Capitulo
XXV-I
Eduardo Pedro García Rodríguez
Isla Erbania (Fuerteventura)
[...] Cuando
Gadifer hubo pasado con la barcaza a la isla de Albania, a los pocos día se fue
él con Remonnet de Levedan y los compañeros de la barcaza hasta un total de 35 hombres para ir al Río de Palmas, a ver si encontraban a alguno de
sus enemigos. Y llegaron a su proximidad de noche y hallaron una
fuente, donde descansaron un poco; después empezaron a subir por una alta montaña, de donde se puede ver bien gran
parte de la región. Y al llegar a
la mitad de la subida, los españoles no quisieron avanzar más, y
regresaron 21, ballesteros en su mayor parte. Y cuando Gadifer vio aquello, no
fue contento y siguió su camino, con 12
hombres más, entre los cuales sólo había dos arqueros.
Al
llegar a la cumbre, tomó seis compañeros, para saber si había algún puerto.
Después regresó subiendo por la orilla del río y halló a Remonnet de Levedan y a
los compañeros que le esperaban a la entrada de los palmerales.
Allí es tan fuerte la entrada, que parece
milagro y no dura más que dos o tres lanzas de ancho.
Y se vieron obligados a quitarse el calzado
para pasar sobre las piedras de mármol y eran tan lisas y tan resbaladizas,
que sólo se podían mantener a cuatro pies, y
aún así era preciso que los últimos sustentasen los pies a los otros que iban
delante, con el regatón de sus
lanzas, y después arrastraban a los últimos. Y al pasar al otro lado se
halla un valle hermoso y unido y muy agradable,
en que habrá unas 800 palmeras que dan sombra al valle, con arroyos de agua que corren por en medio, y están por grupos de 100 y 120 juntas, tan altas como
mástiles de más de 20 brazas de
altura, tan verdes, tan enramadas y tan cargadas de dátiles, que da gusto
mirarlas. Y allí comieron en su hermosa sombra, sobre la yerba verde,
cerca de los arroyos que corrían, y allí
descansaron un poco, porque estaban muy cansados.” (Le Canarien, pags. 122-123)
[...] Y poco tiempo después, los de la isla
de Erbania, no sabiendo la discordia que había entre ellos (los invasores),
viendo la guerra que Monseñor les había
hecho, considerando que no podían resistir largo tiempo contra aquel
señor y los cristianos, y que los cristianos estaban armados y artillados y que
ellos no tenían nada de ello (porque, como
otra vez lo tengo dicho, no tienen ninguna armadura y no están vestidos
sino con pieles de cabra y con cueros y no pueden ofender más que con piedras y
con lanzas de madera sin hierro, con que hacían mucho daño, porque son
dispuestos y prestos) bien veían que no
podían durar largo tiempo; y viendo la relación de algunos de su partido
que habían sido prisioneros entre nosotros,
quienes les refirieron la manera de gobierno de los cristianos y su empresa y cómo tratan con benevolencia a todos
cuantos quieren ser sus sujetos; y por esta causa tuvieron su consejo que vendrían ante el dicho señor de
Béthencourt, que era el jefe de la
compañía y rey y señor del país, como cualquier nuevo conquistador de los infieles.
Porque nunca habían sido cristianos ni, que se
sepa, lo había emprendido antes algún cristiano.
Y lo cierto es que hay en aquella isla de Erban reyes, que pelearon largo tiempo entre ambos, en cuya hubo por
varias veces muchos muertos, tanto que están muy debilitados. Y, como se dijo
antes, en otro capítulo, se ve que tuvieron
guerra entre sí, porque tienen los más fuertes castillos fabricados
según su manera, de cuantos se pueden hallar alguna parte, y también
tienen hacia el centro del país un muro de piedra muy
grande, que en aquel punto se extiende por lo ancho del país, de un mar al
otro.” (Le Canarien, pags. 180-181)
De esta manera de mano de los piratas Jean
de Bethencourt y Gadifer de la
Salle y de un grupo de aventureros franceses y castellanos
entraron los mahos en el circuito cultural europeo es decir, en la red de venta
de esclavos en la que muchos mahoreros fueron comercializados.
Como podemos ver ya por 1405 los cronistas
de la invasión y ocupación de Erbania nos hablan de construcciones de
superficie de dimensiones colosales, prueba incuestionable del dominio de las
técnicas arquitectónicas de los antiguos mahoreros.
Los cronistas e historiadores suelen
referirse a las islas de Fuerteventura y Lanzarote como si ambas formasen una
unidad etnográfica, de hecho fue así, pues tanto en la ocupación del espacio
como en la forma de explotación de los
recursos naturales y las edificaciones arquitectónicas son muy similares en una
y otra islas e incluso el gentilicio aplicados a los pobladores de la misma es
el mismo. Abreu Galindo ya dejo recogido que: “Estas dos islas de Lanzarote y Fuerteventura al parecer
antiguamente eran una
isla, a la cual llamaron Capraria; no porque en ella hubiese cabras, como lo dice Plinio,
libro III, cap. 6, tocando el nombre de Capraria, que es una isla en el mar Toscano, que cae
entre Genova y Lúea,
imponiéndolo a éstas; sino porque Caprea, nombre latino, quiere decir «lince»; y así, como este
animal es de larga vista, estas dos islas, siendo una, tenían mucho que ver, y por su largueza, respecto de las demás,... Y estas dos islas se dividieron antes que se
poblaran de gentiles; porque, si se dividieran después, los moradores de entrambas islas se entendieran en alguna manera, y no fuera su modo de
hablar tan diverso.
Los
naturales destas dos islas, Lanzarote y Fuerteventura, se llaman mahoreros, porque
traían calzados de los cueros de las cabras, el pelo afuera, unos como zapatos, a quien
ellos llaman makos; y algunos quieren decir que el nombre propio de la isla se dijo
de este nombre,
maho.” (Abreu Galindo, 1977:54)
Investigaciones más modernas ahondan en esta idea, así tenemos que el
paleontólogo Francisco García Talavera quien no dice al respecto: “Dentro de una síntesis paleogeográfica de las islas orientales a
lo largo del Holoceno (Cuaternario reciente), cabe resaltar importantes cambios
en la configuración de las mismas. Como botón de muestra diremos que durante el
máximo glacial würmiense, hace 18.000 años, Lanzarote, Fuerteventura y las
isletas e islotes, junto a algunos bancos submarinos como el de Amanay (-25 m ), conformaban una sola
isla de más de 200 km
de longitud y una superficie superior a los 5.000 km2, orientada
paralelamente a la costa africana y siguiendo las directrices de la
geotectónica de esta región atlántica. A su vez, la distancia que en aquel
tiempo separaba esa gran isla, que llamaremos "Mahan", del vecino
continente no era superior a los 60
km . (en la actualidad son 95). Si, además, tenemos en
cuenta que en esa época el Sahara estaba pasando por una de las etapas de
máxima aridez, no resulta descabellado pensar en poblaciones paleolíticas
localizadas en la franja costera, más húmeda y con abundantes recursos marinos
a su alcance. La falta de documentación arqueológica, en este caso, es debida a
que probablemente los yacimientos fueron destruidos por la erosión marina o
están sumergidos en la plataforma continental. Por eso solamente aparecen
restos neolíticos, época en la que el mar ya había alcanzado aproximadamente su
nivel actual.” (García Talavera F. 1997).
Esta curiosidad científica naturalmente no presupone que la gran isla
Mahan fuese habitada en aquella época geológica. Lo que es seguro es que la
arribada de los primeros imazighen continentales se produjo en un mismo tiempo
y que ambas islas fueron ocupadas simultáneamente por un mismo pueblo y, con un
bagaje cultural idéntico.Las obras arquitectónicas de las islas Erbania y
Titeroygatra (Lanzarote) despertaron desde la antigüedad el interés de los
cronista e investigadores, destacando entre ellos Abreu Galindo, el ingeniero
cremonés al servicio de la corona castellana Leonardo Torriani y más
modernamente los franceses Sabin Berthelot y René Verneau, ya en el siglo XX el
español Luis Diego Cuscuy realizó un encomiable trabajo de prospecciones
arqueológicas en ambas islas, legándonos una serie de datos de las estructuras
arquitectónicas que, a partir del año 1965 han ido desapareciendo víctimas de
la especulación inmobiliaria generada por la invasión de las masas de turistas
y de la desidia de los estamentos coloniales que han primado el beneficio
económico inmediato y desmesurado en detrimento de los vestigios de la
milenaria cultura guanche.
[...] Eran los naturales destas dos islas,
Lanzarote y Fuerteventura, caritativos, alegres,
amigables, grandes cantadores y bailadores. La sonada que hacían era con pies, manos y boca, muy a compás y graciosa. Eran
muy ligeros en saltar, y era su principal ejercicio.
Tomaban dos hombres
una vara larga, uno por un cabo y otro por el otro cabo, y alzaban los
brazos con la vara, lo más alto que podían; y el que lo saltaba, tenían por
más ligero. Y así ponían dos y tres en hilera, y había hombre que los saltaba en tres saltos, sin parar.
Eran animosos y bien dispuestos y
proporcionados, más que todos los demás de
las islas, y así lo son hoy. Tenían
muchos desafíos. Salíanse al campo a reñir con unos garrotes de acebuche, de vara y media de largo, que llamaban
iezzeses. En sus pendencias tenían
esta orden que, sí el agresor entraba por la puerta de la casa de su
enemigo y lo mataba o afrentaba, no castigaban al homicida; pero si saltaba pared, el capitán o rey ante
quien se examinaba la causa, mandaba matar al agresor. Y la ejecución de justicia
se hacía en la costa del mar,
tendiendo al delincuente sobre una piedra o losa, y con una piedra redonda el
ejecutor de la justicia le daba en la cabeza,haciéndosela pedazos, y allí se quedaba muerto; y todos los descendientes de este delincuente eran tenidos por
infames. Este orden tenían en Fuerteventura, y en mucho precio y
estimación a los valientes; llamábanlos
altabay, nombre por ellos muy honrado.” (Abreu Galindo: 1977:55)
En el
capitulo primero hemos recogido una
breve reseña que de las características y cultura de los primeros habitantes de Titoreygatra y
Erbania nos han trasmitido algunos historiadores, en el último dedicado a
Titoreygatra incidiremos más ampliamente en el tema a la luz de los nuevos
descubrimientos arqueológicos aportados por la ciencia.
Cuevas
naturales de habitación
En Erbania como en el resto del
archipiélago sus habitantes primigenios preferían las cuevas como viviendas,
pero dado la orografía insular relativamente plana escasa en cuevas naturales,
las más idóneas para su ocupación eran las que disponían en su entorno de una
temperatura, vegetación y agua adecuadas. Los mahoreros buscaban cuevas
fácilmente accesibles, amplias y cerca del lecho de los barrancos; las
acondicionaban, adaptándolas a sus necesidades, levantando muros o utilizando
mamparas móviles de pieles o junco. Es por ello por lo que, en general, se
encontraban próximas a la costa, aunque también ocupaban cuevas de cotas
superiores, sobre todo para aprovechar los pastos de montaña en verano.
También es frecuente la ocupación de algunos
tubos volcánicos de los mal países los cuales eran utilizados como viviendas
cuando reunía un mínimo de condiciones, tales como su situación por debajo del
nivel de superficie permitía mayor protección al no ser visible a distancia, estar protegidos
de los fuertes vientos reinantes en la isla, y como las otras cuevas son
cálidos en invierno y frescos en verano, estar próximos a las zonas de pastos.
Donde no existían, construían las típicas
casas de piedras secas semihundidas conocidas como casas hondas. Estas
casas se agrupaban en poblados y se situaban cerca de las escasas fuentes de
agua, que recogían y guardaban en grandes
vasijas de barro, y las de las escasas lluvias que recogían en
maretas.
Habitualmente el aguar doméstico se componía de lajas de pedernal,
vasijas de barro (gánigos) decoradas, grandes vasijas para el
almacenamiento de agua; otras, de tamaño mediano, para guardar lo recolectado o
para poner la leche al fuego, etc. De tamaño mediano son también los cuencos
para el ordeño y los usados para la recogida de agua en charcos o manantiales,
vasijas de madera, lámparas de barro cocido, odres para la elaboración de la
manteca de leche, cestos de mimbre, esteras de hoja de palma, anzuelos y
arpones de huesos etc. Los molinos alcanzan mayor diámetro que ene el
resto del archipiélago y van provistos de tres o cuatro mangos, fruto de un
mayor uso colectivo y familiar. La muela superior del molino tiene un orificio
central para introducir el grano y algunos tienen labrado un saliente circular
que hace de embudo para depositar el grano que va descendiendo en la medida en
que se va moliendo.Como en las demás islas, la entrada de la cueva al ser el
espacio más iluminado y más transitado, porque lo destinaban a realizar todo
tipo de trabajos domésticos o artesanales.
Manteníanse de harina de cebada tostada y molida,
que llaman gofio, y con carne de cabra cocida y asada, con leche y manteca. Comían en gánigos de barro
cocidos al sol, como cazuelas grandes. Usaban, para su menester de cortar y desollar, de unas lajas 5 de pedernales agudas, que llaman
tafiagues. Sacaban, y hoy también se saca, fuego con un palo de espino seco luyendo en
un cardón seco, que es
esponjoso; y con el fuerte movimiento o luimiento, se encendía fuego en el cardón, y deste modo
tenían fuego. (Abreu Galindo, 1977:59)
Generalmente la cocina estaba situada en el exterior de la cueva en un
lugar abrigado de los vientos donde se situaba el fogal, constituido por tres
tenikes o piedras volcánicas porosas, el basalto era desechado pues al
calentarse estalla disparando esquirlas como proyectiles. No tenían necesidad de hacer siempre fuego,
pues lo conservaban en brasas o rescoldo.
Cuevas horadadas
Las cuevas horadadas
en Erbania siguen la misma técnica que en el resto del archipiélago, excavando en la pared algunos nichos o
asientos. Una de ellas cavada
completamente por la mano del hombre, comprende varias habitaciones cuadradas
solamente una recibe la luz por la entrada. Por otra parte, sólo se observan,
como en las otras, asientos en la toba y nichos practicados a una cierta altura
para colocar, sin duda, vasos y provisiones.
En un
comunicación del sacerdote de la iglesia católica D. Ramón Castañeyra al
etnógrafo francés Sabin Berthelot y publicada por este en su Antigüedades
Canarias recoge: “...La montaña
de Cardones, dice, a veintidós kilómetros de Pájara, es el último eslabón de esta cadena de
cimas que nacen en los confines de la villa histórica de Betancuria (Santa
María de Betancuria), y que forma la línea que divide, entre el pequeño
desierto de Jable, de una parte el antiguo principado de Jandía, y de la otra la gran
Majorata. Esta montaña de Cardones, según las tradiciones del país y los vestigios de antigüedades que
encierra, fue habitada por los antiguos
aborígenes; hacia su cima se ven todavía recintos cubiertos con bóvedas de piedra, que según la arqueología
prehistórica podría clasificarse
entre los monumentos megalíticos. Del
lado de oriente, a partir del Rincón del Pedregllo y hasta las
rocas que sirven de base al Castillo, aparece una enorme roca en forma de cúpula, que se erige grandiosa en la
más alta cima de la montaña naturaleza, fue la antigua morada, según se dice,
de uno de los príncipes que dominaban
Herbania”.
“En sus alrededores se encuentran numerosas
ruinas de edificaciones, y hacia la cumbre de la montaña hay grutas abiertas,
trabajadas por la mano del
hombre, que han hecho dar a estas localidades el nombre de Cuevas Labradas. Hay una sobre todo que merece ser mencionada: presenta en su entrada una excavación circular de cuarenta
metros, comunicándose con tres pequeñas
habitaciones ovales, de las que la del fondo está llena de huesos humanos, habiendo quedado las dos restantes sin
explorar. Don Ramón añade, en este
pasaje de su narración, que 'estos huesos, por su tamaño,
parecen haber pertenecido a una generación de gigantes';
pero al hablar así, sin duda,
sólo ha querido adaptarse a las tradicionales exageraciones de las gentes del
país, sin dar ninguna importancia a sus suposiciones. Termina la descripción de
esta curiosa montaña de Cardones, a
la que los insulares actuales llaman abitanzas de los Majos, llamando la atención sobre la frecuencia con que se encuentran
objetos de alfarería en las
excavaciones; después, volviendo otra vez sobre esta gran roca del Castillo, de
acceso difícil y que vista desde lejos parece una torre, nos dice que este
gran monolito presenta una habitación tallada de alrededor de seis metros de
ancha y en la que solamente los más ágiles pastores pueden entrar.” (Sabin
Berthelot, 1980:144-145
Cuevas sepulcrales
[...]
Mirlaban los canarios sus difuntos, fue uso de Sirios y Egipcios dice Alejand.
En Alejandro lib. 3 cap. 2 Divrum Génesis, donde dice que ponían dentro del
cadáver resina de pino, y polvo de cedro, sal y mirra: Muchas naciones los
Agrigentinos, Tártaros y Hebreos, los primeros tenían sus difuntos en sus
moradas haciéndoles sacrificios con luces, fuegos y comidas, o los tenían
presentes mirlados, o pintados en tablas o pared escritos con loores de
vencedor, a el Capitán o Rey, y a éstos llamaban Lares; los Tártaros hacían
debajo de tierra aposentos a sus embalsamados, los Hebreos en sepulcros arcas
de piedra, y los romanos lo mismo en mármoles, y alabastro; en los canarios se
hallaron estos modos de mirlados y sepulcros entre pedregales, el cual tienen
los Árabes. (Tomás Marín de Cubas, 1993:379)
Enterramientos guanches se han localizado en
la cueva de Esquinzo, en la cueva de Guriame, en la cueva funeraria de
Villaverde y la cueva de Los Ídolos, en los bordes meridionales del malpaís de La Arena , Cueva Encantada en
Tijonay, Hoya del Dinero, Llanos de Santa Catalina y La Atalaya , Montaña Gayría y
Barranquillo del Pozo.
El más singular de los yacimientos citados
sea la Cueva
de Los Ídolos donde además de los ídolos encontrados que dan nombre a la
cueva, se hallaron escasos restos óseos humanos muy fragmentados, algunos de
ellos calcinados. La Montaña
de La Muda ,
sometida a una excavación de urgencia, en la que también aparecieron algunos
restos humanos. Así como la
Cueva de Villaverde en la que se encontraron dos esqueletos
uno de un adulto y otro de un niño
Según recoge la
arqueóloga Julia Lecuona Viera: “En cuanto al enterramiento en túmulos, habla
de túmulos construidos respondiendo a una técnica constructiva acorde con la
aridez del terreno. Generalmente, los túmulos estarían delimitados por piedras
de tamaño mediano que llegan a formar un ovoide o un rectángulo imperfecto.
Sin lugar a dudas de todas estas estructuras
tumulares la más plausible es la del Matorral, donde en los años 50 s e halló
un individuo, supuestamente femenino, en un llano bajo un amontonamiento de
piedras dando una forma más o menos redonda, con un ajuar compuesto por un
collar de plaquitas rectangulares realizadas con conchas marinas. El hallazgo
se produjo de forma fortuita al realizarse en la zona las obras de construcción
de la carretera.”
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