Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de
MedinaSidonia
CAPITULO VI
EL DEVENIR DE UNA
CONQUISTA
Sobran indicios para afirmar que
el Temple, estuvo relacionado con la tierra del oro. Es probable que en los
archivos vaticanos, cerrados al investigador, aún en nuestros días, se
conserven pruebas documentales. Pero al no estar al alcance del común, hemos de
contentarnos con el infolio del proceso ignominioso, que acabó con la Orden y
poco más. Imposible negar o afirmar que los templarios tuviesen contacto con
Çipango y Canarias, hemos de suponer, a partir de indicios. Fundada la Orden en
Jerusalén, por el francés Hugo Paynes, inventó el hombre de uso múltiple. Los
caballeros construyeron navíos, controlaron puertos, armaron mercantes,
organizaron pesquerías y factorías de salazón, practicaron la trata e
inventaron el barco de pasajeros, al especializarse en el transporte de
peregrinos a la Meca. En tierra fueron expertos en regadío y ganadería,
hosteleros, creadores del parador, banqueros y muchas cosas más, odiándoles los
reyes por lo que tenían, pero más por lo que sabían.
Aprobado el proyecto de Paynes en
1119, por el rey cruzado Balduino, el embrión de la Orden fue alojado en la
mezquita de Omar o cúpula de la Roca. De planta octogonal, que sería seña de
identidad de la institución, imposible de no tener noticia de la "estrella
de los ochos", fueron vecinos del barrio de la Morla, conjunto religioso -
intelectual, creado por los Omeyas. Aprovechando un resto de población antigua,
los templarios sumaron conocimientos del Islam y la Kabala. Abiertos a judíos y
musulmanes, las censuras eclesiásticas les rozaron, en más de una ocasión. El
artículo 12º de la regla, transcripto por Alain Dumerger, apunta a relaciones
impías y lejanas: "si hay alguno que quiera entrar y unirse a la orden de
las partes de ultramar, no debéis considerar solamente el provecho temporal que
podáis alcanzar, si no también la salvación de su alma"[1]. Paynes redacto
el texto, inspirándose en San Bernardo. Al hacerlo en Jerusalén, es de suponer
que el término "ultramar", no se refería a Tierra Santa. Historia del
Cister, publicada en el Aragón del siglo XVII, recoge la regla, omitiendo la
palabra "ultramar" y toda alusión a conversos [2].
Con el texto bajo el brazo, el
fundador embarcó rumbo a Francia, en el 1127. Aprobado por Honorio II, en el
marco del Concilio Trecense, Paynes zarpó rumbo a un "ultramar", que
estaba a "occidente", donde coincidió con derrota de los almorávides
por los almohades, oficialmente admitida. Regresó por Escocia, siendo recibido
por el rey de Inglaterra. Le regaló oro y plata. Perdidos los Santos Lugares
para la cristiandad, el Temple conservó un último castillo, en tierra de
Palestina, hasta 1291. No habiendo razón para que los caballeros frecuentasen
el ultramar de las cruzadas, en 1294 los aduaneros de Apulia, recibieron orden
de no registrar los arcos y ballestas, que trajesen los barcos del Temple,
procedentes de "ultramar". El caballero catalán Roger de Flor, fallecido
en 1305, capaz de dirigir un barco a los 15 años, viajó repetidamente a
"ultramar", prestando en sus aguas servicios relevantes, a los navíos
del Emperador.
Carlos de Anjou fue "vicario
general de todos los países de ultramar y jefe supremo de todos los cristianos,
que estuviesen en ultramar, de las ordenes del Temple, del Hospital y de los
Alemanes". El tercio de las rentas de todas las caballerías, procedía de
aquella tierra. Felipe el Hermoso de Francia, quiso averiguar de donde sacaban su
oro los templarios. Y los cubrió de calumnias, creando el halo de misterio, que
aún les persigue. En el curso del proceso, el Gran Maestre, Esteban de Troyes,
declaró que en el capítulo de 1307, celebrado en París, "se decidió enviar
trescientos hermanos a ultramar". En 1308, la Encomienda de Escocia
proveyó de pescado salado, al ejército inglés[3]. En 1309, se desencadenó la
persecución, siendo erradicada la Orden por el Concilio de Vienne, de 1312. Se
dice que los caballeros castellanos se emboscaron en la de Calatrava, los
aragoneses en la de Montesa y los portugueses en la de Cristo, fundada por D.
Dionis, en 1320. En Andalucía se observa que pescadores y señores, más o menos
relacionados con el Temple, conservaron lazos de colaboración. Y contactos con "ultramar".
Habían desaparecido los barcos
del Temple del Golfo Grande, cuando el genovés Lancelotte Macello,
"descubrió" la isla de su nombre, en 1310 o 1312. Residió 20 años en
Lanzarote, avistando repetidamente Cabo de Bojador, sin atreverse a desembarcar,
por tener mala reputación el vecindario [4]. Mostrencas las Canarias, en 1344
Clemente V, papa de Avignon, otorgó la investidura de Príncipe de las
Fortunadas, "in partibur Africae", con la conquista de las islas y
tierras "adyacentes", a Luis de la Cerda, sin más obligación que la
de convertir a los naturales, adoradores del sol[5]. Nieto de Fernando de la
Cerda, el primogénito de Alfonso X, a quien birló el trono Sancho IV, hijo de
Alfonso de la Cerda y Mahalda de Francia, Luis casó con Leonor de Guzmán,
nacida del Guzmán el Bueno, que vino de Allén Mar. Llevó en dote el Puerto de
Santa María, comprado por el padre al almirante Micer Benito Zacarías, con el
cortijo del Alijar, tierra de pan llevar, uniendo al puerto el grano, que había
de llevar a la patria de origen. Muerto el flamante príncipe y sus dos varones
sin descendencia, el segundo ajusticiado, por seguir prematuramente a Enrique
de Trastamara, quedó por única heredera Isabel de la Cerda. Y vacas las
Fortunadas. Lo estaban 1393, cuando Enrique III fletó en Sevilla armada para
las Canarias [6], probablemente a iniciativa de la reina Catalina, hija de Juan
de Gante y nieta de Enrique III de Inglaterra, el socio de Alfonso X, en la
cruzada de "Alléns Mar".
Urbano V pensó conceder la
investidura de las Fortunadas, a dos ciudades de Barcelona, pero prefirió al
normando Bethancourt. Zarpó hacia las islas en 1402, llevando por obispo
provisional, al franciscano Fray Alonso de Barrameda, sobrenombre que pudiera
indicar el puerto de partida. Bethancourt conquistó Lanzarote y Fuerteventura,
siendo rechazado en Gran Canaria, por hueste de nación indeterminada. En 1403,
Enrique III hizo pregonar, en sus puertos, severa prohibición de acercarse a
las islas, sin licencia del normando, que empantanado en su conquista, embarcó
en busca de refuerzos, no sabemos si con destino a Francia o Castilla. Habiendo
avistado el Cabo de Bojador, sin acercarse de puro miedo, la tormenta le
arrastró a la costa. Le recibieron aborígenes acogedores, auxiliándole para que
pudiese continuar viaje. Murió en 1406, en su Normandía natal o a manos de
canarios.
Como cuantos reyes de Castilla se
interesaron por Poniente, Enrique III hizo la guerra a Portugal, arremetiendo
contra judíos y moros. En las cortes de Toro, celebradas en 1405, decretó que
los unos llevasen paño rojo en el hombro y los otros media luna azul, para que
los cristianos pudiesen reconocerles, eludiendo su trato [7]. Juan II tenía dos
años, cuando subió al trono, en 1407. Tutora y gobernadora la reina Catalina,
en 1412, según fuentes francesas, 1417 para las españolas, Mosén Rubín de
Bracamonte, que tenía en empeño los bienes de Jean de Bethancourt, como
garantía de préstamo, para conquistar las Canarias, le presentó en la corte.
Investido rey - vasallo de Castilla [8], emprendió operación, que afectó a los
Guzmanes, descendientes del nacido en Allén Mar.
El primer Conde de Niebla,
fallecido por 1396, dejó al tercero de sus hijos, una misteriosa "Isla de
Ardiles"[9]. La compró su hermano mayor, Enrique de Guzmán, que se llamó
"señor de las Islas de Canaria", entre 1415 y 1428. El título aparece
en escrituras públicas, de uso privado[10], pero no en documentos de la real
chancillería. En 1422, el segundo Bethancourt partió de Sevilla, conquistando
Fierro, Gomera, Palma y Tenerife. No desembarcó en Gran Canaria, por impedirlo
"10.000 hombres de pelea". Es probable que los encabezase el
portugués Fernando de Castro. Llegado a las islas por entonces, bautizó a
derecha e izquierda. Al comportarse como delegado de rey - propietario, excitó
las protestas de Juan II.
Por no cambiar la costumbre,
Bethancourt se instaló en Lanzarote, levantando casa de piedra seca y barro,
sobre restos de la fortaleza, que tuvo su predecesor. Domicilio social de
empresa, dedicada a la exportación de cueros, sebo y negros, saturado el
mercado sevillano, Jean vendió esclavos en Aragón y Francia. Amasada
considerable fortuna, traspasó el negocio a su sobrino Maciot de Bethancourt o
Mosén de Menaute, abandonando la vida en colonias. La presencia en las islas de
normandos, reyes vasallos de Castilla, no desanimó a los portugueses. En 1428,
Gil de Eanes tocó en Canarias, acopiando
cautivos, antes de alargarse al cabo de Naam, que no dobló, según dicen por
miedo a transmutarse en negro, si rebasaba las "marcas" de Guinea.
Enterados los vasallos de Maciot,
de que el bautismo les ponía a resguardo de la exportación, lo solicitaron a
una voz. De haber sido hombre de escrúpulos, el tratante hubiese perdido su
fuente de ingresos, pero al no inquietarle las cuestiones de fe, exportó
cristianos e idólatras indiscriminadamente, confiando en la falta de autoridad,
de una iglesia dividida. Liquidado el cisma de la bicefalia por Martín V,
nombró a D. Mendo obispo de Canarias. Enfrentado a Maciot, aprovechando que un Pedro
de Castilla pasaba a la corte, hizo saber a Juan II las complicaciones que le
acechaban, de saberse en Roma que uno de sus vasallos, convertía a los
cristianos, en mercancía. Con enredos sobrados a domicilio, a causa de su
amistad con Alvaro de Luna, el rey dotó a Pedro Barba de Cantos, de barcos y
gente de guerra, para que solventase el problema.
Al no conseguirlo por las malas,
Barba se avino a las buenas, pagando generosamente las islas, con condición de
que Maciot se largase por su pie. Se dice que pasando a Madeira, vendió el
archipiélago por partida doble, a dos señores que lo consideraban propio:
Enrique el Navegante y el Conde de Niebla[11]. Barba hizo lo propio por su
parte, apenas pisó Sevilla, comprando Fernán de Peraza, fiel ejecutor del rey,
casado con Inés de las Casas, que vivía en la collación sevillana de San
Vicente, pero no en casa de los Guzmanes[12]. Harto de los problemas que
creaban las Canarias, el de Niebla cedió sus derechos, en 1430, a Guillén de
las Casas, alguacil mayor de Sevilla, criado de su casa, si no testaferro[13].
Investido por Juan II como señor de las islas, fue a Lanzarote, encarcelando a
Maciot en Hierro. Enterado Enrique el Navegante, mandó armada para liberarle,
siendo reintegrado a su domicilio de Lanzarote.
En 1434, Gómez Pireis dobló el
cabo de Naam, sin mutarse, haciendo lugar frecuentado de Río de Oro. Baldaia,
que le acompañaba, pasó por Angra de Caballos, donde encontró al valenciano
Jacmes Ferrer[14], siguiendo a la Punta de la Galera, con intención de pescar
lobos marinos, mientras Antâo Gonçalves se presentaba en La Gomera. Aliados de
Portugal los naturales, le entregaron la isla, aceptando colaborar en la
conquista de Palma. Tomando refuerzos en Fuerteventura, Antâo inició guerra,
que hubo de abandonar, al comportarse como no debiera, expulsado por los
gomeros. Complicada la situación, Guillén de las Casas cedió su parte en
Canarias, a Fernán de Peraza, que conquistó Gran Canaria, perdiendo en la
empresa a su único varón, Guillén de Peraza[15].
Molesto por la intromisión
castellana, el infante D. Pedro, tutor de Alfonso V, concedió el quinto de las
Canarias e islas adyacentes, a Enrique el Navegante, prohibiendo a terceros
asomar por sus aguas, sin licencia del infante. Hombre realista, necesitado de
punto de aguaje para los pescadores, arrendatarios de sus pesquerías de
Bojador, Angra de los Ruivos y Río de Oro, compró Lanzarote a Maciot de
Bethancourt, en 20.000 reís de renta anual, situados en Madeira. No aceptó Juan
II tenerlo por señor en isla de Castilla, ni lo consintió Peraza. Ofuscado
Alfonso V, en 1449 desafió a todos los pontífices y a su colega castellano,
cediendo al Navegante el comercio de "Canarea e do Cabo do Bojador",
desde el Cabo de Cantín, mintiendo al decir que el tráfico estaba interrumpido,
desde hacía 30 años [16].
Muerto Fernán de Peraza, heredó
su hija Inés. Casada con Diego de Herrera, veinticuatro de Sevilla, en 1453, el
matrimonio estaba en "Valdeflores", lejos de Andalucía. Tomada
posesión de las Canarias, quedaron en las islas[17], aprovechando Enrique IV la
presencia de Herrera, "cuyas son las Islas de Canaria", para que la
tomase en su nombre, de las tierras y mares, que hubiese entre los cabos de
Aguer y Bojador, pues en opinión del Trastamara, pertenecían a la
"conquista" de Castilla[18], aunque Alfonso V pensase lo mismo, con
respecto a la de Portugal. En fuentes musulmanas, Herrera aparece tomando
posesión, en nombre propio, de Telder y Guardar, provincias de Marruecos, en
Berbería[19]; en las españolas, de Gran Canaria, en acto celebrado a 21 de
agosto de 1461, en presencia del obispo de Rubico y los príncipes locales
Telder y Galdar, que se repartían la isla, separando los reinos una muralla.
Iztaemistán, población del istmo con 6.000 habitantes, fortificada a la europea,
al decir de los conquistadores, estaba protegida por muralla de "piedra
seca", de estadio y medio de altura. Cerraba el valle de "sierra a
sierra". Documentado está que Herrera tomó posesión de las provincias del
Cabo de Aguer, en nombre de Enrique IV [20]. De las Canarias sólo hubiese
podido tomarla, como apoderado de su esposa, propietaria de las islas.
[1] "Auge y caída de los Templarios", Alain
Demurger.
[2] "Císter Militante en la Campaña de la Iglesia
contra la sarracena furia". Miguel Ramón Zapater, cronista del reino de
Aragón y de la Orden del Císter
Zaragoza 1662 Cap. VI, pág. 164.
[3] "Auge y caída de los Templarios". Alain
Demurger, "Císter Militante en la Campaña de la Iglesia contra la
sarracena furia" Miguel Ramón Zapater, cronista del reino de Aragón y de
la Orden del Císter Zaragoza 1662. Cap. VI.
[4] "Esclavos y sirvientes en las sociedades
mediterráneas durante la Edad Media". Jacques Heers. Ed. Alfons el
Magnanim (Valencia) 1989. "Historia de las
Américas". VV.AA. Coordinador Luis Navarro García. Ed.
500 Centenario Madrid 1991 pág. 309. T. 1º
[5] "Historia General de las Misiones" Barón de
Herión. 2 tomos. Barcelona 1863. R.A. doc. I. F.O. T. IIIº.
[6] "Crónica de Enrique III". Redactado el texto
en el siglo XV, a partir de crónicas anteriores, fue expurgado por los
Católicos y Felipe II, como las restantes crónicas. Acopladas al interés
político del momento, sirven, cuando mucho, como indicativo. En la obra
"Enrique III de Castilla", de Fernando Súarez Bilbao. Ed. "Corona
de España", se dice que llevó esta armada Gonzalo Pérez Martel. El cúmulo
de inexactitudes que contiene, impide prestar fiabilidad al dato.
[7] "Catálogo real y genealógico de España".
Rodrigo Méndez Silva. Madrid 1656, pág. 120. [8] Crónica de Juan II.
[9] ADMS. 913. La condesa viuda de Niebla, tuvo esclava
canaria y cristiana, papagayo, aljófar y paramento amarillo e
"indio".
[10] ADMS. 915. La venta de las Canarias al Conde de Niebla,
por Maciot de Bethancourt, está fechada a 15 de noviembre de 1418
("Historia de las Américas". Coordinador Luis Navarro García. V
Centenario 1991).
[11] Bernáldez ofrece versión original, sobre el incómodo
señorío de los Guzmanes: conquistadas las Canarias por
Mosén de Bethancourt, las vendió al padre del primer Duque
de Medina Sidonia, al que llama Juan Alonso, en lugar de Enrique. Este las
cedió a Fernán de Peraza, "que vivía con él", a cambio de
"ciertos lugares". Peraza fue acusado de no haber conquistado las
islas mayores, ni sido recibido por los "regimientos", de las tres
islas, a más de haber conseguido, "por halagos o como quier que fue",
hacerse tratar como rey, por todos los canarios (Bernáldez. Cap. XXV).
[12] ADMS. 717.
[13] ADMS. 1064. En 1435, Guillén ganó pleito contra la
corona, consiguiendo que los comitres pudiesen pasear armados por Sevilla.
ADMS. 2407. [14] "Crónica de Guinea". Zubara. "Historia de las
Américas" T.I.
[15] Casado Peraza con Inés de las Casas, al ser costumbre
cambiar de apellidos, cabe que este Guillén fuese, alternativamente, de Las
Casas y Peraza. [16] R.A. doc. II.
[17] SRGS. XI.1476.747. [18] ADMS. 4278.
[19] SRGS. XI.1476 Telde y Guardar o Galdar, están
documentadas como lugares de Gran Canaria (SRGS. XII.1490.20) y Berbería,
habiendo sido provincias de Marruecos.
[20] ADMS 4278.
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