..... y un día nuestro ficticio Romeo empezó a
mirar el mundo a su alrededor y por más que lo intentaba, no lograba comprender
muchas cosas de las que sucedían; Su padre, corto de palabra, conocía las
razones pero su facultad para explicarselo era limitada, por lo que recurrió a
los amigos para que entre todos le ayudaran... Así fue como Romeo conoció a un
burgués Alemán y a otros personajes; Conoció de primera mano El Capital, estudió
el Manifiesto y, como casi todos los jóvenes que conocen la historia, eligió
como ídolo a Ernesto.
Con el tiempo, nuestro Romeo vio como sobre la tierra de su Madre caía una
plaga de maldad pocas veces vista, y de acuerdo a la formación que libremente
había elegido, decidió que no podía quedarse tranquilamente en su casa mientras
todos los valores que él había cultivado en su corta trayectoria, la Justicia,
eran mancillados. Y decidió implicarse en buscar una solución; Había un
problema sin embargo, pues Romeo tenía su Julieta, y esta no compartía esas
inquietudes...
Meses de discusiones...., y mientras tanto, amigos y familiares seguían haciendo llegar noticias, cada día más siniestras sobre la maldad que se había abatido sobre ellos;
Mientras tanto Romeo languidecía un poco más con
cada una de ellas, pues si su Amor por todos los Valores que había querido
aprender era grande, su Amor por Julieta lo era también... Y dudaba, y cada
duda le quitaba años de vida.
Viéndolo, Julieta sufría tanto o más que él, y decidió que era mejor perderlo siendo feliz que perderlo viéndolo languidecer poco a poco, sabiendo que en último extremo era ella la causa; Así, se armó de valor y puso en una balanza sus opuestos sentimientos.... Y ganó el Amor que sentía por él. Sabía que en aquella, para ella, insensata aventura, podría ser más terriblemente cruel que para él, pero aún así, un día partieron...
Y como sucede en las historias épicas, en los
libros de la romántica caballería andante, un día Romeo se encontró de frente
con su Destino, allá lejos, en una tierra que también era suya; Un cruel
percance que despedazó su inocencia, su juvenil rebelión ante la Injusticia...
Y Julieta, pobre Julieta también, tuvo que reunir fuerzas para allí mismo
quemar sus posesiones más valiosas, su inocencia y la de él, y traer la inmensa
amargura de su corazón para compartirla con los que, angustiados, esperaban su
regreso.
Y llegó.... Con sus recuerdos escondidos amorosamente, con su dolor
orgullosamente oculto tras una máscara de rabia por un aparente alejamiento,
con un rictus de sonrisa y “alegre celebración” cuando unos familiares cercanos
la reciben, estrujan, esperruñan, abrazan, besan, y lloran con ella su regreso.
Y más orgullosa que nunca, acompañada por sus ahora iguales, pues había visto
en un corto espacio de tiempo, lo que a Romeo le llevó años, y fueron “silbando
una vieja tonadilla”, hasta el lugar donde el día más maravilloso del mundo, se
enamoró de Romeo, y elevando la vista hasta el horizonte, allá en la lejanía,
un insignificante puntito de luz le guiñaba el ojo como diciéndole: ¿Lo ves
bobita, no te lo decía...?
Había nacido una estrella y no llamaba Julieta, sino Tania....
1 de julio de 2015
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