Alfredo Herrera Piqué
Un singular episodio
ocurrido en Lanzarote en tiempos anteriores aunque muy cercarnos a la conquista
franco-normanda, es el que nos relata Abreu y Galindo en relación con Ico, una
joven aborigen perteneciente a la casta gobernante. Además de la leyenda, el
autor hace una interesante investigación sobre la veracidad de lo contado por
el fraile franciscano.
La historia o la leyenda de
Ico han sido corporizadas plásticamente por el escultor y ceramista lanzaroteño
Juan Brito, que ha creado un grupo de interesantes esculturas que representan a
los protagonistas del acontecimiento. A la vista del lector se encuentran
varias imágenes que recogen la representación que Brito ha realizado de un
hecho ocurrido en los albores de la historia moderna de Canarias, el cual fue
narrado por Abreu en la forma siguiente:
Reinando en Castilla el
rey don Juan el primero, hijo del rey don Enrique II, trayendo guerra con el
rey de Portugal y el duque de Alencastre de Inglaterra sobre el señorío de
Castilla, que decía el duque de Alencastre pertenecerle, por estar casado con
doña Constanza, hija mayor del rey don Pedro; hizo el rey don Juan una armada
por la mar de ciertos navíos, y puso por capitán dellos a un caballero vizcaíno,
que se decía Martín Ruiz de Avendaño, el cual corría toda la costa de Vizcaya y
Galicia e Inglaterra, que sería año de mil y trescientos y setenta y siete,
poco más o menos. El cual navegando, le dio temporal, que les hizo arribar a
Lanzarote, y tomó puerto. Y salió el capitán y gente en tierra, y los isleños
lo recibieron de paz, y le ofrecieron refrescos de lo que en la tierra había,
de carne, leche y queso, para refresco de su armada; y fue aposentado en la
casa del rey, que decía Zonzamas.
Tenía este rey una
mujer, llamada Fayna, en quien hubo Martín Ruiz de Avendaño una hija, que
llamaron Ico, en este acogimiento y hospedaje; la cual Ico fue muy hermosa y
blanca: siendo todas las de mas isleñas morenas, ella sola había salido muy
blanca. Esta Ico casó con Guanareme, rey que fue de aquella isla, por muerte de
un hermano suyo llamado Tinguanfaya, que fue el que prendió la armada de Hernán
Peraza. Tuvo Guanareme en Ico a Guadarfia.
Muerto Guanareme, hubo
disensiones entre los naturales isleños, diciendo que Ico no era noble Gayre,
por ser hija de extranjero y no de Zonzamas. Sobre esto entraron en consulta,
que Ico entrase con tres criadas suyas villanas en la casa del rey Zonzamas, y
que a todas cuatro se les diese humo y que si Ico era noble no moriría; y si
extranjera, sí.
Había en Lanzarote una vieja, la cual aconsejó a Ico que se llevase una esponja mojada en agua escondida; y cuando diesen humo, se la pusiese en la boca y respirase en ella. Hízolo así, y dando humo en un aposento encerradas, valiose Ico de la esponja, y halláronla viva, y a las tres villanas ahogadas. Sacaron a Ico con gran honra y contento, y alzaron por rey a Guadarfia. Y este fue el que halló Juan de Betancur, al tiempo de la primera venida a esta isla.
Había en Lanzarote una vieja, la cual aconsejó a Ico que se llevase una esponja mojada en agua escondida; y cuando diesen humo, se la pusiese en la boca y respirase en ella. Hízolo así, y dando humo en un aposento encerradas, valiose Ico de la esponja, y halláronla viva, y a las tres villanas ahogadas. Sacaron a Ico con gran honra y contento, y alzaron por rey a Guadarfia. Y este fue el que halló Juan de Betancur, al tiempo de la primera venida a esta isla.
Ico debió haber sido hija de
Ruiz de Avendaño y de la reina Fayna, según confirma un documentado trabajo del
profesor Álvarez Delgado, quien ha estudiado el episodio de la llegada del
navegante vizcaíno a Lanzarote y los problemas de la sucesión de Guanareme.
Este último debió haber sido hermano de Zonzamas, al que sucedió como reyezuelo
de la isla, y casado con Tinguafaya. El párrafo del reproducido relato en que
se hace referencia a la unión de Ico y Guanareme fue, en la opinión de Álvarez
Delgado, interpolado por el copista de Abreu de 1632 (como se sabe, la copia
que ha llegado hasta hoy de la
Historia de Abreu Galindo data de 1632, aunque el
original fue escrito por el fraile franciscano probablemente a fines del siglo
XVI o a lo más a comienzos del XVII).
Guanareme y Tinguafaya fueron apresados por una expedición española (vizcaíno-sevillana) en el año 1393, junto con otros 160 naturales. Su desaparición de la isla provocó desacuerdos en torno a quién habría de sucederle, interrogante que concluyó con la ordalía de la nobleza de Ico. Con esta, en realidad, se sometía a juicio la nobleza de Guadarfía o Guadafrá, hijo de Zonzamas y de Fayna, en cuanto que la falta de casta de Ico (de resultar de la ordalía que no era hija de Zonzamas, sino de extranjero) habría afectado a todos sus parientes.
Guanareme y Tinguafaya fueron apresados por una expedición española (vizcaíno-sevillana) en el año 1393, junto con otros 160 naturales. Su desaparición de la isla provocó desacuerdos en torno a quién habría de sucederle, interrogante que concluyó con la ordalía de la nobleza de Ico. Con esta, en realidad, se sometía a juicio la nobleza de Guadarfía o Guadafrá, hijo de Zonzamas y de Fayna, en cuanto que la falta de casta de Ico (de resultar de la ordalía que no era hija de Zonzamas, sino de extranjero) habría afectado a todos sus parientes.
El extremo de que la
blancura de Ico era un detalle de su ascendencia extraña no parece verosímil,
como también observa el citado investigador. Es bien conocido que un cierto
porcentaje de la población isleña prehispánica tenía el cabello y la piel
claros. Incluso en Lanzarote, según los cronistas del Canarien.
Ico salió, de todos modos,
triunfante -al utilizar una esponja mojada- de la ordalía del humo, mientras
que las otras muchachas que la acompañaron murieron en la prueba. Así había
quedado palpablemente demostrada su pertenencia a la casta superior. Y de este
modo quedaba expedito el camino de Guadarfía a la sucesión.
Los últimos párrafos del
relato de Abreu son una muestra de la existencia del procedimiento penal de la
ordalía entre los antiguos canarios. Ahora bien, ¿puede recibirse con carácter
de autenticidad este texto como una prueba de la presencia de esta institución
en las islas, o recoge Abreu -o la fuente de que este se valió en realidad- un
reflejo de los procedimientos de ordalía típicos de los fueros medievales
hispanos?
Era característico en los fueros el procedimiento penal basado en diversas ordalías, al que se denominaba Juicio de Dios. En sus textos se encuentran la del juramento, la del agua caliente, la del hierro candente y, en especial, el juicio de batalla. Los fueros de Béjar, Vigueira y otros muchos son exponentes de esta práctica. Indudablemente, para los cronistas españoles aquel procedimiento era bien conocido. Pero, por otro lado, es muy probable que la ordalía se practicara por la población canaria antes de la llegada de los europeos. Observa Marcel Mauss que la institución de la ordalía tiene una raíz religiosa: "lo que con bastante impropiedad -escribe- se llama la magia judicial, en particular la de las pruebas jurídicas y de los encantamientos de los contratos, derivan de la religión" ("L'Annee Sociologique", 12, 1910 comprendido en el tomo II de sus obras completas).
Era característico en los fueros el procedimiento penal basado en diversas ordalías, al que se denominaba Juicio de Dios. En sus textos se encuentran la del juramento, la del agua caliente, la del hierro candente y, en especial, el juicio de batalla. Los fueros de Béjar, Vigueira y otros muchos son exponentes de esta práctica. Indudablemente, para los cronistas españoles aquel procedimiento era bien conocido. Pero, por otro lado, es muy probable que la ordalía se practicara por la población canaria antes de la llegada de los europeos. Observa Marcel Mauss que la institución de la ordalía tiene una raíz religiosa: "lo que con bastante impropiedad -escribe- se llama la magia judicial, en particular la de las pruebas jurídicas y de los encantamientos de los contratos, derivan de la religión" ("L'Annee Sociologique", 12, 1910 comprendido en el tomo II de sus obras completas).
Y precisamente con respecto
a Lanzarote los cronistas dan cuenta de marcadas costumbres religiosas que
basculan entre la idolatría y el espiritismo. El propio Álvarez Delgado se
muestra partidario de reconocer la autenticidad de los hechos recogidos por
Abreu, excepto en cuanto se refiere al párrafo que estima interpolado.
Lo acontecido a Ico fue
expuesto solamente por Abreu Galindo, pero no por sus contemporáneos Torriani y
Espinosa. Pero, sin haber hecho una observación exhaustiva de las primeras
historias y crónicas de Canarias, hemos comprobado que en la Descripción
de Torriani (capítulo XXXII) se incluye una alusión tan concreta como la
anterior al régimen de la ordalía, esta vez entre la sociedad aborigen de Gran
Canaria. Hablando "Del gobierno, justicia y sacrificio de los canarios''',
escribió Torriani:
A esta clase de justicia añadían también los canarios que, cuando el delito se juzgaba entre muchos y no se podía saber quien era el que merecía la muerte, a todos los culpados les ponían en la mano un pedazo de madera, encendida de un árbol resinoso; y a quien se le acababa de quemar primero la madera, a aquel lo hacían morir; y si a todos terminaban de quemar a un tiempo, a todos ellos los tenían por culpables y los castigaban.
El anterior texto de Torriani es un segundo elemento favorable a la admisión de la existencia de la ordalía entre las antiguas sociedades aborígenes canarias, hipótesis que, como hemos visto, resulta, en principio, muy verosímil.
A esta clase de justicia añadían también los canarios que, cuando el delito se juzgaba entre muchos y no se podía saber quien era el que merecía la muerte, a todos los culpados les ponían en la mano un pedazo de madera, encendida de un árbol resinoso; y a quien se le acababa de quemar primero la madera, a aquel lo hacían morir; y si a todos terminaban de quemar a un tiempo, a todos ellos los tenían por culpables y los castigaban.
El anterior texto de Torriani es un segundo elemento favorable a la admisión de la existencia de la ordalía entre las antiguas sociedades aborígenes canarias, hipótesis que, como hemos visto, resulta, en principio, muy verosímil.
Por otro lado, el relato de
Abreu recoge una costumbre propia de luchas de sociedades antiguas y existente
también en Canarias: la hospitalidad de lecho, descrita por Zurara en la isla
de la Gomera y
señalada en la crónica de Escudero en relación con las visitas de los
guanartemes de Gran Canaria. La leyenda de Ico, quizás la más antigua de la
historia de estas Islas, es bien expresiva de las costumbres y formas sociales
entonces imperantes en las sociedades aborígenes.
Y la representación
escultórica realizada por Brito un excelente ejemplo de lo que pueden alcanzar
las formas creativas inspirándose en temas de nuestro ancestral pasado.
Toma de la revista BienMesabe. Este artículo ha sido previamente publicado en el número 78 de la revista Aguayro, editada por la Caja de Ahorros de Gran Canaria, en 1976. Publicado en el número 74. Sábado, 15 de Octubre de 2005
Toma de la revista BienMesabe. Este artículo ha sido previamente publicado en el número 78 de la revista Aguayro, editada por la Caja de Ahorros de Gran Canaria, en 1976. Publicado en el número 74. Sábado, 15 de Octubre de 2005
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