Eduardo Pedro García Rodríguez
1815. Momentos radiantes (en el campesinado canario), en
su vida, son, sobre todo, las misas en la iglesia y las
fiestas de los santos, en las que no pueden faltar música, cantos y bailes, que
constituyen las diversiones populares. La sencilla y algo melancólica melodía de sus canciones se acompaña con algunos acordes de guitarra, instrumento que casi todo el mundo
sabe rasguear. La letra que se canta consiste o bien en romances españoles,
lamentos do amor no correspondido, o
bien, muchas veces, como sucede con las seguidillas,
se compone improvisando en el
momento. Sus bailes, principales el tajaraste y el baile canario, son
probablemente de origen guanche;
aunque la malagueña y las folias proceden de España. Todos presentan un carácter más serio que alegre, si
bien los dos últimos rebosan expresividad, y se acompañan de la guitarra, la
pandereta, las castañuelas y el
canto. El tosco baile popular de los habitantes de El Hierro so llama tango',
sin embargo, parecen haber tenido poco éxito en las Islas bailes tan
populares y queridos en la
Península como el fandango y el bolero. En conjunto, la forma de vida del pueblo está fundada en el ejercicio de los nervios y los músculos; por ello, entre
las diversiones de la juventud masculina se cuenta la lucha, que suele
celebrarse los domingos y días de fiesta bajo la supervisión de unos
arbitros. Los luchadores no so abrazan del
tronco, sino que cada uno agarra la pierna extendida del otro e; intenta, levantándolo del suelo, hacer perder
el equilibrio y llevar a tierra a su contrincante. A menudo luchan los jóvenes
de dos pueblos distintos, de lo que,
a veces, se originan sangrientas peleas en las que sale a relucir el
cuchillo, que los canarios saben manejar muy bien. En el caminar con rapidez
no hay quien les gane y son realmente de admirar la osadía y la destreza con
las que los pastores, apoyados en sus hastias, saltan, en las montañas, de una
peña a otra, a menudo sobre los precipicios más escalofriantes.
Además de esto, tiran muy bien con la honda; y
la piedra que lanzan sólo con la mano alcanza su objetivo con
toda certeza. No menos populares entre ellos son el tiro al blanco con una barra
de hierro y el juego de la pelota. De las demás diversiones populares nos limitaremos
a mencionar las peleas de gallos, en las que
se apuesta, aunque un poco menos que
en Inglaterra. También se han intentado imitar, en Tenerife, las corridas de toros, pero con poco éxito, pues
las vacas, que son las únicas que se han utilizado para ello, muestran
menos acometividad y trapío que los toros andaluces. (Francis Coleman
Mac-Gregor, [1831] 2005: 143-144)
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