jueves, 2 de julio de 2015

Una ficticia Historia de Amor revolucionario: Romeo y Julieta del Siglo XXI


..... y un día nuestro ficticio Romeo empezó a mirar el mundo a su alrededor y por más que lo intentaba, no lograba comprender muchas cosas de las que sucedían; Su padre, corto de palabra, conocía las razones pero su facultad para explicarselo era limitada, por lo que recurrió a los amigos para que entre todos le ayudaran... Así fue como Romeo conoció a un burgués Alemán y a otros personajes; Conoció de primera mano El Capital, estudió el Manifiesto y, como casi todos los jóvenes que conocen la historia, eligió como ídolo a Ernesto.

Con el tiempo, nuestro Romeo vio como sobre la tierra de su Madre caía una plaga de maldad pocas veces vista, y de acuerdo a la formación que libremente había elegido, decidió que no podía quedarse tranquilamente en su casa mientras todos los valores que él había cultivado en su corta trayectoria, la Justicia, eran mancillados. Y decidió implicarse en buscar una solución; Había un problema sin embargo, pues Romeo tenía su Julieta, y esta no compartía esas inquietudes...

Meses de discusiones...., y mientras tanto, amigos y familiares seguían haciendo llegar noticias, cada día más siniestras sobre la maldad que se había abatido sobre ellos;
Mientras tanto Romeo languidecía un poco más con cada una de ellas, pues si su Amor por todos los Valores que había querido aprender era grande, su Amor por Julieta lo era también... Y dudaba, y cada duda le quitaba años de vida.

Viéndolo, Julieta sufría tanto o más que él, y decidió que era mejor perderlo siendo feliz que perderlo viéndolo languidecer poco a poco, sabiendo que en último extremo era ella la causa; Así, se armó de valor y puso en una balanza sus opuestos sentimientos.... Y ganó el Amor que sentía por él. Sabía que en aquella, para ella, insensata aventura, podría ser más terriblemente cruel que para él, pero aún así, un día partieron...

Y como sucede en las historias épicas, en los libros de la romántica caballería andante, un día Romeo se encontró de frente con su Destino, allá lejos, en una tierra que también era suya; Un cruel percance que despedazó su inocencia, su juvenil rebelión ante la Injusticia... Y Julieta, pobre Julieta también, tuvo que reunir fuerzas para allí mismo quemar sus posesiones más valiosas, su inocencia y la de él, y traer la inmensa amargura de su corazón para compartirla con los que, angustiados, esperaban su regreso.

Y llegó.... Con sus recuerdos escondidos amorosamente, con su dolor orgullosamente oculto tras una máscara de rabia por un aparente alejamiento, con un rictus de sonrisa y “alegre celebración” cuando unos familiares cercanos la reciben, estrujan, esperruñan, abrazan, besan, y lloran con ella su regreso. Y más orgullosa que nunca, acompañada por sus ahora iguales, pues había visto en un corto espacio de tiempo, lo que a Romeo le llevó años, y fueron “silbando una vieja tonadilla”, hasta el lugar donde el día más maravilloso del mundo, se enamoró de Romeo, y elevando la vista hasta el horizonte, allá en la lejanía, un insignificante puntito de luz le guiñaba el ojo como diciéndole: ¿Lo ves bobita, no te lo decía...?

Había nacido una estrella y no llamaba Julieta, sino Tania....
1 de julio de 2015




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