José Luís Espejo
Las aguas
de la Tierra
Circulan y
fluyen,
Saltan y se
aquietan,
Y finalmente
mueren…
En el mar, en el
pantano,
O en un reseco
erial.
Las aguas brotan
de la roca,
O del caño de la
fuente,
Después de caer
del cielo
Gris y
encapotado,
Pero bello y
melancólico,
De una tarde
otoñal.
Las aguas son
promesa de vida,
Pero de poco
provecho
Si el sol con su
destello
No las fija en el
suelo
Y las convierte
en alimento
De la cubierta
vegetal.
El conocimiento,
como el agua,
Riega las fuentes
del alma:
Cuando fluye y
circula
Da frutos sanos y
fuertes,
Pero cuando se
aquieta y estanca
Despide el hedor
de la muerte.
Los toros bravos,
y los recios caballos,
Hijos de
Poseidón, del mar soberano,
Consumen forraje
y mullido pasto.
Sus coronadas
testas y sus duros cascos
Dieron prueba de
valor, y de ánimo,
A ilustres
donceles en tiempos pasados.
El toro es
símbolo de fuerza,
Y también del
conocimiento,
Porque dio nombre
a la Alfa,
La gloria del
alfabeto,
La reina de las
letras,
La corona del
intelecto.
El caballo
encarna dos grandes virtudes,
El esfuerzo y la
humildad,
Que distinguen al
sabio, y al justo,
Del petulante y
el jactancioso;
Aquel que
atesora, sin saberlo,
Un fardo de
soberbia y vanidad.
En el laberinto
de la vida,
No hay camino
recto, resultado cierto,
Ni recompensa sin
esfuerzo.
La Verdad no es huidiza,
No se esconde ni
disfraza,
No resplandece ni
destaca.
La Verdad es el fruto prohibido
De los tontos, la
meta de los necios.
La Verdad se escribe con la B,
Que da nombre a
la columna Boaz.
La B de Belleza y Bondad.
La B de Betel, la casa del dios El.
No hay unidad sin
binario,
Como no hay
sombra sin luz,
O serpiente sin
pájaro.
El caduceo,
símbolo de Hermes,
Príncipe de los
filósofos,
Es el primer
arcano del iniciado.
Alfa y Beta nada
son,
Sin el concurso
de la Gamma y la Delta.
La primera alude
a la Geometría,
Y la segunda al
divino Triángulo,
Que encarna la
santa trinidad
De hindúes,
cristianos y paganos.
El círculo es el
rey de las formas
Pues enmarca el
espacio sagrado
Y encierra otro
gran arcano
Del iniciado: El
Alfa y el Omega,
Que jalonan el
fin y el cabo,
Como las dos
caras del dios Jano.
El triángulo
desvela el misterio
De la trinidad;
las tres grandes fuerzas
Que gobiernan el
mundo, y la vida:
Creación,
conservación y aniquilación,
Brahma, Vishnú y
Shiva.
Una da; otra
mantiene, la tercera quita.
El triángulo
tiene tres vértices,
Como tres son las
estrellas que
Perfilan el
cinturón del gigante:
El malogrado
Orión, gran cazador,
Incansable
perseguidor de Mérope,
Una de las
Pléyades, hija de Atlante.
Orión linda con
el toro, Taurus,
Y con Sirio, la
divina Isis,
Que otros dieron
en llamar Sotis.
Su despertar, en
el horizonte,
Anuncia el inicio
de la Canícula,
El triunfo de
Osiris, su divino consorte.
El toro, el león,
el águila y el ángel
Configuran el
tetramorfos:
Las cuatro
columnas del mundo,
las cuatro
esquinas del orbe.
Con la unidad, el
binario, y el ternario
Es la tetraktis,
número sagrado.
El hombre es la
medida de todas las cosas.
Él rige el mundo,
pero no es su amo,
Pues es hijo del
fango, y del polvo.
Su símbolo, el
pentagrama (o pentáculo),
Es imagen de la
luz, y de su contrario.
Representa el
Bien, e invertido, el Diablo.
La estrella de
seis puntas simboliza lo dual:
La montaña y las
aguas, la luz y la oscuridad,
El delta
luminoso, y el yoni sánscrito.
Se cruzan y
oponen en completa hermandad.
En su centro se
dibuja una forma hexagonal,
Como la morada de
la abeja, el humilde panal.
El círculo
representa lo divino,
Y el cuadrado lo
terrenal y grosero.
El octógono alude
al progreso,
Que desde la
ignorancia y el desenfreno,
Merced al
esfuerzo, y al conocimiento,
Nos hace más
sabios y perfectos.
El círculo es
símbolo de perfección,
Mandala lo llaman
los antiguos arios,
En el centro está
el Jardín de Brahma,
Coronado por
Meru, la montaña sagrada.
Simbolizado por
el loto, todo pureza,
Lo rodea el mar
de las negras aguas.
Los círculos son
vestigio del pasado,
Y combinados con
el divino ternario,
Un triple recinto
de misterio y significado
Rememora antiguos
tiempos de gloria,
De supremo saber,
y de zozobra.
Tiempos de
Atlantis, el país anegado.
El Jardín del
Edén, el país de Brahma,
Paradeiza,
Amentis, Hesperia o Valhalla,
Son territorios
de leyenda y florida fábula.
Blanco pureza y
encendida grana,
Vida y muerte,
espina y rama,
Son las islas
sagradas de la leyenda áurea.
El loto es
testimonio del nacimiento
De un mundo nuevo
en un océano turbulento.
La rosa nos habla
de la vida, y sus momentos:
De valores,
esfuerzos, y conocimientos.
El lirio es
pureza, pero también fundamento,
De la negra
muerte, y del renacimiento.
Nacimiento, vida
y muerte, tres fases son
De la mundanal
materia y de la creación
Tres etapas de la
existencia, y de la razón,
Que en la Edad Media el maestro
masón
Reflejó en
lenguaje arcano, con devoción,
Mediante el
mensaje oculto del rosetón.
En el reino
mineral, el agua reblandece,
Quiebra y somete
hasta el duro pedernal.
Sutil y ligera,
burbujea y asciende,
Con atrevidas
ondas, y encrespadas olas,
Que se retuercen,
arremolinan y enhebran,
Creando
torbellinos y corrientes en espiral.
La Diosa mora en las profundidades.
Es soberana de
plantas y animales.
Virgen fecunda,
es reina de las aguas.
La serpiente es
su cetro; el río su coraza.
Dumuzi, Atis u
Osiris son su consorte.
Reyes no son,
sino obsequiosa Corte.
Del seno de la
madre venimos
Y al seno de la
madre volvemos.
El lirio adorna
la cuna y la mortaja.
Pues es Démeter,
la gran matrona,
Imagen de
fecundidad y pureza,
Quien dio su
nombre a la materia.
La cueva es el
útero de la Madre Tierra,
Por otro nombre
Rea, hija de Gea.
Cuando morimos,
con infinita indulgencia,
Alberga nuestro
cuerpo, no nuestra esencia.
Y en el tránsito
hacia el nuevo renacer,
Alimenta la
semilla del próximo ser.
La cueva es el
ignoto refugio de la serpiente
Que en Edén probó
el fruto del árbol viviente.
Desde entonces
muda su piel, eternamente.
Cuando duerme, se
enrosca y la cola se muerde.
Su veneno se
inyecta, pero éste no le hiere,
Porque veneno de
vida es, que no de muerte.
La serpiente
repta y sisea dentro de la cueva,
Mientras guarda
el arcón que el tiempo sepulta.
Este tesoro es
promesa de una vida nueva.
Es depósito de
arcanos de sabiduría oculta.
La serpiente
protege la gruta de profanadores:
Ladrones, falsarios,
impíos, y embaucadores.
La Diosa es tan vieja como la montaña.
Es hija de la Luna y hermana de las aguas.
Es la estrella
del mar, y de la mañana,
Venus arrebatada,
madre de las Gracias.
Del astro de
plata recibe su guadaña,
Y siega las
mieses que el campesino planta.
Ceres, Démeter,
Cibeles o Ana,
Es la madre
fecunda, la tierra blanda,
La materia
primera, la gata parda.
Negra es su cara,
como azabache,
Negro es su
manto, como su broche,
Y negra es su
piedra, como la noche.
La Diosa es Virgen y Madre:
Con pureza y
castidad recibe,
La semilla de
Dios, esposo ilustre,
Que la paloma
porta, según se dice.
En la cueva
oscura a su hijo concibe.
En la talla,
pudorosa, lo exhibe.
Cristo, Mitra o
Dumuzi hijos son
De la Diosa Madre, virgen
bendita;
Que en la humilde
cueva concibió
Al buen pastor de
multitud infinita;
Que en la cripta
el creyente enterró,
Y en divina
gloria muere y resucita.
Oro, incienso y
mirra nada son,
Ante la gloria de
la excelsa piedra,
Que los Magos
ofrecen a la sazón
Al pequeño nacido
en la cueva.
De su misterio
nadie sabe la razón
Y si lo sabe,
callado se lo queda.
La piedra está
hecha de barro,
De blanda materia
primordial,
No es fango del
estercolero,
Tampoco es
arcilla de alfarero.
Grial la llaman,
y en un tiempo pasado,
Adornó la corona
del ángel alado.
Negra es la
piedra, pues es la fuente
De toda materia
muerta o viviente.
Negra es, y sin
embargo bella,
Como la piel de
la virgen morena.
Sabio será quien
conozca su secreto,
Dichoso será, y
digno de respeto.
La piedra es
material: muere y resucita.
En el crisol el
sabio lo grosero le quita.
En la pira arde,
pues el calor necesita
Para volver al
estado de su virtud perdida.
Codicia, ambición
y orgullo al necio excita
La piedra oculta
de poder aquí descrita.
Grial llaman los
filósofos a esta piedra.
Otros le dan el
nombre de Arca bendita.
Recibe el poder
del Sol, y el de la Tierra.
En la estrella
está, y también en la hiedra,
Y en la roca, y
en el mar, y en la bacteria.
Es etérea, es
sutil: la llaman quintaesencia.
Barro de Adán, o
materia sutil, es su nombre.
Pero no es el
barro del que está hecho el hombre.
Es el huevo
primordial, contenedor del mundo,
Que en Pascua se
decora, o se deja desnudo.
Su yema y su
clara es origen y fundamento
De las aguas, de
las tierras, y del firmamento.
Roca de poder es,
y de abundancia,
La piedra solar,
que no de jactancia.
Fuerza de las
fuerzas, foco de energía,
Es elixir de la
juventud, y de la vida.
En la lámpara
perpetua su luz parpadea.
Cornucopia la
llaman, y también panacea.
La tierra es su
crisol, y el agua su bañera,
En el gran
laboratorio de la
Naturaleza.
Azufre y
Mercurio, como Paris y Helena,
Son los príncipes
de la contienda hermética.
Fénix y pelícano,
dragón y salamandra,
Símbolos y
arcanos son, que no quimeras.
El mundo es
redondo, desde el Septentrión al Austro,
Como ya sabían
los antiguos, de Plinio a Zoroastro.
Es la residencia
de los mortales, hijos de Gigante,
Descendientes del
Titán, del Cíclope y de Atlante.
Vástago de Jápeto
y Clímene es Prometeo,
Bienhechor del
hombre, portador del fuego.
Meru, en Oriente,
es el ombligo del mundo.
Allí nació
Dionisos, por otro nombre Bromios.
Isla entre aguas,
es trono del dios fecundo:
El sublime
Brahma, supremo dios de los arios.
En su cima el
divino Indra forja el rayo iracundo,
Y mide sus
fuerzas con serpientes y monstruos.
La montaña
sagrada es la más elevada:
Es eje, columna y
sostén del cielo.
En su falda mora
el dios de las aguas,
Del orden divino,
y del conocimiento:
Enki, dador de
justicia y leyes inspiradas
(maat en egipcio, y me en sumerio).
Cerca de la
montaña se yergue un árbol.
La serpiente está
en él, y la manzana
De la
inmortalidad, que guarda el pájaro.
Su tronco
atraviesa las siete capas
Del cielo, y su
raíz se encuentra abajo,
En la tierra,
donde la Diosa
es soberana.
Encima del árbol
brilla una estrella,
Reflejo de la Diosa en la celeste esfera.
Sirio se llama, y
a Venus se asemeja;
En Canis Maioris
está: es la estrella perra.
Venus es su
consorte, Orión su pareja,
Osiris es la
segunda, Lucifer la primera.
Lucifer es la
estrella de la mañana
Suya es la
primera luz del alba dorada.
Es heraldo del
Sol, y su fiel guardiana.
Tiene cabeza de
Ibis: Thot es llamada.
Fiel amiga es de
la estirpe humana,
A ella otorgó su
claridad, y su alborada.
Trimegisto llaman,
tres veces Grande,
Al divino
notario, hábil comerciante,
Mercurio, o
Hermes, genio deslumbrante.
Thot de los
egipcios, del saber estandarte,
Instructor de
filósofos, del sabio ayudante,
Al mundo dio su
Luz, y también su Arte.
Cada noche, en el
ancho cinturón del cielo,
Un carrusel de
figuras remonta el vuelo.
Ellas marcan los
meses del gran año sideral
En avance
retrógado del equinoccio vernal.
Zodiaco lo
llaman, y el vate asegura,
Que anuncian el
destino de la vida futura.
León es Atlantis,
Egipto es Tauro,
Cristo es Piscis
y el futuro Acuario.
Toro del Cielo,
Cordero de Dios,
Anillo de
pescador, Santo Sudario.
La crátera del
aguador toma el relevo
Del pescador de
hombres y su Calvario.
El mundo se
mueve, nada está quieto;
Tal como asegura
el heleno Heráclito.
El sol declina,
los días se acortan.
La luna crece,
las mareas remontan.
Las
constelaciones circundan el cielo.
Ellas marcan el
transcurrir del tiempo.
El sol asciende y
desciende en el horizonte,
Desde el
meridiano Sur al hiperbóreo Norte.
En el solsticio
arde la pira de tiempo relicto:
Las gentes
celebran la gloria del sol invicto.
En equinoccio el
árbol de Pascua se engalana:
El huevo nutricio
preside la fiesta pagana.
En la punta del
árbol el gallo canta
El orto del sol,
que en el cielo se levanta.
Su cresta es la
corona del iluminado,
Que saluda al
astro en el río sagrado.
Cristiano es
quien porta la cresta del gallo,
No sólo quien
reza al Salvador alabado.
La claridad del
sol baña la pradera.
Su ardiente
abrazo fecunda la tierra,
Su fulgor anuncia
la primavera.
Con su eclipse el
mundo se aterra,
En su apogeo la
vida renueva.
Feliz es quien a
su luz se aferra.
El sol es fuente,
la luna un espejo,
Del foco que
ilumina el intelecto.
La luz irradia en
todas direcciones;
La sombra oculta
sus bendiciones.
Sabio es quien en
ella se ampara.
Infeliz es quien
de ella se separa.
Los hindúes
llaman esvástica
(Y los musulmanes
baraka),
A la fortuna que
al fuerte acompaña,
A la providencia
que al sabio no engaña.
La esvástica,
imagen sagrada,
Por culpa de
impíos es denostada.
La cruz es cosa
antigua:
Símbolo de pasión
cristiana
Y expresión de fe
pagana,
En Sudamérica se
atestigua;
No sólo en
Europa, en Asia
O en la africana
Abisinia.
Céltica, latina o
griega,
La cruz denota
ortodoxia.
El credo de
Cristo agrega
Los fieles de
tres Iglesias.
Cristiano no es
quien ora
Sino quien con
virtud obra.
Cristiano y no
hereje es quien
Con esperanza,
caridad y fe
Practica la
virtud, y también
En la Naturaleza la fuente
ve.
Cristiano y no
hereje es quien
Venera a Dios
como Luzbel.
Blasfemo y no
cristiano es quien
Con fanatismo,
intolerancia y terror,
Impone su visión
del mal y del bien,
Y a sangre y
fuego provoca pavor.
Jesucristo es
ajeno a Inquisición;
Por Amor, no
Roma, sufrió pasión.
El país de Oc
tiene como emblema
Una cruz paté
(cuatro patas de oca)
Que franco
cruzado persigue y quema.
El templario en
manto blanco coloca
Cruz de ocho
puntas, como ocho rosas,
Que en su
martirio tiñe con sangre roja.
El templario, de
la cruz abanderado,
En la doctrina de
la Luz es
versado.
En la cruz
patriarcal expone su grado:
Cruz ortodoxa
arriba, y por otro lado
Una cruz Tau
abajo, signo de iniciado.
Larga es su
venganza, duro su legado.
El gorro frigio
es signo de iniciado:
Emblema feliz de
esclavo liberado,
Corona real de
filósofo inspirado,
Tocado cultual de
epopte consagrado.
En París la Revolución lo ha
adoptado.
En Europa la
tradición lo ha conservado.
El sendero de la
vida se bifurca en dos caminos:
El que gira a la
diestra, y el que va a la siniestra.
El camino que
elijamos determina dos destinos:
La luz y la
oscuridad; la claridad y las tinieblas.
Afortunado será
quien no incurra en el desatino
De creer que la
vía corta es siempre la correcta.
En nuestro mundo
no hay nada seguro:
Nada es todo blanco,
o todo oscuro,
Porque la mezcla
se impone a lo puro.
Lo monocromo cede
paso a lo gris:
El color, o la
raza, no es fuerza motriz;
Lo que de verdad
importa es vivir feliz.
En la logia el
iniciado dibuja en el suelo
la complejidad
del mundo: es el damero.
Con negras y
blancas baldosas resume
La doctrina
gnóstica que el sabio asume.
Blanco y negro,
bien y mal, luz y oscuridad:
Los grandes
principios de un mundo dual.
El ángel es el
heraldo de las fuerzas benéficas:
Representa el
principio de las razones ciertas.
Es el enviado de
Dios, el mensajero del cielo;
En el
Apocalipsis, abre el séptimo sello.
Del adepto y del
virtuoso es fiel consejero.
De las fuerzas
divinas, implacable guerrero.
Satán llaman al
principio de maldad.
Es ángel caído,
príncipe de iniquidad.
Henchido de
orgullo, retó a la divinidad.
Miguel lo
derrotó, con toda su heredad.
En el averno
mora, sumido en oscuridad.
Pérfido, arrastra
al hombre a la impiedad.
Los adeptos de
San Juan sostienen
Que el mundo es
obra del Maligno.
Los gnósticos y
cátaros mantienen
Que sólo el
espíritu inmortal es digno.
Los maniqueos y
bogomilos creen
Que Luzbel es
Dios, y el Sol su signo.
Los antiguos
llamaban Pan,
Al dios con patas
de chivo.
En la Arcadia trota al compás
De la flauta y
del caramillo.
Insaciable
amante, eterno galán,
Gozar es su solo
objetivo.
El chivo feraz y
el hombre verde,
Son símbolos de
la naturaleza.
En templo y
parque hacen alarde,
De incontenible
alegría y viveza.
Geniecillos son,
que no diablos:
Reliquias de un
remoto pasado.
El heroico
guerrero de dura cerviz,
A la fiera
inmunda se enfrenta,
Y con decisión y
arrojo sin fin,
Le hace pagar la
grave afrenta.
El héroe es hijo
de un tiempo feliz.
Es imagen del
Sol: a Él representa.
La fiera es
serpiente, y ésta es Luna,
En el lenguaje
simbólico del poeta.
El héroe es
pájaro, en jerga arcana,
Y contra el
pérfido ofidio se enfrenta.
El Sol vence a la Luna, y le subyuga:
En Historia
Oculta es página oscura.
El ser humano es
arcilla y barro.
Para servir a
dioses ha sido creado.
En tiempos
pasados ha procurado
Vivir su fe con
fervor y sin pecado.
Pero en el
presente ésta ha mudado
Y a los antiguos
dioses ha olvidado.
Otrora Dios
bajaba a la Tierra.
El hombre adoraba
Su presencia,
Y hallaba en Él
la trascendencia.
Ahora el fiel busca
y no encuentra;
Su fe se ha ido,
y ante su ausencia
Abraza otros
ritos y otras creencias.
La vida es una
rueda de experiencias
Ligada a una
cadena de consecuencias.
Para el hindú la
ley natural es el dharma,
El peso de
nuestros actos es el karma,
Y el ciclo de
nuestras vidas el samsara.
Dichoso será
quien alcance el nirvana.
En fiesta mayor
el catalán se engalana.
Junta sus manos,
y sin más tardanza,
El pueblo
comienza a bailar en rollana.
Ronda del sol es,
o ciclo de labranza,
El sentido oculto
de la antigua sardana.
Es comunión
popular, y singular danza.
En un claro del
bosque, en la oscura noche,
Sobre una
plataforma, o en un desmonte,
Un grupo de
hombres y mujeres, desnudos,
Danzan en
círculo, de las manos unidos,
A la luz de la
luna llena, en primavera.
Ellos se dicen
devotos de doctrina vieja.
Prometeo
benefactor enseña al mundo,
Las artes de la
cultura y la civilización.
El fuego entrega
al ignorante y al bruto;
Le explica los
principios de fe y razón.
El ser humano le
erige un monumento:
La columna,
símbolo de fundamento.
Del monumento
parte un camino,
Que discurre por
amenos paisajes.
A su vera árboles
grandes y altivos
Dan sombra a
ilustres personajes.
Acacias,
cipreses, robles y olivos,
Cobijo dan a
filósofos y paseantes.
El camino acaba
en la urbe.
Allí comerciantes
y burgueses
Protegen sus
fueros y libertades.
Afiladas agujas,
y altas torres,
Se alzan sobre
casas y baluartes.
Testimonio son de
fe inmutable.
En el centro del
témenos se alza un templo,
Que con porfía y
tesón desafía el tiempo.
En él se venera
reliquia de antiguo fervor
Y se conserva
tesoro de áureo esplendor.
La cripta se
hunde en el suelo, y como antaño
Peregrinos
llegan, de la urbe y sus aledaños.
En el ara
consagrada se oficia el rito,
Y se toma el pan
y el vino benditos.
Piedra desbastada
o roca no labrada,
Tanto da. El
altar no es cosa alabada,
Sino punto de
encuentro del creyente
Con su Dios, con
su fe, y con su gente.
En un lugar de
poder, o en sus alrededores,
Desmesuradas
rocas mantienen equilibrio.
Unas sobre otras,
en aparente desorden,
Presiden un
recinto de muerte y sacrificio.
La cristiana
Iglesia, en tiempos mejores,
Con ermitas y
monasterios consagró el sitio.
La Esfinge es figura de antigüedad inaudita.
Expresa el arcano
de una sociedad maldita.
Es símbolo de
secreto, y de advertencia.
Nos recuerda el
horror de funesta ciencia.
No es sabio
retomar los antiguos pasos
Si éstos nos
conducen a derroteros vanos.
La pirámide es la
imagen universal
De la sagrada
montaña primordial.
Escalera del
cielo, templo o sepultura,
Fue lugar santo
de civilización madura.
Reliquia del
remoto Atlantis glorioso
Rememora tiempos
de saber hermoso.
Llámese adámica,
o bien enoquiana,
Se perdió el
rastro de lengua arcana
En la infausta
Babel, de Edén hermana.
Pero en Egipto,
dicen los entendidos,
Hombres sabios,
sacerdotes y elegidos,
Guardaron tesoros
de valor escondido.
En Kemet
príncipes, filósofos y profetas
Establecieron las
bases de una orden secreta.
Sus afiliados,
con el transcurrir de los siglos,
Con discreción,
temple, y el mayor sigilo,
Preservaron
saberes antiguos y peligrosos.
Influyentes
fueron sus herederos, y poderosos.
De Melusina
vástago, de Palamedes obra,
Nació en tiempo
antiguo el juego de la Oca.
Este arcano
milenario, de la vida esquema,
Es simulacro de
vivencias, alegrías y penas.
De oca a oca, ¡pardiez!, acompáñeme la suerte:
Guárdeme del
pozo, y de la amarga muerte.
Con su suave
plumaje, y su grosero graznido,
El silvestre
ganso marca el paso cerca del nido.
Su ancha pata
palmeada es potencia de tres.
En el agua exhibe
prestancia, en el cielo altivez.
La lengua de la Oca es patrimonio de una
tierra
Que en paz y en
guerra no traiciona a su bandera.
Imagen votiva de
la egipcia Bastet
La gata es Luna,
paredra del Sol Bel.
Mascota de bruja,
diablesa o Bafomet,
La dulce gata de
la ignorancia es rehén.
A la Hispánica Marca la
gata dio nombre.
Suya es la tierra
de los Catalanes Condes.
Charlatana,
poseída o maléfica hechicera,
La bruja guarda
secretos de la madre Tierra.
De almas
sanadora, de cuerpos curandera,
¡diantre!, se le
paga con horca y hoguera.
En pueblos y
aldeas es el último eslabón
En la venerable
cadena de la Tradición.
Medio borradas
por el paso de los siglos
Figuras y marcas
grabadas en las piedras
Son visibles en
los dinteles de las puertas
O en las rocas:
los llamados petroglifos.
Su sentido oculto
es misterioso y secreto.
Justo es
cuidarlos y tratarlos con respeto.
El guerrero
duerme su sueño eterno
En un sepulcro en
honor del valiente.
Fue soldado de
saber y conocimiento,
Campeador
implacable de la mente.
Entregado sí,
pero no mercenario,
Exigente destino
es el suyo, y solitario.
El guerrero no es
sacerdote sino monarca;
Su reino es de
este mundo, pues abarca
Del Bóreas al
Austro. En Argos embarca,
En dirección a
Cólquida, en recia barca.
Al dragón vence y
el vellocino arranca:
Bermeja rosa
porta sobre pelliza blanca.
El guerrero
blande un glorioso estandarte:
Escuadra, compás,
y las insignias del Arte.
Su arsenal es
simbólico, sus armas poderosas:
Plumas de oca,
hojas de acacia y pétalos de rosa.
Su ministerio es
de paz, que no de guerra.
Humilde es su
papel en las cosas de la
Tierra.
El guerrero
navega por plácidas aguas,
Tras su victoria,
en el Ponto Euxino.
Quiera el divino
Hefesto, con su fragua
Convertir en
sólida coraza el vellocino.
Égida de
sabiduría, valor y esperanza
Ha de ser su
botín, que no de amenaza.
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