Francisco García-Talavera Casañas
En los últimos días ha
saltado la noticia, ampliamente difundida en los medios de comunicación, de que
el origen bereber de los guanches quedaba constatado,
tras los estudios realizados por investigadores del Departamento de Genética de
la Universidad de La Laguna, del Instituto de Medicina Legal de la Universidad
de Santiago de Compostela y del Instituto de Patología e Inmunología Molecular
de la Universidad portuguesa de Oporto. Este interesante trabajo de
investigación fue publicado recientemente en la revista especializada BMC Evolutionary Biology.
El objetivo principal
de dichas investigaciones de genética molecular era analizar el linaje paterno
del cromosoma Y -que es transmitido sólo por los varones- de la población guanche
de las Islas Canarias, para determinar su pervivencia en los canarios
autóctonos actuales y su relación con otras poblaciones norteafricanas. También
se analizaron muestras de los siglos XVII y XVIII, procedentes de enterramientos en la iglesia de La Concepción,
de Santa Cruz de Tenerife, en los que se observó que en aquella época los genes
masculinos guanches representaban el 31%, para seguir disminuyendo
progresivamente, hasta quedar en poco menos de un 10% en la actualidad.
Todo esto está en
consonancia con los avatares de la conquista y colonización del Archipiélago,
debido a la lógica disminución de la población masculina guanche, a
consecuencia de la gran mortandad en la guerra de conquista y posteriores
calamidades (esclavitud, enfermedades, etc.).
Pues bien,
desafortunadamente, lo que ha trascendido a la opinión pública es que la
aportación genética guanche a la población canaria actual es de menos del 10%,
siendo, por tanto, más del 90% los linajes de origen europeo, fundamentalmente
ibéricos. Pero dicha información, transmitida por muchos medios de comunicación
-y en comentarios posteriores- es incompleta y sesgada, pues en la publicación
original de los investigadores de la Universidad de La Laguna, encabezados por
Rosa Fregel, se dice que, si bien los linajes
masculinos de origen norafricano (guanche) han
disminuido progresivamente, los femeninos -que se transmiten por vía materna y
son analizados en el ADN mitocondrial- permanecen más o menos estables en la
población canaria actual, en una proporción que ronda el 50%. Esa debería haber
sido la noticia completa y correcta.
Sin embargo, en otro
importante estudio, también reciente (2004), publicado en la revista
internacional European Journal of Human Genetics bajo el título "Análisis del ADN mitocondrial
antiguo y el origen de los guanches", el mismo equipo de investigadores de
los Departamentos de Genética y Prehistoria de la Universidad de La Laguna,
esta vez encabezado por Nicole Maca-Meyer (junto con M. Arnay,
J.C. Rando, C. Flores, A.M.
González, V. Cabrera y J.M. Larruga), igualmente se
constataba el origen norafricano bereber
de los guanches, merced a la presencia de linajes específicos en su
"pool" genético, como el U6b1. Pero lo más importante de dicho
estudio son las conclusiones obtenidas tras el análisis del ADN mitocondrial
-el más utilizado para comparar la genética de poblaciones- de una amplia
muestra aborigen de Tenerife, Gran Canaria, La Gomera (la isla donde más genes
guanches han quedado) y El Hierro. Y así, al comparar los resultados obtenidos
con la población canaria actual y con otras norteafricanas e ibéricas
(bereberes argelinos y marroquíes, tuaregs, saharauis
y mauritanos, así como españoles y portugueses), se observó que las mayores
afinidades genéticas se daban con los bereberes de las montañas de Marruecos.
Del mismo modo, se llegó a la conclusión de que, "desde la perspectiva
materna, a finales del siglo XVI, al menos dos
tercios (66%) de la población canaria tenía un sustrato indígena (guanche),
como previamente se había deducido por los datos históricos y
antropológicos".
En definitiva, la
genética molecular ha venido a demostrar, en los últimos años, que más de la
mitad de los canarios actuales son portadores de genes guanches y, en
consecuencia, descendientes de ellos. Un ancestral patrimonio genético que nos
ha sido transmitido por vía matrilineal (de abuelas a
madres, de madres a hijas, de hijas a nietas). Sin embargo, aunque los varones
tenemos el mismo ADN mitocondrial que nuestras madres, no podemos transmitirlo.
Afortunadamente, y ya
era hora, la ciencia está desmontando, paso a paso, la manipulada e interesada
Historia que nos han contado y que aún algunos tratan de hacer prevalecer por
todos los medios.
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