miércoles, 29 de agosto de 2012

Capitulo XXVI-III


Capitulo XXVI-III

Eduardo Pedro García Rodríguez

Antecedentes del poblamiento


En los comienzos los Fenicios llamaban a las Canarias Alizuth que significa placer y alegría, después de la llegada de los Griegos, cambio entre ellos la A por la E quedando Elysius Parayso que significa tierra voluptuosa y de jubilo.

Muy pronto comenzó a correr el nombre de Campos Elyseos, lugar donde se decía que los hombres pasaban una vida dulce y tranquila sin experimentar nieves ni lluvias.

Weissen-Szumlanska descubrió que el cabo Soloeris, mencionado por Herodoto, se correspondía con el actual cabo Yubi, situado en la costa atlántica de Marruecos, frente a las islas Canarias, que en tiempos del historiador griego se correspondía con en “el punto más avanzado de Libia”.

La conexión canaria

En la región de Eyzies, donde se encontraron los primeros esqueletos de los llamados Cromañón, los ejemplos más antiguos de los Homo Sapiens, los constructores de una vía férrea derribaron la pared de una gruta en cuyo fondo se hallaba un esqueleto fósil humano, de aproximadamente 1,90 metros, cubierto de ocre rojo.[1] Este rito de cubrir los cuerpos de rojo no es exclusivo de los cromañones, sino que tal práctica también era común en Egipto. Los grandes sacerdotes del Nuevo Imperio – que ya no aplicaban el ocre rojo en su vida ordinaria – se pintaban para las ceremonias, los oficios populares, durante los días festivos.[2] Herodoto, cuando se refiere a las poblaciones más occidentales de libia, asegura: “Los maxyes autóctonos se pintan el cuerpo con bemellón”. Gracias a los trabajos en momias antiguas del profesor Frédéric Falkenburger, de la universidad de Maguncia, sabemos de la presencia en Egipto de una población de cromañones cercana al 10 % del total. El tipo puro se encuentra hasta después de la Dinastía XX (de Abidos a Denderah) y, esporádicamente, hasta la época moderna (Cairo).

Ya los pioneros de la prehistoria, de Auqtrefages y Hami, insistieron en las analogías que presentaban, con la raza de Cromañón, los individuos descubiertos en las tumbas megalíticas de Roknia, en las altas mesetas de Numidia. Bourguignat los consideraría como antiguos egipcios. Tales resultados indujeron a los antropólogos  a dirigirse cada vez más hacia el oeste, hacia los archipiélagos atlánticos.[3] La identificación con la raza de Cromañón fue confirmada en una misión de cinco años. Verneau estableció, sobre la base de numerosos ejemplos, la enorme capacidad craneana de los guanches, su elevada estatura, y esa deformación postcoronal específicamente cromañoide “que no se debe a una deformación ritual (como en los semitas) sino que se encuentra siempre en un punto preciso y entre pueblos donde ese rito no existe, especialmente entre los egipcios”.

Por todo ello los investigadores proponen el occidente de Afrecha como lugar de donde procedían los cromañones que poblaron Egipto, y en concreto de las islas Canarias. El Prof. F. Falkenburger, realizó estudios sobre la craneológica de los antiguos habitantes de las Islas Canarias y sobre la craneología egipcia, comparando 1787 cráneos egipcios desde el predinástico hasta nuestros días. Estos esqueletos pertenecían a la raza de los Cromañón atlánticos, y esta base antigua va disminuyendo hasta desaparecer después de la dinastía XVII, por la aportación del tipo africano-árabe-semítico.

Los vestigios de una conexión de los antiguos canarios con los antiguos egipcios[4], por la 3ª Ruta de Herodoto (vía el Tassili), se aprecia también en grabados que salpican todos los caminos que recorrieron aquellos emigrantes. En la isla  Benahuare (La Palma) se encuentran, grabadas en las rocas, esas famosas espirales de las que aún no se conoce su significado. Tales laberintos circulares los hemos encontrado en las montañas del Tadrart, al sur del Tassili. Pero fue en Egipto donde alcanzó su apogeo esta representación espiral que se elevó hasta concepción de la Unidad-Energía creadora y de su eternidad. (Carlos Mesa)  

Según recoge Eduardo Saavedra en 1884: “La gran antigüedad de la raza berberisca en el Norte del África, desde las orillas del Atlántico hasta los confines de Egipto, se echa de ver cuando se lee en Heródoto que en toda la Libia no hay más que un solo pueblo indígena fuera de los etíopes, y se confirma al encontrar vestigios de costumbres que por su singularidad consigna el escritor griego.
 Los rifeños se afeitan la cabeza, dejando una trenza en el lado derecho como los antiguos maxyes; otras tribus conservan el cabello sólo en la mitad posterior como hacían los machlyes, y en muchas partes llevan para la caza y la guerra la tabanta de piel de cabra, que el historiador de Halicarnaso tenía por modelo del traje de Minerva.
Ni han variado la mayor parte de los nombres propios desde tiempo tan remoto consignados. El adjetivo mazig, dictado nacional de la mayor parte de los bereberes que no lo han olvidado por otro árabe, es á no dudarlo la raíz y equivalente de los de masúas de las inscripciones egipcias, imagende Heródoto, imagende Hecateo, maxitani de Justino imagende Tolomeo.”
El poblamiento

Una nueva oscilación climática ocurrió hace aproximadamente 4.500 años, volviéndose a la aridez, y es en esa época cuando tendríamos de nuevo una población enfrente con posibilidades de cruzar el charco y presionada por los rigores climáticos (Petit-Maire y Dutour, 1987). ¿Lo hicieron esta vez? En mi opinión, y en la de tantos otros: Cuscoy, Fusté, Schwidetzky, etc., sí, ya que este pueblo era poseedor de la cultura normalmente conocida como neolítico de tradición capsiense, con un cierto grado de conocimiento que le permitiría hacerlo. Además, ya están apareciendo datos que inducen a pensar en ello (Meco et al., 1995). En cualquier caso, es éste uno de los puntos que más controversia han suscitado a lo largo del tiempo y que, presumiblemente, seguirá dando que hablar.

Fue, en el último milenio antes de la era occidental actual, cuando un nuevo período húmedo permitió durante siglos el poblamiento del Sahara Central, así como un nuevo avance de los pueblos del África blanca hacia el Sur y Oeste. Es muy probable que por esas fechas poblaciones del litoral sahariano ya hubiesen entrado en contacto con algunas de las grandes culturas mediterráneas (egipcios, fenicios, cartagineses, griegos, etruscos, romanos, etc.) y que por lo tanto fueran transportados o incentivados determinados contingentes humanos para su desplazamiento a las “maravillosas islas” (Hespérides, Afortunadas, etc.), como les sucedió a las poblaciones beréberes situadas más al Norte (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia). Por lo dicho anteriormente, existen posibilidades de que los recién llegados se encontraran con la sorpresa de que las islas, al menos las orientales, ya estaban habitadas. En este caso, una hipótesis a considerar sería la división étnica, seguramente tras confrontaciones, en territorios separados como sucedió en Fuerteventura (La Pared). Más tarde sobrevino el que sería definitivo período de aridez, con la paulatina desertización de la región, salvo pequeñas oscilaciones como la ocurrida hacia la mitad del primer milenio, o la llamada “pequeña edad glaciar” (siglos XIII al XIX).
A la vista de esto, un hecho está claro: la íntima relación entre las migraciones humanas y los cambios climáticos, que se ha venido repitiendo a lo largo de la Historia. Extremo éste a tener en cuenta a la hora de barajar fechas y posibilidades para el primer poblamiento de nuestras islas.” (Francisco García-Talavera Casañas, 1997)

Colaborando con Jorge Alonso García hemos concluido que los pueblos beréberes se vieron forzados probablemente a una emigración masiva, al establecerse hace 6.000 años antes de Cristo las condiciones hiperáridas del Sahara. Se dirigieron hacia Canarias, hacia Oriente Medio y hacia Iberia y las islas mediterráneas. Parte del patrimonio genético y cultural de Iberia se debe a los beréberes. La lengua ibérica antigua, la vasca (como la etrusca y la minoica) está muy emparentada con la bereber.

¿Contribuyeron los beréberes al desarrollo cultural de los mediterráneos pre-griegos? Es muy probable que así fuese: los resultados de la genómica histórica y la lingüística no dejan lugar a dudas. Los actuales norteafricanos del Magreb, hablen árabe o árabe y bereber, son en su mayoría beréberes, entendiendo por tales los pobladores autóctonos prefenicios del norte de África. (Antonio Arnay Villena, 1999)

Rodrigo Balbín recoge: Tras encontrarnos ante el documento Zinete hemos derivado necesariamente hacia una interpretación global del poblamiento canario, en relación con las empresas económico-pesqueras feno-púnicas. ¿Por qué pesqueras?. Por la pre­sencia del atún esculpido, de las ánforas y de la realidad de Canarias antigua, cuya única riqueza potencial sería precisamente la facilidad, continuidad y opor­tunidad de la pesca del atún en sus aguas.

Como bien puede haberse apreciado, la idea no es de nuestra propiedad, sino que ha sido recogida de las publicaciones de A. García Bellido, cuya pene­tración en el problema y agudeza de anticipación nos han interesado vivamente.



A la luz de esta posibilidad, muchas realidades incomprendidas de las islas han ido tomando color y sentido, demostrando prácticamente la presencia de los fenicios en las islas, la posibilidad de una colonización a partir del traslado de pueblos diversos, Zinete para Tenerife, y la inclusión final del Archipiélago -.fortunado en el mundo mediterráneo antiguo. (Rodrigo Balbín Behrmann, 1995:19)
Algunas referencias al archipiélago canario en la antigüedad
En el siglo V a.n.e. Según el relato de una navegación púnica al mando del cartaginés Hannón efectuada hacia el año 425 a.n.e. en la que,  partiendo de Cartago (en la actual Túnez), se navegó rodeando África hasta internarse en las profundidades del Golfo de Guinea, en la desembocadura del Camerún. El único manuscrito que subsiste en la actualidad data del siglo X.  Es más que probable que la expedición de Hannón arribara a algunas de las Islas Canarias, y posteriormente establecieran asentamientos en las islas de Esero (Hierro) Tamarant (Gran Canarias) y Chinech (Tenerife) juzgar por los abundantes indicios arqueológicos de adscripción feno-punica que se han descubierto en las islas, especialmente grabados rupestres y símbolos representativos de la Diosa Tanit, Diosa suprema de Cartago.
Pilotos de Gades relatan en el siglo I a.e.a., sus viajes a las Islas Canarias que sirvieron de referencia al general romano rebelde Sartorio quien quiso habitarlas personalmente por su reconocida fertilidad (Plutarco o Salustio) e identificados como islas afortunadas (de los afortunados) o Campos Elíseos por ser tierra de buen clima, excelente fertilidad y por tanto de felicidad. La expedición se frustró por el asesinato de Sartorio. Por ese mismo siglo el geógrafo griego Estrabón hace una descripción  (63-21-) de las Islas Afortunadas (Islas Canarias) en su referencia al intento de circunnavegar África, utilizando la ayuda técnica, material y personal de los gaditanos, que navegaba tranquilamente por el Atlántico en ambas direcciones (Estrabón II 3-4 y III 5-11) cuyas condiciones marineras son alabadas por el mismo geógrafo. También Plinio el Viejo [79]. Cayo Plinio Cecilio Segundo, nos ofrece la descripción física de unas islas, llamadas Afortunadas (Islas Canarias), con la siguiente nomenclatura: Junonia [Benahuare] La Palma? Pluvialia [Ecero] El Hierro? Pluvialia [Titoreygatra] Lanzarote? Capraria Gomera] La Gomera? Invallis [Chinet] Tenerife? Planasia [Tamarant] Gran Canaria?

En el año 40 de la era actual  Juba II de Mauritania y su cierto viaje a las Islas Canarias en plena época romana, a las que llama “tierra de perros” debido a la gran proliferación de estos cánidos, según la nueva y somera descripción que hace Plinio.: Ombrión [Esero] El Hierro? Junonia [Benahuare] La Palma?  Junonia la menor [La Gomera] La Gomera? Capraria  [Maxorata] Fuerteventura? Ninguaria [Chinech] Tenerife? Canaria [Tamarant] Gran Canaria. Seguramente los nombres de Junonia Mayor y Junonia Menor fue puesto a estas isla en honor de la Diosa romana Juno. Existen grabados rupestres alfabetiformes con grafía latina en la isla Esero (Hierro) y otros localizados por el autor de éstas líneas en la zona de Los Baldíos en la isla Chinech (Tenerife).

Plinio el Viejo, “Cayo Plinio” (29-79 d.C.): Redacta una Historia Natural, tomando apuntes de un libro que escribió Juba II sobre la expedición que organizó para explorar el archipielago.

-Plinio, Naturalis Historia VI, 37.

"Iuba de Fortunatis ita inquisivit: sub meridem quoque positas esse prope occasum, a Purpurariis DCXXV p; sic ut CCL supra occasum navigetur, dein per CCCLXXV ortus petatur.Primam vocari Ombrion, nullis aedificiorum vestigiis; habere in motibus stagnum, arbores similes ferulae, ex quibus aqua exprimatur e nigris amara, ex candidioribus potui iucunda.

Alteran insulam Iunoniam appellari; in ea aediculam esse tantum lapide exstructam. Ab ea in vicino eodem nomine minorem, deinde Caprariam, Lacertis, grandibus refertan. In conspectu earon esse Ninguariam, cuae hoc nomen acceperit a perpetua nive, nebulosam.
Proximam ei Canariam vocari a multitudine canum ingentis magnitudinis ex quibus perducti sunt Iubae duo; apparentque ibi vestigia aedificiorum. Cum omnes auten copia pomorum et avium omnis generis abundent, hanc et palmetis caryotas ferntibus ac nuce pinea abundare; esse copiam et mellis, papyrum, quoque et siluros in amnibus gigni. Infestari eas belvis, quae expellantur adsidue, putrescentibus.".

La traducción de este texto latino ha sido afrontada por V. Bejarano (1987): Hispania Antigua según Pomponio Mela, Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo, Barcelona:

”Juba averigüó sobre Las Afortunadas lo siguiente: que también están situadas bajo el Mediodía cerca del Ocaso a 625.000 pasos de Las Purpurarias, de suerte que hay que navegar por encima del Ocaso 250.000 pasos y a continuación se busca el Orto durante 375.000 pasos; que la primera, sin rastro alguno de edificios se llama "Ombrion"; que tiene entre los montes un pantano artificial y unos árboles parecidos a la cañaheja de los que se obtiene agua exprimiéndolos, de los negros amarga y de los más blancos agradable de beber; que la segunda isla se llama "Junonia" y en ella hay un templecillo construído únicamente con una sola piedra; que muy cerca está la isla menor del mismo nombre y a continuación viene "Capraria" plagada de lagartos; que a la vista de ellas está "Ninguaria" que ha recibido este nombre de sus nieves perpetuas cubiertas de nubes, que la más cercana a ésta se llama "Canaria" por la cantidad de canes de enorme tamaño, de los cuales se trajeron dos a Juba; que en ella aparecen vestigios de edificaciones; que si bien todas abundan en cantidad de frutas y de aves de toda clase, ésta asimismo abunda en palmeras productoras de dátiles y en piñas piñoneras; que hay también abundancia de miel y que se cría también el papiro y esturiones en los ríos; que estas islas están infestadas de animales marinos en putrefacción, que arroja a tierra continuamente la marea.” (Beneharo Martínez y María del Mar Rodríguez.)

Probablemente dentro de este objetivo, las Islas Canarias también fueron objeto, al menos, de una exploración. Juba II pudo disponer de una importante información geográfica procedente de los cartagineses. Parte de los libros de la biblioteca de Cartago capturados a raíz de la conquista de la ciudad en el 146 a.C. (Plin., N. H., XVIII, 5, 22) pudieron haber sido entregados por los romanos al monarca númida Micipsa y éste trasmitirlo por herencia por vía de Hiempsal I y Gauda, bisabuelo de Juba II, hasta acabar en la biblioteca de su abuelo, Hiempsal II (Sal., Iug., XVII, 7), de él a su padre, el rey Juba I, y finalmente pasaron a la propiedad de Juba II, lo que le permitió consultarlos (Plin., N. H., V, 10, 15; Am. Marcel. XXII, 15, 8; Solino, Coll., 32, 2). (Alicia García, 2010).

Sobre el años 29 de la era occidental actual, los romanos detentadores por conquista del imperio cartaginés exploraron las Islas Canarias tal y como lo prueba la descripción que el tantas veces citado Plinio el Viejo como queda dicho hizo sobre la expedición enviada por Juba II, gobernador del protectorado romano de Mauritania (el actual Marruecos) aproximadamente entre el año 29 a.d.e.a., y el 20 de nuestra era, encontraron un templo en Junonia (el nombre romano dado a  Benahuare-La Palma) probablemente evidencia de habitantes anteriores. No todas las islas del Archipiélago fueron visitadas por la expedición enviada por Juba II, es natural que sus habitantes ciertamente no muy numerosos en la época, se ocultaran a la vista de los exploradores exactamente igual que lo hicieron muchos siglos después ante los asaltos de esclavistas y piratas, sin que estos pudieran localizarlos tal como está debidamente documentado. Modernos trabajos arqueológicos realizados por competentes investigadores de la Universidad de La Laguna han demostrado mediante el análisis de carbono 14 en determinadas piezas y restos de semillas, que las islas estaban habitadas por lo menos desde el siglo V antes de la era actual. Y investigaciones más recientes apuntan hacía un poblamiento anterior al 3800 a.e.a. Por otra parte, en la isla de Esero (Hierro) existen grabados rupestres con signo alfabetiformes en caracteres latinos correspondiente a la época romana pre-cristiana.

En el 120 de la era actual los marinos de Tiro afirmaban que el mundo habitado limitaba al oeste con las Islas Afortunadas. Las Islas Afortunadas como el extremo occidental del mundo conocido fue establecido más formalmente cuando Ptolemeo (90 - 168), las adoptó como el primero meridiano para su Geographia. Esta fue el mapa clásico más famoso del mundo, utilizado durante casi 1500 años, hasta aproximadamente el año 1800. Los mapas holandeses utilizaban la cumbre del Teide  como su primero meridiano.

Primeros contactos depredadores europeos en la edad media con la Isla Titeroygatra (Lanzarote)


En 1291 Jacobo Doria, armador genovés, envía a Teodosio Doria y a Hugolino Vivaldi con dos galeras a explorar las islas, pero no logran llegar. Una se perdió; la otra fue a la costa del continente ( a Río de Oro?, llegó al Senegal?). Es precisamente en Génova en 1292, donde aparecen las referencias más antiguas acerca de la presencia de guanches en Europa. En el año 1293 aparece un canario, que se llamaba Johannes Canarius). Si aparece en dicho lugar y suscribiendo documentos es de suponer que llevaba bastantes años por dichos lugares, lo cual nos remonta a una época que abarca, cuando menos, el último cuarto del siglo XIII. Este Johannes Canarius, bien pudo haber sido producto de alguna de las expediciones que los portugueses con ayuda de genoveses hicieron sobre el mar atlántico, en tiempos del Rey D. Dinis (1261-1325). Rafael Viñez Taberna, en su libro El Origen del Cristianismo en Canarias (página 235, edición de Anroart ediciones, octubre de 2006), vincula a Johannes Canarius con la expedición que los hermanos Ugolino y Vadino Vivaldi hacen a la costa de África en el año 1292.
En 1300? Una nave de Cherburgo, llevada por los vientos contrarios, llega a las Islas Canarias. Vuelve a Francia y da nuevas del hallazgo (Las Casas, hist. I, 17; BAE, XCV, 64b. 65ª). En 1310, habían desaparecido los barcos del Temple del Golfo Grande, cuando el genovés, Lancelotto Malocelli (Lanzaroto Marocello, Lanzarote), “descubrió” la isla de su nombre, en 1310 o 1312. Residió 20 años en Titoteygatra (Lanzarote), avistando repetidamente Cabo de Bojador, sin atreverse a desembarcar, por tener mala reputación el vecindario.

En 1330 el aventurero español Almonaster llegó a Lanzarote. Volvió a la corte española de Enrique III de Castilla con un grupo de Guanches nativos y productos agrícolas de la isla.
Francesch des Valers fue nombrado, el 16 de abril de 1342, capitán de una expedición que habría de partir de Bayona para explorar las Islas Canarias. Parece que fueron a Esero (Hierro), La Gomera, Benahuare (La  Palma) y Chinech (Tenerife). No se sabe más. Los catalanes y mallorquines, durante el primer cuarto del s. XIV (1312), hacen varias expediciones a las islas. En ellas efectúan asaltos, depredaciones y esclavizaciones de guanches, que venden posteriormente en los mercados de esclavos de Mallorca y Barcelona.

En la isla de Mallorca, existe una referencia documental del año 1328, en el que fueron hechos prisioneros por los mallorquines una veintena de súbditos del Rey de Granada. Al existir en esa fecha un tratado de paz entre ambos reinos que aún seguía en vigor, lo hizo valer para reclamar la liberación de sus súbditos. Entre los nombres de los liberados destaca, al objeto de este Capítulo, el nombre de Assamar Ben Alí Al-Canari, o sea El Canario. Por julio de 1341, Emmanuele Pesagno y Niccoloso da Recco, genoveses, y Angiolino del Tegghia de Corbizz, florentino, hacen un viaje de reconocimiento de las islas en una expedición de tres carabelas enviada por Alfonso IV de Portugal. Contaron trece islas. Volvieron con despojos y con varios indígenas hechos  esclavos. En 1342, parte del reino de Mallorca una expedición de mercaderes hacia las Islas Canarias. Los navegantes van a la búsqueda de materias tintóreas, esclavos, etc. El 16 de abril de ese año se firma en Palma de Mallorca una licencia en la que se autoriza a Francesc des Valers, Pere Magre, Bartolomeu Giges y otros socios y armadores a conquistar alguna de las islas recién descubiertas llamadas de la Fortuna. Una segunda expedición parte del reino de Mallorca el 26 de abril de 1342 en la coca bayonesa San Joan al mando de Domingo Gual con destino a las Islas Canarias. Otras expediciones se repiten hasta fines de siglo, partiendo en unos casos de Mallorca v en otros de Barcelona. En 1344. De la armada que vino a Canaria.  Se considera, a base de conyuctura: más bien que por verdadera historia, que el año de 1344  llega a esta isla la armada de don Luís de la Cerda, conde de Talmond de Francia, según lo que refiere en su historia Pedro IV, rey de España. Entonces debieron de venir a canarias los mallorquines, a quienes los canarios se vanagloriaban de haber vencido, según cuenta Francisco López de Cámara en la Historia de las Indias.
Pero con el tiempo, aumentando la generación de los mallorquines, de modo que les parecía poder enfrentarse con los isleños, empezaron a predicar el Evangelio ya querer cambiar las cosas de éstos; y ellos (como todavía no había llegado el tiempo establecido por Dios para su conversión), en cierta hora del día, (así como los sicilianos habían hecho con los franceses), tomaron las armas y mataron a todos los mallorquines ya los que habían nacido de ellos.

Aborda la isla Titeroygatra (Lanzarote) en 1345 a la busca y captura de esclavos el capitán Álvaro Guerra y tomó posesión nominal de ella en nombre de  Pedro IV de Castilla, dándole el nombre de isla del Infante.  Juan Doria (de Auria) y Jaime Segarra (de Sagarra), mercaderes mallorquines, en 1351 proyectan una expedición de treinta personas -religiosos, clérigos y seglares- para la “evangelización” de  las islas. Para ello cuentan con doce guanches esclavos (probablemente de la expedición anterior) comprados por Juan y Jaime, convenientemente instruidos en la fe. Para llevar adelante el proyecto piden autorización al Papa.

Recala en Titeroygatra (Lanazarote) en 1377 el corsario Ruiz de Avendaño. “Reinando en Castilla el rey don Juan el primero, hijo del rey don Enrique II, trayendo guerra con el rey de Portugal y el duque de Alencastre de Inglaterra sobre el señorío de Castilla, que decía el duque de Alencastre pertenecerle (...) hizo el rey don Juan una armada por la mar de ciertos navios, y puso por capitán dellos a un caballero vizcaíno, que se decía Martín Ruiz de Avendaño, el cual corría toda la costa de Vizcaya y Galicia y Inglaterra, que sería año de mil trescien­tos y setenta y siete, poco más o menos. El cual navegando, le dio un temporal, que les hizo arribar a Lanzarote, y tomó puerto. Y salió el capitán y gente en tierra, y los isleños lo recibieron de paz, y le ofrecieron refrescos de lo que en la tierra había, de carne, leche y queso, para refresco de su armada; y fue aposentando en la casa del rey, que se decía Zonzainas. Tenía este rey una mujer, llamada Fayna, en quien hubo Martín Ruíz de Avendaño una hija, que llama­ron Ico, en este acogimiento y hospedaje..." J. Abren Galindo.

Una banda de depredadores que componían una expedición española de saqueo (vizcaíno-sevillana) al mando de Gonzalo Peraza Martel, señor de Almonáster, vizcaíno, llega con licencia de Enrique III de Castilla a las islas en 1393 al frente de una expedición de cinco navíos. Saqueó la isla de Titoreygatra y se volvió a Castilla con despojos, y con la presa de  los reyes de Titoreygatra (Lanazarote) Guanareme y Tinguafaya junto con 170 guanches mas  esclavizados. La desaparición de estos reyes de la isla provocó desacuerdos en torno a quién habría de sucederles, interrogante que concluyó con la ordalía de la nobleza de Ico. Con esta, en realidad, se sometía a juicio la nobleza de Guadarfía o Guadafrá, hijo de Zonzamas y de Fayna, en cuanto que la falta de casta de Ico (de resultar de la ordalía que no era hija de Zonzamas, sino de extranjero) habría afectado a todos sus parientes.  En el País Vasco fue célebre la llegada de barcos armados con capital sevillano, vizcaíno y guipuzcoano. El destino de estos maxos fuese probablemente el País Vasco o Andalucía. También cabe la posibilidad que fuese Italia. Lo cierto es que también es muy probable que cuando las Islas se hallaron bajo el signo de la Corona de Castilla, casi un siglo después, algunos de esos esclavos pudieron haber sido manumitidos y recobrando su libertad, o bien los hijos de aquellos, regresando en algún porcentaje a las Islas con nombres y apellidos impuestos en su lugar de procedencia.

En 1402, el pirata y traficante de esclavos Jean IV de Benthencourt (Betancor, Vitancorto), franco-normando, barón de St. Martin de Gaillard (en el condado de Eu), recibió por traspaso de supuesto derecho de conquista de las Canarias  que Robert de Braquemont (Rubín de Bracamonte) había recibido de Enrique. III de Castilla como premio por su ayuda en la guerra contra Portugal. Así, al proponerse efectuar la conquista, se hace vasallo de Castilla reconociendo como señor al  rey Enrique III (Las Casas, Histo, I, 18; BAE, XCV, 72b). Para ello se asocia con Gadifer de Lasalle (el don Gaiferos de que hablan los romances castellanos). Este Gadifer de Lasalle había sido almirante del rey de Francia, empleo del que fue desposeído debido a su más que dudosa moral. Con una galera de su propiedad se dedicaba al corzo, piratería y trata de esclavos. (Las Casas) iniciándose así la invasión y conquista del Archipiélago Canarios por las huestes mercenarias europeas y cuya guerra de conquista duró casi un siglo. 1402-1496.

Isla La Graciosa
Otro aspecto del contacto de los cartagineses y romanos con el archipiélago está corroborado por los yacimientos submarinos prospectados en la isla La Graciosa, los cuales han dado como resultado el hallazgo de ánforas subacuáticas en las profundidades de las costas gracioseras dados a la luz en 1964 cuando Jesús Urriza Echegaray, submarinista canarii, las encontró en la zona de “Playa de la cocina” y están en el museo de la Casa de Colón en Gran Canaria. Tras un analisis en profundidad, encontraron más similitud en el ámbito griego o romano que en el fenicio. Esto es solo un ejemplo, pues años mas tarde, se encontraron otras similares en Arrecife (Lanzarote), Guadamojete (Tenerife), en Caleta de Sebo (La Graciosa) y así hasta encontrar en las diferentes islas nada más y nada menos que 16 ejemplares catalogados romanas por sus parecidos tipológicos de los cuales se han ido descartando varias por pertenecer al medioevo y edad moderna hasta quedarnos solo con 9.
El yacimiento arqueológico existente en la isla de La Graciosa, con los restos de las conchas utilizadas para obtener púrpura, ("Thais haemastoma") muy cotizada en la época, así como el hallazgo en la isla de numerosos fragmentos de cerámica realizada a torno, y que las dataciones sitúan entre el 1.100 y el 900 antes de la era cristiana, podría implicar que a Canarias llegaron navegantes a final de la edad de Bronce.

La localización de restos arqueológicos datados en fechas tan tempranas "carece de antecedentes no sólo en la arqueología canaria sino en toda la fachada atlántica africana" y abre "nuevas perspectivas sobre la antigüedad del conocimiento de las islas", se trata de fragmentos amorfos de cerámica a torno, de coloración rojiza, naranja y ocre-amarillento, como afirma el director del Museo Arqueológico de Tenerife, Dr. Rafael González Antón.
Los restos cerámicos fueron localizados fortuitamente en 2003 por el paleontólogo y Director del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, Dr. Francisco García- Talavera Casañas y su equipo de investigadores durante el desarrollo del proyecto Macaronesia 2000, proyecto de investigación en el cordón litoral fósil de la Bahía del Salado.
Según el Dr. García-Talavera la datación del yacimiento realizada por  el Laboratorio de Datación y Radioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid realizara in situ dataciones por termoluminiscencia calibrada (OSL). La fecha que proporcionó se sitúa en un arco entre el 1.100 y el 900 antes de Cristo.
Carmelo Caso de los Cobos, en su blog recoge: “Con posterioridad, el Departamento de Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna realizó nuevas analíticas sobre la caracterización de las pastas.
"La datación nos sitúa en una época en la que no existe cerámica a torno en toda la fachada atlántica y sin embargo se encuentra en Canarias", por lo que los investigadores expresan su convicción de que esta cerámica podría pertenecer a gentes vinculadas con el Próximo Oriente, en concreto, fenicios.
Indica también que la entrada "natural" de Canarias parece ser el archipiélago Chinijo, al norte de Lanzarote, porque se navega al lado del territorio africano, empujado por los alisios.

En un tipo de navegación de "cabotaje" parece lógico pensar que al bajar desde Lixus (Marruecos) "te tropezaras con Canarias" al realizar navegaciones de pre-colonización y de búsqueda de nuevos recursos.”


















[1] Para la Isla Chinech (Tenerife) existen referencia del hallazgo en cuevas sepulcrales de esqueletos humanos cubiertos de ocre rojo.
[2] Recordemos que el color ocre rojo es el color sagrado de la Diosa Tanit, de hecho sus santuarios naturales están localizados tanto en el continente como en las islas, en aquellos lugares donde aflora la toba roja o vetas de almagre.
Por otra parte, en Chinech según Rafael González Antón et. Alt. Recogen “la cueva sepulcral de Ucazme fue dada a conocer por uno de nosotros cuando con ocasión de su saqueo se nos encargó la recogida de los huesos y su traslado a El Museo Arqueológico de Tenerife por L. Diego Cuscoy, presentando en aquel entonces una breve noticia del hallazgo y de las pieles que envolvían algunos de los restos (Del Arco y Atiénzar, 1983; Diego y Del Arco, 1984).
Con posterioridad y en el marco de los estudios bioantropológicos que emprendimos para el estudio de la población prehistórica de la Comarca Isora-Daute en el Proyecto de investigación sobre La Piedra Zanata, C. Rodríguez observa en relación a los restos humanos procedentes de este yacimiento la particularidad de la presencia en ellos de descarnado e impregnación de ocre, rituales que hasta el momento no habían sido definidos en el Archipiélago. Además, al ser objetivo de El Museo y particularmente del Instituto Canario de Paleopatología y Bioantropología estudiar todas las colecciones antropológicas existentes en sus fondos, cumple el presente trabajo ambas finalidades. Un resu­men del mismo fue presentado al II Congreso Internacional de Estudios sobre Momias, celebrado en Cartagena de Indias en Febrero del 95.” (González Antón et. Al. 1995: 29-30)


[3] En el año 2008, descubrieron una mandíbula completa de Homo erectus en Marruecos, en un yacimiento cercano a Casablanca. El equipo de arqueólogos franco-marroquí, la descubrió en “capas geológicas inferiores donde ya se había hallado cuatro dientes humanos de Homo Erectus (dos premolares y un incisivo). Uno fue fechado en 500.000 años antes de nuestra era”.También fueron descubiertas herramientas líticas pertenecientes al Achelentes, y restos animales de gacelas, osos y elefantes. El descubrimiento de la mandíbula "permite definir mejor el eventual papel del Magreb en los primeros procesos de poblamiento de Europa del sur", según el equipo de Jean-Paul Raynal, director de investigación de CNRS, en el laboratorio PACEA. Al parecer ya en 1969 se había descubierto una hemimandíbula de Homo erectus (Homo ergaster) en ese yacimiento.


[4] Los egipcios mantenían excelentes relaciones comerciales con un pueblo conocido como “Los reyes del mar” –los fenicios-, así el faraón Neko confió la primera circunvalación del continente africano de que tenemos noticias a la pericia de los fenicios. La expedición debía rodear el continente con el encargo de regresar por el estrecho de Gibraltar, una aventura tan arriesgada que hubiese hecho desistir a cualquiera que no fuesen los fenicios.

El viaje sufragado por el faraón Neko duró tres años; los fenicios debían saber ya lo que se esperaba de ellos puesto que llevaron los medios necesarios para sembrar la tierra y recoger la cosecha; efectuaron un recorrido exclusivamente costero con dos escalas invernales, una, posiblemente al sur de Mozambique, y otra, en Senegal. Heródoto que no conocía la esfericidad de la Tierra y la posición del Ecuador, le pareció increíble que los fenicios afirmaran que habían hecho buena parte del viaje con el sol a mano derecha; siendo precisamente este dato el que  da veracidad a todo el relato.
Narra Heródoto que esta exploración había sido confirmada por los cartagineses, lo que puede referirse al famoso viaje de Hannón, contemporáneo de la época en que escribía el historiador griego.

La ciencia moderna  recoge en cuanto a los primeros moradores de las islas, así el antropólogo francés René Verneau quien dedicó un amplio y documentado estudio en torno a los primeros habitantes del territorio canario, afirma un   entronque de algunas de las primitivas etnias canarias con elementos egipcios, cuestión esta que también es asumida por Buenaventura Bonnet y otros autores.


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