sábado, 28 de febrero de 2015

ROBERTO HERNANDEZ ILLADA

1995.
La Asociación de Prensa Deportiva de Tenerife hace justicia al conceder el «Premio Dedicación Deportiva» a un ilustre del deporte tinerfeño, Roberto Hernández Illada.


Roberto Hernández Illada es y fue toda una dinastía en el fútbol portuense, el cual ha aportado mucho por el deporte de esta ciudad. Roberto, es de esos hombres a los cuales es difícil ver a su lado negati­vo ya que tiene unas cualidades innatas (amabili­dad, interés, etc.). Desde muy pequeño le gustaba el fútbol y un día del mes de Mayo de 1949, mi hermano Alberto me entusiasmó para formar un equipo que sería el Once Piratas, del cual fue Presidente y entrena­dor hasta el año 1961-1962. Evidentemente fue presidente y entrenador del CD. Once Pira­tas desde 1949 hasta 1961-62, secretario del CD. Puerto Cruz, desde 1957 hasta 1961-62 y presi­dente del Atlético Puerto Cruz desde 1978 hasta 1981.

Al Once Pirata le dedicó toda su juventud, estuvo plenamente dedicado a él desde 18 hasta los 31 años, y al contraer matrimonio se retiró.

Especialmente tiene muy gratos recuerdos de aquella época pues más que un equipo era una familia de fútbol, no­sotros hacíamos de encargados del material, cuidadores del Estadio del Peñón, lavandera de los equipos, etc...

El Once Piratas fue el equipo que mantuvo viva la llama del fútbol en el Puerto de la Cruz por los años cincuenta al desaparecer el úni­co representativo que era el Unión Portuense, des­pués de haber desaparecido el Norte fruto de la unión entre los equipos del Valle: Portuense, Oro­tava y Realejos.

Como todo el fútbol de aquella época, donde ade­más de la técnica que se poseía se practicaba un fútbol de mucha garra y corazón empleando el ardor en la lucha por la victoria.

En el Puerto de la Cruz no existía por esa fecha ningún equipo representativo sino solamente equi­pos de categorías inferiores entre los que destaca­ban el Juventud Portuense cuyo presidente era Juan Pacheco García, y el Once Piratas y la afición por­tuense pedía a gritos un equipo representativo de la ciudad, de superior categoría por lo que un gru­po de aficionados encabezados por Don Luís Perdomo, delegado del Frente de Juventudes, Ve­nancio Martín, Domingo Bello y varios más que ahora mismo no recuerdo, formamos el CD. Puer­to Cruz a base de jugadores que militaban en el Juventud Portuense y el Once Piratas y otros como Berto, Soriano, etc. Dándonos de alta en Segunda Categoría Regional, creándose un ambiente alre­dedor del equipo.

Sobre todo con mucho cariño dos alineaciones de los dos equipos de mi vida; el Once Piratas que alineaba habitualmente Chicotulo o Chanchi, Qui­co, Perís Saavedra, Guillermo, Alberto, Cuco, Ró­mulo Rizal, Fernández, Pancho y Roda. El Puerto Cruz recuerdo su alineación más habitual: Tito o Gutiliano, Alberto, Galindo, Elfidio, Berto, Arturo, Germán, Soriano, Pagés, Del Pino y Vicente. Estas alineaciones fueron las fundadoras de ambos equi­pos, además de otros muchos jugadores que no los nombro porque son muchísimos y podría olvi­darme de alguno.

Durante mi etapa como secretario del club, el en­cuentro que más recuerdo es el mismo que re­cuerdan todos los aficionados, el Puerto Cruz­ - Silense, del año 1961, aunque luego en otras etapas hubo muchos encuentros que recuerdan los afi­cionados como el mejor. Pero de ese partido Silense – Puerto Cruz, tiene muchos y muy buenos recuerdos, pues significó para el Puerto Cruz el ascenso a Primera Categoría Regional y además se registró en el Estadio El Peñón, el mayor lleno de su historia hasta esa fecha, y en toda la zona el ambiente era increíble, recuerda con mucha nos­talgia ese día.

También hubo momentos malos, y pasó  algún mal trago, pero casi no los recuerda, aun­que sí hubo uno que lo recuerda muy entrañable­mente; en un partido celebrado en el año 1949-1950 entre el Once Piratas y el San Felipe, un equipo formado por jugadores formidables de esta ciu­dad, perdimos por dos goles a uno, ese día, a sus 18 años, lloró en el Estadio El Peñón siendo la pri­mera vez que lloraba por el fútbol. Recuerda que el inolvidable deportista Lorenzo Abreu (q.e.p.d.), escribió una nota en el periódico "Aire Libre" que se titulaba "Roberto lloró a sus 18 años", emocio­nante de verdad.

Muchas fueron las anécdota  pero recuerda una con mucho cariño: en los años 1953-54, cuando estaba cumpliendo el servicio militar en Las Palmas como cabo furriel, ganaba 50 pesetas mensuales, que las enviaba cada mes a mi madre para pagar las letras de 100 pese­tas que había firmado para pagar el material del Once Piratas. Y hay otra que me hacía mucha gra­cia y es que hubo una temporada cuando militaba en el Puerto Cruz de Segunda Categoría se goleaba a todos los equipos por 7-0, 8-0.  Y un día nos tocó jugar con el UD. Rambla en el Estadio El Peñón y ganamos por tres cero, abrazándose con mucha alegría al final del encuentro los jugadores del Ram­bla, porque sólo habían perdido por 3-0.

Fue también presidente del Atlético Puerto Cruz, evidentemente  fue una época pasajera, pues sólo estuvo de 1978 a 1981 con el Atlético Puerto Cruz, como presidente en Segunda Categoría y lograron el as­censo a Primera Categoría pero tuve que dejarlo por motivos de salud. Esta etapa le sirvió para conocer de cerca que el fútbol había cambiado y no era lo mismo que antes, pues el dinero se ha­bía apoderado del deporte y se había perdido algo el amor a los colores, aunque debe decir que los jugadores que componían el Atlético Puerto Cruz jugaban por afición.
Para él todos los presidentes que ha tenido el Puerto Cruz han sido buenos dirigentes y mere­cen mi total estimación, aunque unos habrán te­nido más suerte que otros y por tanto habrán sido mejores unos que otros.

También ha tenido el Puerto Cruz muy buenos entrenadores y unos con más suerte que otros, pero del que mejor se acuerda por haber sido el que estuvo de entrenador en su etapa es Ramón Mesa, ya que era un entrenador que le gustaba mucho enseñar las cosas del fútbol no sólo a los jugadores del primer equipo sino también al resto de la cantera. Asimismo guarda un buen recuerdo de Venancio que fue el primer entrenador y de Chicote entre otros.

Refiriéndome a la época de 1949 a 1957, nadie cobraba un duro, pero a partir de 1957 - ­1958, en que se formó el Puerto Cruz ya se empe­zó a pagar algo, pero muy poco, yo recuerdo que cuando el Puerto Cruz se empezó a consolidar se pagaban 10.000 pesetas por temporada a cada ju­gador pero todos a la hora de firmar no pedían nada y firmaban en blanco, no recuerdo si alguno se quedó sin cobrar.

La única herencia deportiva que ha dejado son sus tres hijos, dos varones y una hembra, que nin­guno quiso practicar el fútbol, aunque son muy aficionados, pero practican el deporte de la nata­ción, waterpolo, salvamento y socorrismo en el Club Natación Martiánez de esta ciudad.

El Club Deportivo Once Piratas del Puerto de la Cruz celebró el cuarenta aniversario de su fundación, en el complejo turístico de Martiá­nez. En el transcurso del emotivo acto se dieron cita los antiguos jugadores, que militaron en sus filas y que rememoraron sus mejores años como deportis­tas e integrantes del club en la ciudad turística. Su presidente, Roberto Hernández IIIada, durante el periodo 1949 y 1961 destacó la significación de la en­trañable ceremonia, del encuentro de unos compa­ñeros, que hicieron época en el fútbol del Norte de Tenerife.

Roberto Hernández IlIada, que fue el presidente y fundador del "Once Piratas" señaló a El Día que "nuestro equipo fue fruto de las reuniones de un gru­po de chicos que nos reuníamos aquí, por el año cua­renta y nueve, en la Playa Martiánez, en un campito que había de tierra, que se denominaba "San Car­los"; entonces tenía 16 años y formamos el "Once Piratas".

El equipo permaneció hasta 1961, según explicó Roberto Hernández, "jugó en categorías juveniles; pri­mero empezamos por la categoría de infantiles, lue­go juveniles, para pasar como clubes adheridos y mu­chos de nuestros chicos pasaron al equipo titular del Puerto de la Cruz, que en aquella época era el Club Deportivo Norte, que lo presidía Andrés Martín García, al que le siguió Pedro Pérez Noda. El CD. Puerto Cruz fue fundado en 1957, con jugadores del "Once Piratas" y de otro equipo, que entonces se denomi­naba "Portuense"; es el que ahora está".

Con respecto a las figuras que desfilaron por el "Once Piratas", Roberto Hernández Illada recordó a Peri (Pedro Real González), Alberto Hernández lIIada y Manuel Fernández del Pino. Estos tres jugadores pasaron directamente al Norte" en aquella época, en el año 50. Más adelante fueron pasando algunos, pero que no se trataban de grandes ases del fútbol.
Roberto Hernández enumeró las diferentes difi­cultades que se presentaban en el fútbol local en aquellos años. Precisó que "los obstáculos eran con­siderables, no había balones. Sólo disponían de un balón para entrenar y para jugar y tampoco po­díamos contar con el campo como ahora. Ensayaban en la playa, subían a la fuente de Martiánez y después jugaban en "El Peñón" o cuando nos tocara.

Los entrenamientos en el Esta­dio El Peñón tuvieron lugar de forma regular pasado los años cincuenta”.

La mejor temporada del "Once Piratas" fue la comprendida por los años 1949-50, según destacó Hernández lIIada, Luego hubo otras buenas y fueron campeones de Tenerife y la Zona Norte y obtuvieron el trofeo a la deportividad en tres ocasiones y dispu­taron varios torneos de campeones, "No pasamos de las categorías juveniles y adheridos -añadía- porque era muy difícil ascender a la primera y segunda; era para equipos de más categoría",

En una primera fase el "Once Piratas desapare­ció de la escena deportiva a finales de los años se­senta, según indicó su primer presidente, luego re­apareció en los albores de los setenta, bajo la di­rección de Gregorio Álvarez Carballo. Renació en las categorías de infantiles, para seguir a juveniles y al­canzar la calificación de equipo de segunda catego­ría,

Unas setenta y dos personas vinculadas al "Once Piratas" se reunieron en el Lago Martiánez para revivir aquellos años, para co­nocerse incluso. Muchos no pudieron asistir por ha­llarse en el extranjero, por motivos de salud o simple­mente porque han fallecido. Entre los veteranos cabe destacar a Félix Real González González, alcalde del Puerto de la Cruz, que militó en las filas del "Once Piratas", A la reunión asistió en calidad de antiguo miembro del equipo.

Como invitados especiales, Roberto Hernández citó al profesor don Jesús y a compañeros de la pren­sa, "como Mínguez, que tenía un programa radiofóni­co que se llamaba" Antena Olímpica"; Álvaro Castañeda, que nos hacía las crónicas en aquella época, y otros que ya no están entre nosotros, pero que tie­nen nuestro especial recuerdo y cariño, como el pe­riodista Domingo Rodríguez, fundador de "Jornada", y Julio Fernández, que siempre venía cuando había un acto".

Salvador García Llanos dice que; bien sabe Roberto que no es la primer vez que le atribuyo públicamente este título, el último romántico, por lo demás bien merecido. Ahora, cuando van a homenajearle, a reconocer los indudables méritos acumulados en la línea de sencillez que siempre le caracterizó, está plenamente justificado. Y es que, ganado a pulso en la más clásica concepción del genuino dirigente deportivo, su trayectoria es una sucesión de hechos que acredita una singular profesionalidad y un comportamiento altruista que, a su vez, reflejan un modo de entender el deporte como ya no hay. Hasta dónde llegará esa personalidad que nadie le cuestiona! Al revés: el paso del tiempo ha servido para reafirmar sus cualidades, para que se le recuerde como un ejemplo de dedicación y de tesón a favor de las causas deportivas. El fútbol y la natación han sido, en su caso, y en distintas épocas, unas grandes pasiones, las que vivió y defendió con el ahínco de los lucha­dores inagotables. Roberto, además, es un modelo de honestidad, de integridad. Las adver­sidades de la vida han fortalecido su probidad. Por eso, él y sus más allega­dos pueden caminar satisfechos por las calles portuenses. Ahora, quienes le conocen bien, no sólo en el Puerto sino en cualquier latitud, le rinden un justo tributo. Los bienhechores como él se lo merecen. Se trata de una inmejorable oportunidad para cultivar la nostalgia de tiempos heroicos para el fútbol y la natación de la localidad, así como los valores sempiternos de la amistad, la que ha perdurado en justa correspon­dencia a quien supo granjearse el afecto y el respeto de todos. Una ocasión formidable para hacer que el último nombre de Roberto Hernández IIIada, el último romántico, quede perpetuado en la pequeña gran historia del deporte portuense…//...

Pedro A. Gómez Barreto dice de Roberto que; este portuense de adopción, ya que nació en Icod de los Vinos, sintió desde muy joven predilección por el deporte. Así, en plena juventud, contaba con 18 años, fue en mayo de 1949 cuando fundó el C.D. Once Piratas, del que además fue su presidente y entrenador, facetas que compartió hasta los primeros años de la década de los 60, exactamente hasta la campaña 61-62. Dedicó toda su juventud al Once Piratas hasta que decidió poner punto y seguido a su vocación deportiva, todo ello coincidiendo con su matrimonio. De la mano de Roberto Hernández Illada el C.D. Once Piratas fue el único equipo que mantuvo la llama viva del fútbol en la ciudad turística por los años 50 al desaparecer, por aquél entonces, el único equipo representativo, la Unión Portuense. En 1957, junto a otros compañeros, fundó el C.D. Puerto Cruz, del que fue su secretario. En la campaña 61-62 el club portuense logra la hazaña de ascender a Prime­ra Regional, tras un vibrante partido en el que venció al Juventud Silense, en el primer gran lleno que registró el Estadio de El Peñón. Una circunstancia que deja bien clara lo que Roberto Hernández Illada quiere al deporte ocurrió en la campaña 49-50, cuando desempeñaba el cargo de presidente del C.D. Once Piratas. Al ver perder a su equipo ante el San Felipe, por 2-1, Roberto lloró desconsoladamente en el mismo escenario del choque. El inolvidable Lorenzo Abreu (q.e.p.d.) tituló en el desaparecido periódico “Aire Libre": "Roberto lloró a sus 18 años". Otras de las anécdotas protagonizadas por el "Premio Dedicación Deportiva 1995" sucedió en la campaña 53-54, precisamente cuando Roberto Hernández cumplía su servicio militar en Las Palmas, como cabo furriel. Ganaba 50 pesetas al mes, cantidad que remitía a su madre para que hiciera frente al pago de las letras que había firmado, por el importe de cien pesetas mensuales por la adquisición del material deportivo del C.D. Once Piratas.

La vinculación de Hernández Illada con el fútbol no culminaba aquí, toda vez que del 78 al 81 se hizo cargo del ya desaparecido Atlético Puerto Cruz, club con el que alcanzó también el ascenso a Primera Categoría. Con el paso de los años, el amor por el deporte cobró nuevas iniciativas en el querido personaje portuense y, en la actualidad, es presidente del Club Natación Martiánez, organización que aglutina las actividades de waterpolo y salvamento y socorrismo. Quien no recuerda aquellas memorables imágenes en las que la plantilla del primer equipo de waterpolo lanza a la piscina a su presidente, en señal de júbilo por conquistar el ascenso a la Divi­sión de Honor Nacional. También ha vivido jornadas destacadas con el Salvamento y Socorrismo, siendo numerosos los títulos nacionales que figuran en el currículo del citado club portuense. Si, indiscutiblemente la Asociación de Prensa Deportiva de Tenerife hace justicia al conceder el «Premio Dedicación Deportiva 1995» a un ilustre del deporte tinerfeño, Roberto Hernández Illada.

Isidoro Sánchez García decía de Roberto qué; sobre Roberto Hernández Illada es escribir sobre el deporte en el Puer­to de la Cruz, sobre medio siglo de la historia de un pueblo marinero que combina de manera exquisita la actividad turística con el deporte. Una buena prueba de ello lo constituye el amigo Roberto. A Roberto lo conoce todo el mundo, chicos y grandes, hombres y mujeres, por su amor y entrega al fútbol y a la natación en sus diferentes modalidades. A mí me tocó compartir muchos de esos años que le estoy contando, primero como jugador de fútbol en los años del Once Piratas, cuando yo participaba en el equipo juvenil del Plus Ultra, de La Orotava, con Chile de entrenador y que era amigo de Roberto, luego, muchos años después, como socio y directivo del Club Natación Martiánez.

Cuarenta años de la vida alrededor del deporte en el valle son muchos años. Por eso me siento legitimado para poder aceptar la invitación que me han formulado los organizadores de su home­naje, detalle que agradezco, a la hora de pergeñar algunas líneas en homenaje al amigo Roberto, deportista donde los haya, por su entrega, por su dedicación, por su tiempo, por su amor y su fe en la cantera deportiva del Puerto de la Cruz, por su compresión, por su fanatismo, por su magisterio, por su entrega a una causa tan noble como el deporte, ya sea el fútbol o la natación, o el salvamento o el waterpolo. Por todo ello no es de extrañar que muchos de sus amigos, de sus pupilos, de sus alumnos, hayan decidido organizarle un sencillo pero emotivo homenaje a un hombre que dedicó y entregó su vida a una causa tan noble como el deporte en varias de sus versiones y facetas donde siempre prevalecía la deportividad, la disciplina, la valentía, la entrega y la formación humana. Gracias Roberto por tu enseñanza, gracias a tu mujer, Esther, por su comprensión y por los muchos sufrimientos que padeció a lo largo de medio siglo por aguantar tu entrega al Puerto de la Cruz, a su juventud. Espero y confío que tu ejemplo sirva de referente a la sociedad portuense y que disfrutes largamente de tu trabajo y de tu labor deportiva…//….

El periodista José Manuel Martín escribía de Roberto qué; Estaba claro que el deporte portuense tenía una deuda con Roberto Hernández IIIada. Soy partidario que los homenajes deben realizarse en vida y no después a título póstumo. A los que han tenido esta feliz idea, por este merecido reconocimiento, les doy mi aplauso. Es de las pocas personas en el ámbito deportivo de mi pueblo que se lo merece. Naturalmente que yo no era nacido cuando empezó su tarea en el deporte portuense. Mi andadura en los medios de comunicación la inicié en 1976, y es a partir de ahí cuando tuve la suerte de conocerle mucho más a fondo. Primero, como presidente del Atlético Puerto Cruz y después en su etapa en el Club Natación Martiánez. Roberto tiene algo en común a mí. Él lo guarda todo, desde artículos de prensa, las fotografías y aquello que sea de interés. Yo soy igual, por ello conservo muchos artículos y cintas de programas radiofónicos, de ahí que tenga varios suyos. Y por eso entiendo como un buen día llegó a su casa como siempre, donde hoy tiene el negocio, y se encontró en la obra de aliado, que le habían derribado una habitación. Entre los escombros se marcharon muchos recortes de prensa y hasta las fichas que conser­vaba del C.D. Once Piratas. Me imagino su cara al conocer la fatal noticia, y más la de los obreros cuando se enteraron de la valiosa documentación que se había perdido. Afortunadamente algunas cosas pudo conservar tenerlas en otras dependencias de su casa. He tenido el privilegio a lo largo de estos últimos años de poder contemplar muchas de las fotografías y periódicos de la época. Curiosamente él nació en Icod de los Vinos en 1931. Su madre era natural de Icod y su padre de Puerto de la Cruz, concretamente de la calle Iriarte. Roberto es el mayor de todos sus hermanos. Cuatro de ellos nacieron en Icod. Cuando cumplió los cinco años de edad, su familia decidió marcharse definitivamente al Puerto de la Cruz, para vivir en la casa de su abuela, que tenía la Pensión' "Brisas del Teide". Sus dos últimos hermanos si nacieron en esta ciudad. Fue su hermano Alberto, quién un buen día reunió a un grupo de chicos para formar un equipo de fútbol. Se marcharon hasta Los Realejos para disputar un partido informal, y al regreso, caminando al Puerto de la Cruz, antes no había tantos medios para viajar, alguien pregunto, donde van esos piratas. De ahí salió el nombre del C.D. Once Piratas. Roberto Hernández empieza a escribir su historia como presi­dente y entrenador, un 28 de mayo de 1949. Aquellos primeros pasos los dio junto a Martín Rodríguez Delgado, Santiago Plasencia, Julio Hernández Álvarez, Juan Galindo que ejercía de masajista y segundo entrenador, así como Juan Roberto Ríos Marrero que era jugador y directivo, entre otros más. El equipo siempre competía en infantiles y juveniles. Sus colores fueron en primera instancia el negro, y en el pecho lucían como escudo una carabela. Hubo un gobernador civil de la época, que incluso les hizo cambiar el nombre del equipo, del Once Piratas por el Once Porteño. No estaban para nada bien vistos los piratas. Roberto dedicó toda su juventud al Once Piratas, hasta el punto de llorar en los vestuarios, a lágrima viva como un niño pequeño, cuando su equipo perdió contra el San Felipe, por 2-1. El adversario era muy superior y después de un gran partido, el Once Piratas nunca mereció la derrota. El periódico 'Aire Libre", tituló: "Roberto lloró a sus 18 años". Otro botón de muestra de su amor por el fútbol. Corría la temporada 53/54 y cumpliendo el servicio militar en Las Palmas, le enviaba a su madre cien pesetas para pagar las letras del material del Once Piratas. Durante su ausencia el equipo quedó en las manos de Francisco Martín Fernández. Curiosamente en este intervalo por el servicio militar, alguno de sus jugadores, pasa­ron al Juventud Portuense, que presidía Juan Pacheco García, famoso por sus garbanzas tostadas. Hernández IIIada como presidente y entrenador permaneció desde su fundación, el 28 de Mayo de 1949 hasta la temporada 1961-1962. En 1957, junto a otros compañeros, fue el artífice del nacimiento del actual C.D. Puerto Cruz, del que fue su secretario hasta 1962. El club se puso en marcha, siendo su primer entrenador Venancio Martín, mientras que Luís Perdomo Jiménez su cabeza visible en la directiva. El Once Piratas siguió su camino en las categorías inferiores y Roberto simultáneamente trabajo en am­bas directivas. Incluso se le llegó a conocer por la "directiva de la escoba", tanto sus componentes rega­ban como barrían el campo de El Peñón. El agua la tenían que comprarla y en la mayoría de las veces estos trabajos se realizaban por la noche. El C.D. Puerto Cruz le tributó un merecido homenaje. Se enfrentaron en un partido amistoso las primeras plantillas del Puerto Cruz, que militaba en la Primera Regional, la máxima categoría por aquella época en Tenerife, frente a la U.D. Las Palmas Aficionado de Primera Regional, en la campaña 1959-1960. Allí recibió placas y el cariño del fútbol portuense, en una comida posterior, que se celebró en la Pensión "Brisas del Teide". Con el paso de los años, no duda ni un instante en recordar aquellas dos formaciones de sus dos equipos del alma: Chicotulo o Chanchi, Quico, Peris, Saavedra, Guillermo, Alberto, Cuco, Rómulo, Rizal, Fernández, Pancho y Roda en las filas del C.D. Once Piratas. Y en C.D. Puerto Cruz: Tito o Gutiliano, Alberto, Galindo, EIfidio, Berto, Arturo, Germán, Soriano, Pagés, Del Pino y Vicente. Una de las mayores alegrías que vivió, fue el ascenso memorable del C.D. Puerto Cruz, el último día de febrero de 1960, a la Primera Categoría Regional. Los portuenses superaron al Juventud Silense por dos goles a cero. Aquel día el recinto de juego fue una fiesta. Fue en 1962 cuando se marchó como dirigente para contraer matrimonio. Se dedicó como aficiona­do a ver los partidos del Once Piratas y del Puerto Cruz, tanto los de fuera como los de casa. Pero un buen día le llamaron para ocuparse de la presidencia del Atlético Puerto Cruz. Era otra generación de jugado­res. Permaneció en este club desde 1978 a 1981, dejándole luego el cargo a José Luís Rodríguez. Curiosa­mente bajo su mandato el equipo ascendió a la Primera Regional. Otras de las satisfacciones como presi­dente fue la construcción de unos nuevos vestuarios en El Peñón. Poco a poco se fue alejando del fútbol, quizás impulsado por la práctica de los deportes acuáticos de sus tres hijos; Pedro Roberto, Juan Carlos y Mari Conchi, que practicaban la natación, salvamento y waterpolo en CN Martiánez. Roberto empezó su andadura en este club, primero como vocal, para pasar luego por el cargo de secretario, hasta el año 1993, donde fue designado por la asamblea como presidente, sustitu­yendo a José Antonio Marrero. Aquí volvió a demostrar sus dotes de gran dirigente deportivo. El equipo logró el salto a la máxima categoría del waterpolo nacional, al ganar la fase de ascenso a la División de Honor, que se disputó en la piscina portuense, frente al Pueblo Nuevo, Ondarreta y San Feliú, en mayo de 1994. Los jugadores lo festejaron y hasta lanzaron con ropa incluida al presidente Roberto a la piscina. El "Diario de Avisos" publicó la fotografía en portada. Recuerdo que en cada partido del Martiánez en casa, Roberto solía salir de delegado y nunca se estaba quieto. Es una persona que vive con mucha tensión los partidos. Como presidente del C.N. Martiánez estuvo cuatro temporadas. Fue reemplazado por el vicepresiden­te Isidoro Sánchez García. Y la asamblea lo nombró en 1997, presidente de honor, cargo que comparte con José Antonio Marrero Córdoba. Roberto Hernández IIIada, tiene en su poder algunas distinciones importantes, entre ellas una placa de la Federación Tinerfeña de Fútbol, la medalla de bronce de la Federación Española de Natación, y la Asociación de Prensa Deportiva de Tenerife, le otorgó el premio de Dedicación Deportiva en su edición de 1995. En la actualidad continua acudiendo a El Peñón para ver fútbol, ya la piscina para visionar al Martiánez en sus modalidades acuáticas. Es una pena que medio sino después, no esté en competición el C.D. Once Piratas, que preside desde hace muchos años Gregorio Aviares Carballo. En la distancia, nuestro amigo Roberto, no se pierde ninguna información del Atlético de Madrid. Se aficionó al cuadro madrileño en el año 1941, según cuenta; "en aquella época bajo el nombre de Atlético Aviación, allí jugaban muchos canarios en sus filas".      Ojala existieran en el deporte, más dirigentes como Roberto Hernández IIIada. ..//..

El histórico periodista santacrucero Álvaro Castañeda dijo que Roberto era un romántico del fútbol; con sumo gusto y enorme satisfacción accedo a la petición que me hacen desde el Puerto de la Cruz para que escriba unas líneas sobre Roberto Hernández Illada. y accedo a ello además como una obligación, porque de alguna forma indirecta yo también estuve ligado a través de las páginas del siempre recordado 'Aire Libre" primero, y posteriormente desde las de "Jornada Deportiva", a la historia deportiva de Roberto y de su entrañable Once Piratas, al que tantas líneas casi siempre encendidas de merecidos elogios dediqué y escribí en los dos periódicos antes citados, donde se cantaban y contaban las mejores gestas, las páginas más brillantes de aquel equipo llegó a causar admiración por propios y extraños. Un equipo pletórico de estrellas, de jugadores de exquisita técnica, de grandes virtudes deportivas y humanas. Y a mi memoria me vinieron ahora de Acevedo, de Donato, de Pagés, de Elfidio, de Peris, de Tito, de Vicente, de Del Pino, de Ravelo, de Alberto, de Peris Rial, de Pedro Luís Cobiella y de tantos y tantos otros que ahora siento no recordar. Un equipo el Once Piratas -nombre que me hace evocar tantos recuer­dos- sabiamente dirigido por un romántico del fútbol. Por Roberto Hernández Illada, que además de ser un ejemplar presidente desempeñó y simultaneó todos los cargos. Y así desde finales de la década de los 40, desde 1949 exacta­mente, hasta 1961. Pero en el Once Piratas no terminó la labor. La continuó y la prodigó en el Atlético Puerto Cruz a donde también recalaron sus "piratas". Y después el primer equipo de la ciudad turística, del que recuerdo las épicas gestas de las Cinco Copas y el cariño apelativo que se ganó de "Pequeño Real Madrid". Lástima que la semilla que sembró Roberto no haya tenido su continua­ción. Todo porque ya en el fútbol de hoy prima más el materialismo que el romanticismo. El poderoso Don Dinero que los sentimentalismos de defen­der con el más puro espíritu amateur, los colores del equipo del barrio. Del equipo del pueblo que les vio nacer...//...
Mi amigo, el periodista portuense Juan Cruz Ruiz caracteriza a Roberto, Brisas del Teide: Lo que más me gustaba de aquel tiempo, en el Puerto dela Cruz, era la gente desprendida, los que hacían las cosas por amor al arte; las sigue habien­do; es imborrable para mí, por ejemplo, el recuerdo de Paco Afonso, el alcalde, yendo a visitar a sus amigos como si supiera, por un sexto sentido adolescente, que los demás lo necesitaban; había mucha gente así; mi amigo Manolo me llevaba a ver las palomas, Don Julio Cruz me regalaba ropa cuando yo burlaba la vigilancia de mis padres para ir a la playa sin su consentimiento; mi amigo Santiago Palmero trabajaba de sol a sol y tenía tiempo para dedicárselo a los demás, y de qué manera, sobre todo en el campo del deporte. Y entre todas esas personas que hacían cosas sin pedir nada a cambio tenía un lugar de honor Roberto, Roberto Hernández Illada. Siempre le recuerdo, con su pequeña carpeta desgastada, yendo y viniendo de su oficina -Brisas del Teide, cerca de la Panadería Torrent- al campo de El Peñón; se detenía, muy brevemente, en la Plazadel Charco, y allí despachaba algunos asuntos, hablan­do de pie, con algún transeúnte que le pidiera un favor, le rogara que acelerara cualquier trámite de gestoría o le hablara de los deportes. Era un deportista, y era generoso como pocos ciudadanos lo han podido ser en nuestra ciudad o en cualquier parte; lo fue cuando teníamos menos de todo -menos dinero, me­nos posibilidades de progresar en el deporte, cuando los deportes tenían menos repercusión en los medios- y lo siguió siendo, hasta ahora mismo, sin desma­yo alguno. No sólo fue un admirador de las cosas que ya estaban en marcha, sino que fue fundador: fundó el Once Piratas, tan legendario, fundó el Atlético Puerto Cruz, y regresó a las fundaciones relacionado con el deporte de la natación, que siempre fue en el Puerto de la Cruz un deporte democrático, un deporte para todo el mundo y al que todo el mundo era tan aficionado. Fundar fue un riesgo; él lo asumió, y eso debió costarle mucho dinero, y mucho tiempo: su oficio era la gestoría, yen aquel tiempo el Puerto de la Cruz ya daba mucho trabajo en ese sector, pero él sacrificó sus días y sus horas, y no descuidó absolutamente nada ese otro renglón, el nutritivo, de su vida. Hoy que sus amigos le rendimos homenaje sabemos que no sólo celebra esa generosi­dad suya el mundo del deporte, sino que esa gratitud está acendrada en mu­chos corazones portuenses de los que yo me siento, ahora y desde antes, verdaderamente solidario.

Un sobrino de Iñaki Aranzamendi Villares ex compañero de un servidor de pupitre en la clase del colegio San Isidro Salesianos de La Orotava, llamado Iñaki Aranzamendi Rodríguez, escribía que Roberto era y es un hombre entrañable: ¿Qué puede decir un joven como quien subscribe de Don Roberto Hernández Illada que todos los portuenses no sepan? Sí, Don Roberto. Por­que su personalidad -excelente hombre- y su trayectoria deportiva -seria y honrada- imprime un respeto infinito. Me he empapado muchas páginas sobre la historia del C.D. Puerto Cruz y C.D. Once Piratas y he entablado mil y una tertulias con la población noble y sencilla de nuestra ciudad; y siempre salen a relucir dos nombres: Tito del Pino y Don Roberto Illada. El primero como mejor futbolista de la historia "ranillera". Y el segundo como el mejor dirigente. Y eso que nunca quiso estar en el candelero. Lo suyo era trabajar en la oscuridad con hechos, la palabrería barata no tenía cabida en su vida. Don Roberto fue fundador y presidente del C.D. Once Piratas (del año 49 al 62), secretario del C.D. Puerto Cruz (del 57-62), presidente del Atlético Puerto Cruz (del 78 al 81), Y presidente del C.N. Martiánez (desde el año 77 como directivo y desde el 93 al 97 como presidente). Porque en el mundo del waterpolo también dejó una huella imborrable. Llevó al conjunto dirigido por Cuartero a la División de Honor en la que milita actualmente. Son muchos éxitos que brillan con luz propia en su dilatada trayectoria deportiva. Y anéc­dotas miles. En una ocasión Don Roberto se estaba duchando en una caseta en el Estadio El Peñón y lo dejaron enjabonado. Son recuerdos sin mala intención que certifican que el cariño y la admiración hacia su persona eran y es indiscu­tible. Mi deseo es imposible por los problemas de salud que le acucian. Pero a mí me gustaría ver a Don Roberto como presidente del actual C.D. Puerto Cruz. Si llevó al C.N. Martiánez a la élite con dos premisas básicas -el trabajo y una buena organización-, no sería una utopía militar en Se­gunda "B" o en Segunda "P”. Mis propósitos son quiméricos. Pero lo que sí dejo patente en este comentario por enésima vez es que Don Roberto Hernández Illada es una persona entrañable ya no sólo en el plano deportivo sino también en el humano…//...

Otro gran amigo periodista portuense Andrés Chaves, llama a Roberto “El Macafle": No es éste el primer homenaje que se le tributa, merecidamente, a Don Roberto Hernández IIIada, más conocido por sus amigos con el cariñoso mote de "el Macafle". El homenaje coincide con el nombramiento de "Hijo Predilecto" con que le ha distinguido el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Roberto ha sido un docente del deporte; primero en el fútbol y luego en la natación y el waterpolo. Yo recuerdo que, cuando se retiró la primera vez para dedicarse a los negocios de su padre -Don Vicente- en un salón de "Brisas del Teide", la pensión/restaurante de la familia, se le organizó un ágape al que asistió mucha gente del Puerto y de fuera. Entre ella Antonio Lemus, redactor-jefe de Deportes que fue del periódico "La Provincia", de Las Palmas, ya fallecido. La fama de Roberto como entrenador y deportista había trascendido los límites de la isla. Ahora se le tributa otro homenaje a Roberto y me piden unas palabras. Con mucho gusto. Roberto Hernández IIIada ha tenido mucho que ver en la educación deportiva de los jóvenes portuenses, desde el famoso Club Depor­tivo Once Piratas al Club Natación Martiánez, pasando por el Club Deportivo Puerto Cruz. Es un hombre que ha dedicado su vida a los chicos, a formarlos deportivamente y a que desarrollen la actividad deportiva con entusiasmo. O sea, que este es un reconocimiento merecido, un acto de justicia. Hace 50 años que Roberto fundó aquel equipo, el "Piratas", como le decíamos los aficionados de entonces. Camiseta blanca y negra, como la ban­dera corsaria. Qué recuerdos más bonitos y qué grandes futbolistas dio aquel equipo. Roberto tiene, además, una edad indefinida, yo siempre lo veo igual, porque su existencia está presidida por el entusiasmo y por el amor a las cosas bien hechas. Ya era hora que su pueblo le distinguiera oficialmente y ya era hora que aquel homenaje casi privado de los años sesenta se convirtiera ahora en un gran reconocimiento popular a este portuense de pro, amigo de todo el mun­do, hombre bueno, cabal y generoso.

Desde niño oía decir que el fútbol en el Valle tenía tres florones, Chile en la Orotava, Roberto y  Pacheco en el Puerto de la Cruz, claro que para Chile Hernández ex entrenador del Juvenil Plus Ultra de La Orotava Roberto son  Raíces de una vieja amistad: Perdone el amigo que cuente vivencias personales pero están muy arraigadas en mí y siempre afloran con los recuerdos. Hablar de Roberto para mí es fácil. Tan fácil como ha sido su vida, apacible, tranquila, llena de sencillez y de virtudes. Mi vida ha estado marcada por un deporte, el fútbol y un equipo el Plus Ultra con todos sus componentes. Y doy gracias por ello porque me permitió conocer muchas gentes con gran espíritu deportivo y con un profundo concepto de la amistad y Roberto ha sido una de esas perso­nas. Siempre pensé que nuestras vidas, la suya y la mía, tienen una cier­ta afinidad y creo que por eso nos ha unido una gran amistad. Contaré dos hechos que enmarcan la caballerosidad del amigo den­tro de nuestro deporte común. En sus inicios el Juvenil Plus Ultra tuvo muchas contrariedades en material y sin recursos económicos para ad­quirirlos. Necesitó ayuda, y el bueno de Roberto nos la prestó y unas viejas camisetas de color verde de un equipo, que creo se llamaba Cruz Verde y con el que Roberto tenía, como no, relación, nos solucionó el problema. Lo que no se imaginó Roberto es que esa "su acción" sirvió para engrandecer un deporte que llevamos muy dentro y que nos unió tanto en la vida. Y fue curioso que a mayor rivalidad entre el Once Piratas y mi equipo más amistad había entre nosotros. El otro hecho que engrandece su figura sucedió cuando la muerte de mi madre. Ocurrió un viernes y el domingo siguiente el calendario futbolístico nos había deparado un enfrentamiento Plus Ultra - Once Piratas. Siempre el "Piratas" tuvo dificultades para vencemos y con lo que me había sucedido y mi estado anímico muy decaído tenían la opor­tunidad de vencernos. El Plus Ultra solicitó de la Federación Tinerfeña de Fútbol el aplazamiento del partido y nos respondió que ya el Once Piratas lo había solicitado, sin dámoslo a conocer, la suspensión del par­tido. Mi reconocimiento y mi agradecimiento son el firme donde nuestra amistad se apoya. (Bruno Juan Álvarez Abreu)


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