martes, 14 de agosto de 2012

CAPITULO XV








CAPITULO XV

Eduardo Pedro García Rodríguez


Reutilización de las cuevas en la sociedad colonial

Tal como recoge el investigador Pedro Andrés Quintana: “El contacto inicial entre los grupos prehispánicos y los conquistadores fue traumático por el colapso social, económico y cultural que ocasionó, a la vez que significó una transculturación donde el aborigen pasó a integrarse dentro de una nueva estructura impuesta por los conquistadores. La ruptura de la formación social agro-pastoril motivó que el antiguo habitante de las islas se integrara horizontalmente, según su nivel social anterior, en la sociedad del momento, aunque un número considerable de aborígenes mantuvieron su postura inicial de rebeldía, éstos fueron los llamados “guanches alzados”.

El fin de la cultura aborigen significó, en sí, un etnocidio por el proceso acelerado de despersonalización que se produjo, así como en la marginación que sufren sus costumbres ante el nuevo orden social que poseía unos esquemas de relaciones sociales estructurados bajo principios de propiedad y de clases sociales imbuidas ya bajo una formación precapitalista. A la vez también se creó un proceso de ocultación de la procedencia aborigen en ciertos individuos, como de sus costumbres, así como el intentar pasar desapercibidos dentro del nuevo grupo social que les acogía; “cuando van a la ciudad (los aborígenes) van también tan bien y limpios como los más pulidos castellanos. Ellas son tan galantes y visten con tanto costo, que parecen tener grandes rentas”.

Será ya en pleno siglo XVI cuando lo aborigen y el aborigen sean asumidos y subsumidos dentro de la sociedad que había surgido del crisol de las numerosas culturas que habían llegado a las islas, tras su conquista, por la numerosa población que arribó desde fines del siglo XV. Este proceso lo observamos en las diversas tazmías que se realizan en la isla de Tenerife en el siglo XVI. La primera, se hace en 1514, tiene una clara peculiaridad la diferencia que se hace entre aborígenes y colonizadores, mientras la que se hace afines de la centuria no recoge ya tal división.



Pero pese a esta aparente disolución cultural, ciertos rasgos y costumbres permanecieron latentes en los siglos de la postconquista, llegando parte de ellas a la actualidad mediante las tradiciones, los elementos y materiales culturales más populares y relacionados con los grupos agropastoriles. No existe olvido de lo aborigen, sí, en cambio, transformación y adaptación dentro de una nueva cultura. Este rastro también nos ha llegado gracias a las diversas menciones que se nos hacen por las fuentes como pueden ser los archivos parroquiales y notariales, tan subestimados por algunos historiadores y que tanta utilidad pueden ocasionarnos si los explotamos y aprovechamos convenientemente.”

En este contexto histórico la cueva experimentó diversas formas de utilización en función del lugar de ubicación, la comarca, el área de emplazamiento -agrícola, ganadera, urbana-, la tipología socio económica del propietario y la posible vinculación del morador con el mundo guanche o de colonos marginales. Fue un fenómeno socio económico al que se unieron aspectos tan importantes como la tradición guanche, los modelos constructivos de adaptación a las condiciones climatológicas, el hábitat en cuevas prolifera en las áreas de medianías y en las zonas periféricas de las principales urbes insulares (Winiwuada (Las Palmas), Telde etc.
El aspecto interno de la cueva depende de sus propietarios o de los que la habitan, así como del nivel económico de los mismos. El suelo puede ir desde la tierra batida a la solería, pasando por la piedra, cemento y ladrillo. Igual ocurre con los vanos interiores y con el remate de los techos, paredes y nichos. El techo generalmente está encalado y de él pende una lámpara o un simple cordón con una bombilla.

El nicho está presente en casi todas las cuevas y tiene la gran utilidad de servir de repisa y otras veces de minúscula alacena, donde se exhibe  algún que otro vaso y platos. Su utilidad se hace más perentoria cuanto menor es el número de habitaciones.

En cuanto al destino que se le da a las habitaciones, siempre dependiendo de su número así como de las personas que las habitan, hay una tradicional forma de distribución: La primera habitación hace de comedor, sala de estar y recibidor y en algunos casos de cocina especialmente en invierno ya que con buen tiempo se suele cocinar fuera de la cueva, y las del fondo se utilizan de dormitorios. Cuando el número de habitaciones es superior a dos y además hay habitaciones «sobaqueadas», indistintamente, una puede ser cocina o dormitorio y la otra cuarto aperos.

Durante los años  40 a 60 del pasado siglo XX las cuevas naturales y horadadas especialmente las situadas en los barrancos de las capitales de las denominadas islas mayores, sufrieron un gran auge ocupacional como consecuencia del alzamiento fascista en la metrópoli y cuyas consecuencias en esta colonia fueron ciertamente horrorosas en varios aspectos. Las hambrunas sufridas en las islas durante la posguerra obligó al desplazamiento de una importante parte de la población del interior de las islas capitalinas así como de las denominas menores hacía los puertos principales, en busca del precario sustento que al socaire de estos se podía conseguir.

Ello motivó que hasta el menor resquicio de cualquier barranco capaz de acoger a una persona fuese ocupado por aquella legión de desplazados famélicos, considerándose afortunados aquellos que llegaron primero y pudieron ocupar las cuevas más amplias y mejor situadas. Al mismo tiempo surgieron gran cantidad de poblados de míseras chabolas alrededor de las capitales muchos de los cuales dieron origen a los actuales barrios populares.



El empleo como hábitat de las cuevas naturales y artificiales, además de la reutilización de las dejadas o despojadas a los canarios, se prolongó hasta el presente gracias a sus favorables condiciones térmicas, amplitud de espacio, escaso valor económico y, en algunos casos, la marginación social de sus grupos de usuarios. 

Por otra parte, algunos organismos coloniales tales como Ayuntamientos y Cabildos, últimamente están prestando un poco de atención hacia estos poblados de cuevas-habitación no por un interés puramente arqueológico y cultural-aunque se escudan en ello-, sino porque han visto en estos núcleos una fuente de ingresos económicos proporcionados por el turismo que además de sol y playa, desea conocer aspectos culturales del pueblo guanche. Veamos algunas de las iniciativas llevadas a cabo en este sentido:

Casas cueva de Barranco Hondo de Gáldar:   Este  poblado es el primer conjunto histórico enteramente troglodita declarado BIC en el Archipiélago, concretamente el 24 de septiembre de 1993. Sin lugar a dudas, Barranco Hondo representa el entorno más rural de todos los centros históricos precoloniales. Su interés queda definido no sólo por sus valores arquitectónicos e históricos, sino conjuntamente por sus valores etnográficos, culturales, paisajísticos y su singularidad en la forma de habitar.
Cuevas de El Palomar: El conjunto arqueológico de las cuevas de El Palomar se localiza en el término municipal de Ingenio, de forma preferente en la margen izquierda del barranco del Tabuco, en el curso medio. El conjunto está integrado por diversas cuevas de habitación y un granero en el que pueden distinguirse tres agrupaciones principales:
Zona A integrada por un conjunto de cuevas y silos excavados en la roca, vinculado con un gran espacio de almacén o granero.

Zona B correspondiente a unas seis cuevas, naturales y artificiales, relacionadas con espacios de habitación, profusamente reformadas y reutilizadas hasta la actualidad.
Zona C, ubicada en la margen derecha del barranco, frente al granero. Está conformada por dos cavidades, una artificial y otra natural, que igualmente debieron servir como lugar de habitación, y como ocurre con la Zona B están reutilizadas hasta fecha muy reciente.

Antiguo poblado guanche de Acusa en Artenara: El asentamiento humano en este poblado excavado en los acantilados fue permanente, en parte debido a la protección que ofrecen sus muros,  existen en los acantilados que circundan la zona cientos de cuevas de habitación y graneros, unas naturales y otras excavadas por la mano del hombre hace siglos, y que jalonan los imponentes riscos de Artenara y Acusa. De entre todas ellas, el antiguo poblado guanche de Acusa es de los  más importantes de la zona.

Cuevas del rey, Bentayga Tejeda: Cuevas del Rey, constituye un asentamiento de cuevas artificiales excavadas en una matriz tobácea de tonos rojizos, usadas como viviendas y granero, que se hayan comunicadas entre si por andenes y escaleras excavadas. Las cuevas presentan plantas diversas, destacando aquellas de morfología cruciforme, las estructuras mixtas casa-cueva y, particularmente, la denominada Cueva del Guayre, una cavidad de planta cuadrada, elaborada factura y amplia superficie que presenta en su interior decoración pintada en blanco, negro y rojo, así como una compleja red de cazoletas y canales en el piso, suponiéndose constituía la residencia del Guayre o Señor de la zona.
Asociado a este conjunto, pero en un nivel superior, se localiza un importante granero, integrado por numerosos silos dispuestos en diversos espacios. Algunos de ellos muestran en su interior los restos de una pasta blanca que, presumiblemente, fue empleada para lograr la plena impermeabilización de los espacios de almacenamiento.

Esta práctica, documentada también entre los beréberes del norte de África, tendría como fin último asegurar las buenas condiciones de conservación de los productos alimenticios allí custodiados. (Guía del Patrimonio Arqueológico de Gran Canaria.).



Cuevas de Los Frailes, La Caldereta Santa Brígida: Se encuentra ubicada, ocupando parte de la ladera occidental del cono volcánico conocido como La Caldereta, en ambas márgenes del barranco Guiniguada, extendiéndose entre los límites de los actuales términos municipales de Las Palmas de Gran Canaria y de Santa Brígida. Este conjunto, constituye un magnífico ejemplo de emplazamiento habitacional precolonial, tanto por las unidades que lo conforman, como por el entorno en el que se encuentra inscrito y los espacios arqueológicos a los que se asocia.

Buena parte de este enclave viene definido por cuevas artificiales destinadas a la vivienda, así como por otros elementos también excavados en el sustrato volcánico, silos fundamentalmente, que terminan por configurar un espacio doméstico articulado en, al menos, cuatro andenes. Dentro del conjunto cabe significar igualmente algunas estructuras artificiales que han sido interpretadas como cisternas para la recogida de aguas, y además también cuenta con algunas cavidades acondicionadas que han sido utilizadas como espacio sepulcral colectivo.

El conjunto de las Cuevas de Los Frailes fue objeto de reutilización histórica hasta prácticamente la primera mitad del siglo XX, lo que supuso una parcial alteración de las estructuras habitacionales guanches y de los correspondientes sustratos arqueológicos, así como de otros elementos que contribuían a la articulación del espacio doméstico.

Estas cuevas viviendas otrora tan denotadas y depreciadas, en la actualidad son un elemento importante en el mercado inmobiliario en las islas, son innumerables las ofertas de compara venta de estas vivienda que podemos ver en los medios de comunicación, son también un reglón importante en el sector hostelero especialmente en el de alojamientos rurales, así como restaurantes y otras actividades ubicadas en estas antiguas cuevas horadadas que son deseadas en la actualidad por algunos nuevos trogloditas caracterizados por ser gente de notables recursos económicos.

Cuatro Puertas, Montaña Bermeja Telde: Conjunto cultual-habitacional formado por un complejo yacimiento guanche compuesto por varios grupos de cuevas, silos, un recito ceremonial, caminos y pasillos. Sin duda la que más llama la atención es la cueva de amplias dimensiones excavada a mano en la toba volcánica que le da nombre al conjunto. Se compone de cuatro aberturas orientadas hacia el Norte que dan paso a una plataforma horizontal donde están excavados una veintena de agujeros.
 En la parte superior de la cueva, dirección a naciente, encontramos una estructura en cuya superficie están labrados diversos canales y cazoletas. En el capitulo correspondiente nos ocuparemos más ampliamente de este centro religioso de los antiguos canarios.

Cueva de La Audiencia: Se localiza en  el conjunto anteriormente reseñado de  Cuatro Puertas. Como en otros casos, el granero forma parte de un conjunto más amplio, integrado por cuevas de habitación y lugares ceremoniales o de carácter ritual.


Corresponde a una cueva artificial, prácticamente oculta a la vista, cuyo acceso se realiza través de sendos pasadizos tallados sobre el abismo, que permiten acceder tanto desde la base de la montaña como desde la cima.

Cueva Pintada de Gáldar: Esta cueva estuvo oculta a los ojos de los europeos hasta que en  1862  como consecuencia de una serie de trabajos agrícolas relacionados con el cultivo de las tuneras para la cría de la cochinilla propiciaron el hallazgo fortuito de la Cueva Pintada, pero no es hasta 1873 cuando se fecha su descubrimiento oficial.

Fue en ese año cuando José Ramos Orihuela accedió a la cámara por una estrecha abertura en el techo. Observó en sus paredes una serie de pinturas geométricas y esta circunstancia motivó la denominación popular de "Cueva Pintada", nombre que hizo fortuna y ha perdurado hasta la actualidad.

En 1876, Chil y Naranjo incluyó una somera alusión a este acontecimiento en sus "Estudios". Por su parte, en 1884 Diego Ripoche aportó detalles de gran interés acerca de los hallazgos al señalar en sus escritos: Encontrándose en su interior algunos cadáveres, vasijas y otros objetos que adquirieron algunos aficionados. También en 1884, Olivia Stone visitó el recinto e insistió en que el monumento fuese adquirido por el Ayuntamiento para proceder a su limpieza y permitir el acceso al público.

En 1887, fue el antropólogo francés René Verneau quien visitó la cámara y realizó una descripción minuciosa en la que señalaba la singularidad y la cuidada ejecución de cada uno de los paneles policromos. (Cabildo de Gran Canaria, 2007).

Actualmente esta cueva se encuentra integrada en un Parque Museo, aunque no con mucha fortuna en cuanto a sus planteamientos históricos.

Graneros o Silos:


La primera gramínea cultivada fue el trigo, que hace 23000 años se cultivaba en Egipto durante la cultura Jomon, hace 12000 años en medio oriente y hace 10000 años en los valles de la India, la cebada aparece ya  en asentamientos neolíticos del Próximo Oriente y también crece allí silvestre.
 Cuando domesticó el trigo y la cebada, el hombre sentó las bases de la civilización moderna. Ninguna civilización ha sido fundada alguna vez con una base agrícola que no sea la de los cereales. Las antiguas culturas del Norte de África, de Babilonia y Egipto, de Roma y Grecia, y más tarde las del norte y oeste de Europa, se basaron todas en el cultivo del trigo y la cebada,  el centeno y la avena.

Desde la antigüedad, los cereales han sido considerados un alimento básico para el hombre. La humanidad ha aprovechado probablemente el fruto de las Gramíneas durante más de 23000 años.

Al parecer estos cereales -Cereal, proviene del latín cereales, más concretamente de la palabra cerialia. Este era el término con el que los antiguos romanos designaban las fiestas en honor de Ceres, Diosa de los granos. También era conocida como Deméter” tierra madre”, pues se la consideraba protectora de la agricultura y de los cereales-, fueron  de las primeras plantas cultivadas. Recientemente el arqueólogo de la Universidad de Chicago Robert Braidwood ha encontrado granos de trigo carbonizados, de hace 6.700 años, en la localidad de Jarmo, al este de Irak. En Canarias la arqueóloga María del Carmen del Arco Aguilar en las excavaciones realizadas en la Cueva de Don Gaspar en Icod (Chinech) documenta la existencia de trigo datado mediante el carbono 14 en 380 años antes de la era occidental actual.

En Canarias las técnicas de cultivo de la cebada y el trigo debieron estar muy desarrolladas en la época precolonial, unos aventureros del siglo xiv Emmanuele Pesagno y Niccoloso da Recco, genoveses, y Angiolino del Tegghia de Corbizz, florentino, en julio de 1341 hacen un viaje de reconocimiento y saqueo a las islas en una expedición de tres carabelas enviada por Alfonso IV de Portugal. Contaron trece islas. Volvieron con despojos y con varios canarios hechos  esclavos.

En una interesante descripción de las islas nos dejaron la siguiente anotación en torno al trigo que se cultivaba en Tamaránt (Gran Canaria)

“En fin, viendo los marineros que nada útil podían sacar de allí, se dieron á la vela, y costeando la isla la encontraron mucho mejor cultivada en el Norte que en el Sur; vieron numerosas habitaciones, higueras y otros árboles, palmas estériles, coles y legumbres.

…Después de haber así roto las puertas, entraron en casi todas las casas, donde encontraron higos pasados en cestos de palma, tan buenos como los de Cesena, y trigo más hermoso que el nuestro, siendo este grano más largo, más abultado y más blanco, como lo era igualmente la cebada y otros  cereales de que probablemente se alimentan los habitantes.”
 
Los cereales en las antiguas culturas se utilizaban como moneda de cambio de modo que servían para realizar diversas transacciones, como el pago en grano de deudas o impuestos.

Estos ocurría hace ya mas de cuatro mil años en Babilonia, en tiempos del rey Hammuraba. Por otro lado, en todas las culturas y creencias los cereales han sido considerados también vehículos transmisores de sabiduría y ciencia, así como símbolos de hospitalidad y fraternidad.

En una sociedad tan compleja y organizada como era la canaria precolonial, cuya población según estudiosos se estima entre 30.000 y 40.000 habitantes, cifra muy importante para la época, es probable que los silos o graneros existentes en los diferentes asentamientos poblacionales además de las de  depósitos comunales, sirvieran como mecanismos reguladores y tuvieran funciones de  Bancos de Granos que son probablemente la forma más antigua de instituciones bancarias solidarias. Miles de años antes de la era occidental actual los egipcios ya conocían un sistema de pago que estaba basado en cantidades de trigo depositadas en un centro de acopio administrado por el Estado. En la administración se registraba la cantidad depositada por cada campesino. El valor se determinaba anotando la cantidad, la calidad y el año de producción del grano. El campesino se aseguraba de esta manera contra los riesgos de robo, incendio, inundación, pudrificación, etc. Además, se ahorraba los altos costos relacionados con el almacenamiento en pequeña escala.

El sistema también ofrecía la posibilidad de transferir saldo de una cuenta a la otra (“giro de granos”) por medio de un sistema de cheques. También transferencias entre diferentes centros de acopio eran posibles. Otra característica importante del sistema era que el depositario pagaba por el servicio de almacenamiento. El monto a pagar dependía de la cantidad y del tiempo de almacenamiento. Es probable que los antiguos canarios tuviesen un sistema similar puesto que está debidamente documentado el pago de impuestos o primicias que eran administrados por  los estamentos sacerdotales quienes a su vez se encargaban de la redistribución de los granos a los sectores de la población que dependían del Estado así como al resto de la población en tiempos de carencias.

Estos aspectos de nuestra ancestral cultura quedaron reflejados en los escritos del mercenario a las ordenes de Pedro de Vera y cronista de la invasión de Tamaránt (Gran Canaria) Antonio Sedeño quien refiriéndose al gobierno de los canarios nos trasmite lo siguiente: “De los frutos que cogían daban cierta parte de todos ellos, que parece ser la décima parte, a personas que tenían a guardarlas y sustentarse de ellas. Estos eran hombres que vivían en comunidad como religiosos”

“Observaron entre sí estos gentiles canarios buena orden y; admirable disposición de gobierno en su república. Tenían trato y contrato de todas las cosas para su menester, tanto en ganados como en cebada, pieles para su ropas y otras cosas necesarias, trocando unas por otras, remediando a los pobres huérfanos, viudas; y otras obras de piedad usaban con grande amor, y caridad. Tenían pesos para unos, medidas para otras; los granos que tuvieron fueron cebada, habas, y una cebada sin aristas que llaman cebada pelada o romana. Tuvieron trigo, pero algunos años primero que los españoles la conquistasen a Canaria porque antes no lo tuvieron.”
 Es indudable que para el almacenamiento de los granos las cuevas naturales u horadadas reunían condiciones idóneas por mantener en su interior durante todo el año una temperatura estable, que beneficiaba la conservación de los granos y otros productos alimenticios tales como higos y dátiles, legumbres secas, manteca, tasajos y jareas (pescado seco) etc.

Entre los múltiples graneros comunales de Tamaránt (Gran Canaria) destaca de manera singular el conocido como Cenobio de Valerón.
El Cenobio de Valerón: Esta ubicado en  la Cuesta de Silva, es el granero precolonial más espectacular y de mayores dimensiones de Tamarant (Gran Canaria,) exponente de la relevancia de la agricultura en su modelo productivo.
Las casi  doscientas cavidades existentes, fueron labradas con herramientas  de piedra por los antiguos pobladores de la Isla en tiempo inmemorial. En el interior de estas cavidades, además de herramientas y utensilios, los canarios guardaban sobre todo el cereal que serviría como alimento, simiente o para repartir en épocas de penurias entre la población. El espacio arqueológico se divide en una serie de galerías en torno a los cuales se disponen los silos o graneros, dispuestos en el piso y en las paredes. La tipología o morfología de las cámaras así como sus dimensiones, son muy variadas.
Según recoge rbernalmarco: “Es muy frecuente que los silos se comuniquen entre sí mediante pequeños orificios, que conectan cámaras contiguas. Cabe pensar en una preparación intensa del interior, como la regularización de paredes, techos y suelos, reparación y sellado de grietas, revestimiento para la impermeabilización, etc.

Muchos de estos silos conservan las marcas de los cierres que tenían en la boca o entrada. Se trata de unas ranuras excavadas en torno al perímetro que servían para encajar las puertas o tapas, éstas se hacían de maderas y/o con lajas de piedras, si bien también pudieron emplearse otros materiales tales como pieles, tejidos de fibras vegetales, etc. Además, los huecos que quedaban tras colocar las tapas se sellaban con una argamasa cenicienta que garantizaba las condiciones de estanqueidad necesarias para la conservación de los productos que se guardan en su interior.

Además de los silos, el granero incluye otras obras de habilitación que permiten su correcto funcionamiento. Así, el acceso a los distintos niveles se realizaba por medio de escalones tallados en la roca y muy probablemente mediante el uso de escaleras y andamios de maderas y cuerdas.”
Otros graneros de Gran Canaria:

Según podemos ver en la Página Oficial (www.cenobiodevaleron.com/es/otros.htm) además del Cenobio de Valerón, en la isla existen otros graneros colectivos que, aunque menos populares que el Cenobio, completan un panorama arqueológico sumamente interesante. Constituyen una magnífica expresión de la importancia que alcanzó la agricultura como práctica económica dentro del modelo productivo desarrollado por las poblaciones guanches de esta isla, a la vez que representan un elocuente testimonio para comprender las bases de su organización sociopolítica.

Cuevas del Pósito, Temisas (Agüimes): Próximo al pueblo de Temisa las cuevas del Pósito forman parte de un enclave de mayor envergadura que combina lugares de habitación y funerarios con otros dedicados al almacenamiento.

Este granero también exhibe una selección cuidada de su emplazamiento. Corresponde a una gran cavidad artificial en cuyo interior se excavaron numerosos silos. El acceso original consistía en una escalera tallada sobre el abismo, aunque actualmente presenta una entrada de apertura reciente.


Cuevas Muchas, Guayadeque (Ingenio): Ubicado en la margen izquierda del barranco de Guayadeque entre la Montaña Bermeja y la de las Tierras. Es uno de los más relevantes conjuntos arqueológicos que se extiende por el Barranco.

Se trata de un complejo de cuevas artificiales de habitación que se disponen en la zona baja a las que se vincula un destacado granero colectivo. Éste, ocupando la parte alta del conjunto, se estructura en cuatro niveles superpuestos a los que se accede a través de túneles y pasadizos interiores.

Cuevas de Las Palomas, Tabuco (Ingenio): Se localizan en la margen izquierda del barranco del mismo nombre, también conocido como Tabuco. El conjunto está integrado por diversas cuevas de habitación y un granero. El granero se emplaza en un arco natural en el que se labraron las cavidades, y dentro de éstas los silos o contenedores. Está organizado en tres niveles horizontales, entre los que se disponen pasos y accesos labrados en la roca que permiten la comunicación entre ellos. En términos generales una veintena de silos están bien conservados, muchos de los cuales presentan los rebajes tallados en la toba para facilitar su cierre, además de restos de argamasa, e incluso evidencias de pintura de tonalidad rojiza, probablemente almagre, coincidiendo con las zonas donde se cierran los silos.

No obstante, otros muchos han desaparecido o están muy alterados por los desprendimientos por lo que resulta muy difícil precisar su número exacto.

Cuevas del Draguillo, El Gamonal (Telde-Ingenio): Conjunto emplazado en el tramo alto del barranco del Draguillo que reúne numerosas cuevas de habitación y graneros colectivos. Tal y como sucede con otros ejemplos, estos espacios para el almacenamiento se hallan en lugares de difícil acceso, facilitando su custodia. Una veintena de silos conforman el primer grupo que se comunica con otro granero a través de un pasillo de cuatro metros de largo.

Cueva de La Audiencia, Cuatro Puertas (Telde): Se localiza en la Montaña Bermeja, también conocida como Cuatro Puertas. Como en otros casos, el granero forma parte de un conjunto más amplio, integrado por cuevas de habitación y lugares ceremoniales o de carácter ritual. Corresponde a una cueva artificial, prácticamente oculta a la vista, cuyo acceso se realiza través de sendos pasadizos tallados sobre el abismo, que permiten acceder tanto desde la base de la montaña como desde la cima.

Cuevas de los Canarios, Bandama (Santa Brígida): Se encuentra en el interior de la Caldera de Bandama. El conjunto arqueológico está formado por diversas cuevas de habitación a las que también se asocia un granero colectivo. Éste fue realizado aprovechando una gran cueva natural en cuyas paredes se fueron excavando los silos. La única entrada es un angosto agujero que da paso al nivel superior, donde se encuentran los silos. El sitio destaca por la existencia de restos de pintura en las paredes de los silos, pero, sobre todo, por la presencia de grabados rupestres, asimilables a inscripciones alfabéticas de tipo líbico-bereber.

El álamo, Acusa (Artenara): En el sector cumbrero de la isla, en la Mesa de Acusa. Se trata de un importante asentamiento donde conviven cuevas de habitación, graneros y cuevas funerarias. Dentro de los sitios dedicados al almacenamiento destaca el denominado Granero del álamo.Corresponde a un gran solapón natural que, como los restantes graneros de la isla, se distingue por una situación estratégica, en cuyo interior se han excavado numerosos silos repartidos por toda su superficie.

Birbique, Roque Bermejo (Agaete): Se ubica en la ladera izquierda del barranco de Agaete, en el sitio conocido como Roque Bermejo. Constituye un asentamiento con cuevas de habitación, lugares para el almacenamiento y muy próximo cuevas de enterramiento, aunque ya no conservan su contenido. Su emplazamiento elevado permite un amplio control visual y de acceso que facilita su defensa.

Este enclave presenta varios graneros que hoy resultan prácticamente inaccesibles por los desprendimientos de la roca.







No hay comentarios:

Publicar un comentario