miércoles, 18 de junio de 2014

EFEMERIDES CANARIAS







UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1921-1930



CAPITULO-II




                                Eduardo Pedro García Rodríguez


1921. se completaron los estudios de Derecho en la Universidad española en Canarias,  por lo que Eguerew (La Laguna) podía considerarse de nuevo como ciudad universitaria. No obstante, no fue hasta 1927, por Real Decreto de 21 de septiembre, que se crea la Universidad de La Laguna, constituyéndose en el XII distrito universitario español, siendo rector el hasta ese momento decano-jefe de la Sección universitaria, el español José Escobedo y González-Alberú. Dicho real decreto creaba definitivamente en la colonia las facultades de Derecho y de Ciencias Químicas y preparatorio de Filosofía y Letras, completado posteriormente.

1921. Julio Tovar, nace en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife). Estudia comercio. A mediados de los años cuarenta comienza a publicar poemas en la prensa tinerfeña y en las revistas Mensaje y Tenerife Gráfico. Funda el suplemento "Gaceta Semanal de las Artes" en el diario La Tarde. Obras: Primavera en tu ausencia (1946), poesía. Poesía olvidada (1948), poesía. Crónica de una calle tranquila (1958), narraciones. Hombre solo (1962), poesía. Noche y día de verano (1964), teatro. Desvelada soledad (1966), poesía. Cita en las cuatro esquinas (1966), teatro.
1921. En Santa María seguía, en Tamaránt (Gran Canaria) nace Manuel González Sosa. Junto a su obra poética, desarrolla una intensa actividad de difusión cultural como editor y director de publicaciones culturales. Fue fundador del suplemento "Cartel de las Artes y las Letras" y de las colecciones San Borondón y La Fuente que Mana y Corre. Obras: Sonetos andariegos (1967), poesía. A pesar de los vientos (1977), poesía. Contraluz italiana (1988), poesía. Laberinto de espejos (1994), poesía. Díptico de los pájaros (1997), poesía.
1921. Nace en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) José María Millares Sall. En su juventud se traslada a Madrid (España) donde se relaciona con los poetas más representativos del momento. De vuelta a Tamaránt (Gran Canaria), funda la colección Planas de Poesía con sus hermanos Agustín y Manuel. En 1964 y tras ser procesado y serle censurada su obra, regresa a Madrid (España) donde permanecerá durante dos décadas, para de nuevo volver a su ciudad natal. Obras: A los cuatro vientos (1946), poesía. Canto a la tierra (1946), poesía. Liverpool (1949), poesía. Ronda de luces (1950), poesía. Manifestación de la paz (1951), poesía. Ritmos alucinantes (1974), poesía. Hago mía la luz (1977), poesía. Los aromas del humo (1988), poesía. En las manos del aire (1989), poesía. Los espacios soñados (1989), poesía. Blanca es la sombra deljazmín (1996), poesía. Sillas (1999), poesía.

1921 febrero 1.

Falleció en su domicilio de la calle Domínguez Alfonso, a las nueve de la noche, Miguel García Alfonso (1834-1921), estudiante de magisterio, primer subt5eniente de la Milicia Nacional Local, secretario y jefe de la sección de contabilidad del Ayuntamiento de San Miguel de Abona, Juez de paz suplente, alcalde y juez municipal de Adeje, y hermano mayor del Santísimo Sacramento de esta villa.

Este destacado personaje compartió su vida entre dos municipios del Sur de Tenerife, en los que gozó de notable relieve. Tras iniciar los estudios de Magisterio, desempeñó en su pueblo natal, San Miguel de Abona, los cargos de primer subteniente de la Milicia Nacional local, secretario del Ayuntamiento y jefe de la Sección de Contabilidad del mismo. Luego se avecindó en la Villa de Adeje, donde contrajo matrimonio y de la que fue alcalde y juez municipal, así como primer suplente del juez de paz, vocal de las Juntas locales de Sanidad y Primera Enseñanza, elector, interventor electoral y hermano mayor del Santísimo Sacramento. Tras la muerte de su esposa regresó al pueblo de San Miguel, en el que le sorprendió la muerte.

Estudiante de magisterio.

Nació en San Miguel de Abona el 17 de marzo de 1834, siendo hijo de don Juan Antonio García del Castillo, natural de Granadilla de Abona, y de doña María Alfonso Rodríguez Feo, que lo era de la primera localidad. Seis días después fue bautizado en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco propio don Francisco Guzmán y Cáceres; se le puso por nombre “Miguel Patricio  José de San Juan”  y actuó como padrino su tío materno don Miguel Alfonso Feo (que llegaría a ser comandante graduado de Milicias y alcalde de la localidad).

Creció en el seno de una de las familias más ilustres de la localidad, en la que destacaron tres de sus hermanos: don Faustino  García  Alfonso  (1831-1910), maestro de instrucción pública; don Juan García Alfonso (1836-1921), cura ecónomo de Granadilla, San Miguel y Adeje; y don Gregorio  García  Alfonso  (1852-1931), alférez de la compañía de milicia Nacional local, alcalde y fiscal municipal de San Miguel. Por la rama paterna: su padre, don Juan Antonio García  del Castillo (1804-1869), fue alcalde, síndico personero y cillero1 de San Miguel; mientras que su abuelo, don Miguel García del Castillo, también fue síndico personero del Ayuntamiento de ese mismo pueblo. Y por la rama materna: todos sus tíos fueron oficiales y jefes destacados de las Milicias Provinciales y de la Milicia Nacional local; su abuelo, don Miguel Alfonso Martinez (1780-1854), fue fiel de fechos, capitán de la Milicia Nacional, notario público eclesiástico, segundo ayudante y capitán de las Milicias Provinciales, comandante de armas, cillero, colector de las Bulas de la Santa Cruzada y alcalde de San Miguel; su bisabuelo, don José  Antonio Rodríguez Feo  (1745-1826), fue síndico personero y alcalde de Vilaflor, impulsor de la creación de la parroquia y el ayuntamiento de San Miguel y primer alcalde real de dicho pueblo; su tatarabuelo, don Lucas Agustín Feo (1717-1800), fue capitán de Milicias graduado de Infantería, gobernador de las armas  de  Abona  y  alcalde  de  Vilaflor;  y  el  padre  de  éste,  don  Juan  Rodríguez  Feo(1674-1770), fue capitán de Milicias, teniente coronel graduado de los Reales Ejércitos y caballero de la Orden de Santiago.

De la juventud de don Miguel García Alfonso solo sabemos que en el curso 1851-52, siendo vecino de su pueblo natal, inició los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Maestros de La Laguna, pero no consta que obtuviese el correspondiente título.

Don Miguel García Alfonso nació en San Miguel de Abona, donde ejerció como primer subteniente de la Milicia Nacional, secretario del Ayuntamiento y jefe de Contabilidad del mismo.

Primer subteniente de la Milicia Nacional Local, soldado de milicias provinciales, secretario y jefe de la sección de contabilidad de Ayuntamiento de San Miguel de Abona.

El 26 de noviembre de 1854 se procedió a la elección del cuadro de mandos de la 2ª Compañía de la Milicia Nacional local de San Miguel de Abona y don Miguel García Alfonso resultó elegido primer subteniente de la misma. Continuaba en igual situación el 27 de enero de 1856, en que participó como oficial en la elección de la plana mayor del Batallón de Milicianos Nacionales nº 5 de la comarca de Abona, del que dependía su compañía.

Luego, el 9 de abril de 1855, fue sorteado con el nº 4 para su alistamiento en las Milicias Provinciales. Fue filiado por el capitán don Antonio Rodríguez, sargento mayor interino  del  Batallón  Ligero  Provincial de  Abona nº  3  de  Canarias,  siendo  comandante accidental del mismo el sargento mayor don Fernando Viejobueno y testigos el subteniente brigada don Juan Reyes Sánchez y el cabo 1º don Benigno Reyes Martín. Al ser filiado figuraba con el oficio “del campo” y medía 5 pies, 2 pulgadas y 5 líneas de estatura; sus señales personales eran las siguientes: pelo castaño, ojos azules, cejas “al pelo”, color blanco, nariz y boca regulares, barba lampiña.

El 23 de abril de 1855 entró a servir por diez años como soldado del Batallón Ligero Provincial de Abona y en el mismo acto se le leyó la Real Orden de 27 de diciembre de 1854 sobre deserción; por entonces contaba 21 años de edad y permanecía soltero. El 1 de abril de 1856, y a consecuencia de la nueva organización de los Cuerpos de Milicias, pasó al Batallón de La Orotava, al haberse extinguido el de Abona, siendo destinado en clase de efectivo a la 6ª Compañía. Y el 1 de diciembre de 1856 pasó a la 5ª Compañía por pertenecer a la dotación de San Miguel, señalada últimamente a dicha Compañía. Por Real Orden de 20 de diciembre de 1857 se le acreditaron dos años de abono para premios de constancia, por el natalicio del Príncipe de Asturias.

El 30 de abril de 1858 fue baja en el Batallón de La Orotava por pase a la nueva Sección de Abona. Y el 1 de mayo inmediato causó alta en ésta, con destino al cuadro de la misma, según orden del general subinspector de dichos cuerpos. Su hoja de servicios está cerrada a 28 de abril de 1859, cuando contaba 25 años de edad y llevaba cuatro años de servicio en las Milicias Canarias; por entonces era ayudante de la Sección Ligera Provincial de Abona el teniente de Infantería don Salvador Hurtado y Aragón y comandante accidental por ausencia del propietario el capitán don Antonio Francisco Domínguez.2

Mientras prestaba el servicio militar, don Miguel fue nombrado secretario del Ayuntamiento de San Miguel de Abona, cargo que ya ostentaba el 2 de febrero de 1856 y en el que continuaba el 23 de junio de 1858. Además, figuraba como jefe de la Sección de Contabilidad del mismo Ayuntamiento, empleo que ya disfrutaba el 8 de junio de 1858 y en el que continuaba el 24 de junio de 1859.

Primer suplente del Juez de paz, Alcalde y Juez municipal de Adeje, elector, interventor y hermano mayor del Santísimo Sacramento de esta villa

El 6 de enero de 1861, a los 26 años de edad, nuestro biografiado contrajo matrimonio en la parroquia de Santa Úrsula de Adeje con doña Plácida María Expósito, de 15 años de edad3, natural de Arona y vecina de dicha villa; los casó el beneficiado rector propio don Rafael Alemán y actuaron como testigos don Ramón Hernández, don Fernando Jorge y don Faustino García Alfonso, hermano del novio. En el momento de la boda, don Miguel ya residía en Adeje, mientras que la contrayente “fue habilitada por ser menor de edad por la autoridad  del Sr. Alcalde de este pueblo”. Y el 29 de abril de 1861 fueron velados en el mismo templo.

El Sr. García Alfonso fue vecino de Adeje, en la calle de los Molinos nº 54, y desempeñó en esta villa diversos cargos de responsabilidad. El 1 de enero de 1863 fue nombrado vocal de la Junta local de Sanidad por el alcalde don José Melo. A finales del año siguiente, la Audiencia Territorial de Canarias lo designó primer suplente del juez de paz de Adeje, para el trienio comprendido entre el 1 de enero de 1865 y el 31 de diciembre de 1867, cuyo titular era don Fernando Jorge Brito.

Por entonces fue elegido alcalde constitucional de la Villa Adeje, cargo que ya ostentaba el 15 de febrero de 1865 y en el que continuaba el 17 de febrero de 1867; en virtud del mismo, también figuraba como “presidente del Iltre. Ayuntamiento y de la Junta Pericial” de dicha localidad. Posteriormente, siendo aún concejal o regidor del Ayuntamiento, el 20 de enero de 1868 fue designado vocal de la Junta local de Primera Enseñanza (o Instrucción Pública) de dicha villa, cargo en el que continuaba el 31 de julio de ese mismo año. Seguía siendo concejal del Ayuntamiento de Adeje el 22 de agosto de 1869.

Asimismo, desde noviembre de 1865 don Miguel figuró también entre los electores de Diputados a Cortes, al estar incluido en la lista de los mayores contribuyentes de Adeje, que solo integraba a los vecinos que pagaban 20 o más escudos de cuota al Tesoro, pues en dicha fecha contribuía con una cuota anual de 64 escudos y 483 milésimas. Continuaba exactamente igual en enero de 1866. En virtud de ello, tomó parte en la elección general de diputados a Cortes celebrada el 13 de marzo de 1867 en el colegio electoral de la Sección 5ª de la Villa de La Orotava.
Como curiosidad, el 20 de mayo de 1878 don Miguel estaba incluido en la “Relación de los deudores por pagarés de Bienes desamortizados, cuyos plazos vencen en los días que se expresarán, formada con arreglo á lo dispuesto en los artículos 3.º y 4.º de la Instrucción de 31 de Agosto último, para llevar á efecto el Real Decreto de 20 de Julio anterior, sobre el  cobro de los mismos”. En dicha lista figuraba como vecino de Adeje, que había comprado una finca rústica en la Mesa de Jama, radicada en Arona, procedente del clero y con el número1287 del inventario; solo adeudaba un plazo, que vencía el 28 de ese mismo mes de mayo de 1878, por un importe de 312,50 pesetas.4

Con posterioridad, fue designado juez municipal de la Villa de Adeje, cargo que ya desempeñaba el 27 de diciembre de 1880 y en el que seguía el 15 de junio de 1882. Y el 1 de junio de 1887 volvió a ser nombrado por segunda vez para dicho cargo por el presidente de la Audiencia Territorial de Las Palmas, para el bienio 1887-89.

Con frecuencia mostró su preocupación por los temas sociales. Sirva como ejemplo el que en la suscripción abierta por la Diócesis de Tenerife en 1891 para “socorro de los pueblos inundados”, don Miguel fue el segundo mayor colaborador de la parroquia de Adeje, tras el cura párroco de dicha villa, al aportar para dicho fin 8 reales de vellón.

En febrero de 1893 fue incluido en la lista de los interventores titulares designados por los candidatos para constituir la mesa electoral del Ayuntamiento de Adeje. Y el 7 de abril de 1896 fue proclamado de nuevo interventor de la mesa electoral de esta villa.
En 1896 ostentaba el cargo de hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia de Santa Úrsula de la Villa de Adeje. En 1899 se le mencionaba con la profesión de propietario.

El 3 de febrero de 1907 figuraba en la lista de los “mayores contribuyentes vecinos con casa  abierta”  de la Villa de Adeje, que tenían derecho a elegir compromisarios para Senadores del Reino. En igual situación continuaba el 1 de enero de 1908 y el 1 de enero de 1909.

En 1915 estaba incluido en “las listas de adhesiones recibidas para la Asamblea del
25 de Noviembre”, convocada por el Consejo Provincial de Fomento de Canarias, junto a las principales personalidades y entidades públicas y privadas de las islas.5

Fallecimiento y descendencia.

Doña Plácida Expósito falleció en su domicilio de Adeje el 25 de mayo de 1919, a las once de la mañana, cuando contaba 77 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos. Al día siguiente se oficiaron las honras fúnebres en la iglesia de Santa Úrsula por el cura ecónomo don José Pons Comallonga y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad, de lo que fueron testigos don Manuel Bello Ángel y don Federico Rivero, de la misma vecindad.

El periódico El Imparcial se hizo eco de su muerte, en una “Necrológica” enviada “Desde Adeje” por Odracir: “Victima de penosa y larga enfermedad ha  dejado de existir en esta villa la virtuosa señora esposa de don Miguel Garcia Alfonso, doña Plácida María E. de Garcia, siendo su muerte generalmente sentida como lo prueba el numeroso público de esta villa y pueblos limítrofes que acompañó el cadáver hasta su última morada. D.E. P.”.

Le sobrevivió su esposo, don Miguel García Alfonso, quien tras enviudar regresó a San Miguel de Abona, su pueblo natal, y allí falleció en su domicilio de la calle Domínguez Alfonso el 1 de febrero de 1921, a las nueve de la noche, a consecuencia de afección cardiaca; contaba 86 años de edad y no había testado ni recibido los Auxilios Espirituales. Al día siguiente se ofició el funeral en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura ecónomo don José Siverio y Díaz y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicho lugar, de lo que fueron testigos don Antonio Marrero y don Francisco Díaz.

En el momento de su muerte continuaba viudo de doña Plácida María Expósito, con quien había procreado dos hijas, nacidas en Adeje: Doña Petra García Expósito (1863-1900), que casó en 1899 con don Manuel (Miguel) Trujillo Pérez, natural de Tacoronte y vecino de dicha villa, hijo de doña María Antonia Trujillo Pérez; falleció en su villa natal a los 37 años de edad y sin sucesión. Y doña Isabel García Expósito (1868-1952), que falleció soltera en San Miguel de Abona, a los 83 años de edad.
(Octavio Rodriguez Delgado. [blog.octaviordelgado.es]


Notas:

1 Cillero era el que tenía a su cargo guardar los granos y frutos de los diezmos en la cilla, dar cuenta de ellos y entregarlos a los partícipes. Diezmo era la parte de los frutos, generalmente la décima, que pagaban los fieles a la Iglesia. La cilla era la casa o cámara en la que se recogían los granos de la renta diezmal.
2 Archivo Regional Militar de Canarias. Expedientes personales del Gobierno Militar, caja nº 6652.
3  Doña Plácida había sido bautizada en la iglesia de San Antonio Abad de Arona el 22 de octubre de 1845.
4   “Administración Económica  de  la  Provincia  de  Canarias”.  Boletín Oficial  de  la  Provincia  de Canarias, 24 de mayo de 1878, pág. 3.
5 “De una asamblea”. La Opinión, sábado 20 de noviembre de 1915, pág. 1. Las listas también fueron publicadas ese mismo día en El Progreso y días después en Diario de Tenerife.
1921 febrero 22.
Nace Pedro Hernández Torres, la memoria fértil
Veinticinco años después de su despedida de la vida terrenal, el recuerdo del doctor Pedro Hernández Torres late en la memoria fértil con la misma e intensa gratitud que siempre le tuvimos en vida. Forma parte de quienes somos sus parientes, amigos y de sus muchos admiradores. El reconocimiento a su buen y bien hacer impregna un sentimiento emotivo que sigue plenamente vigente y nos hace evocar su preclara capacidad e inteligencia, convertida en hálito de humanismo henchido de consuelo y esperanza. 
Nuestro personaje tiene el privilegio, escrito en letras de honor, de ser el primer médico nacido en Fuencaliente de La Palma. Un sueño de infancia que se hizo realidad en una época muy difícil, llena de penurias y carencias, en la que las aspiraciones de la gente humilde eran casi siempre inalcanzables. Pedro Hernández Torres abandera el esfuerzo de toda una generación de palmeros marcados por la inmediata posguerra, que demostraron pronto su capacidad y temperamento para encontrar el camino elegido. Representa no sólo el sueño de un niño hecho realidad, sino que dignifica el afán de superación y la demostración explícita de inteligencia y capacidad de trabajo y de firme creencia a una vocación hecha virtud. 
Nació el 22 de febrero de 1921 en Los Quemados en el seno de una familia humilde, gente trabajadora y responsable, seria y disciplinada, amante del orden y de la libertad. Primogénito de los hijos de Juan Hernández de Paz, maestro nacional y Josefa Torres Martín, estudió el bachillerato en Santa Cruz de La Palma y tenía 15 años cuando se produjeron los sucesos de 1936, que le privaron de la presencia de su padre en trágicas circunstancias. 
Pese a las significativas dificultades de la época y las duras condiciones en las que quedó su familia, Pedro Hernández Torres, que sentía una especial vocación por la medicina, viajó en 1939 a Cádiz para iniciar allí sus estudios, en una etapa llena de penurias, sinsabores y amarguras, pese a lo cual supo y pudo salir adelante. Ello fue posible gracias a la ayuda económica de su madre y de su familia, que apoyaron dentro de sus posibilidades el empeño del joven estudiante en la búsqueda de un nuevo amanecer. 
Con la intención de finalizar sus estudios en Madrid y atraído por las enseñanzas de la “Fundación Jiménez Díaz”, hizo algunos viajes a la capital de España, pero finalmente se decidió por la Universidad de Valencia, a donde llegó en 1944. En un principio su interés iba encaminado por la ginecología y, de hecho, se presentó a unos exámenes en la cátedra de dicha especialidad y fue nombrado alumno interno de la clínica de partos y enfermedades de la mujer de la Facultad de Medicina de la capital del Turia. Finalmente, el 17 de octubre de 1949 obtuvo el título de licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia. 
Cumplió el servicio militar en las Milicias Universitarias con el empleo de alférez- médico y el número uno de su promoción. Destinado al Hospital Militar de la capital valenciana, allí conoció al doctor José Domingo, prestigioso psiquiatra, catedrático de Neuropsiquiatría y director del hospital psiquiátrico “Padre Jofré”, con el que inició la que pronto llegaría a ser una gran amistad, a raíz de la cual Pedro Hernández Torres se interesó activamente por todo lo relacionado con la neuropsiquiatría. Terminada su etapa militar y declinando un puesto de inspector de sanidad de la región militar de Alicante, se dedicó a estudiar y trabajar al lado del eminente doctor José Domingo, en el citado hospital. 
Después viajó a Marsella y por espacio de un año realizó estudios de psiquiatría y neurología en la Universidad de Salpetriere. Luego regresó a Valencia y continuó con su trabajo en el hospital “Padre Jofré”, etapa en la que conoció a la que sería su futura esposa, Guadalupe García Meliá. A través de la cátedra de Neurología y Psiquiatría de Valencia se le concedió una beca para realizar estudios superiores en el “St. Barbas Hospital”, de Nueva York (EE.UU.), en el que trabajó por espacio de diez meses en la sección de Neuropsiquiatría. Regresó de nuevo a España y por entonces su ilusión era volver a la Ciudad de los Rascacielos. Sin embargo, el destino y el amor anchuroso que sentía por su madre viuda, hicieron que arraigara profunda y definitivamente en su querida isla de La Palma, donde dejó la estela de su buen y bien hacer. 
En 1950 se instaló en la ciudad de Los Llanos de Aridane, en la que ejerció su profesión por espacio de casi cuatro décadas, realizando una muy meritoria y estimable labor en los centros oficiales y en su despacho particular instalado en la avenida del doctor Fleming. Combatió con éxito las epidemias de meningitis y poliomielitis producidas entre los años 1952 y 1953. Figura entre los pioneros de la neuropsiquiatría e introductor en las mismas de la encefalografía en Canarias y, como trabajador infatigable, su consulta era un referente a nivel insular mientras se prodigaba en visitas a sus pacientes a las horas más intempestivas, alternando con otras obligaciones y frecuentes viajes al extranjero. Fue socio fundador y ponente de la Sociedad Iberoamericana de Ciencias Neurológicas. Durante varios años desempeñó el cargo de director del Centro Secundario de Higiene de Los Llanos de Aridane, periodo en el que se distinguió por la excelente organización sanitaria del establecimiento. 
La estela del doctor Pedro Hernández Torres, en su condición de primer médico nacido en su pueblo natal, marcó el camino de otros jóvenes paisanos y entre ellos varios parientes suyos, caso de Facundo Hernández Cabrera, Martín de Francisco Lorenzo, María Nieves Lorenzo Hernández y Pedro Camacho Hernández, así como su primogénita, Beatriz Hernández García, que es cónyuge del doctor Francisco Javier Robaina Padrón. Otros tres médicos nativos de Fuencaliente de La Palma, Filiberto Cabrera Díaz, Eustaquio Díaz Alonso y Ángel Luis Pérez de Paz, refrendan su especial vocación y atracción por la ciencia médica, de la que han sido notables exponentes. 
Con sus aciertos y sus errores, como todo ser humano, lo cierto es que Pedro Hernández Torres poseía una singular inteligencia y una cultura general fuera de lo común. Estudioso permanente y dotado de una elevada dosis de humor anglosajón, gozaba de una extraordinaria popularidad, reflejo de su humanidad enriquecida constantemente con unos sentimientos basados en su nobleza extraordinaria. De su unión matrimonial con Guadalupe García Meliá nacieron cuatro hijos: Beatriz, Pedro, Jesús (fallecido prematuramente) e Isabel Hernández García. 
El doctor Hernández Torres figura entre los paisanos fuencalenteros más destacados de la segunda mitad del siglo XX, entre los que también hemos de citar, entre otros, al profesor Eudoxio Hernández Ortega, catedrático de Latín y de Griego; los hermanos Arturo y Jaime Hernández de Paz, docentes y el segundo capitán de la Marina Mercante, oficial de la Armada y práctico del puerto de Los Cristianos (Tenerife) y Antonio Hernández Hernández, destacado empresario afincado en Venezuela, propietario durante años de Arrocera Santa Ana C.A. y miembro de la junta directiva nacional de la poderosa patronal Fedecámaras. 
Atraído por su afán de servicio a la sociedad donde desarrollaba su actividad médica, participó también, de forma intensa, a su estilo, en los incipientes pasos de la democracia española tras la etapa constituyente. En 1978 se presentó como candidato al Senado por la Isla de La Palma en representación de Alianza Popular. El momento, pese a su enorme popularidad, no le resultó propicio en las urnas, pues en una España con ansias de cambio y renovación, el escrutinio final dio la victoria al representante de la UCD, Acenk Galván González. 
Su obra periodística abarca más de treinta años y está compuesta por un número importante de artículos publicados en distintas revistas especializadas y en periódicos, en los que, a modo de ensayo, abarcó diferentes temas de sus especialidades médicas, actualidad y profundidad intelectual. El último de ellos apareció publicado en el rotativo tinerfeño El Día el mismo día de su fallecimiento. Pedro Hernández Torres también se distinguió por sus intervenciones en actos culturales y conferencias en congresos de neurología, tanto nacionales como internacionales, dejando constancia de su personalidad médica en Argentina, Perú, Chile, Panamá, Venezuela, EE.UU., Canadá, Francia, Italia, Japón, China y México, país éste que visitó en más de una veintena de ocasiones. 
Su interés periodístico le llevó a protagonizar curiosas controversias, en las que unas veces firmaba con su nombre y otras con pseudónimo y en las que, de modo constante, el primero discrepaba con el segundo y viceversa, siendo ambos la misma persona. En los últimos años de su vida, Pedro Hernández Torres propició un intenso acercamiento con sus firmes creencias religiosas, como lo demuestra en el contenido y la profundidad de algunos de los artículos publicados. 
Con los doctores Manuel Morales Pérez, Amílcar Morera Bravo, Sarbelio Pérez Pulido y Rafael Hernández Álvarez en el recuerdo, cuatro personalidades insignes de la Medicina en La Palma, la desaparición hace ahora 25 años de Pedro Hernández Torres privó a la isla de una figura excepcional, entregada al juramento de su profesión, con la decisión siempre firme de hacer el bien, comprendiendo así la esencia de la vida misma por la que tanto luchó y a la que tanto amó. 
El 28 de noviembre de 1988 cesó el latido de su corazón de hombre noble en su casa de Los Llanos de Aridane. Sus restos reposan, por deseo expreso, en el cementerio de Fuencaliente de La Palma, en las raíces del pueblo donde nació y próximos a los de su querida madre. Su pueblo natal y Los Llanos de Aridane, en expresión de gratitud, le otorgaron el primero su nombre a una calle en el barrio de Las Indias –en tiempos del alcalde Pedro Nolasco Pérez y Pérez– y el segundo el título de Hijo Adoptivo a título póstumo –siendo alcalde Juan Ramón Hernández Gómez–, sentimientos que honran manifiestamente a los pueblos agradecidos con sus hijos destacados. 
(Díaz Lorenzo, Juan Carlos. “Fuencaliente. Historia y tradición”. Madrid, 1994.)
1921 Julio 9. Fallece el criollo Manuel de Osuna y van –den-Heede. Fue una triste fecha para las letras canarias, y muy especialmente para los estudios históricos de la Región.

Han transcurrido ya tres años de la muerte del historiador De Ossuua y 1a herida no se ha cerrado aún, el dolor no ha abandonado a los amantes de la Tradición y de la Historia.

Cupo a la Villa de la Victoria el honor de recibir los restos del sabio publicista,
pues sentía él tal predilección por su «Quinta de los Pinos», que, olvidando quizás de su delicada salud, fue a pasar el verano al pintoresco sitio, bajo cuyo cielo y a la sombra de los pinares, comenzó algunas de sus obras. Como como todos los sabios, murió como verdadero católico habiendo llevado con resignación ejemplar todas sus dolencias.

D. Manuel de Ossuna y van-den-Reede había nacido en La Laguna a 22 de febrero de 1845, siendo hijo del también distinguido canario don Manuel de Ossuna Saviñón, miembro de las Reales Academias de Ciencias Naturales de Madrid y Barcelona, correspondiente del Museo de Historia Natural de Francia, de la Sociedad Geográfica de París, etc., diputado a Cortes (1842), presidente de la Junta central de la Provincia (1843), autor y traductor de varias obras y el primer naturalista que clasificó los in- sectos de Tenerife, y de doña María del Carmen vanden-Heede y Mesa, su mujer.

Fue el señor De ossuna y van-den-Heede individuo de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; correspondiente de la Real Academia Española y de la de la Historia; de1a Sociedad lmperial de Naturalist» de Moscou; de la-Real Sociedad Geográfica de Madrid; de la de Geografía Comercial de París; del Instituto Geográfico Argentino; de la Sociedad Geográfica del Brasíl y de la de Geografía y Estadística de Méjico; de la Sociedad Africana de Italia y del Museo Comercial y Colonial de Nápoles; miembro honorario del Supremo Consejo y fundador activo de la Junta local  del gran diario internacional «El Mundo Latino»; presidente de la Comisión científica encargada de fijar el lugar de la batalla de Acentejo; socio agregado de la Sociedad Española de Historia Natural; Benemérito del Patronato Social de Buenas Lecturas; miembro honorario y director de la Real Sociedad Económica de Tenerife; vocal del Congreso Internacional de Americanisths celebrado en el convento de la Rábida (1892) y del segundo Congreso español de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en Barcelona (1913); profesor de Historia en Barcelona (1913); profesor de Historia Universal y Literatura latina en la Escuela de Derecho de La Laguna, de Derecho Político y Administrativo en la misma; de Geografía e Historia en el Instituto, catedrático de Derecho Natural en la Sección Universitaria de Canarias, etc., etc.

Así mismo fue caballero comendador de la Orden civil del Mérito Agrícola, nombrado por los trabajos que llevó a cabo en sus propiedades, en especial en la indicada Quinta, donde, a costa de cuidados, había logrado sostener un hermoso pinar, a pesar de ser zona contraria a esta vegetación. Lo cual, unido a haber conseguido para el pueblo de la victoria el título de Villa, ésta le nombró su hijo adoptivo.

Desde muy joven hallábase  dedicado a los estudios científicos, principalmente a los históricos, gusto que parecía heredar de su padre y de su tercer abuelo el importante historiador don José Antonio de Anchieta y Alarcón. Dejó publicadas las siguientes obras: El Regionalismo en las Islas Canarias, dos tomos, el primero impreso en 1904 y el segundo en 1916. Consideraciones sobre el fundamento del Derecho y la Ciencia Política, publicada la primera edición en 1874 y la segunda en 1916; La Inscripción de Anaga, publicada en 1889; “El Problema de Canarias, aclaraciones históricas" impreso en 1911; Cultura social de Canarias en los reinados de Carlos III y Carlos IV, publicada en 1914; Impresiones de viajes e investigaciones científicas, editada en 1912;

Discurso sobre las distintas fases porque ha pasado el globo terrestre, desde su lejano origen a la actualidad, determinando la aparición y desarrollo de la materia organizada y la trascendencia de los modernos descubrimientos geológicos a la Geografía y a la Filosofía de la Historia, impreso en 1886; Noticias sobre la flora y fauna de Anaga, editada en 1898; XVI centenario de la paz de la Iglesia por Constantino, publicada. en 1913; El problema de la Atlántida y la Nación española, impresa en 1917 y 1920; Movimiento intelectual y científico de Canarias desde 1874 hasta el presente, (1920); y Correspondencia y autógrafos de don M. de Ossuna y van-den-Heede, de la que sólo se llegó a. imprimir un pliego en 1920. También publicó innumerables artículos en revistas y periódicos científicos de España y del Extranjero, dejando una inmensa labor histórica, geográfica y filosófica.

Su biografía aparece en el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, de Montaner, en la Enciclopedia Hispano-Americana de Espasa, y en diversos boletines y periódicos.

De su fallecimiento se ocuparon, a más de la prensa del país, importantes diarios madrileños, entre los que podemos citar A B C, El Debate, La Epoca y La Acción.

Con gran acierto, el Excmo. Ayuntamiento de esta ciudadd, en sesión de 16 de abril último (1924), acordó dar el nombre de Manuel de Ossuna y van-den-Heede» a la antigua calle de Chaves, y la Real Sociedad Económica de Tenerife en sesión de 29 de mayo, acordó, así mismo, poner una lápida en la casa donde vivió y escribió sus obras
.nuestro biografiado, decisión que se llevará a. cabo el día que sean trasladados sus restos al Cementerio de esta población, que será probablemente-en septiembre de 1926.

Revista de Historia, por la índole de sus estudios y por su patriotismo, que le hace amar a los isleños ilustres, por su fin, en una palabra, no podía. en manera alguna olvidar al historiador, dejando de dedicarle aunque sea estos cortos y desaliñados párrafos; líneas que sólo se proponen sostener o avivar el recuerdo del canario   insigne que consagró a exaltar a su pueblo toda una vida, abrazando el estudio desde los primeros años de su existencia, para después penetrar en investigaciones patriótica que reivindicaran las honras y glorias de su tierra. (José Peraza de Ayala y Vallabriga; 1924:65-7).

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