1892 enero 10.
Falleció en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, en la
casa nº 52 de la calle de San Lucas, a las cuatro de la tarde, a consecuencia
de neumonía, Domingo Barroso y Frías (1822-2892), Notario publico eclesiástico,
secretario del Ayuntamiento y del juzgado, maestro de escuela publica de niños
y alcalde constitucional de Arona, y secretario de los Ayuntamientos de La Victoria de Acentejo y
Santa Úrsula.
Tras vivir en La Orotava, donde había
nacido, y en La Laguna,
nuestro biografiado se estableció en Arona. En esta localidad vivió la mitad de
su vida y en ella desempeñó los principales cargos: notario público
eclesiástico durante 24 años, secretario del Ayuntamiento durante 22 años (en
dos etapas), maestro de la escuela pública de niños, alcalde constitucional y
secretario del Juzgado. Además, fue elegido cirujano del Batallón de la Milicia Nacional
de Abona y figuró entre los promotores de una ermita en Los Cristianos, para la
que donó una imagen de la
Virgen. Alejado de Arona por motivos políticos, en los
últimos años de su vida fue secretario de los Ayuntamientos de La Victoria de Acentejo y
Santa Úrsula.
Nació en la Villa de La Orotava el 2 de marzo de
1822, siendo hijo de don Domingo Hernández Barroso y González, natural del
Realejo Bajo, y de doña María Candelaria de León y Frías, que lo era de
Valverde en la isla de El Hierro. Tres días después fue bautizado en la iglesia
matriz de Ntra. Sra. de la
Concepción por don Julián Betancurt, con licencia de don
Domingo Currás, juez comisario de la Santa Cruzada, vicario juez eclesiástico del
partido de Taoro y beneficiado servidor de dicha iglesia parroquial; se le puso
por nombre “Domingo Wenceslao del Sacramento” y actuó como padrino don Domingo
Franco Machado, natural y vecino de dicha villa.
Notario publico eclesiástico, secretario del Ayuntamiento y
del juzgado, maestro de escuela publica de niños de Arona.
Aunque según la tradición sobre
la llegada a Arona de la imagen del Cristo de la
Salud, se sostiene que la
adquirió don Domingo Barroso en La
Orotava y luego la donó a la parroquia de San Antonio Abad,
por gestiones del párroco don Luis Herrera Cruz, sin duda no se trata de
nuestro biografiado, pues hay constancia de que la venerada imagen llegó a
dicho pueblo en 1806, mucho antes de su nacimiento. Ni siquiera es el implicado
en la otra teoría que sostiene que la llegada de esta imagen fue posterior y
que, con motivo de la exclaustración de 1835, la imagen del Cristo de la Salud fue adquirida por el
Sr. Barroso, quien la donó a la parroquial de Arona, pues por entonces solo
tendría 13 años. En cualquier caso pudo ser su padre, pero desconocemos qué
vínculos pudo tener con Arona para implicarse en esa donación.
El 21 de agosto de 1841, a los 19
años de edad, don Domingo Hernández Barroso de León y Frías contrajo matrimonio
en la parroquia de San Juan Bautista de La Orotava con doña Ignacia Díaz de Orta, natural y
vecina de dicha villa en la misma parroquia, hija de don Cándido Díaz Borges (o
Díaz Curbelo) y de doña Petra de Orta y Valladares; los casó y veló el
beneficiado servidor don Francisco Xavier Machado y Texera, siendo testigos el
presbítero don Domingo Brito, don Domingo Perdigón y don Agustín Santos, de
dicha vecindad.
Tras la boda, vivieron primero en
La Orotava,
luego en La Laguna
y, finalmente, en Arona, donde nuestro biografiado siempre fue conocido como
“Domingo Barroso y Frías”, suprimiendo por tanto los primeros apellidos de sus
padres. En su adolescencia y juventud debió de adquirir una notable cultura,
pues los cargos que desempeñó a lo largo de su vida exigían unos conocimientos
muy superiores a los que tenían la mayoría de los canarios en esa epoca.
Así, el 13 de julio de 1848 se le
expidió el título de notario público eclesiástico de la parroquia de San
Antonio Abad de Arona, empleo que desempeñó durante muchos años, por lo menos
24, pues en este continuaba en julio de 1871. Probablemente permaneció en él
hasta el año siguiente, en que abandonó dicha localidad.
Simultáneamente fue nombrado
secretario del Ayuntamiento de Arona, empleo que ya ocupaba en abril de 1848 y
en el que continuó en una primera etapa hasta finales de 1854. Al mismo tiempo
se hizo cargo de la escuela pública de niños de Arona, que al ser incompleta
podía ser regentada por un maestro no titulado, pues en la información
suministrada hacia 1848 por el militar don Antonio Alfonso Feo al también
militar, funcionario, periodista y político don Pedro Mariano Ramírez Atienza,
para su “Diccionario
Geográfico-Histórico- Estadístico y Administrativo de las Islas
Canarias”, que nunca llegó a publicar,
se indicaba que en dicho pueblo existía un maestro de Instrucción Primaria, que
a la vez era el secretario
municipal.1
Como curiosidad, en el repartimiento de la Contribución
territorial correspondiente a
1852, efectuado por el
Ayuntamiento de Arona, don Domingo Barroso figuraba con un producto
anual de 75 reales de vellón y una cuota de contribución más recargo de 15
reales y 8 maravedíes, correspondiendo a cada trimestre tres reales de vellón y
27,5 maravedíes.2
Alcalde constitucional de Arona, cirujano del batallón de la milicia
nacional de Abona, secretario del ayuntamiento Y del juzgado.
Don Domingo
fue elegido alcalde
constitucional de Arona
durante el bienioprogresista, cargo que ejerció por lo
menos desde enero de 1855 hasta octubre de 1856, por lo que tuvo que renunciar
a la Secretaría
del Ayuntamiento. Como alcalde, en el segundo año desu mandato denunció las
faltas de cumplimiento del maestro de la escuela de niños3 y también se
preocupó por mejorar la situación del cementerio.
Mientras ocupaba la alcaldía, el
3 de febrero de dicho año 1856 resultó elegido “Cirujano” del Batallón de
Milicianos Nacionales nº 5, correspondiente a la Comarca de Abona, después
del escrutinio general, realizado en Guía de Isora, de los votos emitidos para
la plana mayor de dicho Batallón, por la oficialidad del mismo en los distintos
pueblos agremiados a dicho Cuerpo, desde Arico hasta Santiago del Teide.4
Una vez que cesó en la Alcaldía, a comienzos de
1858 don Domingo se reintegró a su plaza de secretario del Ayuntamiento, que ya
ocupaba en febrero de dicho año y en la que continuó hasta abril de 1874, pues
como secretario saliente, en este último año la Corporación municipal
le pidió que rindiese las cuentas correspondientes del alquiler de los locales
que ocupaba en el Ayuntamiento, así como del sitio de nopales contiguo que se
le había alquilado por acuerdo del 26 de junio de 18705. En esta segunda etapa,
le sustituyeron ocasionalmente como secretarios interinos don Antonio García,
en enero de 1864, y don Rosendo Trujillo, en enero de 1869.
También por entonces ejerció como primer secretario del
Juzgado de Paz, plaza que ya ocupaba en septiembre de 1862. Años más tarde,
también fue el primer secretario del Juzgado Municipal (creado en 1870), por lo
menos en 1871 y 1872.
El Sr. Barroso y Frías desempeñó en el municipio de Arona
los cargos más relevantes que por entonces se podían tener en dicha localidad.
Mientras tanto, doña Ignacia Díaz
de Orta había fallecido en la
Villa de La
Orotava el
27 de agosto de 1858, con tan
solo 48 años de edad; al día siguiente se ofició su funeral en la iglesia
matriz de Ntra. Sra. de la
Concepción por el colector don Antonio Rodríguez Delgado y a
continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha villa. Le asistió un
facultativo, pero según su partida de defunción se ignoraba su enfermedad.
Le sobrevivió su marido, don
Domingo Barroso y Frías, con quien había procreado cinco hijos: don Benigno
(1844-?), natural de La Orotava
y maestro de Enseñanza Primaria don Emilio, nacido en La Laguna; don Miguel Barroso
Díaz (1847-?), artesano, que en 1867 casó en Arona con doña Margarita Alayón
González, natural de Macuriges (Cuba) e hija de don Epifanio Alayón y doña
Ceferina González; don Cándido y doña María Barroso Díaz, nacidos en el pueblo
de Arona.
Casi tres años después, el 20 de
junio de 1861, a los 39 años de edad, don Domingo celebró segundas nupcias en
la parroquia de San Antonio Abad de Arona con doña Benigna Villarreal y Frías,
natural de dicho pueblo e hija de los propietarios don Francisco Villarreal
Bethencourt y doña Jerónima de Frías Delgado, que constituían una familia
destacada de dicha localidad6; los casó y veló el cura propio don Miguel
Rodríguez Guillama y actuaron como testigos su hijo don Benigno Barroso, don
Antonio García y don Francisco Villarreal Frías. Después de casados continuaron
viviendo en Arona, donde nacieron sus numerosos hijos.
En varias ocasiones se puso de
manifiesto el espíritu caritativo de nuestro biografiado. Así, según la
relación publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias el
26 de enero de 1863 por la “Junta Provincial de la suscricion abierta en favor
de las viudas y huérfanos pobres que ha dejado
la fiebre amarilla en esta Capital y demás necesidades de urgencia”, don
Domingo Barroso y Frías contribuyó con 10 reales de vellón, siendo uno de los
nueve vecinos de Arona que participaron en tan benéfico fin.
Implicación política, abandono de Arona y nombramiento como secretario
del Ayuntamiento de La
Victorias de Acentejo
A comienzos de 1872, don Domingo
se vio inmerso en unos graves enfrentamientos
políticos en Arona, con motivo de
unas elecciones municipales un tanto turbias, lo que acabaría en los tribunales
y en su destitución como secretario. La causa de ello se explica en un artículo
publicado en el periódico La
Propaganda el 14 de
abril de dicho año, titulado “Sobre lo de Arona”, a continuación del cual se
inserta una carta de nuestro biografiado:
Sobre lo de Arona.— En dos ocasiones, la última de ellas el 17 del
pasado, nos ocupamos en las columnas de nuestro periódico de los incalificables
abusos que habían dado por resultado en el pueblo de Arona que no se efectuasen
allí las elecciones municipales, abusos de que quizá dependa también que
tampoco ahora en las de diputados hayan podido aquellos electores emitir sus
sufragios. Citábamos hechos concretos que decíamos no haber presenciado pero
que llegaban á nuestro conocimiento por conductos respetabilísimos, y pedíamos
al órgano de esta desatentada situación calamar que para desdicha de todos pesa
sobre nosotros, que nos dijera lo que por el gobierno se hubiera resuelto en
vista de la denuncia oficial que se le había elevado. Y en efecto la ESCLAVISTA Voz del Teide guardó
silencio, viniendo á
sacarla del atolladero
un comunicado digno de ella y en un estilo propio también únicamente de
sus columnas. Por respeto al ilustrado público que nos lee y por respeto á
nosotros mismos no nos habíamos ocupado antes ni nos ocuparemos ahora de los
términos groseros que tal parece que son los que solamente está acostumbrado á
usar en sus conversaciones el ínclito alcalde de Arona, Don Francisco
Hernández, cuando sus inspiradores no han titubeado en redactar con ellos el comunicado
que habían de hacerle firmar en barbecho. El estilo es el hombre y los
zurcidores del comunicado
no han querido
que los que
saben los puntos
que intelectualmente calza el Sr. Hernández, pudieran atribuirlo á
estraña inteligencia. El trabajo de imitación ha sido bueno. A tal alcalde, tal
lenguaje.
Pero otra consideracion de
respeto también á la verdad, al público y á nosotros mismos nos ha hecho no
contentarnos con responder con el desprecio que se merece el tegido de
contradicciones y desvergüenzas que recomienda á sus lectores La Voz del Teide en su número 69
del dia 3 en que inserta el comunicado; sino que vamos á desmentirlo con el
testimonio de un hombre integro y respetado y querido del pueblo mismo de
Arona.
Honrado padre
de familia, completamente ageno á las cuestiones políticas de partidos, la
persona á quien más ataca el Sr. Hernández, (el Sr. Hernández convertido en
prohombre, por obra y gracia de
los que han querido aprovecharse de su candidez y sus pretenciones,) y que hace
más de 20 años desempeña la
Secretaría del Municipio aquel, es la que viene por su
palabra leal y honrada á darnos la razón en la contienda.
Lean las gentes imparciales uno y
otro escrito,— el del Alcalde y el del Secretario y juzguen entre La Voz del Teide y nosotros quien
tiene la razón.
Dice así la carta con que nos
favorece don Domingo Barroso y Frias, Secretario del Ayuntamiento de Arona:
Sr. Director de LA PROPAGANDA. Laguna
11 de Abril de 1872.
Muy Sr. mio: de paso en esta
población me he enterado del comunicado que don Francisco Hernández, concejal
del Ayuntamiento de Arona, de que soy Secretario, ha publicado en el núm. 69 de
La Voz del Teide,
ocupándose de mi humilde persona y desmintiendo el relato hecho por el
periódico que V. dirije de los acontecimientos escandalosos allí ocurridos con
motivo de las elecciones municipales y en los cuales dicho señor ha sido gran
actor. Aunque los términos indecorosos é improcedentes con que el Sr. Hernández
se espresa no son dignos de que se le conteste, veome obligado, en obsequio á
la verdad, á manifestar publicamente que cuanto ha dicho LA PROPAGANDA con respecto
á Arona, es completa y absolutamente cierto y verdadero, como espero que saldrá
demostrado de los tribunales de justicia que entienden ya en algunos de estos
acontecimientos. La única rectificación que me cumple hacer al relato de La
Propaganda es que el día 10 no llegó á celebrarse sesión
del Ayuntamiento, aunque estuvo citada, y ésto por falta de número de
concejales, pero que cuanto V. refiere como acontecido en sesión, pasó tal como
V. lo dice fuera de sesión siendo verdaderas las palabras que V atribuye á D.
Juan Sierra.
Puede V. pues
desmentir los asertos
del Sr. Hernández,
con quien no
entro detalladamente en cuestión por no permitírmelo los términos de que
él se vale, y por ser
poco aficionado por mi carácter y
mis hábitos á un lenguaje y un proceder tan….. ya Vd. me comprenderá lo que
callo.
Y puede Vd. también, al recibir
anticipadas gracias por el favor que espero de que publique V. estas lineas,
disponer de este su atento y seguro servidor Q. B. S. M.
Domingo Barroso y Frias.
Enfrentado con la nueva
corporación municipal de Arona y cesado en la Secretaría, tanto del
Ayuntamiento como del Juzgado, don Domingo se vio obligado a abandonar la
localidad en la que había vivido durante varias décadas. Poco tiempo después
obtuvo la plaza de secretario titular del Ayuntamiento de La Victoria de Acentejo, que
ya ocupaba en octubre de 1876 y en la que continuaba en abril de 1880.
Promotor de una ermita en Los Cristianos y donante de una imagen para
la misma.
En ese mismo año 1880, don
Domingo regresó al pueblo de Arona, en el que mantuvo su implicación social,
pues fue uno de los vecinos de dicho término que el 26 de octubre de dicho año
solicitaron licencia al obispo de la Diócesis Nivariense
para la construcción de una ermita en Los Cristianos bajo la advocación de
“Ntra. Sra. de Los Cristianos”:
Ylmo. Señor Obispo: D. Cesáreo y
D. Antonio Bethencourt, D. Antonio García Frías, D. Antonio Fumero, D.
Francisco Navarro, D. Domingo Barroso y Frías, por sí como vecinos del pueblo
de Arona y en nombre de sus convecinos, a Vª. Yltma. con todo respeto exponen:
Que desean para honrar a Dios y a su Santísima madre la fábrica de una Hermita
a la advocación de Ntra. Sra. de Los Cristianos en las playas de su mismo
nombre, para lo cual cuentan con donativos del vecindario que fervorosamente se
presta para ello; y en tal concepto, no faltando para poner en ejecución la
obra, que el permiso de S.S. Yltma.
No pueden menos que suplicarle
reverentemente previo el informe de nuestro Ve. Cura Párroco, se digne conceder
el que necesitan como lo esperan merecer de los piadosos
sentimientos de S.S. Yltma. en
obsequio de nuestra fe católica. Arona, Octubre veinte y seis, año de mil
ochocientos ochenta.7
En total, eran 85 los vecinos que
figuraban en la suscripción realizada para la edificación de dicho templo, con
cantidades que oscilaban entre 1,25 y 40 pesetas. En ella se hizo constar que
“D. Domingo Barroso además de entregar
la imagen adornada de ropa
suficiente para solemnizarla da 2’50 ptas”. Al final de dicha suscripción se
señalaba también que: “Deseando el Prelado contribuir con su pequeña limosna a
la erección de la hermita, no obstante la seguridad que le daba el Párroco de
que había ya cantidad bastante para la obra, ha ordenado se entregue a dicho
señor 100 reales para el objeto”. Pero a
pesar de lo expuesto, por razones que no se conocen no se llevó a cabo por
entonces dicha construcción. No obstante, la imagen de la Virgen María donada
por el Sr. Barroso quedó en poder de don Domingo Barrios Barrios, conocido
popularmente por “El Grifo”, quien promovió durante muchos años la
celebración de los primeros festejos
religiosos en Los Cristianos en honor a dicha imagen, muchos antes de que se
construyese la ermita de Ntra. Sra. del Carmen y de que se celebrasen fiestas
en su honor.8
Secretario de los Ayuntamientos de La Victoria de Acentejo y
Snata Úrsula. Fallecimiento y descendencia.
Pocos años después, el Sr.
Barroso regresó a La Victoria
de Acentejo, donde ya continu avecindado hasta su muerte. En agosto de 1886
volvía a ocupar la
Secretaría del Ayuntamiento de esta localidad, aunque con
carácter de interino, situación en la que continuaba al mes siguiente. Pero en
marzo de 1887 ya era de nuevo secretario titular, plaza en la que continuaba en
julio de dicho año.
Finalmente, fue nombrado
secretario interino del Ayuntamiento de Santa Úrsula, por renuncia del que
venía desempeñando dicho cargo. Como tal,
en diciembre de
1890 fue proclamado, por la Junta provincial del Censo
electoral, interventor de la
Sección única de Santa Úrsula para la elección de diputados
provinciales, a la que representó en la junta de escrutinio general del Distrito
electoral de La Laguna,
que se reunió en la sala de sesiones del Ayuntamiento de dicha ciudad el 18 de
dicho mes9. En enero de 1891 continuaba como interino, pero en el mes de abril
ya figuraba como secretario titular, plaza que mantenía en julio de ese mismo
año y en la que probablemente continuó hasta su muerte.
Don Domingo Barroso y Frías
falleció en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, en la casa nº 52 de la
calle de San Lucas, el 10 de enero de 1892 a las cuatro de la tarde, a
consecuencia de neumonía; contaba 69 años de edad. En la tarde del día
siguiente se ofició el funeral de cuerpo presente en la iglesia de San
Francisco de Asís por el cura ecónomo don Antonio Verde y León y a continuación
recibió sepultura en el cementerio de dicha capital, de lo que fueron testigos
don Narciso Marti y don Fernando Demartín, de dicho vecindario. Como
curiosidad, en su partida de defunción figuraba como natural de La Orotava y vecino de La Victoria; curiosamente,
su madre era mencionada con el nombre de Petra, dato que no coincidía con su
partida de bautismo.
El día 12, el periódico El
Liberal de Tenerife se hacía eco de su
entierro en las “Noticias”: “Ayer tarde tuvo lugar el sepelio del cadáver de D.
Domingo Barroso y Frias. / Reciba su familia nuestro pésame”. Y el 16 del mismo
mes, La Opinión
también recogía su muerte en la “Sección provincial”: “Ha fallecido en esta
Capital D. Domingo Barroso y Frías, antiguo secretario de Ayuntamiento,
á cuya familia enviamos el testimonio de nuestro sincero pésame”.
Le sobrevivió su segunda esposa,
doña Benigna Villarreal y Frías, quien murió en el mismo domicilio de Santa
Cruz de Tenerife el 24 de julio de 1908, a las seis de la tarde, cuando contaba
65 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos. Al día siguiente se le
hizo oficio de sepultura en la iglesia de San Francisco de Asís de dicha
capital por el cura ecónomo don Francisco Hernández y González, siendo testigos
los ministros de dicha parroquia.
En el momento de su muerte
continuaba viuda de don Domingo Barroso, con quien había procreado doce hijos:
don Domingo (1868-1931), sargento de Milicias, auxiliar de la agencia ejecutiva
de Hacienda de la zona de Las Palmas, desinfectador de la Sección de Higiene del
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, jurado judicial, músico, vocal de la
junta directiva de la
Sociedad “El Centro” de La Victoria y practicante de
la Casa de
Socorro de Santa Cruz de Tenerife, casado con doña Dolores Pulido Hernández;
doña Adela, que casó con el maestro don José González Hernández, natural de
Arona, viudo de doña María de la Concepción Frías e hijo de don Agustín González
García y doña Tomasa Hernández Montesino y Marrero; doña Liberta (o Liberata);
doña Catalina; doña
Julia; doña Lutgarda
(o Luzarda) (1870-?);
doña Teodomira; doña Filomena; doña María Candelaria (1876-1881), que
murió a los cinco años de edad; doña Benjamina; don Fulgencio; y don Elías
Barroso Villarreal.
(Octavio Rodríguez Delgado) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1 Carmen Rosa Pérez Barrios (2006). La Enseñanza en Arona.
Pasado y presente. Pág. 25.
2 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, 9
de julio de 1852, pág. 5.
3 Carmen Rosa Pérez Barrios
(2006). La Enseñanza
en Arona. Pasado y presente. Pág. 46.
4
Archivo Municipal de San Miguel de Abona. Expediente de elección de
mandos del Batallón de la
Milicia Nacional, 1856.
5 Carmen Rosa Pérez Barrios
(1996). La historia de Arona. Pág. 87.
6 Don Francisco Villarreal
Bethencourt, fue sacristán
de la
parroquia, regidor del
Ayuntamiento, propietario agrícola y elector contribuyente. Su hermano,
don Juan Villarreal Bethencourt (1827-?), fue sargento 2º de Milicias. En
cuanto a sus hijos: don José Villarreal Frías
(1835-?) también fue sargento 2º de Milicias, tallador de quintos del
Ayuntamiento y depositario de los fondos municipales; don Francisco Villarreal
y Frías (1839-1911) fue clérigo de menores, Bachiller, primer maestro del Valle
de San Lorenzo, notario público eclesiástico, alcalde de Arona, cartero
municipal, secretario del Juzgado Municipal y de la Junta Municipal
del Censo electoral; y don Antonio Villarreal Frías (1850-1895) fue sochantre y
organista de la parroquia, interventor electoral y miembro de la Junta local de Instrucción
Pública.
7 Nelson DÍAZ FRÍAS (1996).
Historia de la Playa
de Los Cristianos. Págs. 243-245.
8 Ibidem.
9 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
19 de diciembre de 1890, pág. 2.
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