Francisco
García-Talavera Casañas
Eso es lo que está
haciendo con nuestra tierra el displicente Gobierno español, aprovechando la
inercia de la crisis económica mundial. Es esta una táctica política que da
buenos resultados cuando se trata de "acogotar" y crear descontento
en la ciudadanía, con el fin de desprestigiar primero y hacer saltar después a
los gobernantes o partidos que resultan molestos a los intereses del
"ente" superior, en este caso el ejecutivo central.
Siempre recuerdo al
primer alcalde democrático de Las Palmas (de UPC), Manuel Bermejo -al que me
unía una buena amistad-, cuando me confesaba preocupado que desde Madrid el
Gobierno, por aquel entonces de UCD, le había "cerrado el grifo".
Era una época muy
especial para Canarias, pues, por primera vez en mucho tiempo, España sentía
que nuestro archipiélago se le podía ir de las manos (años setenta y comienzos
de los ochenta). La vehemente voz (realmente nacionalista) de Sagaseta se escuchaba en el Congreso, aunque algunos godos
se mofaban de él cuando decía verdades como puños, entre otras cosas porque no
digerían el lenguaje exótico y contundente de un diputado canario que les
marcaba la diferencia. También la voz de Cubillo les estaba "haciendo
pupa" desde Argel (y tanto, que lo mandaron asesinar). El pueblo estaba
"desinquieto" por lo que estaba pasando y el mensaje estaba calando.
Por lo tanto, España no se podía cruzar de brazos ante el creciente sentimiento
canario. Nuestro pueblo, al fin, estaba despertando de su prolongado letargo...,
y la respuesta fue contundente: represión policial generalizada (aparte de lo
de Cubillo, asesinato de Javier Fernández Quesada en la universidad, de
Bartolomé García Lorenzo en su casa de Somosierra, de Antonio González tras las
torturas de un sanguinario inspector de policía, encarcelamiento y tortura de
muchos patriotas...) y desmantelamiento, bajo cualquier pretexto, de todo lo
que oliera a independentismo y control de los incipientes partidos
nacionalistas.
Pero esta maquiavélica
"reespañolización" de Canarias había que
hacerla con discreción, y la mejor manera era actuar en varios frentes, y uno
de ellos fue la enseñanza. En cuidada operación, que podíamos llamar
"recolonización", en poco tiempo España envió más de 4.000 profesores
para cubrir las plazas de Educación en nuestras islas, portadores de un
lenguaje y una idiosincrasia muy distintos a los nuestros. Su desconocimiento
de nuestra realidad geográfica y cultural a lo único que contribuyó fue al
fracaso escolar. Asímismo, se incrementó la llegada
masiva de funcionarios de todo tipo, tras incentivarlos económicamente. También
actuaron en el frente militar, desoyendo la decisión canaria de no entrar en la
OTAN (Canarias fue la única comunidad que votó en contra) al utilizar nuestra
extraordinaria situación geoestratégica (puertos y aeropuertos) como base de
operaciones y maniobras, al tiempo que nos llenaban las islas de reclutas
españoles, mientras a los nuestros los mandaban fuera, para así ir
desnaturalizando al canario.
Pasaron en aquellos
años muchas más cosas, pero volvamos al principio, con Manuel Bermejo. El
gobierno español no podía soportar que el alcalde de una ciudad tan importante
como Las Palmas de Gran Canaria fuera un significado miembro de la coalición
nacionalista-independentista de izquierdas Unión del Pueblo Canario (UPC). Y,
como decíamos, el medio más eficaz para presionarlo era "cerrarle el
grifo", y así cortarle, o aplazarle, la financiación o subvención de
muchos proyectos importantes para el desarrollo de la ciudad y el bienestar de los
ciudadanos.
Se quejaba amargamente
Bermejo de su impotencia y, sobre todo, porque sabía por qué lo hacían. Se
encargaron, también a base de desprestigiar su imagen y gestión, de crear
descontento en el pueblo hasta que, por medio de una moción de censura apoyada
por el PSOE, consiguieron echarlo. Sin embargo, nada más tomar posesión de su
cargo como nuevo alcalde -el socialista Juan Rodríguez Doreste,
en su segunda etapa (1983)-, se abrió el grifo..., y llegaron los dineros a
mansalva para Las Palmas. Al poco tiempo los comentarios de la gente: ¡qué buen
alcalde es Rodríguez Doreste!
Y la historia se
repite, pues ahora está pasando lo mismo, pero a nivel archipielágico:
financiación autonómica muy por debajo de la media del Estado; deuda millonaria
acumulada del Ministerio de Sanidad; fuertes recortes en educación;
incomprensible e intolerable corte total a las subvenciones para la desalación
de un bien tan vital como es el agua, y de la que bebe y depende casi el 100%
de la población de algunas islas; corte a la subvención de las energías
renovables limpias (eólica, solar, ...), de las que podíamos abastecernos en
más de un 50% y, en algunos casos, autoabastecernos (véase El Hierro); recortes
del 75% en carreteras, en el Plan Integral de Empleo; desmantelamiento del
tejido industrial, la agricultura y la ganadería por los suelos (nunca mejor
dicho), la pesca en estado casi testimonial, etc., etc. En fin, los peor
parados de todo el Estado, ahora inmerso en una clara política recentralizadora.
Y yo me pregunto: ¿qué
más hace falta para que este pueblo despierte de una vez y se dé cuenta del
trato colonial que se le está dando? ¿Dónde está nuestra dignidad?
¿Pero es que no vemos
que están tratando por todos los medios de que cada vez seamos más pobres y
dependientes, al controlar ellos nuestra economía y los principales recursos?
Todo lo cual es, como ya sabemos, el mejor antídoto contra la independencia.
¿No sabe este pueblo
que a poco que nos movamos ante la Unión Europea y la ONU las reivindicaciones
catalanas y vascas se quedarían pequeñas?
Pues bien, ya es hora
de poner las cartas sobre la mesa, parar el juego y plantarnos. Además, en
estos momentos, y desde hace bastante tiempo, son ellos los que están
"bebiendo" de nuestro grifo, ¿Empezamos a cerrárselo? Yes, we can.
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