domingo, 1 de noviembre de 2015

EFEMERIDES CANARIAS




EFEMERIDES CANARIAS

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1571-1580

CAPITULO X-XXIII



Eduardo Pedro García Rodríguez
1574. En la isla Benahuare (La Palma) el clero católico en su política adoctrinadora y onubiladora de las mentes populares impone  al ídolo católico denominado Santa Águeda como abogada y patrona de las mieses.
1574. Los continuos saqueos de piratas no espanoles incitan a los habitantes a abandonar la isla Titoreygatra (Lanzarote) el gobernador colonial Pedro de Escobar pide, y consigue, que el Rey  español prohíba la salida de los habitantes.

1574.
Por esta fecha la Inquisición detenía en el Puerto de la Luz un navío inglés capitaneado por el pirata lusitano Manuel Jorge, quien, primero al servicio de Francia y después enrolado en la marina inglesa, había recorrido diversas veces las costas de América dedicado al contrabando y cometiendo toda clase de tropelías.

De las declaraciones de los testigos que habían conocido a Manuel Jorge en América en los años en que viajaba al servicio de armadores franceses, parece deducirse que el pirata tomó parte en el saqueo de la isla de Madera por los soldados de Pierrot de Monluc, cuyos despojos fue a vender a las Antillas.

Manuel Jorge viajaba ahora en compañía de ingleses en una nave "que trae mucha. gente e mucha artillería e poca mercadería", la que provocó las sospechas de la Inquisición. Manuel Jorge declaró por su parte que era vecino de Londres, donde vivía desde hacia catorce años, y donde tenía mujer e hijos negando cuantas imputaciones de piratería se le hacían. No consta la sentencia definitiva que recayó en este proceso.


  1574. 
Una  escritura  de  especial  interés,  corresponde  al  convenio  para el transporte de mercancías de Cádiz a la isla de Tenerife y de ésta a Barcelona realizado por  Jaume Torroella, mercader  de Barcelona, de una parte, y  Perot  Corder  residente  en  la Ciudad  de La  Laguna,  de  la  isla  de Tenerife,  ciudad  de La  Gena, que  es en la isla de Tenerife,  de la otra, con  la  intervención  de  Joan-Jeroni Pons,  catalán  residente  en Cádiz.

El objeto  de  la  citada Sociedad, era negociar  con  las mercaderías de  Jaume Torroella,  cargadas en  la  nave Nuestra  Señora de  la Concepción,  capitaneada  por  Miguel  Enríquez,  vecino  de  Cádiz

Por  razón  del  primer  pacto  contractual, Perot  Corder  y  Joan-Jeroni Pons, convinieron  y  en buena  fe prometieron, a  Jaume Torroella, que  ellos,  cuando  la  citada  nave  llegase  al puerto  de  Cádiz,  recibirían la mercancía cargada  en la aludida embarcación,  la cual debería ser  transportada  a  otro  barco  para  transportarla  a  la  referida  isla de Tenerife,  con  la  facultad  después  del  arribo del  cargamento  a  la  misma,  de  venderlo  a  toda  comodidad  como  mejor  y  más  industriosamente  pudiesen.

En  cuanto  al  producto  de  la  citada  transación,  podían  invertirlo en comprar y  cambiar con otros géneros, como son azúcares, (orchilas, Sucres, orxilles,) y  otros géneros,  a  Perot  Corder  y  Joan-Jeroni Pons, bien  vistos  y  convenientes, para  la Ciudad  de Barcelona  y  provincias de  Catalunya,  y  cargarlos,  sobre  un  bajel  o muchos,  para  transmitirlos  y  consignarlos  a  Jaume Torroella.

Por  otra  parte,  tanto  Perot  Corder  como  Joan-Jeroni  Pons,  con anticimpación,  deberían  dar  avisos  a  Jaume  Torroella,  para  que  este pudiese  asegurar  dichas mercancías,  o bien  aquellos  tendrían  de hacerlo.

Perot Corder  y  Joan-Jeroni Pons,  convenían y prometían a  Jaume Torroella,  dar  buena  y  fiel  cuenta,  conforme  a  buenos  compañeros correspondía,  al  regreso  de Perot  Corder  en  Catalunya,  en  la  presente  ciudad  de Barcelona,  con  la  referida  mercadería,  a  donde  se compromete a  volver,  lo más presto  que pudiese  y   conviniese.

Jaume Torroella,  en atención  a  lo que Perot Corder y  Joan-Jeroni Pons  aportarían  en  la  compañía,  es decir,  sus  trabajos  e  industria, lo  cual equivalía  a  la pecunia  aportada por  el otro consocio, los acoge en el negocio de dichas mercancías,  o sea, en  cuanto a Perot Corder, por  la ganancia de seiscientas libras, y  Joan-Jeroni Pons, por  cuatrocientas  unidades  de  la misma  moneda.

Aparte de ello,  Jaume Torroella,  ofrece una  concesión relacionada con  las mercancías  que  se vendiesen,  y  comprasen, por  razón  de  la compañía, para que pudiesen  retenerse  el dos por  ciento de la venta, y  la misma  proporción,  para  la compra, en ayuda de los gastos para el  sustento  de  sus personas,  en  bebida  y  comida;  vestir  y  calzar  y otras  cosas  a  ellos  necesarias.

Finalmente,  se  convino  que  Perot  Corder,  una  vez  regresado  a Barcelona,  con  el  retorno  de  las mercancias  y  pasadas  cuentas  del valor  de  las mismas,  quedarían  facultados  para  contratar  entre  sí una  nueva  compañía,  sobre los mismos negocios, por  el plazo de seis años. (José-María Madurell i Marimón, 1997)
1574. 
1. Los cultivos y su régimen de explotación. Los censos.
Hemos localizado en los protocolos la práctica totalidad de las escrituras de concesión de tierras. Disponemos de 53 contratos o censos, a los que hay que añadir una docena de escrituras de traspaso del dominio útil, modificación de censo o prórroga de arrendamiento. Si bien esta documentación se sucede a lo largo del período estudiado, hay fechas en las que se concentran, correspondientes a distintas fases de puesta en explotación e impulso del cultivo dominante, que coinciden además con concesión de solares para los labradores. Encontramos tres fases: a) 1555-56, es decir, los años coincidentes con la primera estancia de Gaspar Fonte; b) 1574-76, poco antes de la partición; c) 1593, en que Galderique da a censo las tierras compradas en Sevilla. Utilizando datos de esas escrituras, de la partición de 1580 y toma de posesión del vínculo tras el pleito, así como de algunos testamentos —particularmente el de doña Marina, seguido de un inventario—, hemos intentado aproximarnos a la estructura agraria de la hacienda.
  1.1.    Distribución de los cultivos.
La mayoría de nuestras afirmaciones se refieren a 1580 o años posteriores. Por esa fecha la vid es el cultivo exportador dominante en la ocupación del suelo. Casi todas las escrituras en las que se da tierra para vid, son de terrenos calmos o abandonados hasta 1579. A partir de este año observamos cómo los censos concedidos son de viñas ya hechas o en los que sólo una mínima porción está inculta. Esto indica que ya había terminado la puesta en explotación de la vid por los Fonte y que el proceso de sustitución se había paralizado. En algunos censos se especifica que las tierras que se dan para viña eran destinadas anteriormente a la caña. De todas formas, sería preciso consultar protocolos anteriores a 1555 para conocer cuándo se inicia esta transformación en el paisaje agrario. Creemos que este proceso se inició en Daute bastante antes, sobre todo a raíz de la partición de 1545. El único obstáculo para la expansión de la vid —presente en la zona desde comienzos de siglo- fueron los riscos y algunos enclaves de tierras poco aptas, como se desprende de las modificaciones de censos, de modo que es normal que durante algunos años hubiese tierras incultas en medio de la hacienda. Las cotas medias de la vid estaban entre los 90-175 m., predominando sobre otro cultivo en el espacio comprendido entre el camino real y los riscos.
Es difícil lograr cifras absolutas sobre la extensión alcanzada por la vid o la caña, particularmente en lo referido al mayorazgo, pero sí podemos aproximarnos con mucha fiabilidad, incluso en el último caso citado. La parte de Lázaro Fonte en Daute era de 70 fanegadas, 8 almudes y 40 celemines, de las que 47.9.40 (el 67%) estaban dedicadas a viña, mientras el resto correspondía a trigo (22 fas., 11 alms.), cifra ésta coincidente con la que dedicaba al mismo cultivo Ana Francisca, quien contaba con un total de 59.4.106, de las que asimismo la mayoría era para vid (36.5.106, es decir, el 6 1%). Parece que entre la superficie destinada a la vid había alguna porción de caña, que debía ser poco importante. Las cifras para el vínculo son algo más relativas. La extensión total debía estar en torno a las 193 fgs., de las que desconocemos el destino agrícola de 9. Al menos 103 fgs. (54%) eran de vid y 35.8.14 de caña (18,5%). No es posible dar cifras exactas para el trigo, pues las tierras ocupadas por este cultivo están medidas junto con las tierras calmas, que tenían un peso considerable en el mayorazgo. Por fuentes indirectas deducimos que esa extensión debía ser similar a la de las otras partes coherederas. Desde luego, se hallaba en la parte más baja de la hacienda, mientras los cañaverales estaban ubicados en la zona central y oriental de la hacienda entre las cotas 75-1 10 m. por término medio. Hay que añadir unas 4 fas., de morales, frutales y cultivos de huerta. En los márgenes de los barrancos hay policultivo. En total, la hacienda tenía unas 319 fas., de las que 187 servían para viña a finales de siglo, es decir, el 58,5%. La transformación se operó en un tiempo no superior a 30 años: en 1547 sabemos que más de 86 fas., se destinaban al cultivo azucarero. Después de la sustitución incompleta se observa que la superficie de los cañaverales permanece prácticamente invariable, resistiéndose a su desaparición, que se produce muy avanzado el s. XVII.
1.2.    El valor de la tierra según los cultivos.
El valor atribuido en la partición da las cifras más altas a la tierra  dedicada a la vid, si bien las cantidades presentan variaciones. La fanegada de viña se cotiza por término medio en torno a las 60-6 5 doblas, no bajando de las 30 y sobrepasando en pocas ocasiones las 70. Las viñas que alcanzan un mayor valor están situadas entre las casas principales del heredamiento y el Barranco del Agua, llegando a las 100-125 doblas. La fanegada de cañas tenía un valor casi fijo de 60 doblas, en tanto la de trigo presenta cifras mucho más bajas (10-12 doblas).
1.3.    El régimen de explotación.
La caña y el trigo suelen explotarse de forma directa, si bien para el primero de los cultivos hay algún arrendamiento de medianería y -caso excepcional— otro, por una zafra al mercader Pascual Leardin, a quien vende Miguel Fonte de Ferrera todas sus cañas y le cede el uso del ingenio y mitad de las casas de Daufe. También entran en ese partido los dos molinos y una ayuda de 2 esclavos, en tanto tendría que pagar el alquiler de los demás esclavos necesarios. Leardin podía moler cañas de otros labradores, siendo a su cargo todos los costos. El precio del alquiler era de 800 rs., por cada tarea del caldo de las cañas (1 tarea = 8 calderas), pero Miguel Fonte tendría que descontar las inversiones que el mercader había hecho en el cultivo de las cañas y puesta a punto del ingenio.22
En cambio, la viña, en una tendencia que se acentúa a lo largo del período, se cultiva mediante censos enfitéuticos al cuarto (hay algunos al quinto), sobre todo hasta 1579, ya que se trata de impulsar ese cultivo —a menudo en tierras difíciles, montuosas—. Más adelante encontramos algunas escrituras de medianería, bien perpetua o por cierto número de años (6,9), con prórrogas en este último caso. Los tributos en moneda son minoritarios, correspondiendo a situaciones opuestas: o se trata de viñas hechas y de regadío (con una oscilación del tributo entre 610 doblas/ fanegada) o de viñas situadas en cotas altas y de mediocre importancia, combinándose entonces con contribuciones en especie (gallinas). Los tributos en especie son muy escasos, tratándose de censos de poca monta, inferiores a una fanegada. Por lo demás, cuando las condiciones lo permiten y en fechas avanzadas —en el paso de un siglo a otro-, se procura pasar de la enfiteusis al cuarto o censo monetario a las medias, concedidas a veces en testamentos a familiares o personas muy relacionadas con la hacienda por su alta cualificación o servicios prestados (prestamistas).
Además de las cláusulas inherentes a la enfiteusis (reserva del dominio directo, comiso en caso de impago durante dos años seguidos, prohibición de venta a personas prohibidas, tanteo y laudemio), queremos señalar algunas particularidades en los censos y contratos:
a) En algunas escrituras de enfiteusis al cuarto o de medias el usufructuario paga una «entrada» (entre 80 y 100 doblas) por el dominio útil, aunque no siempre pague esta cantidad de una vez.
b) El plazo para plantar la vid es de 4 años en la primera etapa (1555-56), reduciéndose a partir de la segunda etapa a 3 años (incluso 2) si ya una parte del terreno está puesto de viña.
c) En los contratos de medias, como es de esperar, la ayuda del señor del dominio directo se deja notar en algunos aspectos: pone a su costa la parte no cultivada, proporciona tea para el lagar, costea la mitad o los dos tercios de la albarrada... Si dentro del censo hay una parte de cereal corre a su cargo la semilla y la mitad de los gastos de trilla.
d) Hay dos casos de subarrendamiento: uno, legal, es el que Amaro Gómez hace a unos sederos de un terreno que tenía a medias. Otro, ilegal, es protestado y deshecho por Gaspar Fonte.
e) Aunque el censo se concede para viñedo, no es raro encontrar cultivos secundarios (frutales, legumbres, etc.), de los que también había que dar la parte correspondiente.
d) Las compra-ventas son relativamente reducidas en las enfiteusis pues, aunque haya 10 escrituras de traspaso, en ocasiones sólo afectan a una parte del censo, que ya de por sí es de poca extensión. Si a esto unimos el que con frecuencia los compradores del dominio útil son censatarios de la hacienda, el resultado es que las modificaciones de propiedad son poco importantes. El motivo de estas ventas suele ser la muerte del censatario, vendiendo entonces su esposa o hijos todo el terreno o una parte, siempre con la licencia de los Fonte y tras haber renunciado éstos al tanteo menos la décima parte, pero percibiendo a cambio del vendedor la décima parte del importe. La mayor parte de estos traspasos corresponden a censo al cuarto.
1.4.    Características de los censualistas.
Los protocolos también permiten obtener ciertos datos de los usufructuarios, que pasamos a reseñar:
a) Algo común a todos (con la excepción de dos) es su vecindad en la zona. Algunos residen en la hacienda, aunque no podemos precisar cuántos. En muchos censos se concede junto con la tierra un sitio para casa y lagar. En otras ocasiones, se conceden censos sólo de solares, destacando en este sentido el lote de sitios que Gaspar Fonte da a censo en 1581 —fecha significativa—, en lo que parece un intento planificado de  acotar cierta zona para residencia de trabajadores, a los que se da de plazo para edificar 2 años. Estas enfiteusis son de baja renta (de 1000 a 1400 mm. y dos gallinas).
b) Teniendo en cuenta que hay unos 15 censualistas de los que desconocemos profesión, el grupo con mayor peso (4 1%) era el de los «labradores», siguiéndole en importancia el de «trabajadores» (28%), pero matizando que la mayoría de éstos eran cualificados o tenían una especial responsabilidad (maestros de azúcar, criados, mayordomos). Hay otros dos grupos con menor entidad: artesanos (l3%), entre los que destacan los herreros, y comerciantes y/o prestamistas (16%). Por último, señalemos que los dos escribanos a los que la familia recurre habitualmente (Alvaro de Quiñones y Gaspar de Xexas) son asimismo tributarios.
c) Otra nota digna de atención son las relaciones de parentesco entre ellos: al menos 16 están emparentados, y seguramente esa cifra está distante de la realidad. Este hecho, unido a lo ya expuesto sobre el asentamiento de trabajadores y labradores en la hacienda, más la tendencia a la compra de enfiteusis por otros censualistas y la cesión en medianería de importantes lotes de tierras —como se ha dicho más arriba—, va convirtiendo a la hacienda en un mundo cerrado, con fuertes relaciones de dependencia en torno al núcleo de las casas principales.
Para terminar estos subapartados dedicados a los cultivos y su explotación digamos que a principios del s. XVII la totalidad de las tierras no incluidas en el vínculo se encuentran cedidas a otras personas. El mayorazgo evoluciona desde un claro predominio de la explotación directa en el momento de la partición a una situación de predominio de la explotación indirecta, que afecta al 65% de su superficie a comienzos del S. XVII.

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