1962.
Fallece el criollo Francisco Dorta y Jacinto del Castillo,
naturalista, periodista y escritor
Don Francisco Dorta
y Jacinto del Castillo “Alfredo Fuentes”, intelectual villero, le escribió el
cronista oficial de la
Orotava Don Benjamín Áfonso Padrón en la prensa tinerfeña, en
un apunte relativo al agasajo que le tributaron en La Orotava varios amigos y
compañeros. Homenaje que organizaron en su honor, por motivo de su jubilación
del cargo de Secretario del Juzgado Comarcal, que tan dignamente desempeñó. El
ofrecimiento se celebró en los salones de la sociedad Liceo Taoro, de La Orotava. En la mesa
presidencial se sentaron a la derecha del homenajeado el Alcalde,
Don Juan Guardia Doñate y a su izquierda el juez de primera instancia del
Partido, Don José Luís Sánchez Parodi, ocupando los demás puestos el juez
comarcal y fiscal; Don Alonso de Zarate y Méndez y Don Domingo Codesido
Hernández, el registrador de la propiedad; Don José Fernández Mirón, notario;
Don Vicente Ley Vidal, y los secretarios del Ayuntamiento y Juzgado de Primera
Instancia; Don José Silverio y Silverio y Don Justo Sobrón Fernández. En las
otras mesas tomaron asiento los jueces de Paz, abogados, procuradores, médicos
y compañeros y amigos del Señor Dorta hasta el numero de unos cuarenta ya que
se hallaban limitadas las invitaciones. El abogado Don Leocadio Cueva dio
lectura a las adhesiones recibidas asociándose después el Sr. Alcalde Don Juan
Guardia Doñate, al homenaje, en nombre del pueblo que representaba expresando
que de haberse hecho popular el agasajo hubieran concurrido a él muchos
convecinos. El registrador de la propiedad Señor Fernández Mirón ofreció en
cálidas palabras el homenaje en nombre de los iniciadores y organizadores del
mismo. Hizo un canto a la justicia, considerando el cuerpo de sus Auxiliares
cuando estos son honrados e idóneos, como consustancial de aquella. Dedicó
frases de encomio para el Señor Dorta en el terreno profesional, aludiendo a
sus otras actividades en beneficio del país, entre las que descuella su amor al
árbol. El Señor Fernández Mirón fue muy aplaudido en el transcurso de su
elocuente disertación. Por último el Señor Dorta y Jacinto del Castillo, leyó
unas sentidas cuartillas estimando inmerecido el obsequio que se le dispensaba,
pues entendía que para el cumplimiento del deber era suficiente la satisfacción
y tranquilidad del espíritu. Dedicó un recuerdo a la memoria de los jueces
fallecido, con los que actuó en el principio de su profesión, Don Juan Cullen y
Machado, y Don Domingo Salazar y Cólogan. Tuvo frase de consideración y elogio
para sus actuales superiores, diciendo del Señor Sánchez Parodi, que con su
reconocida inteligencia había sabido hermanar la rectitud de sus elevadas
funciones con la sencillez y amabilidad de la persona y del caballero, estas
palabras fueron estrechamente aplaudidas por la concurrencia. Terminó el Señor
Dorta expresando su permanente gratitud para los iniciadores y organizadores
del inmerecido agasajo que se le tributaba, así como a los asistentes y
adheridos al mismo: agradeciendo infinitamente las frases de alabanza y afecto
pronunciadas por los señores Guardia Doñate y Fernández Mirón.
Don Francisco Dorta
y Jacinto del Castillo (1888-1962), fue secretario de administración de
justicia. Publicó su primer artículo en el semanario “Hespérides”(1898), siendo
redactor de varios periódicos del Valle de La Orotava (El Valle, El Norte
y la Voz del
Valle) y fundador y director del “Heraldo de Orotava”. Pionero del turismo, y
de la población forestal introdujo en Tenerife el cultivo del “Pino Insigni”,
contribuyendo así a la creación de una conciencia colectiva en pro del árbol.
Escribe bajo el seudónimo de “Alfredo Fuentes”, y entre sus libros destacan
“Mujeres del Valle”, “Flor de los campos” y “El turismo en Tenerife”, escritos
en los años veinte. Decía el desaparecido semanario, “El Norte”, que era afán
de recoger todas las palpitaciones que implicaban progreso, siendo “Alfredo
Fuentes” el animador primero de las corrientes turística insulares; el que
primeramente iniciara desde las columnas de “Heraldo de Orotava” la campaña
turística de este siglo XX, y que desarrolló en libros, conferencias y prensa
con un amplio sentido patriótico y con un conocimiento insuperable. Decía Don
Francisco Dorta: que las vías de comunicación contribuyen poderosamente al
acrecentamiento del turismo en los países que, cual Tenerife, reúne condiciones
naturales incomparables, aparte el beneficio que proporcionan a los pueblos que
entrelazan. Bajo este doble aspecto existen en nuestra Isla las carreteras que
se denominan Orotava-Vilaflor y Pinito-Guancha. La primera no solamente
facilita la ascensión al Teide, el famoso Volcán, y hace que presenciemos a
nuestro paso la extraña y emocionante región de las Cañadas, sino que ponen en
comunicación en muy pocas horas la Zonas Norte y Sur de la Isla. La segunda
atraviesa por territorio de un gran valor agrícola, y comunica con los Realejos
y la Guancha
pasando por los populosos pagos de la Perdoma y Cruz Santa, y presenta en la cordillera
de Tigaiga uno de los panoramas más bellos de Tenerife. En cuanto la carretera
de la Esperanza
a Izaña, sin negarle su estratégica situación y singulares perspectivas, tiene
una valor turístico muy relativo, dado que en una regular extensión de aquella
zona soplan continuamente grandes vientos que producen las naturales molestias
al viajero. Pues se escogió la montaña de Izaña para el emplazamiento del
Observatorio por esa circunstancia, prestando gran valor al carácter que
ostenta este centro el hecho de ser combatida constantemente dicha región por
los vientos alisios y contra-Alicio. Además en la época del invierno, sobre
todo, abundan los días desapacibles y borrascosos. Por todo ello no debiera
anticiparse esta carretera a aquellas otras que reúnen todas las ventajas y contribuyen
grandemente al desarrollo turístico y material de la Isla. En cuanto a
Hoteles, era una meta importantísima para el sector turístico de la isla,
evidentemente lo mejor, sería una serie de hoteles escalonados, desde el Gran
Hotel Taoro del Puerto de la Cruz ,
hasta la misma cumbre del Valle, para que el visitante disfrutara, en un
momento dado, de todas las temperaturas, y así contemplase las más variadas
vegetaciones y los más diversos espléndidos panoramas. Que idea tan magnífica
la de Alfredo Fuentes, esta sería la verdadera lección de las autoridades de
este enchiquerado Valle de Taoro. Don Francisco Dorta prevenía que la mejor
institución isleña para llevar a cabo esta meta, era el Cabildo Insular de
Tenerife, entonces presidido por Don Máximo Acea, pues era la única entidad que
a su juicio podía afrontar el proyecto. Porque la obra del Cabildo en materia
turística iba poco a poco, dando sus frutos, indicaba Alfredo Fuentes, que
había que reconocerlo así, debido al entusiasmo y compenetración en estos
asuntos de su Presidente señor Acea. Otra persona importante en el asunto
turístico era el miembro del patronato nacional de turismo Sr. Silvela, por
cierto que coincidió el día de la llegada a Tenerife, con las fiestas de las
flores de la Villa ,
a la que concurrió, impresionándole agradablemente. Reconociendo como un medio
más de atracción para el turista la indicada festividad. El Sr. Silvela
recomendó al presidente del Cabildo Sr. Acea, la necesidad de impresionar una
película de las alfombras de flores con todos sus preparativos y materiales que
se emplean en la construcción de las mismas, y le citó para llevarlo a la
práctica, la importantísima empresa Americana Metro Goldwyn Mayer, cuya
empresa, a juicio del señor Silvela, sin mayores gastos aceptaría el
ofrecimiento. Con relación a las Condiciones naturales y Sanatorio, Alfredo
Fuentes manifestaba, que en el Teide y Las Cañadas, se tenía sin controversia
alguna, el principal medio de atracción para el turista y no debiera
abandonarse la idea de que se declare “Parque Nacional”(corría el año
1933......), a dichas privilegiadas regiones, con ello se obtendría una mayor
protección del Estado. Por otra parte si se tiene en consideración las
inmejorables condiciones climatológicas de Las Cañadas, reconocidas y
ponderadas por eminencias médicas extranjeras y nacionales, cabe presumir la
importancia que estos lugares adquirirán cuando se halle completamente
instalado en ellos el Sanatorio, del cual, ya se había construido el primer
grupo de las obras del mismo. Esto obedece a su implantación, evidentemente a
razones de índole científicos divulgados por el mundo entero, que hará de dicho
establecimiento, por innumerables circunstancias, ratificadas por los hechos,
el primero de su clase en el globo. El periódico madrileño de la época “El
Sol”, se había ocupado de esta cuestión, recordando que una de las primeras
actuaciones del diputado tinerfeño, Don Antonio Lara, que el país recibió con
beneplácito, fue la de gestionar la prosecución de dichos trabajos. El Sr.
Dorta demostraba que era optimista, porque la obra de la Naturaleza por su misma
grandiosidad triunfaría sobra la indiferencia y timidez de todos los
tinerfeños, con esto nuestra amada isla ocuparía en el mundo, el envidiable
rango que le tiene reservado el porvenir.
La labor meritoria
de Don Francisco Dorta y Jacinto del Castillo, sin embargo no fue bastante
comprendida y no lo fue, precisamente, porque nuestra idiosincrasia de
indiferentes, necesitó el estruendo y la ostentación para agrietar los sentidos
a la compresión. El ímprobo esfuerzo de este gran patriota que practicó con
éxito inigualado la “acción directa”; que días tras días, años tras años, con
una constancia y voluntad ejemplares subía, acompañado de un par de obreros
cedidos por el Ayuntamiento, a plantar y replantar árboles y más árboles, a
sembrar flores, a limpiar y podar los que requerían este trabajo, por la
carretera de la
Orotava-Vilaflor , en la que puso todos sus amores; este
ímprobo esfuerzo, pasa casi desapercibido por la mayoría de las gentes. Pero su
labor fructifica y con ello se da por satisfecho. Los espíritus selectos no
necesitan halagos ni exageración para cumplir con su deber de fidelidad. Esta
es la realidad, realidad que acompaña la callada y meritoria pero efectiva obra
del inmemorial Alfredo Fuentes. Es una verdadera lástima que no contara con los
medios económicos suficientes para desarrollar su obra como tal obra merece.
Este hombre se debatía entre las atenciones que el arbolado exigía y los
escasos medios de que disponía para atenderlo debidamente. Por ello, y por
saber que en sus manos sería sumamente provechoso el resultado. Se pedía
públicamente subvenciones para el arbolado de la mencionada vía, la más bella,
de la isla entera. Querían nombrarlo jardinero honorario, porque así
convertiría esa vía en un paseo delicioso cubierto de hermosos árboles y
bordeada completamente de flores, con lo cual sería de un maravilloso atractivo
para el turismo por el que Alfredo Fuentes (Paco Dorta - año 1933) tanto había
promulgado.
En la actualidad muchos de esos adorables árboles que Alfredo Fuentes
sembró en la concordia de la libertad, están totalmente amenazado de muerte. La
idea de este intelectual caballero fue plausible, idea de sembrar árboles
frutales hasta donde las condiciones de terreno y clima le permitía. Hasta
Aguamansa plantó los castañoss, los guinderos, los ciruelos, las moreras,
etc... Y de Aguamansa para arriba divisamos como entre el monte crecen pinos y
algún eucalipto, contrastando graciosamente sus ramas verdes plateadas del
verde monótono del brezal y las hayas. Así como las plantaciones de
cedros canarienses hechos a sus expensas por la Señora Doña Constanza
Carnochan. Especie arbórea casi desaparecida de nuestra isla, merced al
solícito cuidado de su difunto esposo, el Dr. Pérez de feliz memoria, aún se
conserva y hay probabilidades de propagarla profusamente. Este generoso rasgo
de la señora Carnochan merece los más calurosos plácemes y el agradecimiento de
todos los hijos de este Valle totalmente reprimido.
Un artículo
escrito sobre el perfil y la figura del inolvidable orotavense naturalista don
Francisco Dorta y Jacinto del Castillo (1880-1962) que firmaba sus celebres
artículos por el seudónimo “Alfredo Fuentes”. Publicado DESDE EL CORREDOR, EN EL
DIARIO DE AVISOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE), el día 21 de octubre del 2010: “…
(Para José Manuel Bermúdez y José Fernando Cabrera por el éxito de Tenerife en
Fitur).
A pesar de haber trascurrido casi medio siglo de su muerte, don Paco Dorta, periodísticamente Alfredo Fuentes, hoy, más que en otras épocas, está de moda. Me cuenta su hija que tanto se le parece, la eterna Isabelita -cumplió hace poco 90 años- que los estudiosos la acosan pidiéndole escritos de su padre. También la revista Rincones, que dirige otro orotavense, Daniel Fernández, pronto, con los idus de marzo, dará a la luz una extensa colaboración sobre nuestro personaje.La
Coordinadora del Rincón, con Toño Sánchez al frente, dedicó,
hace pocos años, un homenaje a otro patricio coetáneo, Antonio Lugo. Deberían
ir pensando en un acto similar a nuestro hombre.
A pesar de haber trascurrido casi medio siglo de su muerte, don Paco Dorta, periodísticamente Alfredo Fuentes, hoy, más que en otras épocas, está de moda. Me cuenta su hija que tanto se le parece, la eterna Isabelita -cumplió hace poco 90 años- que los estudiosos la acosan pidiéndole escritos de su padre. También la revista Rincones, que dirige otro orotavense, Daniel Fernández, pronto, con los idus de marzo, dará a la luz una extensa colaboración sobre nuestro personaje.
Francisco Dorta y Jacinto del Castillo (La Orotava , cerca
de1880-1962) era hijo de Ignacio Dorta, familiar al corredor, el más
experto guía del Teide. Príncipe de aquella variopinta galería orotavense:
Cristóbal el Mayor, Luis Monteverde, José Bethencourt, Lorenzo el Morisco
-amiguito de Olivia Stone, la inglesa que publicó un libro con un título
definitorio: Tenerife y sus seis satélites-, en fin, citado por Julio Verne...
Dorta, con 16 años, escribió en Hespérides un suelto sobre la guerra, que firma
con su primer seudónimo, Rozellés. Luego, se popularizó el definitivo, del que
fue alumbrador su pariente, el escribano Juan Jacinto del Castillo. Funda y
dirige Heraldo de Orotava, de vida efímera. Colaborador de los periódicos de
Santa Cruz -Gaceta de Tenerife, La
Prensa , La
Tarde- escribía, asiduamente, en diversos semanarios del
interior de la isla -El Valle, El Norte, La Voz del Valle y, por último, Canarias-. Es autor,
en resumen, de miles de artículos. Junto a otros tinerfeños recios (Antonio
Lugo, Víctor Pérez, Constanza Carnochan) contribuyó a la creación de una
conciencia colectiva en pro del árbol. Cubrió de frutales el primer tramo de la
carretera Orotava-Vilaflor, hasta Aguamansa, con la colaboración económica del
Ayuntamiento de su Villa y del empresario Casiano García Feo.
También fomentó el turismo en el Valle de La Orotava. En aquel
tiempo, el incipiente turismo de Tenerife estaba en el Norte, como los
políticos de nivel, los primeros contribuyentes, la clase... Como decía mi
abuela, “el Sur para los lagartos”. Idea suya fue la de construir una serie
escalonada de hoteles desde el Gran Hotel Taoro (¡qué pena pasar, hoy, por
allí!..), para que se pudieran ofertar, con referencia a la salud, diferentes
temperaturas. Iniciativas de Dorta que encontraban eco en el entonces
presidente del Cabildo, Maximino Acea y de Álvaro Silvela, miembro del
Patronato Nacional de Turismo, un enamorado del Valle. En una de sus estancias
coincidió con la “Fiesta de las Flores”, como la llamaban. Evento que le
impresionó, recomendándole a Acea la necesidad de filmar una película sobre las
alfombras orotavenses, con guión del propio Dorta. Sugirió, para llevarlo a la
práctica, la conocida empresa norteamericana Metro Goldwyn Mayer, que, sin
mayores gastos, dijo, aceptaría gustosa el encargo. En otras palabras, un film
que lo abarcara todo: preparativos, materiales (tierras, arenas, pétalos,
retamas, brezo), cómo se tejen, quiénes participaron a través de los tiempos,
el Tapiz Maravilloso, la comitiva con aires de Corpus veneciano, el corto
trayecto de la Custodia ,
la espectacular entrada en la
Plaza Mayor , en fin, el escalofrío de las gentes cuando pasa
y pisa Dios...
Aquel infatigable patriota escribió varios
libros: Del exterior, Mujeres del Valle, Flor de los campos (novela
cinematográfica) y, por supuesto, uno dedicado a su tema estrella: El turismo
en Tenerife (Puerto de la Cruz ,
1924). Profesionalmente, fue secretario del Juzgado Comarcal de La Orotava , desde 1915 hasta
1952 en que se jubila. ¡Ah, se me olvidaba!, en 1900, fue redactor de El Orden,
en el que también colaboraban nombres que, por lo menos, guerra han dado: el
citado Antonio Lugo, Agustín Monteverde, Diego Benítez de Lugo, Manuel Bethencourt
del Río... y Alfonso Ascanio. Pero este último, personaje irrepetible, merece
capítulo aparte.
Alfonso de Ascanio-Bazán y Poggio (La Orotava , 1884-Santa Cruz
de Tenerife, 1965), ingeniero electricista de Montefiori (Bélgica), escribió
diversas obras: Oxidación del ázoe atmosférico, La paz del amor, Muñecas de
París, El invencible, Paloma en Madrid, Sin mujeres... en Benidorm, España
Imperio y, al irse, tenía en preparación, Sex-appeal. Atracción sexual. Pero su
pirueta vital fue el publicar, en 1952, La casa de Ardola, donde trata a su
ilustre familia con poquito respeto. Ascanio es el eslabón intermedio de una
saga de ilustrados: su padre, Nicolás de Ascanio-Bazán Negrín (La Orotava , 1855-1936), y su
hijo, Alfonso de Ascanio, junior, que ha dado a la estampa algunos ensayos.
Volviendo a los Ardola, Ascanio describe, de forma insuperable, el ambiente de
la época, en la Villa :
“Aquellas generaciones educadas y timoradas que, de buen grado, se sometían a
la ley natural de la sucesión tascaban ahora el freno con mayor impaciencia, se
rebelaban y el que más y el que menos se esforzaba de adelantarse al tiempo, ya
sea heredando en vida o preparando una mejora o ayudando a bien morir al
pariente sin familia. Los hijos se disputaban, los sobrinos se encrespaban en
torneos de mala ley buscando el favoritismo de la tía vieja o del padrino
próximo a desaparecer, y en cada casa se hurtaban muebles y valores y se
consultaban abogados y se hacía maniobrar al párroco, al padre paúl o al
jesuita influyente de la capital. Como una epidemia, la fiebre testamentaria
obsesionaba a la gente joven y, por todos lados, se oía: - Se dice que Don
Bernardino ha hecho escritura de venta a Perico... - Parece que Vicentito ha
logrado, al fin, que su tío Raimundo le haga heredero universal... - Dicen que
Juanito ha sacado del Banco un montón de dinero con letras de su padre...”.
A propósito de la jubilación de tan probo
funcionario, a finales de 1952, se celebró, en el Liceo, un almuerzo, con 33
asistentes, al ser las plazas limitadas. Hicieron uso de la palabra, el alcalde
Juan Guardia Doñate, el juez de Primera Instancia José Luis Sánchez Parodi y el
registrador de la propiedad José Fernández Mirón. Leyó las adhesiones el
arrogante letrado Leocadio Cuevas. El agasajo fue cosa del mundillo de la
curia: jueces, abogados, procuradores, funcionarios judiciales. Tras haber
visto la foto de familia posterior, en las escalinatas del vecino Jardín de la Quinta Roja , recuerdo
a los hombres de leyes presentes: el juez Alonso de Zárate, el notario Vicente
Leis, el secretario Justo Sobrón, el fiscal Domingo Codesido, Jesús González,
Alonso Tabares, Rafael H. Correa, Amado Baeza, Clodomiro de Taoro, Evelio
Álvarez y el único vivo: Francisco Casanova. Se me olvidaba el célebre y
abstemio alguacil don Ricardo. Pero, en torno a aquellos manteles estaba,
también, una variada representación de La Orotava de los cincuenta: los médicos Miguel
Rodríguez Vivas y Juan del Castillo Díaz, el farmacéutico -también entre
nosotros y por muchos años- Pompeyo Martínez Barona, el secretario del
Ayuntamiento José Siverio, el interventor Felipe González. Paco cerró el ágape,
con emotivas palabras, recordando a dos jueces fallecidos: Juan Cúllen y
Machado y Domingo Salazar y Cólogan.
En un suelto, al filo del júbilo de la
jubilación, se pedía para Alfredo Fuentes el título de Hijo Predilecto. Por lo
que fuera, no cuajó. Por el contrario, sí prosperó la iniciativa de bautizar
con su nombre a una vía de la
Villa de Arriba, en el barrio de La Piedad. Quiso el
destino que calles paralelas, como sus desvelos, fueran las de Dorta y Lugo. A
quienes la profesión separó en vida el callejero unió para siempre. A ambos, a
don Antonio y a don Paco, a Lugo y Massieu y a Alfredo Fuentes, paladines de la
cultura, el periodismo y el árbol de toda una época de la isla Dios los tenga
en su gloria…” (Bruno Juan Álvarez Abreu)
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