sábado, 14 de diciembre de 2013

COMPARTIMOS ESTA INTERESANTE Y DOCUMENTADA REFLEXIÓN DEL HISTORIADOR



Siniquitate Historiador compartió la foto de Juan Francisco Santana Domínguez.




Canarias y el colonialismo. Este artículo no es nuevo, aunque sí es nuevo parte de él, pues en otra ocasión ya fue publicado en este espacio para que pudiera ser leído y se pudiera reflexionar sobre una cuestión que preocupa a muchos canarios y no canarios.

También pretende ser un complemento a otro que hace tan solo unos pocos días publiqué en este espacio, el titulado “Soy canario, soy africano”. Yo soy consciente que este tema es complejo y difícil de abordar por la gran mayoría. Soy partidario, totalmente convencido, de un movimiento pacífico que se caracterice por la fuerza de la palabra y del respeto. Es muy fácil comprobar que las mayorías tienen mucho peso, sobre todo cuando son apoyadas por parte de las minorías afectadas, pero ello no quiere decir que estén siempre en lo cierto. En Historia no siempre las cosas que se descubren son las que uno desea escuchar y, en ocasiones, se sacan a la luz las vergüenzas y las falsedades históricas que nos disminuyen y que no quisiéramos haber escuchado o leído. Lo cierto es que la historia es lo que es y no lo que algunos quisieran que fuese. Los mensajes interesados, y falseados, que se repiten una y otra vez, a lo largo del tiempo y de forma injusta, se convierten, en muchas ocasiones, en verdades, aún no siéndolas. Mi intención es reflexionar sobre una cuestión que no se aborda de la misma manera según se trate de un lugar o de otro del planeta, según sea una potencia u otra la afectada y en tal sentido se puede extrapolar a muchos otros lugares de la Tierra. Podemos leer que en el terreno político una colonia puede ser un asentamiento o forma de poblamiento llevado a cabo hasta el siglo XIX o también puede ser un territorio sujeto a la administración y gobierno de un país remoto, llamado metrópoli. ¿Por qué explicar lo que es o podría ser una colonia en este momento? La respuesta está en lo que el Presidente del Gobierno Español dijo con respecto a Gibraltar, afirmando que es una colonia, que lo es, y que en Europa no se debe permitir un caso de colonialismo porque va contra lo que en la Unión Europea se piensa al respecto. Habla de anacronismo histórico. Está muy acertado, al menos por esta vez, pero debe tener cuidado porque, de forma evidente, debe mirar hacia África. En esta ocasión voy a abordar el caso que me es más cercano geográficamente pero que no por ello se vaya a pensar que me olvido de otros lugares y situaciones. En mi ignorancia yo me pregunto: ¿Canarias que es entonces? Si tenemos claro que desde el punto de vista geográfico son islas africanas pues nos lleva a pensar a tal respecto. En antropología podemos ver que el colonialismo es la dominación política, social, económica y cultural de un territorio y su gente por una potencia extranjera por un tiempo prolongado. Esa premisa se da de pleno en el caso de las Islas Canarias. La expansión colonial europea se vio favorecida por la mejora de los transportes en aquellos alejados siglos XV y XVI cuando los europeos, fundamentalmente castellanos, aragoneses y portugueses se lanzan al océano a conquistar nuevas tierras. Las nuevas colonias compraban cantidades masivas de bienes y enviaban, a cambio, otros productos, en nuestro caso, y por poner ejemplos, azúcar y vino. En Canarias podemos pensar que se llevó a cabo un genocidio cultural, si tenemos en cuenta el concepto expuesto por Robert Haulin, quien partió, en su tesis, de la denuncia de genocidio cultural que hizo Jean Malaurie, en el año 1968, para referirse a la destrucción de las culturas indígenas. Pierre Clastres define etnocidio como la destrucción sistemática de los modos de vida y pensamiento de gentes diferentes a las que imponen la destrucción. El etnocidio, aplicando la premisa etnocéntrica, se ejerce "por el bien del salvaje". Si el genocidio liquida los cuerpos, el etnocidio mata el espíritu. Ambas premisas se pusieron en práctica en Canarias y como consecuencia se logró hacer ver a lo largo del tiempo que estas islas eran españolas cuando en realidad no fue así ni se aceptó aquella atrocidad. Entre otras cuestiones se llevó a cabo la imposición por la fuerza de la nueva lengua haciendo que el amazigh, la lengua que se hablaba en Canarias, poco a poco, se perdiera debido a que no les era permitido a los canarios hablar en una lengua que no entendían los dominadores europeos. Así sólo en los hogares se mantuvo aquella ancestral lengua mientras que en el espacio público no se permitía, y en muchos casos no se atrevían debido al miedo y a las consecuencias funestas que les podía ocasionar. El contacto interétnico puede ir seguido de destrucción, dominación, resistencia, supervivencia, adaptación y modificación de las culturas nativas y todo eso se dio en Canarias. En los encuentros más destructivos las culturas nativas se enfrentan a la aniquilación, a la destrucción típica de la era del colonialismo y expansionismo. Según Bodley, en sus estudios sacados a la luz en el año1988, al encuentro inicial suele seguir una fase de choque. Los foráneos pueden atacar o explotar a los nativos lo que conlleva aumento de mortalidad, quebrar la subsistencia, fragmentar los grupos de parentesco o inspirar nuevos movimientos religiosos. De forma evidente, y recogida, en parte, en las crónicas, estas atrocidades se dieron. Durante la fase de choque puede darse represión civil respaldada por la fuerza militar, factores que pueden llevar al colapso cultural de la tribu o pueblo asaltado, produciéndose un etnocidio o bien puede llevar a su extinción física o también llamado genocidio. Ambos hechos se dieron, en diferentes medidas, en todos los pueblos ocupados, en unos de forma más cruenta y en otros en menor medida, y en Canarias se dieron de forma clara y manifiesta el genocidio, en gran parte de la población, y el etnocidio que afectó a la totalidad. En antropología estudiamos estos hechos y vemos como los foráneos suelen intentar rehacer los paisajes y culturas a su propia imagen y semejanza, imponiendo sus propios patrones culturales a pesar de que estos modelos puedan resultar inadecuados y así perdimos, entre otras muchas cuestiones, la libertad y la lengua, pasando a ser un pueblo sometido, esclavizado y culturalmente aplastado. Sobre estas cuestiones se podría hablar largo y tendido, a unos gustarán y a otros les resultarán incómodas e incluso desacertadas pero lo cierto es que todo ello se dio en Canarias, en unas islas africanas que se vieron ocupadas por la fuerza de las armas, imponiéndose una cultura nueva que no fue elegida, precisamente, por los que habitaban estas islas. Para los que son ajenos o distantes a este problema sólo les invito a que miren, y comparen, en un mapa, la distancia que separa a las Islas Canarias de España y de África y con sólo esa imagen visual están contestadas muchísimas cuestiones. Yo, como en otros artículos ya he escrito, soy canario y africano y eso nadie, ni nada, puede impedírmelo porque mis sentimientos son los que son. Deseo que los canarios nos unamos, partiendo de la premisa del mestizaje cultural que hace que seamos canarios todos los que aquí vivimos y sentimos este sentimiento de canariedad, de pertenencia, de luchar, con la fuerza de la palabra, por CANARIAS. La única manera es trabajar juntos, todos muy unidos, haciendo que las ochos islas sean un sentimiento, un deseo de recuperar nuestra pertenencia a un continente al que estamos muy unidos. Nuestra NACIÓN CANARIA es posible si sólo tenemos un lema: TODOS UNIDOS PODEMOS. Desde el Hierro hasta Lanzarote, desde la Gomera a Fuerteventura, desde La Palma a la Graciosa, desde Tenerife a Gran Canaria que sólo se escuche un grito: NACIÓN CANARIA. Así seremos fuertes y podremos impedir los intereses de aquellos que sólo ven el lado económico y no el de pertenencia y de amor a nuestra historia y a nuestro territorio. Para terminar sólo decir que CANARIAS ES PARTE DE ÁFRICA y no de Europa y los sentimientos de pertenencia no se imponen, simplemente se sienten.

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