sábado, 25 de agosto de 2012

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV


EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV




1421 - 1430



1420. La conquista de La Gomera es encomendada a Alfonso de Las Casas por el Rey Juan II de Castilla.

 1422.  El segundo viaje Bethancourt partió de Sevilla, conquistando Fierro, (Esero) e intentándolo en Gomera, Benahuare (La Palma) y Chinech (Tenerife). No desembarcó en Tamaránt (Gran Canaria), por impedirlo "10.000 hombres de pelea". Es probable que los encabezase el portugués Fernando de Castro. Llegado a las islas por entonces, bautizó a derecha e izquierda. Al comportarse como delegado de rey – “propietario”, excitó las protestas de Juan II.

Por no cambiar la costumbre, Bethencourt se instaló en Lanzarote, levantando casa de piedra seca y barro, sobre restos de la fortaleza, que tuvo su predecesor. Domicilio social de empresa, dedicada a la exportación de cueros, sebo y guanches, saturado el mercado sevillano, Jean vendió esclavos en Aragón y Francia. Amasada considerable fortuna, traspasó el negocio a su sobrino Maciot de Bethancourt o Mosén de Menaute, abandonando la vida en colonias. La presencia en las islas de normandos, reyes vasallos de Castilla, no desanimó a los portugueses. En 1428, Gil de Eanes tocó en Canarias, acopiando cautivos, antes de alargarse al cabo de Naam, que no dobló, según dicen por miedo a transmutarse en negro, si rebasaba las "marcas" de Guinea.

Enterados los vasallos de Maciot, de que el bautismo por el rito cristiano les ponía a resguardo de la exportación, lo solicitaron a una voz. De haber sido hombre de escrúpulos, el tratante en esclavos hubiese perdido su fuente de ingresos, pero al no inquietarle las cuestiones de fe, exportó cristianos e idólatras lanzaroteños indiscriminadamente, confiando en la falta de autoridad, de una iglesia católica dividida.

Liquidado el cisma de la bicefalia por Martín V, nombró a D. Mendo obispo de Canarias. Enfrentado a Maciot, aprovechando que un Pedro de Castilla pasaba a la corte, hizo saber a Juan II las complicaciones que le acechaban, de saberse en Roma que uno de sus vasallos, convertía a los cristianos, en mercancía. Con enredos sobrados a domicilio, a causa de su amistad con Álvaro de Luna, el rey dotó a Pedro Barba de Cantos, de barcos y gente de guerra, para que solventase el problema.

Al no conseguirlo por las malas, Barba se avino a las buenas, pagando generosamente las islas, con condición de que Maciot se largase por su pie. Se dice que pasando a Madeira, vendió el archipiélago por partida doble, a dos señores que lo consideraban propio: Enrique el Navegante y el Conde de Niebla (Bernáldez ofrece versión original, sobre el incómodo señorío de los Guzmanes: conquistadas algunas de las Canarias por Mosén de Bethancourt, las vendió al padre del primer Duque de Medina Sidonia, al que llama Juan Alonso, en lugar de Enrique. Este las cedió a Fernán de Peraza, "que vivía con él", a cambio de "ciertos lugares". Peraza fue acusado de no haber conquistado las islas mayores, ni sido recibido por los "regimientos", de las tres islas, a más de haber conseguido, "por halagos o como quier que fue", hacerse tratar como rey, por todos los canarios (Bernáldez. Cap. XXV). Barba hizo lo propio por su parte, apenas pisó Sevilla, comprando Fernán de Peraza, fiel ejecutor del rey, casado con Inés de las Casas, que vivía en la collación sevillana de San Vicente, pero no en casa de los Guzmanes.

Harto de los problemas que creaban las Canarias, el de Niebla cedió sus derechos, en 1430, a Guillén de las Casas, alguacil mayor de Sevilla, criado de su casa, si no testaferro. Investido por Juan II como señor de las islas, fue a Titoreygatra (Lanzarote), encarcelando a Maciot en Esero (Hierro). Enterado Enrique el Navegante, mandó armada para liberarle, siendo reintegrado a su domicilio de Titoreygatra (Lanzarote). (L.A. Toledo)

1423. Fray Juan de Baeza, de la secta católica de los franciscanos (O.F.M)., va a Roma en representación de los franciscanos colonizadores de Erbania (Fuerteventura) a suplicar al Papa Martín V ( cuya obediencia habían aceptado) la creación de una Vicaría general de los franciscanos de Canarias y la creación del obispado de Erabania (Fuerteventura) con jurisdicción en todas las islas, menos en Titoreygatra (Lanzarote), en la cual estaba de obispo Fray Mendo de Viedma, también de la secta franciscana (O.F.M)., quien había permanecido bajo la obediencia del antipapa Benedicto XIII.

1423. El Papa Martín V crea la Vicaría general de los colonos de la secta franciscanas de Canarias; y, por la bula Meritis tuarum, de Roma, a 9 de abril de 1423, nombra primer vicario general de la misma a Fray Juan de Baeza, (O.F.M).
1424. En una Bula del Papa Martín V se cita la existencia en la isla de la Gomera de un templo de la secta católica bajo la advocación de Santa María de la Palma (Santa Lucia – Tazo), construido por los portugueses

1424. El jefe de los católicos el Papa Martín V crea el obispado de Erbania (Fuerteventura) y nombra su primer obispo al colono don Martín de las Casas, pariente de Guillén de las Casas, por la bula Illius caelestis agricolae, de Roma, a 20 de noviembre de 1.424.

1424. Hernando de Castro (padre de don Álvaro de Castro), conde de Monsanto, vasallo de Portugal (quien había ido de embajador a Castilla en 1.423 a pregonar la tregua de paces), enviado por el infante don Enrique el Navegante (quien estaba intentando que sus pilotos sobrepasasen el cabo de Bojador y no lo consegian), va con una gran armada de 2.500 hombres de a pie y 120 a caballo a las Islas Canarias para conquistar Tamaránt (Gran Canaria) e imponer el bautizo católico  a los guanches; pero no pudo sostenerla por los grandes gastos y tuvo que retirarse con la mayor parte de la armada (Hist. I, 18; BAE, XCV, 67b y 68b). . (Las Casas)

1424 Noviembre 20.

BULA de Martino V. crendo un nuevo Obispado en la isla de Fuerteventura.

«Martino, obispo, etc. La doctrina de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, cuyas veces, aunque indignos, hacemos en la tierra por soberano encargo suyo y las Evangélicas planas nos enseñan, e inducen a que donde hay una mies abundante y pocos operarios enviemos los bastantes, para que, por su ministerio, esta misma mies, ayudada de los auxilios del correspondiente cultivo, rinda aquellos copiosos frutos que a su debido tiempo se deben recoger en el granero celestial.

A nuestra apostólica noticia ha llegado por voz pública y por relaciones fidedignas, que
las islas Fortunadas, que quedan a las partes del Mediodía, nombradas de Canaria y que en particular se llaman: una, Lancelote; otra, Fuerteventura; otra, Gran Canaria; otra, Infierno; otra, Gomera; otra, Palma, y otra Hierro, las cuales, estando pobladas desde lo antiguo de gentes que no conocían a Dios, han sido últimamente tomadas por el valor de nuestro amado hijo, noble varón y caballero Juan de Béthencourt con otros muchos fieles de Cristo; y que por la industria, predicación y diligencia incansable de algunas personas religiosas, las dichas islas de Lancelote, Fuerteventura y Hierro se han hecho del todo cristianas y sujetado a los adoradores de Cristo, al paso que algunos habitantes de la Gran Canaria y Gomera, bien que en ciertos parajes solamente, se han convertido también a la Fe Católica; que en Lancelote se había erigido una Catedral en honra y bajo el título de San Marcial, la cual se llama Rubicense, y se halla actualmente provista de Pastor; que en Fuerteventura hay otra iglesia con título de Santa María de Betancuria, y que en las mencionadas islas de Palma y Gomera se habían edificado ciertas capillas bajo la advocación de Santa María de la Palma; finalmente, que siendo la isla de Fuerteventura la más inmediata a las de Gran Canaria, Infierno, Gomera y Hierro, en las cuales, por ser nuevamente convertidas, se carece mucho de clérigos y otros eclesiásticos que trabajen felizmente en adelantar la conversión, sería muy oportuno que se le destinase a aquella un Pastor propio, que pueda instruir y corroborar a los convertidos a la fe católica y tener especial, fiel y solícito cuidado de la conversión de aquellos pueblos, de que resultaría, mediante Dios, grande utilidad de las almas, no sólo en lo restante de la Gran Canaria y Gomera, sino también en las otras islas de La Palma e Infierno.

Nosotros, pues, deseando, a imitación del mismo Divino Agricultor, cuyas acciones son nuestro dechado, que la mies de los referidos pueblos, que se halla en tan buena sazón, se recoja en la iglesia de Dios y por último en el granero Celestial con el ministerio de nuestra operación, en cuanto nos fuere posible y con el trabajo y diligencia de propios operarios, para la gloria y honra de Dios y de la misma Santa María y para aumento del Divino culto y salvación de las almas, de consejo de nuestros hermanos y en fuerza de la plenitud de la potestad Apostólica, establecemos y erigimos en Catedral la referida iglesia de Santa María de Betancuria y la condecoramos con el título, honor e insignias de Iglesia Catedral; y para memoria indeleble juzgamos y queremos que en todas edades se llame Iglesia de Fuerteventura, la cual habrá de tener, mediante Dios y el ministerio de la solicitud Apostólica, esposo idóneo con plenitud de los oficios Pontificales que la rija y sea para ella provechoso.

Asimismo determinamos, por autoridad Apostólica, que el obispo que fuere de Fuerteventura tenga también cuidado Episcopal en todas las cosas espirituales y temporales de las expresadas islas de Gran Canaria, Infierno, Gomera, Hierro y Palma y de sus habitantes y moradores; y que la dicha iglesia de Fuerteventura esté sujeta por derecho Metropolitano, como la Rubicense, a la iglesia de Sevilla, hasta tanto que los referidos habitantes y moradores estén todos convertidos a la fe, y desde entonces hasta que se disponga otra cosa por la Silla Apostólica. No obstante, cualesquiera constituciones Apostólicas, estatutos y costumbres de dichas iglesias, aunque se hallen

corroborados con juramento y confirmación Apostólica. Nulli ergo hominum, etc. Dada en Roma, en el Palacio de los Santos Apóstoles, a 20 de noviembre en el año séptimo de nuestro Pontificado, que es el de 1424». (En: A. Millars Torres, 1977 t. 3:337)

1424 noviembre 20.
Primeros intentos de penetración del catolicismo en el Archipiélago Canario según el clérigo católico e historiador José de Viera y Cavijo.

Bula de erección de un nuevo obispado en Fuerteventura
Debemos atribuir a un efecto de aquellas di­ferencias el osado paso que los señores de las islas dieron en la corte romana para mortificar al obispo de Rubicón. Ellos impetraron facultad pontificia, a fin de que se erigiese otra segunda silla episcopal en Fuerteventura, de la cual de­pendiesen las de Canaria, Tenerife, Palma, Go­mera y Hierro. Véase aquí el contenido de esta no menos curiosa bula, expedida por Martino V, año de 1424, de que tampoco habían hecho la menor mención nuestros escritores:

Martino, obispo, etc. La doctrina de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, cuyas veces, aunque indignos, hacemos en la tierra por soberano en­cargo suyo, y las evangélicas plantas nos enseñan e inducen a que, donde hay una mies abundante y pocos operarios, enviemos los bastantes para que por su ministerio esta misma mies, ayudada de los auxilios del correspondiente cultivo, rinda aquellos copiosos frutos que a su debido tiempo se deben recoger en el granero celestial.

A nuestra apostólica noticia ha llegado por voz pública y por relaciones fidedignas que las islas Fortunadas, que quedan a las partes del Medio­día, nombradas de Canaria, y que en particular se llaman, una Lancelote, otra Fuerteventura, otra Gran Canaria, otra Infierno, otra Gomera, otra Palma y otra Hierro, las cuales, estando pobladas desde lo antiguo de gentes que no conocían a Dios, han sido últimamente tomadas por el valor de nuestro amado hijo, noble varón y caballero Juan de Béthencourt, con otros muchos fieles de Cristo, y que, por la industria, predicación y dili­gencia incansables de algunas personas religiosas, las dichas islas de Lancelote, Fuerteventura y Hie­rro se han hecho del todo cristianas y sujetado a los adoradores de Cristo, al paso que algunos ha­bitantes de la Gran Canaria y Gomera, bien que en ciertos parajes solamente, se han convertido también a la fe católica; que en Lancelote se ha­bía erigido una catedral en honra y bajo el título de San Marcial, la cual se llama Rubicense y se halla actualmente provista de pastor; que en Fuer­teventura hay otra iglesia con título de Santa Ma­ría de Betancunria, y que en las mencionadas is­las de Palma y Gomera se habían edificado ciertas capillas bajo la advocación de Santa María de La Palma; finalmente, que siendo la isla de Fuerte-ventura la más inmediata a las de Gran Canaria, Infierno, Gomera y Hierro, en las cuales, por ser nuevamente convertidas, se carece mucho de clé­rigos y otros eclesiásticos que trabajen felizmente en adelantar la conversión, sería muy oportuno que se le destinase a aquélla un pastor propio, que pueda instruir y corroborar a los convertidos a la fe católica y tener especial, fiel y solícito cui­dado de la conversión de aquellos pueblos, de que resultaría, mediante Dios, grande utilidad de las almas, no sólo en lo restante de la Gran Cana­ria y Gomera, sino también en las otras islas de La Palma e Infierno.

Nosotros, pues, deseando, a imitación del : mismo divino Agricultor, cuyas acciones son i nuestro dechado, que las mies de los referidos I pueblos que se halla en tan buena sazón se recoja ¡ en la iglesia de Dios y por último en el granero j celestial con el ministerio de nuestra operación, en cuanto nos fuere posible, y con el trabajo y diligencia de propios operarios, para la gloria y honra de Dios y de la misma Santa María, y para aumento del divino culto y salvación de las al­mas, de consejo de nuestros hermanos, y en fuerza de la plenitud de la potestad apostólica, es­tablecemos y erigimos en catedral la referida igle­sia de Santa María de Betancuria y la condecora­mos con el título, honor e insignias de iglesia ca­tedral; y para memoria indeleble juzgamos y que­remos que en todas edades se llame iglesia de Fuerteventura, la cual habrá de tener, mediante Dios y el ministerio de la solicitud apostólica, es­poso idóneo con plenitud de los oficios pontificia-les que la rija y sea para ella provechoso.

Asimismo determinamos, por autoridad apostó­lica, que el obispo que fuere de Fuerteventura tenga también cuidado episcopal en todas las co­sas espirituales y temporales de las expresadas is­las de Gran Canaria, Infierno, Gomera, Hierro y Palma, y de sus habitantes y moradores; y que la dicha iglesia de Fuerteventura esté sujeta por de­recho metropolitano, con la Rubicense, a la igle­sia de Sevilla, hasta tanto que los referidos habi­tantes y moradores estén todos convertidos a la fe, y desde entonces hasta que se disponga otra cosa por la silla apostólica. No obstante cualesquiera constituciones apostólicas, estatutos y costumbres de dichas iglesias, aunque se hallen corroborados con juramentos y confirmación apostólica. Nú/// ergo hominum, etc.

Dada en Roma, en el palacio de los santos Apóstoles, a 20 de noviembre en el año séptimo de nuestro pontificado, que es el de 1424.

Cuando se considera esta preeminencia de silla episcopal a que se intentaba elevar la isla de Fuer-teventura, substrayendo su iglesia de la de Rübi-cón y haciéndola capital de las demás, debemos acordarnos de que Juan de Béthencourt, en el po­der que dio en Granville a su primo Maciot para enajenar las Canarias, tuvo cuidado de reservar aquélla para sí y sus herederos, con todo el seño­río e imperio, de manera que jamás pudiera ser dada ni vendida. Así no es mucho que Maciot, que era el alma de las desavenencias con el obispo don fray Mendo, pensase con este revés inopinado de política vengarse del prelado y con­decorar al mismo tiempo su predilecta fuerteven-tura con un privilegio ruidoso. Pero siendo don fray Mendo un pastor firme, amante de la libertad eclesiástica y de la natural de sus ovejas, enemigo de la tiranía y del tirano, supo defender los dere­chos de su mitra con tal tesón, que no descansó hasta pasar a Roma en persona, donde consiguió desvanecer las ideas de su adversario.
Tenemos una carta de Benedicto, obispo de Abruzzo, vicecamarlengo del papa Martino V, por la cual, de orden del mismo santo padre dada vivae vocis oracula, mandaba, en primero de octu­bre de 1428, a los registradores de las letras apos­tólicas, entregasen al reverendo en Cristo padre don Mendo, obispo rubicense y de las islas de Canaria, una copia o trasunto de las bulas por las cuales se había provisto aquel obispado en la per­sona de fray Alberto, fray Martín de Las Casas «de persona Fratis Martini de Domibus».

Sin duda que este documento, en que habían de estar claras las circunstancias con que se erigió el obispado y catedral de Rubicón en Lanzarote, conducirían mucho a los derechos de don fray Mendo, y bien se echaba de ver su designio en aquel mismo énfasis con que se intitulaba obispo rubicense y de las islas de Canaria. Triunfó por último su razón, pues la catedralidad de Fuerte ventura no tuvo efecto, ni aquella especie de cisma entre las dos iglesias consecuencia nin­guna; pero el victorioso pastor quedó en el campo de batalla, pues murió en la misma corte de Roma por los años de 1431. Varón memorable entre los prelados fundadores de nuestra iglesia. Su turbulento pontificado fue de diez y seis años, bien que nuestras Sinodales, que ignoraron su apellido, su instituto, el año de su provisión, el papa por quien fue provisto y el número que de­bía ocupar en el catálogo de nuestros obispos, sólo le dan a don fray Mendo poco más de un año, asegurando que murió en Lanzarote. Iguales equivocaciones padecieron en orden a su inme­diato sucesor.” (José de Viera y Clavijo, 1987. T. 2: 224 y ss.)


1425. Expedición de exploración y saqueo portuguesa a las Islas Canarias.Fernando de Castro con sus tropas portuguesas se adentran en la isla en un intento de conquista, siendo sitiados en Argodey por los gomeros.

1425. El rey Juan II de Castilla protesta ante el rey Juan I de Portugal de la acción del infante don Enrique. Se inicia así el pleito de estos reinos europeos ante el papado por la supremacía en la depredación en las Islas Canarias.

1427. Otra expedición portuguesa a las Islas Canarias.

1428. El colono europeo Fray Mendo de Viedma, de la secta de los franciscanos (O.F.M)., impuesto obispo de Rubicón, después de morir el Papa Benedicto XIII (1422), se somete al Papa Martín V (en 1425?); y en 1428 es reconocido como obispo por éste.

1430. Deseando solventar la guerra constante, que enfrentaba a las coronas de la Península Ibérica, en torno a la tierra del oro, el Papa Martín V dio a la corona de Castilla las Canarias, incluyendo Benahuare (San Miguel de la Palma), única que producía pastel y caña dulce, según Bernáldez, quedando el resto del reino Fez, a Portugal, con Madeira, "Desyerto" y Porto Santo. (L.Al. Toledo)

1430. Guillén de las Casas adquiere el señorío de  las islas (menos Titoreygatra (Lanzarote): Tamaránt (Gran Canaria) y Gomera eran ya suyas por herencia; Chinech (Tenerife) y  Benahuare (La Palma), las adquiere de su hermano; Fuerteventura y Hierro, de Enrique de Guzmán. y pone de lugarteniente suyo a Fernán Peraza.

1430. Se produce una erupción volcánica localizada en el Menceyato de Taoro, en Chinech, según la tamusni o tradición oral isleña. Es probable que los naturales de Chinet (Tenerife) denominaran ya a la isla como "la del infierno" (en alusión a anteriores erupciones), en lengua tamazight, a través del conocido vocablo Chinech, Chinet, Chineche en sus diversas variantes. Entre los touaregs del Ahaggar argelino existe la voz "echched"= ser malo, fatídico (persona, animal o cosa; moralmente o físicamente: gusto, olor, sabor) (Ch. Foucauld, II, 511), en este caso relativo a la actividad volcánica del Teide o de otros volcanes de la isla y la subsiguiente expulsión de lavas que producían el lógico temor entre sus habitantes.

1430. Fray Mendo de Viedma, de la secta católica de los O.F.M., obispo de Rubicón, va a Roma y denuncia ante el papa Martín V las violencias de Guillén de la Casas con los indígenas. Fray Mendo murió el mismo 1430 en Roma.

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