Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de
MedinaSidonia
CAPITULO XXIV
LA OCUPACION DEL
DESCUBRIMIENTO
Lope Sánchez de Valenzuela,
gobernador de Gran Canaria, pasó a la "ciudad de Tagaoz, cabeça que es del
reino de Vutata" [1], para recibir vasallaje, en nombre de la Católica,
con el escribano Gonzalo de Burgos y la intérprete morisca, María de Almuñecar
[2]. Alojado en la alcazaba de Agaoz, el 15 de febrero de 1499 recibió a
Mohamed de Maymón, señor de Tagaoz, con Hamet, capitán de Ufrán, que habló en
nombre de su hermano Gazeleziz y de la villa y 38 lugares "cercados",
que estaban en el valle. Juraron "por su ley", a más de hacer pleito
homenaje, a la castellana, pagar a Isabel las parias que daban a los reyes
"antepasados", apoderando a Çidi Cayde Maymon, hermano del señor de
Tagaoz y Çidimome, alárabe de Auladamar, para ratificar el acto en Castilla,
ante la soberana[3]. Tres días después, Çidimome y Mahoma, asistidos de sus
intérpretes, entregaron el castillo de Yfini, prometiendo recibir, de día y de
noche, a quien tuviese poder de la reina y pagar las parias acostumbradas.
Isabel podría levantar fortaleza donde quisiera, haciendo los naturales, pozo
en "la costa de la mar", en señal de vasallaje. El 20 de febrero
comparecieron los vecinos de Yfini, ratificando la cesión de términos, veneros,
puertos y abras. A 8 de marzo juró Hamar Huel de Bobuzuane, cuñado de Çidi
Çulema Abendaut, alcaide y señor de la ciudad de Tamamarte, cabeza de seis
villas y mil lugares murados, ubicados a lo largo del río [4]. Prometió
Valenzuela, en nombre de la reina, defender a sus nuevos vasallos, de
"todos los hombres del mundo", procurándoles los productos
acostumbrados a su precio. A la puesta del sol se presentó Boali Enbuco, señor
y alcaide de Tagamarte y su fortaleza, seguido de sus hijos. Nieto de Abul
Mumen Maholofut, último rey de Vutata, traspasó sus derechos a la corona de
Castilla. Al día siguiente, los representantes del pueblo de Ufrán, ratificaron
la palabra de sus reyes, en presencia de los señores de Tagaoz y Agaos.
Valenzuela quedó "dentro de la posada", dedicando el resto del día a
recibir vasallaje de la "gente menuda"[5].
El 20 de marzo, los señores de
Tagaoz, Agaos y Tiçigunê, presentaron a los alcaides. Entregadas las
fortalezas, hicieron pleito homenaje, para recibirlas por la Católica. Haly
Benabit Ynibit, xeque del bando de Auladamar, cerró el trato con gesto
conocido: "presente seyendo el dicho governador, enclabixó su mano con la
suya, en señal de señorío". El 23, en el puerto de Yfini, el intérprete
Mahoma dictó resumen de los actos, a Gonzalo de Burgos, que lo asentó en acta.
Reunidos "sobre 300 caballeros y muchos peones del bando de
Auladamar", "metieron" al gobernador en "la mezquita que
allí está.., qué es muy antigua", para declarar que habiendo mandado un
xeque de los suyos, a dar vasallaje a la reina, en nombre de la generación
presente y las venideras, ratificaban el compromiso, "sus manos
enclavijadas, con dos cavalleros principales del dicho vando". Actuaron
como testigos Pero Ruyz, maestre del barco "de sus altezas", que
trajo a los castellanos, Fernando de Castillo, Antón de Hoyo, Alonso de Arahal
y la intérprete María de Almunycar, vecinos de Gran Canaria[6].
Enterado de que algo sucedía en
sus islas, Juan de Guzmán quiso embarcar, so pretexto de poner orden en
Melilla. Intuyendo que se alargaría a Cabo de Aguer, Isabel alegó viaje
inminente, para retenerle en Andalucía: deseando "platicar con vos lo que
se hubiere de hacer, en las cosas de Africa.., nos parece que hasta entonces,
se puede posponer vuestra ida". El 5 de marzo, a punto de inaugurarse la
temporada de las navegaciones, el Guzmán y su pariente Ponce de León,
compartieron real filípica: "somos informados que de los lugares de vuestra
tierra, se saca mucho pan para fuera de nuestros reinos, sin nuestra licencia y
mandado". "Maravillados", pues siendo hombres instruidos, debían
conocer las leyes, para hacerlas respetar, los monarcas les conminaron a
suspender el tráfico[7]. A 5 de abril y en la misma línea, Fernando recordó al
de Medina, la prohibición de asomar por el reino de Fez, usando el término
"Allende", como topónimo: "sabed que por algunas cosas que mucho
a mi servicio cumplen, no conviene que por agora pase nadie a Allende, con
tratos ni mercaderías nin de otra manera. Por ende yo vos ruego que non
consintáis ni deis lugar que desas partes, pase persona ni personas algunas,
hasta tanto yo lo embíe mandar"[8].
Poco duró la veda. Imposible
poblar las Indias, sin barcos y gente a la mano, el 12 de agosto se abrieron
mares y tierras, revocando los Católicos la orden anterior, como si fuese
ajena: "nos somos ynformados que en esas dichas ciudades y villas e
lugares, fue pregonado que ningunos mercaderes nin otras personas, vayan ni
envíen a tratar sus mercaderías a la Bervería, so ciertas penas. E porque al
presente non ay necesidad que lo susodicho se guarde", quien quisiese
podría ir a las partes de Allende, para "rescatar" o hacer lo que le
pareciese [9]. Entre los primeros viajeros reaparece Juan Ximón. Ascendido a
vicario de Jerez, regresó a Berbería en "nao" de Diego Salenas, para
continuar redimiendo "cristianos, que están cautivos en Aliende", en
poder de "enemigos de la fe". Llevó "sedas e paños e moros
cativos", libres de derechos: "si algunos de los moros que ellos
llevan de la limosna vendieren", estarían exentos, pues lo cobrado se
destinaba a la redención [10].
Aficionado el poder a emplear la
amenaza, incluso sin necesidad, los Católicos prepararon importación de Colón
por la fuerza, sin intentarla por las buenas. La maniobra fue iniciada por real
orden, de 22 de abril de 1499, dirigida al tesorero de las Islas y Tierra
Firme, "descubiertas y puestas so nuestro señorío, en el Mar Océano, en la
parte de las Indias". Del procedido del oro y otros productos, se pagaría
"cualquier salario e sueldo", por fletes de navíos y salarios de
marineros, "e para las otras cosas que sean necesarias, para la abitación
de la gente", que estuviese "e oviere de yr" a Indias,
liquidando deudas pasadas, de tenerlas pendientes [11]. Habiendo contratado el
"almirante de las Yndias", las carabelas Santa Cruz, de Juan Bermúdez
y la Niña, de Marina González, mujer de Alonso Yáñez Vaquiñas de Sancto, que
llevaba su hijo Martín Alfonso, ambas de Palos, trajeron de retorno madera de
brasil, que se vendió para "la paga del sueldo de la dicha gente, que ha
servido en las dichas Yndias". Entregado el procedido a Colón, dejó a
deber 84.544 maravedís al primero y a la segunda 96.000 maravedís en fletes,
más 62.000 al maestre, Pedro Francés. Vistas las denuncias por los del Consejo,
a 19 y 20 de septiembre de 1499, lo irrelevante en país de morosos, se
convirtió en grave, siendo "cometidas" a Frey Francisco de Bobadilla,
pesquisidor en Indias [12].
El mismo septiembre en que se
entregó a Bobadilla, el futuro inmediato del Almirante, Alonso Fernández de
Lugo fue llamado a la corte [13], para ser nombrado, a 2 de octubre de 1499,
capitán de la Mar Pequeña y gobernador vitalicio de Berbería, del Cabo de Ajer
al de Bojador, con salario de 375.000 maravedís, botín y rescates[14].
Encargado de consolidar la posesión, que tomó López Sánchez de Valenzuela,
haría fortalezas en las fronteras del Cabo "Boxedon", Tagaoz y el
puerto de Nul, "que es a cinco leguas", capaces para albergar
guarnición de 100 hombres de a caballo y 200 peones, quedando con las alcaidías
y sus tenencias, por los días de su vida. Para convencer a "moros e
alárabes", de las ventajas que les reportaría pagar parias a Castilla,
observando el vasallaje que dieron, levantaría 50 lanzas y 300 peones,
adelantando la inversión, a recuperar en botín e impuestos. Amortizada, le
quedaría "veyntena" o quinto vitalicio, de cuanto produjese, a la
corona, el territorio conquistado "por su mano", sin más incordio que
el de soportar "persona o personas, que nos mandáramos", a título de
veedores o supervisores, de cuentas e iniciativas [15].
Comprendiendo que alguna mejora
habrían de notar, los que daban vasallaje, la Católica dotó a Lugo de poderes,
para garantizar la libertad y propiedad, a cuantos la aceptasen por señora,
quedando la esclavitud reservada al recalcitrante. Indispensable proteger a los
vasallos, de los profesionales de la cabalgada [16], el gobernador distribuyó
sus hombres por las radas, imponiendo veda sin fisuras, que sufrieron los
canarios, cuando se felicitaban por el fracaso del "concierto",
firmado por López Sánchez de Valenzuela, con los moros de Berbería [17].
Sometido el continente a la autoridad del Xarife, compartida con la corona de Portugal
en lo comercial, repartido en behetrías, encabezadas por señores electos,
musulmanes y cristianos, la injerencia de los monarcas castellanos, dio lugar a
que conviviesen muy diferentes formas de administración. De no ser por el
quinto, el canario no se hubiese distinguido del andaluz, pescador, mercader y
tratante de esclavos. Naturales y mestizos, cristianizados de antiguo, se
comportaban como el conquistador, cultivando la caña y practicando la
cabalgada, en las zonas islámicas de las "islas", que llamaban
Berbería. Los portugueses trocaban mercancías y cautivos, a través de
factorías, eludiendo el empleo de la fuerza y enfrentamientos con el Xarife,
sin inmiscuirse en cuestiones de fe ni exigir parias, cuyo pago no tardó en ser
preceptivo, en la Berbería castellana, que rechazaba al poder musulmán.
Obligado el vasallaje a la Católica, el bautismo no pasaba de recomendado,
distinguiéndose la gobernación de Lugo, de las Indias colombinas, en que no se
introdujo la "encomienda", que hizo del aborigen siervo, ni la
colonización intelectual, de la religión impuesta, manteniéndose la práctica
del "recate", reemplazado por el despojo, en territorio de
conquistadores.
Cuentan que mientras Colón daba
"forma" a sus poblaciones, evangelizando a los indios en "muy
grandes minas de oro", con pasaporte adjunto para el paraíso, utilizado a
corto plazo, maledicientes hicieron llegar a las reales orejas, que buena parte
del quinto real, paraba en las bolsas del Almirante y sus colaboradores.
Susceptibles los reyes en cuestión de maravedís, nombraron al comendador
Francisco de Bobadilla, gobernador de la Española[18], no pesquisidor en
Indias, según aparece documentado, yendo con orden de remitir a los Colones a
Castilla, coyuntura que aprovechan los facedores de la leyenda blanca, para
apuntar por causa de la desgracia del "descubridor", el mal trato que
daba a los indios, práctica habitual en castellano, que no ignoraban los reyes.
Testigo de primera mano Colmenero, afirmó que le "trajeron arrestado",
por los "muchos agravios que hizo a los cristianos", residentes en su
"isla"[19]. En verdad, fue acarreado porque para rematar el
"descubrimiento", tenía que zarpar de la península. La versión
ortodoxa hace viajar a Bobadilla en dos carabelas, consignando, con precisión
admirable, que desembarcó en la Española el 25 de agosto de 1500, arribando los
Colones a Cádiz, el 20 de noviembre [20]. Corrió que el descubridor perdió su
almirantazgo por celos, no sorprendiendo su caída, pero sí la pronta
rehabilitación, achacada a juramento de no pisar su Española [21]. Es posible
que lo hiciese, con respecto a la de Monte Juan, debidamente olvidada, o que la
salida de la familia "descubridora", tuviese el doble fin de retirar
testigos molestos de campo de batalla, reservado a Fernández de Lugo.
Innecesario como transportista,
Antonio de Torres fue nombrado veedor en una Berbería, que se extendía del Cabo
de Aguer al de Bojador o Río de Oro, el 20 de junio de 1500[22], siendo
presentado por Isabel, junto con Lugo, a los "algoaziles, alfaquis, vyejos
buenos onbres moros, nuestros vasallos, que están desde el cabo de Aguer fasta
el cabo de Bojador", como oficiales nombrados para mirar por "el vyen
de vosotros y desa tierra, como nos gelo tenemos mandado". Encargado Torres
de velar por "qué mejor se haga", habrían de darle "entera fe e
creencia", absteniéndose de obedecer órdenes de Lugo, que no hubiese
refrendado [23]. Someras las instrucciones, destinadas al mílite, las del
veedor fueron extensas y extrañamente parecidas, a las que se supone recibió
Colón, tras su "descubrimiento". Informado por copia puntual, de las
que se dieron al gobernador, habría de cuidar que la obra de las
"torres", se iniciase en el sitio "más provechoso.., con tanto
que non toqueys en lo que pertenesce a la conquista del Rey de Portugal" o
del Príncipe, "nuestro yjo", mandato tan hipócrita como confuso, pues
el criterio de la reina, en lo tocante a límites de las conquistas, difería del
que tuvo Manuel I. A su cargo la administración de los fondos, Torres anotaría
ingresos y gastos, en libros separados, procurando recortar los últimos.
Atendiendo a que "los moros de las dichas partes de la Bervería.., que nos
dieron la hovediençia", aceptaron pagar las parias, que daban a los
"reyes moros antepasados", "de su libre voluntad", se
recaudarían con "suavidad", a la espera de que debidamente
domesticados[24], admitiesen métodos más expeditivos.
Práctico Lugo en el trato con los
aborígenes, Torres le consultaría "que forma se deve tener, para atraer a
los moros, a que sean contentos de asentar los dichos tributos". No
habiendo quien contribuya de buen grado, el castigo del moroso sería leve,
procurando gobernarlos "como nuestros vasallos.., porque tratándolos bien
se conservarán mejor y farán de mejor voluntad, las cosas de nuestro
servicio". A su cuidado pactos y acuerdos, "miraría mucho" que
fuesen provechosos para lareina, cuidando de no prometer imposibles, pues de
cumplir la palabra dada, "sin quebrantamiento alguno", ya que al no
tener por costumbre engañar, aquellos "salvajes" perdían todo respeto
al mentiroso. Sabido que los alárabes no gustaban de credo, costumbres y leyes
extrañas, los frailes usarían la persuasión, para convertir, absteniéndose de
bautizar por las bravas. En cuanto al gobernador, en ningún caso emprendería
guerra, sin consultarlo con los monarcas, aguardando la respuesta, ante de
iniciarla [25]. Para compensar la moderación de las parias, se cuidarían los
rescates: "luego en llegando a las dichas partes de Africa", Torres
buscaría lugares adecuados, para poner factor, informándose de las mercancías
que prefería la clientela. Conjunta la administración de Gran Canaria, Mar
Pequeña y la Berbería, vería si convenía dejar la fortaleza de Santa Cruz, en
poder del gobernador de Gran Canaria, darla a tercero o entregarla a Fernández
de Lugo [26], que a 8 de octubre de 1500 estaba en San Bartolomé, puerto de la
Mar Pequeña, aguardando pertrechos, para iniciar su campaña. Teniendo a mano al
escribano Juan de Arines, le hizo sacar copia autorizada de su nombramiento,
actuando como testigos Gabriel de Varela, contino de los reyes, Juan Hordones y
Fernand Velásquez, criado de Antonio de Peñalosa[27], aún encargado de la
recogida de los múrices.
En el curso del verano, los
problemas de Juan de Guzmán, se multiplicaron. Señor de las Islas del Cabo de
Aguer, en cuyo territorio estaba el reino de Vutata, los Católicos, que venían
maquinando su incorporación a la corona, le habían encontrado talón de Aquiles,
en la vida privada. Viudo y enredado con su prima Leonor de Guzmán, sin
intención de legalizar la relación, cometió la imprudencia de dejarla
embarazada. Nacido el hijo en secreto y en Lepe, nada hubiese sucedido, aun
siendo público el suceso, de no ambicionar Isabel, lo que poseía el vasallo
[28]. Barruntando que algo se le venía encima, al serlo del rey de Portugal, a
través del señorío americano, buscó protección, casando a su hija Leonor con
Jaymes, duque de Braganza, tan próximo al trono, que Manuel I bendijo el
matrimonio. Al mismo tiempo, jurista de la casa viajó a Roma, por la posta y
con bolsa repleta, para traer bula, que permitiese al Guzmán sacralizar el
incesto, en faz de la iglesia, legitimando al hijo. Celebrado el casorio en la
intimidad de cuarto de la fortaleza de Niebla [29], acudió a la llamada de la
reina, seguro y sin recelos.
Acordado el reparto del poder en
Melilla, por asiento de 14 de junio de 1500, que firmó con la soberana, pasaron
a tratar las "cosas de Africa"[30]. Y se habló del "crymen de
incesto", cometido por el Guzmán con la duquesa Leonor de Zúñiga,
"vuestra mujer, antes e primero que oviérdes dispensación para casar con
ella". Evidente el "reprobado ayuntamiento", los reales
consejeros, determinaron: "ayades yncurrido en pena de perdimento de la
meytad de vuestros bienes". Consumado el despojo de las Islas del Cabo de
Aguer, por la toma de posesión de 1499, completó el lote la anexión de
Gibraltar a la corona, "a pedimento de nuestros oficiales del
Consejo"[31]. Puerto emblemático para los vasallos de la Berbería, se
decretó el 22 de diciembre de 1501. Garcilaso de la Vega, alcaide de Jerez,
ocupó pueblo y fortaleza, en enero de 1502, no sin topar con resistencia [32].
Por las mismas fechas, se ultimaba la conversión del reino de Granada. Mientras
los derechos que pagaba el infiel, superaron a los que aportaba el converso,
los Católicos no se inmiscuyeron en la religiosidad del mudéjar o musulmán,
vasallo de Castilla. Pero recibida la bula de Alejandro VI, concediéndoles los
tres novenos del diezmo, debido a la iglesia por los cristianos nuevos,
olvidaron las capitulaciones, firmadas con los granadinos, para uniformizar a
los súbditos, por la vía del bautismo [33]. Se opusieron los de Sierra Bermeja,
dando a Fernando pretexto para entrar en la Roda, a sangre y fuego. Condenados
los supervivientes a esclavitud perpetua, los de Villaluenga, escarmentados en
cabeza ajena, pidieron a Fernando navíos y seguro, "e fuéronse allende con
el diablo", ocasión que aprovechó Juan de Guzmán, para hacerse bien
quisto, proponiendo barbaridad, cuya magnitud es posible intuir, a través de
real respuesta, de 2 de mayo de 1501: "tenemos en servicio el buen
deseo.., pero porque nuestra palabra e seguro real, así se debe guardar a los
infieles como a los cristianos", lo que ofrecía hacer con los moros de Villaluenga,
"después de desembarcados en Allende.., en ninguna manera se haga, eso ni
otra cosa, que pueda parecer que se quebranta nuestro seguro"[34]. Usado
otra vez Allende como topónimo, es evidente que los emigrantes vinieron a dar
en tierra, donde el Católico ejercía o creía ejercer autoridad soberana. Al no
tenerla en Africa del norte, salvo en Melilla, pero sí en Indias, continente
que consideraba propio, en su conjunto, es fácil intuir el destino de estos
granadinos.
Por entonces ganó Fernández de
Lugo la batalla de Saca, en la que murió Pedro de Manynydra [35]. Abierto el
Río de Oro a Isabel, levantó fortaleza en Cabo de Bojador[36], preparándose a
trasladar la contienda al Cabo de Aguer. Sin barcos a causa de la veda, los
Católicos la levantaron, por provisión de 23 de mayo de 1501. Admitiendo haber
errado, al prohibir que fuesen a "contratar a çiertas partes de la
Berbería", pasaron al extremo opuesto: "todos los que quisieren"
podrían pescar y rescatar, donde "se acostumbró faser, antes que la dicha
nuestra sobre carta se diese", sin necesidad de licencia. Pregonada la
albalá[37], iban los navegantes de camino el 12 junio, cuando nueva real carta,
alteró sus planes: los que estuviesen en la Mar Pequeña, aguas de Grand
Canaria, Tenerife y La Palma, acudirían a la llamada de Alonso Fernández de
Lugo, "capitán de la tierra de la Mar Pequeña", o de Antonio de
Torres, veedor en la Berbería, para darles todo "favor e ayuda",
hasta que rematasen la obra de las torres, que debían hacer en el Cabo de Aguer.
A cargo de Torres quedaron los rescates, en la Mar Pequeña y Berbería [38] y la
recogida de las "conchas" de Canarias, que serían inventariadas por
Juan de Arines, escribano de "las cosas" de Berbería[39].
Perdidas para el rey de Portugal
las minas de Río de Oro, llegó el momento de que las descubriese Castilla.
Inconveniente comité de recepción, integrado por vascos y andaluces, el 30 de
junio se limpió el escenario del último acto colombino, recordando al pueblo
que en Tordesillas, quedó prohibido a los vasallos de Isabel, pescar "ni
facer otras cosas algunas, en la mar que ay desde el cabo de Bugedor para
abaxo, fasta el Río de Oro, ni de allí abaxo", lo que no era óbice para
que continuasen faenando y rescatando en otras radas, a las que "hasta
entonces habían ido algunos navíos, de nuestros súbditos"[40]. La obra de
las torres de Tagaoz y Nul, tuvo eco en provisión de
12 de julio, dirigida al
corregidor de Jerez: "nos mandamos enviar algunos navíos, con ciertas
cosas complideras a nuestro servicio, a las nuestra yslas y Tierra Firme del
Mar Oçéano e a las Islas de Canaria e a Berbería", con socorro de
vituallas y armas. Encargado de proveer, las compraría a "precios
justos", embargando los barcos que le pareciese para "los dichos
viajes", al precio y por el tiempo considerado conveniente [41].
Desaconsejable que el pueblo
relacionase la guerra de Berbería, con el descubrimiento colombino, en los
documentos que tocan a Fernández de Lugo no aparecen topónimos, al uso entre
"descubridores", ni viceversa. Pero el hecho de que se usasen
múltiples, para referirse al mismo lugar, no confundió a los que se sabían el
camino, por pura tradición. Engañados fueron los torpes y los que sometieron la
curiosidad científica, a los dictados del poder. Por no descubrir pistas
documentales, los Católicos emitieron mandato, similar al dictado en tiempo de
Pedro de Vera, sin mencionar el precedente. Declarando novedad que muchos de
los "dichos moros" de Berbería, fuesen a Canarias, apelando al
"bien, paz e sosiego desas dichas islas", el gobernador de Gran
Canaria no permitiría desembarcar moro "de Africa, de la parte de la
Bebería", siendo condenado el que lo intentase, a esclavitud perpetua
[42], por ser inconveniente que en la comarca del descubrimiento colombino, se
supiese lo que estaba pasando en tierra del Xarife. O en Berbería, las acciones
de Colón.
El 22 de julio de 1501, criado de
Fernández de Lugo estaba en Málaga, recogiendo de manos de Rodrigo Narváez,
reciclado como mayordomo de la artillería, 6 sacabuches con 600 pelotas, un
molde de piedra para seis ribadoquines y dos cargadores de hoja de Milán, para
la "defensa de las fortalezas, que por mandato de Sus Altezas se hacen en
las partes del Cabo del Agua, ques en Africa"[43]. Fue Lugo "a facer las
torres" en Berbería, tropezando al desembarcar en Cabo de Aguer, con
factor del rey de Portugal, quizá llamado Cabral. El tal "alborotó a toda
la morisma", contra el castellano, que hubo de regresar a Gran Canaria,
mejorando la herramienta. Volvió al Cabo con "aparejo" sobrado, para
ganar su guerra[44], quedando el recuerdo de Pedro Benítez, regidor en Tenerife
y de Francisco de Lugo, muertos a manos de "los moros"[45]. De narrar
la jornada, se encargaron los naturales de Meça, en carta al rey de Portugal. Instalado
en la casa de "Agadir al arba'a", Fernández de Lugo "se dejó ver
en este lugar", ofreciendo "grandes riquezas", a cambio de dar
vasallaje a Isabel. Pero los que prometieron a Manuel I, no recibir a los
castellanos, mantuvieron su palabra. Llegando a las manos, "aquellos cuyo
destino estaba cumplido, murieron". Cayeron 25 notables, "de nuestros
jeques los mejores de entre nosotros", sufriendo la gente de "poca
monta" incontables bajas. Lugo abandonó la Casa de Agadir, pero llevando
los barcos repletos de cautivos, que "lo son todavía hoy"[46]. En
opinión de su esposa, Beatriz de Bobadilla, se retiró porque los reyes
"mandáronle cesar en el mejor tiempo", no por haber sido derrotado, a
causa de chismes de envidiosos, que le hicieron pagar el "ganar aquellas
dos islas, por malos baratos que hagamos". Arruinado al no poder disfrutar
de la conquista, "su hacienda oy la goça el tesoro, y él se quedó sin
nada"[47].
Quejosos los mercaderes,
"que tratan en el Cabo de Aguer e en Meça" y en desgracia Lugo, a 20
de septiembre de 1501 se publicó provisión, acusándole de haber cerrado la
Berbería, por propia iniciativa, secuestrando bestias y barcos e hiriendo y
matando, para que "non contrataren sus mercadurías ni rescaten esclavos
algunos". Abierta la tierra, los Católicos pusieron bajo real seguro, a
cuantos saltasen "en el Cabo de Aguer e en Meça"[48]. Devaluadas las
"conchas", por estar en curso de extinción el trueque, para imponerse
el despojo, Torres hubo de buscar socio que las cogiese, encontrando a Mateo
Viña, regidor de Tenerife. El 29 de octubre aceptó el trato, partiendo la
cosecha con la corona,[49] por poco tiempo, pues pese a continuar comprándolas
el rey de Portugal, para sus rescates, en Castilla se devaluaron, aconsejando
cambiar a Torres deocupación.
El 22 de noviembre de 1501, López
Sánchez de Valenzuela entregó la fortaleza de Santa Cruz, "en la Mar
Pequeña, que es en Africa", al Veedor, que fue nombrado Torres alcaide el
21 de febrero de 1502[50], apareciendo el 6 de abril, documentado como gobernador
de Gran Canaria[51]. Gonzalo de Burgos, escribano en esta isla, pasó a Tagaoz,
quizá acompañando a Lugo, siendo reemplazado por Juan de Arines [52]. En cuanto
a Beatriz de Bobadilla, siguió a la corte, acosada por sus pleitos, mientras su
marido el gobernador, continuaba la guerra. En el Indias, Rodrigo de Bastidas y
Alonso de Ojeda, protagonizaban mini descubrimiento, generalmente olvidado.
Partiendo de Juana, fueron al reino de Meça. Llevando la costa a la izquierda,
saltaron de rada en rada, "rescatando" con tal desenfado, que
levantados los naturales, los oficiales de la corona les obligaron a restituir,
por elemental prudencia [53]. Fernández de Oviedo describe el periplo,
incluyendo cuanto se consideraba "descubierto": del Río Marañón,
"en la provincia de Paria", siguieron a poniente, pasando por la
Canaria, la provincia de Cinta y Tierra Firme, emprendiendo el regreso ocho
leguas antes de llegar a Santa Marta[54]. Apenas en tierra, Bastidas volvió a
embarcar [55], con licencia de Juan de Fonseca, llevando dos velas, financiadas
por el armador Nicolás Pérez [56]. Por socio y piloto embarcó Juan de la Cosa,
abriendo el ciclo de los "descubrimientos", por la parte de Río de
Oro [57]. Indeterminado el puerto andaluz de partida, tocaron sin escalas en
Santo Domingo [58]. Pasando por Jamaica, corrieron la provincia de Quiquibacoa,
iniciando en el Cabo de la Vela, descubrimiento de 30 leguas. Tomaron posesión
del Golfo de Uraba y las minas de Acla, "donde nadie había
llegado"[59], rebasando los 9 1/2 grados del Darién, límite de su
"conquista". Alcanzados los 13 1/2, se metieron en lo que
correspondía al Almirante, siendo avistados sus navíos, "atrás del mismo
golfo de Uraba, hacia el norueste", por Pedro Ledesma, que estaba en
Retrete, con el Almirante[60]. Detectada la presencia de Colón, regresaron a
todo trapo. Aunque estaba descubierta, se adjudicaron el hallazgo de Cuyva, por
tocar en lo "que se llama agora puerto de Misas"[61].
Bartolomé Roldán, piloto
"que usa navegar por la mar en estas partes", admitió que
descubrieron el golfo de Uraba, porque no oyó "que lo hubiese descubierto
otro"[62]. Se dijo que volvieron [63], temiendo que Colón les birlase el
hallazgo[64]. En Santo Domingo encontraron a Vicente Yánez: "vio el oro
que traían" y el croquis de la tierra. Habiendo viajado Pinzón con
licencia para descubrir localizada, aunque no tenga fecha, se esgrime para
extrapolar el descubrimiento de Levante, a 1499. Pero no es posible confundir
las travesías. Institucional la de 1497, pudo cargar brasil. Privada la
siguiente, financió el propio Pinzón, con otros armadores, entre los que figura
Vélez de Mendoza, siendo consignada la prohibición de cargar palo de brasil y
la obligación de entregar el quinto a la corona, omitida cuando ejercía de
armador, por ser propietaria del todo. Bastidas y La Cosa entraron en Cádiz, en
septiembre de 1502, tras 23 meses de ausencia. Traían 140 marcos de oro,
rindiendo cuentas ante Francisco Pinelo y el doctor Matienzo, que serían los
primeros oficiales de la Casa de la Contratación, a más de darlas al socio
capitalista[65]. Confuso el recuerdo, se dijo que el botín fue repartido en
Alcalá de Henares, donde estaba la corte, recibiendo los navegantes "lo
que les pertenecía", en presencia de los monarcas y de Juan de Fonseca.
Cotejada la tierra que traían "dibujada", se probó que habiendo
"muchas cartas de navegar de aquella costa, en ninguna dellas estaba
escrita la dicha provincia". Puesta a nombre de los
"descubridores"[66], Alonso de Ojeda se opuso, afirmando haberla
navegado tiempo atrás.
De regreso Fernández de Lugo en
su casa de San Cristóbal, a 12 de enero de 1503, dándole tratamiento de
gobernador de Tenerife y San Miguel de la Palma, pero omitiendo el gobierno de
la Berbería y la capitanía de la Mar Pequeña, sin dejar de tener en cuenta
"lo que nos abéys servido e servís, en la Berbería", los monarcas le
otorgaron el título de Adelantado de las Islas de Canarias, porque conquisto
las dos islas a su costa, "poniendo vuestra persona e las de vuestros
parientes en mucho arriesgo e peligro, fasta que por batallas, derramando
vuestra sangre, vencistes a los infieles que en ellas estaban e los cabtyvastes
e truxistes a nuestro servicio"[67]
[1] R.A. doc. XXXI. XXVIII.
Estaba en el Reino de Fez. Los topónimos de Islas del Cabo de Aguer, Meça,
Azamor, Guinea, Marruecos, Sus y Tremecén, designaban sus partes. A veces se
superponían.
[2] Quizá lavandera en Santa Cruz
de la Mar Pequeña, en 1496.
[3] R.A. doc. XXXI.
[4] Estos eran las villas de
Tariagarute, Tagadi, Çoco, Amesauro, Ysarabeyri y Eguguaz. Y los lugares de
Ytisgui, Yste, Tosguististe, Tadaduste, Tamasâta, Amocodi, Angarda,
Valsetaônge, "que son cuatro lugares", Yçi, Ygunê, Taganûte, Yguimir,
Agugasper, Taguynza, Çelar, Amelanxerque, Ytabuscat, Agunintagete, Aday, Midina,
Caynzerte y Taibi.
[5] R.A. doc. XXXI.
[6] Ibídem.
[7] ADMS. 2395. [8] ADMS. 2395.
[9] R.A. doc. XXXII. [10] R.A. doc. XXXIV.
[11] Archivo de Indias. Papeles
de Colón.
[12] Los navíos fueron
contratados por Colón, "para proveymiento de la gente que estaba en
nuestro servicio, en las dichas Yslas". La Santa Cruz, a más de
bastimentos, llevó "cierta gente en la dicha caravela". Ambas
cargaron palo de brasil de retorno. Lo vendió Juan Antonio, entregando el
procedido al Almirante, que no liquidó el "flete del dicho viaje", no
pudiendo pagar los armadores, "lo que an de aver los marineros que con él
fueron... personas pobres" y necesitadas. Francisco de Bobadilla, aparece
como pesquisidor en Indias (SRGS. IX.1499.30/IX.1499.31), no como gobernador.
[13] SRGS IX.1499.71.
[14] R.A. docs. XXXV/XLVI. [15]
R.A. doc. XXXV.
[16] R.A. doc. XXXV/ XXXVI. [17] R.A. docs. LXX/ LXXIV.
[18] SRGS. IX.1499.30/IX.1499.31. Se le
hace comendador de la orden de Calatrava, apuntando que la pesquisa la
pidió el propio Colón.
"Historia de las Américas". VV.AA. Coordinador: Luis Navarro V
Centenario 1991.
[19] Bernáldez cap. CXXXI.
[20] "Historia de las Américas". VV.AA.
Coordinador: Luis Navarro V. Centenario 1991. [21] Bernáldez cap. CXXXI.
[22] R.A. docs. XXXIX a XLII. [23] R.A. docs. XXXIX/XL/L. [24] R.A. docs. XLII/XLIII.
[25] R.A. doc.
XLIII.
[26] R.A. doc.
XLII/XLIII. [27] R.A.
doc. XXXV. [28] ADMS. 937.
[29] ADMS.
930.
[30] ADMS.
933/935. [31] ADMS. 931.
[32]
Ibídem.
[33]
Bernáldez cap. CLIXVI. [34] ADMS. 2395.
[35] R.A.
doc. LXVIII. [36] R.A. doc. XLVI. [37] Ibídem.
[38] R.A. doc. XLVII.
[39] R.A. doc. XLVII/XLVIII. [40] R.A. doc. XLIX. [41] R.A. doc. L.
[42] R.A. doc.
LI. [43] R.A. doc. LII. [44] R.A. Apéndice.
[45] R.A. doc. LXXVI. Alonso de Lugo concede a Diego de
Suaço, hijo de su hermana y hermano de ambos, tierras de arboleda y parrales en
el Saussalejo, en compensación los la pérdida.
[46] R.A. doc. XCVIII y apéndice.
[47] R.A. Apéndice.
[48] R.A. doc. LIII. [49] R.A. doc. LIV/LV. [50] R.A. doc. LVI/LVII. [51]
R.A. doc. XLIII.
[52] Ibídem.
[53] Algunos sitúan el viaje en 1501, omitiendo la presencia
de Bastidas ("Historia de las Américas". VV. AA. Coordinador: Luis
Navarro. V Centenario. 1991). [54] F.O. T. I.
[55] P.C. T. IV. [56] Ibídem.
[57] P.C. T. IV. En 1494 se concedió
a La Cosa sacar 200 cahíces de trigo de Andalucía, para llevarlo a Vizcaya y
Guipuzcoa, por haber perdido su
nao "en el viaje en que fueron descubiertas las tierras e yslas de la
parte de las
Yndias".
[58] P.C. T. IV. [59] Ibídem. [60] Ibídem.
[61] P.C. T. IV. Bastidas era de Triana. Oficialmente partió de
Sevilla en febrero de 1501, invirtiendo 20 armadores en la empresa. Suponiendo
que desde el 20 de junio de 1500, estaba prohibido tomar esclavos en Indias,
aunque no introducirlos, se excluye la cabalgada. Entre los tripulantes aparece
Vasco Núñez de Balboa. Tocaron en Canarias, Cabo Verde y una Isla Verde,
identificada con Granada o Barbados, descubriendo las bocas del Magdalena y
Cartagena, hasta avistar Retrete. Pasaron por el Golfo de Uraba, donde Balboa
fundaría Antigua, 8 años después ("Historia de las Américas". VV.AA.
Coordinador: Luis Navarro V Centenario 1991).
[62] P.C T. IV. [63] Ibídem. [64] Ibídem. [65] Ibídem. [66]
Ibídem.
[67] R.A. doc. LIX.
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