JUAN BETHENCOURT
ALFONSO
Socio correspondiente
de la Academia
de Historia (1912)
Historia del
PUEBLO GUANCHE
Tomo II-X
Etnografía
.y
Organización
socio-política
Edición anotada por
MANUEL A. FARIÑA GONZÁLEZ
FRANCISCO LEMUS,
EDITOR La Laguna ,
1994
CAPITULO XVI
Instrumentos músicos: el tambor o
tamboril; el tajaraste o pandero; chácaras o castañuelas; el carrascal; la
flauta dulce. Danzas cívico-religiosas de las cintas, de los arcos y de las
varas. Danzas pírricas y baile de los palos. El tajaraste. El tango. La
guaracha. Canto de los segadores. Los divinos.
Instrumentos
Eran sus instrumentos músicos de
percusión, de frotación y de aire; (2) todos de sonidos más o menos rudos, sin
expresión y monótonos. Figuraban entre ellos:
El tambor o tamboril, que los
tenían de diferentes tamaños.
Sus cajas las fabricaban de
troncos o ramas gruesas de drago, fáciles de trabajar por el fuego y el
raspado; los parches de piel de cabra raída, haciendo de templadores dos aros
de madera sostenidos por fuertes trenzas de fibra de malva y de bordones, unas
cuantas piedrecillas colocadas en su interior. Los tocaban con un solo palillo.
Otro de sus instrumentos era el
tajaraste o pandero, cuyo aro de penca seca de cardón hacían flexible
poniéndolas de remojo en agua caliente. Para darles mayor altura que el ancho
ordinario que ofrecen las pencas, los armaban con dos o tres de estos aros
imbricándolos. Cubrían uno de los lados del vano con el parche, de piel de oveja
o cabra, tendiendo por el otro una o más correas bien tensas, en las que
engarzaban rodajas de conchas de mar o lapas a guisa de sonajas.
Formaba parte de su instrumental
la chácara o crusmata de los antiguos españoles de la Bélica , es decir la
castañuela de conchas marinas o lapas. Tañíanla de dos maneras, como aún suele
verse entre los muchachos por las festividades de algunos pueblos del Sur:
colocando el índice de la mano derecha entre dos valvas opuestas por el vértice
de las espiras, sostenidas por el pulgar y medio, para repiquetearlas entre el
índice y pulgar de la mano izquierda; o bien, articulándolas con una correa
como las castañuelas comunes, haciendo de orejas dos agujeritos practicados en
cada valva. También las usaban de madera de acebnche y de sabina.
Era asaz primitivo el carrascal.
Consistía en un palo de brezo, haya, etc. de media a una vara de largo, con
surcos transversales practicados en toda su extensión, para frotar con otro
palo o borde de una tablita.
A la flauta dulce debían sus
notas más suaves. Aunque tenían algunas de caña, las más de ellas hacíanlas «de
varas nuevas de laurel o no tan nuevas de higuera bicariña», fáciles de horadar
con un bujón o espiche, con lengüetas de balo. Aproximadamente como de medio
metro de largas, llevaban hacia el extremo inferior un agujero por detrás y
tres por delante. No empleaban de ordinario más de cuatro tonos y dos semitonos
en dos octavas.
Según Viana también usaban pitos
o gaitas de tallo de cebada o de cañutos de caña, así como calabazas con
piedrecitas dentro; siendo tradicional que coreaban algunos bailes de efecto
agradable.
Bailes
Figuramos entre ellos las danzas
cívico-religiosas que si bien bailaban delante del rey, en las grandes
solemnidades como constitución del Beñesmer y otros actos civiles, estaban
principalmente destinadas a las ceremonias religiosas. Esta circunstancia de
formar parte de la liturgia guanche, nos explica porqué perduran en nuestro
culto como en las procesiones de la
Virgen de Candelaria, del Socorro, de Abona, etc.; así como
el origen del extraño respeto que el público guarda a los danzantes se halla en
el que tuvo al clero canco, sus antecesores coreográficos.
Según tradición la indumentaria
de los cancos bailadores variaba en las diferentes danzas, siendo en una de
ellas la siguiente: píleo bajo de piel lanuda y blanca de cordero lazado por
debajo de la barba, bandeado con cabos policromos y rematado en borlón de
crinejas de distintos colores flotante a la espalda; ahico con flocaduras de
colores vivos y güirmas con alamares. Probablemente la actual vestimenta de los
danzantes, aunque alterada, es una derivación de la primitiva.
Para la danza de las cintas,
ahora como en tiempos guanches, forman la cuadrilla 14 individuos: 12
danzantes; 1 tamborilero, el cual toca a la vez la flauta y con un solo palillo
el tamboril, que lleva colgado del dedo meñique (¿o pulgar?) izquierdo, y 1
conductor del palo, que viste al igual de los danzantes eligiendo el de mayor
estatura.
palo es una pértiga de 5 metros
de larga, que coronaban los indígenas con hermoso ramo de hojas y flores
silvestres, de cuya base partían doce cintas de distintos colores de a seis
varas, una para cada danzante como en la actualidad. El principal cuidado del
conductor es «que el palo no dé vueltas para que no se le trabe la danza».
Divídense los danzantes en dos
tandas de a seis, llevando cada tanda una guía delantera y otra postrera, a las
que siguen en las entradas y salidas los respectivos grupos al vestir y
desnudar al palo. Al compás del tamboril y la flauta marchan bailando dando dos
pasos atrás y otros dos adelante, trazando círculos alrededor de la pértiga en
sentido inverso cada tanda, una sobre la derecha y la otra sobre la izquierda,
pasando alternativamente por dentro y por fuera cada vez que se cruzan. Cuando
han vestido el palo, o lo que es igual, cuando la pértiga aparece
artísticamente cubierta por el entrelazado de las cintas, danzan en dirección
opuesta para desnudar el palo, haciendo en cada tanda de guía delantera la que
antes fue postrera.
Estriba el mérito, en dar remate
al baile o séase a vestir y desnudar el palo «sin trabar la danza», como lo dan
a conocer los mismos bailadores prorrumpiendo en regocijados ajijides, que
secunda el público. ¡Pero pobres de ellos si la traban, porque a pesar del
respeto que tributan al honorífico cargo de danzante, les propinan silbas
monumentales! (3)
A juzgar por las tradiciones la
danza de las cintas ofrecía algunas variedades. Según algunas, en ocasiones los
bailadores repiqueteaban a la par las chácaras; otras cada danzante vestía del
color de su cinta presentando el entrelazado cambiantes y combinaciones de
agradable perspectiva; y habrá una cuarentena de años nos referían ancianos de
los altos de Adeje que, si bien en decadencia, alcanzaron a ver ejecutar esta
danza siguiendo una niña a cada bailador cogida de una banda, muy adornadas y
danzando con gran donaire.
La danza de los arcos se
diferenciaba de la precedente, en que las cintas estaban sustituidas por arcos
de convexidad superior, adornados de flores y lazos de variados matices,
articulados a un espigón empotrado al extremo de la pértiga, que podían girar
adelante y atrás. Los bailadores, cogiendo con la mano izquierda el extremo
libre del arco, danzaban con igual compás dando los mismos pasos, aunque
siempre entrando en una obligada dirección y repiqueteando las chácaras con la
mano derecha.
En la danza de las varas no
existía palo central. Los danzantes provistos de su respectiva vara en forma de
arco, como de un metro de larga y
vistosamente adornadas, se disponían en círculo cogiendo en alto con cada mano
el extremo de una vara, para hacer como en la isa diferentes mudanzas y
figuras. Al compás del tambor, de las chácaras y flauta, los bailarines
ejecutaban movimientos cadenciosos dando dos pasos cortados sobre la derecha y
otros dos medios sobre la izquierda, mientras el conjunto giraba en derredor
dilatándose o replegándose ya pasando por debajo de bóvedas improvisadas, ora
haciendo artísticas cadenas, ora deshaciendo nudos y cruzados, así como otras
figuras bajo la dirección de las guías.
La hemos visto bailar en nuestra
niñez.
Respecto a la danza pírrica de
los guanches, los bailadores al compás de la música tomaban actitudes ofensivas
y defensivas, chocaban las armas, mostrando gran agilidad en los golpes y
quites en elegantes posturas. De todos los autores sólo Viana hace mención de
ella en la pág. 38:
« ...salió una danza de nivarios
mozos, que Dócil ordenó por darle gusto al cautivo, señor del alma suya; fue la
danza admirable, gustosísima, de doce bailadores extremados que con unas
espadas españolas despojos ordinarios de sus guerras, desnudas en las manos por
las puntas y por la guarnición, en buen concierto, tramaban una danza muy
curiosa dando mil saltos y ligeras vueltas...»
O los guanches tuvieron más de
una danza pírrica o se transformó la que usaban, pues a dicho género referimos
el conocido entre los pueblos chasneros hasta el primer tercio del siglo pasado
por el baile de los palos', que ofrece un extraño parecido con otro antiquísimo
de los vascos del N. de España, de donde sin embargo no fue importado, por lo
menos en época histórica1.
Varias parejas de ambos sexos,
provisto cada individuo de un par de palos de leñablanca, colocábanse formando
dos filas paralelas una de hombres y
otra de mujeres, quedando de frente las respectivas parejas. Al compás de la
música, comienza el baile rompiendo el hombre con el pie derecho y la mujer con
el izquierdo, dando dos alzas de pie alternando sin cambiar de sitio, seguido
de un balanceo del hombre sobre su derecha y de la mujer sobre su izquierda con
tres medios pasos coincidiendo al quinto de este total de pasos un choque de
los palos de la diestra de la pareja, parando en cuarta alta de la esgrima del
sable. Terminado este movimiento completo le sucede otro igual pero en sentido
contrario, chocando los palos de las manos izquierdas en cuarta alta al quinto
paso; luego se repite el primer movimiento para chocar los palos en prima baja,
seguido de otro para chocar en segunda. Viene seguidamente otro movimiento que
termina con el choque del palo de la mujer sobre el del hombre, que le da la
espalda con el palo tendido atrás y abajo, sucediendo otra figura igual
quedando de espaldas la mujer; para luego dar comienzo a un séptimo movimiento
en que las parejas dan una vuelta completa sobre sí mismas, chocando cada cual
sus dos palos al compás de la música mientras se dirigen a ocupar la fila
opuesta a la que tenían al romper el baile para cambiar de pareja; finalizando
con el séptimo movimiento el ciclo chocando las nuevas parejas los cuatro
palos.
Por manera que las parejas van
cambiando a la terminación de cada ciclo, terminando el baile cuando vuelven a
encontrarse las primitivas, que se despiden saludándose con los palos como los
oficiales del ejército con las espadas.
Mi antiguo profesor en el
Instituto de La Laguna D.
Cirilo Olivera, quien a mi solicitud pasó al pentagrama la música popular del
baile de los palos, me acompañó la siguiente nota:
«La música adaptable a este baile
se representa por dos movimientos iguales o sea un dos por cuatro: dando al
primero, tercero y quinto compás, y así sucesivamente en los compases impares,
un valor igual a la figura que simboliza cada movimiento. Los compases
intermedios a los ya indicados, son representados por dos corcheas y una negra,
ejecutando los bailadores dos pasos cortos en el primer movimiento del compás,
y uno más largo en el segundo movimiento o sea el de la negra, que viene a ser
una especie de descanso con que se modifica la monotonía del bailable»
* * *
Uno de los bailes populares era
el tajaraste, ejecutado al compás de la pandereta o tajaraste, ejecutado al
compás de la pandereta o tajaraste y el tambor, a los que a veces acompañaban
la flauta y las chácaras.
Aunque de ordinario lo bailaban
dos parejas colocándose invertidos hombres y mujeres, o lo que es lo mismo,
quedando los del igual sexo en la diagonal del cuadrado que forman, pueden sin
embargo bailar a la vez varias parejas guardando el orden indicado. Consiste el
baile en tres medios pasos vivos alternando dos de un pie y uno del otro,
haciendo a cada movimiento de estos medios pasos una ligera suspensión el pie
contrario al que da comienzo, una vez sobre el derecho y otra sobre el
izquierdo; girando a la par de cada suspensión una vez con vuelta sencilla para
bailar con la pareja más inmediata y otra con doble vuelta para hacerlo con la
más alejada en el orden que se mueven; pues todos siguen una curva cerrada,
siempre la mujer por dentro sobre la derecha y el hombre por fuera sobre la
izquierda; de modo que cada pareja que rompe el baile se vuelve a encontrar al
dar la vuelta entera al círculo.
Todo hombre tenía derecho a
relevar después de dos cantares y todos los circunstantes a cantar cuando
querían.
Otro de los bailes populares era
el tango tinerfeño, nombre con que fue bautizado después de la conquista; como
denominaron también unos bailes indígenas del Hierro y la Gomera tango herreño y
tango gomero.
El tango
tinerfeño casi ha desaparecido, (4) pues ya únicamente se le encuentra por
algunos caseríos de Icod y de los pueblos inmediatos. Al final damos un aire
escrito a nuestro ruego por D. Alonso Castro Chirino.
Lo bailan dos
parejas colocadas en situación de seguidillas, pero sus cambios no son tan
rápidos. A cada compás adelantan un pie dando dos medios pasos alternados con
otros dos medios del otro pie, imprimiendo a la par a la cintura un cimbreo
lateral de elegantísimo efecto.
Pero el baile
más generalizado entre los guanches fue la guaracha, cuyo nombre tiene
indudablemente su etimología en el genérico de guaras o guarache o guaira, con
que los designa las tradiciones a los bailaderos públicos de los guanches,
según dijimos. Tuvo el privilegio de recorrer el mundo perdiendo en esa larga
emigración su primitivo título ¡hasta en su país nativo!, pues apenas si lo
conserva por Andalucía y algunas regiones de América; y no sólo perdió su
apelativo, porque fue más conocido por baile canario, saltarero, saltarello en
Italia, etc., sino que fue dejando por el camino su aire, tono y cadencia para
dar lugar a numerosos hijos bastardos que en nada recuerdan a la madre que los
parió. Entre nosotros sigue viviendo con su antigua fisonomía, especialmente
por Adeje, Arona y otros pueblos del Sur, bajo los nombres de tanganillo y
saltonas.
Cantos
Lo poquísimo
que quedaba va desapareciendo a toda prisa, como los cantos de los segadores y
del molino, que aún se oyen tal cual vez por Guía, Adeje, Arona, San Miguel,
Chasna y otros pueblos del Sur. Procuraremos dar a conocer su música.
Aunque creemos
imposible sea trasladado al pentagrama el canto de los segadores con todo su
sabor primitivo porque su desentonada melodía no cabe ser reproducida.
Acompasado por el tambor, el tajaraste o en seco, monótono y rudo, tiene sin
embargo un aire de profunda melancolía de que sólo se emancipa el alma con los
alegres aji-jides, que lanzan de vez en cuando a manera de sobrealientos para
darle colorido y vida. El segador que quiere llevar la voz, prorrumpe de pronto
en un ajijide que es contestado por el rancho, entonando de seguida el dístico
que sirve de estribillo a la multitud para corearlo al final de cada cuarteta.
Aunque esta regla tiene sus excepciones. Cuando interesa el recitado o para
hacer resaltar un concepto o simplemente para reanimarse, suelen corear el
estribillo cada dos versos o intercalan al capricho los ajijides: estribillo
que repite el que romancea para anunciar que ha terminado y va seguido de 2, 3
ó más ajijides colectivos.
También
entonan el canto de los segadores cuando un rancho va de camino, en cuyo caso
es frecuente que en lugar del estribillo repitan las dos últimas estrofas de
cada cuarteta, etc.
Como ejemplo
de estos antiguos romances populares damos a conocer los fragmentos de un par
de ellos recogidos en los pueblos chasneros; ofreciendo la particularidad que
la acción del segundo no pasa en el reino de Adeje como el primero sino en la
isla de Lanzarote; de donde fue quizás importado por algún chasnero, y más
probablemente por alguno de los tantos maxoreros que en años calamitosos de los
siglos anteriores, acudían a las Bandas de Chasna en los años de gran
recolección:
Estribillo
(Pie):
«Que linda mañana Guara,
Guara que linda mañana»
Voz:Estribillo:
Voz:
Estribillo:
Voz: «En el tagoro de Ifaya
donde Roesmo
moraba,
se dice que
una doncella
de amores fue
requebrada».
Estribillo:
………….
Voz: «Con malos ojos los padres
vieron que
toda una dama,
le daba lado a
un villano
con desprecio
de la casta».
Estribillo:
………
Voz: «Ni
consejos ni castigos
su firmeza
quebrantaban,
que no vale la
nobleza
cuando de
amores se trata».
Estribillo:………
Voz: «Ven
Roesmo de mi vida
ven Roesmo de
mi alma,
que por encima
del sol
te quiere esta
desgraciada».
Estribillo:
…………….
Voz: «Parte
dan al rey de Adeje los del tagoro de Guasa, para que aplique la ley a los que
a ella faltaban».
Voz: «Ya se
reúne el Consejo en esa mesma mañana, ya van y vienen correos tomando lengua a
la usanza».
Estribillo:………..
Voz:……
Estribillo: «Que
linda mañana Guara, Guara que linda mañana».
*
* *
Voz: «Don Juan Betancur
y el rey
Guadarfía, van para Zonzamas
con mucha alegría;
y sus
ayudantes
fieles les seguían.
Llegan a
palacio,
y estaba
tendida
en aquellos
llanos
la
ganadería.
Ninguna
mujer allí se veía,
sólo los
zagales
eran quien
servían
leche con
cebada,
carne y papa-cría;
gofio y
queso fresco
abundante
había.
Los maxos cantaban
mientras se
comía;
relinchos y silbos
es lo que se
oía»
Nos afirmaron
bastantes ancianos del Sur (Tfe.), del primer tercio del siglo pasado, de que
aún por dicho tiempo abundaban los romances de asuntos guanches; así como las
loas dedicadas a las Vírgenes de Candelaria, del Socorro y Abona, y los
villancicos que cantaban por Pascuas, por lo que eran llamados pascuas o
divinos, en que la letra y música tenían un marcado sabor guanchinesco, hasta
en sus manifestaciones de profunda fe cristiana. Pero precisamente por la
referida época, una ola de ramplonería barrió con lo que pudiera llama se
literatura popular indígena los vírgenes campos de Chasna para sustituirle una
insulsez insoportable. Del voluminoso fárrago de poesía popular que hemos
recolectado, que en parte conoce el ilustre Sr. Menéndez Pidal, ninguna
composición utilizable trata sobre la materia excepto un fragmento de los
cantos divinos; que ofrece la doble originalidad de ocuparse de asunto profano
y de haber sido encontrado en un rincón de Tenerife, pasando la acción en
Lanzarote. De todas suertes, en todo el Archipiélago puede servir de modelo de
esta clase de cantos:
Estribillo
(Pie): «Yo veí a Teguise un día que
criadillas comía.»
Voz:
«Yo veía Teguise
un día
estando
Massiot con ella
que criadillas
comía;
y de gofio
hacían pellas
que a Betancur
le ofrecía.
Yo veí a
Teguise un día
comiendo
pescado asado;
que criadillas
comía,
también gofio
con burgados
de lo cual
Massiot comía.
El que coja
papas-crías,
lo mismo que
del ganado,
da la mitad a
Guadarfía;
pues está
determinado,
del que en sus
campos pacía?
NOTAS
Entre los bailes nacionales ingleses existía el
llamado «sword dances» o «danza de las espadas», que también concluyó por bailarse
con varas o bastones, como asimismo debió acontecer entre los vascos.
ANOTACIONES
(1) En este
apartado nuestro autor plantea una cuestión, largamente debatida a partir de la
década de los años 30 de este siglo. La discusión se centra en la proporción de
sangre guanche que podemos encontrar en determinados géneros, bailes y cantos
del folklore musical canario. Además de reconocer la filiación guanche del
canario, D. Juan Bethencourt propone igual reconocimiento para los géneros más
antiguos: el tango herreño, tango tinerfeño y el tajaraste. Nos ha extrañado
que no haya incorporado en este repertorio de toques y bailes antiguos al
sirinoque, uno de los toques y bailes más antiguos de la isla de La Palma y del Archipiélago.
Sin embargo le concede esa consideración en su obra Materiales para el
Folk-Lore Canario.
(2) Al final
del capítulo hemos incorporado, a partir de la información ofrecida sobre los
intrumentos musicales utilizados por los guanches, la clasificación
organológica de los mismos; para ello hemos seguido la propuesta por
Hornbostel-Sachs en 1913.
En este sentido notamos la ausencia de dos
instrumentos que si bien no está demostrada su utilización para hacer música,
sí que se emplearon para emitir sonidos. Nos referimos a los litófonos que
existen en alguna de las islas (un ejemplo que corresponde al Sur de Tenerife
aparece en las ilustraciones de este capítulo); y por otra parte, a un pito o
silbato que se encuentra en el Museo Arqueológico de Tenerife y parece
corresponder a un modelo primitivo de flauta, a la que le falta la embocadura.
(Esta información se la debemos al profesor Tejera Gaspar).
(3) Se hace una
descripción minuciosa y detallada de la Danza de Güímar, afortunadamente para la cultura
popular tradicional de Canarias esta danza se ha mantenido invariable. No nos
extrañaría que Bethencourt Alfonso, hubiera entrado en contacto con el famoso
Cho Cirilo, uno de los más afamados tamburuleros de la danza de Güímar,
convirtiéndose en informante cualificado para el toque de tajaraste cuyo
pentagrama ilustra este apartado.
(4) Hemos
tenido la feliz oportunidad de observar, con todo su esplendor y espontaneidad,
el tango tinerfeño en el caserío de Teño Alto, en una inolvidable noche de
Sábado Gordo o de Carnaval.
(5) Gracias al
interés de nuestro autor por rastrear cualquier resto de poesía popular
tradicional en el que se hiciera alusión al pasado guanche, se ha logrado
conservar una importantísima colección documental de la literatura popular
tradicional de las Canarias.
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