Capitulo XXIV-II
Eduardo Pedro García Rodríguez
Isla
Esero (Hierro)
Arquitectura
religiosa
Los investigadores de servicio, al denominar
como prehistórica la cultura que se desarrollaba en las islas, antes de la
invasión de los europeos, lo hacen como una imposición más del colonialismo, que desea aplastar todo
vestigio de pervivencia guanche, construyendo los templos cristianos sobre las
estructuras y sitios de centros cultuales precoloniales. Un claro ejemplo de
ello es entre otros muchos el templo católico de Santiago de los Caballeros de
Gáldar, en Tamarant y la
Cueva Santa de Achbinico en Igueste (Chinech) convertida en
primera parroquia Valle de Güimar, y la Cueva de Asteheyta en Esero convertida en su momento también en parroquia.
Aras de sacrificio
“En el Cabezo del Jable, paraje situado al
O. del Cerro de los Números, sobre un terreno relativamente llano en que
termina la caída de la ladera, se ven dispersos en distintos puntos unos
pequeños amontonamientos de piedra que ya llamaron nuestra atención en la
primera exploración que hicimos de toda la región de El Julan. Ya entonces las
denominamos aras de sacrificio, basándonos en la presencia de huesos calcinados
que habíamos advertido en el interior.
El área que ahora nos disponemos a excavar
está situada, como hemos dicho, en el Cabezo del Jable, a unos 50 m . de distancia y al S. de
un gran apartadero de ganado vecino al Barranco de los Canales.
Tiene un diámetro en su base de 1,90 m . y conserva una
altura de 0,80 m .,
que sería poco más o menos la original. El material de que está construída es
de la misma piedra volcánica que cubre todo aquel paraje.
La planta del ara es circular. La parte
superior se había desmoronado y al pie del ara se hallaron dispersas algunas
lajas muy lisas, que, por lo que más tarde se pudo comprobar, debieron haber
formado el último piso de la construcción. No debe extrañar la lenta ruina de
estas construcciones por la misma naturaleza del material con que están
levantadas y por la imperfecta cohesión del aparejo. En una apreciable
extensión del Cabezo del Jable se advierten los restos de aras en ruina. De las
quince o veinte que existirían, sólo cuatro conservan, aunque muy maltratadas,
la típica forma de la construcción en cono truncado.
Sobre el Cabezo del Jable están dispuestas
unas en dirección E-O y otras de N. a S. La excavada ocupa el extremo S. del
Cabezo del Jable
(Lám. III).
Está levantada sobre una plataforma circular
de 0,80 m .
de altura (fig. 3). Esta plataforma está constituida por tres escalones, que
vienen a ser como plataformas superpuestas. El diámetro de la situada en la
base es de aproximadamente 4 m .;
la segunda tiene un diámetro de 3,5
m . y el diámetro de la tercera es de 2,30 m . Los tres escalones
están formados por piedras planas de lava de un espesor aproximado de 25 a
30 cms.
Apoyadas sobre la plataforma circular
superior se disponen los materiales de la pared del ara, de unos 40 cms. de
altura, sobre los cuales se levanta el pequeño recinto también circular hasta
una altura aproximada de un metro, donde la construcción queda truncada. El
diámetro máximo de la verdadera base del ara es de 1,90 m . al exterior y 1,30 en el
interior. Antes de iniciar la excavación se descubre en el interior del ara
lajas dispuestas horizontalmente, a distintas alturas, y separadas por
distancias aparentemente semejantes. Se advierte que el interior de la
construcción se ha rellenado con gravilla muy fina, arena y lajas, entre las
cuales se puede ver una capa de ceniza junto con fragmentos de huesos calcinados,
(véase en la fig. 3 el alzado y la planta del ara excavada en el Cabezo del
Jable).
La primera preocupación al iniciar la
excavación del ara fue que el exterior quedara conservado. Se encontró que
desde su base hasta una altura de 50 cms. aparecía rellena por una arena muy
fina, de la misma que se encuentra en el paraje donde está emplazado el
yacimiento precisamente en la línea de separación entre una y otra. La calidad
de capa inferior que solamente tiene dos milímetros de espesor, con el alisado de
la misma, indica un mayor cuidado en la confección.” (Cuscoy, 1966).
Otras
construcciones de superficie
El yacimiento arqueológico de El Julán es un
interesante complejo precolonial que reúne diferentes manifestaciones
arquitecturales bimbaches: casas realizadas en piedra seca, cuevas sepulcrales,
lugares de culto, tagoros o construcciones destinadas a la celebración de
asambleas, taros y concheros resultantes
de las comidas ceremoniales.
Taro es voz
guanche de uso actual. Es una construcción precolonial también circular, y que
por lo general está emplazada en parajes
costeros, en los puntos más altos de los promontorios y acantilados que no
tiene más de dos metros de diámetro, excepto el del Julan el cual tiene forma
elíptica, con un eje mayor de 3.30
m . y el eje menor de 2 m , y cuyo estado de conservación ha permitido
su estudio. De este taro se conserva el aparejo de sustentación constituido por
bloques volcánicos sin labrar y que forman una pared de unos 50 cms. sobre el
nivel del suelo. Tenía un acceso muy angosto, de 70 a 80 cms.
El fin de su construcción parece ser refugio
de pastores, lugar de vigilancia o “torre
de curiosos”. Según Álvarez Delgado, la voz tarute, citada por los cronistas como mensajero, embajador, equivale literalmente a torrero, avisador,
mensajero.
Santuarios
El santuario por antonomasia del Hierro lo
constituye Los Santillos o Santillos de los antiguos. Lugar de
veneración del pueblo bimbache dedicado a Eranoranhan y Moneiba...
“No les sacrificaban; Más de rogarle para herbaje de sus ganados. Y a estos sus
ídolos o dioses no los tenían hecho de alguna materia, sino solamente eran
intelectuales, fingiendo que su habitación y lugar para hacerles bien eran dos
peñascos largos a manera de mohones, que están en un término que llaman Bentayca,
que hoy llaman Los Santillos de los Antiguos...Y así, cuando veían tardar las
aguas del invierno, juntábanse en Bentayca, donde fingían estar sus
ídolos, y alrededor de aquellos peñascos estaban sin comer tres días, y con el
hambre lloraban y el ganado balaba, y ellos daban voces a los ídolos que les
mandasen agua...”
Estos
sitios corresponden con el término de
Bentayca, Los Santillos donde los Dioses moraban cuando bajaban del cielo.
Y en el término de Tacuytunta, donde estaba la cueva de Asteheyta, donde se
encontraba el Aranfaybo. Algunos cronistas estaban convencidos que los roques
del Bentayca se corresponden con un lugar próximo a El Pinar, al W. de la Montaña Tenbárgena ;
mientras que identificaban la cueva de Asteheyta con una oquedad que se abre en
el Mocanal, cerca de Valverde, que llamaban Teneseita. Otros cronistas suponen
que el Bentayca corresponde al moderno Bentegía, en los Lomos, al W. de
Valverde y en las proximidades del Garoé; e identifican la cueva del Aranfaybo
con la anteriormente citada, o con otra en las inmediaciones de Valverde, en el
Barranco de Tejeleita.
Los bimbaches
adoraban a Diosa-Madre bajo el aspecto de Moneiba al Dios Achuguayu (Dios Luna)
con el nombre de Eraoranhan, además de una divinidad mediadora llamada
Aranfaibo (posiblemente un aspecto de Chayuga).
Estas divinidades estaban representadas por dos monolitos naturales como
representación física de las mismas, las cuales no eran potestativas solamente
de la isla Esero, esta practica también era propia de las demás islas, por
ejemplo tenemos en Chinech (aparte del Teide como Axix Mundis) en el Menceyato
de Anaga, dos monolitos naturales conocidos como “Los
Obispos” localizados lugar de veneración de los antiguos anaguenses donde las
maguadas iban en precesión y rogativas a
depositar ofrendas. En la isla Benahuare en la Caldera de Taburiente,
antigua Asero que es el enorme cráter de la isla, se encuentra el Roque de
Idafe, representación de la
Diosa Abora , y donde los awuaras adoraban y entregaban las
vísceras de los animales que sacrificaban como ofrenda. En Tamarant los Roques
Bentayga y Nublo tenían similar cometido, así como el de Agando en La Gomera y las Montañas
Tindaya y Amanay en Erbania.
Como
hemos dicho repetidamente en la cultura guanche los astros cambian de género,
siendo el Sol femenino y la Luna
masculino, los cronistas de Bethencourt y Gadifer imbuidos de su
etnocristianismo interpretaron que al adorar a dos divinidades la una femenina
y la otra masculina debía existir una separación de sexos en la adoración a la
divinidad. Así mismo les sorprendió la capacidad de los Bimbaches apara adorar
a la divinidad de manera intelectual, sin necesidad de imágenes, al contrario
que en el cristianismo donde la imaginería y la teatralidad en el culto se
sobrepone a los aspectos espirituales.
Mundo
funerario bimbache
“la posición de
los cuerpos era muy variable y que dista mucho de que todos los muertos fuesen disposición embalsamados. No se les orientaba en
una dirección fija; al contrario, muchas veces se les mezclaba en desorden, en
todas las direcciones. Con bastante frecuencia se los situaba a cierta altura, sobre una especie de tablados,
pero también ocurría que se les depositaba
en el fondo de la cueva, o bien
se depositaba en el fondo un primer lecho de cadáveres, que se cubrían con losas o con tablas de madera y,
por encima, se colocaba una segunda capa de muertos; esto es lo que había tenido
lugar en la cueva del Tablón, cerca
de Los Letreros de El Hierro. Habitualmente, los cadáveres de los jefes eran depositados
en auténticos féretros de madera de pino o de enebro.” (R. Verneau)
“Los lugares que la población prehispánica de Canarias eligió para
depositar a sus difuntos son espacios
que, como norma, presentan una dilatada vigencia temporal. Son concebidos y
habilitados como enclaves para albergar los cuerpos de los antepasados a lo
largo de sucesivas generaciones y que, por lo general, se encuentran
directamente asociados a los lugares de habitación. De este modo se establece
una relación directa y cotidiana entre vivos y muertos, probablemente en un
deseo de mantener la unidad del colectivo y de éste con un territorio
específico que es identificado como propio.
Esta concepción unitaria del cementerio no
sólo se materializa en la sucesiva recepción de cadáveres en un mismo lugar a
lo largo de décadas, sino también en otros aspectos igualmente destacados. Así,
antes de la inclusión de cadáveres en La Lajura , y en directa relación con la práctica
fúnebre que allí tendría lugar, se procedió a la realización de diversos fuegos
en el interior de la cueva, así como al depósito junto a ellos de una serie de
materiales (probablemente ofrendas): instrumentos de industria lítica, un
recipiente de cerámica, la cabeza y parte de las patas de un macho cabrío
joven, semillas de cebada, etc. Se trata de una serie de gestos sepulcrales
que, en pocas palabras, y como hipótesis, podrían suponer un “acondicionamiento
ritual” del lugar en el que luego, y a lo largo de los años, se dispondrían los
fallecidos del grupo. Por así decir, se configura el lugar de sepulcro de un
colectivo humano consolidado en un territorio y que aspira a su proyección
futura, entre otras cosas, a través de la elección y acondicionamiento de lugar
elegido para recordar a sus difuntos.”(Javier Velasco Vázquez, 2006)
Por su parte, las mujeres tendrían más
esperanza de vida (50 años), una altura de 1,56 cm de media, serían
más vegetarianas y trabajarían en un entorno más cercano al hogar con labores
de recolección (restos de mocanes) y cultivando (vid y cebada). Tendrían más
patologías dentales y óseas, entre otras.
Asociado a este complejo, aparecen una serie de paneles Los Letreros” y
“Los Números”; se trata en su mayoría de grabados geométricos, figurativos e
inscripciones en alfabeto líbico-imazighen (bereber) realizados con la técnica
del picado en soporte pétreo. Desde que fue dado a la luz pública la existencia
de estos paneles de grabados rupestres
milenarios, los cuales según las investigadoras Renata Springer y María Cruz
Jiménez para la estación de grabado de la Candia podrían estar relacionados con aspectos
sepulcrales: “En los contextos arqueológicos insulares, en general, observamos,
primeramente, una estrecha relación entre los grabados rupestres y las
sepulturas. Este es el caso de las inscripciones halladas en las Cuevas del
Hoyo do los Muertos y de La
Candia ; extensible además a El Julan, donde ambas
manifestaciones también coexisten, aunque en un contexto más diversificado.
(Renata Springer Bunk y Mari Cruz Jiménez Gómez)
Las razones de esta asociación son de momento inaccesibles, en tanto no
sea posible la trascripción de estos textos. Cabria la posibilidad de que se
trate de referencias a los individuos allí sepultados sin que se pueda
determinar el objeto perseguido aunque siempre dentro de las concepciones de la
vida de ultratumba y por tanto, inserto en las creencias religiosas.
Si esto fuera correcto, su función seria similar a la que desempeñan las
estolas funerarias, como propone A. Tejera Gaspar (1991), salvando las
diferencias formales de los soportes y do los contextos arqueológicos respecto
a las culturas norteafricanas.”
Arquitectura urbana
El término urbano proviene de urbs, piedra de ciudad, colocada por motivos más bien
prácticos, de refugio, asentamiento, relaciones humanas o comerciales.
“Civilización y ciudad” son palabras que comparten su raíz: civitas, palabra que designa las
emociones, los rituales y las convicciones que cobran forma en una ciudad, y
aluden directamente a la acción del hombre como ente que la modula. Siendo esto
así está claro que el colonialismo en su afán por ningunear la cultura primigenia
del pueblo canario ha venido sosteniendo la falacia de que nuestros ancestros
solo vivían en cuevas, a pesar de los múltiples
ejemplos documentales y arqueológicos que demuestran lo contrario.
Durante la baja Edad Media en España, una
ciudad era tanto una entidad político-administrativa como una agrupación de
casas, en ocasiones bastante reducida, para obtener la calificación de villa o
ciudad el único requisito exigido era que el núcleo poblacional pivotase en
torno a un templo católico.
Estas condiciones (exceptuando la no
existencia de templos católicos) se daban en muchos asentamientos humanos en
las islas, especialmente en la
Esero , aspecto este que los historiadores coloniales siempre
han soslayado de manera interesada insistiendo en el hecho de que nuestros
antepasados vivían sólo en cuevas, con el claro propósito de inculcarnos el
concepto de sociedad neolítica en que han querido encasillar nuestra milenaria
cultura, para justificar si cabe la ocupación de nuestra nación partiendo de conceptos
“legales” emanados del papado para dar vía libre a los aventureros para la
invasión ocupación y saqueo de los pueblos no cristianos.
Estos núcleos de población debieron ser
importantes en la isla teniendo en cuenta su relativa escasa población, tengamos
en cuenta que solamente el entorno familiar del Rey isleño Armiche contaba con ciento once
individuos, los cuales fueron traicionados, apresados y enviados como esclavos
a España donde fueron vendidos por el pirata Jean de Bethencourt.
En Esero existen cuatro núcleos poblaciones
precoloniales de viviendas de superficie que por su características
constructivas y planeamiento urbanísticos llamaron a la atención de los
cronistas de la invasión de los piratas Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle , Bontier y Le Verrier,
quienes calificaron a esta viviendas bimbaches como “Chalets”.
Por su parte el antropólogo
francés Verneau recoge: “Las
construcciones megalíticas, como las llama M. Berthelot, son más frecuentes en algunos lugares de
El Hierro y de Fuerteventura
que en cualquier otra parte; pero también es necesario observar que en esos
lugares las cuevas naturales son raras. Los habitantes se veían obligados a
construir refugios artificiales, pues (son los historiadores antiguos quienes lo dicen) la mayoría de
las veces estas construcciones sólo eran casas.”
Estos poblados urbanos son: Guinea; Tejeguate; La Alvarrada y Pozo de las
Calcosas, en este modesto trabajo nos vamos a ocupar de dos de ellos, Guinea y La Alvarrada.
Poblado de Guinea
Localizado
como queda dicho en la zona conocida por
Juaclos, gracias a los tubos volcánicos que la pueblan, responsables de la
formación y forma de Esero.
El topopnimo
Guinea es de origen colonial, según la tradición los colonos instalados en la
localidad acostumbraban a ser depositarios de los esclavos negros capturados en
el continente por los piratas esclavistas, hasta que constituían un contingente
los bastante importante para ser reenviados a las colonias americanas,
horroroso negocio del que participaba el
“señor” de la isla y de la Gomera. En la época todos los esclavos negros
se decían de Guinea, de ahí el nombre del poblado.
En el poblado de Guinea convergen
manifestaciones de las dos etapas de la historia de Esero: la precolonial y la
colonial pero en ambas etapas las técnicas constructivas de los bimbaches, como
consecuencia de los materiales de construcción disponibles en la isla, a los
que los invasores europeos debieron adatarse entre otras causas por la pobreza
de materiales compuesto de escorias volcánicas del territorio y la lejanía de
la isla. La ubicación del poblado de Guinea fue elegida por los bimbaches en
razón de las óptimas condiciones naturales que posee el paraje donde esta
ubicado y que cuenta con dos de los escasos afloramientos de agua potable en el
Valle del Golfo, así como la geografía de su relieve a camino entre las
distintas zonas de población de la
Isla.
En las
edificaciones más antiguas, para no hacer más frágiles las paredes carentes de
argamasa y evitar, al mismo tiempo, los fuertes
vientos, se abren los vanos imprescindibles, muchas veces tan sólo el de
acceso al interior y, si acaso, un pequeño ventanuco que en ocasiones no es más
que un orificio que apenas facilita una correcta ventilación.
La
techumbre, a una o dos aguas con cubierta de colmo, necesitaba de una serie de
accesorios que garantizaran su resistencia a los elementos.
En
condiciones metereológicas adversas se recurría al empleo suplementario de
sogas gruesas elaboradas con materia vegetal o correas de cuero para amarrarla
mediante estacas introducidas en las paredes de la vivienda, de tal manera que
la cubierta quedase firmemente sujeta ante el embate de los vientos. Así mismo
se disponía de parapetos sobre consistentes en piedras sobre las paredes de
carga donde se apoyaban la vigas que sustentaban la techumbre. La confección de
la cubierta pajiza es una labor ardua que requiere la realización de una serie
de procesos que garanticen su correcta ejecución, con la finalidad de cubrir e
impermeabilizar perfectamente la techumbre: Colocar la camisa, tapar, coser,
emparejar el colmo, formar el caballete y colocar los parapetos. (Sixto Sánchez
Pererera)
poblados
Como en el resto de las islas entre los bimbaches la vida cotidiana se desarrolla al exterior
de la vivienda, siendo el recinto arquitectónico tan sólo el dormitorio o lugar
de refugio cuando las condiciones climáticas lo aconsejan, siendo el patio el
centro de la vida doméstica y económica, ya que no sólo constatamos la existencia,
al aire libre, de la llamada “cocina de verano”, (costumbre aún vigente en las
zonas rurales de todas las islas) sino que es un lugar donde se descansa y
conversa, al tiempo que se desarrollan una serie de labores manuales,
complementarias de la economía familiar.
La
Albarrada
Según el ya citado
investigador Sixto Sánchez, “su nombre nos evoca significados como pared de
piedra seca. Precisamente este topónimo se encuentra en documentos del siglo
XVI, pero no en relación a un pueblo, sino haciendo referencia al límite que
separaba las zonas destinadas a uso agrícola de las de uso ganadero... el viejo
pleito entre pastores y agricultores.
Pero en la
segunda mitad del siglo XVIII ya no existen dudas: La Albarrada se nombra
junto a otras entidades de población como una de las “aldegüelas”
pertenecientes a la jurisdicción de San Andrés.
El estado de abandono en que se encuentra este antiguo núcleo impide el recuento exacto de las estructuras arquitectónicas que lo integran y llega incluso a dificultar la identificación de los restos que se contemplan. Esta circunstancia complica el contraste de los datos obtenidos de las fuentes etnohistóricas con los restos físicos que aún permanecen en el lugar, y que pudiera permitir realizar una valoración global sobre cuál pudo ser la entidad real de
El paseo por el poblado permite percibir cierta ordenación urbanística dentro de un conjunto de sitios domésticos aislados, concebidos para evitar expresamente el adosamiento, como uno de los rasgos más distintivos de este asentamiento rural. Esta ordenación se consigue fundamentalmente a través de la comunicación interna del conjunto: un gran camino central del que parten los accesos a cada una de las viviendas, a través de las parcelas destinadas a huerto y otra serie de estructuras secundarias que conforman el sitio doméstico autárquico o, según vocablo de moda, “autosostenible”: huertos, chiqueros, aljibes, cuadras, corrales, palomares, etc.” (Sixto Sánchez Perera)
Elementos muebles
En el caso del Chajasco o Tablón Funerario
de Guarazoca, localizado en la
Necrópolis del Hoyo de
los Muertos, con inscripciones líbicas primer elemento mueble con signos
alfabéticos en Canarias, permitió obtener la primera datación absoluta sobre
este tipo de inscripciones en el Archipiélago, al fechar el tablón en el que
fueron ejecutadas estas grafías. El Carbono 14 proporcionó una fecha del 750
dea.
Así, En el ámbito funerario era frecuente que
algunos cuerpos fueran depositados sobre tablones fabricados en madera de pino
(tanto hombres como mujeres), y otros eran
acompañados de materiales diversos, como es el caso de la necrópolis de La Lajura donde junto a los
restos mortales de un varón joven había un recipiente (gánigo) fabricado en
madera de sauce canario.
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