Siniquitate Historiador compartió la foto de Juan Francisco Santana Domínguez.
Canarias y el colonialismo. Este
artículo no es nuevo, aunque sí es nuevo parte de él, pues en otra ocasión ya
fue publicado en este espacio para que pudiera ser
leído y se pudiera reflexionar sobre una cuestión que preocupa a muchos
canarios y no canarios.
También
pretende ser un complemento a otro que hace tan solo unos pocos días publiqué
en este espacio, el titulado “Soy canario, soy africano”. Yo soy consciente que
este tema es complejo y difícil de abordar por la gran mayoría. Soy partidario,
totalmente convencido, de un movimiento pacífico que se caracterice por la
fuerza de la palabra y del respeto. Es muy fácil comprobar que las mayorías
tienen mucho peso, sobre todo cuando son apoyadas por parte de las minorías
afectadas, pero ello no quiere decir que estén siempre en lo cierto. En
Historia no siempre las cosas que se descubren son las que uno desea escuchar
y, en ocasiones, se sacan a la luz las vergüenzas y las falsedades históricas
que nos disminuyen y que no quisiéramos haber escuchado o leído. Lo cierto es
que la historia es lo que es y no lo que algunos quisieran que fuese. Los
mensajes interesados, y falseados, que se repiten una y otra vez, a lo largo
del tiempo y de forma injusta, se convierten, en muchas ocasiones, en verdades,
aún no siéndolas. Mi intención es reflexionar sobre una cuestión que no se
aborda de la misma manera según se trate de un lugar o de otro del planeta,
según sea una potencia u otra la afectada y en tal sentido se puede extrapolar
a muchos otros lugares de la
Tierra. Podemos leer que en el terreno político una colonia
puede ser un asentamiento o forma de poblamiento llevado a cabo hasta el siglo
XIX o también puede ser un territorio sujeto a la administración y gobierno de
un país remoto, llamado metrópoli. ¿Por qué explicar lo que es o podría ser una
colonia en este momento? La respuesta está en lo que el Presidente del Gobierno
Español dijo con respecto a Gibraltar, afirmando que es una colonia, que lo es,
y que en Europa no se debe permitir un caso de colonialismo porque va contra lo
que en la Unión Europea
se piensa al respecto. Habla de anacronismo histórico. Está muy acertado, al
menos por esta vez, pero debe tener cuidado porque, de forma evidente, debe
mirar hacia África. En esta ocasión voy a abordar el caso que me es más cercano
geográficamente pero que no por ello se vaya a pensar que me olvido de otros
lugares y situaciones. En mi ignorancia yo me pregunto: ¿Canarias que es
entonces? Si tenemos claro que desde el punto de vista geográfico son islas
africanas pues nos lleva a pensar a tal respecto. En antropología podemos ver
que el colonialismo es la dominación política, social, económica y cultural de
un territorio y su gente por una potencia extranjera por un tiempo prolongado.
Esa premisa se da de pleno en el caso de las Islas Canarias. La expansión
colonial europea se vio favorecida por la mejora de los transportes en aquellos
alejados siglos XV y XVI cuando los europeos, fundamentalmente castellanos,
aragoneses y portugueses se lanzan al océano a conquistar nuevas tierras. Las
nuevas colonias compraban cantidades masivas de bienes y enviaban, a cambio,
otros productos, en nuestro caso, y por poner ejemplos, azúcar y vino. En
Canarias podemos pensar que se llevó a cabo un genocidio cultural, si tenemos
en cuenta el concepto expuesto por Robert Haulin, quien partió, en su tesis, de
la denuncia de genocidio cultural que hizo Jean Malaurie, en el año 1968, para
referirse a la destrucción de las culturas indígenas. Pierre Clastres define
etnocidio como la destrucción sistemática de los modos de vida y pensamiento de
gentes diferentes a las que imponen la destrucción. El etnocidio, aplicando la
premisa etnocéntrica, se ejerce "por el bien del salvaje". Si el
genocidio liquida los cuerpos, el etnocidio mata el espíritu. Ambas premisas se
pusieron en práctica en Canarias y como consecuencia se logró hacer ver a lo
largo del tiempo que estas islas eran españolas cuando en realidad no fue así
ni se aceptó aquella atrocidad. Entre otras cuestiones se llevó a cabo la
imposición por la fuerza de la nueva lengua haciendo que el amazigh, la lengua
que se hablaba en Canarias, poco a poco, se perdiera debido a que no les era
permitido a los canarios hablar en una lengua que no entendían los dominadores
europeos. Así sólo en los hogares se mantuvo aquella ancestral lengua mientras
que en el espacio público no se permitía, y en muchos casos no se atrevían
debido al miedo y a las consecuencias funestas que les podía ocasionar. El
contacto interétnico puede ir seguido de destrucción, dominación, resistencia,
supervivencia, adaptación y modificación de las culturas nativas y todo eso se
dio en Canarias. En los encuentros más destructivos las culturas nativas se
enfrentan a la aniquilación, a la destrucción típica de la era del colonialismo
y expansionismo. Según Bodley, en sus estudios sacados a la luz en el año1988,
al encuentro inicial suele seguir una fase de choque. Los foráneos pueden
atacar o explotar a los nativos lo que conlleva aumento de mortalidad, quebrar
la subsistencia, fragmentar los grupos de parentesco o inspirar nuevos
movimientos religiosos. De forma evidente, y recogida, en parte, en las
crónicas, estas atrocidades se dieron. Durante la fase de choque puede darse
represión civil respaldada por la fuerza militar, factores que pueden llevar al
colapso cultural de la tribu o pueblo asaltado, produciéndose un etnocidio o
bien puede llevar a su extinción física o también llamado genocidio. Ambos
hechos se dieron, en diferentes medidas, en todos los pueblos ocupados, en unos
de forma más cruenta y en otros en menor medida, y en Canarias se dieron de
forma clara y manifiesta el genocidio, en gran parte de la población, y el
etnocidio que afectó a la totalidad. En antropología estudiamos estos hechos y
vemos como los foráneos suelen intentar rehacer los paisajes y culturas a su
propia imagen y semejanza, imponiendo sus propios patrones culturales a pesar
de que estos modelos puedan resultar inadecuados y así perdimos, entre otras
muchas cuestiones, la libertad y la lengua, pasando a ser un pueblo sometido,
esclavizado y culturalmente aplastado. Sobre estas cuestiones se podría hablar
largo y tendido, a unos gustarán y a otros les resultarán incómodas e incluso
desacertadas pero lo cierto es que todo ello se dio en Canarias, en unas islas
africanas que se vieron ocupadas por la fuerza de las armas, imponiéndose una
cultura nueva que no fue elegida, precisamente, por los que habitaban estas
islas. Para los que son ajenos o distantes a este problema sólo les invito a
que miren, y comparen, en un mapa, la distancia que separa a las Islas Canarias
de España y de África y con sólo esa imagen visual están contestadas muchísimas
cuestiones. Yo, como en otros artículos ya he escrito, soy canario y africano y
eso nadie, ni nada, puede impedírmelo porque mis sentimientos son los que son.
Deseo que los canarios nos unamos, partiendo de la premisa del mestizaje
cultural que hace que seamos canarios todos los que aquí vivimos y sentimos
este sentimiento de canariedad, de pertenencia, de luchar, con la fuerza de la
palabra, por CANARIAS. La única manera es trabajar juntos, todos muy unidos,
haciendo que las ochos islas sean un sentimiento, un deseo de recuperar nuestra
pertenencia a un continente al que estamos muy unidos. Nuestra NACIÓN CANARIA
es posible si sólo tenemos un lema: TODOS UNIDOS PODEMOS. Desde el Hierro hasta
Lanzarote, desde la Gomera
a Fuerteventura, desde La Palma
a la Graciosa,
desde Tenerife a Gran Canaria que sólo se escuche un grito: NACIÓN CANARIA. Así
seremos fuertes y podremos impedir los intereses de aquellos que sólo ven el
lado económico y no el de pertenencia y de amor a nuestra historia y a nuestro
territorio. Para terminar sólo decir que CANARIAS ES PARTE DE ÁFRICA y no de
Europa y los sentimientos de pertenencia no se imponen, simplemente se sienten.
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