miércoles, 29 de julio de 2015

Residente canario






Francisco García-Talavera Casañas

Me niego a que me califiquen como residente canario. Eso significa que tengo el mismo tratamiento en mi tierra que una persona recién llegada de Logroño y que se ha empadronado el mes pasado en cualquier municipio de nuestro archipiélago. No, señor, una cosa es ser canario y otra residente en Canarias. Canarios somos los nacidos en esta privilegiada y atractiva aunque maltratada tierra, y hemos "mamado canariedad". Lo que significa que nos sentimos canarios, que hablamos canario, que compartimos con nuestro pueblo una manera peculiar de ser y de comportarnos, en fin, con una idiosincrasia que a medida que se reconozca como tal se transforma en identidad nacional. Otra cosa es que muchos se sientan también españoles, que no es mi caso, lo cual respeto, pues son muchos siglos de "comedera de coco".
No nos olvidamos de tantos y tantos hermanos compatriotas canarios en el exterior (Venezuela, Cuba, Uruguay, Argentina, etc.), que añoran y sienten esta tierra como los que más.
Canarios, por supuesto, son también aquellos que, siendo foráneos, llevan tiempo suficiente para adaptarse y hacer suyas nuestra habla y costumbres, han echado sus raíces aquí y defienden, sin dudarlo, los intereses de estas islas ante cualquier confrontación, agresión o humillación por parte de quienes ignoran nuestra realidad geográfica y cultural. Es el caso de muchos peninsulares, alemanes, ingleses, hindúes, sudamericanos, etc., que se sienten y quieren ser canarios, integrándose en nuestra sociedad. Ellos sí que pueden llamarse canarios.
Residentes en Canarias somos todos los que vivimos aquí, pero con la particularidad de que unos somos canarios autóctonos (nativos) y otros alóctonos (foráneos) que residen en estas islas por diversas circunstancias, desarrollando su proyecto vital (al menos temporalmente), pero su corazón está en otro país (véase España, Colombia o Marruecos), pensando regresar algún día con los suyos. Por eso siguen conservando sus costumbres, cultura, idioma o manera de hablar. También es el caso de muchos españoles que llevan viviendo con nosotros cuarenta o cincuenta años y siguen hablando y comportándose como "godos", considerándose superiores y pensando que se rebajarían si adoptaran nuestra idiosincrasia. Allá ellos, es su problema.
Y a los que se piquen por lo que están leyendo, pues que se rasquen. La verdad es que ya estoy harto de tanta españolada impuesta. Y quede claro que no se trata de xenofobia, sino simplemente de conocimiento de una realidad histórica, geográfica, genética y demográfica, pero, sobre todo, de sentido común y congruencia.
Todo esto viene a colación del impresentable certificado de residencia que de nuevo nos ha impuesto el Gobierno español, aduciendo que existe fraude y que los canarios "viajamos mucho". ¡Habrase visto tamaño disparate! Ha sido propiciado por unos ignorantes que aún piensan que Canarias está debajo de Baleares y que hay puentes entre las islas, y, para más inri, ante los ojos de un ministro canario, al servicio de oscuros intereses que, por supuesto, no son los de este archipiélago. Y encima están tratando de reducir las bonificaciones del 50%.
Ahora resulta que los canarios tenemos que pasar por esta humillación porque, dicen, hay fraude en los viajes. ¿Dónde está el fraude? Pues, que yo sepa, los canarios, por el hecho de serlo, ya tenemos derecho, por ley, al descuento tan solo con presentar el DNI español (más pronto que tarde tendremos uno canario), en el que se constata la residencia en Canarias del portador. Miren ustedes, el fraude lo están cometiendo fundamentalmente los no canarios, muchos de los cuales ya no residen en las Islas pero siguen utilizando el documento que una vez consiguieron en base a la absurda certificación de residencia a que antes me refería: con solamente estar empadronados ya tenían derecho a él. El fraude lo está cometiendo el Gobierno español con la financiación autonómica, muy por debajo de la media estatal. El fraude lo comete España al hacer ver que los canarios estamos viviendo de las subvenciones del Estado (véase el caso del impresentable alcalde de Toreno), cuando en realidad estamos aportando a las arcas estatales muchos miles de millones más de lo que aquí se revierte (turismo, puertos, aeropuertos, hacienda, importaciones... Somos el quinto cliente de España).
Pues sí, en esta colonia disfrazada (la más antigua del imperialismo europeo) estamos pasando muchas calamidades (paro, miseria, aculturación...) a causa, precisamente, de esa política colonialista española que siempre (desde los guanches hasta hoy) se ha aprovechado de esta tierra -privilegiada geoestratégica y climatológicamente- y de su apacible gente para su beneficio, esclavizándonos al principio, abandonándonos a nuestra suerte y obligándonos a emigrar cuando no les éramos muy rentables (hubo épocas en que había mucha más conexión con Inglaterra que con España), o saqueándonos durante las vacas gordas. Es curioso que antes, cuando los puertos francos, los españoles se pirraban por venir a comprar transistores, tabaco o whisky. Y ahora resulta que es un trastorno para ellos cuando lo hacen por obligación (véase equipos de fútbol). Creo que ya va siendo hora de acabar con esta situación, y se acabará cuando los canarios decidan ser dueños y gestores de los importantes recursos de esta tierra. Llegado el día, cuando al fin tengamos pasaporte propio, se terminarán todas estas estupideces de certificados de residencia o de residentes canarios.


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