UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1800-1900
CAPÍTULO XLI-XX
Eduardo
Pedro García Rodríguez
Carta y proclama de Agustín Peraza Betancourt
al Ayuntamiento de La Laguna
Santo
Tomás, 4 de marzo de 1817.
M.I.S.
“Don Agustín Peraza
Betancourt, natural de esa Provincia, y residente en las Colonias Americanas a V. Señoría con el mayor respeto, Dice: Que movido de
un celo Patriótico, a causa de cuanto observa fraguado por una Política
Maquiavélica, y un Gobierno Monopolista, ha podido su débil pluma,
guiada por los estrechos límites de sus pocas luces, dirigir la adjunta Carta-manifiesto
a sus Compatriotas ¿Qué mejor Órgano puede, el exponente, M.I.S., preferir, que esa Corporación, que se mira como
única tabla que ha salvado (en tiempos más remotos), esa preciosa Provincia del
naufragio? ¿Qué otra de las siete, o seis restantes, supo poneros a
salvo, siendo antimural a las orgullosas
tentativas de Despóticos Mariscales?
I.S.: V. Señoría en todas épocas ha servido a las de las
demás Islas de puro estímulo a seguir los altos sentimientos Patrióticos: procurar
el bien general de esas Islas ¿Qué diré? esas siete Provincias si se
comparan con las que en esta América tienen este nombre, son siete; pero
componen una, como cuadro de una sola familia que todas relaciones los une con
unos mismos estrechos Vínculos.
El amor a mi Patria, a
esa Patria donde tengo el honor de haber nacido, me estimula a no
sepultar en el olvido el que debo a mis conciudadanos; y menos cuando
observo la impolítica de una Autoridad, que labra su lucro, al mismo
tiempo que no contento con la de los miserables que por desgracia
manda, si también la irreparable ruina de los de un País distante 1.024 leguas
de Piélago fluctuante.
No Señor, no pueden mis
ojos ver este espectáculo monstruoso, en perjuicio de mis hermanos
sin que mi Corazón, prevea el medio de repararlo: haga lo contrario
el tropel de hijos ingratos; que indirectamente, poseídos de una rabia
impotente, tratan de ultrajarla con sus tiros acertados.
El adjunto que
igualmente acompaña impondrá a V. Señoría y
respetable público, los concurrentes a lisongear
las esperanzas de un joven agobiado; mas mi alma siente hasta ahora los
ultrajes verificados en sus hermanos, a pesar de que se ha mudado todo el
aparato de este aspecto de cosas. En igual caso dirigí otro en la
exposición que por repetida remití por la vía reservada a S. M.
desde esta Isla.
Los fines primarios del
exponente son, I.S., el que V. Señoría como tan celoso por la felicidad de
ese País (único punto, como céntrico de sus atenciones), se digne
mandar imprimir la adjunta carta con inserción de esta humilde exposición;
y que si esa Provincia ve estampados los deseos y efusiones del corazón de un
Compatriota suyo distante de ellos 1.024 leguas, vea los no menos
susceptibles de V. Señoría a
quien está confiada su suerte.
Nuestro Señor guarde a V. Señoría los más felices años que pueda y desea
el afectísimo compatriota.
Sri. Thomas 4 de Marzo de
1817
M. Itre.
Sor. Agustín Peraza Betancourt
M.I.S. Justicia
y Cabildo Pleno de la Ciudad
de San Cristóbal de La Laguna.
AMADOS
COMPATRIOTAS.
Proclama de Agustín
Peraza Betancourt.
A los alucinados, a los
débiles y a los que desprendidos del Justo deber Patria, yacen en la
inacción, solamente me dirijo en esta ocasión. Los honrados y leales no
necesitan mis insinuaciones en su carrera Política. Detesto al Despotismo y
desprecio este fatal sistema, que sostenido por el abuso, hace más estragos
que la cortante espada de los Conquistadores del mundo antiguo.
Siento la situación
actual de este continente, y la lloro, con todos los males pasados, y futuros,
de nuestra Patria. Oídme sin prevención y juzgad con imparcialidad.
Un compatriota vuestro
vive casi ignorado, pero respira un aire libre; casi sumergido en la
indigencia, pero tranquilo; recuerda a cada momento la Catástrofe que en
torrente le ha presentado sus desgracias, mas se ve libre de aquel terror
Pánico que inspira a los opresos la arbitrariedad del Déspota, que
para desgracia de centenares, le fue confiada por el Soberano Congreso
Nacional la suerte de esos Pueblos: y el que observando ya sus manos
trémulas no pudo por más tiempo desolarlos 1.
Sí, vosotros os
acordaréis que en el año de ocho, época en que ya la Patria agonizante, la amenazaba una total ruina, que
hubiera sido inevitable, y vístose el fruto
de la perfidia de aquel que os mandaba; al mismo tiempo que en vuestra
sangre tenía Vinculado su Patrimonio; y el mismo que con el epíteto
"Ilustre mandatario, aún conoce cierta horda que componía su séquito, y
que rendían sus Almas al vil principio de la adulación; unos por grangear los puestos más decorosos de vuestras Milicias; y
otros para asegurar su subsistencia; no en el corvo arado, como el labrador
de los
campos, y menos como el industrioso artesano, sólo como un Otacusta
de las más
simples operaciones; un Gobierno lleno de estas contradicciones; y el que con una sola señal confiscaba vuestros
bienes. Sí compatriotas, seis o siete
años en que tornó mayor incremento este sistema indolente, decayó vuestro floreciente comercio; y éste
circunscrito a un cierto número de
facciosos 2.
Mas esto había pasado,
cuando creyendo habría desaparecido de entre nosotros una
fatal semilla, único germen de una guerra intestina, no, aún quedaban sus residuos,
y era preciso no perder momento a la primera oportunidad, en que poniendo en
ejercicio los resortes de la audacia, conseguir la venganza. Para esto era muy
preciso, obtuviese el mando militar de la Provincia un hombre que, por su propensión
natural, se ofuscara con los corrompidos miasmas de la adulación. Llegó sí,
llegó el deseado día en que arribó a la Gran Canaria el ya citado duque del Parque; aún
su nombre no era
conocido, y menos cuáles sus facultades por la extrañeza de su destino, y hallarse en la misma actualidad en el
uso de las suyas el Capitán General de la Provincia, cuando, ya se
ve una acusación contra un eclesiástico, ya
un libelo infamatorio contra el habitante honrado, y que no tuvo influencia
alguna en las opiniones políticas, ya una delación contra un prelado
regular, etc. etc. De manera que en un instante los ánimos de dos Partidos robustos, erigieron a SE en un Gran
Sultán (aunque SE recibía con serenidad todos perfumes).
Ilustrísimo y
Reverendísimo de todas las Religiones le vimos en menos tiempo que
el que media del Ocaso a los crepúsculos de la Aurora. Un gran Sultán lo
erigieron, y el se erigió con cuanto le iba suministrando vuestra flexibilidad,
y su Cara hipócrita. No saciándose su sed implacable con los holocaustos que se le tributaron
en la Isla de
Gran Canaria; y lo que debe llamar la atención de todo hombre despreocupado,
haber sido [sucedido] en un Pueblo serio, y
que contiene las Principales Autoridades, y tribunales. Veíamos a Canaria ya con los aspectos de la China, no faltaba más sino formar el gobierno, policía y costumbres que
forman el evangelio de los chinos, al paso que la de Tenerife observaba
una política más sólida y siempre enérgica,
sin permitir se rompiese o rasgase el manto de la majestad de sus Pueblos, y los de las cinco restantes que
siempre le prestan su voz, "ha sido largo este episodio".
Pobres victimas de su furor fueron muchos de
nuestros hermanos y de la horrible ambición
de su Auditor interino don José del Serró, después de haber sufrido una
vida que ya les era pesada, y sostenían en obscuros calabozos con alimentos
escasos, y groseros que formaban parte de su martirio, hasta la última noche
que estuvieron en este mundo. Así terminaron
sus preciosas vidas, y en tan lamentable estado hubieran corrido con paso acelerado a consumar su sacrificio los
restantes, a no haber merecido la
atención del M. I. Cabildo de la Ciudad de San Cristóbal de La Laguna.
Sí, amados Compatriotas,
esta Ilustre Corporación tan celosa por vuestra felicidad; ella fue, ha sido, y
será la tabla que en tiempos más remotos ha salvado a nuestra Patria del naufragio, y en crisis mayor
supo romper las vergonzosas cadenas con que
el Despotismo de otros mandatarios,
empuñando un cetro de hierro, quiso ligar a los antiguos Isleños; ligarlos
al monstruoso carro de sus abominables triunfos. Sí, se pensó gravaros con pensiones exhorbitantes,
y afianzar en vuestra sangre el Patrimonio de una larga familia cuya
sucesión aparece indefinible 3.
El amor a esta
Corporación le miraron nuestros abuelos como sagrada, y recibida en parte de su educación. Ésta
fue el órgano por medio del cual lograsteis ver representada esa Provincia en
una Junta Suprema que, no obstante la
separación de la Gran
Canaria, supo con magnanimidad sostener vuestros
derechos, vuestra libertad, vuestros intereses y vuestro honor; fue antemural a
las tentativas de aquel orgulloso Mariscal, que se había prometido la ruina de ese País.
La Ciudad de San
Cristóbal de La Laguna
fue el punto céntrico de nuestras atenciones, y en el que veíamos reunidos
los votos de una voluntad general. Omito traeros a la memoria los tiempos en que este Cuerpo Patriótico, tomó sobre sus hombros la superior
empresa de defenderos de las pensiones con que se os quiso oprimir, y a las que
no podríais soportar, al mismo tiempo, que veríais los campos incultos,
pueblos sin habitantes, y así vuestro
comercio interior y exterior, en el último punto de su exterminio; las pocas especulaciones estarían restringidas,
extendiéndose su lucro a la Pandilla de facciosos, que mirarían, como miran con
predilección los Déspotas;
no, no amados compatriotas, no pudo la
Isla de Tenerife, y su Ilustre Municipalidad, ver esta
ruina sin que su corazón la reparace 4.
También os acordaréis de
los tristes acontecimientos que tuvieron su concurrencia en la Isla de Lanzarote en los años
de 10 y 11, y últimamente en casi toda la Provincia, donde debía
tener su trascendencia respecto a que, si aquella luchaba gloriosamente por sacudir el yugo de un
tirano, la Provincia entera lo sostenía encorvada por el superior de
ella 5, y componiendo todas el cuadro de una misma familia, todos
debíais estar poseídos de un mismo espíritu.
Sí compatriotas, sostened con constancia, en
cuanto podáis, vuestra adhesión al
desgraciado Monarca; pero detestad todo Gobierno que, infringiendo las Leyes y estatutos que os gobiernan,
quieran haceros el hidibrio de sus
máximas perniciosas.
Don Pedro Rodríguez de la Buría
¿Qué digo? Aquel Mesías, aquel a quien os adheristeis con tanto entusiasmo, entusiasmo
que os degrada en parte, pues las puertas de
los templos y edificios particulares no estuvieron exceptuadas de
contener estos caracteres "Viva La Buría", cuando
debías seguir el más noble y propio de todo Canario, '"Viva la Patria".
Este [Pedro Rodríguez
de la Buría]
llegó en unos días aciagos, con perspectivas halagüeñas, al paso que allá en su retrete formaba otra
Apología de vuestro Carácter,
ofreciéndosele con vuestra candidez (que esta clase de mandatarios atribuyen a pusilanimidad, aunque lo contrario lo tenéis acreditado, como lo expresa el autor de la Geografía Universal,
que hace el análisis de nuestro clima y sus influencias), un campo donde serenaría los sustos y congojas de allá...,
preguntadlo a los habitantes de la
Albuera.
Os alarmasteis para lanzar a aquel antecesor
[el duque del Parque] de este [Pedro
Rodríguez de la Buría] que, poco ha, [el duque del
Parque] había (como siempre)
atropellado el sagrado derecho de gentes, y aquellos sentimientos que nos inspira siempre la humanidad:
quebrantó lo sagrado de la clausura;
arruinó gran parte de vuestros montes para formar dos Cañoneras, que han sido tan útiles a nuestra
Patria como si hubiesen estado sobre
el Gran Teide; sacó caudales de la Consolidación, dejando exhaustas sus
cajas; desorganizó su plan de oficinas, y a la heroica resistencia del principal de sus custodios se siguió a éste, y
otros subalternos, ir condenados a
sufrir un destierro en medio de una horrible roca privado de su empleo,
excluido de sus familiares y de toda sociedad. Al tiempo de su embarque se
exploró el único baúl que se le permitió, haciendo varias dimensiones en él con
un bastón un satélite de este Nerón, pues como no le unía relación alguna con el País por ser Español, S.E. o diremos lo
juzgó propio para esta comisión. Don José Álvarez les acompañó en el
mismo destino, sin otro delito que manifestar sus sentimientos con respecto al
muelle y cañoneras: que el primero era empresa de largos días, y las segundas jaulas de canarios: ¿No se hallan
confirmadas sus expresiones?, ¿fue
en esto criminal? Como lo soy yo en recordaros estos tristes momentos. Si lo era ¿por qué no le formó causa? Para que
subrepticiamente, a la media noche,
lo saca escoltado de la prisión, y le embarca, sin
dejarle disponer de sus intereses.
A muchos ocupó el terror Pánico, y a muchos
encandiló la estrella que como magnate de la Corte traía por distintivo; bien conoció S.E. los
efectos que había causado su presencia, no
en las Islas, que sería agraciarlas,
sí sólo en Canaria; bien supo su política hacerles difundir llevaba cuño; pero, ¿cuáles eran las minas y los químicos que
traía?
La Gran Canaria es un
Pueblo ilustrado; pero la antigua rivalidad con respecto a
Tenerife, no les dejaba conocer cuanto carecían de verosimilitud sus artificios; se pasa
a Tenerife pensando serían sufridos, con desprecio de sí mismos. No. ¿A quién
debieron nuestros hermanos el remedio a
sus males? Al Ilustre Cabildo de la
Capital de Tenerife al mismo tiempo que, reasumiendo en sí
accidentalmente el mando, posesionó en él al que aclamaba una gran parte
del Pueblo sencillo, bien sea por aquellos sentimientos
emanados siempre como deseos de la paz, o ya por el reciente suceso.
A los principios de su
gobierno [Pedro Rodríguez de la Buría] no dejó (como que era preciso) de
observar una política con que engañaba al incauto populacho;
aparentó lo sensible que le era la actual situación, que manifestó
como crítica, una calamidad general, pero esta sinceridad de sentimientos, al parecer, era
una máscara que ocultaba los que nutrían su pecho.
Dígalo el suceso, entre otros: ¿Qué beneficios hizo a los pobres en días tan amargos, que una gran parte los iba a
devorar la hambre? Los despreciaba: no hizo el más mínimo sacrificio.
Sí compatriotas; los
Ilustrísimos Cabildo Eclesiástico, Reverendo • Obispo e Ilustres
Cabildos seculares de la
Ciudad Real de Las Palmas de Canaria y San Cristóbal
de La Laguna,
tendiendo una ojeada sobre el cuadro triste que ofrecían a su vista los
miserables pueblos, atendieron a sus necesidades: redoblan sus afanes, se
constituyen tutores de la orfandad y protectores del mendigo. Vuestro
reconocimiento hacia ellos debe ser, eterno, y para
mantenerlos en la dignidad [en] que les ha colocado la pluralidad
de los pueblos, debéis sacrificar vuestra sangre, que siempre es preciosa, y
aceptable la víctima cuando es inmolada en el Altar de la Patria.
Despertad del letargo en
que yacéis, e imitad al fuego adormecido entre las frías cenizas que, al menor
ímpetu del aire, prende en los combustibles que le rodean. Las Américas
Septentrional y Meridional os contemplan.
Venezuela, a causa del
terremoto, pudo ser reconquistada por nuestros Paisanos; fueron, para
conseguirlo, sacrificados nueve mil o más al mando de su Caudillo don
Domingo Monteverde, quien, después de defender la causa de España y recibidas
dos heridas, se le premió con un arresto y, consumada su
remuneración, ir a España bajo partida de registro.
Los Isleños dieron la
entrada el año de 12 a los Españoles, que debían respetar al resto de sus
familias; no compatriotas; son perseguidas atribuyéndose a sí mismos las
glorias; sus viudas e hijas violadas; sus intereses usurpados; el saqueo y el
ultraje.
[Borrón] sus operaciones: corren
los Isleños con estos motivos en turbas a las Banderas de la República; las
relaciones que los unen con las familias del País y sus Generales, ha borrado
en éstos los procedimientos anteriores con que violaron el juramento
prestado de la independencia, único requisito que exigió la República de nuestros
compatriotas originarios: considerándoseles como Canarios, pues la
circunstancia apuntada los eximía de las presiones que por Ley general se debía
ejecutar en los Españoles.
Vuestra heroica
constancia, firme y noble altivez cuando tratáis de vuestra causa general,
merece de los Americanos los mayores aplausos: noticiosos por los
acontecimientos anteriores y ulteriores, para no rendir vuestra
cerviz a ningún usurpador, dicen: manifestáis no estar poseídos de un espíritu
mercenario, del que son susceptibles los combatientes de un Príncipe, sino de
un entusiasmo Nacional, de unos defensores de sus hogares, derechos y
privilegios, que saben recibían las efusiones del corazón, de sus hermanos y el
de sus amadas: corona de laureles al que merezca por su Patriotismo se les
llame Salvadores de su Patria.
Compatriotas: ocho mil
bayonetas sostienen la causa de Costa Firme; su fuerza naval asciende
a 138 buques, inclusos 18 buques que antes de ayer salieron de este
Puerto donde se hallaban, con el destino de depositar en la Tesorería de esta Ciudad
millón y medio. El trece de este debe reunirse la Escuadra frente de La Guayra,
para desembarcar el número de tropas que debe considerarse ocupan una línea de
esta porción. Las esperanzas del General Morillo se dice están desvanecidas; abandonó a Cartagena, dejando un comandante con su guarnición, y ahora
se halla en Panamá, siendo su objeto ir a atacar al Alto Perú. Se ignora qué
número de tropas le quedan de los
catorce mil hombres que trajo; sólo se infiere que despechado va a reunirse
con algunas divisiones del Rey; mas, ¿el éxito de la empresa cual será,
cuando Montevideo y Buenos Aires que, en absoluta independencia, sostienen [noventa mil?], y
tantos mil hombres entre Caballería e Infantería, y que las tropas del Rey en
el Alto Perú son atacadas por las de
aquel Reino que mucha parte está insurreccionada?
Todo lo ha acarreado la
impolítica del Gobierno Español. Un gobierno que, según las intenciones de ese pobre
desgraciado Fernando, objeto de nuestros
votos, debía ser suave, laborioso, y exento de contribuciones: mas, todo
es un abuso.
Un tirano que logró por
los influjos de sus protectores un mando de Provincia, todo su conato ver si hace su
patrimonio de los Pueblos; sí con su sangre, yo lo digo a la par de muchos que
en ocho meses lo palpamos en Puerto Rico. A la faz del mundo exclamaré lo que
en esta os anuncio.
Los Americanos por su
carácter son dóciles; en ellos se ven enlazadas la hospitalidad y la
humanidad, y una política más discreta hubiera calmado la fermentación; pero los medios de que
se han usado precisamente causan horror. Este ha sido el germen de la nueva
insurrección, al que ha contribuido la
violación que hizo el Comandante Monteverde en la Capitulación que se celebró entre éste y el General
Miranda, procedimiento del que no podremos dispensarle, y menos lo haré yo
cuando trato de despojar esta carta
de aquel disfraz de que suele valerse la parcialidad: lo manifiestan los
documentos que conservo, como públicos. Compatriotas: el objeto de este
anuncio no es otro, sino el manifestaros los resortes de la audacia, y que este laberinto de cosas cesarán
cuando el Gabinete Inglés deje de ser su ambición ambigua. Debemos
suponer esas Islas, tan repetidas veces invadidas
por esta Nación, en un estado de equilibrio, y que por medio de la misma Política con que ha coadyuvado a la
insurrección de las Américas, quizá
llegará el momento de tratar a título de aliados internarse, y que vengan vuestros pechos a ser la muralla
inexpugnable de su orgullo y altanería.
Cubierto mi rostro de vergüenza y mi corazón
de amargura y dolor, veo desde aquí humear
las cenizas de nuestros hermanos, insepultos en los campos de batalla donde fueron sacrificados, no
por disposición de la Junta
de Coro, sí sólo por el caudillo
Monteverde que, desobedeciendo a esta Autoridad,
instó en seguir sus designios: alarmó todos cuantos eran procedentes de esas Islas, unos por las persuasiones y
otros por la violencia, cuando
estaban en uso de sus bienes y privilegios: les hace violar el juramento prestado y, dando un ejemplo inaudito, se
concitan el odio de la Patria.
Esta política del Sr.
Monteverde acarreó estas desgracias a nuestros hermanos. Mil
cuatrocientos Canarios y Americanos, lloraban en los calabozos de
Caracas y La Guayra, y sufrían a todas horas los
efectos de su infidencia a la
República; mas besaban la mano del Dios omnipotente que así probaba
su constancia y sus particulares virtudes; sufrían igualmente a todas
horas los insultos de una gavilla tan insolente como cobarde, si así debe
llamarse, los que pretendían saciar su saña en hombres encadenados y no en los
libres, que se presentaban en el Campo.
Compatriotas; sí; así sufrían los Canarios en
la América
los resultados de su ingratitud, al tiempo
que allá, en el País natal de sus padres, en la misma época sufrían también sus deudos las vejaciones de un soberbio, cuyos procedimientos mitigaba lo inferior de sus
fuerzas a las de un usurpador de Venezuela, sólo su rabia impotente pudo
saciarse en los miserables que se hallaban en los encierros y sin
comunicación, tanto en Lanzarote como en
Canaria y Tenerife.
¿Todo lo adoptó su arbitrariedad? No, no, sus
esperanzas prometidas las
supisteis desvanecer; os acordasteis erais libres y, conociendo el derecho de gentes, no debíais ver con paciencia ese abuso
por un poder colosal que no conocía
más Ley que su capricho. Igual motivo es el germen de la insurrección de las
Américas; y los tres Países que hasta esta fecha se mantienen pacíficos sólo
parece una mera política, y las contribuciones exhorbitantes que los van a aniquilar parece empiezan a fermentarlos.
Amados Compatriotas:
Vosotros que empeñáis este para mí más que dulce nombre, no puedo por más
tiempo sellar mis labios, ahogando estos sentimientos, máxime
cuando un acontecimiento inesperado me ofrece la suficiente materia que demuestra el documento
original^ y que la
Ilustre Corporación creo hará insertar.
El Cuerpo Patriótico de la Ciudad de La Laguna, a quien dedico esta
Carta
que contiene las efusiones de mi corazón: sí, del de un infeliz distante de vosotros mil veinte y cuatro
leguas de piélago fluctuante: sufre expatriado, a causa de cuanto le ha
preparado un Despótico Europeo, y lo que me
hubiese con tiempo redimido, si hubiese tenido a mano 200 ducados que exhibir: igual porción exigía don Juan
Ramírez Cárdenas de don Pedro Lorenti, cuando a
título de..., ¿qué diré?, de nada, querían oprimirle éste resistía, y en fin consiguió su libertad. Esos
sátrapas velan sobre vuestros intereses: Observad su conducta y dad
testimonio de vuestro honor a los Pueblos
que os contemplan; lanzad, como siempre esos Monopolistas; y pensad que sois una misma familia.
Si esa Provincia la componen 567 Poblaciones,
porción que excede a la de que se componen muchas de la de América,
especialmente la de Venezuela que se señaló
como la primera que, levantando el Pendón de su Independencia, resonó su voz en los más remotos Países del Globo, así
como el mortero al tiempo de la
explosión anuncia su sonoro estrépito a la bóveda Celeste. Si reina entre vosotros esa discordia que
devora los pueblos y separa las familias, imitad a los habitantes de las 17
Provincias de los Estados bajos del
Norte: no conocen más, ni se glorían de otro epíteto que este: "Uno e indivisible", "la Unión hace la fuerza".
La fuerza física no
puede por sí sola subsistir, sin consolidarse con la moral: Cesen esa rivalidad
con que os miráis los habitantes de Canaria con los de las demás: pues
bien sabéis que es la fuente inagotable de la disensión. Vuestro honor,
vuestras conciencias y vuestros intereses están sellados bajo estos
sólidos principios: la anarquía es tan perjudicial que llega a ser más gravosa que la dominación
del mayor de los tiranos, y ésta suele ser introducida
por una mano extraña para el logro de sus proyectos; hace derramar la
sangre inspirando la desconfianza del gobierno que obtienen los del País, cuando ellos son los susceptibles
de este recelo.
Sumisos y obedientes a
las autoridades creadas en nuestra Patria, como que en estas
Corporaciones está representado el Pueblo Isleño, y los que jamás
deben mereceros desconfianza, como nacidos en un mismo suelo, y las
demás circunstancias características por los que hayan merecido otra elección.
En ellos no debe suponerse el menor indicio y menos escrutables
sus disposiciones.
Una experiencia acreditada, como experto físico, nos hace ver lo indispensable en las actuales circunstancias, inquirir los
arcanos de todo gobierno que reside en magistrados que no los unen
ningunos vínculos con el País de su mando.
Omito algo más porque
parecerá ridículo a los fanáticos: Vosotros mismos sois testigos
oculares de los sucesos, en que mediando estas circunstancias que en esa
no menos que en otro País han tenido concurrencia. Bien conozco echarán
mano algunos ahora de su política, para manifestar aquello que les sugiere
su egoísmo, pero no es bastante remero que detendrá mi tosco cálamo; hágalo
el tropel de hijos ingratos que miran su Patria con la total indiferencia, y
cuyos procedimientos la ultrajan.
Si por un acaso llegare
el momento [en que] acepte decisivamente lo propuesto no, no será
compatriotas para usar de la negra ingratitud, no podrán ninguna de las
miserables familias de nuestros hermanos, despojos lamentables, de la
inhumanidad de los Españoles en Costa Firme; será para mitigar las
reliquias del resentimiento republicano, y enseguida todos cuantos
sean procedentes de ahí lo verificarán, como en la actualidad, para vengar estos y otros ultrajes.
¿A quién no indignará
ver una pandilla de Españoles entrar en aquellos pobres
albergues de la indigencia (a cuyo estado reduce la falta del difunto
esposo o amoroso padre), saquearles sus alhajas pobres y violar lo más sagrado de este sexo?
Compatriotas una llama que forma el fuego volcánico
de sus pechos, aumenta los Ejércitos. La Religión y la humanidad exclaman en
auxilio de unas pobres familias que han perdido los autores de sus días por defender la causa de España, y
ahora son el juguete de los mandatarios
que indirectamente las oprimen por medio de sus subditos,
disolutos como inmorales.
Suspended vuestra venida
a la América,
que ha degenerado en una emigración clandestina; cerrad los oídos al Gobierno
que os llame con falsas ofertas. Tratan [de] ver si vosotros, en el caso
indudable formáis la trinchera que formó Pirro con los elefantes. ¿Por qué
nuestros compatriotas han de derramar la sangre para asegurar los intereses que
han adquirido los Gobiernos por medio del Monopolismo?
La desgracia a que ha
reducido a muchos de esas Islas las que hizo el Gobernador e intendente de
Puerto Rico ya por sus particulares cartas lo sabréis. Deseo no lleguéis a expatriaros;
mi corazón, sensible a este cúmulo de males
que os prepara un Gobierno indolente, no puede prescindirse de
inspiraros los resortes de su impía política.
Compatriotas, purgad la Patria de esta perniciosa
semilla y, viviendo en la sociedad a que el Cielo destina al hombre, os
llamaremos los Defensores
de su Patria.
Sn. Thornas
Marzo 4 de 1817 Agustín
Peraza Betancourt.
AMAR Y CONOCER
Notas:
El Duque del Parque, don
Vicente Cañas Porto-Carrcro, que abusando del dócil
carácter de los habitantes de la Gran Canaria, prostituyendo la Justicia, sostenía el
espionaje de que eran sus instrumentos algunos aduladores [Nota de V.P.B.].
V. el capítulo I de
esta obra.
1. Don Fernando de la Vega, Marqués de
Casa-Cagigal; quien fue depuesto del mando de la Provincia, por el
Populacho; y Juzgado por la
Suprema Junta, que se instaló en la M.
N. Ciudad de San Cristóbal de La Laguna, cuya legítima autoridad le remitió a Cádiz bajo partida de
registro, donde se le exhoneró de todo
cargo, arrestando al
oficial y piquete
de su custodia,
cuyo procedimiento debió
graduarse agravio indirecto a la Suprema Corporación de nuestro suelo [Nota de A.P.B.].
B. Bormet y Reverón: La Junta Suprema
de Canarias, introducción de Antonio Ruméu de
Armas. La Laguna,
1948, hay reedición reciente: Sebastián Padrón Acosta: "El General
Cagigal. La Tarde. Sarita
Gruz de Tenerife,
4 de octubre de 1948: A. Millares Cantero: "1810: ¿Conspiración
separatista en Las Palmas? Propuesta de reinterpretación sobre el trienio de
tonante del pleito insular decimonónico", Revista de Historia Canaria, Universidad de La Laguna, 1984-1986, 174, pp. 255-375.
4. Alude al asesinato
hecho en el Intendente que, oprimiendo a los habitantes de Canarias,
había acopiado considerables sumas; se suspendió la Plaza de este Ministro, y
recayó la administración del Erario, o inspección en el Gobernador y
Capitán General de la
Provincia. El Párrafo de sucesión alude a que esta clase
de sátrapas enviados de España al desempeño de sus destinos, siempre sus
procedimientos abusivos tienen trascendencia, a los que le suceden [Nota
de A.P.B].
Se refiere a la muerte
en 1720 del Intendente losé Antonio de Cevallos en Santa Cruz
de Tenerife, como resultado de un levantamiento popular (Vid. O. Brito
González: Conflictos jurisdiccionales en Canarias durante el siglo XVHl (Aproximación a su estudio). CCPC, ''Taller de Historia", Santa Cruz de Tenerife,
1990). La formal resistencia que se hizo al Papel Sellado, medio que se
adoptó para tonante del pleito insular decimonónico", Revista de Historia
Canaria, Universidad de La Laguna, 1984-1986, 174, pp. 255-375.
Extenuar a los Pueblos:
dos Países hasta ahora bajo el Gobierno Español, en la América, sufren
esta pesada carga; es uno de los motivos primarios [de que] lleguen
a insurreccionarse. En uno que es la
Isla de Sari Juan Bautista de Puerto Rico, bendicen a las
Islas Canarias por esta resistencia, y a la par de esto las Colonias de
otras Naciones las contemplan, capaz de medio millón de combatientes, y de un
Carácter Nacional cuyo entusiasmo es la defensa de sus hogares [Nota de A.P.B.].
La Isla de Lanzarote no podía
sufrir el Monopolismo de don Bartolomé José de Guerra, su Gobernador
de Armas; por la primera hacia de su Cabildo general, se depuso a éste, y
se posesionó en él al Sargento Mayor de su Regimiento Provincial
don José Feo de Armas [Nota de A.P.B.].”
(Extraído del libro:
Amados Compatriotas: Acerca del impacto de la emancipación americana en
Canarias. Manuel de
Paz-Sánchez Edición. Ayuntamiento de La Laguna Centro de la Cultura Popular
Canaria La Laguna 1994.)
AYER COMO HOY
EL COLONIALISMO DIFAMA
“El infame Agustín
Peraza Béthencourt autor del expresado escrito, es natural de la Ysla de Fuerteventura: de
genio díscolo; de costumbres corrompidas, de condición perversa, y muy
dispuesto para todo lo malo: Su depravada conducta obligó a mi antecesor el
Duque del Parque a corregirlo de un modo áspero, y a esto atribuyola causa por
que en su papel habla tanto y tan mal del expresado Duque durante el tiempo de
sumando en esta Provincia. Últimamente ha sido sumariado y sentenciado por mi a
servir en uno de los regimientos de la Península, donde lo hice conducir y de resultas
de esta justa determinación ataca al Auditor de Guerra, suponiéndolo interesado”.
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