EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1791-1800
CAPÍTULO XLI-V
Eduardo Pedro Garcia Rodriguez
1804.
Los
naturales de Lanzarote lo mismo que los de Fuerteventura hasta
principios del corrte. siglo XIX usaban cierto sayo o redingote
denominado marsellés, quizá porque su origen sería de Marsella,
era de lana muy burda y de grueso tejido que remataba por dentro a manera de
felpudo; su color pardo y el exterior de las mangas adornado con
pedazos de paño encarnado y otros colores. Costaba cada marsellés
desde seis a doce pesos, porque eran de mucha
duración y porque no siempre se podían traer a las islas a causa de las
guerras. Así fue que durante la que comenzó contra Inglaterra a fines del año 1804, como la gente necesitaba de abrigo, Dn.
Francisco Aguilar comerciante a
quien hemos tenido ocasión de nombrar en el discurso de esta memoria, discurrió el hacer una imitación
de estos marselleses con paño azul o
pardo forrados con bayeta verde o colorada y sus vivos en las costuras, cuya vestimenta agradó a la gente del campo que se apresuró a suplirse con estos nuevos sayos
cada uno de los cuales costaba de 6 a 8 pesos. Esta fecha y
origen tiene dicho vestuario en la
isla de Lanzarote. (J.A. Álvarez
Rixo, 1982:216-227)
1804.
El presbitero Dn. Pedro Ginori, venía del pago de Masdache
a decir misa al Puerto de Arrecife (Lanzarote). A
cosa de media legua de éste, en el arenal
nombrado el Jable, no pudiendo dice, tolerar la fuerza del viento y la arena que le azotaba la cara, se apeó
del burro, y se tendió boca abajo hasta ver si amainaba
algo. Estando algunos minutos así, reparó
que ya no oía ruido, y confiado que había cesado la violencia del aire; fue a levantarse y tuvo que
forcejar, porque se hallaba cubierto
de arena como si le hubiesen sepultado. Asustóse, y prosiguió el camino, porque si continuara más tiempo sin
levantarse tal vez no lo hubiera logrado. Otro lance con el viento. Cierta lanchilla en la cual iba a pescar un
negro su dueño, nombrado Juan Domínguez y su hijo, la sopló el norte con tanto ímpetu un día del año 1810, que se
cansaron de remar y abandonaron a la Providencia, e iban directos a la costa de África. Sus convecinos le estimaban por honrado, y
compadecidos, salieron en su busca en una goleta que logró hallarlos
cerca de Berbería, medio muertos de hambre y de congoja. (J.
Álvarez Rixo, 1982:82)
1804.
Como ya dijimos al principio de
este capítulo, la viticultura es una de las
principales ramas de la agricultura isleña. El vino mejor, y el único que entra en el tráfico comercial, se obtiene en
Tenerife y Gran Canaria; el vino de menor calidad que producen las otras
islas o bien se consume allí mismo, o bien se
transforma enseguida en aguardiente para ser enviado a La Habana.
Si atendemos al promedio del quinquenio que va de 1800 a 1804, la cosecha de
vino produjo, anualmente, unas 43.380 pipas de 100 galones, sin
contar entre 12.000 y 15.000 pipas que, inmediatamente después de la vendimia, se destilaron para
aguardiente. De la mencionada cantidad
de 43.380 pipas proceden 24.846 sólo de Tenerife, mientras que 4.848 vienen de Gran Canaria, 4.358 de La Palma y las 9.235 pipas restantes
de las demás islas, con excepción de Fuerteventura, donde se cosecha muy poco o ningún vino. No
obstante, la viticultura ha disminuido
mucho en los últimos diez años y, actualmente, lo que se cosecha en todas las Islas difícilmente sobrepasa las
40.000 pipas. Bandini refleja, para 1813, la cantidad de 37.618 botas,
que equivalen a 43.354 pipas. El
precio del vino a pie de viña, que antes de la paz era de 15 libras esterlinas
por bota de 105 galones,
está ahora sólo a 3 ó 4
libras.
Al cultivo de la barrilla (Mesembryanthemum
crystallinum) se han aplicado los
isleños sólo en los últimos cincuenta años y, además, exclusivamente en Lanzarote y Fuerteventura, cuyo suelo
resulta especialmente adecuado para
ello. La cosecha de estas plantas tiene lugar durante los meses de julio y agosto. Y, después de haber sido
secadas al sol, se queman en fosas
hechas en el suelo, produciendo, como es sabido, una sal alcalina, que, con el nombre de sosa o barrilla,
se exporta al extranjero en cantidades
significativas. Desde 1800 a
1804 se obtuvo un promedio de 42.991
quintales de barrilla, en Lanzarote, y 31.600, en Fuerteventura Sin
embargo, se ha incrementado tan considerablemente, desde entonces, el cultivo de esta planta, que puede calcularse su
producto en un promedio de 200.000
quintales anuales. Solamente desde Lanzarote se exporto un promedio de 70.000
quintales de barrilla al año entre 1819 y 1821), y desde Fuerteventura
debe de haberse exportado todavía más. Actualmente y en las Islas, el quintal cuesta entre 31/2 y 4 libras esterlinas.
Los bajos
precios que se pagan, actualmente, al viticultor por su producto,
con los cuales (principalmente, debido a la paralización del comercio) a éste le es
imposible subsistir, han provocado que muchos agricultores hayan pensado en cultivar otras plantas, siendo, sobre todo, el
algodón, el café y el tabaco aquéllas
en que han puesto sus ojos, porque se adecuan totalmente al suelo y al clima de Canarias. Las plantas de algo don se dan muy bien, sin que su cultivo necesite
el menor esfuerzo, y p<> drían
constituir un artículo de comercio importante, si los canarios miraran con menos indiferencia un producto al que
tienen que agradecer su bienestar
otros pueblos. La planta produce dos cosechas anuales, si cada tres años
se corta el tronco. El algodón es de tan buena cualidad que pues de compararse
al de Pernambuco, de manera que, en el extranjero, donde hasta ahora sólo se han visto algunas muestras del
mismo, se le sabría apreciar como
mercancía. Actualmente se obtienen sólo unas 50.000 li liras anuales de algodón para consumo propio; sin
embargo, varios pro pietarios de
fincas han empezado recientemente, en Tenerife, a plantar algodón, que se ha dado muy bien. Aunque todavía
no hay plantaciones de café
propiamente dichas, en algunas fincas del noroeste de Tenerife se han realizado ciertos intentos para plantar árboles de
café, que han resultado muy
satisfactorios. El café que se ha producido allí no desmerece en calidad del que se produce en América; sin
embargo, se plantea el problema, aún
no resuelto, de si podrá competir en precios con éste. También hay plantas de tabaco, que a menudo se ven crecer en
estado salvaje, merecerían la
atención de los agricultores, si se contara con la posibilidad de que el
gobierno permitiera su cultivo generalizado, cosa que, hasta ahora, constituye
un privilegio de pocas personas, estando sometido, además, a determinadas restricciones. Pero difícilmente
sucederá esto, mientras el estanco de
Tabaco pueda ganar un céntimo en las Islas y la isla de Cuba siga siendo
una colonia española.
En suma, la
agricultura es una de las mas importantes fuentes de riquezas de las Islas, aunque sus habitantes se hallan, como hemos
visto, muy por del ras de la mayoría de
los pueblos de Europa, debido a su nula conciencia congénita y a su falta de iniciativa, sobre todo en el caso
de las dos islas más orientales y de las
más pequeñas. Entre las causas principales del miserable estado en que se
encuentra, podemos citar la carencia absoluta de buenos caminos y carreteras, lo cual dificulta mucho la
comunicación de los pueblos entre sí; el mal uso de
las fuentes existentes en lo que respecta a una implantación generalizada del
riego artificial allí donde las
circunstancias del lugar lo permitan; la excesiva cría de cabras que, en la mayoría de las islas, supone un gran perjuicio
para la vegetación, unida al descuido
existente en vallar las fincas; la exigua duración de los pocos arriendos existentes y la interminable
división de la propiedad de los fundos mediante
la entrega de pequeñas parcelas de las tierras de cultivo
a distintos medianeros, así como la completa dependencia en que se mantiene a esta desgraciada gente; la relativa
tendencia a la emigración, que priva a
las Islas de mucha mano de obra útil, y los elevados jornales que dicha
emigración trae como consecuencia; la inalienabilidad de la propiedad de los fundos, la cual se encuentra
mayormente en manos muertas; y,
finalmente, las enormes cargas que gravan por doquier las tierras de cultivo en beneficio de mayorazgos,
conventos, hermandades religiosas y
fundaciones piadosas, además de la mala repartición del diezmo eclesiástico. Asimismo han contribuido muchísimo
a perjudicar el estado de la agricultura todas las imperfecciones derivadas de
la condición política y eclesiástica de las
Islas, así como los prejuicios profundamente arraigados en el pueblo llano
contra cualquier tipo de mejora en los métodos
y procesos agrícolas. (En: Francis Coleman Mac-Gregor [1831] 2005: 208-210)
1804 Abril 8. Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria).
“En este día, Domingo a la noche,
mataron un estudiante de Fuerteventura que llamaban Velázquez, habiendo
concurrido con otros estudiantes a un baile que se hizo en casa de las Morenas
Patricias en la calle de la
Carnicería, junto al callejón de Botas, y según declaraciones
empesando en la calle de la
Pelota, enfrente del maestro José Magás, asta medio callejón
de Botas, que lo pusieron los mismos del delito, y su muerte fue una puñalada
que le dieron por la parte de los compañones, que le llegó asta medio estómago.
El tal muerto se llamaba Basilio; se enterró a las treinta horas de su
desgracia en la Hermita
de San Antonio Abad, haviendo salido el entierro del ospital.
Su edad hera de 21 años, su asistencia hera en el combento
Agustino».
Hasta aquí, la narración de los
hechos; pero no se contentaba don Antonio Béthencourt -tal es el narrador- con
referir, sino que completaba la información, como el más meticuloso periodista;
y no otra cosa estaba haciendo, sino la crónica viva de la ciudad.
«De pronto -continúa- se puso
preso un estudiante Sosa de Lanzarote, y otro Cabrerita, de Lanzarote también,
y Roverto Masías, seglar, que estos tres son los primeros agresores a que se le
acumularon de pronto; estos estuvieron sueltos en la cárcel 7 días, y a los 8
les pusieron grillos y se pasaron a Sosa en el calaboso, ya los otros cada uno
en su quarto, y en el día 15 de Agosto de este mismo año [1804], a la noche, se
salieron de la cársel el dicho Roverto y Sosa, llevándose los cofres y
colchones consigo, de quias resultas le pusieron preso al Alcalde y Alcaides, a
Juan el barbero, porque consistió en aquella noche que ellos hiciesen un
ponche, en que al parecer fue motibo para embriagarse el calselero y calseleros
para que ellos tuvieran la libertá de salir". y , al final, una última
noticia, de un gran interés: «A rresultas de esto, pusieron preso a don
Brasiliano, hermano del don Roverto, y a don Antonio Hermosilla, casado con la Bacharela, en la cársel.
Estos dos salieron debajo de fianza al cabo de quatro meses
más o menos. y el calselero fue desterrado aun presidio por 6 años".
Efectivamente, páginas adelante,
consigna Béthencourt: « Diziembre de 1804.-Nota.-En este día 4, día de Sta.
Bárbara, salió de la cársel don Brasiliano Afonso y don Antonio Hermosilla,
casado con la Bacharela»,
Álvarez Rixo, que escuchó la relación del suceso de boca del propio Afonso,
añade algún detalle, no digno de despreciar. «Suscitóse -dice Álvarez Rixo-
contrapunteo entre éste y los tres llegados [Cabrera, Afonso y Sosa]: salió a
la calle Velázquez, y parece que se le oyó decir a Roberto dirigiéndose a Sosa,
dárne acá el puñal, y a poco Velázquez, bamboleándose y derramando torrente de
sangre, cayó junto a la pared en la cual dejó fijado el molde de su mano
ensangrentada. su herida fue mortal':s ~ aquí viene la expl.icaciól, de don
Graciliano en el suceso; explicación que, al decir de Alvarez Rixo, la hacía en
presencia de dos amigos suyos, don Carlos Huguenaire, suizo, y don Míguel
Arroyo, a quíenes Afonso refería < lances apurados e ingeniosos, dignos de
recuerdo. <Aconteció -continúa Álvarez Rixo- que D. Graciliano se quejaba de
falta de salud. Al efecto, le recetaba el médico, y en unos de los días que
tomó un purgante y que a varias horas, hasta las 9 y 10 de la noche, entraban y
salían en su cuarto distintas personas para saber qué tal se hallaba, dejándole
recogido en su cama cerrado por fuera, le encontraron en ella dormido al
amanecer del siguiente día, al venir a abrir la puerta de su cuarto los fámulos
del Colegio: sucedió que en aquella misma noche habían desaparecido los reos de
la Cárcel,
cuyos grillos se hallaron limados en la prisión. .4 Los oyentes desearon saber
más detalles de fuga tan espectacular, pero don Graciliano tuvo mucho cuidado
de no dar nombres propios; aunque <yo -dice Álvarez Rixo- ya de algunos años
antes estaba bien impuesto del particular. y éstos fueron los detalles que
silenció don Graciliano: de la casa del Sr. Navarro -en aquellos años alumno de
Afonso y más tarde beneficiado de la Catedral- <se habían remitido las limas a la
cárcel, introducídas en el pan, y que por Triana se embarcaron los reos. Sosa,
después de salir de <una pipa de vino, en la cual verificó su escape,
desembarcó en el Puerto de La
Orotava en el buque anglo-americano donde habían verificado la huída; Cabrera resídió
en Estados Unidos hasta 1815, fecha en que regresó a Canaria por no recaer
sobre él culpabilidad; de don Roberto, el presunto asesino, nada dice Álvarez
Rixo, aunque sí es seguro que no volvió a Canaria. (Alfonso Armas Ayala;
1958:47-9)
1804 Septiembre 19. La noche, fue en extremo tormentosa en el
Puerto de Mequínez (Puerto de la
Cruz) Chinech. Como consecuencia del mal tiempo reinante, los
bergantines La Tenería,
y el Santo Cristo, que estaban fondeados en el Rey, sufrieron las furias
de la marejada, la cual lanzó a los dos navíos sobre las rocas, con tal ímpetu
que ambos terminaron destrozados. Algunos tripulantes trataron de arriar los
botes de a bordo pero el estado del mar hizo imposible la maniobra.
Posiblemente hubiesen fallecidos todos de no ser por la ayuda que desde tierra
organizaron los barqueros, los cuales fueron compensados por don Roberto Power,
con treinta pesos corrientes. A pesar de los auxilios prestados, hubo que
lamentar la muerte de dos marineros del bergantín Tenería.
1804 Diciembre 9. La Corbeta María Pita que transporta la Real Expedición
que trasladaba la vacuna desde España
hasta las colonia españolas en el continente americano. Tras los
preparativos, la Expedición
había zarpa del puerto de La
Coruña el 30 de noviembre de 1803, arriba al puerto de Santa
Cruz de Tenerife después de 10 días de navegación. La isla de Tenerife se
erigió en un centro difusor del fluido vacuno para las demás islas que forman
el Archipiélago Canario. Se crean pequeñas expediciones, que desde cada una de
las islas llegan a Tenerife demandando la vacuna. El proceso es sencillo. Desde
cada isla del archipiélago se forma un equipo compuesto por un facultativo y un
grupo de niños con el fin de contagiarse la vacuna y llevarla fresca en sus
brazos hasta la isla de procedencia.
Los expedicionarios estuvieron en esta isla canaria escasamente un mes.
Durante este tiempo realizaron tres vacunaciones generales en las que se
trasmitía la vacuna a toda persona que lo demandaba. Cuando Balmis pensó que su
labor había concluido, se dispuso la salida para no demorar la llegada a
América. La Expedición
abandonó Tenerife el día 6 de enero de 1804. En este día feriado se hizo vela de esta rada rumbo a Puerto Rico corbeta María Pita, conductora de la
expedición marítima de la vacuna.
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