jueves, 20 de junio de 2013

CAPITULO XII-XXXIII




FEMÉRIDES DE  LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS



ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI


DECADA 1571-1580


CAPITULO XII-XXXIII




Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen



1577. Primera edificación de la Torre del templo de la secta católica la Concepción, en Eguerew n Chinech (La Laguna-Tenerife). Posteriores edificaciones se realizaron en los años 1630 y 1694, siendo esta última la que podemos observar en la actualidad, recientemente restaurada con dinero público.

1577. Proceso de la Inquisición española a la canaria Lucía de Cabrera. La construcción androcéntrica de la Historia en la colonia Canaria por parte del sistema patriarcal en el que vivimos ha supuesto un sesgo fundamental en la visión que se ha transmitido de las mujeres canarias a lo largo del tiempo. Las gestas y hazañas que han ido construyendo el devenir de los pueblos han sido transmitidas por hombres que han realzado las virtudes de sus coetáneos olvidando a la otra mitad de la humanidad. La presencia de la mujer en la Historia se vio limitada hasta hace bien poco a hechos tan reprobables como el que relatamos aquí. Ahora que está tan en boga el resurgir de lo femenino, nos adentramos en la historia de las brujas y hechiceras canarias, para descubrir otra visión, sorprendente, que difiere en grado sumo a la contada por los estudiosos de la época.
"El escribano de la causa observó que tenía en la espalda una señal de bruja, a lo que ordenó el gobernador: pues que es bruxa, denle tormento, pues tiene señal de bruxa. Se negó, muy valientemente, a declarar. Pero, sometida a un brutal tormento - el potro, la toca y la polea, con pesos colgando de sus pies-, acabó confesando los hechos propios de la acusación que se le hacía: pacto con el demonio, que se le aparecía en forma de camello garañón y al que besaba el pie; volar por los aires, echando alhorra sobre los campos; chupar niños, abriéndole el demonio las puertas; untarse con un ungüento blanco que hacían con tútano de perro y sebo y tútano de camella y cabra, y con otro verde que el diablo les daba." Lucía de Cabrera (Lanzarote, 1577), autora de la confesión que cita Francisco Fajardo Spínola, estudioso del tema, se retractó de la declaración que obtuvieron los inquisidores a través del tormento alegando que lo dijo con miedo y fruto de la tortura. Murió poco después como resultado de ésta.
La caza de brujas en Canarias no fue tan masiva como en la vieja Europa, pero sí digna de estudio por las variantes que introduce. El caso de esta mujer es paradigmático; recoge en la confesión la mayor parte de las atrocidades de las que se acusaba a las brujas, pero aderezadas con elementos culturales propios: el diablo convertido en camello, por ejemplo o el tuétano y sebo de camella y cabra, animales propios de la isla.
Las noticias sobre la brujería y hechicería en las Islas Afortunadas fueron analizadas por muchos estudiosos partiendo de sus propias creencias y prejuicios. Pese a que el Archivo Histórico Nacional español y el Archivo del Museo Canario recogen numerosos procesos incoados en la colonia contra mujeres acusadas de superstición (amplio epígrafe donde tenían cabida la brujería y la hechicería), la interpretación dada al fenómeno lo aleja en ocasiones de la raíz canaria para situar todas las culpas en las moriscas, esclavas africanas, berberiscas y/o españolas que poblaron las islas después de la conquista. "(...) fueron estos moriscos de Berbería los que infestaron, moral y espiritualmente, los hogares de cristianos viejos, verdaderos adalides de la fe católica. (...) Las moriscas fueron las que más relajaron y envenenaron el ambiente social y religioso con sus prácticas, conjuros, ligamentos, maneras de vivir, etc." (Sebastián Jiménez Sánchez, 1955).
Y si bien es cierto que la influencia de estos colectivos en la colonia fue notable, no podemos olvidar la historia y la tradición mágica que tenía lugar en Canarias antes de la llegada de los invasores conquistadores con su cruz y su espada. Las crónicas de los historiadores nos han transmitido una visión de las mujeres guanches bastante peculiar. Desde los oráculos de Tamonante y Tibiabín en Erbania (Fuerteventura) hasta la combatividad de las mujeres hawaras (palmeras), nos encontramos con una gran variedad de relatos que ponen de manifiesto el significativo papel que desempeñaron las mujeres en ante la conquista castellana. La presencia de éstas en los ritos mágico-religiosos también es destacable, y así nos encontramos en Tamaránt (Gran Canaria) con la existencia de las maguadas o harimaguadas, lo que nos habla de una tradición en la que el culto a la fertilidad y los ritos de purificación están presentes en la vida cotidiana.
En definitiva, en Canarias nos encontramos ante un caso, no de matriarcado, pues no existía esa desigualdad entre hombres y mujeres  propia de la cultura patriarcal, sino de matrilineazgo y matrifocalidad. La herencia se transmite de la madre a los hijos, el derecho de propiedad es de titularidad femenina, se adora la diosa madre de la fecundidad y de la tierra Chaxiraxi, Tanit, Abora etc., (de las que abundan ejemplos arqueológicos como el ídolo de Tara y el grabado de Tanit en Erbania), se exalta la maternidad y la mujer goza de las máximas libertades en el terreno sexual. Ni existen los mismos conceptos de virginidad, castidad, repudio y legitimidad de los hijos que podían tener los invasores conquistadores.
Después de la conquista y tras la masacre de una buena parte de la población guanche, la mezcla de razas fue evidente, pero aún así pervivieron muchas costumbres y tradiciones, por las cuales fueron satanizadas muchas mujeres y acusadas de brujas. Tengamos en cuenta que la conquista de Canarias finalizó en los inicios de la caza de brujas en Europa. Y aquí no nos iban  a dejar atrás.
La ola de terror misógino que asoló fundamentalmente Europa, aunque también afectó a América (recuérdese si no a las "brujas de Salem"), durante los siglos XVI, XVII y XVIII la cual trasladaron los colonos invasores a Canarias no tiene una fácil explicación, pero demuestra hasta qué punto los hombres ejercían el poder sobre las mujeres, qué grado de sadismo sexual y violencia llegaron a emplear en sus torturas y hasta qué punto el miedo y el odio se convirtió en el principal acicate de la mayor matanza de mujeres de la historia, por una causa diferente a la guerra. Si a eso le añadimos los cambios económicos, políticos y religiosos (la Reforma y la Contrarreforma) que sufría Europa ya tenemos preparado el contexto.
Los aquelarres, los pactos con el diablo, los niños a los que les chupaban la sangre, las cópulas con el demonio,... fueron la excusa perfecta para el ensañamiento de los jueces, inquisidores, torturadores, carceleros,... sobre mujeres "viejas, pobres, analfabetas, viudas y curanderas". Ese quizás fue el mayor delito, ser mujer con esas características. Se calcula que cien mil mujeres pudieron haber sido ejecutadas, y si bien entre un 10% y un 20%, según las poblaciones, de acusados fueron varones, más del 80% fueron de sexo femenino. Pero al margen de las ejecuciones nos quedan otros cientos de miles de mujeres (se calcula que más del doble de las ejecutadas) desterradas, multadas, humilladas y estigmatizadas con el sambenito de bruja.
El control sobre sus cuerpos, especialmente sobre la sexualidad, la marginación del mundo productivo y la desvalorización de sus conocimientos médicos fueron estrategias empleadas para sumir a las mujeres en la más absoluta indefensión y soledad frente a terribles acusaciones. Sin embargo, hoy hemos de agradecer a aquellas mujeres los conocimientos que nos legaron y la simiente que sembraron en otras mujeres en la búsqueda de nuestro poder: el uso de plantas como la belladona, el cornezuelo, la dedalera,... con fines terapéuticos, la capacidad de curar y curarnos a nosotras mismas, la posibilidad de elegir nuestras vivencias sexuales, la libertad de asociarnos y la posibilidad de acceder al mundo laboral. El ansia de libertad e independencia hace tres siglos lo pagaron muy caro...
Judíos, portugueses, moriscos, esclavos africanos, castellanos, andaluces,... toda una mezcla de gentes y costumbres vinieron a colonizar las islas una vez finalizada la invasión y conquista por parte de los castellanos. Si a eso le añadimos la posterior influencia de países de América como Venezuela, Cuba o Brasil, fruto de la emigración de canarios allá nos encontramos con una tradición curanderil sincrética en la que perviven elementos aborígenes (quizá los más escasos) con elementos europeos (cristianos), africanos y latinos. Todo un cocktel explosivo para unas islas mágicas y estratégicas.
Entre 1499 y 1714 fueron denunciadas en la colonia por hechicería 1.136 mujeres canarias frente a 109 hombres. El término bruja no aparece hasta 1529, y aunque no parece establecerse una delimitación clara entre las brujas y las hechiceras, parece que hay rasgos de las brujas (volar, chupar las sangre de los recién nacidos,...) que las hechiceras no los practican. Aunque ambas prácticas son consideradas maléficas, por los inquisidores, la hechicería puede tener un carácter benéfico y curativo, aunque lo más normal es que se utilice para atraer o conservar el amor de una persona, para adivinaciones o curaciones. La brujería, quizás derivado de la histeria colectiva y misógina que recorría Europa, se la consideraba instrumento del demonio. Satanás campaba a sus anchas por la Tierra y las brujas eran sus servidoras. Claro que, nada más lejos de la realidad.
La mayor parte de las mujeres procesadas por hechicería o brujería en la colonia fueron de baja condición social, de mediana edad y de grupos étnicos marginados, siendo arrancadas muchas de sus confesiones a través del tormento, con lo cual se puede afirmar que son los jueces inquisidores los creadores de la confesión. Si bien se llegó a generar un miedo colectivo ante las presuntas brujas o hechiceras no se produjeron explosiones de histeria ni persecuciones masivas como en la vieja Europa, aunque la Inquisición jugó un importante papel moderador en este sentido.
En general, tras el delito de superstición se escondían aquellas prácticas relacionadas con la magia amatoria, la adivinación o la sanación, aunque en el siglo XVIII la hechicería se torna más siniestra y se la relaciona con toda suerte de maleficios. Los supuestos pactos con el diablo empiezan a proliferar, aunque también podemos encontrar referencias interesantes desde el siglo XVI. En la visita que realizamos al Museo Canario en Las Palmas de Gran Canaria, tuvimos la oportunidad de tener en nuestras manos cientos de legajos sobre procesos inquisitoriales y cuál no sería nuestra sorpresa al comprobar la existencia de un patrón prefijado en las acusaciones. Si comparamos procesos distintos vemos que se repiten las mismas: "menosprecio del sacramento del bautismo, pacto con el demonio en forma de camello o cabrón negro, chupar la sangre a bebés, mujer pertinaz que creía en los engaños del demonio, estropear las cosechas". Estas acusaciones, hechas al mismo tiempo contra Lucía de Herrera y Lucía de Cabrera (dos mujeres diferentes pese a la coincidencia en el nombre) motivaron la muerte de la segunda víctima de la tortura, el uno de enero de 1578, siendo enterrada por mandato del Inquisidor en el hospital donde falleció. Lo curioso de ambos casos es que en la acusación de chupar la sangre a un bebé no citan ningún dato de identificación del bebé ni de su madre, simplemente hablan de "una mujer parida de 6 días". "A la hora de media noche poco más o menos estando las puertas de dicha casa cerradas, una hacienda en el campo, la dicha Lucía de Cabrera juntándose con el demonio se fue para la casa (ilegible) el dicho demonio abrió las puertas del aposento donde la dicha mujer parida estaba (ilegible) y viendo ocularmente la dicha mujer que la dicha Lucía le chupara su criatura no pudiendo menearse a quitársela, le dijo muchas veces con ruegos que no le chupara su criatura y (ilegible) hasta tanto que (ilegible) dejósela ya chupado la dicha Lucía de Cabrera".
El patrón prefijado de acusaciones motivó que muchas de las confesiones se ajustaran al mismo. Las mujeres presionadas por la tortura, el escándalo, el aislamiento social, la falta de apoyo de su entorno,... declaraban lo que el juez quería escuchar. Un elemento importante en la cultura canaria son los bailes de brujas. Todavía perviven en nuestra geografía lugares con nombres alusivos a esos supuestos encuentros de mujeres que danzaban y cantaban por nuestros montes (El Bailadero en Chinet (Tenerife), El Llano de las Brujas en Benahuare (La Palma),...). Las palmadas y las patadas en el suelo formaban parte de algunos rituales de magia amatoria y de conjuro de males:

Las oraciones, producto del sincretismo religioso, son sumamente utilizadas también para conjurar maleficios, males de ojo, y también, cómo no, para amarres de parejas. Las más comunes son a Santa Marta, a San Silvestre o a las ánimas del purgatorio.

"Marta, Marta, la que los vientos levanta
la que los Diablos encanta
la que guiso los vinos a los finados, la que quitó los dientes a los ahorcados
La que desenterró los guessos a los enterrados
La que con Doña María de Padilla trato y conversso
La que los nueve hijos pario y todos nueve se le desminuyeron...
Asi como esto es verdad, me bayas al coraçon de Bartolomé Guerra y me le quites tres gotas de sangre donde quiera que estuviere melo traygas presto corriendo volando donde yo Margarita estoy assi me lo amarres y amanses y me le pongas el amor en su coraçon, paraque me quiera, y en su memoria me tenga que no me pueda olvidar de noche ni de dia donde quiera que estuviere, para que ninguna mujer donde quiera que estuviere no tenga sosiega ni pueda comer ni dormir sino fuere conmigo ni pueda tener otra mujer
"
(Extraído literalmente de la Colección Bute, The inquisition in The Canary Islands, del proceso a Catalina del Castillo, hechicera de La Gomera).

Y finalmente, las hierbas, plantas, minerales,... cualquier elemento que tuviese poder de sanación era utilizado por las supuestas brujas con fines terapéuticos. Quizás ha sido este conocimiento el que más ha pervivido en Canarias hasta la actualidad y el que se ha transmitido de generación en generación y ha sido aprovechado por nuestras modernas sanadoras, curanderas y santiguadoras.
Afortunadamente, las islas Canarias aún conservan vivas algunas tradiciones entre las que destaca la del curanderismo. En todas nuestras islas nos encontramos con mujeres con conocimientos en medicina popular, "yerberas" sabias que identifican las mejores plantas medicinales para ser aplicadas en las más diversas dolencias. La aplicación de hierbas y los rezados o santiguados son las técnicas más empleadas por las "brujitas" modernas, aunque la mayoría de estas mujeres desechan el término bruja porque lo consideran peyorativo. Ese es otro de los triunfos del sistema patriarcal: el dotar de significado negativo un término que encierra la sabiduría medicinal de las mujeres.
Dicen que la esencia más pura va en tarro pequeño y parece ser que en algunas personas también se cumple esa máxima. Carmencita es una mujer menuda y alegre que destila bondad por todos sus poros, y una de las mejores santiguadoras que perviven en la isla de Benahuare (La Palma). Con casi sesenta años, lleva 17 atendiendo sin apenas descanso, de la mañana a la noche, a los cientos de pacientes que pasan por su casa. Hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes o viejos, del lugar y de fuera, se acercan hasta las puertas siempre abiertas de esta mujer para ser tratados de diferentes dolencias. Fundamentalmente, problemas de estómago, "nervios, stress, hoy en día la gente vive muy rápido, no se conforma con lo que tiene, hay mucha ambición, por eso enferman muchos". Aquí en Canarias, eso se conoce como las madres descompuestas (para las mujeres) o el pomo virado (para los hombres). "Yo en realidad lo más que hago es dar masajitos en la barriga, aunque también curo erisipela, herpes o culebra,... hay muchos médicos que me mandan gente". Como vemos, la tradición popular convive con la medicina tradicional. Cuando le preguntamos a Carmencita si no había encontronazos entre ambas prácticas comenta que "la mayoría de medicinas se obtienen de plantas, además a veces es mucho mejor una buena tacita de ruda que una pastilla". Pero también, ella deposita gran parte de la responsabilidad del cambio y la mejoría en el paciente, especialmente en los casos de nervios: "un psicólogo o un psiquiatra te pueden ayudar, pero como no te ayudes tú no hay mucho que hacer, la mejor ayuda es una misma".
Aunque Carmencita piensa que esa facultad de sanar nace con la persona, lo cierto es que ella aprendió de su tía Juanita, ya fallecida, gran parte de sus conocimientos, "yo me crié viendo lo que hacía mi tía y ahora yo hago lo mismo que ella". Juanita fue otra de las grandes curanderas o sanadoras de la isla. Hemos podido recoger numerosos testimonios al respecto, incluyendo el de quien esto escribe, que pasó por sus manos a la edad de dos añitos para ser curada de "susto", un mal muy común al parecer entre la población infantil canaria. Los síntomas se traducen en inapetencia, vómitos, mareos, temblores y tristeza.
Volviendo a Carmencita, una de sus peculiaridades es que no cobra a sus pacientes, ella opina que "si puedes hacer el bien no hagas el mal, si haces el bien te encuentras más satisfecha tú, yo me encuentro muy bien cuando doy a los demás, cuando procuro la sonrisa de un niño o de un enfermo, para mí ese el mejor regalo".
Carmencita es un perfecto ejemplo de las ya escasas curanderas tradicionales. Las mayores nos han ido dejando, pero algunas jóvenes intentan retomar esa sabiduría ancestral. En Benahuare (La Palma) también tuvimos la oportunidad de entrevistar a una de esas mujeres jóvenes que a sus 33 años también practica viejos santiguados:
Para quitar el sol, es decir, la enfermedad debida a la exposición prolongada a los rayos solares, se pone un paño doblado sobre la cabeza del paciente y encima una vaso con agua mientras se hacen cruces en ella y se reza:
"Sol, sol, vete al sol,
deja a (nombre del paciente) su resplandor.
Hombre santo nómine,
quita el sol y aire si hay.
Así como el mar no está sin agua,
ni el monte sin leña,
ni el cielo sin ti,
rosa de Cristo,
coge tus rayos
y vete de aquí
"
(Se tiene que rezar un Credo al terminar y repetir durante 3 días).


Para quitar el mal de aire, nuestra joven sanadora se sienta delante de la persona afectada y con una escoba haciendo la señal de la cruz, va barriendo hacia fuera y rezando:
"Aire yo te barro de las carnes de esta criatura (nombrar las partes malas) y de todo el cuerpo que tiene esta criatura, con la escoba que barro la basura, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Salga el mal y entre el bien".
(Se tiene que rezar un Padrenuestro 3 veces durante 3 días).

La medicina oficial canaria aún sigue preguntándose cómo funcionan los santiguados, pero lo cierto es que funcionan. ¿Sugestión? ¿Magia? Lo que sí da resultado y es mucho más sano en ocasiones que la farmacopea alopática son las "yerbitas", es decir, la medicina popular basada en el uso de hierbas. Y mientras sigan perviviendo en nuestras islas esas entrañables mujeres seguirán recomendándonos una tacita de salvia para el mal de aire, unas rodajas de papas en las sienes para el dolor de cabeza, una infusión de ruda para el empacho, unas hierbas aromáticas (pazote, hierba buena y naranjo) para el susto,... eso sí, con pequeños trucos añadidos que no vamos a desvelar para que el misterio y la magia de las sanadoras siga perviviendo en el tiempo. (María Ferraz)
1577.
El Gobernador Diego de Melgarejo edificó un débil parapeto que iba en línea recta desde la orilla del mar a la plazoleta de los Reyes, en las proximidades de la ermita de este nombre.

Se reconstruyó en 1656, siendo séptimo presidente de la Real Audiencia y Capitán General de Mar y Tierra del Archipiélago, D. Alonso Dávila y Guzmán, Caballero de la Orden de Calatrava, quien otorgó escritura -según consta en el archivo de Acialcázar-, ante Luís de Ascanio, haciendo venta de las tierras realengas de Sardina en la isla, después de haber practicado diligencias al efecto, para con su importe levantar las citadas murallas de la portada de los Reyes, en vista de la amenaza de una posible incursión de los moros de Salé.

Tenía unas 900 varas de largo hasta dar con el monte de Santo Domingo, y unas 4 de ancho, con su puerta, homabeque, tres baluartes, contrafuerte y postigo, todo muy fuerte y fabricado con buena disposición y arte, cuya planta y traza dio el Capitán D. Lope de Mendoza, Ingeniero Militar de estas Islas por S.M. Iba desde el mar hasta el llamado Calvario de San Juan, en la falda del monte de Santo Domingo, y seguía una línea quebrada. La puerta de entrada a la ciudad se empezó a llamar de los Reyes y estaba flanqueada por dos baluartes; el tercero remataba la muralla junto al mar y se le conoció con el nombre del Reducto del Cristo, que fue a quien sustituyó el Reducto de Santa y sabel como hemos visto.

Estaba la muralla repartida, en su longitud, con tres ángulos salientes a la campaña en que se veían tres baluartes o plataformas terraplenadas, donde apenas cabían dos cañones de a 4, y en los extremos de la pared citada se encontraban las nombradas Portada de los Reyes, próxima a Santa Ysabel, y Portada de San José, junto al monte de Santo Domingo.

En el año 1730 se reedificó la muralla con el propio material de piedra y barro que tenía, y luego varias veces se reparó en parte, porque se veía que en unas tenía talud y en otras no. En 1740 y 1741 se hicieron de sillería y cal por el Ingeniero D. Francisco La Pierre las dos portadas. Todo estaba muy abandonado en la época de Hermosilla, quien la describe así: «...desde el mencionado Reducto de Sta. Ysabel empieza una línea igual á la de la banda del Norte, con el largo de 840 varas que concluye en el Calvario de San Juan ó Monte de Santo Domingo; repartida su longitud con tres ángulos salientes á la Campaña, en donde se advierten como tres Baluartes Triangulares que apenas cabrán dos cañones de á 4 en cada uno, y en los dos extremos de la línea de las Puertas nombradas la inmediata á Santa Y sabel, Portada de los Reyes, y la que lo está al Monte de Santo Domingo, de San jose..». (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)


1577.
Esta Torre o Castillo de San Pedro Martir, el la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria fue edificada, por el Capitán D. Diego de Melgarejo, y según Sosa, es de «hechura orbicular... fabricada dentro del agua, de suerte que lo ciñe y rodea, pues para llegar á sus escaleras ha de haber vaciado el mar; tiene un puente levadizo y guarda dos caletas donde suelen surgir algunos navíos y comunmente las fragatas que van y vienen de las costas de Berbería, de pescar. Está fundado el Torreón sobre una muy grande peña, la cual fué vistiendo de argamasa y así tiene muy poco alojamiento y un pequeño almacén, y la plataforma muy corta, aunque todo él muy fuerte, por estar fundado sobre un marisco o risco muy firme. Es guardado de los soldados del Presidio y tiene Alcaide que nombra el Cabildo. Tiene en su plaza de armas para la parte donde surgen los navíos, dos piezas de bronce muy buenas y las otras dos de hierro. Se halla situado á un cuarto de legua del Reducto de Santa Isabel...».

En una descripción, tomada de un documento antiguo existente en la Comandancia de Ingenieros, se dice: «...está situada apartada de la Ciudad por el Sur dos mil doscientas varas, en la gran playa de San Cristóbal, por lo que también se le conoce con el nombre de 'Torre de San Cristóbal, y fué construida en 1638 por disposición del Excmo. Sr. D. Luis Fernández de Córdoba, quinto Capitán General y Presidente de la Real Audiencia. Tiene 7 1/2 varas de diámetro y 12 varas de alto, dos cañones de á 24 sin capacidad para más, un pequeño alpender  que sirve de Cuerpo de Guardia, una alacena de una vara en cuadro para repuesto de pólbora, y una olla para algibe, no pueden alojarse allí los artilleros necesarios, y su entrada se verifica por un angosta y mal escalera colocada en la parte exterior en sustitución del puente levadizo que tuvo primeramente. En la explanada, en la mitad que mira hacia la tierra, tenía una habitación para el Castellano que impedía la defensa por la parte de tierra...». En 1638 no debió ser construida como se dice, sino reconstruida, ya que consta tomó parte en las defensas de 1595 y 1599. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

1577  Enero 2., miércoles.  San Juan de Güímar. Fol. 751 va

Hernando de Alarcón Betancor, morador en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, término y jurisdicción de San Cristóbal de La Laguna, dice que él es hijo de Pedro de Alarcón, difunto, y de Argenta de Franquis, viuda, moradora en dicho valle y heredamiento, y por la partición de los bienes que quedaron del dicho Pedro de Alarcón, que pasan ante Juan del Castillo, escribano público y uno de los del número de esta isla, a él le cupo por su parte a Beatríz, negra, que él al presente posee, de unos 40 años poco más o menos, y porque Rodrigo Hernández, canario, vecino, morador en Chicayca, presente, le promete darle por la libertad y ahorría de la dicha Beatríz 45.000 mrs. de esta moneda de Canaria que suman 90 doblas de a 500 mrs. cada una.

Por la presente libera y ahorra de hoy en adelante de todo cautiverio y servidumbre a la dicha Beatríz, por hacerle buena obra y caridad. Los dichos mrs. los ha pagado Rodrigo Hernández y Hernando declara haberlos recibido.- Hecho en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, estándo en la iglesia y santa casa de San Juan.- Tgos. Rodrigo de Valdés, Gonzalo de Chávez, Miguel Méndez, Cristóbal Martín, molinero y Pedro de Alarcón Meliago, vecs. y estantes.- Firma: Hernando de Alarcón. Derechos, dos reales.  (Miguel A. Gómez Gómez, 2000) (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1577  Enero 2., miércoles.  San Juan de Güímar. Fol. 754 ra

Juan Martín, mulato, como deudor y Rodrigo Hernández, canario, morador en Chicayca, su fiador, moradores en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, término y jurisdicción de San Cristóbal de La Laguna, ambos de mancomún, dicen que hoy día de la fecha Hernando de Alarcón Betancor, vecino, presente, ha ahorrado y libertado a Beatríz, negra, su esclava, mujer de Juan Martín, mulato, por 45.000 mrs. y confiesa haberlos recibido de Rodrigo Hernández, canario, y en realidad no los ha recibido y se le deben los 45.000 mrs. de moneda de Canaria.

Por la presente se obliga a pagar al dicho Hernando de Alarcón Betancor los 45.000 mrs., pagando los 25.000 mrs. de moneda de Canaria por el día de San Juan de junio del presente año de 1577, y los 20.000 mrs. restantes por el día de Año Nuevo de la Circuncisión de Ntro. Señor de 1578, puestos y pagados en esta isla de Tenerife en dineros de contado.- Hecha estando en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, en la casa del sr. San Juan .-Tgos. Rodrigo de Valdés, Gonzalo de Chávez, Miguel Méndez, Cristóbal Martín, molinero y Pedro de Alarcón Meliago, vecs. y estantes.- Firma: por no saber, Rodrigo de Valdés. Derechos, real y medio. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1577   Enero    3., jueves ~ San Juan de Güímar. Fol. 755 vo.
Francisco Riberos, morador en La Rambla, vecino, estante en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, dice que Hernando de Alarcón Betancor, le dio a tributo perpetuo enfitéusis, ocho fanegas y media de tierra de medida de cordel, sin arrifes ni majanos, sitas en este valle y heredamiento, lindante con el cercado de centeno en Guaza, debajo del tanque, lindante por la parte de abajo con tierras que se dieron a tributo a Pedro de Alarcón Meliago, y por la parte de arriba con el camino que va a Ntra. Sra. de Candelaria, y por un lado con el barranco de Guaza, y por otro cabo con el barranquillo que están detrás del Tabaibal.

Las ocho fanegas las había de plantar de viña dentro de tres años a costa de Francisco Riberos, y en la media fanega de tierra había de hacer las casas de su morada y bodega, y plantar hortaliza y árboles. Para plantar la dicha viña Hernando de Alarcón le dio cuatro dulas de agua en cada año perpetuamente de este río de agua de Güímar, según que esto y otras cosas más largamente se contiene en la dicha escritura que pasó ante el presente escribano en jueves 20 de octubre de 1575. Francisco Riberos, en cumplimiento de lo contenido en la dicha escritura ha plantado dos fanegas de tierra de vidueño de viña. y es así que él dando noticia de lo susodicho a Hernando de Alarcón, y como Francisco Riberos vive en La Rambla, parte apartada de este valle y heredamiento de Güímar y como no puede venir a acabar de hacer la dicha plantada y que sería y es obra de caridad que se cancelase la dicha escritura de tributo con tanto que Hernando
de Alarcón, por el mejoramiento hecho en las tierras, le dé a Francisco Riberos 7.500 mrs. de esta moneda de Canaria, libradas sobre Rodrigo Hernández, canario, vecino, morador en Chicayca que es en este término y comarca, a pagar por el día de la Stma. Circuncisión de Ntro. Señor Jesucristo, que cae a primero de enero de 1578, puestos y pagados en Tenerife, en dineros de contado.

Por la presente dan la dicha escritura de tributo por ninguna. Hernando de Alarcón se obliga a pagar a Francisco Riberos los 7.500 mrs., en caso que Rodrigo no lo hiciera.- Hecha en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, estando en la casa e iglesia de San Juan.- Tgos. Rodrigo de Valdés, Juan Delgado y Magros Martín, vecs. y estantes.- Firman: Hernando de Alarcón -por no saber, Rodrigo de Valdés. Derechos, dos reales. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000)

1577  Enero 10., jueves.  San Juan de Güímar. Fol. 758 ro
Jorge Hernández, estante en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, dice que Hernando de Alarcón Betancor, le dio a censo y tributo perpetuo enfitéusis ocho fanegas y media de tierras, sitas en este término y heredamiento, sin arrifes ni majanos, de medida de cordel, medidas por Pedro Martín Bordón, medidor del Concejo, lindante con tierras que tiene a tributo Antonio Rodríguez, morador en Ntra. Sra. de Candelaria, con tierras que tiene a tributo Juan Díaz, morador en Ntra. Sra. de Candelaria, con el barranco de Guaza y con el barranco que está detrás del Tabaibal, para plantar de viña, con cuatro dulas de agua en cada año y al cuarto el vino mosto que se cogiera en dichas tierras, con otras cláusulas y entre ellas una que dice que queriéndolo vender Jorge Hernández lo haga saber primero a Hernando de Alarcón por si lo quisiera por el tanto, según escritura de tributo otorgada ente el presente escribano en 20 de octubre de 1575 y conforme a ella el arrendatario dio notificación a Hernando de Alarcón que quería vender y traspasar el tributo con sus condiciones a Álvaro Afonso, vecino, presente, y que por ello le da ocho doblas con la carga del tributo. Hernando de Alarcón, respondió que no lo quería dándole licencia para vender y que le den su décima, conforme a una
cláusula del tributo.

Por la presente vende y traspasa el tributo a Álvaro Afonso con las condiciones en ella contenida y de las 8 doblas Alvaro ha dado por Jorge a Hernando 8 reales y 16 inrs. por su décima y del resto Jorge Hernández se da por pagado, asimismo en la dicha escritura de tributo hay una cláusula que dice que se ha de cercar las ocho fanegas y media de tierra de piedra seca y bardo y ha de ser de alto de seis palmos con su bardo, lo cual Álvaro Afonso ha de hacer a su costa. La cláusula dice la sexta parte y ahora ha de dejar la octava parte y las de otros 7 compañeros, la cual ha de hacer en enero de 1577.- Otorgada en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar, en la casa e iglesia de San Juan Bautista.- Tgos. Francisco Martín, Juan Delgado y Juan Francés, vecs. y estantes.- Firma: por no saber, Juan Francés. Derechos, dos reales. (Miguel A. Gómez Gómez, 2000).

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