Eduardo
Pedro García Rodríguez
Son innumerables los autores Canarios y extranjeros, que
aceptan el hecho de que establecimientos de los primeros Canarios en las islas,
tuvo lugar algunos milenios antes de la era cristiana, el enumerarlos sería
harto tedioso para el lector, por ello creemos que con los ejemplos que
anteceden, el lector podrá formularse su propio criterio sobre el particular.
ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN: No obstante, queremos aportar los puntos de vista y
los planteamientos que sobre el poblamiento de las islas nos ofrecen algunos de
los investigadores actuales, los cuales como es natural manejan una serie de
datos proporcionados por las modernas técnicas y por la ciencia, que no
estuvieron a disposición de los anteriores investigadores.
Constituye una obviedad, al menos aparente, afirmar
que el conocimiento de los pueblos indígenas del Norte de África, en la
antigüedad clásica, interesa a todo aquello que se relaciona con el problema
del poblamiento. Primero, y de la posible colonización (egipcio-púnica)
posterior de las Islas Canarias. Una de las posibilidades, entre las que han venido barajando los
investigadores, en principio y aplicando la lógica más directa, parece
indudable que una de las oleadas migratorias que poblaron el Archipiélago,
partió (como hemos anotado) del continente. Este hecho constituye un lugar
común; precisamente, las dos síntesis principales acerca de la prehistoria
norteafricana tienen una alusión única y singular acerca de la Islas Canarias; en
ella se refleja que el Archipiélago se pobló (en parte) por africanos
procedentes de la región africana de Tarfaya (Balout, 1955:481; Camps, 1974:
348; igualmente, sobre el poblamiento de los hombres de Mechta el Arbi “hacia
el segundo milenio”, Almagro, 1968). (Enrique Gonzalbes Cravioto, 200: 61 ss).
“Es cierto que todavía queda mucho por conocer, como
el momento concreto, la modalidad de poblamiento o colonización, incluso la
forma de paso (González Antón, Del Arco, De Balbín y Bueno, 1998). Pero todas
las tesis abundan en la procedencia africana de
los
aborígenes de Canarias. Una presencia humana que, en todo caso, a juzgar por la
fechaciones del C-14, debió iniciarse al menos en la primera mitad del primer
milenio antes de Cristo. Las evidencias que se van acumulando, además, parecen
señalar la existencia de una intensificación de ese poblamiento, incluso con
posibles pautas de una colonización, con fechas no posteriores al siglo III
a.de C., es decir, en momentos de dominio
cartaginés en el Norte de África (González Antón, De Balbín, Bueno y Del Arco,
1995).
Los nuevos datos que se apuntan parecen indicar una
relación de las Canarias con el mundo líbico-púnico, mucho mayor de la que
se había podido sospechar hasta hace bien
poco tiempo. En este sentido se apunta una documentación, que es controvertida
desde alguna posiciones (Galand, 1997), pero que va tomando la fuerza de los
indicios acumulativos. Principalmente debemos mencionar, a este aspecto, la
piedra Zanata, con caracteres de escritura líbica (González Antón, Balbín,
Bueno y Del Arco,1995), la existencia de imitaciones de ánforas púnicas en
Canarias (González Antón, Del Arco, Balbín y Bueno, 1998), los posibles
ejemplos de influjo iconográfico de Tanit (mucho más problemático de Baal
Hammon) en el Archipiélago ( Del Arco, González Antón Balbín y otros, 2000), o
la piedra de Anaga, con texto neo-púnico, descubierta por Manuel de Ossuna en
el siglo XIX (Mederos, Escribano y Ruiz,2000).
La dirección de este análisis apunta a una visión de
las Canarias menos cerrada, una zona mucho más abierta a las influencias
sucesivas de las distintas civilizaciones de la antigüedad clásica, punto de
vista que en el plano puramente intuitivo (si bien de forma minoritaria) fue
apuntada hace algún tiempo, desde la perspectiva del análisis de las fuentes
literaria (Blázquez, 1977). Y por otra parte aceptando como realidad no sólo en
influjo sino el poblamiento africano en la antigüedad, queda por definir la
procedencia de esos africanos. A este respecto, las propuestas e hipótesis se
van multiplicando, de un extremo a otro del Norte de África: los habitantes de
Tarfaya, acuciados por el cambio climático; los habitantes del Atlas, que
serían unos supuestos Canarii que dieron origen al nombre de las islas; un
grupo de gente procedentes del noroeste del Magrib, la zona cercana al corazón
de Numidia (Belmonte, Springer y Perera, 1998).” (Enrique Gonzalbe Cravioto,
2002).
En este apartado, estudiaremos
algunas de las aportaciones que distinguidos antropólogos han realizado en
torno a los primitivos pobladores de nuestro Archipiélago. Uno de los más
importantes de estos investigadores por su proyección internacional, lo fue sin
duda alguna el francés René Verneau, quien dedicó amplios estudios antropológicos
etnográficos a las antiguas poblaciones Canarias.
Este sabio, en un principio se interesó por las razas
que habitaron primigeniamente nuestras islas a través de las consultas que le
fueron hechas en diversas ocasiones por otros insignes sabios como el también
francés radicado en Tenerife, Sabin Berthelot y el no menos ilustre canario
Doctor Chil y Naranjo, quienes mantenían entre sí una estrecha correspondencia
epistolar sobre temas de Historia, arqueología e etnografía de Canarias. De la inquietud
de estos sabios participaron también otros distinguidos próceres canarios,
siendo uno de los más destacados el Doctor Don Juan Bethencourt Alfonso, cuya
obra cumbre Historia del Pueblo Guanche, estuvo postergada durante casi
un siglo, a pesar que durante este tiempo era frecuentemente citada por
intelectuales al servicio del sistema, pero éste obstaculizó la publicación de
la misma, quizás por considerarla proclive a aumentar los sentimientos de
identidad del pueblo canario. Identidad que por otra parte el sistema colonial
se ha esforzado por desarraigar en la población Canaria no sólo secuestrando
toda seña de identidad, sino tratando de imponernos costumbres y modas
europeas, al tiempo que ha
venido
creando entre la población un sentimiento de rechazo a lo autóctono como
sinónimo de atraso cultural, y aumentado nuestra subestima hasta cotas
inimaginables en un país supuestamente desarrollado culturalmente, como hemos
expuesto en el capítulo correspondiente.
“...De los pueblos que pudieron haberse mezclado forma
con el elemento canario antiguo, hoy sólo investigaré la raza sirio-árabe.
Se la encuentra con frecuencia en Gran Canaria, El Hierro y La Palma. Incluso en
algunos lugares había llegado predominar considerablemente sobre el elemento
guanche, que yo considero como el más antiguo. Este hecho demuestra que las
migraciones tuvieron que ser numerosas.
“...Ningún descubrimiento nos ha mostrado, hasta
ahora, la existencia del elemento sirio-árabe en el norte de Gran
Canaria. Pero no ocurre lo mismo cuando uno se dirige hacía el sur. A partir de
Agüimes se vuelve común. Hemos estudiado cincuenta y cinco cráneos procedentes
del barranco de Guayadeque, situado en esa localidad, y, aparte de
algunos-pocos numerosos- que presentan el tipo guanche, los restantes ofrecen
huellas de mezcla con un elemento sirio-árabe. Incluso varios se parecen
de una manera sorprendente al árabe.
“...De manera general, los
cráneos, presentan con relación a la altura, un ancho un poco más considerable.
Sin embargo, de los cincuenta y cinco cráneos de Guayadeque que hemos medido,
siete son hipsistenocéfalos, es decir, que el diámetro vertical predomina sobre
el diámetro transverso y en otros dos los diámetros son iguales.
En una palabra, estos cráneos presentan los rasgos sirio-árabes
de una forma tan acusada como los árabes de Argelia. Las diferencias, pocos
apreciables, residen en la nariz y en las órbitas. Pero si en lugar de
compararlos con los árabes, los hubiéramos comparado con los antiguos
egipcios, hubiésemos visto como la analogía se establece hasta en esas
partes de la cara. Podemos afirmar, pues, que, aunque en la localidad de la
que hablamos se encontraban algunos tipos guanches, el elemento sirio-árabe,
para emplear una expresión vaga, le da cien vueltas a éste último.
.
...En una palabra (refiriéndose
a los antiguos habitante del Hierro), igual que las cabezas oséas del sur de
Gran Canaria, las del Hierro se aproximan de una manera sorprendente a la de
los árabes de Argelia, de las que, sin embargo, se distinguen por un poco más
de anchura y un poco menos de altura en el cráneo y por una disminución de los
diámetros verticales de la cara.
También encontramos los mismos rasgos en los cráneos
que he recogido en el barranco de Belmaco, en La Palma; pero aquí el tipo
sirio-árabe es aún más acusado que en los precedentes.” (René
Verneau, 1996)
Para el resto de las islas
podemos aplicar en las mismas proporciones las observaciones que tanto René
Verneau como otros investigadores han realizado sobre la procedencia de los
primeros canarios.
LA PROCEDENCIA DE LOS MAZIGIOS-CANARIOS SEGÚN
LA GENÓMICA: Si bien la ascendencia libico-beréber (mazigia), con
una considerable aportación egipcia del pueblo Canario, ha sido admitida por
los prestigiosos historiadores e
investigadores tal como hemos podido ver en las páginas precedentes, desde los
comienzos de la Conquista
y colonización, fue a principios del pasado siglo XX, cuando este aserto fue asumido y defendido por el Doctor en
medicina D. Juan Bethencourt Alfonso, y en las postrimerías del mismo siglo, es
otro Doctor, D. Francisco García-Talavera Casañas, quien ahonda en los mismos
planteamientos aunque aplicando una disciplina más moderna, el estudio de los
genomas humanos los cuales nos enlazan científicamente con nuestros ancestros.
En las páginas que siguen,
expondremos algunos de los conceptos científicos que este ilustre Canario ha
desarrollado en torno a la ascendencia de nuestros antepasados.
“Desde comienzos de la ciencia
antropológica, los investigadores del siglo pasado (s.XIX) observaron con
extrañeza el parecido de los parámetros antropométricos de gran parte de los
guanches (generalizando el término a todos los habitantes preeuropeos de
Canaria) con el hombre fósil de Cro.Magnon. Pero en este siglo (s.XX) cuando se
establecen las bases de comparación entre los antiguos canarios y las
poblaciones norteafricanas, al resultar evidentes no solamente las similitudes
físicas, sino también culturales, especialmente a medida que avanzaba en el
conocimiento de la prehistoria y cultura antigua del Archipiélago.
...Ahora son las nuevas
técnicas de la genética molecular aplicadas a las poblaciones, las que están
produciendo un avance espectacular en el conocimiento de la evolución biológica
e histórica de la especie humana. “Una nueva rama de la ciencia emerge con
fuerza: la genómica histórica. La comparación de los perfiles genéticos de
grupos étnicos permite poner a prueba los postulados históricos, muchas veces
basados en deducciones poco objetivas: sin duda, la genómica complementa a la
historia clásica” (Arnaiz-Villena, 1999).
En este sentido, con los
estudios del ADN mitocondrial en poblaciones autóctonas de todo el mundo
llevados a cabo, entre otros, por Cann, Stoneking y Wilson (1987), Ruiz Linares
et al. (1995) y sobre todo los de Cavalli-Sforza, Menozzi y Piazza (1994) en
1800 pueblos aborígenes de todo el orbe – sin llegar a ser definitivo, entre
otras razones por las limitaciones en la obtención de genes diferenciadores –
han quedado esbozadas las afinidades y diferencias genéticas entre los
distintos pueblos del mundo y, lo que es más importante, sus relaciones,
migraciones y evolución histórica.
La existencia en el Norte de
África de poblaciones blancas
clasificadas inicialmente como caucasoides, ha dado píe a múltiples
hipótesis sobre su origen.
La primera evidencia del
poblamiento humano de la región lo tenemos en los yacimientos de Ternifine, Ain
Hanech y Side Abder Rahman, con una antigüedad de 200.000 años, que fueron
clasificados como Homo erectus
(Newman, 1995) Pero es la aparición del Homo sapiens de Jebel
Irhoud del Paleolítico medio (Musteriense) (100.000-200.000 AÑOS B.P.) con
características neandertaloides atenuadas que preconizan el tipo de Afalou, y
del hombre ateriense (sapiens sapiens) de Dar es-Soltan (30.000 años B..P.) que
para algunos es el eslabón intermedio entre aquellos y el hombre moderno de
Mechta-Afalou, portador de la industria Ibero-Mauritana (19.000-10.000 años
B.P.). Este último, junto a protomediterranoides venidos de oriente con
la cultura capsiense (10.000-5.000 B.P.), que esencialmente conforma la mayoría
antropológica de la población actual.
El hombre de Machta el Arbi,
también conocido como Mechta-Afalou fue equiparado por los antropólogos del
siglo pasado (s.XIX) al tipo de Cro-Magnon europeo, pero más tarde se ha visto
que sin dejar de ser vecino o primo de aquel, presenta caracteres
diferenciadores en el cráneo y en las dimensiones corporales. Posee, entre
otras características físicas, una gran
estatura (1,76 m. De media para los hombres), desarmonía
entre una cara ancha y un cráneo dolicocéfalo, así como una gran capacidad
craneana (1.650 cm3).
Este tipo dominante en el Norte
de África hasta la aparición de los protomediterranoides capsienses, comienza a
disminuir demográficamente y a retroceder geográficamente hacía el oeste,
acantonándose en las montañas del litoral occidental mediterráneo y atlántico y
en las Islas Canarias, así como en el sudoeste sahariano (Hassi el Abioud) y en
el Sudán (Jebel Saba).
...Fue hace más de 9.000 años
cuando hizo su aparición en la parte oriental del Magreb un nuevo tipo humano
muy parecido a las poblaciones mediterráneas actuales que, al igual que ellas,
presenta dos variedades: una robusta y de gran talla (1.75 m. Para los hombres)
y otra más grácil que se localiza en las montañas. Este tipo de hombre, según
todos los indicios venido de Oriente
Próximo, se conoce como protomediterranoide, término que también se aplica
a poblaciones más antigua de Oriente (natufienses).
A estos protomediterranoides
muy bien podríamos llamarles protobereberes (Camps, 1996) por su cultura y
sobre todo por su marcada propensión a la decoración con motivos
geométricos, que son muy similares a los utilizados en la actualidad en el
adorno corporal y en la decoración de la cerámica por sus sucesores
bereberes.
...Simultáneamente, o con
posterioridad, llegaron los protomediterranoides, pero en el caso de Canarias
sólo se distingue el tipo robusto, también de gran talla, cara alargada y
estrecha, y con un grado variable de extroversión goniaca que le da un contorno
facial pentagonal o cuadrangular. Este tipo es asociado, al menos en Gran
Canaria, con la “cultura de los túmulos” ya que enterraba a sus muertos en esos
monumentos funerarios mientras que los cromañoides lo hacia en cuevas. En los
últimos tiempos se ha constatado que no existía una separación racial tan clara
como les pareció a los primeros antropólogos.
Según Wölfel (1992), en el
siglo XVI al menos la mitad de la población de Gran Canaria (10.000 habitantes)
era aborigen, sin contar los mestizos entre canarios y españoles, pues muy
pocos traían mujeres. En el caso de Tenerife, según el mismo autor, también se
puede afirmar que, en el siglo XVI, tres cuartas partes de la población de
Tenerife eran de origen guanche. Wölfel llega finalmente a la conclusión de que
a pesar de la inmigración europea en siglos posteriores, y de la fuerte
emigración canaria a América, entre 2/3 y 3/5 de la población nativa actual
lleva sangre aborigen y el resto europea.”
Sobre la pervivencia de la
población guanche, y la posterior reasimilación del aporte foráneo
especialmente en las zonas rurales (que era casi todo el territorio) de
nuestras islas, el Doctor Bethencourt Alfonso, centrándose en este caso a la
isla de Tenerife, pero que es aplicable a cualquiera de las otras islas,
realizó un interesante estudio, el cual por su indudable interés para el tema
que nos ocupa reproducimos a continuación: “...Al celebrarse la paz de Taoro
o de los Realejos y hablando en cifras redondas, existían en Tenerife
20.000 guanches de todas las edades y sexos aunque predominando las mujeres y
niños, de los cuales unos 5.000 continuaron rebelados en medio de los montes
sin querer darse a partido, y los otros 15.000 se mezclaron con un millar entre
conquistadores y pobladores formando los núcleos de veinte y tantas de las
poblaciones actuales. Cuanto a mujeres europeas, como aconteció en las demás
islas, eran contadas.
De los 1.000 entre
conquistadores y pobladores que se avecindaron durante los primeros lustros,
salvo unos cuantos extranjeros que por su escaso número nada significan, unas
pocas docenas eran portugueses, como 200 indígenas isleños en su mayoría de
Canaria y el resto de españoles, que siendo casi en la totalidad solteros se casaron
con las guanchas. Aparte de que esto era natural, sábese por tradición, por lo
que arrojan los archivos y sobre todo por el testimonio nada sospechoso de un
comisionado inquisidor de aquella época que hizo un padrón secreto de todas las
islas, y sacó a la luz el erudito Sr. Millares.
En lo esencial los hechos
expuestos son exactos y sólo falta
aplicarles las conocidas leyes de la herencia y de cruzamiento; con la
circunstancia en esta ocasión de hallarse favorecido el coeficiente o grado de
afinidad sexual, por estar comprendido en el grupo llamado por Mr. Broca de homogenesia
eugenésica o absoluta, puesto que tanto los naturales de las otras islas,
portugueses y españoles como los guanches de Tenerife, proceden del mismo
manantial ibero-libio.
Siguiendo con el ejemplo de los
1.000 conquistadores y pobladores casados con otras tantas guanchas, pues los
pocos que ya lo estaban para el caso es lo mismo porque se amancebaron,
resultó:
1º. Hijos mestizos de primera sangre.
2º. Simplificando el ejemplo para más fácil compresión,
mestizos de segunda sangre (que es el primer grado de retorno), que
comprende a los vástagos del cruzamiento de los mestizos anteriores con
guanchas, que eran las que abundaban.
3º. Mestizos de tercera sangre (segundo grado de
retorno) o sea los nacidos de los de segunda sangre casados con guanchas de
pura raza y así sucesivamente hasta que en el quinto o sexto cruzamiento de
retorno, como la población no era alimentada con elementos de fuera sino de la
tierra, desapareció por lo general todo vestigio de mesticismo (mestizaje) y
reapareció el tipo de la raza de la madre o séase del guanche con todos
sus caracteres”.(Juan Bethencourt Alfonso, 1991:78-79)
Continuando con el estudio del Doctor García-Talavera,
éste nos dice: “A pesar de los avances de la genética molecular en los últimos
años, especialmente en el conocimiento del DNA mitocondrial y nuclear, el
estudio de los grupos sanguíneos, entre ellos el sistema ABO, sigue siendo
importante y complementario a la hora de abordar análisis genéticos
comparativos entre poblaciones. Según R. Beals y H. Hoijer (1965): “los grupos
sanguíneos son importantes antropológicamente porque sabemos con exactitud cómo
se heredan”. “...La alta proporción del grupo O encontrada por Swazfischer y
Liebrich (1963) en los aborígenes de Tenerife (83.90%) y Gran Canaria (94.7%),
a pesar de haber sido obtenida, no por ausencia de A y de B, sino directamente,
ha hecho dudar a algunos investigadores. Pero si comparamos estas cifras con
las de los Tuareg del Ahaggar (75.4%) y beréberes Ait Haddidu del Atlas
(79.7%) vemos que son bastante
aproximadas. Y si observamos que en las tres poblaciones el aislamiento es la
característica común (islas, altas montañas, desierto) cabe pensar en la
actuación en ellas, durante siglos, de la deriva genética, el efecto fundador y
la consaguinidad.
Por otra parte, se observa que
los porcentajes del sistema ABO en Canarias se asemeja más a los de los países
maghebies estudiados, que a los europeos ibéricos. También se constata que en
Canarias es más patente el dominio del grupo O sobre el A, que en Marruecos,
Argelia o el Sahara. Esto se debe a que en estas islas el principal aporte
sanguíneo
del exterior es europeo occidental, mientras que en los
países continentales del Magreb, el principal flujo genético ha venido de
Oriente próximo y, en menor medida, del África subsahariana, regiones en las
que el grupo B aparece en un alto porcentaje. En Canarias, las islas orientales
Lanzarote y Fuerteventura poseen unos valores elevados de este último grupo
(17.5% y 16,5%) según datos obtenidos por Pinto et al. (1996), que son
similares a los de Marruecos y Argelia, lo que, con toda
probabilidad, es debido a la entrada masiva en dichas
islas de esclavos de la vecina costa africana después de la conquista, en los
siglos XV y XVI.
Los canarios nos encontramos en
el “Cluster” Norte a escasa distancia genética de libios y tunecinos, muy
próximos entre sí, y a mayor distancia de otro subcluster” en el que se
encuentran los beduinos y los nubios y marroquíes (sin beréberes). En este
grupo Norte son “outliers” destacados los bereberes, lógicamente por todas las
circunstancias antropológicas e históricas que hemos expuesto, y en menor grado
los egipcios.
CONCLUSIÓN FINAL: La reflexión final que nos atrevemos
a exponer es que, a la vista del abundante registro arqueológico, antropológico
y lingüístico, junto al avance en el conocimiento de la prehistoria y la
historia norteafricana y, sobre todo, los contundentes resultados de las
investigaciones en biología molecular que están saliendo a la luz en los
últimos años, es indudable la relación genética de los canarios con los pueblos
norteafricanos amazighes.
El hecho de haber vivido
separados durante milenios, al haber cruzado el mar y poblar las islas unos, y
los otros soportado invasiones, conquistas y colonizaciones – que más tarde
sufrirían los insulares –por parte de otros pueblos no africanos, no ha borrado
las huellas del origen común.
Los pueblos invasores
influyeron culturalmente en los que no se refugiaron en las montañas o en el
desierto, pero el flujo genético fue escaso hasta la llegada al continente
desde Oriente de los musulmanes Beni-Hilal en el siglo XI, que, aunque no
influyeron de manera contundente en el pool genético, si contribuyeron
decisivamente a la arabización e
islamización del Maghreb. En las islas fueron los ibéricos los que siguieron el
mismo guión aunque desde distintas ópticas culturales y religiosas. Estos
españolizaron y cristianizaron a la fuerza a los canarios, pero como hemos
visto, tampoco alteraron en gran medida la genética insular.
De manera que, a pesar de todos
estos avatares los canarios y los norteafricanos continentales seguimos
conservando las características étnicas básicas que nos identifican con una
raíz común que se remonta muchos milenios atrás, cuando unos invasores – curiosamente también
venidos de Oriente hace casi 10.000 años, posiblemente a consecuencia del
cambio climático postglacial – arrinconaron y sometieron en gran parte a los
autóctonos de ese momento.” (Francisco García-Talavera Casañas, 2000)
En cuanto a las relaciones que tanto fenicios,
cartagineses e incluso egipcios, mantuvieron con las Islas Canarias en la
antigüedad, trataremos de desarrollarlas en las páginas que siguen, soy
consiente de que algunos de los planteamientos que expondré, no gustará a los
defensores del sistema imperante, pero
al igual que el transcurso del tiempo insobornable arbitro, me ha dado la razón en anteriores planteamientos
de revisión histórica por los cuales en su momento fui denostado, en esta
ocasión vuelva a estar de mi parte, que es lo mismo que estarlo de la Historia de Canarias no
adulterada ni manipulada por intereses
bastardos.
Es gratificante, el no estar sujeto a directrices preconcebidas por muy
académicas que estas sean o se consideren, y poder expresar libremente los
aspectos de la historia tal como lo entendemos y como nos la muestra las
fuentes, sin tener que valorar las posibles reacciones de compañeros segados
por el oro del sistema o por su propia incapacidad para analizar los hechos.
Los “especialistas” vienen debatiendo sin que hasta el
momento exista un pleno consenso sobre los primeros grupos humanos que poblaron
las islas, casi todos ellos parten de la idea preconcebida de que estos
poblamientos debieron realizarse con un plan perfectamente elaborado y a gran
escala, transportando a grandes masas de población e implantándolas en las
Islas en grandes masas, es posible que esto sucediera así con las últimas
oleadas y cuya acción fuese desarrollada por los fenicios de Gadir o de
Cartago, pero por otra parte no hay que ser un lince para saber que en días
claros, las montañas de nuestras Islas son perfectamente visibles desde
determinados puntos la costa del continente especialmente desde Tarfaya, esto
nos indica que desde tiempos remotos los habitantes del continente pudieron
sentirse atraídos por estas Islas que tienen enfrente, y decidieran explorarlas
en un primer periodo y colonizarlas después, y no precisamente en una navegación
de fortuna o fortuita como apuntan algunos investigadores, sino en expediciones
perfectamente organizadas cuya intencionalidad era poblar estas tierras, tal
como lo prueba el hecho de que todas las islas estaban habitadas en un mismos periodo histórico posiblemente
desde el neolítico. Casi todos los historiadores cuando se refieren a algún
pueblo en concreto que ocupó las islas, coinciden en que, había otro grupo
humano anterior que ya las ocupaba, extremo este, ampliamente corroborado
por los antropólogos, siendo esto así, ¿cómo y cuando se establecieron esos
grupos? Si estos mismos investigadores niegan la navegación de altura para la
época ¿cómo se desplazaron hasta las islas? Creo que la explicación es bastante
sencilla, en nuestros días lamentablemente, estamos asistiendo a un drama que
nos puede ilustrar de cómo se produjeron las primeras arribadas a nuestras
islas desde el continente. A diario recalan a las islas de Fuerteventura y
Lanzarote (y en algunas ocasiones a Gran Canaria y Tenerife) decenas de
inmigrantes a bordo de unos barquitos denominados “Pateras”, estas frágiles
embarcaciones miden entre cuatro y seis metros de eslora, y en cada una de
ellas vienen veinte o treintas personas, y en los tres años en que se viene
practicando este tipo de inmigración ya son varios los miles de ciudadanos
continentales que han arribado a nuestras islas, a pesar de los impedimentos
que tratan de ponerles las autoridades españolas, naturalmente la aventura no
esta exenta de riesgos, pues ya son varias decenas los muertos habidos, pero la
necesidad que sufren estos ciudadanos les impele a correr este riego cierto.
Si en tan corto periodo de tiempo han llegado a las
islas varios miles de inmigrantes, es fácil deducir que en otra época con
expediciones organizadas y sin ningún tipo traba y con embarcaciones de mayor
porte aunque estas estuviesen compuestas de foles o balsas de juncos, las
arribadas serían más numerosas, pudiendo transportar animales de tamaño
mediano, semillas y herramientas, quizás esto explique el porque no había en
las islas animales mayores, bacas, asnos, caballos etc., ya que estos suponían un peso excesivo
para este tipo de embarcaciones además de un riesgo cierto para la travesía
(aunque indudablemente en Gran Canaria, conocieron los caballos según se
desprende de unos grabados existentes en un yacimiento del barranco de
Guayadeque, los cuales tienen paralelo en otros localizados en la antigua Nubia
egipcia y que están Datados en el 3.800 a.d.n.e).
Posteriormente, se producirían las arribadas dirigidas
por egipcios, gaditanos y cartagineses, éstas organizadas con fines económicos
y producirían el trasplante de poblaciones norteafricanas, las que compondrían
el último extracto racial y cultural que los
investigadores
han dado en llamar cultura guanche, la que encontraron los colonizadores
europeos en sus primeros contactos con las islas en el siglo XV, y en la cual
se ha centrado la mayor parte de los esfuerzos de la investigación oficial,
dando por sentado que la cultura del pueblo canario no tuvo más horizontes que
los que éstos habían predeterminado. Así, durante centurias la historiografía
oficial ha venido sosteniendo que los primeros canarios (canarii), eran unos
simples inmersos en una cultura del neolítico en plena edad de piedra, que
habitaban en cavernas y que apenas sabían manejar algunos rebaños de cabras.
Esta visión de los antiguos canarios, propagada por los colonizadores europeos
conviene a sus intereses depredadores, para así poder justificar ante la
sociedad y mentalidad de la época, el sangriento comercio de seres humanos de
que hicieron víctimas a estas islas, como hemos expuesto en otro lugar. Por el
contrario, lo que tuvieron mucho cuidado en ocultar en un principio y después
perseguir de manera inmisericorde, hasta casi destruirla, la cultura social,
moral y religiosa de era portador el pueblo Canario, la cual fue causa de
asombro y admiración de aquellos conquistadores más sensibles, no entendiendo
como un pueblo tan parco en su cultura material era con mucho, superior a los
europeos en cuanto a la cultura espiritual. Estos colonizadores no quisieron entender que el pueblo tuvo que
adaptarse a los elementos que el medio ambiente les ofrecía para desarrollar su
cultura material, y aún así, no dejaron de crear obras de ingeniería, como el
túnel horadado en roca de basalto de más de una cuarto de legua, así como las
canales para riego en Gran Canaria y Tenerife, las sólidas construcciones de
casas de piedra formando poblados existentes en todas las islas, las
construcciones sicopleas de Lanzarote o la muralla de Fuerteventura, así como
las canales de tea o horadadas en la toba para el riego de los cultivos, y la
construcción de bancales aún en uso en el Sur de la isla Tenerife, la
construcción de mastabas escalonadas en las islas Tenerife, La Palma y Gran Canaria,
relacionadas con observatorios astronómicos, son elementos arquitectónicos y de
ingeniería que los primeros colonizadores aprovecharon para uso propio como
parte del botín de la conquista, pero que ocultaron como partes de la cultura
material de los antiguos Canarios.
Y todos estos logros, fueron realizados sin la ayuda
de herramientas de bronce o de hierro, pues si bien fueron conocidas por los
primitivos habitantes, el aislamiento sufrido durante centurias o quizás
milenios del mundo exterior, posiblemente a partir del derrumbe del imperio
romano de occidente al cortarse las comunicaciones e intercambios comerciales
les privó de su uso.
Es indudable que este largo periodo de aislamiento, al
carecer las islas de los aportes externos, la cultura Canaria, se fuese
cerrando sobre sí misma, produciéndose una involución técnica al depender esta
exclusivamente de los materiales que ofrecía el entorno, que por lo demás, eran
bastantes limitados, consistente en la piedra, la madera, los huesos, las
pieles y algunas fibras vegetales, no obstante, la industria de los Canarios
supieron sacar el máximo partido a tan burdos materiales siendo la admiración
de los colonizadores, la finura de acabado de los objetos elaborados y el fino
adobado y posterior manufacturación y fino cosido de la pieles. Este
reconocimiento por parte de los colonos no es de extrañar, si tenemos en cuenta
que la España
rural de la época, los campesinos vestían con toscas arpilleras, esparto o
burdos paños, y que las pieles estaban destinadas a la nobleza, para la
que por otra parte, practicar la higiene
personal era un pecado capital.
En la imagen encima de estas líneas, grabados
rupestres representando a jinetes y caballos situados en un yacimiento en el
Barranco de Guayadeque, Tamaránt (Gran Canaria), debajo, motivos similares
situados en un panel localizados en la Alta Nubia egipcia y datados en el 3.800 a.d.n.e. Si bien en los momentos de la invasión y ocupación de la isla por los
mercenarios castellanos no existían caballos en la misma, es indudable que
conservaban memoria de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario