Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de
MedinaSidonia
CAPITULO XIX
El Palos del
descubrimiento
Las relaciones con Allende,
buenas o malas, exigían disponer de navíos. Baja la costa del
"placel", obligados pescadores y mercaderes a pasar barras y remontar
ríos, el arqueo de los barcos, utilizados por los navegantes de Poniente,
oscilaba entre las 30 y las 45 toneladas.
Aptos a navegar a vela y remo, se
preferían de cubierta. En el siglo XIII, encontramos bergantines, galeotas y el
ballenell. En 1438, ballenell procedente de Berbería, entró en el Grau
valenciano, con "pescado salado, quesos y 16 cabezas de moro"[1]. Los
musulmanes navegaban en saetías, zabras y cárabos. En 1340, la armada del benimerín
Alboacen, rey de Fez y Marruecos, contaba con 80 velas [2]. Naos y carracas
frecuentaban los puertos de Europa y el Mediterráneo, acudiendo al Alfoz de
Saltes en busca de pescado, seco o en salmuera, que trocaban por paños, acero y
otros productos, escasos o de mala calidad en Castilla, acudiendo moros de
Berbería a los puertos de un Algarbe, que partía de Cabo de San Vicente,
terminando en la ribera del Guadalquivir.
Palos fue la Debla musulmana, de
donde zarpó cordobés, en el 889, cruzando el mar hasta Ard Majhoola, para
regresar con carga de oro y mercancías de precio. Conquistado o negociado el
reino de Niebla, en 1257, Alfonso X compensó al rey Abenmafot de la perdida,
con el señorío del Algarbe. Y a sus caballeros con heredades en el Aljarafe
sevillano. Según costumbre del Temple, los señores de Palos, que parecen
haberse sustituido a los maestres, cobraban el diezmo de la iglesia, nombrando
a los clérigos, sin intervención del obispo, pero a no a los justicias civiles,
elegidos por el común. Despoblada la aldea, Sancho IV concedió la "casa de
Palos", con olivares y huertas, a su almirante Pay Gómez Cherino,[3]. La
heredó su hija, Berenguela Gómez, que obtuvo privilegio de Fernando IV para
recibir 20 "excusados" o pobladores, exentos de pechos y derechos a
perpetuidad, salvo de la moneda forera. Casada con Alfonso Carro de Rueda, tuvo
una hija, esposa de Juan Roís, hijo de Ruí Ferrandes de Gibraleón, alcaide y
tirano de Niebla, que aprovechando la debilidad del infante D. Felipe, tutor de
Alfonso XI, construyó fortaleza en Palos.
Expulsado Roís de Niebla por las
bravas, los vecinos cayeron en desgracia, aprovechando Carro para segregar la
aldea de la jurisdicción, nombrando justicias y escribano. Perdonados los de
Niebla en 1331, los ediles se personaron, para quejarse del desafuero y de que
Carro admitiese por vecinos, a los desertores de la villa, amparando a
delincuentes, reclamados por la justicia. Les replico el señor, a la puerta de
la iglesia [4], que los castellanos eran libres de mudar el domicilio, cuando y
donde les parecía, pechando y sirviendo donde tenían "sus cabezas".
General la tendencia a dejar los lugares del rey, para alojarse en señorío, en
1332, temiendo la despoblación, Alfonso XI dio la vuelta a la ley. Por no
cometer desafuero, prohibió a señores, ordenes militares e Iglesia, recibir en
sus lugares, por vecinos, a desertores del realengo. Deslindados los términos
de Palos con Moguer, en 1333 sirvió de mojón mezquita en activo, pues de lo
contrario, se hubiese llamado de otra manera. En deslinde de 1395 aparece como
murallones, vestigio de "caserón", cuya función estaba olvidada [5].
A la muerte de Juan Alfonso
Carro, nieto de Alfón, el "castiello de Palos" fue subastado, por lo
mucho que debía al rey. Lo remató Pedro Ruiz Sarmiento, Adelantado Mayor de
Galicia, en lote de pueblos. Juan I volvería a comprarlo, para cumplir última
voluntad de su padre. Entre los partidarios de Enrique de Trastamara, figuró
Juan de la Cerda, señor de Huelva y Gibraleón. Al destaparse antes de hora, fue
ajusticiado por Pedro I, pasando sus bienes a la corona. En el trono Enrique
II, olvidó a Isabel de la Cerda, hermana y heredera del difunto, dando las
villas a su alguacil mayor en Sevilla, Alonso de Guzmán. Arrepentido en la
última hora, ordenó al hijo entregarlas a su legítima propietaria. Estando en
manos de Alvar Núñez, alguacil mayor como el padre, pero menor de edad, el
monarca aprovechó su debilidad, para darle Palos, con el lote de aldeas, a
cambio de las villas. Fallecido Alvar en 1391, Elvira de Ayala, tomó posesión
en 1395, como garantía de su dote.
Informada por los más ancianos de
usos y costumbres, supo que le correspondía el diezmo, el ancoraje de los
navíos y el portazgo del pescado, pagando la carga mayor 3 maravedís y la
"asnal" 12 dineros, siendo causa de la prosperidad de la villa y de
la presencia de Micer Melín de Negor, "mercador" genovés, debidamente
avecindado, privilegio de "ir a ballenación". Palos partía con
Niebla, más tarde con Almonte, por los "asientos" de Río de Oro,
poblado de pescadores y armadores. Alojados en mansiones, construidas en
madera, pagaban derechos por las jábegas, siendo libre la nansa y al curricán
[6]. Habituales del otro Río de Oro, al decaer la actividad, mediado el siglo
XVI, se trasladaron a Huelva.
Un conde de Plasencia sería señor
de Palos. Propietaria Isabel de Castañeda, de familia de Almirantes, casó con
el Conde de Cifuentes, Alfonso de Silva, alférez mayor del rey. En 1472, vendió
el "sexmo" de la villa a Pedro de Estúñiga, Conde de Miranda, rama a
la que perteneció Gonzalo de Estúñiga, alcaide y alcalde mayor, que controló el
lugar. Sintiéndose lesionados en sus derechos, Juan de Silva y hermanos
interpusieron demanda, que no hubiese tenido historia, de no esgrimirla Isabel,
para embargar su mitad de Palos, en 1475. Dos años más tarde, Juan de Silva
pidió que fuese levantado el embargo, siendo complacido. En 1478, Palos tenía
"seiscientos vesinos e moradores, sin la gente de la mar que continuamente
vyene". Consumían 1.200 cahíces de trigo al año "e dende arriba,
allende de los bizcochos, que los navíos han menester de contyno". Corto
el término y de alvinas, al no tener "labrantíos para sus
mantenimientos", el concejo pidió licencia para importar grano. Concedida
por la "gran continuación", con que servían "por la mar",
contra el "adversario de Portugal", cada vez que lo comprasen
jurarían no sacarlo por su puerto,"para tierra de moros ni para otros
reynos"[7].
En 1479, Fernando de Estúñiga
vendió a Enrique de Guzmán, una dozava parte de Palos, heredada de sus padres,
Pedro Alvarez Osorio, Conde de Trastamara y Elvira de Estuñiga. Quedaron al
clan, que era el de los Miranda, 5/12 y al de los Cifuentes, 6/12 o un
"sexmo". En 1485, barruntando que Isabel pretendía comprar, señores y
concejo codificaron usos, costumbres y privilegios, por el "bien" de
los vecinos, firmando el cuaderno de ordenanzas Pedro de Silva, Pedro de
Estúñiga y Enrique de Guzmán. Partiendo del principio de que "las armadas,
donde quiera que se hacen es daño de la tierra y de todo lo que de ella
procede", pueblo y señores "fallan que en yr los navíos de armada,
Dios nuestro señor es muy deservido, e las rentas de la villa sufren
detrimento". En consecuencia, quien saliese del Alfoz, con mercancías para
"rescatar", pagaría multa de 20.000 maravedís. Y de 5.000 el vecino
que embarcase. La villa fletaba carabela, para proteger a los pescadores, en
especial a su paso frente al estrecho. Transportaba las calderas de calafatear,
sal y algunas mercancías, cuyo rescate amortizaba el flete. También podían
armarse, "para servicio que a cualquiera de los señores de la villa
tocase", depositando previamente fianzas, a "satisfacción" de
los alcaldes mayores, a más de jurar, ante el Concejo, "que non faran mal
ni daño a los naturales de la tierra ni del Reyno, ni a las otras personas...,
por el mal y daño que puede venir a la villa", al hacerla objeto de
represalias [8].
Admitido que caso de desaparecer
los armazones de pesquería, "cesaría todo", el nacido en Palos tenía
derecho a "seda" o sitio, en carabela. Crecida la población y
obligados a emigrar sus hijos, para embarcarse en Puerto de Santo María y otros
puertos, la situación se declaró escandalosa, acordando cabildo y señores,
repartir el costo de ocho carabelas, entre los vecinos más pudientes, en
proporción al caudal, para garantizar puesto de trabajo a los naturales. Eran
los pescadores propietarios de la pesca, percibiendo el armador del barco la
"diezma", que "es diversa, según la pesquería esté lejos o
cerca.., quier sean costeras, quier vayan a viajes... E según el navío pequeño
o grande". La "pescada", sinónimo de bacalao, sábalo, cazón y
otras especies mayores, se subastaba a la baja, por docenas de trece, en el
"bodegón de la alota". Compraban mercaderes castellanos, pero sobre
todo ingleses y flamencos [9]. La sardina se cogía en la temporada y "al
cerco", tanto a poniente como a levante de la mar. La vendían en la
"alotilla" de la calzada, embarrilada o en montones, con el
"marisco" o especies de costa, ofrecidas en fresco, para el consumo
local [10].
Al no haber muelle, se cargaban y
descargaban los barcos, con ayuda de barcas, bateles y carros. El Bodegón de la
Alota, que estaba en el puerto, hacía las veces de aduana, sirviendo choza
inmediata, de grandes proporciones, de almacén auxiliar. Para comodidad de los
navegantes, había horno de pan y fuente. Prohibido a los vecinos practicar el
rescate, por evitar que la codicia, les indujese a extorsión, al no poder
cargar mercancías, lastraban con piedras. Aplicando la ley del mínimo esfuerzo,
dieron en arrancar el pavimento de la calzada. Suspendido el destrozo y
reparado el daño, cambiaron de cantera, emprendiéndola con el camino de los
molinos, en desuso porque al no haber sementera, importaban el trigo en harina.
Al resultar ventajoso adquirirlo al por mayor y en grano, se restauró el
"molinillo", haciendo molino "nuevo". Reconstruido el
empedrado, el castillo, inútil en la paz, sería la cantera. Importante el
ingreso por ancoraje de navíos, no era menor el de las salinas, propias de los
señores. Deficitarias y sin posibilidad de ampliación, los paleños compraban
sal en Huelva, donde tenían excedente. Del señorío olivar simbólico, cuya
aceituna recogían las muchachas casaderas, a título de prestación feudal, la
madera del pinar, también de los señores, se reservaba al reparo y construcción
de navíos. En Palos se pagaba impuesto de "gallinas", rareza en
Andalucía[11], dando idea de la población estante, a finales del XV, que el
obligado de la carnicería del Concejo, cortase al año, para el abasto, 110
vacas y 250 carneros[12], a más de lo que mataban particulares.
Visto que por muy reina que
fuese, para sacar marineros, tendría que convertirse en señora de la villa,
Isabel inició gestiones, para comprar la mitad de la jurisdicción. Vendedor el
clan de los Condes de Cifuentes, el Vicario General de la Orden de Santo
Domingo en Castilla, autorizó a María Gómez Silva y su hermana Leonor,
religiosas en el convento de Madre de Dios de Toledo, a solicitar de
"soror Petronila, superiora", reunión del capitulo, para "tratar
la venta" de los 2/12 de "la heredad, que el dicho monasterio
tiene... en el lugar de Palos, que es allende de la cibdat de Sevilla". La
aportaron las hermanas, en concepto de dote. Aprobada la propuesta, las
religiosas apoderaron a Pedro de Silva, propietario de otro dozavo y a Pedro de
Rojas, criado de Juan de Silva, que lo estaban para negociar la operación, por
el Conde de Cifuentes, Lope y Alonso de Silva[13], que completaban los 3/12
restantes.
La presencia en Trigueros, lugar
de Niebla, de Pedro de Mendoza, Cardenal de España, estuvo relacionada, sin
duda, con la compra de Palos. Documentada desde el 4 de diciembre de 1487, al
ser costumbre que el capitán mayor, designase el puerto del que zarpaba su
armada, se acordó hacer llegar a Colón a Castilla, antes de esta fecha. En el
secreto los Colones, en interrogatorio destinado a Fernando el Católico, de 3
de febrero de 1515, Diego afirma por boca de abogado, que "el almirante su
padre", pasó más de siete años, "suplicando a vuestra alteza... quel
descubriría las dichas Indias" y enjugando negativas, porque
"vuestras altesas lo tenyan por imposible y por cosa de burla"[14].
Incide Bartolomé Colón, diciendo haber acompañado a su hermano, la primera vez
que "solicitó", ante los reyes, para sufrir burlas, porque
"quería descubrir un mundo nuevo"[15]. Corroboró la versión un Andrés
del Corral, situando la entrevista en Madrid: declarada la empresa imposible,
por los expertos, el genovés prometió "que daría persona a la que
creyesen", mandando fraile francisco, al que los reyes
"creyeron"[16].
La elección de la orden, no
parece casual. Desde 1472, los Franciscanos tenía a su cargo, la conversión del
Africa "Atlántica". Fernando Colón trae al padre a Castilla, en 1486,
supuesto en el que abunda Fr. Bartolomé de las Casas. Situando el encuentro con
los monarcas en Alcalá de Henares, en enero de este año, le hacen permanecer en
la corte, hasta que en 1488, regresó despechado a Portugal. Rechazado
nuevamente por Juan II, renunció a tener reyes por mecenas, para buscar a un
grande. Según la leyenda, visitó a Enrique de Guzmán, en el otoño. No pudiendo
omitir la entrevista, el hagiógrafo de la casa, dice que criado antiguo,
escuchó del difunto Gómez de
León, que el genovés fue recibido
por el duque en Sevilla. Lo describe como natural del Milanesado, de "alto
ingenio, sin saber mucho de letras, astuto en el arte de la cosmografía".
Ofreció la conquista de Santo Domingo, pero al estar el andaluz ofuscado con
los reyes, remitió al visitante al Cardenal Pedro de Mendoza, pariente de la
duquesa.
Si damos por buena la anécdota,
habremos de admitir que lazos familiares inexistentes, no pudieron ser causa
del peloteo, pero sí haber sido Pedro de Mendoza fiador, en concierto firmado
en 1478, entre los Católicos y el de Medina. Contra la promesa de hacer la
guerra a Doña Juana, "mi sobrina", el Guzmán recibió seguro de que su
persona, familia, vasallos y bienes, serían respetados. En tal caso parece
lógico que la oferta de apropiarse de isla, propia de los Peraza, preocupase al
señor de las Islas del Cabo de Aguer. Del duque andaluz, se cuenta que Colón
pasó al castellano Medinaceli, visitándole en Puerto de Santa María, sin
perjuicio de que hubiese abandonado Andalucía, para no regresar, en 1487. La ausencia,
debidamente verificada, no es óbice para que se presente un La Cerda
entusiasta, que olvidando la abundancia de navíos y navegantes, presentes en su
villa, ofreció hacer barcos nuevos para el genovés, a condición de que saliese
del Guadalete. Rizando el rizo, corrió que en el archivo de Medinaceli, obraba
original de la carta, en que el duque hacía la oferta. Buscada en 1997, para
publicarla en facsímil, no se encontró, porque nadie se ocupó de hacer falso en
condiciones. Aparcado Colón, por la historia, en la fortaleza andaluza del La
Cerda, se le hace llegar a Santa Fe, en 1491, para responder a severo
interrogatorio, a cargo de Hernando de Talavera y Fray Diego Deza, según otros
de Pedro de Mendoza, Juan de Fonseca y un fray Antonio Marchena, conventual de
la Rábida, que no aparece en fuente documental alguna.
Conveniente posponer el
"descubrimiento", a la conquista de Granada, la negociación para la
compra de Palos, quedó "apuntamiento" de 1491, en el que los Silva
resumieron sus condiciones. Habiendo pagado Enrique de Guzmán 2.200.000 de
maravedís, por un dozavo de la jurisdicción, por un "sexmo",
condenado a devaluarse, querían "seis veces tanto", más 300.000
maravedís, por el de salinas, pinar, olivar, barca y molinos, construidos
después de 1479, con otros 300.000 sobre juros de la corona o deuda pública, a
repartir entre el convento toledano, donde estaban las Silva, Pedro y Lope de
Silva. Pagado el primer plazo a la firma de la escritura, el resto sería
liquidado en los dos años "venideros", corriendo por la corona
alcabala y otros impuestos. Para mayor seguridad, el Conde de Cifuentes
recibiría la fortaleza de Molina, con las tenencias del "que agora la
tiene" y derecho a retenerla, hasta hasta la liquidación del último
maravedí. A cambio de aceptar los Cifuentes, que la reina subastase las rentas,
en su nombre, antes de pagar, adquiriendo la mitad de la jurisdicción, por
"juro de heredat", habría de indemnizar, a los hermanos, con un
cuarto más, pagadero hasta la entrega del último pago. Siendo la operación
"ventajosa compra para sus altezas", Cifuentes hizo una última gatada
a los paleños. Perdida la vecindad con el señorío, los hermanos se reservaron
el derecho a comprar sal en sus salinas, al precio que pagaban los vecinos.
Según todos los indicios, Colón
debió ser presentado a los reyes por entonces, muy probablemente por genoveses,
de los que se movían en la corte, gozando de la real confianza. Capaz de
navegar sin marearse, técnico en Biblia, como "mercader de libros de
estampa", profesión que ejerció en Lisboa, según Bernáldez, enterado en
cosmografía teórica, de labia fácil y edad adecuada para "descubrir",
por haber rebasado la cuarentena, le favoreció su condición de extranjero y
desconocido. Cúspide visible de la pirámide jurídico - política, que habría de
justificar el derecho de Castilla, a las Indias, llamado a ser figura
publicitaria, no tener amigos ni parientes, le restaba peligrosidad, pudiendo
los reyes quitarle el poder que le diesen, tanto en lo económico como en lo
político, cuando les viniese en gana, sin temor a contestación. Al carecer de
biografía, como cuantos adquieren notoriedad, en la edad madura, los autores le
prestan pasados, más o menos contradictorios. Común el apellido Colón, pues lo
encontramos en Italia, Francia y los reinos de España[17], el misterio que
rodea al lugar de nacimiento del ídolo, magnifica el mito, probándolo los ríos
de tinta inútil, que ha hecho correr.
Rodrigo Méndez Silva,
genealogista del siglo XVII, le hace tataranieto de Ferreiro Colombo, señor del
castillo de Cuçarp[18], sin relacionarlo con el corsario, cuyo contrapariente
Micheloto, "sobrino de la mujer de Colón.., vasallo e súbdito" del
rey de Francia, está documentado, porque hundió el barco de Pedro de Aday, en
1487, en el surgidero de Deauville, camino de "Unflor"[19]. Otros
identifican al "descubridor", con el capitán de Luis XI. O le hacen
su hijo. Sin relevancia el posible ramalazo judío de Cristóbal, al que se
refiere la historiografía moderna, los más optan por traerle al mundo en
Savona, en 1451, en familia de tejedores de lana, con tienda en Génova.
Asociando al comercio del padre por 1470, emancipado en 1476, suponen que
navegó por cuenta de Spinola y De Negro, homónimo de humilde propietario de
carraca, que en 1492, se arrendaba con su barco [20]. Cuentan que viajando como
factor de ambos, el que le llevaba fue hundido por franceses, frente al Cabo
San Vicente. Se salvó nadando hasta la costa, haciendo romántica entrada en
Portugal, que le valió la factoría de Lisboa. En 1477 pasó a Inglaterra, al
servicio de los mismo patronos. Fue a Thule con mercaderes de Brístol, llevando
el costo a los pescadores de la costa de Bacalaos. Y contempló mares helados
con buen tiempo, pues no le atraparon los hielos. Se supone que visitó Santo Domingo,
impulsado por la tormenta. Indefensa la isla, concibió la idea de conquistarla.
La expuso ante el rey de Inglaterra, que no le atendió, llevándole la decepción
a las Azores, donde soñó con un poniente, del que regresaban navegantes, con la
bolsa repleta. Comprador de azúcar, en Madeira los encontró de partida, dando
en aquel destino el braguetazo, al casar, en 1479 con una Perestrello, hermana
del gobernador de Porto Santo. En barcos del cuñado, viajó a la Mina de Guinea,
midiendo la equinoccial, para corregir error superior al grado. En la posesión
portuguesa nació Diego, el hijo que llevó a Italia, donde regresó, llamado por
un pleito [21]
Bartolomé de las Casas incide,
haciendo genovés a Colón, para sacarle de Madeira, por muy distinto camino. Tras
presentarle como gran marino, se limita a embarcarle como pasajero,
actualizando en su honor, la leyenda del hallazgo de la Mina. La atribuye a
navegante castellano, que arribó a Madeira, destrozado y perdido. Acogido por
el "descubridor", murió en su casa, legando al anfitrión, croquis del
periplo. Con tan preciada información, Colón pasó a Lisboa, ofreciéndola a Juan
II, a cambió de medios, para hacer el viaje. Despachado con cajas destempladas,
quedó aparcado en la ciudad. Conversó con viajeros, que iban y venían en barcos
del rey, prosperando a costa del Poniente. Y vivió de imprimir incunables. Con
entrada en la biblioteca real, por la profesión, se supone que topó con la
carta de Toscanelli. Copiada en las guardas de "Descripción de Asia",
de Eneas Silvio, corrió a Castilla, con su secreto, asombrando a Salvador de
Madariaga que las islas, descubiertas en el primer viaje, coincidiesen en
longitud, latitud y perfiles, con las dibujadas por el italiano.
Estando el
"descubridor" en la corte o a punto de aparecer, el jerezano Pedro
Patiño,
presente en el "real que nos
tovimos sobre la cibdad de Granada", quiso "hacer la guerra a los
moros de Allende", por traer algunos negros. Debidamente autorizado, por
ser conveniente actualizar la información, armó carabela en Puerto de Santa
María, llevando por adalid o capitán de tierra, a Juan de Olmedo, de Puerto
Real. Localizado "aduar[22] de moros, que era cosa que sin ningún peligro
se podía hacer", lo dejaron "tentado e espiado", con intención
de volver, dotados de transporte. "En diferente paraje", por no
ahuyentar a la presa, saltaron 30 cristianos, cargando "diez ánimas de
moros", que amortizasen la travesía. Retirado Patiño en su casa de Jerez,
a la espera de buen tiempo para regresar, supo que Olmedo, con "cobdicia
de lo que había espiado", se preparaba a cosecharlo. El socio capitalista
acudió al juez, que ordenó al adalid aguardarle, pero en crisis la autoridad,
por imperar el autoritarismo, Olmedo hizo lo que le parecía: "dis que es
ydo agora hazer la dicha cavalgada"[23]. Inmensa la costa inmensa, Olmedo
no se topó con las carabelas de Colón.
La entrega de Granada a los
Católicos, tuvo lugar el 2 de enero de 1492. Fue consecuencia de luchas
internas entre moros. Y de acuerdo civilizado, pues medió promesa de respeto,
hacia el credo y costumbres de los vecinos. Llamado a la corte Alonso Fernández
de Lugo, el 19 de febrero, le fue concedido donadio en Gran Canaria, por los
servicios y dineros prestados, en especial para la conquista de Palma [24]. A
31 de marzo, incluyendo en el encabezamiento la corona de las Islas de Canaria,
los monarcas decretaron la expulsión de los judíos [25]. Obligados a dejar el
reino, antes de que terminase julio, los más escogieron el de Fez, "en
Africa", por tierra de asilo. Regulares las comunicaciones con Lisboa, a
partir de marzo, Juan II les permitió residir 6 meses en su reino, pagando un
cruzado por cabeza[26], a la espera de transporte, para ir "allende a la
cibdad de Fez", donde iban a parar los cautivos cristianos, llevados a
Berbería[27].
Si nos atenemos al testimonio de
quienes vivieron los hechos, Colón debió aparecer por entonces en Granada. En
la corte, ante los "cavalleros y otras personas", puso "en
plática" la idea de "descobrir", prometiendo entregar Tierra
Firme, a la corona de Castilla. Experimentados por derrota reciente, los
presentes le "bolaron" la palabra, no siendo "acogida, más que
antes fazían burla de su razón", porque "se avía provado e puesto
navíos en la buscar, e que todo era un poco de ayre"[28]. De conocer el
acuerdo de los Católicos, con Rodrigo Borgia, es probable que la actitud de los
cortesanos, hubiese sido diferente. Estando en las últimas Inocencio VIII, la
prudencia aconsejaba tener a mano sujeto, que llevase el peso de la
representación. Adecuado Colón, a juicio de los reyes, no lo era al del paleño,
García Gallego: "si algún caudal, crédito o aparejo tuviera, no viniera a
Castilla", pues "se fuera a facer el dicho descubrimiento, en nombre
del rey de Portugal"[29]. En el pueblo sabían que el genovés abandonó
Lisboa, porque Juan II "lo había echado y despedido mal"[30], siendo
muchos los que se felicitaron, cuando se dijo que Fernando, se oponía a la
aventura, "porque se decía de cierto, que no había tierra"[31] por
descubrir.
Según García Fernández, físico de
Palos, experto en cosmografía e inventor del preludio de la leyenda colombina,
despedido de Granada, Colón tomó el camino de Huelva, con intención de dejar a
Diego, en casa de un tal Mulyar, casado con hermana de su mujer. Omitiendo fuente
cristalina, sita en las inmediaciones del convento, supone que se acercó a la
portería de la Rábida, pidiendo de por Dios, agua y pan para el niño. Teniendo
los frailes hospital y hostería, abierta a los caminantes, no faltando en la
región extranjeros, estantes y residentes, es de suponer que los religiosos,
estaban acostumbrados a frecuentar genoveses. Sin embargo Fray Juan Pérez,
"ya difunto", que "acertó a pasar", sintió que la
curiosidad la picaba, al escuchar acento de Génova. Cruzadas las primeras
palabras con Colón, el religioso convocó a García Fernández, para conferenciar
"todos tres"[32]. Del relato se deduce, que el genovés tenía orden de
pasar por la Rábida. Y Fr. Juan de explorarle.
Terminado el palabreo, el clérigo
escribió a la reina, siendo portador de la carta, el lepero Sebastián
Rodríguez, piloto experto que la entregó en mano, para contestar a las
preguntas de Isabel[33]. La respuesta llegó a los 14 días. El
"descubridor" y su hijo quedarían "en seguridad", en el
convento, mientras el clérigo iba a Granada, a tratar la cuestión de palabra
[34]. Vocación tardía, pues trabajo muchos años en la corte, como
"mozo" en la "oficina de contadores", confesor de la reina,
aunque quizá nunca escuchó sus pecados[35], el pueblo achacó al astrólogo,
"que estaba por guardián" en La Rábida[36], haber inspirado
"descubrimiento", que arruinó al lugar y su comarca, sin perjuicio de
que declarasen, de puertas a fuera, que fue obra "de gran
satisfacción" para Dios, porque puso a los naturales de Indias en vías de
conversión, servicio compensado por el Altísimo, "con grandes
riquezas"[37].
Colón y el fraile buscaron
cabalgadura. Oliéndose el pueblo lo que fraguaban, no la encontraron en Palos.
La facilitó Juan Rodríguez, acemilero de Moguer, confesando más tarde que sus
paisanos le "culpaban.., por haber dado la mula", que llevó al fraile
a Granada, para "negociar" la empresa de "descubrir las dichas
Indias", que tenían "por vana"[38]. Partió el franciscano
"secretamente", al filo de media noche[39]. En la corte, acordó con
la reina dar tres velas al genovés, para "faser verdad su palabra".
Estando en Granada el armador Diego Prieto[40], llevó a Palos 20.000 maravedís
en florines, de parte de la reina, para entregarlos a García Fernández, con encargo
de vestir "decentemente" a Colón, comprarle una
"vestezuela", para el camino y entregarle el remanente, como dinero
de bolsillo[41]. Partió el forastero de Palos. Y el pueblo achacó a Fray Juan,
la llamada de la reina.
Examinado por Rodrigo Maldonado,
miembro del consejo, arzobispo de Granada y más tarde prior del Prado, el
arzobispo de Sevilla, cónclave de sabios, letrados y marinos, requeridos para
que lo "platicasen, por ver si traya camino lo que decía", sólo votó
a favor Juan de Cabrero, camarero de los reyes, probablemente informado de lo
que se cocía: se debía "mandar" hacer "esta experiencia",
arriesgando "alguna cantidad", pues de "descubrirse" las
Indias, el beneficio sería importante. En las calles de Granada, comentaron la
originalidad de querer descubrir "tierra nueva"[42], aludiendo a
"ciertas capitulaciones" y "privilegios sobre ello"[43]. Y
se supo que la reina dio al "descubridor" un cuento de maravedís,
cantidad sobrada para pagar tres velas [44]. Alonso de Valencia escuchó que
Colón fue en busca de dinero, para descubrir "las Antillas, que agora son
e se llaman, las Indias del mar Océano"[45].
[1] En 1421, Alfonso V compró un
ballenel en Valencia, por 495 libras, al parecer por consejo de criado del
Conde de Niebla. Cargaba más de 40 personas. "Valencia Puerto
Mediterráneo". Jacqueline Guiral Hadziiossif.
[2] "Esclavos y sirvientes
en las sociedades mediterráneas durante la Edad Media". Jacques Heers.
[3] Varios almirantes tuvieron
señorío costero. A Ramón Bonifaz sucediero Roy López de Mendoza, Pedro Martínez
de Fe y Pedro de la Vega, que fue señor de la Casa de la Vega, en Asturias de
Santillana. Su sucesor, Pay Gómez Cherino, tuvo Palos; el genovés Micer Benito
Zacarías, Puerto de Santa María, Juan Mathe de Luna, almirante bajo Fernando
IV, Huelva, concedida posteriormente, por el mismo rey, a Diego de Haro, señor
de Vizcaya; Ferrant Pérez, almirante con Juan Mathe en 1297, Medina Sidonia,
que alcanzaba la Foz del Barbate; Alfonso Jufre Tenorio, Almirante bajo Alfonso
XI, Moguer. Alvar Núñez de Guzmán, otra vez
Palos y los Enríquez, Tarifa.
[4] ADMS. 734. Probablemente la
de San Jorge. Se achaca su fundación a los Condes de Miranda, fechándola en
1473, pero la estructura de templo fortificado, apunta al periodo templario. Es
probable que la intervención de los Miranda, quedase en los aditamentos
góticos.
[5] ADMS.
763/734.
[6] ADMS.
734.
[7] SRGS.
VII.1490.85.
[8] ADMS. 734. En las reglas de la
cofradía de San Martín de la Mar, radicada en Santander, que aprobó Juan II, armadores y
tripulantes debían jurar que no harían daño a los aliados y amigos de la
corona, depositando fianzas ante el cabildo. De no cubrir sus bienes el daño
causado, el lugar de donde fuesen originarios, sería responsable subsidiario,
en su conjunto. Los cántabros frecuentaban los bancos de pescada de Bacalaos.
No el "Reyno" (SRGS. IV.1475.385). [9] ADMS. 734.
[10] Ibídem. [11] Ibídem. [12]
Ibídem.
[13] Simancas. P.R. 35.5. [14] P.
C. T. II.
[15] P.C. T III. [16] Ibídem.
[17] Un Bartolomé Colón pagaba
alcabala en Puebla de Guzmán, en 1503. La castellana Margarita Colón está
documentada en 1489, porque tuvo con clérigo hijo, legitimado por los Católicos
(SRGS. I.1489.49).
[18] SRGS. XI.1483.107.
[19] SRGS. V.1489.85. [20] SRGS.
VI.1492.99.
[21] "Historia de las
Américas". T. I. VV.AA. Coordinador Luis Navarro Garcia. V centenario
1991. Fr. Bartolmé de las Casas.
[22] En 1634 había aduar de moros
alrededor de fortaleza, hecha por el xarife Abdelmalec, en la boca del río Ajer
o Aguer. (ADMS 2416).
[23] SRGS. VII.1492.162. [24] SRGS.
II.1496.1.
[25] Las razones esgrimidas en el
decreto, reflejan la mentalidad de la España eterna: "quando algund grave
e detestable crimen es cometido por algunos de algún colegio et universidades,
razón es que tal colegio y universidad sean disolvidos y anichilados, e los
mayores por los menores e los unos por los otros punidos, e que aquellos que
pervierten el bien e onesto bivir e las cibdades e villas e que por contageor
pueden dañar a los otros, sean expelidos de los pueblos y aun por otras más liebes
cabsas que sean en daño de la República, quanto más por el mayor de los
crímenes e más peligroso, como lo es este". Se refiere al de generar
ideas, no pensadas o no deseadas por el poder.
[26] Bernáldez cap. CXIII. RSGS X.1492.53.
[27] SRGS.
V.1495.271/ IX.1492.66. [28] P.C. T. IV/T. I.
[29] P.C.
T. VIII. [30] Ibídem.
[31] P.C.
T. III. [32] P.C. T. IV. [33] P.C. T. IV. [34] Ibídem. [35] Ibídem.
[36] P.C.
T. VIII. [37] Ibídem.
[38] P.C.
T. III. [39] P.C. T. IV.
[40] Sin duda Diego Rodríguez Prieto. [41] P.C. T. IV.
[42] P.C. T. VIII. [43] P.C. T. III. [44] P.C. T. VIII. [45]
Ibídem.
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