Mónica Díaz Tabares
EL ESPIRITU LO QUIZO TIRAR DEL
PUENTE
LA AHOGO EL MARIDO Y SE
«ARRIMO» AL HIJO
Era un matrimonio de Santa Úrsula, y al marido
lo llamaban Juan y a ella Candelaria, y todos los años por el
día del (de San Juan) se dían a la mar a pasar el día, pero él se día delante y
ella quedaba atrás pa llevar la comida; y
fue él alante y ella cuando arregló el almuerzo fue a dar con él; y se pusieron
a comer, un niño que tenía pequeño y el padre; y ella se fue a coger lapas, pero cuando la vio cogiendo las lapas se
levantó de donde estaba y la arrempujó1
y se fue al agua, y la cogió una corriente; pero el traje le quedó en popa2, y la corriente se la llevaba,
y ella día abanándole3 a ellos (mientras los vía le dia
abanando); la corriente la vino a sacar a Los Silos, la encontró un camellero (de los que sacaban la arena con los
camellos), y no apareció nadie, porque no tenía más que aquel hijo
pequeño y el otro que tenía casado; y el ayuntamiento la enterró. El marido
era un hombre tan malo que todos los días
le daba una «jalada de leña»4, era un hombre malo. Al cabo de quince días por ahí, el hijo que tenía casado fue
un sábado a Los Silos a comprar la
compra de la semana (vivía en La Palma Daute), y siempre día y llevaba un
carrito; y ese día llevó con él a un niño que tenía, dentro del carrito...,
y a la entrada de Los,Si los había un puente, y se día a tirar del puente al suelo; entonces un amigo que él tenía en
Los Silos le quitó el niño y lo llevó pa la casa, y una hija del amigo
le llevaba el niño, y les dije —¿qué es lo que le pasa? —, y me dicen —nada—,
pero después me dijeron que si no le cogen
el niño y lo quitan de allí, se bota del puente al suelo; conque... se levantaba
todos los días por la mañana se día a la carretera y se ponía donde se ponían
todos los hombres pa dir a trabajar, y dispués cuando se levantaban los hombres pa dir a trabajar, todos dían a
trabajar, menos él, que se quedaba
sentado allí; conque la mujer dijo un día —él tiene «lo quiera ques»5,
él no está bueno—; lo cogió y se fue a La Vega a cas un esperitista que lo llamaban Alberto, y le dijo —por favor, mire
a ver si usted le nota algo a mi
marido de arrimo o algo, y usted me lo cura, pero yo ahora no tengo dinero pa pagarle, pero cuando él lo gane, yo
le pago a usted— y dice —pues mire
vayase tranquila con él pa su casa que yo voy a la noche a cas mi comadre Isidra— (porque tenía una comadre
allí, viviendo) —y le dice a los vecinos que como a las once de la noche
el que quiera acompañarlo que vaya, pero el que no que tranque las puertas, y
no salga—. Conque se lo dijo a los vecinos,
y fue el hombre y empezó a conjurarla6 pero era tan bandida, que fue
la mujer del hijo y le dijo —¿por qué usted no vino sobre su marido ¡cono!, que le dejó seis onzas?— (porque antes era
por onzas; dieciséis duros eran una onza, ocho duros media onza); y
dice: —¿de mi marido?, ¡que lástima, venir arriba mi marido!—, y dijo: —¿y por
qué está tocando el acordeón que tiene, y
no se puso luto?, ¡¿por qué no se puso luto?!— y dice: — déjalo que se divierta, que pa eso se lo dejé
yo—. Dijo la mujer: —sí, está bonito que la botara a la mar, y que la
ahogara; eso sí está bonito, y entoda-vía
usted quiere a su marido—. Y dice —pues dispués de muerta lo quiero—.
Dispués tenía el hijo una guitarra colgada, y dio la casualidad que tenía una cinta negra, y dice; —¡aja! ¿este es el
luto que te pusistes por mí?— Agarró
la guitarra y le dio dos leñasos7 en el suelo y se la rompió. Conque
dispués que le rompió la guitarra, tenía yo un cesto de jigos8
de leche sobre la mesa que fue por el
verano) y empezó a comer, y le dijo la nuera: —¡aja!, ¿allá no hay jigos?, ¿tanta hambre tiene?— Y
dice: —los jigos que yo tengo son los
que están en la orilla de la mar, de las pencas salvajes, yo no tengo jigos—.
Y le dijo la nuera: —¡mire cono!, ¡vayase pa los infiernos!, que a mí ningún bien me hizo. Lo que me hizo fue mal—. Y
dice la vieja: —yo me voy, pero no
andes muy segura, porque no te entre a ti porque tienes mucho genio, que si no tienes ese genio, yo te entro a
ti!—. Y le dice la mujer: —me entrabas
a mí a golerme el culo; por el bien que me hizo cuando era viva, ¿a qué
fue con su Juan?, porque era día del, pues fue día suyo también que la botó y la ahogó—. Y dice la vieja: —Sí, él me
arrempujó y me botó al
1 Verb. P. P. Empujó. agua—. Tenía la mujer una cafetera sobre el carbón
(haciéndose el café), y lo tiró todo al suelo; no se vía a nadie,
pero le entró el espíritu. Conque lo curó y
quedó bueno, trabajando. Como trabajarnos en La Palma Daute estaban todos los peones viviendo allí, y el encargado
tenía una hija que la llamaban Teresa, y se reían cuando la vieja le vino
encima al hijo: Decían que hacía aquello
porque estaba borracho; y esa muchacha tenía una amiga que se querían como hermanas, y se casó por el poder y se
fue pa Cuba a dar con el marido, pero
el barco (parece que lo llamaban Verbena...), cuando día por los mares hondos se hundió con toda la gente y no
se aguarició nadie, porque todos murieron en el fondo. La mujer del
encargado (Frasca) me llamó, y me dijo:
—Seña Rosa venga pa riba a pelar papas, que estamos todas en el patio
asentadas09 pelándolas—, fui pa riba a dar con ellas, y estábamos todas tranquilas, y la muchacha esa, (Teresa)
estaba con nosotras asentada; conque... dispués vino el padre a tornar agua
(estaba trabajando cerca de la casa);
cuando ella vio venir al padre enfrente, dio un volido10, y se
cuelga del pescuezo del padre, y todo
el mundo —pero ¿qué le pasa a Teresa?—; los gritos daba miedo; y entonces les dije —lo que le pasa, es que
ustedes se burlaron de «aquel»
hombre, y decían que estaba borracho..., y ella ahora tiene lo quiera
ques también—; dispués no sabían qué hacerle, el médico no le halló enfermedad ninguna; se día a Los Silos
con la noche y unas dos o tres
noches se la trajeron al padre desnuda, porque se acostaba y cuando lo encontraba durmiendo a ellos se alevantaba'' y
caminaba, entonces empezó el espiritista a curarla, pero no podía, (como
vino arriba de'lla por cariño...), y decía —si me corres de esta esquina, me
arrimo pa aquella, y si me corres de aquella me arrimo pa aquella, no me voy
porque me quieren, y yo vine arriba de
Teresa porque la quería como una hermana, me embarqué y el barco se fue al fondo y hemos muerto todos, a Cuba
no llegó—. Conque empezó a curarla,
y ella desde que empezó a curarla donde día era a mi casa; conque le dije: —mira, no vuelvo más aquí, déjate
curar, y «ella» que vaya pa donde
Dios la destine—. Esa noche... fuimos yo y mi marido a la casa, (porque ellas
estaban toda la noche levantadas, pero cuando nos marchemos que tranqué la puerta (mi marido tenía la maña12
siempre de dir a orinar a la puerta), y enfrente de la puerta había un
duraznero grande, que hacía sombra en el camino, él que fue a mear a la
puerta y ve aquella mujer debajo del
duraznero, el brinco que dio él, fue a media casa, le dije: —¿qué te pasa?—
Dice: —nada, asómate—. Y me asomé yo, y no vi nada. Y le dije: —yo no
veo nada en el callejón, ¿Qué vistes tú?—. Y dice: —¡más nunca! ¡más nunca!
vuelvo yo a salir a la puerta a mear al callejón, que estaba una mujer espantanada debajo el duraznero, mirando pa
la puerta nuestra—. Digo: pues, «esa»
es la amiga de Rosa que vino acompañándonos— y le digo —aquí no vuelvas más, que aquí no se te ha
perdido nada; yo voy a visitarlas a
ellas porque somos vecinos, no pa que tú me sigas—. Requitín paz13, curaron a la muchacha, y «ella»
se fue a descansar; la escunjuraron.
EL DINERO POR EL HIJO
Había un hombre que
venía todos los domingos a traer comida pa los trabajadores de La Palma Daute. Y un domingo trajo al hijo con él (que
nunca lo hubiera traído), y al traer al hijo,
agarró por La Tierra del Trigo (que hay un camino
que es todo en vueltas), y le salió un hombre y le dijo: —¡Manuel!—, dijo: —¿qué quieres?—. Y dice: —que
vayas conmigo a donde tengo el dinero
enterrado pa que lo saques, y lleva a tu hijo contigo—. Fue Manuel, sacó el
dinero, lo metió dentro de un saco y mandó al hijo pa la casa con el dinero, y él se fue a llevar la
comida que llevaba pa los peones (porque
siempre le daban el dinero, todas las semanas). Pues llegó el viejo a La Palma Daute, despachó todo y cuando fue a la casa
encontró al hijo amortajado al medio la casa;
el dinero se le consumió, y el hijo se lo llevó el hombre que le
dijo donde estaba enterrado el dinero.
LA CUEVA SAMA O SAMARA '
Esa cueva está en La Tierra del Trigo; pa
riba, en el monte Las Arenas, y allí llevaban
las camas de los que estaban condenados.
EL CONDENADO
¡Esto si es positivo! Vivíamos nosotros en Daute
trabajando en la finca de Cho Tango, y...
por la noche los asentamos allí fuera (como los asentamos aquí), y Don
Fernando tenía una casa en la orilla de la mar (Don Fernando se había muerto), y vimos la casa ardiendo, y dicen todos —¡an!,
pues la casa de Don Fernando está ardiendo—
y se van por la mañana a ver la casa,
y la casa igual que había estado siempre; y al cabo del tiempo, la mujer de Don Fernando tenía una finca muy grande, y
tenía un medianero14, y quería
llevar la cama del marido a La Cueva de Sama (la cueva de los condenados), y
nadie le quería dir, y entonces ella le dijo al medianero: —mira, vete, y llévame la cama de Fernando a La Cueva
Sama y la entras dentro y se la haces,
que yo te doy la mitad de la finca—. De forma que al hombre que estaba
trabajando con ella, no le quedó otro remedio que dir. Llevó la bestia cargada con la cama (y el hombre lleno de
escapularios, y de todo...). Pues fue, le armó la cama dentro de la cueva y se
hizo con media finca. Don Fernando tenía a los peones trabajando, y a la
hora de comer se día a ver lo que los
peones comían (y esa gente de La Caleta son unas gentes muy curiosas15), y siempre llevaban su pescadito
frito, su cuartita de vino..., y de lo que
había...; y un día dijo: —¡mira parai16, comiendo que poco finos,
que comen mejor que uno...!—. Y entonces un peón le dijo: —¿Y qué comida
puede comer un pobre?—, y dijo Don Fernando:
—¡la comida de un peón es gofio amasado y pescado asado!—, y dijo el peón:
—mire, yo estoy trabajando pa comer, si usted está acostumbrado a eso,
con tantas riquezas que tiene..., pero yo
no paso hambre—. Esa finca estaba pegada a La Palma Daute; nosotros
díamos a comprar peras a La Tierra del Trigo.
2 Adv.
Levantado, abombado.
3 Verb.
Diciendo adiós con la mano.
4 Paliza.
5 Lo quiera
que es.
6 Quitarle el
conjuro = Exconjurarla.
7 Sust.
Golpes.
8 Sust. Higos.
9
Verb. Particip. Sentadas. Asentamos. 10
Sust. Salto.
1'
Verb. Levantada. Alevanto. Alevantarme. 12
Sust. Costumbre.
13
Nunca más.
*
A veces la abuela dice Sama y otras Sámara.
14 Sust. Aparcero
15 Adj. Hecho con gusto, con detalle, bien preparado.
16 Adv. Para + ahí.
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