lunes, 30 de junio de 2014

MARIA ROSA ALONSO



 

1909 diciembre 28

Nace en Tacoronte-Tenerife María Rosa Alonso, escritora, investigadora y ensayista

María Rosa Alonso nació en Tacoronte (Tenerife) el 28 de diciembre de 1909. Ha sido profesora, investigadora y ensayista. Con el pseudónimo de María Luisa Villalba firmó sus primeras colaboraciones periodísticas en diversos medios de Tenerife. Estudió Filología Española en la Universidad de Madrid, donde fue alumna de Ortega y Gasset, García Morente, José Gaos y Américo Castro, y donde se licenció y más tarde (1948) se doctoró. Fue miembro fundador del Instituto de Estudios Canarios, entidad de la que fue promotora en 1932. Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna (1942-1953). En este último año renunció a su cargo de profesora adjunta y se trasladó a Venezuela. María Rosa Alonso fue profesora de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Los Andes (1958-1968) y subdirectora de la revista Humanidades de dicha universidad. Regresó a España ya jubilada y vino a vivir a Tenerife definitivamente en 1998. Ha cultivado la prosa narrativa y de evocación lírica. Además de innumerables artículos en revistas especializadas de España e Hispanoamérica, ha sido asidua colaboradora de la prensa del Archipiélago.
Falleció el 27 de Mayo de 2011 a los 101 años de edad. La escritora era hermana del periodista Elfidio Alonso Rodríguez y tía de Elfidio Alonso Quintero, exalcalde de La Laguna, director del grupo folclórico Los Sabandeños y también periodista.

Una vida fuera de casa
María Rosa Alonso estudia la enseñanza secundaria en el Instituto de La Laguna (el llamado Instituto de Canarias) entre 1921 y 1927. En el verano de 1927 aprueba en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna las asignaturas del primer curso, que entonces era común con Filosofía y Letras. Su intención es ir a estudiar la carrera de Filosofía y Letras a Madrid, pero no puede realizar entonces ese proyecto. Durante el curso 1927-1928 asiste de oyente, en la Facultad de Derecho, a las clases de Literatura Española del catedrático Ángel Valbuena Prat. En 1930, cuando cuenta sólo 20 años, comienza a colaborar en los diarios de Tenerife La Tarde, La Prensa y Hoy. Empieza, así, desde tan temprana fecha, la práctica de un tipo de escritura que mantendría de modo regular durante toda su vida y que a ella misma le ha gustado denominar periodismo cultural, invocando una expresión del periodista Leoncio Rodríguez. Aquellas primicias en la prensa insular, ya en vísperas republicanas, son, según el estudioso Miguel Martinón Cejas, como breves ensayos sobre temas de literatura y arte abordados desde la óptica insular definida por Valbuena, Agustín Espinosa, Juan Manuel Trujillo y los otros jóvenes redactores de la revista La Rosa de los Vientos; esto es, desde una exigencia de contemporaneidad y universalidad pero al mismo tiempo empeñada en señalar la existencia de una tradición cultural en Canarias. Frente al regionalismo decimonónico aún vigente y militante, los jóvenes intelectuales canarios propugnan una visión moderna de la insularidad inspirada por la necesaria actitud universalista y apoyada en el rigor universitario. En su libro San Borondón, signo de Tenerife recoge estos artículos, en los que está presente su interés por los estudios canarios. En 1932 propone la creación del Instituto de Estudios Canarios, en el seno de la Universidad de La Laguna, y participa en su fundación.


Desde octubre de 1933 hasta junio de 1936 estudia los tres cursos de que constaba entonces la licenciatura en Filología Románica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. En julio de 1936 María Rosa Alonso se encuentra en Tenerife, disfrutando de las vacaciones de verano, cuando se produce el alzamiento militar contra la República y comienza la guerra civil. Empiezan para la joven escritora unos años de obligada pausa en su carrera universitaria. Quedaban sí interrumpidos sus estudios universitarios, aunque no sus actividades literarias. En enero de 1937 termina la redacción del libro En Tenerife, una poetisa: Victorina Bridoux y Mazzini (1835-1862), que se publica en 1940. En este estudio, María Rosa Alonso evoca las circunstancias y el ambiente social de Santa Cruz de Tenerife durante los años 1852 a 1862. A finales de 1937 termina de escribir Un rincón tinerfeño: La Punta del Hidalgo (que se edita en 1944). En 1939 le llega a María Rosa Alonso un primer reconocimiento de su atención a los estudios insulares, al ser nombrada miembro de El Museo Canario, de Las Palmas de Gran Canaria.

Terminada la guerra y tras larguísima espera, puede, por fin, trasladarse a Madrid en 1941 para realizar el examen final de carrera, con el que logra concluir los estudios de la Licenciatura en Filosofía y Letras. De vuelta a Canarias, en 1942, imparte clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, en donde investiga, escribe y sigue publicando. Prepara su tesis doctoral con los profesores Dámaso Alonso y Entrambasaguas, doctorándose en 1948. Un año antes, gana por oposición la adjuntía de Literatura en la Universidad de La Laguna, plaza que desempeña hasta 1953.

Problemas políticos le obligaron a abandonar la docencia en La Laguna y, en octubre de 1953, emigra a Venezuela. Se instala en Caracas y aquí reparte su tiempo dando clases privadas, escribiendo en la prensa e investigando. En 1958, es designada profesora de Filología Española en la Universidad de los Andes, en Mérida, Venezuela, en donde impartió clases hasta el año 1967. En 1968 regresa a Madrid, donde continúa con sus trabajos de investigación, y en 1998 fija suresidencia definitivamente en Tenerife.
(La Opinión de Tenerife, 28 de mayo de 2011)

María Rosa Alonso, escritora rebelde y centenaria

Se pasó la vida estudiando. Fue una de las primeras universitarias canarias, y ayer murió en Tenerife, donde nació hace 101 años. María Rosa Alonso fue una ciudadana rebelde, una mujer de una memoria prodigiosa que conservó hasta después de su centenario.

Lúcida siempre, creía, hace algunos meses, que no valía la pena el cuerpo si la mente no lo acompañaba, y consideró que ya, como estaba, era excesivo andar por estos mundos. “¡Ya sobro, amigo mío!”. Irónica consigo misma y con los otros, era de una temible lucidez, y de una escritura tersa y culta, que le sirvió para escribir ensayos, perfiles y novelas. Su largo estudio sobre el poema de Viana, crucial en la historia lírica de las islas, y su novela Otra vez forman parte de lo mejor que ha dejado.

María Rosa Alonso cruzó con rabia el tránsito de la dictadura, que en gran parte vivió en el exilio en América, y regresó a España a incorporarse a una generación de librepensadores que se aglutinaban en las orillas de Ortega y Gasset y, después, de Julián Marías. Dedicó muchísimo esfuerzo a estudiar los ancestros de la poesía de su tierra, pero no se instaló en las torres de marfil de los estudiosos; ni en Madrid ni en la isla, a la que volvió para estar con su hermano Elfidio y con su sobrino, Elfidio Alonso, periodista y musicólogo, líder de Los Sabandeños. María Rosa Alonso dejó la militancia civil a favor de una discusión abierta y disconforme con todo lo que se movía o con todo lo que no se movía.

Como su hermano Elfidio, que murió casi centenario también hace unos años en Tenerife y que fue director de Abc cuando este periódico fue incautado por la República en la guerra, su luz fue republicana, y la ansiedad democrática que vivió siempre se colmó a medias a partir de la transición. Pues siguió manteniendo una aguerrida conciencia crítica que Javier Marías, el hijo de su amigo, subrayaba hace poco aquí señalando una frase de la escritora ahora fallecida: “… Con tanto idiota y sinvergüenza como anda suelto por ahí…”

Miembro, pues, en palabras del joven Marías, de “una generación bien entera”, supuso un faro para sus alumnos y también para sus compañeros, desde los tiempos de la universidad. Rafael Fernández, profesor canario que comisarió una muestra sobre su trayectoria, destacó en su centenario que “fue la primera en defender que la universidad, además de ocuparse de conocimientos universales, debía atender también a las raíces, a lo que sucede dentro de la sociedad a la que sirve.

Cuando llegó al centenario, el Gobierno de Canarias impulsó el conocimiento de su personalidad, generó esa exposición sobre su obra y encargó la reedición de sus libros, que llevó a cabo la editora Olga Álvarez de Armas, responsable también de un documental sobre esta mujer de voz singular y potente.
(Juan Cruz - El País, 28 de mayo de 2011)

Mis viejas

El mundo está lleno de ancianas benévolas y muy listas en las que casi nadie se fija y a las que no se hace caso, cuando deberíamos hacérselo mucho cuantos tuviéramos alguna a mano. No por compasión, ni por “hacerles compañía” en sus frecuentes soledades, sino más bien para que nos la hagan ellas, y nos enseñen, y nos quieran -ah, qué bien quieren las viejas, tan sabia y discretamente-, y nos transmitan su ironía amable y su gran contento de andar aún por esta vida, disfrutándola, pese a que la vida les devuelva ya tan poco. (Tomado de: www. Isla de Tenerife Vivela)



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