sábado, 14 de junio de 2014





EN LO MÁS ALTO DE LA MONTAÑA



En lo alto de montañas, roques y lomos de manifiesta altura en una isla ya de por sí muy abrupta, encontramos un gran número de pireos, construcciones de las que distinguimos tres tipos: simples, complejas y «tipo Garajonay. La mayoría se encuadra en el primer grupo: No suelen exceder los 2 m. de diámetro y están formadas por un murete circular u oval de piedras, delimitando un espacio que constituye la cavidad de combustión; a veces en el exterior hay una o más piedras alargadas y de notable tamaño hincadas verticalmente. Estos pireos simples se habían identificado desde el siglo XIX en la isla de El Hierro, pero en La Gomera son mucho más abundantes que en el resto del Archipiélago. El segundo tipo es menos habitual y de momento exclusivo de La Gomera: Son más sólidas y de mayor tamaño, con planta oval o cuadrangular, con varias cavidades de combustión en su interior. El Tipo Garajonay es una evolución del anterior y de momento sólo se conocen en el yacimiento que les da nombre; es una plataforma de piedras suficientemente estable como para deambular sobre ella, con su perímetro delimitado por grandes bloques y que alberga encima de ella varios pireos simples ubicados a sotavento.

El fuego jugaría un papel destacado en el rito, no sólo como manera de transformar y hacer llegar la ofrenda, sino que el propio humo debió servir de elemento vaticinador, como se explicita en algunos textos etnohistóricos. No deja de sorprender que en los yacimientos excavados hasta ahora se usara como combustible mayoritario el pino, siendo así que estos árboles eran muy escasos en la isla y, además, bastante alejados de esos sitios. Valoramos si el esfuerzo de desplazarse largas distancias para recolectar esta leña, a pesar de que abundaran otras especies arbóreas y arbustivas en el mismo yacimiento y su entorno, se debe sólo a sus singulares propiedades como combustible o si, además, esta leña rara tendría un valor simbólico añadido. Unos pocos textos que aluden a los adivinos, personajes con singular protagonismo en el terreno ideológico y político, nos ilustran sobre el destino del sacrificio: «vajó de la montaña un hombre a quien estimábamos más que a otro… porque era el que componía todas las querellas… hijo de un adivino, su nombre Aguamuge, quien le dio regla para saber lo que avía de suceder… de parte de aquel Señor de Sobre Todo a quien ellos daban aquel diezmo que quemaban» (P. A. del Castillo, 1948-1950: 206-207). «Juan Negrín,… natural de la Gomera, que antes se nombraba Guagune hijo de Miguan y nieto de Aguamuge, de los primeros y más principales naturales de aquella isla, quien le dio regla para saber lo que avía de suceder…. de parte de aquel Señor Sobretodo a que ellos ofrecían el diesmo, que quemaban los frutos que les dava.» (L. de La Rosa)

Los conjuntos de pireos, a los cuales no dudamos en referirnos como santuarios, tienen unas cualidades. Estas cualidades son más acusadas en aquellos sitios con mayor complejidad arqueológica. Las relaciones territoriales, incluyendo las formas de asociación con los asentamientos, nos inducen a interpretar este tipo de yacimientos como pertenecientes a un mismo sistema ideológico, en el cual existió una. Hemos distinguido tres grandes grupos, de más a menos complejidad, basándonos en la cantidad y morfología de las estructuras que los integran y en las cualidades subjetivas de los mis- mos: A) Garajonay, santuario a escala insular situado en el mismo centro geográfico de la isla y en la montaña más alta (1487 m.s.n.m.), refugio de los gomeros en momentos de peligro sin que tenga condiciones defensivas, por lo que probablemente era suelo sagrado como los de Gran Canaria. B) Tres grandes santuarios (de 20 a 36 estructuras identificadas) situados en el SO de la isla, a cotas algo más bajas (entre 808 y 1243 m.s.n.m.), sobre montañas y crestas muy destacadas en el paisaje y que tienen especiales condiciones de visualidad y visibilidad, presidiendo en su entorno inmediato espacios de claro contenido simbólico (grandes necrópolis, manifestaciones rupestres, etc.). C) Con- juntos de tamaño medio y pequeño (entre 12 y 2 estructuras), sobre lomos, crestas y roques menos destacados, la mayoría por debajo de los 600 m.s.n.m. y cercanos a poblados, con una relación de intervisibilidad respecto a los grandes santuarios, que probablemente fuesen santuarios familiares creados con posterioridad, a medida que se iban desgajando nuevos grupos de parentesco del tronco común.
Maria Gómez Díaz
Junio de 2014.


"EL SOL EN LA CABEZA"


Otra de las costumbres de nuestra gente era lo que se daba en llamar la cura "del sol en la cabeza". Cuando cualquier persona se exponía a los ra­yos solares, sus consecuencias eran "la insolación", lo que el canario llama "el sol metido en la cabeza". El procedi­miento que utilizaba para curar dicho mal consistía en lo siguiente: se le ·ti­raba al paciente de los cabellos o bien se le daba masaje en forma de cruz sobre el cuero cabelludo. Otras veces el mal era tratado de otra manera: se colocaba sobre la cabeza un paño blanco y en­cima un vaso lleno de agua, en posición invertida. El agua se iba filtrando lenta­mente, cuando ya no quedaba más den­tro del vaso ,se decía que la insolación estaba curada. A medida que esta ope­ración se iba realizando se recitaba si­multáneamente esta oración:""Sol y sereno 'ponte en tu altor ya esta criatura ponla mejor; porque sol y sereno si en tu altor estuvieras esta criatura buena fuera""(Se repetía tres veces)" Una vez dicha esta invocación tira­ban de tres "manojos" de pelos, y si éstos "astrallaban", el mal quedaba cu­rado.

Maria Gómez Díaz
Junio de 2014.

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