martes, 18 de junio de 2013

Notas sobre el concepto de alma en los antiguos majoreros y su posible pervivencia en un pueblo de Lanzarote.





José Barrios García



Recientemente, con ocasión de la última celebración de la festividad cristiana del día de Todos los Santos, publicaba el escritor y periodista Luis León Barrete, un extenso artículo en el periódico La Provincia, sobre la posibilidad de hablar con los muertos 1. Incluía este reportaje una curio­sa y escueta noticia que creo merece alguna atención, pues parece en­cerrar en ella la pervivencia de un importante ritual aborigen en un pue­blo del norte de Lanzarote. Se trata del encuentro de los majoreros con sus antepasados muertos, en la madrugada del día de San Juan, actual de­positario de la rica cultura aborigen relacionada con el solsticio de verano.
La noticia dice así:
«Hoy en México se cree que los muertos regresan a pasar una no­che en compañía de sus familiares y amigos. En Canarias también existe esta misma creencia. Así en Lanzarote, concretamente en Ta-bayesco, al norte de la isla, los ancianos del lugar todavía recuerdan la "presencia" de las ánimas benditas del Purgatorio en la noche de San Juan. Este elemento de la cultura rural-tradicional está a punto de perderse por el empuje de la actual sociedad, según nos testimo­nia Agustín de la Hoz. "Pero lo cierto es que en aquel pequeño ca­serío, cuando estaba prácticamente incomunicado, sin luz eléctrica, dedicado a la agricultura, todos los habitantes limpiaban sus casas, ponían los manteles con cubiertos para los parientes fallecidos y lue­go, al alba, afirmaban haber sentido la presencia de esos seres del más alia", según nos cuenta el escritor lanzaroteño...»
Desgraciadamente no me ha sido posible trasladarme a dicha isla para efectuar un trabajo de campo que profundice en la noticia, pero creo que, aún así, ésta se merece un comentario y proporciona suficiente motiv para una aproximación al tema de la concepción del alma entre los antiguos majoreros.

Espero que esta comunicación convenza, al menos, a alguien con má posibilidades que yo para llevar a cabo este trabajo de campo que podrí poner al descubierto valiosos aspectos de la supervivencia de nuestra cu tura más ancestral, hoy en trance de desaparecer.
UNA APROXIMACIÓN AL TÉRMINO «MAXOS»
Como veremos a continuación, creían los majoreros que las persona estaban compuestas de un cuerpo material y de, al menos, un espíritu qu pervivía después de su muerte. A este espíritu llamaban maxos, palabr que en otros textos aparece, como maxios, majos, magos, etc. 2. Tanto e término «majo», como el de «majorero», han sido tradicionalmente uti lizados por las fuentes escritas y la tradición oral como gentilicio para de signar a los naturales de Fuerteventura y Lanzarote. Además, según ciei tos autores: Maho (Abreu), Maoh (Torriani), Mahorata (Viana), era tam bien el nombre que le daban algunos a estas dos islas.

Desde este punto de vista, tanto las dos islas como sus habitantes, vi vos o muertos, parecen haber recibido, según algunas versiones, el mis mo nombre de: maho, majo, magio, maxio, etc. Esta palabra es relacionable lingüística y semánticamente con el etnómino con el que se denominan a sí mismas las poblaciones comunmente llamadas beréberes; según Salem Chaquer 3 et al.:
«La lengua de los touaregs, que es una forma del beréber, se di­vide en varios dialectos mutuamente inteligibles con muy poco esfuerzo...
Para designarse a ellos mismos, estos pastores nómadas del Sa­hara Central, como todos los bereberes, utilizan el término Ama-jeg/Imuhag, con variantes dialectales múltiples: Amaheg, Amaceg, Amazig... que podemos seguir desde la antigüedad: Maxyes de He-rodoto, Mazyes de Hecateo, Mazices y Mazaces de la época latina».

Para Prasse 4, la forma primitiva de este término sería á-mahzíg, y h forma ámáhág, variante dialectal de los touaregs del Ahaggar, es señala la por algunos estudiosos 5 como la más cercana lingüísticamente al <Majo» de Lanzarote y Fuerte ventura. En esta línea de apreciaciones pa-ece claro que la palabra «majo» se correspondería precisamente con una Cariante dialectal insular del término panberéber con el que estas pobla-:iones se designan a sí mismas.

La adscripción por algunos historiadores de esta palabra como nom­bre de las dos islas orientales, puede entonces matizarse en el sentido de jue, si lingüísticamente, designa una etnia, podría entonces, por exten­sión, designar el territorio que esta etnia ocupa; es decir, no sería éste el lombre de la isla, sino más bien el nombre del territorio que ocupa la 5tnia. Por otra parte, como nombre de las islas tenemos los más conoci­dos de Erbania (Fuerteventura) y Titerogaka (Lanzarote).
LOS MAXOS EN LAS FUENTES
A continuación presento algunas de las citas que se pueden encontrar en los textos historiográficos referidas al tema de los encantados o espí­ritus de los antepasados. Todos los textos claves se encuentran en alguno de los manuscritos que hoy conocemos del historiador de las Canarias, don Tomás Marín de Cubas (1643,1704), natural de Telde y nacido en el seno de una vieja familia de la localidad. Parece claro 6 que la mayoría de estas noticias, como tantas otras, las tomó Marín de Cubas de la tra­dición oral, que en esta época debía abarcar a un alto porcentaje de po­blación que no sabía leer ni escribir y, en buena medida, constituida por descendientes de los antiguos canarios. La escasez de noticias estricta­mente referidas a Lanzarote y Fuerteventura, me ha motivado a recoger también aquellas referidas a otras islas, pues, sin que quepa hacer gene­ralizaciones gratuitas, algunas de las propias citas y de las tradiciones con­servadas en otras islas, hacen referencia a que la cultura de los «maxos» se hallaba extendida al resto del archipiélago con extensión y variantes a determinar.
TEXTO DEL ESCUDERO 7
«Parece por lo que los maxoneros y Canarios creían, admitían la inmortalidad del alma... Tenían los de Langarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuebas a modo de templos, onde hacían sacrificios o Agüeros según Juan de Leberriel, onde haciendo humo de ciertas co­sas de comer, que eran de los diesmos, quemándolos tomaban agüe­ro en lo que havian de emprender mirando a el jumo, i dicen que llamaban los Majos que eran los spiritus de sus antepasados que an­daban por los mares y venian alli a darles aviso quando los llama­ban, i estos i todos los isleños llamaban encantados, i dicen que los veían en forma de nuvecitas a las orillas de el mar, los días maiores de el año, quando hacían grandes fiestas, aunque fuesen entre ene­migos, i veíanlos a la madrugada el día de el maior apartamento de el sol en el signo de Cáncer, que a nosotros corresponde el dia de S. Juan bautista.»
En esta cita del Escudero, podemos ver por un lado, quiénes eran 1< encantados, por otro, la forma que tenían los vivos de contactar con elle y cómo el término «encantado» era utilizado por todos los isleñc
Marín de Cubas, para Gran Canaria, señala 8:
«A el alma decían que era hija de el sol, i a los fantasmas llama­ban Magios, que significaban encantados u ocultos que tenían allá otra vida de penas y afanes congojosa de lo qual andaban llevándo­les de comer a las cepulturas.»
Escudero dice 9:
«En otro lugar que llaman campos o vosques de deleite están los encantados llamados maxios i que allí están vivos i algunos están arre­pentidos de lo mal que hicieron contra sus próximos i otros desva­rios. Esto decían los mas avisados faizanes.»
Según esto, y sin excluir otras posibilidades, los magios, para los m joreros andaban por los mares, mientras que en Gran Canaria se éneo traban en «campos o vosques de deleite». Para Tenerife, Scory 10 los túa en el Teide y en Agüere, pues nos dice:
«Y los guanches, naturales de la isla, afirman estar aquí en la cal­dera del Teide el infierno, y que las almas de sus predecesores que han sido malos están detenidas en aquel lugar, pero las de los que han sido hombres de bien y valientes van a un valle graciosísimo, en el cual esta hoy fundada la gran ciudad de La Laguna.»

FORMAS QUE ADOPTAN LOS MAXOS
Según las fuentes que estamos manejando, lo más común es que los magios se manifiesten como nubes o vapores. Ya hemos visto la cita del Escudero, Marín añade u:
«Los canarios llamaban encantados a ciertos nublados o vapores levantados de los arroyos orillas de el mar a la parte de el sur de esta Isla de Canaria, que a la verdad duran por tres horas salido el Sol, unos hacen forma de torres, navios, hombres a caballo, ejérci­tos de a pie, y conforme corre el viento Norte o Noroeste en tiem­pos de Otoño que se recogen allí al sotavento de los montes: lo mis­mo es como causa natural en los ríos, y demás partes donde hay hu­medades y vapores.»
No obstante, Marín señala para Gran Canaria, otras formas que adop­taban los encantados 12:
«Tenían los antiguos observado que en este mundo andaban mez­clados con los vivientes ciertas sombras ocultas a, la vista o a algunos de los vivientes o sus sitios se ocultaban, y podían ocultar a los vi­vos; lo primero entendían en los Manes, o Almas de los difuntos, que llamaban encantados y de ellos tenían grandes consejas; y ma­yormente los Canarios de esta isla [G. C.], y todas dimanan u origi­nan de grandezas de Príncipes hechos leones, aves, palomas, nieblas nombrando casi siempre los montes claros que son en África, los de Atlante de donde parece tenían su origen, y muchos ríos, y arbole­das de aquellos sitios.»
Más adelante, añade Marín 13:
«Afirmábanla los canarios de memoria en memoria de que te-nian hechos romances o jácaras aun de su origen que decían haber venido encantados en forma de Aves desde África del monte Atlan­te, que llamaban montes claros con grandes fábulas, y ficciones.»
Lo mismo parece señalar la tradición oral palmera del «Vacaguaré». cuando los restos de Acerina, formando una sombra, se trasladan como una nube por el mar en busca de su amado Atanausú 14.

LOS «ENCANTADOS» Y EL SOLSTICIO DE VERANO
La fecha de San Juan está relacionada de diversas formas con los en cantados y los encantamientos. Según Marín 15:
«De las particularidades que los Ysleños tubieron en algunas is­las lo primero decían que el año que aparecian los Majos, o encan­tados, que son ciertas nubes a la parte de el sur por los dias maiores de el año que es a fines de Junio tenían por prognostico serles el año feliz de fructos y creian haver en ello algo sobrenatural...»
También recoge Marín 16 la tradición de que:
«Un dia [como consecuencia de la mortandad que hicieron entre los canarios los expedicionarios de 1393, al desembarcar en Jinámar y Arguineguín precisamente en las fiestas solsticiales] amaneció la plaia de jinamar dicen ellos llena de encantados como en Argane-guin que después les quedo como proverbio para acallar los niños decian"Atit Maxos" "cata los encantados"...»
La mítica isla de San Borondón, también aparece relacionada con le encantamientos y con el día de San Juan:
«Pronosticaban la abundancia o esterilidad del año o las mudan­zas de su gobierno u otras adivinaciones, y según estos encantamien­tos hubo de naser de ellos el desir que otra Isla en este paraje de las Canarias andaba oculta...»
Marín 17
Por último, tradiciones orales recogidas en Tenerife y otras islas que  Bethencourt Alfonso relacionan también la isla de San Borondón con el día de San Juan 18.

José Barrios García
Notas sobre el concepto de alma en los antiguos majoreros y su posible pervivencia en un pueblo de Lanzarote.
III Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote


1 LEÓN BARRETO, Luis: «¿Es posible hablar con los muertos?» La provincia, do­mingo 2 de noviembre, pág. 23.

2 WÓLFEL, págs. 439-440.
3 Ver introducción a «Textes Touaregs en prose», pág. 31. Sobre este tema ver también
los capítulos correspondientes de las obras de Áfrico Amasik y Hupalupa citadas en la
bibliografía.
4 PRASSE, pág. 299.
5 Comunicación oral al autor de Diego Chinea.
6 Ver «El árbol de la nación Canaria» de Áfrico Amasik en general y el capítulo dedi-
cado a los maxios en particular. 7 ESCUDERO, pág. 439.

8 MARÍN DE CUBAS. Copia Benítez, fol 77v.
9 ESCUDERO, pág. 439.
10  SCORY, pág. 51.

Formas que adoptan los maxio
11   MARÍN DE CUBAS. Copia Vergara, pág. 153.
12   Ver nota anterior.
13   MARÍN DE CUBAS. Copia Vergara, pág. 183.
14   Ver RODRÍGUEZ LÓPEZ: «Vacaguaré», pág. 59.
15  Copia Benftez, f. 126v.
16  Copia Bem'tez, f. 3v-4.
17  Copia Vengara pág. 153.
18  HUPALUPA, pág. 71.


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