila de alabastro para el agua bendita; colgaduras de damasco; nueva pila bautismal de mármol blanco; lámpara y puerta del bautisterio; dos armarios para los  ornamentos  sagrados  de  la  Capilla  del  Carmen;  candelabros  para  los  tronos;  sillas plegables para salón parroquial y biblioteca; dos órganos electrónicos; alfombras para la iglesia; altares portátiles para el templo parroquial y la capilla de El Carmen; repisas de mármol para la misma capilla y la iglesia parroquial; manteles para los altares; cuatro lampadarios para las ofrendas, dos de ellos electrónicos; un ambón; un misal Latino-Español para el altar; una credencia para el altar mayor; tres elegantes sillones para el presbiterio; cuatro jardineras niqueladas; se instalaron pedestales de hierro para la pila bautismal; tulipas de cristal; un copón cáliz; dos taburetes forrados en skay para las bodas; crismeras; dos banquillos con tapas de formica; un Misal Romano, Ritual y folletos; dos máquinas de bordar Singer para el Hogar de la mujer de barrio de El Carmen; nuevos reclinatorios para la iglesia; una mesa de ofrendas y maceteros; un copón-patena y crismeros; tres armarios para el archivo parroquial; una campana, que se colocó en la ermita de La Hidalga; libros de cantos para los fieles; mesa altar para capilla penitencial; un juego de lavabo; cuelgas para las columnas de la iglesia; un pedestal para el Sagrario; huchas para los cepillos; columnas de madera para la iglesia;  dos  armarios  para  la  sacristía;  libros  litúrgicos;  ocho  mesas  grandes  para  la Catequesis; vinajeras para La Hidalga; floreros; un cáliz con patena; un televisor, un video y mesas para el salón parroquial; un mueble para el televisor; un misal; programas de Semana Santa; un fax; escaleras; 30 biblias; archivadores y cajas; 30 libros; una estantería para la casa parroquial; cinco ventiladores para la iglesia con sus repisas; un incensario, con naveta y cuchara; etc.
Además, se platearon y pulimentaron ciriales, incensario y naveta, cáliz, candeleros, un calderillo, acetro y dos hisopos; se doraron dos copones; se reparó y doró una custodia; se arreglaron las lámparas de la Capilla del Pino y de la sacristía; se doró y plateó otro cáliz; se doraron y enlacaron dos coronas, una custodia y el pie del incensario. Y se dotó a la parroquia de numerosos ornamentos sagrados: estolas, capas, casullas, albas, roquetes, paños de hombros, dalmáticas, amitos, cíngulos, sotanas, roquetes y túnicas para los monaguillos, etc.

Por su parte, las principales obras y mejoras llevadas a cabo en la parroquia durante los 53 años, en los que estuvo al frente de ella el párroco Jorge Dorta, fueron las siguientes: reparación de la casa parroquial y el tejado de la iglesia; blanqueo de la iglesia y pintado de la casa parroquial; limpieza del tejado de dicho templo; colocación del nuevo pavimento a la iglesia; colocación de la nueva puerta de cancel en el templo parroquial; reforma de la sacristía, con su lavabo, estantería-vitrina, mesa, piso, jarras, lámparas, escalera, etc.; construcción de un catafalco; construcción del salón parroquial y refuerzo de la pared de la iglesia; reparación de la ermita del Carmen; construcción de la biblioteca parroquial; reposición de la instalación eléctrica de la iglesia; acondicionamiento para el regadío la huerta del antiguo cementerio, para dedicarla al cultivo de flores; compra de un solar en La Hidalga y construcción en él de la ermita de San Andrés; compra de un solar en el barrio del Carmen y construcción en él de dos salones parroquiales, inicialmente previstos para un tele-club y un Hogar de la Mujer; reparación de los altares y repliegue de los retablos hacia la pared; recubrimiento de mármol en el presbiterio; reforma del altar mayor; ampliación de la puerta lateral de la iglesia; instalación de cuatro vistosas cristaleras en la iglesia; instalación de la nueva puerta mayor de la iglesia; reforma y restauración de la Capilla del Señor del Pino; construcción de la capilla del Santo Cristo del Valle, adosada a la torre; adquisición de la verja de hierro para la entrada lateral de la iglesia; demolición de la antigua casa parroquial y construcción de una nueva; restauración de la iglesia y colocación de un zócalo de madera en todo su perímetro; reparación de la capilla de Ntra. Sra. del Carmen; construcción de la cripta parroquial; restauración y pintado de la fachada del templo parroquial; enfoscado y pintado de las fachadas de la casa y salones parroquiales; reconstrucción y ampliación del coro de la parroquia; arreglo de las rampas y restauración de la capilla del Carmen; habilitación de nuevas salas para catequesis, así como archivo y despacho para el párroco; etc.

Asimismo, durante su mandato se promovieron distintas iniciativas religiosas y sociales: fundación de una escuela parroquial, de una biblioteca y de una cripta; así como diversos grupos o asociaciones parroquiales: Cofradía del Sagrado Corazón y Apostolado de la Oración, Archicofradía de María Auxiliadora, Legión de María, Marías de los Sagrarios y Niños Reparadores, Cursillistas de Cristiandad, Visitadores de Enfermos, Ejército Azul de Nuestra Señora-Apostolado de Fátima, Hermandad de Caballeros Esclavos del Santísimo Cristo del Valle y los Consejos parroquiales de Asuntos Económicos y de Pastoral.

Hijo adoptivo de Arafo y nominacion a una calle de esta villa

Como hemos podido comprobar, don Vicente Jorge Dorta desarrolló en Arafo una
callada pero intensa labor, alejada del boato y la adulación, pero en la que dejó su propia vida, atendiendo las necesidades materiales y espirituales de sus feligreses, tanto de los pobres como de los ricos, de los ancianos, como de niños y jóvenes, de sanos como de enfermos. En Arafo fue madurando su personalidad, dejando al descubierto su abnegada dedicación, la prudencia, la delicadeza y el respeto a las personas. Por iniciativa suya, desde comienzos de los años ochenta se celebran anualmente en la parroquia las Bodas de Plata y de Oro de los matrimonios en ella efectuados. A muchos de los que bautizó en sus inicios luego les dio la primera comunión, luego los casó y bautizó a sus hijos; a otros de los que casó en los primeros años, luego los consoló en sus últimos momentos. Son muchos años y muchas vivencias, unidas indisolublemente a la historia de la Villa durante 53 años.

Por ello, fue un acto de justicia el nombramiento como Hijo Adoptivo de Arafo, según acuerdo unánime de la Corporación municipal, alcanzado en el Pleno ordinario celebrado el 13 de marzo de 1999. La medalla y el correspondiente título le fue entregado el 29 de agosto de ese mismo año, día principal de las Fiestas Patronales en honor de San Juan Degollado, por el alcalde don Domingo Calzadilla, al cumplir 45 años como cura párroco de la misma. En sus palabras de agradecimiento, don Vicente manifestó sentirse “afortunado hijo de este pueblo”, al que prometió no defraudar, cumpliendo “el cometido que me incumbe a fin de ser un elemento positivo en lo social”. En ese mismo año se le dio el nombre de “Rvdo. Párroco D. Vicente Jorge Dorta” a la calle contigua a la casa e iglesia parroquial. De ambas distinciones, nuestro biografiado se sentía muy orgulloso.


El 7 de mayo de 2000 se le tributó otro merecido homenaje en la parroquia de la Santa Cruz  de  Lomo  de  Mena  (Güímar),  en  el  transcurso del  cual  sus  antiguos  feligreses  le entregaron una bonita placa con la siguiente leyenda: “Parroquia de la Santa Cruz, Lomo de Mena, comarca de Agache, a don Vicente Jorge Dorta en agradecimiento al que fue su primer párroco, en el 47 aniversario de su ordenación sacerdotal, uno de enero de 1977-siete de mayo de 2000”.

Dichas distinciones le animaron a seguir desarrollando su abnegada labor ministerial, con la misma ilusión que lo había hecho hasta entonces. El mismo sentimiento de afecto lo vivió en el año 2003, al celebrar las Bodas de Oro como sacerdote, emotivo acto celebrado en la iglesia parroquial de Arafo, en el que fue homenajeado por sus feligreses y amigos, que le obsequiaron con varios recuerdos, y en el que estuvo acompañado por un elevado número de sacerdotes y seminaristas. La manifestación de cariño de sus feligreses se repitió al año siguiente, 2004, al celebrarse las Bodas de Oro como párroco de Arafo, hito histórico sólo alcanzado por otros dos sacerdotes y difícilmente repetible en otras localidades isleñas.

Jubilación y nombramiento como párroco ameritó de Arafo

Hasta septiembre de 2007, en que alcanzó la jubilación, había continuado como cura
párroco de San Juan Degollado de Arafo, así como de las nuevas parroquias de Ntra. Sra. del Carmen del barrio del mismo nombre y San Andrés de La Hidalga, de dicho municipio, creadas en 2004.

El domingo, 2 de dicho mes de septiembre, se vivió uno de los días más emotivos de la historia religiosa de Arafo, la despedida del que había sido su cura párroco durante más de medio siglo, don Vicente Jorge Dorta. A las 12:30 se celebró la Misa de despedida, que fue presidida por don Vicente y concelebrada por otros siete sacerdotes, entre ellos el vicario general de la Diócesis don Antonio Pérez, el arcipreste de Güímar don Rubén Fagundo, el canónigo don Prudencio Redondo y el canónigo maestrescuela emérito don Hipólito Jorge Dorta, hermano del titular. Luego, a lo largo de la celebración, se incorporaron al templo otros tres sacerdotes y un diácono. La iglesia estaba repleta de feligreses, superando incluso la concurrencia del día principal de las Fiestas en honor de San Juan Degollado, y la Rondalla Ayesa puso una bella nota musical al interpretar la Misa Sabandeña. En la homilía, don Vicente dirigió a sus feligreses unas emotivas palabras de despedida, en las que una vez más puso de manifiesto algunas de sus virtudes humanas, su sencillez y su humildad, no pudiendo evitar que su voz se entrecortara en varias ocasiones a causa de la emoción del momento; agradeció el apoyo del pueblo durante su larga labor de apostolado y la colaboración que siempre encontró en él, a la vez que pedía disculpas por sus posibles errores. Al terminar, una larga ovación de varios minutos, con todos los asistentes puestos en pie, puso de manifiesto al cariño que este sacerdote se había ganado a lo largo de su vida pastoral.

A lo largo de la misa intervinieron también el vicario general de la Diócesis, que transmitió a don Vicente el afecto y apoyo del obispo y de toda la iglesia diocesana, destacando  la  importancia  que  tenía  la  labor  desarrollada  en  Arafo  durante  tan  largo ministerio, en el que había bautizado, casado o enterrado a miles de personas, pertenecientes a todas las familias de la localidad. Finalmente tomó la palabra don Ángel Luis Fariña, ex- monaguillo y sacristán de la parroquia, el más estrecho colaborador de don Vicente, quien en unas emotivas palabras manifestó el afecto que sentía por el que había sido su protector desde su más tierna infancia y con el que había trabajado, codo con codo, desde hacía más de dos décadas.

Una vez  finalizada la  Misa, los asistentes se trasladaron hasta el  cercano Centro Cultural y de Recreo de la Villa de Arafo, para participar en un almuerzo-homenaje a don Vicente organizado por el Consejo de Pastoral de dicha Villa. Allí, más de 250 personas pudieron disfrutar de una comida abundante, de calidad y bien servida. A los postres, tomó la palabra la profesora doña Sara Ferrera, quien explicó el motivo del acto, dando luego la palabra al cronista oficial de Güímar, don Octavio Rodríguez Delgado, quien hizo una detallada semblanza biográfica del homenajeado; y a continuación, el  cronista oficial de Arafo, don Febe Fariña Pestano, destacó de forma pormenorizada la labor desarrollada por don Vicente en dicha Villa durante su larga labor ministerial.

La Coral “Miguel Castillo” de Güímar, dirigida magistralmente por la arafera doña María Célida Alzola, se sumó al acto con varias obras de su excelente repertorio musical. También lo hizo la artista herreña de fama internacional doña María Mérida, asidua visitante de Arafo, quien a pesar de su avanzada edad dio una vez más muestras de su buen hacer musical, sumándose al homenaje al interpretar a capella una canción dedicada a dicha Villa, que ella misma había compuesto hacía unos veinte años. Luego se leyeron dos cartas de adhesión al homenaje, que fueron remitidas por la Coral María Auxiliadora y el presidente del Cabildo don Ricardo Melchior Navarro. Continuó la entrega de regalos, placas y recuerdos. Con dinero recaudado entre los asistentes al homenaje y con la colaboración de otras personas que no habían podido acudir al mismo, se le regaló una cadena de oro, con una plaquita en la que figuraba por el anverso la imagen de San Juan Degollado con el año de su llegada a Arafo (1954) y por el reverso la imagen de la Virgen María Auxiliadora con el año de su despedida (2007), que le entregó doña Maruca Rivero, colaboradora de la parroquia desde su llegada a Arafo. A éste le siguieron otros regalos, como una placa que le entregó la Banda de Música La  Candelaria,  una  fotografía  de  la  Sociedad  Filarmónica  Nivaria,  y  otros  recuerdos entregados por doña Amparo Gil, doña Carmen Rosa Gutiérrez, doña Toñi Pérez, don Policarpo de León (monaguillo), etc. También se debe destacar, que las instalaciones del Centro Cultural y de Recreo fueron cedidas gratuitamente, así como el equipo de sonido, aportación altruista del güimarero don Domingo González, de la empresa “Panorama”.

Pero aquí no quedaron los homenajes, según se anunció en el acto, la Coral María Auxiliadora y el  Ayuntamiento de la Villa de  Arafo le tributaron otros en las semanas siguientes. Así, el 23 de ese mismo mes de septiembre, la mencionada Coral le organizó una cena-homenaje en un restaurante de Tajao (Arico), en el que intervinieron varias personas.
Volviendo a don Vicente, las tres últimas misas que celebró en sus parroquias de Arafo, como párroco titular, fueron: el lunes 3 de septiembre en la capilla del cementerio, con una masiva asistencia de público semejante a la del día de Finados; y el día 4 inmediato, el de su despedida, una en la Residencia Geriátrica María Auxiliadora y otra en la iglesia parroquial de San Juan Degollado.
Concluían así 53 años de labor pastoral en esta Villa, de entrega total a sus parroquias y a sus feligreses, que difícilmente podrán olvidar a este entrañable cura párroco. Por ello, en la historia religiosa de Arafo don Vicente, su Hijo Adoptivo, siempre ocupará un lugar de privilegio, totalmente merecido.

Nuevo nombramiento como capellán de las Nazarenas de Guikmar y medalla de la Virgen del Socorro.

Tras su jubilación se estableció en su ciudad natal, en la casa familiar de San Pedro Arriba, dedicando parte de su tiempo a las labores agrícolas, que nunca había abandonado del todo.

Pocos días después de su jubilación, el 7 de de septiembre de 2007 se le expidió de nuevo por el  obispo de la  Diócesis el  nombramiento de  capellán del  Colegio de Santo Domingo de Güímar, regentado por las Religiosas de Nazaret, que había sido uno de sus primeros destinos. Esta fue desde entonces su principal ocupación, pues en dicho centro celebró su misa diaria y atendió a las necesidades espirituales de dicho centro casi hasta su muerte. Además, continuó colaborando con los párrocos del arciprestazgo, sustituyéndolos en la celebración de misas cuando tenían que ausentarse, como ocurrió en las parroquias de Arafo, La Hidalga, Fátima, El Puertito, etc., e incluso lo llegó a hacer en Arico. También concelebró las  misas  solemnes  de  todos  los  pueblos de  la  comarca,  con  motivo  de  las principales festividades. Además, continuó visitando a los enfermos, cuando era requerido por sus familiares. A pesar de todo, disfrutaba de más tiempo libre, por lo que podía hacer cosas que durante décadas no pudo realizar, como acudir a la fiesta del Cristo de Tacoronte.

No podemos olvidar la profunda devoción, inculcada desde su niñez por sus padres, que don Vicente sentía por la Virgen del Socorro, a la que se encomendaba constantemente ante cualquier adversidad, mayor o menor, con su conocida expresión: “¡Ay, Virgen del Socorro!”. En virtud de su primer destino como coadjutor de San Pedro, en 1954 tuvo la fortuna de acompañar a la Virgen en su peregrinación por todos los barrios de Güímar, Arafo y Fasnia, fruto de la cual fue la confección del bello corazón de oro que ahora luce en su pecho. Además, desde su ordenación asistía a la Misa de salida del día 7 de septiembre en la iglesia de San Pedro y a la solemne del día 8 en la ermita de El Socorro. Y durante muchos años, hasta 2005, concelebró con sus hermanos una misa en dicha ermita a las 9:00 de la mañana.

Debido a este fuerte vínculo, el 15 de dicho mes de septiembre de 2007 el Padre Vicente recibió su última distinción, en el transcurso de la  solemne Eucaristía de la Octava de la Virgen del Socorro celebrada en la iglesia matriz de San Pedro Apóstol, que fue presidida por el sacerdote invidente don José Antonio González Luis, de la Delegación del Clero Diocesano “Madre Admirable”, quien también tuvo a su cargo la predicación. Dicha misa fue cantada por la agrupación “Amigos del Arte” y concelebrada por el párroco y arcipreste don Rubén Fagundo García y por el sacerdote jubilado y párroco emérito de Arafo don Vicente Jorge Dorta, con la colaboración de don Omar, el diácono adscrito a dicha parroquia; a la mitad de la celebración se incorporó también don Víctor Álvarez, nuevo cura párroco de Arafo. El templo se encontraba totalmente abarrotado de público y, acabada la Eucaristía, se procedió a la entrega de las Medallas de la Virgen del Socorro por el párroco de San Pedro, que ese año le fueron concedidas a don Vicente, estrecho colaborador de la parroquia y profundo devoto de la Virgen, y al Pueblo de Arafo, que venera a la Virgen del Socorro y siente su fiesta tanto como Güímar. Curiosa coincidencia en la distinción concedida a un hombre en el momento de su jubilación y al pueblo al que estuvo ligado durante más de medio siglo.

Fallecimiento y sepelio

El entrañable sacerdote don Vicente Jorge Dorta permaneció en un buen estado físico
y mental casi hasta el final de sus días, manteniendo una notable actividad sacerdotal. Pero, a consecuencia de una seria afección, fue ingresado en el centro sanitario Hospitén de Santa Cruz de Tenerife. Un mes después, cuando parecía que se estaba recuperando de las diversas complicaciones sobrevenidas, el domingo 20 de octubre de 2013, a primeras horas de la tarde, le sorprendió la muerte en dicho centro a los 85 años y medio de edad. La capilla ardiente de se instaló en la cripta de la parroquia de San Pedro de Güímar, ciudad en la que había nacido y actualmente residía. A las ocho de la mañana del día siguiente fue trasladado al templo parroquial, en el que había sido bautizado e iniciado su labor ministerial, en el que a las 13:30 horas de ese mismo día se ofició la Misa exequial, presidida por el obispo de la Diócesis don Bernardo Álvarez y con asistencia de sus familiares, así como medio centenar de sacerdotes, las corporaciones municipales de Güímar y Arafo, con sus respectivos alcaldes al frente, la Hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia y un millar de paisanos, amigos y antiguos feligreses. Cuando el cadáver salió del templo, cargado por sacerdotes, la Banda de Música “Nivaria” de Arafo interpretó una emotiva pieza fúnebre, tras lo cual fue trasladado al cementerio de dicha ciudad, en el que recibió cristiana sepultura. A su sepelio invitaron, en sendas esquelas publicadas en la prensa, sus sobrinos y demás familiares, el obispo y clero diocesano, y los Ayuntamientos de Arafo y Güímar. El miércoles 23 se ofició una misa por su alma en la iglesia parroquial de San Juan Degollado de Arafo, totalmente abarrotada de público, y el viernes 25 otra en la iglesia de San Pedro de Güímar.
Descanse en paz nuestro querido amigo, el Padre Vicente, un buen sacerdote y una excelente persona. (Octavio Rodríguez Delgado, 2013) (Cronista Oficial de Güímar e Hijo Adoptivo de Arafo) [blog.octaviordelgado.es]


Notas:
1  Reseñas biográficas de este sacerdote pueden verse otros trabajos de este mismo autor. Los libros: Historia Religiosa de Arafo (1995), El Arciprestazgo de Güímar. Origen y evolución de las distintas parroquias y memoria de sus párrocos (2007) y La Virgen María Auxiliadora: Alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa de Arafo. Un siglo de devoción mariana a la primera imagen de esta advocación que se venera en Canarias (1907-2007) (2007). El capítulo: “Rvdo. Sr. D. Vicente Jorge Dorta”, en el libro de Ricardo Acirón Royo, Monasterio de Ntra. Sra. del Socorro en Güímar, de monjes contemplativos (2009). Y los artículos: “Emotiva despedida del párroco Vicente Jorge tras 53 años en el municipio”, El Día, 9 de septiembre de 2007; y “Vicente Jorge y el pueblo de Arafo, Medallas de la Virgen del Socorro”, El Día, 26 de septiembre de 2007.
2  Don Hipólito Jorge Dorta (1923-2011) fue maestro, prefecto, profesor y vicerrector del Seminario, notario del Obispado, beneficiado, canónigo, mayordomo, párroco, maestrescuela titular y emérito de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna. También fue párroco durante muchos años de Las Mercedes, donde da nombre a una calle.

3 Don Juan Jorge Dorta (1930-1992) fue Licenciado en Derecho Canónico, prefecto, profesor y rector del Seminario, párroco, beneficiado maestro de Ceremonias y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de La
Laguna.
4   Don Domingo Pérez Cáceres (1892-1961) fue coadjutor de Güímar, cura regente de La Matanza, coadjutor de La Concepción de Santa Cruz, cura propio y arcipreste de Güímar, encargado de El Escobonal, deán de la Santa Iglesia Catedral de Tenerife, vicario general y capitular de la Diócesis, VIII obispo de Tenerife, Hijo Predilecto de la provincia y Gran Cruz de Beneficencia.
5 Archivo particular de don Vicente Jorge Dorta.
6 CORRESPONSAL. Crónica de Arafo. Este pueblo ya tiene un Misionero. El Día, 22 de julio de 1958.
7 Domingo CHICO GONZÁLEZ. Vicente Jorge, el párroco que se nos fue. El Día, 30 de octubre de 1992
8  Domingo CHICO. Güímar: Bodas de plata de un sacerdote. El Día, miércoles 29 de noviembre de













































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