UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1800-1900
CAPÍTULO XLI-XIX
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1816 Enero 12.
Cierto es que las Cortes
españolas habían decretado la habilitación de los puertos las islas menores e
incluso el de Tamaránt con relación a las colonia de América, pero con la
onerosa condición de que el retorno se hiciera forzosamente en la rada de Añazu
n Chinech (Santa Cruz de Tenerife.) En un informe que autorizaba el intendente
Paadín, encontramos los párrafos siguientes que arrojaban mucha luz sobre este
asunto: "Así pues -dice el citado funcionario español -, combinando el
buen desempeño del servicio con la economía del erario y la utilidad franca y
segura de las islas, sin dejar de atender a las rentas ordinarias, propongo que
la habilitación de esta provincia debe coartarse a los puertos siguientes: este
puerto de Añazu (Santa Cruz,) el de Tamaránt (Canaria) y Benahuare (La Palma?
para las exportaciones a América, y para las introducciones sólo el de Añazu
(Santa Cruz). Para el comercio con el extranjero quedan habilitadas las islas
de Chinech (Tenerife,) Tamaránt (Canaria) y Benahuare (La Palma) en lo tocante
solamente a la introducción, y para la exportación sea para lo que todas las
siete lo estén".
Mientras se hallaban aún
pendientes estas cuestiones, concluía la guerra de la metrópoli con Francia y
entraba el rey Fernando en España, aboliendo con un decreto el régimen
constitucional y todas las resoluciones de las Cortes españolas. Los
absolutistas, de los cuales había muchos en la colonia especialmente entre la
oligarquía y el clero católico, manifestaron su alegría con ruidosos actos de
adhesión al trono de la metrópoli, persiguiendo a los liberales con sus
delaciones y atropellos.
Soverón volvió a entregar el
mando en la parte política a La Buría y se retiró a España, procurando que su
nombre fuese olvidado en medio de la reacción que comenzaba.
Disolvióse la diputación en la
colonia, cesaron los ayuntamientos de nueva creación, entrando a ejercer los
cargos concejiles los que los desempeñaban en 1808, y la Audiencia recobró sus
antiguas atribuciones. El general La Buría, protegido por la camarilla del rey,
conservó su puesto de virrey en la colonia
y aquellos mismos labios que habían llamado a la Constitución de
española de grandioso y liberal sistema, la apostrofaba después, llamándola con
insolencia sistema de infausta recordación. Este era La Buria.
1816 Marzo 19. Por su actuación en la Batalla de la Isla de
Margarita le fue concedida por el Gobierno Español al Coronel Gorrín (vecino de
Tamaimo, en Taxo, Actual Santiago del Teide ) la Banda de Honor, consistente en
una faja con los colores de pabellón español, que le fue impuesta por el
Capitán General de La Provincia de Venezuela don Salvador Morso.
1816. Julio 20. Nos
consta, en primer lugar, la actividad corsaria llevada a cabo por un barco
argentino y la contraofensiva del Capitán General en el verano de 1816. El 20
de julio, el capitán de puerto de Santa Cruz de Tenerife daba parte al
Comandante General, Pedro Rodríguez de La Buría, del avistamiento, con las
primeras luces del alba, de una goleta y dos bergantines a una distancia de
entre siete y ocho millas al Este de la Plaza; y que, "cruzando dos
botes con frecuencia de ella a uno de los bergantines, aparentaban
ser estas gestiones algún saqueo".
A las dos
de la tarde, se vio como era capturado un barco del tráfico interior de
las Islas, el "San Juan", que transportaba ganado desde el
puerto de Gáldar a Tenerife. Su patrón declaró, una vez llegado a tierra, que
la goleta era de
corsarios procedentes del Río de la
Plata, quienes el día 17 habían
abordado, en las cercanías del Salvaje, al bergantín "Rosario",
que había salido de Garachico con carga de maderas para Lanzarote, y
que, el día 19, habían apresado igualmente, en las inmediaciones de la Punta de Anaga, al bergantín español "Juliana"
que, poco antes, había zarpado de Santa
Cruz de Tenerife con rumbo a Mogador.
Los
capitanes de ambos bergantines, que atracaron poco después en Santa Cruz
de Tenerife en sendas lanchas con sus respectivas tripulaciones, describieron
a su vez su particular aventura.
Marcos
Cabrera, patrón del "Rosario", relató como hallándose a escasa distancia del Salvaje, se
encontró bajo el tiro de la goleta, en cuyo peñol
tremolaba una bandera angloamericana. Tras un disparo intimidatorio. su
bergantín fue hecho prisionero en nombre del Gobierno de las Provincias Unidas de Buenos Aires, y, en ese
instante, la goleta insurgente cambió
su enseña por "otra bandera con dos listas azules que dijeron era la que usaban los buques de aquel gobierno".
Al rato, Cabrera y sus hombres
fueron trasladados a bordo de la goleta insurgente, donde el patrón isleño
comprobó que la tripulación corsaria estaba integrada por marinos de diversas naciones, como españoles,
angloamericanos, portugueses y criollos
de Buenos Aires, y pudo observar, además, diferentes detalles sobre armamento y características del barco. Cabrera supo
también que sus captores habían
salido del Río de la Plata el día 1° de abril, y que, según le dijo su capitán, el raguseo Miguel
Ferreres, "su buque era el 56 de los corsarios
que se habían armado contra los españoles de Europa", y que llevaba por
nombre "La Independencia", (a) "La Invencible".
Sebastián
Badaró, capitán del "Juliana", señaló por su lado que fue hecho
prisionero a unas cuatro millas al Sur de la Punta de Anaga, aunque había
tratado de huir porque entendió que "acaso sería la goleta que se decía
cruzaba por estas Islas y apresó al bergantín 'Carmen' sobre la de
Lanzarote", pero la mar en calma no le permitió ganar puerto. Además, coincidió
con Cabrera en que la goleta insurgente y los dos bergantines en manos
corsarias seguían con rumbo al Oeste para remontar el Norte de Tenerife,
"con el fin de apoderarse de alguno de los buques menores que se ocupan
en la conducción de vinos, de cuyo artículo estaban muy faltos".
El Capitán
General informó con detalle a Madrid de cuanto había sucedido y,
paralelamente, el día 26, realizó gestiones ante el Real Consulado, para que de sus fondos se
libraran las cantidades necesarias, junto a otras
aportaciones de comerciantes, de cara a armar un barco capaz de apresar o ahuyentar a los insurgentes,
"mayormente cuando se esperan por instantes
varios buques de La Habana con intereses del Rey, y de particulares".
El
Real Consulado alabó la idea del Comandante General, pero traspasó el problema a los alcaldes
de Santa Cruz de Tenerife y del Puerto de la
Cruz, que debían obtener fondos de los comerciantes de sus respectivos distritos;
y, pese a las disposiciones que impedían "expender ni aventurar parte alguna" de sus caudales sin autorización
regia, prometió tratar el asunto en
una próxima sesión.
El alcalde
de la Villa santacrucera, empero, no encontró el apoyo adecuado para la empresa, y otro
tanto debió sucederle al del Puerto de la Cruz;
por ello, La Buría ordenó al primero que convocara una nueva junta y que
le remitiera listas de los concurrentes y de los ausentes "para dar cuenta a S.M.", sobre todo porque el capitán
del "Arriero", bergantín surto en el puerto e idóneo
para los fines propuestos, se disponía a partir "si no ve apariencias en
el comercio de esta Isla a adoptar sus proposiciones".
Mientras tanto, el Real
Consulado acordó mantenerse a la expectativa,
esto es, "que con vista de los esfuerzos que haga el Comercio para la seguridad
de los buques que se esperan, se reunirá nuevamente la Junta a fin de resolver acerca de la cantidad con que
(según sus fondos y facultades) pueda
acudir a un objeto de tanta importancia", y así se lo comunicó al Capitán
General.
Por fin,
el 2 de agosto, volvieron a reunirse los comerciantes santa-cruceros y
acordaron suscribirse con trescientos veinte y siete pesos fuertes, para hacer frente a los gastos
en víveres de la tripulación del "Arriero", según la
proposición realizada por su capitán Agustín Echevarría.
El
barco, efectivamente, se hizo a la mar al siguiente día, pertrechado y armado y
con una tripulación de ciento dos hombres, entre la propia del bergantín y la oficialidad, marinería
y milicia que se le unió en el puerto tinerfeño.
Hasta el día 8 recorrieron las aguas del crucero insular, bordeando las costas de Tenerife, La Palma y Gran
Canaria, sin que sus pesquisas dieran resultados positivos. El Capitán
General, no obstante, alabó la generosidad, franqueza y desinterés de
Echevarría, y de paso censuró la actitud del Real Consulado y del comercio
insular.
Mas,
parece que, en algunas ocasiones, el comportamiento de autoridades y
público no fue tan hostil hacia los corsarios insurgentes. En abril de 1819, el
Ayuntamiento de Icod acordó establecer un cordón sanitario en el
límite con Garachico, porque sus vecinos habían dejado desembarcar seis u
ocho pasajeros de una corbeta insurgente sin tomar las obligatorias medidas de
salud pública. Según acta del 17 de abril, los munícipes de Icod se
quejaban de "la impunidad con que se introdujeron, el agasajo con que fueron recibidos, el refresco
que se les franqueó y la falsa urbanidad con que
fueron acompañados y conducidos como en triunfo por las calles, casas y templos del dicho lugar", máxime teniendo
en cuenta que se trataba de una "tripulación compuesta de gente
inmoral y enemiga de los vasallos fieles de S.M.".
El acoso
de los buques corsarios, sin embargo, se dejó sentir nuevamente antes
de que terminara el indicado año de 1819. El Cabildo de La Palma,
pese a las presiones de la Intendencia de Reales Rentas de Tenerife, accedió a
admitir el retorno de tres bergantines llegados de América, por el peligro
real de que cayeran en manos insurgentes. Como diría el teniente coronel don
Mariano Norma:
"No
puede dudarse que la permanencia de la corbeta, goleta y bergantín por más de quince días sobre esta Isla, es
un crucero de Insurgentes por lo que
la plaza, por disposición del Sr. Gobernador, ha redoblado su celo con
retenes de Infantería y Artillería extraordinarios y rondas".
Ahora bien,
uno de los textos que mejor refleja el impacto del corso insurgente
en Canarias es, probablemente, un parte del Capitán General Juan
Ordovás del 30 de noviembre de 1821.
El origen
del citado informe estaba en las acometidas de un bergantín insurgente que había apresado
tres buques del tráfico interior al Norte de Gran
Canaria, con los que había fondeado en la rada de Arguineguín, para proveerse
de agua y víveres con objeto de "regresar al parecer a la Isla de la
Margarita, de donde eran procedentes'. Al poco tiempo, además, se había presentado otro barco, perteneciente a la
"llamada República de Colombia"
que, pese a su escasa dotación artillera, "nos ha constituido en un riguroso bloqueo, impidiendo la entrada y
salida de todo buque español, reconociendo
y apresando a unos, e incendiando a otros sin perdonar a los barcos
costeros".
Esta
situación, añadía el Comandante General, se veía agravada por la sequía, la escasez de
productos agrarios, la consiguiente subida del precio de los artículos de primera necesidad y, en definitiva, por el temor a embarcar los vinos, único renglón que proporcionaba
algunas ventajas comerciales. Pero,
sobre todo, porque:
"Las remesas de efectos y dinero que los
naturales de estas Islas, establecidos en nuestras Américas hacían anualmente
para el socorro de sus familiares, vari desapareciendo, y habiendo sido
hasta la presente la parte más principal de la riqueza de esta Provincia,
es consiguiente que marcha a su mayor decadencia".
En
síntesis, falta de numerario e impago de las contribuciones que repercutía,
asimismo, en la endeble organización de la defensa insular. Por ello, era
preciso que el Gobierno destinase a Canarias un buque de guerra, para evitar
males mayores.
Madrid
contestó, el 27 de abril de 1822, que se había trasladado el asunto al
Secretario de Marina, y que el Rey esperaba que en Canarias se contribuyera
por todos los medios a frenar los daños de los buques insur-gentes
Sin embargo,
poco hicieron unos y otros porque, aún en 1828, hizo su aguada en La Gomera un corsario
insurgente, tal vez más pirata que corsario,
"fingiéndose Norte Americano" (Manuel de Paz-Sanchez, 1994)
1817.
Y
con motivo de haber tratado de hallazgos en el mar, daremos aquí
también lugar a éste. Cierta tarde del año 1817, habiendo subido Dn.
Leandro Camacho a la azotea de Dn. Lorenzo Cabrera, divisó un grande
bulto oscuro que caminaba lentamente de E. a O. a favor de la
corriente, mucho más a fuera del castillo de S. Gabriel. Cuanto más miraba
con el anteojo más le parecía un barco volcado. Vino a la playa
tomó una lancha y fue a asegurar su presa. Pero vuelto a las nueve de la noche
supimos, era una grande ballena muerta y rodeada de tiburones cebándose
en ella. Sin embargo, se la echó un lazo y remolcó hasta vararla de
barras adentro en el islote del Quebrado, para poder despedazarla
y hacer aceite. Los pejes malos desde que la vieron en poca agua se huyeron.
Estaba aún casi entera y la medimos de largo 27 varas de Lanzarote, que como es
mayor que la castellana resulta esta mayor diferencia. (J. Álvarez Rixo, 1982:155).
1816 Octubre 16. En Chinech (Tenerife) tiene lugar la fundación de
"la logia escocesa de San Juan" conocida por Los Comendadores del
Teide, bajo el patrocinio del conde de San Lorenzo, según referencias de la
época. Sobre este taller se conservan algunos escasos documentos, entre ellos
el más importante es el cuadro lógico del 20 de mayo de 1817, que nos permite dilucidar
la importancia de sus miembros: Diego de Tolosa, Pablo Franchi Alfaro, Antonio
Álvarez Rafael Guezala, Vicente Ortiz, José Guezala, Juan de Megliorini, Manuel
Álvarez, Nicolás Massieu, José Sansón, Matías del Castillo, Antonio Primo de
Rivera, Gilberto Stuart Bruce, José Crosa y Domingo Madán.
Se trata de hombres vinculados a la milicia, al
comercio y a la actividad política local en la isla de Chinet (Tenerife).
1816 Noviembre 4.
El Tribunal de la Audiencia
aprueba un dictamen que considera necesario la división del
archipiélago canario en dos
diócesis. La aprobación definitiva se llevó a cabo en 1819.
1817. El empleo de las Milicias Canarias como fuerza represiva y no
defensiva resultó un completo fracaso en manos de los colonizadores porque los milicianos
se negaban a actuar contra sus propios hermanos o vecinos. Así, cuando el 8 de
enero de 1719 don Fernando del Castillo, coronel del Regimiento de Telde y
suegro de don Francisco Amoreto, intenta reprimir a los vecinos de Agüimes que
se habían quedado de retén en la ciudad de Winiwuada (Las Palmas) reclamando
las insignias (banderas y tambor) y armamento de su Compañía de Milicias, los
del Regimiento se niegan a ello -alegando que-al tiempo que se unían a los que
reclamaban las insignias. En Tejeda y Artenara no se pudo detener a las
principales instigadoras de los alzamientos ocurridos en 1817 y 1819 porque la
tropa de auxilio estaba compuesta por los maridos de parte de las mujeres
sublevadas. Iguales situaciones se dieron en Lanzarote en 1720 o en Tenerife
(La Orotava) en 1718 donde el clérigo criollo don José Viera y Clavijo previno
al comandante general que «no se fiase de los regimientos que tenía puestos en
armas (los de Güímar y Los Realejos) porque no tendría de ellos un hombre a sus
órdenes...».
1817. Valsequillo, Tamarant
(G. Canaria). Conflictos derivados de la usurpación
de las aguas de la Vega Mayor de Telde.
de las aguas de la Vega Mayor de Telde.
1817.
Establece su
residencia en el Puerto de Arrecife (Lanzarote) M.r Juan Hast, inglés de mucha instrucción, editor que había sido de
un periódico en Londres, quien
contrajo o ya padecía de escrófula en Tenerife, vino a Lanzarote a la fama de
que aquí se curaba este mal con el nombre de lamparones. Es así, pero sin que
sepamos la causa, este extranjero no consiguió su mejoría, falleció, y
no habiendo cementerio protestante, para no
escandalizar a los del país se le sepultó en el arenal del islote del
castillo. Hacemos honrosa mención de este sujeto porque él nos honró con su
pluma escribiendo algunos opúsculos sobre varias materias que observaba y
sabía en estas islas, los cuales se imprimieron en Londres y leyó el que escribe. (J. Álvarez Rixo, 1982:120)
1817.
En su viaje para España, arribó
al Puerto del Arrecife (Lanzarote) el
electo obispo de Astorga Dn. Santiago Bencomo, deán que había sido de la catedral de Canarias. Durante su
permanencia en Lanzarote se
relacionó con el Vble. cura Acosta, le apreció y persuadió a que se fuese con su Ilma. a Astorga.
Así lo hizo el cura; aunque sin renunciar
su curato hasta ver si aquel clima frío le adaptaba para colocarse.
Pero habiendo muerto su amigo y protector en
aquel país, el señor Acosta regresó a su parroquia del Arrecife con
gusto de sus feligreses, y satisfacción propia de haber visto algo del mundo. (J. Álvarez
Rixo, 1982: 64-65)
1817. Fallece el criollo capitán de milicias, Manuel V. Alonso del Castillo esposo
de Rita Antonia Oramas Bautista. Participó en la defensa de Añazu en Chinet
(Santa Cruz de Tenerife) ante el ataque de Nelson. Mostró gran preocupación por
la instrucción de sus convecinos, por lo que dejó parte de sus bienes para
sufragar una escuela para la juventud ramblera. Fue gran benefactor de la
iglesia de la secta católica en San Juan de la Rambla, en la que edificó la
capilla de la Concepción y la sacristía aneja; también donó su vivienda para
que sirviera de casa parroquial.
1817.
Ligeras
noticias para que el Sr. Dn. José Agustín Alvarez concluya su
Biografía del V. Dn.
Franco. Acosta Espinosa.
Presentado el Sr. Dn. canónigo Bencomo, deán de
la Catedral de Canaria en 1817 para el Obispado de Astorga, salió
de Canarias con destino a Cádiz: un recio temporal, sucedió a poco de su salida
le destrozó algunos palos del buque y le hizo arribar a Lanzarote para reponer estos estragos. Allí
trató al V. párroco,
e instruido de su buena conducta y demás
bellas circunstancias que adornaban a Dn. Franco. Acosta Espinosa, le suplicó
encarecidam16. le acompañase en su viaje a Madrid, porque no llevaba consigo persona de su confianza, e
iba enfermo. Dicho párroco resistió a esta solicitud, manifestando al Sr. Bencomo era el fundador de
aquella parroquia, en la que había invertido cuanto había ganado; que no
aspiraba a ningún ascenso, y asi le
dispensase no admitirle sus proposiciones: rogóle nuevamente el Sr.
Bencomo, y le acompañó, para, cuyo embarque le obsequiaron con víveres al párroco sus feligreses.
Llegaron al fin a Madrid para besar la R1 mano y consagrarse: el Sr.
Bencomo fue a asistir al convento de
P. P. Jerónimos y el V. Párroco
tuvo que valerse de fr. José de la Presilla, agente de Negocios, para
que le proporcionase habitación. Visitárnosle los canarios que a la sazón
nos hallábamos en Madrid (a), y compadecidos, con suerte... se le
franqueó algunos dineros para que regresase a Cádiz, como lo hizo. Llegó
a su deseada casa y parroquia con entusiasmo de sus agradecidos feligreses. El Sr.
Bencomo
murió en Madrid sin llegarse a consagrar en 1818.
(a)
Dn. José Feo, Dn. Carm1. Salazar,
D". Ignacio de Llarena, Dn.
Domingo Perdomo, y Dn. Ant°. P. P. (José A. Álvarez Rixo, 1982: 232).
En 1817 se intentó propiciar en
estas Islas un movimiento independentista, paralelo al de América, llevado a
cabo por Agustín Peraza Bétencourt desde Santo Tomás (antillas menores). El
gobernador militar de esta colonia Canarias manifestaba lo siguiente:
“El infame Agustín Peraza Béthencourt autor del expresado escrito, es natural de la Ysla de Fuerteventura: de genio díscolo; de costumbres corrompidas, de condición perversa, y muy dispuesto para todo lo malo: Su depravada conducta obligó a mi antecesor el Duque del Parque a corregirlo de un modo áspero, y a esto atribuyola causa por que en su papel habla tanto y tan mal del expresado Duque durante el tiempo de sumando en esta Provincia. Últimamente ha sido sumariado y sentenciado por mi a servir en uno de los regimientos de la Península, donde lo hice conducir y de resultas de esta justa determinación ataca al Auditor de Guerra, suponiéndolo interesado”.
1817. Se "alteró la tranquilidad de Puerto Cabras (Fuerteventura) por la presencia de un buque americano insurgente. Se reunieron los vecinos y acordaron dar parte a los lugares inmediatos. Acudieron los alcaldes de Casillas del Ángel y Tetir y, auxiliados por el sargento Beniardino Alfaro, opusieron enérgica resistencia contestando con descargas de fusilería a las de artillería del corsario. Los niños, las mujeres y los ancianos, unos se guarecieron en la costa inmediata, otros se refugiaron en el Barranco del Pilón. Los hombres útiles recibieron la orden de defensa".
El capitán
del bergantín "Vencedor" -así se llamaba el buque- al llegar la visita de la sanidad a bordo, "se
apoderó de todos los individuos, a excepción de dos que hizo regresar a tierra
con órdenes de llevar 10 carneros y 20 sacos de papas, apercibiéndoles que,
de no efectuarlo, arrasarían la población. Al siguiente día muy temprano,
viendo la petición desatendida, se acercó el buque y disparó 40
descargas de bala y metralla, que ocasionaron daños en algunas casas. El
vecindario permaneció a la defensiva y los del bergantín, cansados y no
atreviéndose a saltar, se hicieron a la vela, se
apoderaron de dos lanchones que estaban fondeados en la bahía, los
amarraron por la popa, y poniendo en cada uno un barril de alquitrán,
les prendieron fuego. A los de la sanidad los desembarcaron en Puerto Lajas".
Al año
siguiente la situación siguió igual. Se temía un desembarco de envergadura
y buena prueba de ello son los partes de los gobernadores militares de
distintos enclaves tinerfeños, sobre avistamientos y preparativos para la defensa.
Nicolás
Hernández, responsable militar de Tacoronte, aseguraba que "en caso de
cometer algún desembarco los Insurgentes por estas playas, lo verificarán
por la Caleta de San Juan en Tejina, por ser la playa más a propósito
para ello, y por la que ha desembarcado ya de noche alguna gente, y
efectos que han conducido a Santa Cruz dichos Insurgentes, por lo que convenía
reforzar aquella Cala".
Mas, pese a estas circunstancias, algunos soldados
tenían el suficiente humor
para propalar, entre la población, especies falsas sobre supuestos desembarcos. Y, en fin. las medidas de
precaución no eran todo lo eficaces
que el caso requería, pues don Miguel Cabrera, vecino de Lanzarote, había desembarcado "con toda amplitud"
en El Sauzal, sin que él y sus catorce acompañantes fueran molestados por
autoridad alguna y, como venía a
decir el propio protagonista, "pudo haber sido una lancha de enemigos que
atracaran aquella costa a tomar aguada u otra inteligencia, y se hubieran paseado en aquel pueblo como les hubiera
dado la gana sin haber quien se lo
hubiera impedido''.
El
Regimiento Provincial de Milicias de La Laguna rendía, poco después, un
informe sobre sus preparativos "para atender a la pronta defensa de
la Isla en caso que los enemigos del Rey quieran hacer algún desembarco en
ella". Las cuatro compañías del Regimiento contaban con las
siguientes fuerzas:
Compañías Residencia Oficiales Suboficiales y tropa
|
|||
•t a
2a 3a
|
Ciudad de La Laguna Valle Guerra, Tegueste,
Tejina-Punta
Hidalgo Tacoronte
|
3 3
2
|
103 120
103
|
4a
|
Carboneras, Chinamada.
|
2
|
55
|
|
Ratán y Taganana
|
|
|
A finales
de 1818, sin embargo, la presión exterior pareció remitir. Así se deduce de un documento
que justificaba la necesidad de mantener
los recursos
del cuartel lagunero:
''Desde 1°
de abril de este año se halla ocupada su sala de Armas con un pequeño
tren de Artillería con sus correspondientes municiones, lo que está a mi cargo por disposición del Excmo. Sor. Comandante General, el
que con lo enazada que estuvo
esta Isla en aquella época de la venida o
desembarco que proyectaban hacer los Insurgentes por las costas, -e
mandó subir el expresado tren para precaver la invasión y ser el paraje más- proporcionado para atender a todos
puntos...” (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
1817 Enero
12. Abre sus puertas como institución académica la Universidad española Literaria de San
Fernando en Eguerew. Pero pronto, el edificio resultó ser insuficiente para el
progresivo aumento de alumnos, por lo que en diciembre de 1821 comienza el
traslado parcial de la Universidad al Convento de San Agustín, conviviendo en
él los estudiantes con la comunidad religiosa, hasta que finalmente, en 1837,
la totalidad del Convento es destina a la actividad universitaria, tras la ley
desamortizadora de Mendizábal, que supuso la exclaustración forzosa de los
religiosos de la Orden.
De este modo, la Casa Colegio de los Jesuitas se
destinó a albergar la sala sectorial, el salón de claustros y actos públicos,
la biblioteca, así como los estudios de Latinidad y la escuela de primeras
letras dependiente del Ayuntamiento de Eguerew (La Laguna). La Sociedad
Patriótica y la Real Sociedad Económica de Amigos del País también disponían de
una sala de reuniones en este edificio. Pero las múltiples deficiencias que
sufre la Universidad, sobre todo debidas a la carencia de medios y profesorado
estable, conducen a que se vuelvan a suceder órdenes de reapertura y clausura.
1817.
Febrero 7. Carta del Comandante
Antonio Páez, en Isla Margarita, al canario Agustín Peraza Betancourt en Santo Tomás, 7 de febrero de 1817.
Cuartel
General de la Margarita. Febrero 7 de 1817, y 7° de nuestra gloriosa insurrección.
Viva la Independencia
Desde el Campamento de Araure en que tuve noticia de
Vm., según la descripción que de su carácter me hizo su paisano; las opresiones
que del Gobierno Gótico ha sufrido e, igualmente, el descarreo que le ha
sido preciso emprender. El Oficial apuntado manifestó lo adherido que es Vm. a nuestra
causa, por lo que inferimos animan a Vm. los mismos sentimientos que animan a cuantos
proceden de su mismo suelo; y así me tomé la satisfacción [de] invitarle a
seguir las banderas de la Patria, que a más de la gloria que le cabe a sus generosos defensores, y el asilo de estos
miserables; donde tiene su imperio
la hospitalidad. Como Vm. no me acusó recibo de aquella, persuadido
padecería extravío, o dudado Vm. sobre lo que le parecería intempestivo, repito
esta, para decirle [que], si gusta venirse en esta
flechera que regresa a esta Isla puede; pues el Comandante de ella va encargado de su persona. En aquella dije a Vm., a
nombre del Excmo. Capitán General y
Jefe Supremo de la República, sería Vm. colocado en la Caballería de Subteniente, y de Teniente en la
Infantería dirigiéndose a esta Isla,
donde se pasaba al Gobernador de Hampatán, la correspondiente orden para su asignación que como tan
indispensable debería abonarse desde el momento de su embarque.
Don Pedro, su confidente, dice
cual es su determinación por ahora; le
indicara la conducta a seguir, en lo sucesivo, "en iguales casos con los Jefes
de jurisdicciones extrañas"
.
En Supremo Consejo de Castilla falló a favor de las autoridades civiles, y,
con fecha 22 de febrero de 1820, ordenó al Comandante General que
"si en los sucesivo se remitiesen papeles sediciosos a los Jefes militares
deben
estos ponerse de acuerdo con esa Real Audiencia y autoridades civiles, a
fin de conservar la tranquilidad pública e impedir la propagación de ideas
perniciosas".
Si examinamos no sólo estos sucesos sino, también, el impacto del corso
insurgente en Canarias, en su conjunto, resulta llamativo ese conglomerado de
actitudes contradictorias, la apatía de los comerciantes, la aparente
simpatía de numerosos isleños por los insurgentes, la propia actitud de los
corsarios en algunos casos, las sospechas hacia determinadas autoridades que,
en definitiva, tenían encomendada la propia seguridad de las islas Canarias,
entre otros factores.
Los
canarios, casi desde los tiempos de la Conquista, estaban acostumbrados a
las correrías y al pillaje de toda clase de piratas y corsarios 1(",
mas las circunstancias históricas e internacionales eran diferentes. Ahora no
se trataba de predadores protestantes o musulmanes, sino de pueblos con los que las
propias Islas poseían una vinculación ancestral y profunda. Sin duda,... fueron años
de gran incertidumbre y, al cabo, tanto la falta de una determinada conciencia política
regional, cuanto, el complejo equilibrio de intereses internacionales, impidió que esta remota provincia de España, más
parecida en muchas cosas -en palabras
de José Murphy- a una provincia americana que a una europea; se desgajara, como
sus hennanas de América, del árbol troncal de la madre patria.
deseche
Vm. esos vanos temores [...] que pronto entraremos en la Capital de
Venezuela. Los preparativos que Vm. observa se dirigen al desembarco en Ma[ique]tía, e [iremos] a la
Guayra, véngase Vm; pues sus [dispojsi-ciones
y espíritu Republicano lo hacen digno de las consideraciones de la Patria, y
concurren los servicios que hizo su tío a la misma, que le recompensó con la graduación de Teniente Coronel con
que murió gloriosamente en la batalla
de Choroní.
B.L.
M. a Vm. SSS Antonio Páez. Comandante.
Carta de Agustín
Peraza Betancourt a Páez. Santo Tomás, 1817.
S.T.
[...] de [...] de 1817. Sr. Comandante Don Antonio Páez.
Copia 1: Con bastante dolor mío
recibo la apreciable de V. fecha de [...], por
la que V. se sirve participarme
la infausta noticia del fallecimiento de mi tío, que en la
batalla de Choroní fue inmolado en defensa de esa causa de Independencia. Sin embargo, me es
satisfactorio el que ya que abrazó la causa
del País que le sustentó por tantos años, e igualmente a innumerables Paisanos nuestros, diese las pruebas
de fiel, constante y nada ingrato al
Gobierno Republicano que en recompensa le condecoró; y en fin del resto
de su familia hará las justas consideraciones a que no son desatendibles.
Aunque
no había contestado a la anterior que V. se dignó dirigirme por conducto del Oficial Paisano, ha sido por razones meramente
políticas; y que me hallaba en
territorio donde domina aún un despótico Español; que piensa arbitrar
coartar las opiniones; y por consiguiente (como todos los de esta clase) usurpar a Dios los atributos privativos, sondear los
corazones; omito más explicarme; mas no me calificarán ingrato.
Las ofertas con que, a nombre del ler. Jefe, V. me honra sin yo merecerlo, por ahora me es forzoso
desestimarlas, por hallarme bastante delicado; y aunque me hallo más
restablecido pienso dirigirme a La Habana,
cuando un asunto urgente me obliga a emprender este viaje; estoy a la verdad en indigencia; esto es: lejos de la
abundancia, pero no de lo necesario para mi individuo.
Me acuerdo
que en la anterior de Araure me dice que, según informe genuino,
formaría un buen militar, y que el espíritu Republicano de que estoy poseído, es un presagio
seguro de... Yo debo manifestar a Vm. que no
es mi espíritu, y disposiciones, tan sólo sí que como todo Canario sigue el entusiasmo Nacional de que todos están poseídos,
a Vms. les parecerá Republicano, a la
verdad que las dos voces tienen el mismo significado; pero yo en medio de la
densa niebla, de mi poca explicación quiero decir: no sufren opresiones,
pensiones etc. etc.. que los Americanos han sufrido, y una gran parte aún sufre; porque aquellos a
fuerza de sus brazos han sacudido el
yugo; para siempre han prestado obediencia al Soberano, que no es culpante de
los abusos de sus Magistrados; los que in totum no se verán reformados Ínterin cada Provincia no se
gobierne por Patricios: "en esta
parte tienen Vms. razón", y por esto sería pronto a derramar mi sangre, para que mi País estuviera insurreccionado, para
conseguir esta pretensión justa.
Es cuanto puedo contestar a la favorecida de Vm., e igualmente encarezco
signifique mis expresivas gracias a S.E. Dios guarde a V. ms. asi. como desea el Q B L M=
Agustín Peraza Betancourt. (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
1817. Abril 8. Tal como
señala Bealer, algunos corsarios sudamericanos no se conformaron sólo con devastar
el comercio español, sino que para "favorecer la causa de los patriotas de
América sembraron la semilla de la rebelión en los dominios reales de las
Canarias". En tal sentido, este autor reproduce un despacho del 8 de abril de 1817, procedente de Santa Cruz de
Tenerife y publicado en LeMoniteur Universal de París, que matizaba
"la extensión de las operaciones
de los corsarios y los esfuerzos que hacían para fomentar la rebelión". El documento, ciertamente,
merece ser reproducido:
"El
comercio de nuestra plaza y de las Canarias ha sufrido grandes pérdidas debido a las numerosas capturas de
barcos españoles que han tenido lugar. Los corsarios independientes se
vuelven cada día más audaces. Parece que han tenido éxito en establecer
comunicaciones con la costa y por lo tanto toda medida que el gobierno toma para
proteger la propiedad y asegurar la fidelidad de los marinos es infructuosa;
barcos pequeños son capturados todos los días por navíos armados y bien
tripulados. El país está inundado de proclamas que incitan a los habitantes a
rebelarse contra la madre patria y colocarse bajo un protectorado (un
gouvernement protec-teur). Pero todas las amenazas no pudieron sembrar la
inquietud ni alterar la confianza en las autoridades legítimas. El gobernador
general no descuidaba nada para conservar la autoridad de su soberano, es un
servidor bueno y leal". (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
1817. Marzo 4. Agustín Peraza Betancourt, natural de Fuerteventura, era "de genio díscolo; de costumbres corrompidas, de condición perversa, y muy dispuesto para todo lo malo. Su depravada conducta obligó a mi anterior el Duque
del Parque a corregirlo de un modo áspero", según el Capitán General
La Buría. Con posterioridad fue sumariado y condenado a servir en un regimiento de la Península; de donde pasó a América.
El 4
de marzo de 1817, Peraza Betancourt escribió una carta desde Santo Tomás, en las Pequeñas Antillas, al Cabildo
tinerfeño, junto con otras misivas, y
pidió al Muy Ilustre Ayuntamiento de La Laguna que diera a la estampa y divulgara entre la población una
proclama intitulada: "Amados
Compatriotas".
El documento, aunque con un estilo tosco y confuso, constituye, sin embargo,
una auténtica diatriba contra el Duque del Parque, Vicente Cañas Porto Carrero; contra Fernando de la Vega,
Marqués de Casa-Cagigal y, en definitiva, contra los despóticos funcionarios
peninsulares, al tiempo que se deshace en alabanzas hacia la institución
municipal lagunera, a la que considera
genuina representante de los intereses populares y salvadora de Canarias en estos años críticos.
En el texto se reflejaba, asimismo, la dialéctica bolivariana definida en el
Decreto a Muerte de Trujillo: "Españoles e isleños...", tal como expresan los siguientes párrafos:
"Debéis sacrificar
vuestra sangre, que siempre es preciosa, y aceptable la victima cuando es inmolada en el Altar de la Patria: Despertad del
letargo en que yacéis, e imitad al fuego adormecido entre las frías cenizas que
al menor ímpetu del aire prende en los
combustibles que le rodean; las América Septentrional y Meridional os contemplan: Venezuela, a causa del
terremoto, pudo ser reconquistada por
nuestros Paisanos; fueron, para conseguirlo, sacrificados 9.000 o más al mando de su Caudillo don Domingo Monteverde,
quien después de defender la causa
de España y recibidas dos heridas, se le premió con un arresto, y consumada su remuneración ir a España bajo Partida
de Registro. Los Isleños dieron la entrada el año de 12 a los Españoles, que
debían respetar al resto de sus familias; no compatriotas: son perseguidas, atribuyéndose a sí mismos las
glorias: sus viudas e hijas violadas; sus intereses usurpados; el
saqueo y el ultraje".
Y, más adelante, como luego se verá por extenso, hacía un llamamiento
a la unidad de todas las Islas frente a la tiranía.
"Pensad que sois una misma familia: si esa
Provincia la componen 567 Poblaciones, porción que excede a la de que se
componen muchas de la de América, especialmente la de Venezuela que se
señaló como la primera que levantando el Pendón de su Independencia resonó
su voz, en los más remotos Países del Globo, así como el mortero al
tiempo de la explosión anuncia su sonoro estrépito a la bóveda Celeste. Si
reina entre vosotros esa discordia, que devora los Pueblos, y separa las
familias, imitad a los habitantes de las 17 Provincias de los Estados
bajos del Norte: no conocen más, ni se glorían de otro epíteto que este: 'Uno e
indivisible'. 'La Unión
hace la fuerza'. La fuerza física no puede por sí sola subsistir, sin
consolidarse con la moral: Cesen esa rivalidad con que os miráis los
habitantes de Canaria con los de las demás; pues bien sabéis que es la
fuente inagotable de la disención. Vuestro honor, vuestras conciencias, y
vuestros intereses están sellados bajo estos sólidos principios: la Anarquía es tan
perjudicial, que llega a ser más gravosa que la dominación del mayor de los
tiranos, y esta suele ser introducida por una mano extraña, para el
logro de sus proyectos: hace derramar la sangre inspirando la desconfianza del
Gobierno que obtienen los del País, cuando ellos son los susceptibles de este
recelo".
El Ayuntamiento de La Laguna y, también, el de
Las Palmas de Gran Canaria, que había recibido un oficio del Capitán
General para saber si tenía alguna noticia del asunto, hicieron votos de
fidelidad al monarca y a España, denigraron la actitud del agitador
ultramarino y expresaron su malestar, como luego veremos.
La Corporación de Las
Palmas, en sesión del 15 de julio de 1817, declaró que desconocía la
existencia del libelo, y se consideró agraviada y ofendida por la mera duda
sobre su inquebrantable adhesión y lealtad a la Corona, pues,
según manifestó, en "la
Gran Canaria no hay más espíritu que el de la sumisión a S.M., y de cuya
honorífica idea es muy difícil separar a sus
leales habitantes, y que no podría conseguir un miserable papel anónimo".
Pedro
Rodríguez de La Buría, finalmente, se mostró convencido de que la
proclama no tendría los efectos deseados por su autor, porque los canarios
eran obedientes a las autoridades y pacíficos, y "si algunas ideas de las que en otro
tiempo llamaron liberales se admitieron en el ánimo de varios sujetos en la pasada
época del desorden y de la anarquía, si no las he destruido completamente, al menos las tengo sofocadas en fuerza de
mis persuasiones e incesante vigilancia".
El Capitán
General anunció también, sin embargo, que no remitía el original de la proclama a la Corte por estar a la vista
tres corsarios insurgentes, "a fin de
evitar caiga en sus manos", y, además, aprovechó la ocasión para pedir refuerzos frente a estos
enemigos, pues para la "defensa de esta Plaza sólo tengo 460
hombres milicianos mal disciplinados, mal pagados,
mal vestidos, y que de cuatro en cuatro meses dejan el arado para tomar el fusil. Po rconsiguiente no me considero
libre de un golpe de mano, ya sea en
esta Isla, ya en cualquiera de las otras". (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
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