1966 agosto 31.
A las
cinco menos cuarto de la madrugada, fallecía en su domicilio de la calle Puerta
Canseco núm. 28, víctima de terrible enfermedad, D. Santiago Sabina Corona o el
Maestro Sabina.
El
maestro Sabina, director de la
Orquesta de Cámra y
subdirector del Conservatorio
Teodoro Ríos elaboró los bocetos para el retrato del Maestro
Sabina durante las tertulias del Café El Águila
En los
momentos en los que nos sentimos más sensibles a la cultura vernácula y
recordamos a ilustres personajes del Archipiélago de todos los ámbitos del
saber, ha llegado la hora de seguir paso a paso, en la medida de lo posible,
los acontecimientos cotidianos y artísticos que componen la biografía de quien
fue director de la Orquesta
de Cámara de Canarias y subdirector del Conservatorio de Música y Declamación
de Santa Cruz de Tenerife: D. Santiago Sabina Corona.
Un hombre
ejemplar, cuyo recuerdo nos está muy próximo en el tiempo, dado que aunque vio
por primera vez la luz finalizando la centuria del XIX, concretamente el 25 de
abril de 1893, toda su actividad profesional ocupa el siglo XX hasta su
fallecimiento en la década de los sesenta.
Sus padres, don Santiago Sabina y doña Rosa Corona,
naturales de Candelaria, instalan su residencia en Santa Cruz de Tenerife, en
la calle de San Martín nº 14. El pequeño recibió las aguas bautismales en la
parroquia de San Francisco de Asís, de manos del sacerdote don Antonio Verde y
León, y ejerció las funciones de madrina doña Rosario Galván, según consta en
el archivo de dicha iglesia.
El barrio del Toscal sería el lugar en el que se
desarrollaría su infancia y su vocación musical, realizando en la capital
santacrucera los estudios pertinentes que luego continuaría en Madrid.
A los
diecisiete años el muchacho se presenta como director, al ponerse al frente de
la orquesta del teatro de La
Princesa en Valencia. De 1910 a 1913 se abre un periodo de
ininterrumpido trabajo en casi toda la Península , y en los dos años siguientes, 1914 y
1915, su música traspasa las fronteras europeas y americanas, actuando en
Francia, junto al célebre artista Frégoli, en Brasil, Argentina, Chile, Cuba y
América Central.
Pero va a
ser en Italia donde el Sr. Sabina manifestó su pasión por la música, al afirmar
que adquirió la cultura que necesitaba en este sentido por medio de su
constancia y esfuerzo.
París requiere su presencia en 1917 para dirigir en
el teatro Sarah Bernhard la ópera Pepita, original del maestro Contesse, cuyo asunto
hacía referencia a España; al mismo tiempo nuestro paisano se da a conocer al
público francés, constituyendo un gran acierto sus interpretaciones Polichinela e Impresiones
de Oriente.
De nuevo en la cuna de la cultura, Italia, el
poeta Goffredo Fanti, muestra al director un poema de trama romántica para que
le ponga música, obra que hizo surgir su primera ópera, en dos actos, y que
llevó por título L´Errante, terminando más tarde otra ópera, cuyo texto
pertenecía al mencionado poema y se denominaba Místico Fonte. Infatigable viajero,
actúa en Padua interpretando una de sus composiciones, la Danza Exótica.
El mundo artístico ofrecía al músico múltiples
ofertas, y así Esperanza Iris ve cumplido uno de sus propósitos al ver a su
compañía bajo las órdenes de su experta batuta; don Santiago después de dar su
conformidad, se traslada desde Canarias, donde se encontraba en esos momentos,
a la capital de España, actuando en esta ciudad y en diferentes teatros de la Península , amén de
iniciar una tournée por el Nuevo Continente que le condujo a Uruguay, Argentina
y Brasil. A pesar de sus constantes viajes, siempre tenía presente a su familia
y a su terruño, pues al decidir Esperanza Iris permanecer en México, él tomó la
determinación de descansar unos días en Tenerife junto a sus padres y hermanas,
sufriendo una ligera dolencia que le hizo guardar cama.
Hay que señalar un evento que le ocurrió al Sr.
Sabina en el transcurso de la
Primera Guerra Mundial, el cual no se borraría de su mente:
se encontraba en el frente italiano con motivo de llevar a cabo una acción
de humanidad, ya que se contaba con tres teatros a los que había sido
invitado junto a otros artistas para realizar algunas actuaciones delante de
los soldados. El Alto Mando advirtió que no existía peligro austríaco, pero
acaeció que a las cinco de la madrugada del día siguiente al comunicado, una
bomba hizo explosión con lo que se ordenó que la ciudad fuese rápidamente
desalojada. El maestro inició una carrera a las seis de la mañana y, después de
haber atravesado los ríos Sila, Livenza y Tagliamento, tomó un tren que lo
trasladó hasta Bolonia, aquí leyó en los periódicos que los puentes de los ríos
que había cruzado, hacía escasas horas, habían sido derribados.
Dos aspectos marcaron las directrices a seguir en
su arte: el de director y compositor, incluyendo los músicos de renombre en su
repertorio los preciados originales del maestro Sabina. Ejemplo de ello
fue la puesta en escena, en Padua, por el director de orquesta italiano
Toscanini, de una de sus creaciones, la ya mencionada Danza Exótica.
A comienzo de los años veinte, el santacrucero es
requerido por varios organismos para dirigir la orquesta, acompañando la
interpretación de Matilde Martín y Jorge Sansón de la Cavallería Rusticana , siendo el Ejército
Africano el que se benefició económicamente, puesto que le fue entregada la
recaudación de este acto.
En 1923, Madrid ve estrenar su ópera Nelva -en el teatro Apolo-, en
la que colaboraron Matilde Martín y Jorge Sansón. Los barceloneses también
serían deleitados con la misma composición pero interpretada, en esta ocasión,
por la tiple Bugatto y el tenor Emilio Vendrell. Por esta época, el compositor
inicia, junto a la ya citada Sra. Iris, sus últimos recorridos teatrales
por América.
Corría el año 1924 cuando contrae nupcias en la
capital de España con una joven madrileña; fruto de este matrimonio nacerían
tres hijos, una niña y dos varones. Transcurrido un par de años, dos estrenos
vendrían a formar parte de su amplia gama musical: en primer término, La Serrana , zarzuela costumbrista,
en el teatro El Dorado de Barcelona, y en el Novedades de Madrid, en este
escenario la compañía de Eugenio Casal hizo posible la representación, y, en
segundo lugar, La
Fuente de los Álamos, zarzuela en tres actos, en Santa Cruz de
Tenerife.
Pasada una década lo encontramos en el teatro Colón
de Buenos Aires en el que se representan Maruxa y Las
Golondrinas, al
frente de una compañía española de ópera de la que formaban parte el tenor
Arregui y Matilde Vázquez, actuaciones que sirvieron de despedida de
Sudamérica, porque en 1935 retorna a Madrid, y, de aquí, a Tenerife, para fijar
su residencia definitiva en nuestra capital, renunciando a sugestivas
proposiciones que, de haberlas aceptado, hubiesen privado a nuestras islas de
su insustituible presencia y de todo lo que ello conllevaba.
En última instancia, era preciso que el público
colaborase con su asistencia. Este recién nacido cuadro orquestal contribuía a
aumentar, en España, el escaso número de sociedades de este tipo.
El pintor Pedro de Guezala decoró el teatro Guimerá
para que la Orquesta
de Cámara de Canarias se estrenase a las diez de la noche del 16 de noviembre
de 1935. Esa noche se podía preconizar un próspero futuro musical, ya que la
velada constituyó un importante éxito, de manera que llegaron a realizar 549
actuaciones a lo largo de su carrera, entre audiciones y conciertos, que
llevaban aparejadas en cada una de ellas un loable triunfo, tocando no sólo
obras del maestro Sabina, sino también de músicos del territorio nacional
y de países extranjeros.
El profesor, además de conducir la orquesta por muy
buenos derroteros, contribuía a aumentar la cultura musical canaria elaborando
inmortales composiciones, entre ellas: Nocturno, Serenata, Fuga en Re
Menor, Leyenda, Apuntes para
una Farsa, Dos
canciones de Mujer,
Los Toros, Sierra Gudar, dos canciones para orquesta y soprano bajo el
nombre de Scherzo, y la Invocación a la Virgen de Candelaria, producción que
realizó para aportar su grano de arena en la inauguración del Santuario de la Patrona del Archipiélago y
en la que intervinieron al unísono la música del Maestro Sabina, la letra de D.
Rafael Hardisson y la voz del tenor Antonio de la Rosa. Asimismo
difundió los magistrales sonidos por las islas y pueblos de nuestro
Archipiélago: La Palma ,
Gran Canaria, Güímar, Arafo, el Puerto de la Cruz , La Orotava e Icod.
Es interesante abrir un paréntesis en el que
hagamos referencia a Teobaldo Power y a Santiago Sabina, puesto que ambos nos
dejaron valiosas aportaciones, el primero, los Cantos Canarios, y, el segundo, la orquestación
de éstos de forma inédita.
En 1943, el popular músico, es nombrado
profesor de Armonía y Composición Contrapunto y Fuga, y Conjunto Vocal e
Instrumental del Conservatorio de Música de la capital tinerfeña.
A comienzos de los años cincuenta acudían al
café El Águila de la calle del Norte (la actual Valentín Sanz) muchos periodistas y
artistas; en medio de ellos se encontraba D. Santiago, ataviado con su
gabardina, junto a su amigo D. Rafael Marrero, jugando al dominó. También
frecuentaba el mencionado bar un gran profesional, profundamente inmerso en el
mundo de la pintura, D. Teodoro Ríos. Este pintor había prometido a D. Santiago
pintarle un cuadro y realizó los bocetos en el concurrido establecimiento. Los
trazos de la obra definen perfectamente su rostro.
El mismo Sabina, a pesar de que pasó mucho tiempo
visitando distintas tierras, manifestaba su inclinación por el mar; prueba de
ello eran los dibujos que ejecutaba, sobre el mármol, de los barquitos veleros,
los cuales eran motivo de su atención.
Por muchas razones, la labor que llevó a cabo le
hizo poseedor de la medalla de plata de la Ciudad , cuyo reverso tiene
grabado el siguiente texto: "Concedida a D. Santiago Sabina
Corona por acuerdo de 19-2-53 en reconocimiento a sus méritos".
Un triste y natural hecho vendría a cerrar este
capítulo de la historia de la música canaria. El 31 de agosto de 1966, a las
cinco menos cuarto de la madrugada, fallecía en su domicilio de la calle Puerta
Canseco núm. 28, víctima de terrible enfermedad, D. Santiago Sabina Corona o el
Maestro Sabina. La capilla ardiente se instaló en el Conservatorio Provincial
de Música. Un lienzo negro y una batuta con incrustaciones de plata, regalo del
alcalde de Las Palmas de Gran Canaria., eran los únicos objetos que presentaba
el atril, ahora sin la presencia del llorado director, mientras la Orquesta de Cámara
interpretaba El Andante de la Sinfonía número 4 en La Mayor de Mendelsohn, siguiendo
las órdenes protocolarias de D. Agustín León Villaverde.
A las cinco de la tarde el cortejo fúnebre
abandonaba el área que se le destinó para recorrer las calles de Teobaldo
Power, Pérez Galdós, y las próximas a éstas, vías por la que él transitaba en
el camino a su trabajo diario, acompañando el trayecto las notas musicales que
se desprendían de la
Banda Municipal. Previamente a que el cuerpo sin vida del
Maestro llegase a su última morada, se ofició la misa de Corpore Insepulto en
la parroquia de la
Concepción , en cuyo transcurso pronunció una plegaria el
sacerdote D. Luis María Eguiraum y tocó el órgano D. Julio Navarro Grau para
que algunos miembros de la Coral
de Cámara del Círculo de Amistad entonasen el Liberame Domine de Palestrina. Sus restos
mortales fueron inhumados en el cementerio de Santa Lastenia.
En el sepelio, familiares, amigos, alumnos,
compañeros y representantes de varias entidades y sociedades se dieron cita
para brindar un caluroso adiós al difunto personaje de inapreciable talla moral
e intelectual. Las numerosas coronas de flores ponían una nota de respeto,
cariño y nostalgia.
La valía del desaparecido conciudadano era
reconocida en el Archipiélago Canario y en la Península , en la que
pasó su juventud entregado por completo a su tarea musical, testimonio del que
se hacían eco los noticiarios, llamándonos la atención, por poco frecuente,
que, en la mayoría de los artículos, sobre todo los que se publicaron con
motivo de su fallecimiento, se resaltaba no sólo la insuperable laboriosidad,
sino también, unido a ella, una innegable humanidad.
Con su ausencia parece que también había llegado el
final de la Orquesta
de Cámara de Canarias, ya que el afecto que le profesaban sus discípulos les
llevó a pensar que sin su Maestro el cuadro orquestal no tendría razón de ser,
impulso lógico al producirse su muerte. Pero los profesores meditaron su
reacción con anterioridad a que le diesen cumplimiento, deliberando continuar
el trabajo que él mantuvo durante casi treinta años, resolución que era el
mejor homenaje que podían tributarle. De ese modo, Tenerife conserva su
agrupación musical que actualmente se llama Orquesta Sinfónica de Tenerife
guiada, con gran habilidad, por D. Armando Alfonso.
A los tres años de su fallecimiento, el Excmo.
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en la sesión plenaria del 21 de abril
de 1969, decide dedicarle una calle, la transversal a la Avenida del General Mola y
Simón Bolívar y paralela a Manuel de Falla, que antes distinguía el rótulo de
Felipe Pedrell.
Después de
finalizar el itinerario por las líneas que perfilaban su vida y su esfera
artística-musical llegamos a la conclusión de que hay que señalar tres
características para comprender la importancia del protagonista que hoy nos
ocupa: en primer lugar, el habernos legado una copiosa obra en el campo de la
música, en segundo término, el saber que Tenerife contó con un hombre de
considerables cualidades humanas, y, por último, su proyección musical fuera de
las fronteras insulares.
(Ana María Díaz Pérez. Publicado
en El Día
el 7 de junio de 1981).
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