CAPITULO XIII
Eduardo Pedro García Rodríguez
En el capitulo anterior dimos un somero repaso al habitat en
cuevas de los antiguos awuaras, en la páginas siguientes vamos a tratar de los
poblados de casas construidas de piedras secas, técnica que nuestros ancestros
dominaban perfectamente no sólo en la construcción de viviendas, sino que
además la empleaban en la construcción de paredes para las huertas de cultivos
denominadas bancales, algunos de cuyos vestigios han llegado a nuestros días, y
que los estudios arqueológicos existente en la actualidad, sugiere que fue practicada
en los momentos más antiguos del poblamiento de la isla, y así parecen
demostrarlo, según el investigador E. Martín: “los restos de varias especies
vegetales domesticadas, como el trigo (Triticum aestivum/ durum), la cebada
(Hordeum vulgare) y las lentejas tipo microesperma (Lens culinaris), y que
fueron halladas durante los trabajos de excavación arqueológica de la Cueva del Tendal. De este
modo, se confirmaban las hipótesis de algunos investigadores de que los awuaras
practicaron una agricultura desde los momentos iniciales del poblamiento para,
posteriormente, ser abandonada de manera voluntaria o involuntariamente” (E.
Martín Rodríguez, et al. 1988).
Esta técnica constructiva fue continuada por los colonos invasores
tanto para la adecuación de los terrenos de labranza intensiva como para la
construcción de las primeras viviendas las cuales estaban desprovistas de todo
tipo de argamasa. Pero antes de continuar con el tema vamos a dar una breve
disgreción en torno a algunos aspectos del estado actual de la arqueología en
Benahuare y en el resto de la nación canaria:
Los procesos de antropización de un territorio se
desarrollan necesariamente en el tiempo, y este transcurso temporal genera
distintos estadios de dominación e interrelación entre la sociedad y la
naturaleza que actúa como soportante de las actividades humanas. Toda acción
del hombre produce cambios en el ambiente, y esos cambios vuelven a incidir
sobre las conductas humanas, condicionando su mantenimiento. Sin caer en el
determinismo geográfico, hay una evidente relación mutua entre los recursos
naturales, los espacios físicos y las civilizaciones que allí se desarrollan.
Puede resultar útil como esquema teórico pensar los distintos modos de relación sociedad-naturaleza como estilos de desarrollo, conformados por tres elementos básicos: para quién se produce, cómo se produce y con qué elementos naturales se produce.
Puede resultar útil como esquema teórico pensar los distintos modos de relación sociedad-naturaleza como estilos de desarrollo, conformados por tres elementos básicos: para quién se produce, cómo se produce y con qué elementos naturales se produce.
Luego se pueden analizar la calidad y cantidad de los recursos
naturales pasibles de ser explotados, la estructura social existente y el grado
de avance de las tecnologías productivas para conformar un panorama particular
de las relaciones sociedad/naturaleza en un período.
Los arqueólogos han venido siendo requeridos de forma incesante en Canarias, para que adapten sus estrategias de investigación a los deseos e intereses del pueblo canario, que no sólo exige la devolución de ciertos objetos y cuerpos mirlados (momificados) así como de restos humanos de nuestros ancestros que han sido profanados en nombre de un cientifismo etnocentrista y que han sido dispersados por diferentes centros y museos en el mundo para volver a ser inhumados dignamente, sino también el respeto de sus valores culturales en las excavaciones que realizan.
La adecuación de las estrategias científicas
de investigación a la sensibilidad de la cultura tradicional señala una nueva
dirección en la actividad arqueológica y supone un desarrollo que apenas se
contemplaba hace unas décadas, cuando se consideraba que la rígida objetividad
científica dominaría en breve plazo la arqueología.
Habitat en cabañas
Como hemos apuntado más arriba, nuestros antepasados para la
construcción de casas contaban con albañiles y carpinteros. Las paredes se realizaban
seleccionando y trabajando piedras que diesen una cara regular, especialmente
en cimientos y esquinas, para formar una cara externa y otra interna,
rellenándose su interior con piedras pequeñas y tierra que acabarán
constituyendo muros de aproximadamente 1-1,50 metros . Los techos
se preparaban con listones de madera de tea, sabina o cedro, luego una capa de
losas planas y finalmente una capa de
ramas vegetales.
La planta interior de las viviendas era variable. La cruciforme facilitaba la sujeción de la techumbre, ya que reducía la distancia entre los laterales de las paredes y el espacio central. (Ignacio Pérez)
Uno de los
trabajos más interesantes en torno a las denominadas construcciones de
superficie realizados en Benahuare se lo debemos al investigador Martín
Rodríguez de quien reproducimos algunos párrafos:
“La
utilización de cabañas parece ser un hecho más frecuente en aquellas zonas
donde escasean las cuevas, a tenor de la distribución de los hallazgos. A pesar
de que se conocen numerosos ejemplos de yacimientos de esta naturaleza, no
conocemos con detalle sus características constructivas ni la interrelación
existente entre esta modalidad de habitat y la cueva natural, debido a que
todavía no se ha realizado ninguna investigación exhaustiva en tomo a ellos.
La presencia
de estas construcciones se ha detectado en diversos puntos de la Isla , tanto asociados a
poblados de cuevas –Briesta (Garafia), Cruz de la Reina (Garafia), El Roque
(Mazo)- como formando conjuntos aislados en La Zamora (Fuencaliente),
Tanausú (El Paso), La
Sabina Vieja (Los Llanos), Los Guanches (Garafia) o El Pocito
(Mazo). Tanto unos conjuntos como otros presentan una tipología constructiva
similar, con plantas de tendencia cuadrangular o circular y muros formados por
una doble hilera de piedras, cuyo interior se rellena de cascajo menudo, aunque
en ocasiones presentan
características
más elementales. Su configuración puede ser muy simple y estar integradas por
un solo recinto o presentar mayor complejidad, hasta el punto de integrar un
mismo cuerpo varias estructuras de esta naturaleza.
En muchos de
los casos señalados los materiales cerámicos que aparecen en estos yacimientos
se encuadran en los momentos finales del poblamiento prehistórico, es decir,
cerámicas decoradas con impresiones e incisiones similares a las que
caracterizan el nivel superior de cuevas de habitación como El Humo y Los
Guinchos (Breña Alta), Belmaco o el Roque de la Campana , ambos en Mazo.
Su presencia
no se puede utilizar para justificar este tipo de habitat como un elemento
tardío ya que en otros yacimientos encontramos materiales más antiguos, pero sí
los podemos poner en relación con factores de índole demográfica que llevan a
ampliar la superficie de asentamientos existentes o a ocupar nuevos
territorios. Podría ser el
caso del bando
de Tijarafe al que aluden las fuentes por la mucha gente que tenía y donde
aparecen los poblados más extensos como el de Cruz de la Reina que alcanza su apogeo
en este último momento y está integrado por más de un centenar de estructuras.
“ (Ernesto Martín Rodríguez, 1992:31)
Asociado a las cuevas-viviendas y casas de los antiguos awuaras
las prospecciones arqueológicas han puesto al descubierto ricos ajuares
domésticos entre los que cabe destacar la cerámica de clara connotaciones
culturales con el continente.
La cerámica es fundamental para conocer
estas cronologías milenarias en el norte de África y nuestras islas, pues
Sabino Berthelot sitúa la cerámica negra de La Palma con las aparecidas en cuevas de Río de Oro
y Achacar en el Sahara ex español, ambas de tipo incisa por lo que propone
cierta comunidad de origen. Los protoguanches aportarán la cultura de las
cuevas del Norte de África, junto a las culturas de enterramiento y
momificación así como los tejidos de junco y cerámicas lisas de Tenerife o
Fuerte ventura, decoradas con incisiones que datan cronologías superiores a 2500 años antes de la Era actual. También alude
a las inscripciones tifinag o fondos de asa de piedra o túmulos de cronologías
muy posteriores ya próximas al periodo histórico actual.
Entre ambas oleadas poblacionales pudo
haber otras (tal como apunta Buenaventura Bonnet.) Considera que la primera
migración camita procedente de Río de Oro motivado por deterioro del medio
ambiente será constante hasta el milenio anterior a la Era actual, aportará elementos
culturales que a su vez son coincidentes con otras aparecidas en el litoral
mediterráneo, como estatuillas o pintaderas que considera inmersas en
cronologías superiores a tres milenios
antes de la Era
actual y por tanto correspondientes a fases últimas del periodo neolítico.
No obstante y a pesar de todo, M.
Pellicer recoge en el estudio mencionado aspectos coincidentes cuando cita a
Zeuner ponente en el V Congreso Panafricano de Prehistoria celebrado en Santa
Cruz de Tenerife (año 1966) cuando afirma que las culturas canarias se
originaron por oleadas sucesivas y desde las zonas orientales africanas a
partir de 10 mil años antes de la
Era actual, (pleno Paleolítico Superior), hasta comienzos de la Era actual, es decir que
abarcaría el periodo epipaleolítico y neolítico, aspecto que avala nuestra
teoría de un poblamiento más remoto del que científicamente ahora se pretende
acuñar.
Establecimiento de los contextos
culturales
Una vez fijada la cronología se
procede al estudio analítico del contexto cultural y medioambiental, un proceso
más complicado cuya finalidad es reconstruir los sistemas culturales y
ecológicos. Cada artefacto es considerado, desde este punto de vista, no como
un elemento cronológico sino más bien como resultado de la actividad humana en
el tiempo en que fue fabricado. La ubicación física de un artefacto puede ser
determinada por medios relativamente simples, como una excavación cuidadosa,
pero determinar con exactitud qué actividad lo produjo y como esa actividad
encaja en la antigua cultura de su hacedor es a veces problemático. La
obtención de datos interdisciplinares pueden revelar dónde y en qué parte del
ecosistema se localizaron las materias primas del artefacto y, lo que es más
importante, pueden establecer una relación entre la cultura y el medio
ambiente. Restos de desechos (por ejemplo huesos y restos de plantas)
proporcionan información sobre la forma de vida de quién los tiró, sobre los
elementos del ecosistema, sobre la estacionalidad de los patrones de
asentamiento o sobre las relaciones comerciales. Las formas de enterramiento y
los ajuares de las tumbas aportan mucha información sobre el pasado,
particularmente en aspectos como la concepción de la realeza, la jerarquía, el
rango social o las prácticas religiosas; cada objeto refleja las actividades
realizadas en el periodo en que los hombres ocuparon el yacimiento.
Con toda esta información, el
arqueólogo intenta sintetizar las cronologías regionales en una secuencia de
culturas y ecosistemas de áreas más amplias o de regiones relacionadas entre
sí. Esto conlleva idealmente la descripción dinámica de los procesos que pueden
ser analizados para determinar las causas del cambio cultural, es decir, no
sólo cómo suceden los cambios, sino también por qué se producen.
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