EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1571-1580
CAPITULO X-XXIII
Eduardo Pedro García Rodríguez
1574.
En la isla Benahuare (La Palma) el clero católico en su política adoctrinadora
y onubiladora de las mentes populares impone
al ídolo católico denominado Santa Águeda como abogada y patrona de las
mieses.
1574. Los continuos saqueos de piratas no espanoles incitan a los
habitantes a abandonar la isla Titoreygatra (Lanzarote) el gobernador colonial
Pedro de Escobar pide, y consigue, que el Rey
español prohíba la salida de los habitantes.
1574.
Por esta fecha la Inquisición detenía en
el Puerto de la Luz
un navío inglés capitaneado por el pirata lusitano Manuel Jorge, quien, primero
al servicio de Francia y después enrolado en la marina inglesa, había recorrido
diversas veces las costas de América dedicado al contrabando y cometiendo toda
clase de tropelías.
De las declaraciones de los
testigos que habían conocido a Manuel Jorge en América en los años en que
viajaba al servicio de armadores franceses, parece deducirse que el pirata tomó
parte en el saqueo de la isla de Madera por los soldados de Pierrot de Monluc,
cuyos despojos fue a vender a las Antillas.
Manuel Jorge viajaba ahora en
compañía de ingleses en una nave "que
trae mucha. gente e mucha artillería e poca mercadería", la que
provocó las sospechas de la Inquisición. Manuel Jorge declaró por su parte
que era vecino de Londres, donde vivía desde hacia catorce años, y donde tenía
mujer e hijos negando cuantas imputaciones de piratería se le hacían. No consta
la sentencia definitiva que recayó en este proceso.
1574.
Una escritura
de especial interés,
corresponde al convenio
para el transporte de mercancías de Cádiz a la isla de Tenerife y de
ésta a Barcelona realizado por Jaume
Torroella, mercader de Barcelona, de una
parte, y Perot Corder
residente en la
Ciudad de La
Laguna, de la
isla de Tenerife, ciudad
de La Gena, que es en la isla de Tenerife, de la otra, con la intervención
de Joan-Jeroni Pons, catalán
residente en Cádiz.
El objeto de
la citada Sociedad, era
negociar con las mercaderías de Jaume Torroella, cargadas en
la nave Nuestra Señora de
la Concepción, capitaneada
por Miguel Enríquez,
vecino de Cádiz
Por razón
del primer pacto
contractual, Perot Corder y
Joan-Jeroni Pons, convinieron
y en buena fe prometieron, a Jaume Torroella, que ellos,
cuando la citada
nave llegase al puerto
de Cádiz, recibirían la mercancía cargada en la aludida embarcación, la cual debería ser transportada
a otro barco
para transportarla a
la referida isla de Tenerife, con la facultad
después del arribo del
cargamento a la
misma, de venderlo
a toda comodidad
como mejor y
más industriosamente pudiesen.
En cuanto
al producto de
la citada transación,
podían invertirlo en comprar
y cambiar con otros géneros, como son
azúcares, (orchilas, Sucres, orxilles,) y
otros géneros, a Perot
Corder y Joan-Jeroni Pons, bien vistos
y convenientes, para la Ciudad
de Barcelona y provincias de
Catalunya, y cargarlos,
sobre un bajel
o muchos, para transmitirlos
y consignarlos a
Jaume Torroella.
Por otra
parte, tanto Perot
Corder como Joan-Jeroni
Pons, con anticimpación, deberían
dar avisos a
Jaume Torroella, para
que este pudiese asegurar
dichas mercancías, o bien aquellos
tendrían de hacerlo.
Perot Corder y
Joan-Jeroni Pons, convenían y
prometían a Jaume Torroella, dar
buena y fiel
cuenta, conforme a
buenos compañeros
correspondía, al regreso
de Perot Corder en
Catalunya, en la
presente ciudad de Barcelona,
con la referida
mercadería, a donde
se compromete a volver, lo más presto
que pudiese y conviniese.
Jaume Torroella, en atención
a lo que Perot Corder y Joan-Jeroni Pons aportarían
en la compañía,
es decir, sus trabajos
e industria, lo cual equivalía a la
pecunia aportada por el otro consocio, los acoge en el negocio de
dichas mercancías, o sea, en cuanto a Perot Corder, por la ganancia de seiscientas libras, y Joan-Jeroni Pons, por cuatrocientas
unidades de la misma
moneda.
Aparte de ello, Jaume
Torroella, ofrece una concesión relacionada con las mercancías que se
vendiesen, y comprasen, por razón
de la compañía, para que
pudiesen retenerse el dos por
ciento de la venta, y la
misma proporción, para
la compra, en ayuda de los gastos para el sustento
de sus personas, en
bebida y comida;
vestir y calzar
y otras cosas a
ellos necesarias.
Finalmente, se convino
que Perot Corder,
una vez regresado
a Barcelona, con el
retorno de las mercancias y
pasadas cuentas del valor
de las mismas, quedarían
facultados para contratar
entre sí una nueva
compañía, sobre los mismos
negocios, por el plazo de seis años.
(José-María Madurell i Marimón, 1997)
1574.
1. Los
cultivos y su régimen de explotación. Los censos.
Hemos
localizado en los protocolos la práctica totalidad de las escrituras de
concesión de tierras. Disponemos de 53 contratos o censos, a los que hay que
añadir una docena de escrituras de traspaso del dominio útil, modificación de
censo o prórroga de arrendamiento. Si bien esta documentación se sucede a lo
largo del período estudiado, hay fechas en las que se concentran,
correspondientes a distintas fases de puesta en explotación e impulso del
cultivo dominante, que coinciden además con concesión de solares para los
labradores. Encontramos tres fases: a) 1555-56, es decir, los años
coincidentes con la primera estancia de Gaspar Fonte; b) 1574-76, poco antes de
la partición; c) 1593, en que Galderique da a censo las tierras compradas en
Sevilla. Utilizando datos de esas escrituras, de la partición de 1580 y toma de
posesión del vínculo tras el pleito, así como de algunos testamentos
—particularmente el de doña Marina, seguido de un inventario—, hemos intentado
aproximarnos a la estructura agraria de la hacienda.
1.1.
Distribución de los cultivos.
La mayoría
de nuestras afirmaciones se refieren a 1580 o años posteriores. Por esa
fecha la vid es el cultivo exportador dominante en la ocupación del suelo. Casi
todas las escrituras en las que se da tierra para vid, son de terrenos calmos o
abandonados hasta 1579. A
partir de este año observamos cómo los censos concedidos son de viñas ya hechas
o en los que sólo una mínima porción está inculta. Esto indica que ya había
terminado la puesta en explotación de la vid por los Fonte y que el proceso de
sustitución se había paralizado. En algunos censos se especifica que las
tierras que se dan para viña eran destinadas anteriormente a la caña. De todas
formas, sería preciso consultar protocolos anteriores a 1555 para conocer
cuándo se inicia esta transformación en el paisaje agrario. Creemos que este
proceso se inició en Daute bastante antes, sobre todo a raíz de la partición de
1545. El único obstáculo para la expansión de la vid —presente en la zona desde
comienzos de siglo- fueron los riscos y algunos enclaves de tierras poco aptas,
como se desprende de las modificaciones de censos, de modo que es normal que
durante algunos años hubiese tierras incultas en medio de la hacienda. Las
cotas medias de la vid estaban entre los 90-175 m., predominando sobre otro
cultivo en el espacio comprendido entre el camino real y los riscos.
Es difícil
lograr cifras absolutas sobre la extensión alcanzada por la vid o la caña,
particularmente en lo referido al mayorazgo, pero sí podemos aproximarnos con
mucha fiabilidad, incluso en el último caso citado. La parte de Lázaro Fonte en
Daute era de 70 fanegadas, 8 almudes y 40 celemines, de las que 47.9.40 (el
67%) estaban dedicadas a viña, mientras el resto correspondía a trigo (22 fas.,
11 alms.), cifra ésta coincidente con la que dedicaba al mismo cultivo Ana
Francisca, quien contaba con un total de 59.4.106, de las que asimismo la
mayoría era para vid (36.5.106, es decir, el 6 1%). Parece que entre la
superficie destinada a la vid había alguna porción de caña, que debía ser poco
importante. Las cifras para el vínculo son algo más relativas. La extensión
total debía estar en torno a las 193 fgs., de las que desconocemos el destino
agrícola de 9. Al menos 103 fgs. (54%) eran de vid y 35.8.14 de caña (18,5%).
No es posible dar cifras exactas para el trigo, pues las tierras ocupadas por
este cultivo están medidas junto con las tierras calmas, que tenían un peso
considerable en el mayorazgo. Por fuentes indirectas deducimos que esa
extensión debía ser similar a la de las otras partes coherederas. Desde luego,
se hallaba en la parte más baja de la hacienda, mientras los cañaverales
estaban ubicados en la zona central y oriental de la hacienda entre las cotas
75-1 10 m.
por término medio. Hay que añadir unas 4 fas., de morales, frutales y cultivos
de huerta. En los márgenes de los barrancos hay policultivo. En total, la
hacienda tenía unas 319 fas., de las que 187 servían para viña a finales de
siglo, es decir, el 58,5%. La transformación se operó en un tiempo no
superior a 30 años: en 1547 sabemos que más de 86 fas., se destinaban al
cultivo azucarero. Después de la sustitución incompleta se observa que la
superficie de los cañaverales permanece prácticamente invariable, resistiéndose
a su desaparición, que se produce muy avanzado el s. XVII.
1.2. El valor de
la tierra según los cultivos.
El valor
atribuido en la partición da las cifras más altas a la tierra dedicada a la vid, si bien las cantidades
presentan variaciones. La fanegada de viña se cotiza por término medio en torno
a las 60-6 5 doblas, no bajando de las 30 y sobrepasando en pocas
ocasiones las 70. Las viñas que alcanzan un mayor valor están situadas entre
las casas principales del heredamiento y el Barranco del Agua, llegando a las
100-125 doblas. La fanegada de cañas tenía un valor casi fijo de 60 doblas, en
tanto la de trigo presenta cifras mucho más bajas (10-12 doblas).
1.3. El régimen de
explotación.
La caña y
el trigo suelen explotarse de forma directa, si bien para el primero de los
cultivos hay algún arrendamiento de medianería y -caso excepcional— otro, por
una zafra al mercader Pascual Leardin, a quien vende Miguel Fonte de Ferrera
todas sus cañas y le cede el uso del ingenio y mitad de las casas de Daufe.
También entran en ese partido los dos molinos y una ayuda de 2 esclavos, en
tanto tendría que pagar el alquiler de los demás esclavos necesarios. Leardin
podía moler cañas de otros labradores, siendo a su cargo todos los costos. El
precio del alquiler era de 800 rs., por cada tarea del caldo de las cañas (1
tarea = 8 calderas), pero Miguel Fonte tendría que descontar las inversiones
que el mercader había hecho en el cultivo de las cañas y puesta a punto del
ingenio.22
En cambio,
la viña, en una tendencia que se acentúa a lo largo del período, se cultiva
mediante censos enfitéuticos al cuarto (hay algunos al quinto), sobre todo
hasta 1579, ya que se trata de impulsar ese cultivo —a menudo en tierras
difíciles, montuosas—. Más adelante encontramos algunas escrituras de
medianería, bien perpetua o por cierto número de años (6,9), con prórrogas en
este último caso. Los tributos en moneda son minoritarios, correspondiendo a
situaciones opuestas: o se trata de viñas hechas y de regadío (con una
oscilación del tributo entre 610 doblas/ fanegada) o de viñas situadas en cotas
altas y de mediocre importancia, combinándose entonces con contribuciones en
especie (gallinas). Los tributos en especie son muy escasos, tratándose de
censos de poca monta, inferiores a una fanegada. Por lo demás, cuando las
condiciones lo permiten y en fechas avanzadas —en el paso de un siglo a otro-,
se procura pasar de la enfiteusis al cuarto o censo monetario a las medias,
concedidas a veces en testamentos a familiares o personas muy relacionadas con
la hacienda por su alta cualificación o servicios prestados (prestamistas).
Además de
las cláusulas inherentes a la enfiteusis (reserva del dominio directo, comiso
en caso de impago durante dos años seguidos, prohibición de venta a personas
prohibidas, tanteo y laudemio), queremos señalar algunas particularidades en
los censos y contratos:
a) En algunas escrituras de enfiteusis al
cuarto o de medias el usufructuario paga una «entrada» (entre 80 y 100 doblas)
por el dominio útil, aunque no siempre pague esta cantidad de una vez.
b) El plazo para plantar la vid es de 4 años en
la primera etapa (1555-56), reduciéndose a partir de la segunda etapa a 3 años
(incluso 2) si ya una parte del terreno está puesto de viña.
c) En los contratos de medias, como es de
esperar, la ayuda del señor del dominio directo se deja notar en algunos
aspectos: pone a su costa la parte no cultivada, proporciona tea para el lagar,
costea la mitad o los dos tercios de la albarrada... Si dentro del censo hay
una parte de cereal corre a su cargo la semilla y la mitad de los gastos de
trilla.
d) Hay dos casos de subarrendamiento: uno,
legal, es el que Amaro Gómez hace a unos sederos de un terreno que tenía a
medias. Otro, ilegal, es protestado y deshecho por Gaspar Fonte.
e) Aunque el censo se concede para viñedo, no
es raro encontrar cultivos secundarios (frutales, legumbres, etc.), de los que
también había que dar la parte correspondiente.
d) Las compra-ventas son relativamente
reducidas en las enfiteusis pues, aunque haya 10 escrituras de traspaso, en
ocasiones sólo afectan a una parte del censo, que ya de por sí es de poca
extensión. Si a esto unimos el que con frecuencia los compradores del dominio
útil son censatarios de la hacienda, el resultado es que las modificaciones de
propiedad son poco importantes. El motivo de estas ventas suele ser la muerte
del censatario, vendiendo entonces su esposa o hijos todo el terreno o una
parte, siempre con la licencia de los Fonte y tras haber renunciado éstos al
tanteo menos la décima parte, pero percibiendo a cambio del vendedor la décima
parte del importe. La mayor parte de estos traspasos corresponden a censo al
cuarto.
1.4.
Características de los censualistas.
Los
protocolos también permiten obtener ciertos datos de los usufructuarios, que
pasamos a reseñar:
a) Algo común a todos (con la excepción de dos)
es su vecindad en la zona. Algunos residen en la hacienda, aunque no podemos
precisar cuántos. En muchos censos se concede junto con la tierra un sitio para
casa y lagar. En otras ocasiones, se conceden censos sólo de solares,
destacando en este sentido el lote de sitios que Gaspar Fonte da a censo en
1581 —fecha significativa—, en lo que parece un intento planificado de acotar cierta zona para residencia de
trabajadores, a los que se da de plazo para edificar 2 años. Estas enfiteusis
son de baja renta (de 1000 a
1400 mm.
y dos gallinas).
b) Teniendo en cuenta que hay unos 15
censualistas de los que desconocemos profesión, el grupo con mayor peso (4 1%)
era el de los «labradores», siguiéndole en importancia el de «trabajadores»
(28%), pero matizando que la mayoría de éstos eran cualificados o tenían una
especial responsabilidad (maestros de azúcar, criados, mayordomos). Hay otros
dos grupos con menor entidad: artesanos (l3%), entre los que
destacan los herreros, y comerciantes y/o prestamistas (16%). Por último,
señalemos que los dos escribanos a los que la familia recurre habitualmente
(Alvaro de Quiñones y Gaspar de Xexas) son asimismo tributarios.
c) Otra nota digna de atención son las
relaciones de parentesco entre ellos: al menos 16 están emparentados, y
seguramente esa cifra está distante de la realidad. Este hecho, unido a lo ya
expuesto sobre el asentamiento de trabajadores y labradores en la hacienda, más
la tendencia a la compra de enfiteusis por otros censualistas y la cesión en
medianería de importantes lotes de tierras —como se ha dicho más arriba—, va
convirtiendo a la hacienda en un mundo cerrado, con fuertes relaciones de
dependencia en torno al núcleo de las casas principales.
Para
terminar estos subapartados dedicados a los cultivos y su explotación digamos
que a principios del s. XVII la totalidad de las tierras no incluidas en el
vínculo se encuentran cedidas a otras personas. El mayorazgo evoluciona desde
un claro predominio de la explotación directa en el momento de la partición a
una situación de predominio de la explotación indirecta, que afecta al 65% de
su superficie a comienzos del S. XVII.
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