Francisco García-Talavera Casañas *
No es mi intención intranquilizar a los lectores con unos titulares
que, en estos tiempos convulsos, nos lleven a pensar inmediatamente en un acto terrorista.
Pero sí es una manera de llamar la atención sobre unos lamentables hechos que,
desgraciadamente, se vienen repitiendo con cierta frecuencia en los últimos años. La
descoordinación entre administraciones y la dejadez e inoperancia de las mismas está
permitiendo la pérdida irreparable o la degradación paulatina de nuestro rico patrimonio
cultural y natural. Parece mentira que sean colectivos y asociaciones a los que les duelen
estos atentados, como en este caso Ossinissa, los que den la voz de alarma ante esta nueva
forma de terrorismo cultural, promovido o permitido, para más inri, por las propias
instituciones.
Esta vez le ha tocado a la Caleta de El
Hierro. Allí se encuentra la estación de grabados rupestres líbico-bereberes más
importante de Canarias y, en su género, una de las más representativas de todo el
noroeste africano, la cual, sobre el papel, está declarada Bien de Interés Cultural
(BIC) por el Gobierno de Canarias. Las competencias sobre la salvaguarda de este valioso
patrimonio recaen sobre la Consejería de Cultura del Cabildo correspondiente. Señora
consejera, hay que actuar con previsión y no esperar a que el daño esté hecho y a que
los ciudadanos y asociaciones privadas pongan el grito en el cielo, con toda la razón del
mundo.
Por un lado, la Administración del
Estado, en este caso Costas y Medio Ambiente, pasa olímpicamente y, con total menosprecio
-como en tantas ocasiones- de la legislación autonómica que tiene competencias en la
materia, acometiendo obras sin previos informes de conservación de patrimonio y de
impacto ambiental. Y, por el otro, la Consejería de Cultura del Cabildo de El Hierro,
garante de la integridad de su valioso patrimonio, se dedica ahora a echar balones fuera,
cuando entre sus misiones está la de la inspección y prevención. No me diga usted que
en una isla como El Hierro, donde todo el mundo sabe cuándo estornuda el vecino, no
tenía conocimiento de que se estaban haciendo esas obras, para paralizarlas
inmediatamente.
Tampoco nos sorprendemos demasiado, pues
esto viene de atrás. Hace años, y estando precisamente al frente de la Dirección
General de Patrimonio del Gobierno de Canarias un señor de El Hierro, ya se le dieron las
primeras "mordidas" al valioso yacimiento de la Caleta, con unas obras "de
acondicionamiento y mejora" como las que ahora se están realizando. En aquella
ocasión se perdieron para siempre unos grabados alfabetiformes, del mismo tipo, que
estaban sobre una gran roca suelta, separada de la estación principal.
Pero ahí no queda la cosa. Señora
consejera, entérese de una vez: junto a los grabados rupestres hay también un yacimiento
paleontológico, una playa fósil del Cuaternario con futuro tratamiento de BIC
(catalogo-inventario de los yacimientos fósiles de la provincia de Santa Cruz de
Tenerife, Instituto de Estudios Canarios, 1989) que también se ha visto afectado por la
dichosa escalerita.
Por todo ello, señora consejera de
Cultura, señor presidente del Cabildo de El Hierro, aunque el mal ya está hecho,
pónganse las pilas y, con el asesoramiento técnico correspondiente, aprovechen la
ocasión y los fondos europeos de estas desafortunadas obras para dejar delimitados y
protegidos, de una vez por todas, los yacimientos afectados. Una pequeña valla acorde a
la estética del entorno y, sobre todo, un panel informativo (con un tratamiento especial
contra la maresía) resaltando las peculiaridades patrimoniales de tan importantes
yacimientos son suficientes. Su puesta en valor supondría, además, un importante
atractivo añadido en la promoción turística de la isla y sería el propio pueblo el
encargado de su vigilancia y salvaguarda. Hechos tan lamentables como éste, que ponen en
entredicho la cultura y diligencia de las autoridades ¿competentes? no deberían
producirse nunca más. Suya es la responsabilidad.
* Director del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife
Publicado en periódico El Día, 17-08-2006
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