sábado, 15 de junio de 2013

BRUJERIA Y APARICIONES: HISTORIAS DE SEÑA ROSA-XII





Mónica Díaz Tabares


EL PLATO DE CIRUELAS
Vivía en Genovés, y allí vivía mi hermana Rosa, con el marido y los chiquillos todos, y había una mujer que la llamaban Anita, y el marido de'-lla «estaba» con una mujer que vivía allí, y quería meter a mi marido, o mi cuñado pa sacar al marido de'lla; y yo pelié1 con ella (con Anita), porque me daba rabia que le quitaba las casas y las tierras a la gente; porque los em­borrachaba, los llevaba a Icod, y firmaban que habían recogido dinero, y sin coger una perra. Y un día vino el marido, y de casa pa'riba robó dos sacos de millo2 pa pegarlos a nosotros. Y le dije yo: no, quien eres ladrón, eres tú. Nosotros no somos ladrones—. Y tenía un compadre en La Vega que com­pró una huerta allí (y él no quería que comprara nadie nada, pa él cogérselo todo); y dispués lo convidó a comerse una cabra allí, (arriba la azotea se la comieron). Y ¿tú te crees que le hizo tal fuerte daño que el hombre no se ale-vantó; y no duró nada, no duró cuatro o cinco días (era el guarda jurado de La Vega, y le tenía rabia); y dispués le hizo cosa a tu abuelo también, pa que no viniera a casa y se fuera con «aquellas mujeres». Y un día estaba yo con los chiquillos (Jorges que tenía malo, y estaba yo allí con él). Y dice Anita —Seña Rosa, ¿usted no ha visto a Gregorio? —Y le digo: —está pa Santa Úrsula a trabajar— (porque yo creí que estaba trabajando pa fuera, porque él día los lunes, y venía los sábados). Digo —no, pues está a trabajar—, y dice —sí, ja, ja, ahi está, con Encarna encerrado. Ella viene aquí que las tie­ne a ustedes, bobas, comiendo y bebiendo con ustedes; y ella con su marido encerrada allí—, dije (a mi cuñado); —Vete a ver—. Salta mi cuñado la pa­red, (porque las casas estaban con una pared por en medio). Pero él se metió dentro un armario grande que tenía (de esos roperos antiguos), conque..., dice mi cuñado: —yo no vi a nadie—; (y él fumaba de eso cigarros de maso, y donde los compraba en Santa Úrsula, porque allí no habían nenguno de'-so), dice —muchas puntas de cigarros vi allí, y le dije a Encarna, «muchacha, ¿esos no son los cigarros de mi cuñado?». Y me dice, «no, esos cigarros los compré yo aquí, y he fumado mucho esta noche porque tengo un dolor de muelas»—; digo... —alomejor—; más tarde digo —(pues voy a ver)—. Salto la pared; (que no había más que saltar una pared pequeña) y voy allá; y me los encuentro a los dos al medio la casa. Y digo —¡oye!, ¿este es el tra­bajo que has tenido esta noche?, habrá que matarte una gallina, porque este trabajo es muy pesado, y quiere mucho alimento; mira, ¿sabes lo que te digo?, yo tengo seis hijos, o te vas con una, o con otra. Tú vas con la que apeteces—. Pues, un domingo de carnaval, con la noche, se fueron los dos; había un baile en Las Canalitas... Los vieron dir, y le caeron3 atrás a pie­dras, (si le caeron a piedras los muchachos, porque lo conocían). Conque... Anita, se quedó con la casa; se mudó, y se quedó con la casa de Encarna; y sobre de la casa había un peral (en una esquina, allí), y yo siempre me ale-vantaba de madrugada. Porque pa arreglar los muchachos antes de yo mar­charme, desayunarlos y todo; yo siempre me alevantaba con la noche; y es­taba yo haciendo el café, y me asomé a la puerta de la cocina, y el peral me quedaba enfrente; y vi la madre de Encarna (que ella tenía un pelo grande y se hacía un moño con horquillas «así» *) mirando pa la casa de'lla.
¿Estaba muerta la mujer esa?
Muerta, pero llamé a mi hermana pa que la viera, pero en lo que llamé a mi hermana, se espareció4; y de «aquél» cuarto sacó dinero la hija; sacó un saco de dinero, y dispués se la llevó el marido de Anita pa la Casa. Y es­taba mi hermana por agua (pa-descance la pobre), y veníamos por agua a Las Canalitas!, acá dentro tan lejos...; y vino ella de arriba, de La Vega, (que ella vivía en La Vega) muy campante5 por allí pa bajo, y llegó mi hermana con el agua y fui yo a descargarla, vino ella corriendo con su plato de cirgüe-las6 a traérselas a mi hermana pa que comiéramos todos (pa los muchachos y todo), pero en cuanto ella salió, fui yo y dije: —¿tú has probado las cirgüe-las?—, (una cirgüelas que daban gusto verlas), dice —no, están según las puso ella—; las agarré, las puse en una balita de los chicos y la amarré por las mangas, y la puse en el fondo de una caja de cartón que tenía pa poner la ropa sucia; por la noche, estábamos cenando y estaba aquello jediendo7...

1                      Verb. P. P. Peleé. Dice mi cufiado: —¿los muchachos sudaron8 aquí?— Digo: —no—; agarré un calburo9, y miré todo y no vi nada. Digo —yo no vi nada—, por la ma­ñana la jelentina..., digo (¡cono!, miré todo no había nada, pues voy a sacar esta ropa)—; agarré, y saqué el abrigo «ansí» * y estaba gotiando10 como una fuente; lo abrí, y estaban saliendo los bichos por agújenlos, agujeritos, como si le hubieran clavado un alfiler. Fui cas Las Pintadas, y le dije: —Seña Rita, vaya pa que vea usted el regalo que me trajo Anita—, dice —¿qué le tra­jo?—, digo: —unas cirgüelas, y están tan buenas... vamos pa que las vea—. Llegó Seña Rita y vio aquello y dice: —¡Cruz, péguenle11 fuego!, eso no lo arrimen a nengún lado, hagan una fogalera12 y metan eso dentro y le pegan fuego—. Pues, así lo hicimos, que si llegan a comer aquello, no duran veinti­cuatro horas. Pero ella porque vino una vez a pegarme a mí y me viré en-contra de'lla y no pudo.
¿Por qué te fue a pegar?
porque era mala, muchacha, esa era mas mala quel diablo?
2   Sust. Maíz.
La abuela indica la forma del moño.
Verb. Cayeron. Verb. Desapareció. Adj. Fresca, tunante. Sust. Ciruelas. Verb. Hediendo.
* Hace que lo coge con las puntas de los dedos.
8   Verb. Evacuaron.
9   Sust. Carburo.
10 Verb. Goteando. 1' Verb. Denle. 12 Sust. Hoguera.


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