Mónica Díaz Tabares
EL
DAÑO DE LOS DURAZNOS
Un
muchacho que lo llamaban Eduardo y tenía un hermano; se echó una novia, y se fue
pa Cuba. Y la novia esperando por él, pero cuando llegó de Cuba, que no se quería casar tan pronto corno ella quería; le llevó
un cesto de duraznos.
¿Quién?, ¿la novia a él?
Sí,
la novia a él, y en los dichosos duraznos le hizo un daño; y el muchacho se
volvió loco (que la gente tenía miedo, porque andaba loco por los caminos).
Pero el pobre hasta la ropa que le ponían se la rompía y andaba casi
desnudo. En la casa (que la casa era de piedra y barro, no era de cemento como las de hoy),
hizo un joyo1, como si fuera pa'l bater, y allí en aquel joyo dormía desnudo; La pared de la casa donde él
estaba, fue quitando piedras,
quitando piedras; que ya pasaba de dentro de la casa al camino, y la gente
tenía miedo de pasar por allí, ni por los alrededores..., que estaba corriendo en los terrenos, y yo tenía un hermano
que labraba piedras en un barranco, y
les ayudaba a virar piedras, porque tenía fuerzas. Era un hombre de fuerza; pero yo día a llevarle la comida a mi
hermano allá abajo, (¿qué años tendría yo?, no era muy grande). Desde que él me
escolumbraba2 al canto
arriba del barranco, decía —ahi viene la chica, ahi viene la chica—, se echaba
a correr, y se escondía en una cueva que tenía.
¿Por
qué se escondía?
Porque
estaba desnudo, y se escondía hasta que yo me encaminaba, porque día a dar con
ellos, porque ellos llevaban cigarros y comida, y eso; porque de la comida que
yo llevaba se dejaba pa él, y estaba con ellos allí; pero dispués la bandida
que hizo eso, no se casó con nadie, y murió arrastrada, y el pobre no curó
nunca y murió desnudito.
1 Sust.
Hoyo.
2 Verb. P. Imp. de Vislumbrar.
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