CAPITULO XV
Eduardo Pedro García Rodríguez
Reutilización de las cuevas
en la sociedad colonial
Tal
como recoge el investigador Pedro Andrés Quintana: “El contacto inicial entre
los grupos prehispánicos y los conquistadores
fue traumático por el colapso social, económico y cultural que ocasionó, a la
vez que significó una transculturación donde el aborigen pasó a integrarse
dentro de una nueva estructura impuesta por los conquistadores. La ruptura de
la formación social agro-pastoril motivó que el antiguo habitante de las islas
se integrara horizontalmente, según su nivel social anterior, en la sociedad
del momento, aunque un número considerable de aborígenes mantuvieron su postura
inicial de rebeldía, éstos fueron los llamados “guanches alzados”.
El fin de la
cultura aborigen significó, en sí, un etnocidio por el proceso acelerado de
despersonalización que se produjo, así como en la marginación que sufren sus
costumbres ante el nuevo orden social que poseía unos esquemas de relaciones
sociales estructurados bajo principios de propiedad y de clases sociales
imbuidas ya bajo una formación precapitalista. A la vez también se creó un
proceso de ocultación de la procedencia aborigen en ciertos individuos, como de
sus costumbres, así como el intentar pasar desapercibidos dentro del nuevo
grupo social que les acogía; “cuando van a la ciudad (los aborígenes) van
también tan bien y limpios como los más pulidos castellanos. Ellas son tan
galantes y visten con tanto costo, que parecen tener grandes rentas”.
Será ya en
pleno siglo XVI cuando lo aborigen y el aborigen sean asumidos y subsumidos
dentro de la sociedad que había surgido del crisol de las numerosas culturas
que habían llegado a las islas, tras su conquista, por la numerosa población
que arribó desde fines del siglo XV. Este proceso lo observamos en las diversas
tazmías que se realizan en la isla de Tenerife en el siglo XVI. La primera, se
hace en 1514, tiene una clara peculiaridad la diferencia que se hace entre
aborígenes y colonizadores, mientras la que se hace afines de la centuria no
recoge ya tal división.
Pero pese a
esta aparente disolución cultural, ciertos rasgos y costumbres permanecieron
latentes en los siglos de la postconquista, llegando parte de ellas a la
actualidad mediante las tradiciones, los elementos y materiales culturales más
populares y relacionados con los grupos agropastoriles. No existe olvido de lo
aborigen, sí, en cambio, transformación y adaptación dentro de una nueva
cultura. Este rastro también nos ha llegado gracias a las diversas menciones
que se nos hacen por las fuentes como pueden ser los archivos parroquiales y
notariales, tan subestimados por algunos historiadores y que tanta utilidad
pueden ocasionarnos si los explotamos y aprovechamos convenientemente.”
En este contexto histórico la cueva experimentó diversas formas de utilización en función del
lugar de ubicación, la comarca, el área de emplazamiento -agrícola, ganadera,
urbana-, la tipología socio económica del propietario y la posible vinculación
del morador con el mundo guanche o de colonos marginales. Fue un fenómeno socio
económico al que se unieron aspectos tan importantes como la tradición guanche,
los modelos constructivos de adaptación a las condiciones climatológicas, el
hábitat en cuevas prolifera en las áreas de medianías y en las zonas
periféricas de las principales urbes insulares (Winiwuada (Las Palmas), Telde
etc.
El aspecto interno de la cueva
depende de sus propietarios o de los que la habitan, así como del nivel
económico de los mismos. El suelo puede ir desde la tierra batida a la solería,
pasando por la piedra, cemento y ladrillo. Igual ocurre con los vanos
interiores y con el remate de los techos, paredes y nichos. El techo
generalmente está encalado y de él pende una lámpara o un simple cordón con una
bombilla.
El nicho está presente en casi
todas las cuevas y tiene la gran utilidad de servir de repisa y otras veces de
minúscula alacena, donde se exhibe algún
que otro vaso y platos. Su utilidad se hace más perentoria cuanto menor es el
número de habitaciones.
En cuanto al destino que se le
da a las habitaciones, siempre dependiendo de su número así como de las
personas que las habitan, hay una tradicional forma de distribución: La primera
habitación hace de comedor, sala de estar y recibidor y en algunos casos de
cocina especialmente en invierno ya que con buen tiempo se suele cocinar fuera
de la cueva, y las del fondo se utilizan de dormitorios. Cuando el número de
habitaciones es superior a dos y además hay habitaciones «sobaqueadas»,
indistintamente, una puede ser cocina o dormitorio y la otra cuarto aperos.
Durante los
años 40 a 60 del pasado siglo XX
las cuevas naturales y horadadas especialmente las situadas en los barrancos de
las capitales de las denominadas islas mayores, sufrieron un gran auge
ocupacional como consecuencia del alzamiento fascista en la metrópoli y cuyas
consecuencias en esta colonia fueron ciertamente horrorosas en varios aspectos.
Las hambrunas sufridas en las islas durante la posguerra obligó al desplazamiento
de una importante parte de la población del interior de las islas capitalinas
así como de las denominas menores hacía los puertos principales, en busca del
precario sustento que al socaire de estos se podía conseguir.
Ello motivó
que hasta el menor resquicio de cualquier barranco capaz de acoger a una
persona fuese ocupado por aquella legión de desplazados famélicos,
considerándose afortunados aquellos que llegaron primero y pudieron ocupar las
cuevas más amplias y mejor situadas. Al mismo tiempo surgieron gran cantidad de
poblados de míseras chabolas alrededor de las capitales muchos de los cuales
dieron origen a los actuales barrios populares.
El empleo como
hábitat de las cuevas naturales y artificiales, además de la reutilización de
las dejadas o despojadas a los canarios, se prolongó hasta el presente gracias
a sus favorables condiciones térmicas, amplitud de espacio, escaso valor
económico y, en algunos casos, la marginación social de sus grupos de
usuarios.
Por otra
parte, algunos organismos coloniales tales como Ayuntamientos y Cabildos,
últimamente están prestando un poco de atención hacia estos poblados de
cuevas-habitación no por un interés puramente arqueológico y cultural-aunque se
escudan en ello-, sino porque han visto en estos núcleos una fuente de ingresos
económicos proporcionados por el turismo que además de sol y playa, desea
conocer aspectos culturales del pueblo guanche. Veamos algunas de las
iniciativas llevadas a cabo en este sentido:
Casas cueva de Barranco Hondo de Gáldar: Este poblado es el
primer conjunto histórico enteramente troglodita declarado BIC en el
Archipiélago, concretamente el 24 de septiembre de 1993. Sin lugar a dudas,
Barranco Hondo representa el entorno más rural de todos los centros históricos
precoloniales. Su interés queda definido no sólo por sus valores
arquitectónicos e históricos, sino conjuntamente por sus valores etnográficos,
culturales, paisajísticos y su singularidad en la forma de habitar.
Cuevas de El Palomar: El conjunto
arqueológico de las cuevas de El Palomar se localiza en el término municipal de
Ingenio, de forma preferente en la margen izquierda del barranco del Tabuco, en
el curso medio. El conjunto está integrado por diversas cuevas de habitación y
un granero en el que pueden distinguirse tres agrupaciones principales:
Zona A integrada por un
conjunto de cuevas y silos excavados en la roca, vinculado con un gran espacio
de almacén o granero.
Zona B correspondiente a unas
seis cuevas, naturales y artificiales, relacionadas con espacios de habitación,
profusamente reformadas y reutilizadas hasta la actualidad.
Zona C, ubicada en la margen
derecha del barranco, frente al granero. Está conformada por dos cavidades, una
artificial y otra natural, que igualmente debieron servir como lugar de
habitación, y como ocurre con la
Zona B están reutilizadas hasta fecha muy reciente.
Antiguo
poblado guanche de Acusa en Artenara: El asentamiento humano en este poblado excavado en los
acantilados fue permanente, en parte debido a la protección que ofrecen sus
muros, existen en los acantilados que
circundan la zona cientos de cuevas de habitación y graneros, unas naturales y
otras excavadas por la mano del hombre hace siglos, y que jalonan los
imponentes riscos de Artenara y Acusa. De entre todas ellas, el antiguo poblado
guanche de Acusa es de los más
importantes de la zona.
Cuevas del rey, Bentayga Tejeda: Cuevas
del Rey, constituye un asentamiento de cuevas artificiales excavadas en una
matriz tobácea de tonos rojizos, usadas como viviendas y granero, que se hayan
comunicadas entre si por andenes y escaleras excavadas. Las cuevas presentan
plantas diversas, destacando aquellas de morfología cruciforme, las estructuras
mixtas casa-cueva y, particularmente, la denominada Cueva del Guayre, una
cavidad de planta cuadrada, elaborada factura y amplia superficie que presenta
en su interior decoración pintada en blanco, negro y rojo, así como una
compleja red de cazoletas y canales en el piso, suponiéndose constituía la
residencia del Guayre o Señor de la zona.
Asociado a este conjunto, pero
en un nivel superior, se localiza un importante granero, integrado por
numerosos silos dispuestos en diversos espacios. Algunos de ellos muestran en
su interior los restos de una pasta blanca que, presumiblemente, fue empleada
para lograr la plena impermeabilización de los espacios de almacenamiento.
Esta práctica, documentada
también entre los beréberes del norte de África, tendría como fin último
asegurar las buenas condiciones de conservación de los productos alimenticios
allí custodiados. (Guía del Patrimonio Arqueológico de Gran Canaria.).
Cuevas de Los Frailes, La Caldereta Santa
Brígida: Se encuentra ubicada, ocupando parte de
la ladera occidental del cono volcánico conocido como La Caldereta , en ambas
márgenes del barranco Guiniguada, extendiéndose entre los límites de los
actuales términos municipales de Las Palmas de Gran Canaria y de Santa Brígida.
Este conjunto, constituye un magnífico ejemplo de emplazamiento habitacional
precolonial, tanto por las unidades que lo conforman, como por el entorno en el
que se encuentra inscrito y los espacios arqueológicos a los que se asocia.
Buena parte de este enclave
viene definido por cuevas artificiales destinadas a la vivienda, así como por
otros elementos también excavados en el sustrato volcánico, silos
fundamentalmente, que terminan por configurar un espacio doméstico articulado
en, al menos, cuatro andenes. Dentro del conjunto cabe significar igualmente
algunas estructuras artificiales que han sido interpretadas como cisternas para
la recogida de aguas, y además también cuenta con algunas cavidades
acondicionadas que han sido utilizadas como espacio sepulcral colectivo.
El conjunto de las Cuevas de
Los Frailes fue objeto de reutilización histórica hasta prácticamente la primera
mitad del siglo XX, lo que supuso una parcial alteración de las estructuras
habitacionales guanches y de los correspondientes sustratos arqueológicos, así
como de otros elementos que contribuían a la articulación del espacio
doméstico.
Estas cuevas viviendas
otrora tan denotadas y depreciadas, en la actualidad son un elemento importante
en el mercado inmobiliario en las islas, son innumerables las ofertas de
compara venta de estas vivienda que podemos ver en los medios de comunicación,
son también un reglón importante en el sector hostelero especialmente en el de
alojamientos rurales, así como restaurantes y otras actividades ubicadas en
estas antiguas cuevas horadadas que son deseadas en la actualidad por algunos
nuevos trogloditas caracterizados por ser gente de notables recursos
económicos.
Cuatro Puertas, Montaña Bermeja Telde: Conjunto cultual-habitacional
formado por un complejo yacimiento guanche compuesto por varios grupos de
cuevas, silos, un recito ceremonial, caminos y pasillos. Sin duda la que más
llama la atención es la cueva de amplias dimensiones excavada a mano en la toba
volcánica que le da nombre al conjunto. Se compone de cuatro aberturas
orientadas hacia el Norte que dan paso a una plataforma horizontal donde están
excavados una veintena de agujeros.
En la parte superior de la cueva, dirección a
naciente, encontramos una estructura en cuya superficie están labrados diversos
canales y cazoletas. En el capitulo correspondiente nos ocuparemos más
ampliamente de este centro religioso de los antiguos canarios.
Cueva de La Audiencia : Se
localiza en el conjunto anteriormente
reseñado de Cuatro Puertas. Como en
otros casos, el granero forma parte de un conjunto más amplio, integrado por
cuevas de habitación y lugares ceremoniales o de carácter ritual.
Corresponde a una cueva
artificial, prácticamente oculta a la vista, cuyo acceso se realiza través de
sendos pasadizos tallados sobre el abismo, que permiten acceder tanto desde la
base de la montaña como desde la cima.
Cueva Pintada de Gáldar: Esta cueva
estuvo oculta a los ojos de los europeos hasta que en 1862
como consecuencia de una serie de trabajos agrícolas relacionados con el
cultivo de las tuneras para la cría de la cochinilla propiciaron el hallazgo
fortuito de la Cueva
Pintada , pero no es hasta 1873 cuando se fecha su
descubrimiento oficial.
Fue en ese año cuando José
Ramos Orihuela accedió a la cámara por una estrecha abertura en el techo.
Observó en sus paredes una serie de pinturas geométricas y esta circunstancia
motivó la denominación popular de "Cueva Pintada", nombre que hizo
fortuna y ha perdurado hasta la actualidad.
En 1876, Chil y Naranjo
incluyó una somera alusión a este acontecimiento en sus "Estudios".
Por su parte, en 1884 Diego Ripoche aportó detalles de gran interés acerca de
los hallazgos al señalar en sus escritos: Encontrándose en su interior algunos
cadáveres, vasijas y otros objetos que adquirieron algunos aficionados. También
en 1884, Olivia Stone visitó el recinto e insistió en que el monumento fuese
adquirido por el Ayuntamiento para proceder a su limpieza y permitir el acceso
al público.
En 1887, fue el antropólogo
francés René Verneau quien visitó la cámara y realizó una descripción minuciosa
en la que señalaba la singularidad y la cuidada ejecución de cada uno de los
paneles policromos. (Cabildo de Gran Canaria, 2007).
Actualmente esta cueva se
encuentra integrada en un Parque Museo, aunque no con mucha fortuna en cuanto a
sus planteamientos históricos.
Graneros o Silos:
La primera gramínea cultivada fue el trigo, que hace
23000 años se cultivaba en Egipto durante la cultura Jomon, hace 12000 años en
medio oriente y hace 10000 años en los valles de la India , la cebada aparece ya en
asentamientos neolíticos del Próximo Oriente y también crece allí silvestre.
Cuando domesticó el trigo y la cebada, el hombre sentó las bases
de la civilización moderna. Ninguna civilización ha sido fundada alguna vez con
una base agrícola que no sea la de los cereales. Las antiguas culturas del
Norte de África, de Babilonia y Egipto, de Roma y Grecia, y más tarde las del
norte y oeste de Europa, se basaron todas en el cultivo del trigo y la
cebada, el centeno y la avena.
Desde la
antigüedad, los cereales han sido considerados un alimento básico para el
hombre. La humanidad ha aprovechado probablemente el fruto de las Gramíneas
durante más de 23000 años.
Al parecer estos cereales
-Cereal, proviene del latín cereales, más concretamente de la palabra cerialia.
Este era el término con el que los antiguos romanos designaban las fiestas en
honor de Ceres, Diosa de los granos. También era conocida como Deméter” tierra
madre”, pues se la consideraba protectora de la agricultura y de los cereales-,
fueron de las primeras plantas
cultivadas. Recientemente el arqueólogo de la Universidad de Chicago
Robert Braidwood ha encontrado granos de trigo carbonizados, de hace 6.700
años, en la localidad de Jarmo, al este de Irak. En Canarias la arqueóloga
María del Carmen del Arco Aguilar en las excavaciones realizadas en la Cueva de Don Gaspar en Icod
(Chinech) documenta la existencia de trigo datado mediante el carbono 14 en 380
años antes de la era occidental actual.
En Canarias las técnicas de cultivo de la cebada y el trigo
debieron estar muy desarrolladas en la época precolonial, unos aventureros del
siglo xiv Emmanuele Pesagno y Niccoloso da Recco, genoveses, y Angiolino del
Tegghia de Corbizz, florentino, en julio de 1341 hacen un viaje de
reconocimiento y saqueo a las islas en una expedición de tres carabelas enviada
por Alfonso IV de Portugal. Contaron trece islas. Volvieron con despojos y con
varios canarios hechos esclavos.
En una interesante descripción de las islas nos dejaron la
siguiente anotación en torno al trigo que se cultivaba en Tamaránt (Gran
Canaria)
“En fin, viendo los marineros que nada útil podían sacar de allí,
se dieron á la vela, y costeando la isla la encontraron mucho mejor cultivada
en el Norte que en el Sur; vieron numerosas habitaciones, higueras y otros
árboles, palmas estériles, coles y
legumbres.
…Después de haber así roto las puertas, entraron en casi todas las
casas, donde encontraron higos pasados en cestos de palma, tan buenos como los
de Cesena, y trigo más hermoso que el nuestro, siendo este grano más largo, más
abultado y más blanco, como lo era igualmente la cebada y otros cereales de que probablemente se alimentan
los habitantes.”
Los cereales
en las antiguas culturas se utilizaban como moneda de cambio de modo que
servían para realizar diversas transacciones, como el pago en grano de deudas o
impuestos.
Estos ocurría
hace ya mas de cuatro mil años en Babilonia, en tiempos del rey Hammuraba. Por
otro lado, en todas las culturas y creencias los cereales han sido considerados
también vehículos transmisores de sabiduría y ciencia, así como símbolos de hospitalidad
y fraternidad.
En una
sociedad tan compleja y organizada como era la canaria precolonial, cuya
población según estudiosos se estima entre 30.000 y 40.000 habitantes, cifra
muy importante para la época, es probable que los silos o graneros existentes
en los diferentes asentamientos poblacionales además de las de depósitos comunales, sirvieran como
mecanismos reguladores y tuvieran funciones de
Bancos de Granos que son probablemente la forma más antigua de
instituciones bancarias solidarias. Miles de años antes de la era occidental
actual los egipcios ya conocían un sistema de pago que estaba basado en
cantidades de trigo depositadas en un centro de acopio administrado por el
Estado. En la administración se registraba la cantidad depositada por cada
campesino. El valor se determinaba anotando la cantidad, la calidad y el año de
producción del grano. El campesino se aseguraba de esta manera contra los
riesgos de robo, incendio, inundación, pudrificación, etc. Además, se ahorraba
los altos costos relacionados con el almacenamiento en pequeña escala.
El sistema también ofrecía la posibilidad de transferir saldo de una cuenta a la otra (“giro de granos”) por medio de un sistema de cheques. También transferencias entre diferentes centros de acopio eran posibles. Otra característica importante del sistema era que el depositario pagaba por el servicio de almacenamiento. El monto a pagar dependía de la cantidad y del tiempo de almacenamiento. Es probable que los antiguos canarios tuviesen un sistema similar puesto que está debidamente documentado el pago de impuestos o primicias que eran administrados por los estamentos sacerdotales quienes a su vez se encargaban de la redistribución de los granos a los sectores de la población que dependían del Estado así como al resto de la población en tiempos de carencias.
Estos aspectos de nuestra ancestral cultura quedaron reflejados en
los escritos del mercenario a las ordenes de Pedro de Vera y cronista de la
invasión de Tamaránt (Gran Canaria) Antonio Sedeño quien refiriéndose al
gobierno de los canarios nos trasmite lo siguiente: “De los frutos que cogían daban cierta parte de todos ellos, que parece
ser la décima parte, a personas que tenían a guardarlas y sustentarse de ellas.
Estos eran hombres que vivían en comunidad como religiosos”
“Observaron entre sí
estos gentiles canarios buena orden y; admirable disposición de gobierno en su
república. Tenían trato y contrato de todas las cosas para su menester, tanto
en ganados como en cebada, pieles para su ropas y otras cosas necesarias,
trocando unas por otras, remediando a los pobres huérfanos, viudas; y otras
obras de piedad usaban con grande amor, y caridad. Tenían pesos para unos,
medidas para otras; los granos que tuvieron fueron cebada, habas, y una cebada
sin aristas que llaman cebada pelada o romana. Tuvieron trigo, pero algunos
años primero que los españoles la conquistasen a Canaria porque antes no lo
tuvieron.”
Es indudable que para el almacenamiento de los granos las cuevas
naturales u horadadas reunían condiciones idóneas por mantener en su interior
durante todo el año una temperatura estable, que beneficiaba la conservación de
los granos y otros productos alimenticios tales como higos y dátiles, legumbres
secas, manteca, tasajos y jareas (pescado seco) etc.
Entre los
múltiples graneros comunales de Tamaránt (Gran Canaria) destaca de manera
singular el conocido como Cenobio de Valerón.
El Cenobio de Valerón:
Esta ubicado en la Cuesta de Silva, es el
granero precolonial más espectacular y de mayores dimensiones de Tamarant (Gran
Canaria,) exponente de la relevancia de la agricultura en su modelo productivo.
Las casi
doscientas cavidades existentes, fueron labradas con herramientas de piedra por los antiguos pobladores de la Isla en tiempo inmemorial. En
el interior de estas cavidades, además de herramientas y utensilios, los
canarios guardaban sobre todo el cereal que serviría como alimento, simiente o
para repartir en épocas de penurias entre la población. El espacio arqueológico
se divide en una serie de galerías en torno a los cuales se disponen los silos
o graneros, dispuestos en el piso y en las paredes. La tipología o morfología
de las cámaras así como sus dimensiones, son muy variadas.
Según recoge rbernalmarco: “Es
muy frecuente que los silos se comuniquen entre sí mediante pequeños orificios,
que conectan cámaras contiguas. Cabe pensar en una preparación intensa del
interior, como la regularización de paredes, techos y suelos, reparación y
sellado de grietas, revestimiento para la impermeabilización, etc.
Muchos de estos
silos conservan las marcas de los cierres que tenían en la boca o entrada. Se
trata de unas ranuras excavadas en torno al perímetro que servían para encajar
las puertas o tapas, éstas se hacían de maderas y/o con lajas de piedras, si
bien también
pudieron emplearse otros materiales tales como pieles, tejidos de fibras
vegetales, etc. Además, los huecos que quedaban tras colocar las tapas se
sellaban con una argamasa cenicienta que garantizaba las condiciones de
estanqueidad necesarias para la conservación de los productos que se guardan en
su interior.
Además de los
silos, el granero incluye otras obras de habilitación que permiten su correcto
funcionamiento. Así, el acceso a los distintos niveles se realizaba por medio
de escalones tallados en la roca y muy probablemente mediante el uso de
escaleras y andamios de maderas y cuerdas.”
Otros
graneros de Gran Canaria:
Según podemos
ver en la Página
Oficial (www.cenobiodevaleron.com/es/otros.htm)
además del Cenobio de Valerón, en la isla existen otros graneros colectivos
que, aunque menos populares que el Cenobio, completan un panorama arqueológico
sumamente interesante. Constituyen una magnífica expresión de la importancia
que alcanzó la agricultura como práctica económica dentro del modelo productivo
desarrollado por las poblaciones guanches de esta isla, a la vez que
representan un elocuente testimonio para comprender las bases de su
organización sociopolítica.
Cuevas
del Pósito, Temisas (Agüimes): Próximo al pueblo de Temisa
las cuevas del Pósito forman parte de un enclave de mayor envergadura que
combina lugares de habitación y funerarios con otros dedicados al
almacenamiento.
Este granero también exhibe
una selección cuidada de su emplazamiento. Corresponde a una gran cavidad artificial
en cuyo interior se excavaron numerosos silos. El acceso original consistía en
una escalera tallada sobre el abismo, aunque actualmente presenta una entrada
de apertura reciente.
Cuevas
Muchas, Guayadeque (Ingenio): Ubicado en la margen izquierda
del barranco de Guayadeque entre la Montaña Bermeja y la de las Tierras. Es uno de
los más relevantes conjuntos arqueológicos que se extiende por el Barranco.
Se trata de un complejo de
cuevas artificiales de habitación que se disponen en la zona baja a las que se
vincula un destacado granero colectivo. Éste, ocupando la parte alta del
conjunto, se estructura en cuatro niveles superpuestos a los que se accede a
través de túneles y pasadizos interiores.
Cuevas
de Las Palomas, Tabuco (Ingenio): Se localizan en la margen
izquierda del barranco del mismo nombre, también conocido como Tabuco. El
conjunto está integrado por diversas cuevas de habitación y un granero. El
granero se emplaza en un arco natural en el que se labraron las cavidades, y
dentro de éstas los silos o contenedores. Está organizado en tres niveles
horizontales, entre los que se disponen pasos y accesos labrados en la roca que
permiten la comunicación entre ellos. En términos generales una veintena de
silos están bien conservados, muchos de los cuales presentan los rebajes
tallados en la toba para facilitar su cierre, además de restos de argamasa, e
incluso evidencias de pintura de tonalidad rojiza, probablemente almagre,
coincidiendo con las zonas donde se cierran los silos.
No obstante, otros muchos han
desaparecido o están muy alterados por los desprendimientos por lo que resulta
muy difícil precisar su número exacto.
Cuevas
del Draguillo, El Gamonal (Telde-Ingenio): Conjunto
emplazado en el tramo alto del barranco del Draguillo que reúne numerosas
cuevas de habitación y graneros colectivos. Tal y como sucede con otros
ejemplos, estos espacios para el almacenamiento se hallan en lugares de difícil
acceso, facilitando su custodia. Una veintena de silos conforman el primer
grupo que se comunica con otro granero a través de un pasillo de cuatro metros
de largo.
Cueva de La Audiencia , Cuatro
Puertas (Telde): Se localiza en la Montaña Bermeja ,
también conocida como Cuatro Puertas. Como en otros casos, el granero forma
parte de un conjunto más amplio, integrado por cuevas de habitación y lugares
ceremoniales o de carácter ritual. Corresponde a una cueva artificial,
prácticamente oculta a la vista, cuyo acceso se realiza través de sendos
pasadizos tallados sobre el abismo, que permiten acceder tanto desde la base de
la montaña como desde la cima.
Cuevas
de los Canarios, Bandama (Santa Brígida): Se
encuentra en el interior de la
Caldera de Bandama. El conjunto arqueológico está formado por
diversas cuevas de habitación a las que también se asocia un granero colectivo.
Éste fue realizado aprovechando una gran cueva natural en cuyas paredes se
fueron excavando los silos. La única entrada es un angosto agujero que da paso
al nivel superior, donde se encuentran los silos. El sitio destaca por la
existencia de restos de pintura en las paredes de los silos, pero, sobre todo,
por la presencia de grabados rupestres, asimilables a inscripciones alfabéticas
de tipo líbico-bereber.
El
álamo, Acusa (Artenara): En el sector cumbrero de la isla,
en la Mesa de
Acusa. Se trata de un importante asentamiento donde conviven cuevas de
habitación, graneros y cuevas funerarias. Dentro de los sitios dedicados al
almacenamiento destaca el denominado Granero del álamo.Corresponde a un gran
solapón natural que, como los restantes graneros de la isla, se distingue por
una situación estratégica, en cuyo interior se han excavado numerosos silos
repartidos por toda su superficie.
Birbique,
Roque Bermejo (Agaete): Se ubica en la ladera izquierda
del barranco de Agaete, en el sitio conocido como Roque Bermejo. Constituye un
asentamiento con cuevas de habitación, lugares para el almacenamiento y muy
próximo cuevas de enterramiento, aunque ya no conservan su contenido. Su
emplazamiento elevado permite un amplio control visual y de acceso que facilita
su defensa.
Este enclave presenta varios
graneros que hoy resultan prácticamente inaccesibles por los desprendimientos
de la roca.
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