lunes, 16 de junio de 2014

EFEMERIDES CANARIAS







UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1911-1920



CAPITULO-XLIII




                                Eduardo Pedro García Rodríguez

Fiestas y costumbres populares en Garachico, municipio de la Isla de Tenerife.
Cabalgata de Reyes.
La fecha del 5 de enero tiene en todos los pueblos una honda signifi­cación, aunque en algunos de ellos no se celebren actos conmemorativos. Esta significación se amplía considerablemente en Garachico, donde se ce­lebra la cabalgata más alegre, espectacular y colorista de cuantas nos es posible presenciar en la zona geográfica. Es, además, la más sorprendente y original. La originalidad consiste en que (un poco por esa inveterada costumbre de los garachiquenses de nadar contra corriente y otro poco porque el tráfico rodado obliga a ver así las cosas) los Reyes Magos entran en la Villa por Occidente, es decir, por el extremo opuesto al que señafa la tradición. El cambio no supone a SS.MM. ningún quebranto porque a la estrella de Belén, a la de verdad, la sustituyen en Garachico por otra de carpintería, grande también, para abrir el cortejo. Y no ocurre ningún con­tratiempo. Los Reyes, invariablemente, se presentan en el lugar de la cita y reparten sus juguetes, que llegan a ¡as manos de los niños sin problemas enojosos porque tales destinatarios están allí esperando, al lado del Belén al que se acercarán los Magos para hacer la adoración al Niño-Dios.

Como es noche de ilusión los Reyes visitarán, entre sueños, los hoga­res de todos los niños. Y, aunque hay hogares pobres, no pueden disimu­lar los Reyes su deseo de pasar cerca de los palacios, las casonas, las iglesias y los viejos conventos. Unos lugares en los que, tal vez deteriora­dos por el tiempo, alguien supone que habrá vestidos de seda, túnicas de terciopelo y piedras preciosas.

Los Reyes salen desde la Quinta Roja, una casa de campo que se hizo construir el marqués, allá por 1620, junto a la ermita que había construido antes y a pesar de que ya tenía otra mansión en la plaza principal del pueblo.

Pasan por San Pedro de Daute, donde sigue en pie la más antigua Iglesia de la comarca. Pero sus muros se acicalaron un día y perdieron así el encanto de su vejez.
Siguen los Reyes su recorrido y suben hasta la ermita de su nombre para hacer su anual visita al Niño que allí mora en brazos de la Virgen ti­tular. La ermita había elevado sus muros hacia 1586. Allí pueden ver los visitantes lo cerca que estuvo la lava de 1706, a pesar de ¡o cual respetó el pequeño santuario.

La comitiva continúa.

Ya organizada, la cabalgata va delante la Estrella de Belén en artística carroza; la siguen pajes, soldados, antorchas, guardia romana a caballo, palmas, estandartes y los tres camellos de los Reyes, con algún que otro caballo cargado de juguetes. Se acercan hasta el castillo de San Miguel, que es hoy la residencia de Heredes y allí surge un diálogo que la chiqui­llería sigue expectante. Pero antes, para que Herodes supiera que los Ma­gos estaban cerca, unos vigilantes que hay en las almenas del castillo hacen sonar sus clarines. Se abre la puerta de la pequeña fortaleza —todo es pequeño esa noche, menos la esperanza— y aparece Herodes, majes­tuoso, ricamente vestido, altivo y disimulando una sonrisa de perversidad. La gran multitud que hay en los alrededores escucha atentamente el diálo­go que ha surgido, en el que los chiquillos, que son mayoría, ven las ma­las intenciones del morador del castillo; un castillo que fue construido a partir de 1575, cuando Felipe II era el rey de las Españas. Cuando Fabián Viña expresaba sus deseos de ejercer el hermoso cargo de alcaide o caste­llano.
Los Reyes se acercan luego a una edificación que, en 1601, fue con­vento dominico y donde hoy moran unos ancianos que encuentran allí los cuidados y los afectos de las Hermanas de San Vicente de Paúl. Como los ancianos se hacen esa noche más niños que siempre, SS.MM. les entregan unos obsequios, que ellos reciben con la mayor complacencia.

Es largo el recorrido de la comitiva. Sube al Volcán y cuando por fin llega al centro del pueblo, se acerca, por San Roque y San Sebastián, hasta San Francisco. ¡Parece como si todos los santos se hubieran dado cita esa noche para presenciar la fiesta!

Entran en la gran explanada la carroza, los pajes, la guardia romana, las antorchas... y tres camellos que apenas se ven porque hay muchos ju­guetes y los Reyes llevan túnicas muy largas.

Frente a la portada principal de San Francisco se ha montado un Belén en el que los Reyes adoran al Niño. También hay tres doseles, bajo los cuales están los tronos reales. La iglesia de San Francisco nació en 1524. fue destruida cruelmente en 1706 y se reedificó luego, entre 1714 y 1721. Y allí, junto a la iglesia, comienzan los Reyes su hermosa tarea.

Los niños son llamados, uno a uno, al son de la trompetería. Y cuando los pajes citan sus nombres, sube un niño, y después otro, y luego otro, para tocar casi las barbas y los bigotes de SS.MM., unas veces con sonrisa forzada y otras veces a lágrima viva, porque los bigotes y las barbas de SS.MM. asustan a los pequeños aunque las madres no tengan ya edad para comprenderlo.

Dura poco el susto. En la mano de cada niño hay un paquete, cerrado con cintas de colores, que nadie es capaz de abrir al primer intento. Lue­go, el sueño llegará indefectiblemente a los ojos de todos; de los peque­ños y de los mayores. Es el final. Pero ha valido la pena esperar tanto tiempo, para permitir que los Reyes pudieran efectuar tan largo recorrido. (Carlos Acosta García, 1994:450  y ss.)

1920 enero 12.
En la ciudad colonial de La Laguna, el incre­mento del precio del azúcar y la negativa de los comerciantes a su des­pacho ante los rumores de nuevas subidas condujo al asalto de algunos comercios en la noche del 12 de enero de 1920, a la requisa por parte de la Guardia Civil y a su posterior venta pública a precio tasado.) En la versión ofrecida por La Provincia, diario de Las Palmas, grupos de hombres, mujeres y niños exigieron a los comerciantes especuladores la entrega del azúcar, arroz y garbanzos. Los alimentos así obtenidos comenzaron a venderse a un precio justo en los locales de la Asociación Obrera. Ante la orden de cesar la venta, dada por el Gobernador colponial, el resto de la mercancía fue repartido de forma gratuita.

1920 Enero 18. Nace en San Andrés y Sauces, en la isla de Benahuare (La Palma). Máximo Hernández Feliciano. Cursó los estudios de Bachillerato en el Instituto de dicha localidad. Posteriormente se trasladó a la Facultad de Medicina de Madrid (España), en la que se licenció en 1946. Durante los dos siguientes años permaneció en el Servicio de Aparato Digestivo del Hospital de San Carlos, que dirigía el Dr. Heliodoro González Mogena, quien le otorgó el correspondiente diploma acreditativo como especialista en Aparato Digestivo.

1920 febrero 18.

La precariedad económica con la que se desenvolvía la mayor parte de la población del Sur de Tenerife, forjaba una vida entre la subsistencia y la escasez. Su sustento se arrancaba principalmente a la tierra y a la ganadería. Las dificultades agrícolas eran innumerables, la casi nula presencia de regadío; baja productividad, en muchos casos ligada a la ocupación de tierras marginales de baja calidad; campo descapitalizado; dificultades de mercado; en suma un frágil equilibrio, muy dependiente de la naturaleza y con escasa operatividad para hacer frente a las consecuencias negativas que se producían. Equilibrio roto con frecuencia, y con suma facilidad, por las plagas de langosta y los ciclos de sequía. Uno de estos ciclos de ausencia de lluvias, 1917-1919, coincide con el bloqueo económico que motivó el aislamiento padecido en las islas por la contienda de la I Guerra Mundial (1914-1918) y con la gran epidemia de gripe de 1918-1920, que en el Sur de Tenerife tuvo una nefasta incidencia en los dos primeros meses de este último año, conocido popularmente por el año de la gripe.

Antes de esta incidencia mortal se creó tal alarma social que desde todas las instituciones se establecieron diversas normativas para preservar su contagio. Llegando incluso a alguna Corporación Municipal, como la de Arona a tomar un drástico acuerdo en octubre de 1918: Se acuerda facultar al Sr. Alcalde para que, en vista de la gran epidemia que en la Península se padece y que hoy está extendida por algunas de estas Islas y algunos pueblos de esta misma Isla, toma toda clase de medidas, incluso saltando por encima de la ley si fuera necesario.

En enero de 1920 surge la alerta en la isla de Tenerife por el temor de que un nuevo brote de la epidemia gripal, que ya estaba haciendo estragos en la isla de Gran Canaria, pudiese introducirse en la Isla. Las primeras informaciones de muertes de naturales del Sur de la Isla se produjeron entre los emigrantes que estaban embarcados en el vapor Roger de Lluria. Procedente de Barcelona y con escala en el Puerto de la Luz de Las Palmas, donde debieron subir enfermos de gripe, se dirigía a Santa Cruz de La Palma para después ir a su destino, La Habana. Al encontrarse en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife se le produjo una avería que le obligó a retrazar su partida y una vez que se subsanó se mostró a bordo, con gran virulenta, la epidemia de gripe, por lo que permaneció en la rada hasta finales de enero. Los enfermos que eran desembarcados de este vapor ingresaban en el Lazareto para su tratamiento, entre los que fallecieron se encontraba Fulgencio Frías Alfonso, de 15 años y natural de Arona. Asimismo se encontraba en el Lazareto José María Alfonso, de 20 años, natural de Abona.

A través de los medios de comunicación de la época se conocen múltiples casos de defunciones en los pueblos del Sur de Tenerife. De Arico se informa que había varios casos graves de bronco-neumonía y que a finales de enero habían fallecido dos hijos del conocido propietario de aquel pueblo, don José Delgado, Belisario y Eladio Delgado Morales. Para atender a estos enfermos el doctor Pisaca, Inspector Provincial de Sanidad, realizó gestiones para que se desplazase un médico desde Güímar, labor que realizó Alcibíades Hernández Mora. A comienzos de febrero de da a conocer que las defunciones en Guía de Isora ascendían a tres, sin detallar sus nombres.

En abril se comunicaba desde Granadilla que la epidemia gripal se considera extinguida, al no producirse ningún nuevo caso en el último mes, produciéndose una muerte en El Médano. De este municipio, al que se trasladó el médico Agustín Pérez Díaz para asistir a los enfermos y a los de los municipios cercanos, se encuentran referencias de la virulencia de esta enfermedad, no así fallecimientos que se citen expresamente que lo fueron por la gripe. Se informa de otras muchas más muertes repentinas, como para todo el Sur, sin relación de su causa, como la del oficial de milicias, Ulises Guimerá y Gil Roldán que fallece en el pago de Las Vegas, victima de rápida enfermedad.

En el Sur de la Isla el caso más sangrante ocurrió en San Miguel de Abona donde en este periodo de máxima virulencia fallecieron 21 vecinos: Luciano Delgado, de 60 años; Florencio Delgado, 35; Felipe Cabrera, 40; Lorenzo Pérez, 60; José Delgado, 85; Gregorio Manso, 48; José Sierra, 80; Tomás Bello Gómez, 68, aunque en su esquela mortuoria se detalla que lo fue el 18 de febrero en Arona; Julio Bello, 28; Gregorio Rancel, 45; Agustín Delgado, 75; Francisco Estévez, 69; Teófila González, 30; María Marrero García, 35; Micaela Delgado, 80; Catalina Marrero, 60; Adela Trujillo, 60. Y las menores, que se anotan como hija de don Cristóbal Tejera, de 3 años; hija de Teófilo Bello, de 2; hija de Francisco González, 6 meses; y la hija de Agustín Pérez, de 2 años. A comienzos de marzo se informaba de la mejoría de la situación y el escaso número de los afectados.

Y por si podría añadirse alguna adversidad más a la falta de lluvia que se padecía desde años atrás, a la escasez de trabajo que propiciaban la emigración, y a esta virulenta gripe, se le suma la falta de algunos productos de primera necesidad como el azúcar, causando diversas quejas desde pueblos como el de Adeje, desde el que se comunica que se carece en absoluto de azúcar, y, como ya menudean los casos de gripe, es un verdadero conflicto. Y para acrecentar el infortunio se produce un temporal de viento y agua, entre los últimos días de febrero y primeros de marzo, que causan graves daños a las contadas vías de comunicación, como las pistas que unían los pueblos con la costa, el caso de la de Arona a Los Cristianos, o la siempre en obras carretera vieja del Sur. O los graves destrozos que causó a los cultivos, como la enfermedad que ocasionó la excesiva agua en el cultivo de papas, imprescindible para la subsistencia de pueblos como San Miguel de Abona o Granadilla de Abona. (Marcos Brito, 2014)

1920 mayo 16.
Nace criollo Felipe machado del Hoyo-Solorzano en la Calle de La Marina del Puerto de la Cruz, bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, imponiéndosele los nombres de Felipe Fernando Sixto, sus padres Francisco Javier Diego Machado Pérez-Ventoso y María del Rosario Juliana del Hoyo Solorzano y Hernández, casaron en el Puerto de la Cruz el 21 de mayo de 1919. tuvieron tres hijos más, (2º) Fernando Francisco Toribio, (3º) Jaime Francisco Pastor (4º) María del Rosario, sus abuelos paternos Felipe Machado del Hoyo-Solorzano y Ángela Pérez Ventoso, sus abuelos maternos, Fernando María Cándido del Hoyo Solórzano y Román y María del Rosario Hernández y Peraza de Ayala.

Con tan solo 16 años se enroló como voluntario en el Ejército facista, para participar en la Guerra Civil, hasta alcanzar el grado de teniente coronel, en el año 1957 pidió el retiro. Casado con María Luísa Galán Pérez de Marzan, sus padres Juan Galán Herreros y Ana Pérez de Marzan tuvieron tres hijos, Felipe, Ana Rosa y Juan Victor.

Una vez en la vida civil comienza como empresario en hostelería con el boom turístico de los años sesenta construyendo en el año 1962 la Residencia Maga y en el año 1969 el Hotel El Tope. Entra en la política local en calidad de teniente alcalde con Isidoro Luz Carpenter, y luego fue alcalde desde 1963 a 1970, durante este tiempo en la alcaldía y bajo su mandato, en 1964 se comenzó con el Festival de la Canción del Atlántico. En 1967, se recupera la concesión de las Piscinas del Lido San Telmo y se quiere remozar el litoral de Martianez encargando el proyecto a los ingenieros de caminos Juan Alfredo Amigó, José Luís Olcina y el artista en Bellas Artes Cesar Manrique, el presupuesto de esta obra supuso 42 millones de pesetas que se financiaron con recursos municipales, corriendo la ejecución a cargo del constructor Luís Díaz de Losada. Finalmente en septiembre de 1971 se inauguraron las piscinas de los Alisiós. Construye el nuevo Ayuntamiento, comprando los terrenos a Richard Yeoward y cediendo el empresario Guillermo Rahn una donación de siete millones de pesetas para levantar el edificio, creo la agrupación Independiente Portuense (AIP) con la que concurrió como candidato a la alcaldía en las primeras elecciones municipales en democracia, el 3 de abril de 1979 logrando el acta como concejal, formando parte de la comisión permanente de la corporación, con Francisco Afonso Carrillo, ejerciendo funciones como teniente de alcalde hasta el año 1983. Ligado al sector turístico desde el año 1964 como fundador y primer presidente del Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) de esta Ciudad, fue presidente de la patronal hotelera, Ashotel desde 1978 hasta 1992. Ostento el cargo de cónsul de Lituania en Canarias desde 1998. Recibe el titulo de XI Conde de Sietefuentes de su pariente Idelfonso Fernando Sixto Salazar de Frias y del Hoyo Solórzano X Conde de Sietefuentes.

Felipe Machado del Hoyo Solórzano, Conde de Sietefuentes, muere el día 10 de julio del 2008, este portuense jugo un papel muy importante en el desarrollo de los años sesenta y setenta de nuestra Ciudad Turística. Esperemos que alguna corporación de esta Ciudad se acuerde de él tanto como empresario turístico como político para poner una de las nuevas Calles que se hagan con su nombre. (Bernardo Cabo Ramón, 2012)

1920 Junio 26. Nacido en la ciudad de Los Llanos de Aridane, Benahuare, José Camacho Camacho. Hizo el bachillerato en el Instituto de Tedote (Santa Cruz de La Palma) y la Carrera de Practicante en la Facultad de Medicina de Cádiz (España), obteniendo su Titulo el 28 de Febrero de 1947.

Entro por Oposición en el Cuerpo de Asistencia Pública Domiciliaria, desempeñando durante varios años la Titular de E1 Paso. Mas tarde, pasa por concurso de traslado a Los Llanos de Aridane, donde se instala con consultorio privado (que hoy lleva un hijo suyo) trabajando en las dos Clínicas de Los Llanos, y muy intensamente en todo el Valle, donde fue un profesional muy conocido y apreciado.

De sus cuatro hijos, dos son Médicos, una Farmacéutica y el cuarto Ayudante Técnico Sanitario (ATS).
Falleció en Los Llanos el 14 de Abril de 1994.

1920 Agosto 1. Nace Horacio de León Pérez,  en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma). En la misma convocatoria que Santiago García Cejas  terminó su ca­rrera en la Facultad de Cádiz (España) en 1941. Horacio de León Pérez, hijo del practicante Don Ventura, ya mencionado. Ejerció en su ciudad natal, antes de marchar a Vene­zuela donde se estableció y trabajó durante 20 años, sien­do ayudante de mano de un ci­rujano español de gran presti­gio en Caracas. A su regreso fue contratado en el Hospital y más tarde hizo y ganó oposi­ciones a dicho centro, así como al cuerpo de APD.  Jubi­lado reside en la ciudad de su nacimiento.

1920 septiembre 24.

Iglesia de Ntra. Sra. De Las Mercedes. Punta Abona.

Iglesia enclavada en las cercanías de la Playa Grande, en la Punta Abona. Sus muros, al igual que su denominación, han pasado por múltiples transformaciones, desde su primera ermita creada a comienzos del siglo XVI. En los siguientes siglos se producen diversas reedificaciones hasta que un incendio, acaecido en 1835, la destruyó. Esta fotografía nos muestra como era esta Iglesia después de su nueva construcción, bendiciéndose en 1902. En la bahía se contempla un barco de cabotaje y en la orilla se diseminan las viviendas de El Porís de Abona. (Marcos Brito, 2013)


1920 diciembre 31.
María Moreno Moreno y Juan Sierra Moreno residían en La Escalona (Tenerife) cuando él fallece y a María Moreno se le comienza a conocer por María la Viuda. Con su hijo, Juan Sierra Moreno, se traslada a residir al Valle de San Lorenzo, como así consta en el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920; María Moreno Moreno cuenta con 29 años de edad, y su hijo con 5 años. En el Padrón Municipal de Arona, a 31 de diciembre de 1931, ya se asientan en Los Cristianos; en donde se inscribe a María Moreno casada con Martín Melo Villareal.
Juan Sierra Moreno se le trata como Juan el de la Viuda, que posteriormente evolucionó a Juan el Viudo. Entre las múltiples ocupaciones a las que se dedicó, se podría mencionar que cuando llega a Los Cristianos, podría contar entre 12 o 13 años, realiza labores en la pesca. Además trabajó en la empresa Pelarre; como chofer en camiones o de encargado con García Jorge. Este apodo lo hereda su mujer, Carmen Bello Rodríguez, Carmen la del Viudo; y su hija, Nina la del Viudo.
En el Padrón Municipal de Arona, a 31 de diciembre de 1960, Juan Sierra Moreno se encuentra inscrito en Los Cristianos, nace en 1916 y de profesión chofer; casado con Carmen Bello Rodríguez, quien nace en 1912, natural de Adeje y con 20 años residiendo en Arona. Y sus hijos: María del Carmen, 1941; y Pedro Sierra Bello, 1945. (Marcos Brito, 2011).

1920 diciembre 31.

 En el Censo de Población de Arona, de esta fecha, Consolación Rodríguez García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona Casco, con 69 años de edad y natural de Adeje.

Consolación Rodríguez García, La Morena, a quien se le añadió este nombrete por el color de su piel, ejerció de madrina en el bautizo de María Luisa Rodríguez García, la que recuerda algunos pormenores de la vida de una de las hermanas de su abuela Margarita Rodríguez García. Consolación se crió en Benítez, al borde del Barranco del Infierno, en Adeje, donde María Luisa cree que nació. Sus padres, Francisco Rodríguez y María García, trabajaban de medianeros en Benítez. En el Censo Electoral de Adeje para 1901 se registra en Ifonche a un Francisco Rodríguez, de 63 años y de profesión jornalero.

Consolación La Morena, se adaptó desde niña en las duras tareas de la agricultura y a otras labores a los que se consagraba su familia, como la elaboración del carbón. Estaba con todos los hermanos y el padre cortando pinos y haciendo carbón, hacían el carbón y lo vendían y ella como un hombre más. Y por estas medianías transcurrió un largo período de su vida, cortando leña; haciendo carbón, transportándolo a los pueblos cercanos en los lomos de bestias, a los que se trasladaba a pie por las humedecidas veredas en esas mañanas de rocío y frío; confeccionando zarandas, balayos, con mollos de centeno y de trigo, sembrados y segados pensando en esa utilidad, y los amarres de juncos, que los obtenía de ese vergel que era el Barranco del Infierno.

Sobre Consolación Rodríguez García publicó dos artículos, La Prensa, noviembre de 1935, el periodista Luís Álvarez Cruz, y de los cuales también se han obtenido las fotografías de Bacallado que acompañan a este comentario. Luís Álvarez Cruz visitó a Consolación Rodríguez en su vivienda en Arona, cuando contaba con ochenta y tantos años. En el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, Consolación Rodríguez García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona Casco, con 69 años de edad y natural de Adeje.

En el primer reportaje resalta su dura vida, de sus inicios con los balayos, con juncos criados en el Barranco del Infierno, fueron remojados y aplastados por sus manos, y enhebrados en la aguja gruesa de la casa. Pequeños haces pajizos fueron rodeados por los juncos y superpuestos circularmente, en vueltas que se iban agrandando desde el “ombligo” del objeto hasta sus bordes superiores. Una puntada de remate, y el balayo salió, con su aire fácil y sencillo de cosa sin trascendencia, de sus manos laboriosas.
¿Y podría, acaso olvidar la frase que para su primera obra tuvo la boca materna? … No la ha olvidado. Su madre le dijo: “Hija; tu obra es una “lipipipura”. Ello equivalía a decirle: “Hija; tu obra no vale nada”. Pero aquella obra de seña Consolación fue vendida en una peseta. En diez tristes monedas de cobre que, a sus ojos, fueron como diez soles de oro purísimo. Porque, vamos a ver, ¿a qué padre le resulta feo el hijo feo de su amor?. Al fin y al cabo, aquel balayo rústico era el primer hijo salido de las manos de seña Consolación. De cualquier manera, aquella obra le había ocupado un día entero de trabajo.

En el segundo reportaje se reseña otra de las muchas labores que realizaba esta anciana, nacida en Ifonche, y que residía en una modesta casa en Arona, la recolección y el secado de la cochinilla.

Balayos y cochinilla son restos, residuos, estertores del tiempo viejo que aún se aferra a la vida. ¡Bah! Cosas que únicamente logran interesar a esos seres absurdos e inútiles –así se le denomina, absurda e inútilmente- llamados poetas. ¿Pero cómo podríamos nosotros evitar que esas cosas nos conmuevan, si nos llegan temblando a las puertas del alma?.
En fin, el caso es que esta viejecita, arrinconando un instante los balayos para atender a la cochinilla, murmura esta frase, urgida de melancólicos y estériles afanes: ¡Si volvieran los tiempos!
¡Si volvieran los tiempos de la cochinilla!… ¡Aquellos tiempos en que la libra se cotizaba a cinco pesetas, otro gallo le cantaría a seña Consolación. Pero la industria de la cochinilla se encuentra arruinada. Si hoy se vende alguna libra, se vende a peseta, y este precio, y este  precio, esporádico por demás, no compensa el esfuerzo. ¡Si no fuera por la necesidad de la “probea”!… ¡Quién sabe, seña Consolación! Si no hubiera sido por estas necesidades elementales de la pobreza acaso ya hubiesen desaparecido del país todas estas cosas antañonas y conmovedoras. ¿Quién se atreve a rasgar los siete velos de la vida?… Pero, palabrería aparte,, volvamos a esto de la cochinilla. 
Bien sencillo es todo. Seña Consolación raspa las pencas de los nopales con una cuchara y recoge el codiciado insecto color ceniza. Una vez en su casa, lo “avienta” sobre un encerado y lo purga de impurezas. Después lo frota con tierra para que “no se dedique a parir bichillos”. Finalmente, lo pone al sol. Cuando se halla seco se envasan las libras obtenidas, y al mercado con ellas. En esto consiste la manipulación de la cochinilla, esta antigua fuente de riqueza de Canarias. (Marcos Brito, 2013)


1920 diciembre 31.

En el Censo de Población de Arona, de este año, Consolación Rodríguez García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona Casco, con 69 años de edad y natural de Adeje.

Consolación Rodríguez García o el esfuerzo de una vida

Consolación Rodríguez García, La Morena, a quien se le añadió este nombrete por el color de su piel, ejerció de madrina en el bautizo de María Luisa Rodríguez García, la que recuerda algunos pormenores de la vida de una de las hermanas de su abuela Margarita Rodríguez García. Consolación se crió en Benítez, al borde del Barranco del Infierno, en Adeje, donde María Luisa cree que nació. Sus padres, Francisco Rodríguez y María García, trabajaban de medianeros en Benítez. En el Censo Electoral de Adeje para 1901 se registra en Ifonche a un Francisco Rodríguez, de 63 años y de profesión jornalero.

Consolación La Morena, se adaptó desde niña en las duras tareas de la agricultura y a otras labores a los que se consagraba su familia, como la elaboración del carbón. Estaba con todos los hermanos y el padre cortando pinos y haciendo carbón, hacían el carbón y lo vendían y ella como un hombre más. Y por estas medianías transcurrió un largo período de su vida, cortando leña; haciendo carbón, transportándolo a los pueblos cercanos en los lomos de bestias, a los que se trasladaba a pie por las humedecidas veredas en esas mañanas de rocío y frío; confeccionando zarandas, balayos, con mollos de centeno y de trigo, sembrados y segados pensando en esa utilidad, y los amarres de juncos, que los obtenía de ese vergel que era el Barranco del Infierno.

Sobre Consolación Rodríguez García publicó dos artículos, La Prensa, noviembre de 1935, el periodista Luís Álvarez Cruz, y de los cuales también se han obtenido las fotografías de Bacallado que acompañan a este comentario. Luís Álvarez Cruz visitó a Consolación Rodríguez en su vivienda en Arona, cuando contaba con ochenta y tantos años. En el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, Consolación Rodríguez García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona Casco, con 69 años de edad y natural de Adeje.

En el primer reportaje resalta su dura vida, de sus inicios con los balayos, con juncos criados en el Barranco del Infierno, fueron remojados y aplastados por sus manos, y enhebrados en la aguja gruesa de la casa. Pequeños haces pajizos fueron rodeados por los juncos y superpuestos circularmente, en vueltas que se iban agrandando desde el “ombligo” del objeto hasta sus bordes superiores. Una puntada de remate, y el balayo salió, con su aire fácil y sencillo de cosa sin trascendencia, de sus manos laboriosas.
¿Y podría, acaso olvidar la frase que para su primera obra tuvo la boca materna? …

No la ha olvidado. Su madre le dijo: “Hija; tu obra es una “lipipipura”. Ello equivalía a decirle: “Hija; tu obra no vale nada”. Pero aquella obra de seña Consolación fue vendida en una peseta. En diez tristes monedas de cobre que, a sus ojos, fueron como diez soles de oro purísimo. Porque, vamos a ver, ¿a qué padre le resulta feo el hijo feo de su amor?. Al fin y al cabo, aquel balayo rústico era el primer hijo salido de las manos de seña Consolación. De cualquier manera, aquella obra le había ocupado un día entero de trabajo.
En el segundo reportaje se reseña otra de las muchas labores que realizaba esta anciana, nacida en Ifonche, y que residía en una modesta casa en Arona, la recolección y el secado de la cochinilla.

Balayos y cochinilla son restos, residuos, estertores del tiempo viejo que aún se aferra a la vida. ¡Bah! Cosas que únicamente logran interesar a esos seres absurdos e inútiles –así se le denomina, absurda e inútilmente- llamados poetas. ¿Pero cómo podríamos nosotros evitar que esas cosas nos conmuevan, si nos llegan temblando a las puertas del alma?.

En fin, el caso es que esta viejecita, arrinconando un instante los balayos para atender a la cochinilla, murmura esta frase, urgida de melancólicos y estériles afanes: ¡Si volvieran los tiempos!

¡Si volvieran los tiempos de la cochinilla!… ¡Aquellos tiempos en que la libra se cotizaba a cinco pesetas, otro gallo le cantaría a seña Consolación. Pero la industria de la cochinilla se encuentra arruinada. Si hoy se vende alguna libra, se vende a peseta, y este precio, y este  precio, esporádico por demás, no compensa el esfuerzo. ¡Si no fuera por la necesidad de la “probea”!… ¡Quién sabe, seña Consolación! Si no hubiera sido por estas necesidades elementales de la pobreza acaso ya hubiesen desaparecido del país todas estas cosas antañonas y conmovedoras. ¿Quién se atreve a rasgar los siete velos de la vida?… Pero, palabrería aparte,, volvamos a esto de la cochinilla. 

Bien sencillo es todo. Seña Consolación raspa las pencas de los nopales con una cuchara y recoge el codiciado insecto color ceniza. Una vez en su casa, lo “avienta” sobre un encerado y lo purga de impurezas. Después lo frota con tierra para que “no se dedique a parir bichillos”. Finalmente, lo pone al sol. Cuando se halla seco se envasan las libras obtenidas, y al mercado con ellas. En esto consiste la manipulación de la cochinilla, esta antigua fuente de riqueza de Canarias. (Marcos Brito)

1920 diciembre 31.

Pancho Pachanga. Los Machangos

En el Censo de Población de Arona, , Francisco González se inscribe en Guaza, con 52 años de edad y de profesión cabrero; casado con Juana Hernández Martín, de 52 años.

De este modo se reconoce a Francisco González, Pancho Machanga. Tal como apunta el cabrero Salvador González Alayón, el apodo le proviene por su buen humor y alegría, porque él siempre estaba con machangadas y entonces los que estaban trabajando con él, los peones, lo pusieron Pacho Machanga. Realizó trabajos en la agricultura y labores en el cuidado de diversas manadas de cabras; estuvo en San Blas, San Miguel de Abona y en Los Bebederos, en Arona. De este último lugar se trasladó a la Hoya de la Viuda, también en Arona, donde dispuso de su última manada de cabras. Asimismo Salvador apunta que Pancho Machanga raspó sal en la zona de Los Goros, en Punta Rasca, cuando estuvo de cabrero en Los Bebederos. Señor Pancho llevaba la sal en las burras dél, tenía dos burras, una negra y otra parda, porque señor Pancho lo conocí de cabrero allí en la Hoya de la Viuda, porque cuando don Daniel Feo vendió se fue de cabrero a Los Lomos, a la Hoya de la Viuda. Él después dejó las cabras el año veintisiete y se fue pal Valle

Salvador González Alayón describe lo parrandero que era Pancho Machanga al recordar lo que aconteció en unos festejos del Cristo de la Salud y Virgen del Rosario en Arona. Hasta el año mil novecientos treinta y siete se celebró esa parranda, señor Pancho era el Potoco, un perro amarrado con una cadena por el cinto y cho Marcelo era el Cambumba, era un perro grande, y mi tío Antonio tocando la guitarra. Mire usté quien era señor Pancho, eso era una parranda con el perro y tocando y cantando y al llegar allí al bar, señor Pancho llegó y cuando llegó armó un brinco y se quedó de cuatro patas encima del mostrador, y cuando se arrimó al Cambumba brinca señor Pancho delaltro dél. Y eso era una risa enorme, eso podía durar un par de horas, eso era una fiesta de todos los años, y por áhi pegó la machangada.

En el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, Francisco González se inscribe en Guaza, con 52 años de edad y de profesión cabrero; casado con Juana Hernández Martín, de 52 años. En la vivienda familiar constan sus hijos: Camila, de 27 años; Leocadio, 18; María, 12; Ángela, 9; y Celedonia, 8 años. A Juana Hernández se le nombra por Juana la Moca, desconociéndose la razón de este apodo. Esta familia, que se traslada a vivir al Toscal de Arriba, en el Valle de San Lorenzo, dejó una larga descendencia en diversos barrios de Arona, además de los citados tuvieron otros hijos como Dionisia, quién vivió en el Valle de San Lorenzo, conocida por Nisia la Machanga; Guillermo o Casiano González Hernández, Casiano Machanga, que también fue cabrero, cuidó una manada de cabras en El Mojón, en Arona, en la década de los sesenta. 

A dos miembros de esta extensa familia se les cita por sus apodos en dos juicios orales, de los que fueron absueltos. En el Juzgado Municipal de Vilaflor, a 24 de septiembre de 1949, se le toma declaración a Casiano González Hernández, Machanga, de profesión cabrero y de 40 años, por una denuncia en la se alegan daños en un cultivo de papas en Galindo, causado por ganado cabrío.

En un juicio de faltas que se sigue, en los últimos meses de 1955, en el Juzgado de Paz de San Miguel de Abona, contra una nieta de Pancho Machanga, Carmen González Morales, a la que se absuelve, se le añade el apodo de La Machanga, de 24 años, hija de Guillermo y Victorina, natural de Arona y con domicilio en San Roque, Aldea Blanca.























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