Lo que conocemos de la antigua sociedad canaria y de sus pobladores, se nos aparece a menudo envuelta en una niebla que desdibuja los contornos precisos de un pasado, que arrastra aún en el siglo XXI los antiguos mitos, convertidos en muchas ocasiones en auténticos refritos. Observamos como se repiten ciertas afirmaciones, la mayoría de las veces sin argumentos, y que sin embargo, lleguen a alcanzar carácter de verosimilitud, episodios, interpretaciones, e incluso una visión global del pasado precolonial de las islas, que sigue lastrada en la romántica concepción del buen salvaje.
Antonio de Viana aborda en sus Antigüedades de las Islas Afortunadas, obra escrita a comienzos del siglo XVII, una personal visión del mundo de sus antiguos pobladores centrada en su sociedad, realiza un ejercicio literario, basado en fuentes históricas, pero que como tal, recrea esa realidad. Lo que de por sí no resulta incorrecto o inapropiado pero a menudo lejos de la realidad.
Lo mismo ocurriría en el año 1837 con la obra de Manuel de Ossuna y Saviñón, , donde de una forma u otra da rienda suelta a su delirante imaginación, lo que confirmará posteriormente con la invención de todo un manuscrito atribuido a un supuesto navegante árabe, de nombre Ben-Farrouckh. O la afortunada invención, por la aceptación que alcanzó, y todavía alcanza, del falso topónimo “Tamerán” para designar a la isla de Canaria. O su hijo manuel de Ossuna y la controvertida “piedra de Anaga”, una pieza lítica, encontrada en agosto de 1886 enl a isla de Tenerife, Esta piedra tenía grabados unos supuestos caracteres alfabetiformes en una de sus caras. A este “hallazgo”, en su momento se le quiso dar una relación con el mundo fenicio, mas tarde tendría su continuidad en el año 1991, con la aparición estelar de la conocida como “piedra Zanata”.el yacimiento que Rafael González Antón, director del Museo Arqueológico de Tenerife, situó en una colada volcánica. Además de otros errores, se dan coordenadas distintas del lugar en donde se realiza la excavación, financiada en parte por dicha dirección general, a pesar de que considera que el yacimiento no reviste importancia.
La piedra alargada se convirtió en un hallazgo arqueológico. Bastó una ojeada a la inscripción, situar un yacimiento, aunque el lugar daba lo mismo, y ahora se la puede ir a visitar y rendir pleitesía en el Museo Arqueológico de Tenerife. Los guanches de esta Isla procedían del norte de África, sin lugar a dudas, pero, además, se supo que la tribu a la que pertenecían eran los zanata o zenete, los lengua cortada. Las retorcidas circunstancias de su localización, generaron serias dudas en cuanto a su naturaleza. A todo ello se añadía, el valor intrínseco que se le pretendía atribuir, como si fuera la “piedra de Rosetta” de la arqueología canaria, que daría veracidad al origen bereber de los antiguos tinerfeños.
En su momento, por analogía morfológica considerada, un falo, más tarde pasaría a convertirse en un pez, y más en concreto, en un atún. Para aquellos que siempre han defendido la presencia fenicia en Canarias este objeto les avalaría por lo cual , dicho pez pétreo sería el testimonio de la llegada a las islas canarias de poblaciones bereberes, relacionadas estas con la explotación de los recursos pesqueros por los fenicios en las islas..
.Otra muestra la encontramos las Partidas de Franquis o Cañada de los Ovejeros, dentro del municipio de El Tanque, donde las huellas dejadas por la maquinaria pesada, dejaron para algunos autores muestras inequívocas de representaciones rupestres,como sería la de un un toro tallado en la roca. En este sentido, conviene recordar que no es la primera vez que piedras “arañadas” por el paso del arado, son confundidas con supuestos grabados . Es por ejemplo el caso Verneau, que en el siglo XIX seña, que no se deberían interpretar como inscripciones, lo que no es otra cosa que la consecuencia de labores agrícolas refiriéndose en este caso a la isla de Fuerteventura.
Publicado
por María Gómez Díaz. Febrero de 2015.
Imagen: "Piedra de Anaga" descubierta por Manuel de Ossuna.
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