Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de
MedinaSidonia
CAPITULO XXV
EL CUARTO VIAJE en noviembre de 1501
El cuarto viajee n noviembre de
1501, los monarcas ordenaron al comendador Bobadilla, que devolviese a Colón
sus libros de cuentas, "ropa", piedras que trajo del nacimiento del
oro, dos yeguas con sus crías, compradas a labrador en Indias, caballo nacido
en su casa y otro adquirido de Gorvalán[1]. Restablecido en su derecho a la
décima del quinto de la corona, le fue perdonado lo que hubiese debido pagar
por "los ganados, que de acá se han llevado, a nuestra costa", siendo
autorizado a cortar 111 quintales de brasil al año, para financiar sus
poblaciones [2]. Recuperada la gracia real, recibió orden de fletar nueva
armada, siendo firmadas las instrucciones, el 14 de febrero de 1502. No aparece
prohibición de tocar en La Española, ni alusión a la de Monte Juan. Con
respecto a la de Santo Domingo, encontramos recomendación de no remolonear:
para que en "este viaje a que agora vays, no se pierda tiempo
alguno", no haría escala en la isla a la ida, pudiendo "bolver por
allí de pasada, para deteneros poco". Necesario justificar la tarascada de
Saca, sin exhibir la bula alejandrina, los monarcas estaban impacientes, por
conocer el resultado del viaje.
Suficientes las complicaciones,
se advirtió al Almirante que siendo "vuestra ida hasia poniente, y que
avemos sabydo su yda hasia Levante", si encontraba en ruta a capitán de
Manuel I, debía saludarle correctamente, evitando provocaciones, pues el
descubrimiento debía continuar disociado, de la guerra de Fernández de Lugo.
Habiendo posibilidad de que la otra parte, adoptase actitud menos civilizada,
llevaría artillería y pólvora suficiente, para salir con bien de apuros.
Evidente que Colón conocía la tierra, la petición de dos intérpretes de lengua
arábiga, es indicio de que en Indias, fue vehículo de entendimiento. Prometió
la reina mandarlos, si los encontraban, pero advirtió que su falta, no habría
de retrasar la partida [3], reconociendo escasez de áraboparlantes, sospechosa
estando a menos de diez años, de la caída de Granada.
La causa oficial del "alto
viaje", como lo llamó Colón [4], fue completar la "escritura"
cartográfica de Indias, incluyendo "costado de Tierra Firme", por el
que litigaba el rey Portugal [5], sin sospechar que la cuestión había sido
solventada, a espaldas de Juan II, por la vía arbitraria de la
"Intecaetera". En esta ocasión, el Almirante fue con la familia.
Bartolomé y Diego, con salario de la corona, que no disfrutó Fernando, niño sin
utilidad [6]. Se dice que llevaron 4 carabelas [7], pero se nombran tres: la
Bermuda, en la que viajó Colón, la Gallega y la Vizcaína. Fletadas en el río
"de Sevilla", en abril de 1502, pasaron por la aduana de Cádiz [8]
para cumplimentar trámites, antes de hacerse a la mar, como en 1497. Excelente
el tiempo, en cuatro días estaban en Canarias, según Bernáldez, tardando 16 en
arribar a una isla, que pudo ser Dominica, Martinino o Guadalupe. Fiel seguidor
de lo políticamente correcto, el funcionario Francisco de Porras, cuenta que en
el "paraje" de la Española, Francisco de Bobadilla recibió a Colón en
la mar, para recordarle la prohibición de pisarla. Contradictorios los
testigos, parecen mezclar recuerdos de diferentes navegaciones, en el contexto
de una geografía confusa, por estar sometida a evolución fulgurante. Para
Gonzalo Díaz, partiendo de "España que es la Oropa", siguieron por el
"mar Oçéano" a la isla de Sant Juan, donde bajaron a tierra. Por la
Española y Jamayca, "corrieron al sud sudueste, en busca del Asia",
encontrando Guanasa [9]; Pedro Ledesma, piloto en la Vizcaína, habló de escala
en Santo Domingo[10].
Al decir de Martín de Arriera,
"fueron a dar mar adelante en Gran Canaria y de allí... a Santo Domingo,
que está en la Española", siguiendo por Jardines, donde no se anegaron de
milagro [11]. Diego Martín Barranco, recordaba que embarcó en Sevilla. De Cádiz
atravesaron a la plaza portuguesa de Arzila [12], siguiendo a Gran Canaria.
Escogida Martinino, "que es hacia levante de Guadalupe", para hacer
agua y leña, ancoraron en San Juan. Tomando "la vuelta de Santo
Domingo", costearon Jamaica: "de allí fueron a dar a otra isla, en
medio de la Mar Pequeña, que no sabe su nombre"[13]. El tonelero sevillano
Juan Noya, mezcla rumores: fueron "al socorro de Tánger e Arzila, que
estaba cercado de moros". Breve la escala, siguieron a la "ysla de la
Gran Canaria", para ir "derecho a las Indias", pasando por
Guadalupe, San Juan y la Española. No desembarcaron en Santo Domingo, por
impedirlo el comendador de Lares, haciendo aguada en el puerto de las Beatas o
las Islas Anegadas, en la misma isla [14].
Rodrigo Mazorro dijo que
despedidos de la Española, pasaron por el Jardín de la Reina, "que le
dijeron Anegada", atravesando a Guanasa [15]. Vicente Yáñez no participó
en el viaje, pero al ser buen conocedor de la costa, lo reconstruyó de oídas:
descubierto el sur de Aheti y Beata, fueron al puerto de Acua y a unas islas
despobladas, tocando en Cuba y Guanasa [16], donde entraron con vigías
"encima del mástil, mirando por el fondo si podían andar". Carabela
adelantada "sabordó", permaneciendo "quedas" las restantes,
a la espera de que bajasen los del batel, "a ver qué tierra era e si
pudieran haber lengua", encontrando la del indio Yumbera [17]. Es probable
que el "gran presente" de oro, ofrecido a los Colones, no fuese gesto
amistoso, si no rescate, a cambio de la libertad de "Yumbe"[18]. En
carta fechada en Jamaica, que se atribuye a Colón, se dice que tras navegar
contra corriente, desde la Española, tardó 60 días en recorrer 70 leguas,
batiendo el récord de lentitud. En Guanasa reclutaron a dos indios
"principales", a título de guías, que en el curso de la travesía,
hablaron de Ciguare: "era de mucho oro", había feria y mercado,
frecuentando la costa naos con bombardas, en las que iban caballos y jinetes.
Peleaban protegidos por corazas, retirándose a la puesta del sol a sus tiendas,
donde lucían ricas vestiduras. Estaba a 9 jornadas o singladuras de donde se
encontraban y a 19 días del gran río. No sospechando que Alonso Fernández de
Lugo,
hacía la guerra por aquella
parte, Colón se creyó a dos semanas del Ganges[19].
Juan Quintero Príncipe se
equivoca, al decir que Colón "dejó los navíos en Guanasa,
perdidos"[20]. De la isla salió con la armada completa, corriendo 12
leguas vía sud sudoeste, "en busca de Asya, que es en la Tierra
Firme"[21]. Bautizó a la "gran furna o baya", donde fueron a
parar, con el nombre de "Caxinas, porque había muchas",[22]. "En
lengua de Indios" se llamaba "Maya"[23], sin perjuicio de que
tanto Fernández de Oviedo, como los mapas antiguos, la llamen golfo "de
Cartago". "Había oro", pero al ser "isla... de muchos
baxos.., no fueron por no perder los navíos"[24]. Según Pedro
Coronel,[25], era la primera tierra de "indios", ignorando si eran
judíos[26]. Se tomó posesión el día del Corpus, plantando cruz "frente a
una isleta, que se dice Guanasa"[27], lo cual es virtualmente imposible,
de no haber dos islas con el mismo nombre. Vicente Yáñez puntualiza: bahía y
provincia pertenecían al Cacique Camarón, "que es al principio de la
sierra". Más adelante viraron a oriente [28], encontrando un cabo. El
Almirante lo llamó Gracias a Dios [29]. Antes de mojar en puerto Çerabaro,
entraron en "tierra de Canarias"[30], navegando al "leste
subeste"[31]. En Guanajes, al fondo del golfo de Honduras, saltó Bartolomé
Colón[32], pendón al viento[33]. Realizado el acto protocolario, siguieron a
"Burena"[34]. Pedro de Ledesma recordaba que de Maya siguieron al
sudeste, llevando la costa a la izquierda, por ir a Catay, es decir, Catayo o
Méjico. Se detuvieron [35], rescatando algo de oro[36]. Moreno recuerda
"hombre principal.., que se decía Cuçaro", al que subieron a
bordo[37]. Más modernamente, se introdujo el topónimo "Honduras", que
se continuaba en la tierra de Caria [38].
Siempre en las Canarias,
siguieron a la provincia de Çobrava, mojando "en unos puertos
buenos". Los indios se acercaban en canoas, juntándose más de 80. Ofrecían
oro, sin manifestar temor. Colón prohibió rescatarlo, por confiar a una
población, que recelaba de la codicia del blanco. El Cacique Quemado,
desfigurado por profundas cicatrices, en la cara y un brazo, impidió a los
castellanos desembarcar en Cateba [39]. Llegado a Uriva, el Almirante cedió a
la tentación, cambiando 3 docenas de cascabeles, por 90 marcos de oro [40].
Otros sitúan el truque en Catay. Temiendo críticas, algunos achacan el oro a
regalo. En Veragua los castellanos vieron "mayor señal de oro" que en
otras partes [41], por lo que la toma de posesión, revistió solemnidad
extraordinaria. El Almirante saltó a tierra, con "bandera tendida...
pendones y trompetas". Cortó "árboles" con la espada y tomó la
azada para cavar [42]. Otros hacen protagonista a Bartolomé[43]. Declarante en
1536, Rodríguez Simón adorna la historia, sumando a las cruces, levantadas en
honor al Altísimo, horcas que simbolizaban la autoridad real, añadiendo
escribano mayor a la armada, al que hace levantar acta vistosa[44], cerrando la
jornada misa bajo las velas, con las que formaron "señal de iglesia".
Ofició el franciscano Juan Martinelo, natural de Palos [45].
El imaginativo Ramiro Ramírez
relató suceso, que recogen con fruición, los hagiógrafos de la historia:
Capturadas dos mozas, Colón las hizo subir a bordo, devolviéndolas a la playa
vestidas, calzadas y "sin hacerles desaguisado". Recuperadas por sus
convecinos, que regresaban con refuerzos, las desnudaron a vista de los
castellanos, oliendo la ropa, antes de abandonarla[46], quizá para poder
aventar a los conquistadores, sin incurrir en error. Puede que Rodrigo de
Escobar fuese uno de los intérpretes de lengua arábiga, pedidos por Colón, pues
se encargó de enseñar perlas a indios, preguntándoles si las había. Callando
que las criaba la costa del Pacífico, probaron conocer la tierra, señalando
hacia Paria[47]. Francisco Farias no se entretuvo en curiosear. Prefirió
acopiar oro en las minas, en compañía de Francisco de Porras [48]. Importante
la riqueza, Colón quiso hacer fuerte, donde quedaría Bartolomé, con 120
hombres, a la espera de pobladores. Alterados los indios "en ver tomar
posesión en su tierra", las dos barcas que mandó Colón río arriba [49],
fueron atacadas. Dejaron un superviviente, para que lo contase [50].
El desaguisado pudo ser respuesta
a desafuero, cometido por Bartolomé Colón. Habiendo capturado canoa "con
muchas cosas y gente", los castellanos se quedaron con el indio Yunbera
[51]. Llamado igual que el de Guanasa, era señor local, según el piloto Gonzalo
Díaz [52]. Juan Moreno lo describe como "un viejo cano". Es probable
que los regalos ofrecidos a los Colones, tuviesen, por segunda vez, carácter de
rescate [53]. La captura, seguida de bautismo, excitó el mal humor de los
aborígenes. Comprendiendo el mensaje, Colón "se levantó" del río
[54]. Costa abajo pasó la barra del Belén [55], entrando en Puerto Gordo, antes
llamado Xebra, poniendo la Gallega "a monte"[56]. Cambiante la
estación y el nivel del río, el barco quedó en la ensenada, pues "no lo
pudo sacar", al bajar las aguas [57]. En 1510, Bartolomé del Caso,
poblador de Nicuesa en el río Veragua, navegaba con Diego Martín de Cabrera
[58], que "tenia mucha noticia de la tierra y les decía a los que allí
yvan, los nombres de los ríos y los puertos". Al entrar en Belén reconoció
la Gallega, en el "costado" de navío abandonado. Sacaron el ancla
[59], para llevarla a la nueva población.
La Vizcaína se anegó en "Bel
Puerto", por culpa de la broma [60], naufragio que olvidaron su piloto,
capitán y contramaestre [61]. Mermada la armadilla, estuvieron en el "Río
Lagartos"[62], bajando "hasta juntar con el Darién"[63]. En
Retrete [64], rada pequeña, entre peñas, a 10 leguas del golfo de Uraba, los
marineros descubrieron "señales" de haber estado Colón [65]. Quiso el
Almirante detenerse, pero los naturales se le vinieron encima. Hubo muertos
entre los castellanos y se refugiaron en islas bajas y despobladas, que estaban
a una legua de la costa, a 13º y 1/2 grados de latitud. El Almirante las llamó
Barvas [66]. Según otros fueron de "Velpuerto", a la isla de Cetiba.
La versión oficial les hace
regresar de Retrete a Veragua, aparcándoles en el río durante cuatro meses, a
la espera de que cesasen las lluvias. La crecida les sacó a la mar bruscamente,
volviendo Colón al fondeadero. Terminado "el invierno", salieron con
las quillas rozando el limo de la barra, porque acabadas las lluvias, bajó el
caudal.
Al decir de los presentes,
estando en Retrete o las Barvas, que en esto no hay acuerdo, agotada la
despensa, desfallecidos los tripulantes, Colón renunció a "pasar
adelante"[67], puntualizando Moreno que a 30 leguas del Darién, "se
volvieron, porque los navíos hacían mucho agua. y se les iban al
fondo"[68]. Lo confirma Pedro Coronel: "se despidieron de Tierra
Firme", porque los navíos "no se podían sostener, que se les anegaban
de broma", cruzando el Caribe con tres bombas achicando, por carabela[69].
El piloto Gonzalo Díaz, redunda en la emergencia: creyó que "iba a la
Española, porque los navíos iban mal acondicionados y tenían necesidad de
repararlos y así vinieron a reconocer Cuba y fueron a Jamaica"[70]. No
parece que los tripulantes se alarmasen a la ida, pero el pánico cundió a la
vuelta, con razón sobrada. Se alargaron tanto al "norueste", que
algunos se creyeron en Paria. Y otros "que volvían a Castilla, pensando
que dejaban la Española a popa"[71]. Sintiéndose perdidos "y que no
podrían volver"[72], "se alborotaban y hacían monipodios",
opinando que debían ir a San Juan, porque "los navíos no venían
buenos"[73]. Tanto se alargó la travesía, que al ver la primera isla, hubo
quien se creyó en España [74].
Costeada Cuba, fondearon en
Jamaica, por julio de 1503, creyendo que "encavalgaban" la Española,
terminando el viaje, porque "se partieron los navíos". Según la
historia ortodoxa, Gonzalo Camacho viajó a Santo Domingo en una nao, en busca
de socorros [75]. El escribano de Moguer, Alonso Pardo, que estuvo en la
Española, en 1504, vio llegar a Diego Mendes, mayordomo de Colón, agotado tras
recorrer 40 leguas, en canoa tripulada por indios. Traía carta para Nicolás de
Ovando, pidiendo carabela del rey y una segunda, comprada a cuenta del
Almirante, que les sacasen de la ratonera de Jamaica, donde estaban enfermos,
sin comida, rodeados de indios hostiles y peleados entre sí[76]. Recibido el
transporte, los Colones arribaron a la isla [77], pasados tres años de su
partida [78]. Bien atendidos por el comendador, Miguel del Toro recordaba cena
en su casa[79], durante la cual Ovando ordenó al tesorero, librar 4.000 pesos a
Colón, a cuenta de su décima[80], para pagar el pasaje a Castilla. En aquel
viaje, los marineros observaron que el Almirante buscaba "un estrecho, que
pasase del norte al mediodía"[81], "mar en medio" o "pasaje
al otro mar"[82], del Sur o Pacífico, lo cual indica que estaba
sobradamente descubierto. Corrió que iban a "la Especiería e nunca la
fallaron"[83]. Adicionando fines, Martín de Arriera, tonelero de Sevilla,
comenta: "fueron en busca de un estrecho, donde decía Colón que había en
Especiería y fueron a dar en Veragua, que es tierra firme"[84].
Contradictorias las
declaraciones, los oidores preguntaron si Colón "hizo otro viaje de
occidente a oriente", partiendo de "las postreras islas occidentales,
que dicen de los Guanajes", para seguir la costa "hacia oriente,
hasta el Cabo de Honduras y de Gracias a Dios [85], llegando al Puerto de
Retrete". Y alguno aventuró que pasaron "de costa a costa, mar
adelante", de "Maya que es en la Tierra Firme", a Paria, lo cual
se deduce de la declaración de Baltasar Calvo. Recordaba que de Çerabaro, siguieron
a "una costa a la larga, hazia la una banda de la mar, después de pasada
la isla Española e la isla que dicen Haheto", dando en Paria. Solemne la
metedura de pata, los jueces le hicieron rectificar. Acabó confesando no saber
dónde estaba la provincia, "que dizen Paria, ni estuvo en ella".
Habiendo oído que "es donde están las perlas", aseguró no haberlas
visto durante el viaje, pero al ser suelto de lengua, volvió a errar,
recordando escala en Carabaro, rescate conocido, en el "camino" de
España [86]. Según Pedro Anríquez, estuvieron "3 años por allá",
haciendo revelación sorprendente: "sabe que en cinco veces que Colón fue a
descubrir", siempre encontró tierra nueva [87].
Según Ledesma descubrieron de
"Guanasa fasta las dichas islas que dicen Barvas", negando haber
reconocido "el Darién, ni Veragua, ni allegó a ello, porque este
testigo... no se quitó" de la compañía" del Almirante [88]. Noya
reduce el " descubrimiento" a las 25 leguas, que separaban Guanasa
del puerto de Retrete, al estar el resto "registrado", insistiendo
los pocos testigos directos, que vivían en 1536, en 200 leguas descubiertas, a
oriente de Veragua [89], por la costa del Cacique Oreja, que Juan Quexo llama
Castilla del Oro[90], prolongando Moreno el viaje, hasta las 800 leguas[91].
Ambrosio Sánchez, que fue en la nao de su padre, habló de parón de tres meses
en el río y de 9 a 10 costeando, hasta más allá de las 120 leguas [92]. El
fraile mercedario Francisco de Bobadilla, hablando de oídas, sintetizó
diferentes viajes en uno: Colón navegó el Mar del Norte y la costa de Tierra
Firme, desde el río Marañón hasta el río Chagres o de los Lagartos, "que
es encima de Veragua"[93].
En el otoño de 1504, el
"descubridor" entró en Sevilla, tropezando con la Casa de la
Contratación [94], vuelta de tuerca que acabó con el gremio de mercaderes
andaluces, en menos de un siglo. Al ver que le negaban, en la práctica, lo
concedido en teoría, comprendió que su caída era definitiva. Intuyendo que el
acto de "descubrir", perdía actualidad, cambió de léxico, silenciando
el mérito de haber encontrado tierra ignota, para presumir de haber puesto de
moda un continente. Si en tiempos no había quien quisiese ir a Indias, ni aun
con sueldo y "omecillo", los viajes del "descubrimiento" le
dieron tal publicidad, que "hasta los sastres" se metieron a
descubridores. Pero el éxito no compensó su fracaso, como hombre de guerra.
Incapaz de conquistar a golpe de lombarda, en el interrogatorio de 1515, se
alude a su debilidad: "si saben que en vida de Colón y otros armadores..,
pelearon" con los indios, recibiendo "muy grande daño e no los
pudieron sojuzgar", siendo "cobrada" Tierra Firme por
"fuerza de armas" y por terceros, mandados por "sus
altezas"[95]. Los pocos que respondieron a la pregunta, "oyeron
decir" que habiendo sido dotado de medios, para rematar la conquista, el
Almirante no supo emplearlos. Vieron "ir a armadores a Tierra Firme, con
gente" para hacer la guerra, supuesto que admite el propio Diego Colón:
habiendo recibido "muy gran daño" de los Indios, su padre no pudo
"sojuzgar Tierra Firme". Juan Calvo, vecino de Palos, adscrito a
contingente reclutado por el obispo Juan de Fonseca, a sueldo de la Casa de la
Contratación, "para "ayudar a poblar en la Tierra Firme, en el puerto
de la Isabela, de la dicha Isla Española", llegó antes de que se hubiese
"ganado". Habiendo visto morir "mucha gente", en
escaramuzas sucesivas, opinaba que la repatriación de Colón, tras el tercer
viaje, tuvo relación con su incapacidad para la guerra, viniendo después
"mucha gente armada", que sojuzgó la tierra [96]. Muerta Isabel en
Medina del Campo, en 1504, Colón quedó arrumbado. Reducida su existencia a
ciertas cartas, que le atribuyen, de ser de su mano la que menciona a Vespucio,
habríamos de declararle adelantado en el uso de una caligrafía, que se
introdujo en el ámbito de lo privado, reinando Felipe II[97]. En 1506, a punto
de llegar la reina Juana, Fernando le llamó a Valladolid. Murió en esta ciudad,
siendo igualmente avanzado, en la redacción de sus últimas voluntades, pues
llama "testamentarios", a los que se conocían por
"albaceas". Depositado el cuerpo en el convento de San Francisco,
Cieza de León asistió al traslado, en 1513, recordando que los restos se
inhumaron en la Cartuja de Sevilla, concretamente en la capilla de los Lujanes,
compartiendo el sepulcro principal, con un primer inquilino.
En la vorágine de la
Desamortización, que marcó el siglo XIX, el cenobio fue adquirido para instalar
fábrica de cerámica. En plena fiebre de la higiene, se desahuciaron los huesos
en presencia, no sabemos si con destino a cementerio o al muladar más cercano.
Se preparaba la exposición sevillana de 1929, primer real intento de crear una
Comonwelth a la española, cuando se echaron en falta los restos del
descubridor. Declarados indispensables, se les hizo viajar en el siglo XVI, en
los baúles de una Toledo, necrofílica y mal documentada, para darles sepultura
en catedral antillana. Se los disputaron las de Santo Domingo y la Habana,
ganando la primera. Exhumados los de notables anónimos, enterrados en el
presbiterio, se procedió a solemne repatriación, con destino al anacrónico
mausoleo, incrustado en la catedral de Sevilla. Embalados sinprofesionalidad,
los que asistieron al acto restringido y solemne, de la apertura del ataúd, observaron
que sobraban tibias, faltando menudencias. Sembrada la duda, la verdadera tumba
de Colón se sumó a las interrogantes, que prestan al infundio el halo de
misterio, indispensable al investigador incapaz de investigar, que busca
renombre y hasta lo encuentra, elucubrando en el vacío.
Fue 1506 un año agitado.
Pretendiendo varón, que deshiciese la unión de Aragón y Castilla, Fernando casó
con Germana de Foix [98], mientras Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solis,
cerraban el ciclo de los descubrimientos colombinos, con el "alto
viaje". Saliendo de Palos "por mandato de S.A.", se dirigieron a
"sotavento" de Isabela. Rebasada Guanasa, tocaron en la costa de
Camarona [99]. "Adelante" de Veragua, visitaron "todo lo que
hasta oy está descubierto, en lo que Colón no tocó", por la tierra de
Chabaca y Pintigua. Bautizaron gran bahía con el nombre de Navidad [100],
vieron las sierras de Carya y "otras tierras más adelante", hasta los
23 ½º[101], terminando de unir el rosario de islas, que en los viejos
planisferios jalonan el poniente. En vida de Colón y en los años que siguieron
a su muerte, abundaron los viajes a Indias, sin licencia ni intención de
descubrir, aprovechando los mejor relacionados, para adjudicarse hallazgos.
Juan Bermúdez bautizó la Bermuda [102]. Y el paleño Alamillos se apuntó,
lícitamente, el imperio mejicano, aportando "señales de la
tierra"[103]. Pasó a la historia como humilde piloto de Cortés,
conquistador de lo que jamás hubiese encontrado un extremeño, ayuno en las
cosas de la mar.
García Cansino descubrió en Tierra Firme. Llamado a
declarar, confesó que habiendo sido tantos los descubridores, no conservaba la
memoria: "si el obispo Juan de Fonseca fuese vivo", podría dar cuenta
de sus nombres y la parte que tocaba a cada uno [104]
, pues los despachaba y repartía
la tierra, pero a su muerte siguió la pérdida de sus libros, borrando el
pasado. Un Juan Díez trajo tierra dibujada, que se incluyó en el padrón real,
absteniéndose de descubrir Antón Quintero y Cristóbal Serrano.
Profesionales del continente,
sabían por experiencia que América era una isla inmensa, jalonada de islas
menores, cuyos propietarios fueron los naturales. Con el paso del tiempo, los
descubridores se desdibujaron, creciendo la figura de Colón y unos
"conquistadores", ayunos en la ciencia de la mar. Confundido, el
onubense Gonzalo Martín, incluyó a Pedro Alonso Niño entre los navegantes
menores, sin relacionarlo con Colón [105].
[1] De 1492 a 1496 sirvió en la
conquista de Canarias con Alonso de Lugo. SRGS VII.1496.33.
[2] P.C. T. I. [3] P.C. T I. [4] P.C. T. IV. [5] Ibídem.
[6] P.C. T. I. [7] P.C. T. III. [8] P.C. T. IV. [9] P.C. T. III.
[10] P.C. T. IV.
[11] Bernáldez cap. CXXXI.
Bartolomé de Las Casas. Pleitos Colombinos. Varios. [12] Entre Cayena y el Cabo
de Orange.
[13] P.C. T. IV.
[14] Beata, puerto al sur de la
Española. El Comendador de Lares fue Nicolás de Ovando, sucesor de Bobadilla,
que lo era de Calatrava. [15] P.C. T. IV.
[16] P.C. T. III. [17] Ibídem.
[18] P.C. T. IV.
[19] Bernáldez cap. CXXXI.
Amplían información Las Casas y testimonios de los Pleitos Colombinos. [20]
P.C. T. III.
[21] P.C. T. IV. T. III.
[22] P.C. T. III. T. IV. Alonso
de Chaves sitúa Caxinas en la Costa de Honduras, a 13º 1/2 grados, 4 leguas al
norte
Puerto Real. Al sur de la
"furna", "redonda y llena de isletas y bajos", había un
Puerto Cartago a 14º. En 1470
Anselmo y Juan Adorno, supuestos
peregrinos a Tierra Santa, estuvieron entre el "Monte Gimbal" y el
cabo de Cartago: "es aquí donde el mar es más profundo y se ve más
frecuentado por navíos de piratas". Tropezaron con fusta morisca. No
desembarcaron, porque "los moros no permiten a los cristianos entrar en
Cartago, sin autorización del rey". ("Esclavos y sirvientes en las
sociedades mediterráneas durante la Edad Media". Jacques Heers).
[23] P.C. T. IV. Chaves describe
Maya como puerto pequeño, al abrigo de brisas, situándolo al sur de Cuba.
[24] P.C. T. III. [25] Ibídem.
[26] Ibídem. [27] Ibídem. [28] P.C. T. IV. [29] Ibídem.
[30] P.C. T. VIII. Çerabaro
aparece en la costa de Nombre de Dios a 9º 2/3, en "la boca" de
bahía, 8 leguas al oeste
de Veragua.
[31] P.C. T. IV.
[32] Alonso de Chaves sitúa los
Guanajes en Honduras, a 16º. Al fondo del golfo. [33] P.C. T. VIII.
[34] P.C. T. III.
[35] Catayo es para Madeville, lo
que Çipango para el cardenal bibliotecario de Inocencio VII: la tierra del oro.
La Sierra de Cariay estaba a 23º 1/2. Chaves menciona un Caray a diez grados
dos tercios, 40 leguas al sur de Gracias a Dios.
[36] P.C. T. IV.
[37] P.C. T. III. T. IV. [38]
P.C. T. VIII.
[39] P.C. T. IV.
[40] Ibídem.
[41] P.C. T. IV. Chaves sitúa el
río Veragua a 9º 2/3, en la costa de Nombre de Dios, 28 leguas al oeste del Rio
Lagartos. Se identifica con el
Chagres.
[42] P.C. T. III. T. VIII. [43]
P.C. T. III.
[44] P.C. T. VIII. [45] P.C. T.
VIII. [46] P.C. T. III. [47] Ibídem.
[48] Ibídem. [49] P.C. T. IV. [50] Ibídem. [51]
Ibídem. [52] P.C. T. III. [53] Ibídem. [54] P.C. T. IV.
[55] Alonso de Chaves sitúa el
río Belén en la costa de Nombre de Dios, a 9º 2/3, 4 leguas al oeste del Veragua
y a 22 del Río Lagartos. [56] P.C. T. IV. T. VIII El testigo Pedro Anríquez (T.
III), menciona Isla Gorda entre las del Caribe. Pero no Puerto Gordo.
[57] P.C. T. VIII.
[58] Un Diego de Cabrera fue
factor de Inés de Peraza en 1496 (R.A. doc. XXVII. P.C. T. IV. Probanzas de
Santo
Domingo de 1512, de Puerto Rico,
año de 1514 y otras, se refieren al tema).
[59] P.C. T. VIII.
[60] P.C. T. IV. T. VIII. Chaves
sitúa Puerto Belo a 9º 2/3 grados, a 10 leguas de Nombre de Dios.
[61] P.C. T. III.
[62] El río Lagartos aparece a 9º
2/3, en la "boca" de una bahía. [63] P.C. T. VIII.
[64] Ibídem.
[65] P.C. T.III. Probanza de
Puerto Rico, año de 1512 y 1514. Probanza de Moguer año 1515. [66] P.C. T. IV.
[67] P.C. T. IV. [68] P.C. T.
III. [69] P.C. T. IV. [70] P.C. T. III. [71] Ibídem. [72] Ibídem. [73] P.C. T.
IV. [74] P.C. T. III. [75] Ibídem. [76] Ibídem. [77] Ibídem.
[78] P.C. T. VIII. [79] P.C. T.
III. [80] P.C. T. VIII. [81] Ibídem.
[82] P.C. T. III. [83] P.C. T.
VIII. [84] Ibídem.
[85] Chaves sitúa el Puerto de
Bastimentos a 9º 2/3, entre Nombre de Dios y Portobelo. [86] P.C. T. III.
[87] Ibídem. [88] P.C. T. IV. [89] P.C. T. III. [90] P.C. T. VIII.
[91] P.C. T. III. [92] Ibídem.
[93] P.C. T. VIII.
[94] Bernáldez cap. CXXXI.
Bartolomé de Las Casas y en los Pleitos Colombinos, hay referencias. [95] P. C.
T. IV.
[96] Bernáldez cap. CXXXI. Diario
y cartas de Colón. Atribuido de Bartolomé de Las Casas. P.C. T. VIII. T. IV.
[97] Archivo de Indias. Cartas de
Colón.
[98] Hija de Juan de Foix, que lo
era del Conde Gastón y de la reina de Navarra, Leonor, medio hermana de
Fernando y de Madama María de Orleans. De este matrimonio nació un varón, que
murió niño. [99] Chaves y otros autores hablan de bajos, que se extendían 50
leguas, partiendo de Cabo Camarón, en la costa de Honduras, para terminar en la
bahía de Cartago. Entre los cayos y tierra firme, podían pasar navíos pequeños
("Historia de las Américas", coordinador Luis Navarro V Centenario
1991). Cabo Camarón, a 16º, estaba a 30 leguas del golfo de Honduras.
[100] Como casi todos los
topónimos problemáticos, Chaves ubica Puerto Navidad en la Isla Española, a 20
1/3º. [101] Bernáldez cap. CXXXI. Refrenda Las Casas y testigos de Diego Colón.
[102] P.C. T. VIII. [103] Ibídem.
[104] Ibídem. [105] Ibídem.
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