La imagen de los antiguos
pobladores de las Islas Canarias como un pueblo rudo y primitivo se desdibuja
un poco más con cada avance de los arqueólogos que trabajan en las Islas. El
descubrimiento que reveló ayer el equipo que investiga los vestigios de la
cueva de Las Toscas del Guirre abre un nuevo panorama. Muestra que la cultura
de los aborígenes gomeros era rica y compleja. Hombres y mujeres que miraban al
cielo, identificaban los astros y sacaban conclusiones tan válidas como para
elaborar calendarios de gran precisión.
“Sabíamos
que conocimientos sobre el paso de las estaciones tenían porque si no, no
habrían sobrevivido tanto tiempo en la Isla”, apunta el doctor José Barrios García
profesor de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de La Laguna y
coordinador de los trabajos que impulsa el Museo Arqueológico. Pero, como él
mismo matiza, una cosa es saberlo, y otra hallar una constatación fehaciente
másallá de toda duda. Porque eso es lo que el grupo de expertos ha encontrado
en la pequeña cueva que se asoma al Roque Agando.
El 22 de diciembre, el día del solsticio de
invierno, la puesta de sol fue un momento mágico para los miembros del equipo.
A la hora de la puesta de sol, por un agujero practicado en los muros de piedra
de la gruta penetró un rayo que, recorriendo el fondo de la cueva y subiendo
por la pared, iba a depositarse en una cazoleta excavada en la roca
expresamente para recogerlo: un marcador solsticial.
El rayo de sol desapareció de la cazoleta
(elemento típico de la cultura aborigen) en el momento exacto en que moría el
día. Cuando el sol desaparecía justamente por detrás de la ermita de Las
Nieves. Este detalle abre la puerta a la teoría de que el emplazamiento de ese
lugar de culto no sea casual.
Juan Carlos Hernández Marrero,
arqueólogo y técnico del Cabildo que participa en la investigación, señala que
en los alrededores de la ermita hay “aras
de sacrificio, lugares sagrados para los aborígenes”.
Es imposible no establecer la relación que se
insinúa: los conquistadores sustituyeron los cultos de los antiguos pobladores
por los cristianos, pero manteniendo similitudes para hacer más sencilla y
aceptable la transición.
Las Toscas del Guirre es una joya para los
arqueólogos. Es pequeña, pero encierra cientos de claves. Es la mayor estación
de escritura líbico-bereber del Archipiélago. Y ahora se sabe que guarda la
prueba de que los gomeros eran verdaderos astrónomos, con una técnica de lectura
de los acontecimientos de la naturaleza muy ajustada. “Eso demuestra que tenían un pensamiento
complejo y eran capaces de programar los acontecimientos sociales y económicos
de su vida”, indica Hernández. “Cambia por completo incluso el modo de estudiar esta sociedad”,
sentencia.
La teoría del ´Big Bang´ de los bereberes
Uno de los datos más reveladores del sistema de
los antiguos pobladores de las Islas es el culto a la estrella, a Canopo, la
más brillante del cielo después de Sirio. Para ellos, la formación del Universo
tuvo lugar a raíz de la explosión de este astro. Es lo que se conoce como el
huevo astral, una convicción sorprendentemente similar a la Teoría del Big
Bang. Significativamente, el orto elíaco de Canopo, su momento culminante, es el
3 de febrero: el día de la Virgen de Candelaria. José Barrios García, que ha
realizado profundos estudios acerca de la relación, apunta otra coincidencia
muy reveladora. “El 15 de
agosto es la primera fecha en que aparece Canopo en el cielo después de su período
de invisibilidad”, señala.
Sin embargo, Barrios se muestra prudente. “Digamos que las pruebas de que los cultos a
la Virgen de Candelaria estén relacionados con las tradiciones de los bereberes
son todavía circunstanciales”, asevera. En todo caso, no oculta su
entusiasmo por el tesoro científico que alberga la cueva de Las Toscas del
Guirre. “Solo el hecho de que tenga
tantas muestras de escritura líbico bereber ya la hace especial”,
asegura, “y ahora también sabemos
que tiene un marcador solsticial y que el agujero en la pared es un
observatorio para ver la puesta de sol”.
Eltambor.es
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